428 VI. Sprachen und Sprachgebiete: Spanisch 1.3. Los datos 389. Spanisch: Interne Sprachgeschichte und Entwicklungstendenzen Evolution lingüistica interna 1. Definici ones 2. Fonología 3. Morfosintaxis 4. Posibilidades del desarrollo 5. Bibliografia selecta 1. Definiciones La história interna del espaňol moderno consis-te en el presunto desarrollo fonológico y grammatical de dicha lengua desde el siglo XVI has-ta el momento presente. 1.1. Espaňol Los términos espaňol y castellano hoy se usán como sinónimos en el habla popular del mundo hispánico. Se refieren al idioma románico que se originó en el norte de la Peninsula Ibérica (Castilla la Vieja), que de ahí durante los siglos VIII a XV se extendió hasta ocupar la mayor parte de la Peninsula, y que en el siglo XVI fue exportado a los territorios del reden nacido imperio espaňol. Se prefiere aqui el término espaňol; se utiliza su sinónimo castellano sólo donde conviene dar énfasis al con-traste de este idioma con las demás hablas regionales de la Peninsula, sea durante la Edad Media, sea en la época moderna. Asi que, con-forme con la tradición, nos referimos al castellano medieval como «espaňol antiguo», aun cuando se trata de una época en que el castellano dominaba la Peninsula en mucho menor grado que hoy. Además la expresión «castellano moderno» aqui se conserva para referirse ex-clusivamente al dialecto que hoy se habla en el norte de Espafia. Otra perspectiva de estos términos (Otero 1971, 176-178) los dota de signi-ficados distintos, a fin de subrayar el papel del romance mozárabe en la formación del espaňol meridional durante la Edad Media. 1.2. El periodo moderno La tradición reconoce, en la história del espafiol, dos épocas principales (-» 403): la del espafiol antiguo (hasta el siglo XV inclusive -^157, 158) y la del espaňol moderno (siglo XVI en adelante). Se denomina frecuentemente espafiol «clásico» el de las dos primeras centurias de la época moderna, por coincidir este periodo con el florecimiento literario del Renacimiento y el Siglo de Oro en Espafia. El concepto que tenemos del desarrollo de la lengua hablada se construye inductivamente a base de dos tipos de datos: las formas habladas y las escritas. Los datos orales (todos de la época contemporánea, por supuesto) incluyen no sólo los varios dialectos del espafiol peninsular (—> 393-395; 402), sino también el espafiol hablado hoy fuera de la Peninsula Ibérica. Se ha propuesto que la variación que hay en el espafiol americano corresponde en parte a los varios grados de contacto en que se mantuvie-ron sus distintas regiones con la madre patria durante la época colonial (—>■ 396-401). Por otro lado se encuentra el judeoespaflol (—► 476), dialecto que se ha desarrollado durante quinientos afios prácticamente sin contacto alguno con el terreno originario. Las fuentes escritas que constituyen los datos principales de la lingüistica histórica hispánica incluyen 1) comentarios deliberadamente orto-épicos y gramaticales hechos por obseTvadores eruditos, tanto hispanohablantes como extran-jeros, y 2) documentos que involuntariamente revelan cambios lingüisticos a través de su pro-pio texto. Además tenemos, como fuente de datos fonéticos, el testimonio indirecto de varias lenguas indigenas de America, ya que muchas de éstas son alfabetizadas a partir del siglo XVI por misioneros y otros hispanohablantes, quie-nes revelan de esta manera los valores fonéticos de la ortografia espafiola de su época. En este respecto, resulta provechoso (pero fortuito, al parecer) que el siglo XVI, época de la Uamada «revolución consonántica» espafiola, coincida con la gran expansion territorial de Espafia en el Nuevo Mundo (cf. Canfield 1934; 1952). El lenguaje escrito, entonces (—* 363, 388), consti-tuye la base principal de testimonios acerca de la evolución del habla. De igual manera los estudios etimológicos de palabras individuales y del léxico colectivamente (—» 390) contribuyen, por implicación, a formar un concepto general del desarrollo del espaňol. Los textos literarios y legales, por razón de su disponibilidad, han sido desde el principio objeto de minuciosa investigación lingüistica. En cambio, es probable que en el futuro se dedique más atención a un cuerpo de documentos roe-nos formates, p. ej. notas y correspondencia personales (cf. Boyd-Bowman 1974; Terrell 1981, 122 n. 4). Se presume que estos papeles privados pueden dar más fiel reflejo del lenguaje hablado de su época. El desarrollo de la lingüistica histórica hispana ha sido caracteri-zado repetidamente por un retroceso de las fe-chas de primera documentation de varios fenomenos observados (cf. las sucesivas ediciones 389. Spanisch: Interne Sprachgeschichte und Entwicklungstendenzen 429 de Lapesa 1981, desde 1942). Se anticipa que el creciente examen de las fuentes de datos menos formales continuará revelando, con respecto a varios fenomenos lingüisticos, una antigüedad mayor de la que se puede demostrar hoy día. 1.4. Enfoques Examinamos aqui el desarrollo histórico prin-cipalmente en dos aspectos lingüisticos: fonología y morfosintaxis (el articulo 390 trata el léxico). El término morfosintaxis abarca no sólo el orden de los elementos de la frase, sino también aspectos de los paradigmas gramaticales y el léxico de partículas y otras palabras dotadas de función gramatical más que de significado autónomo. Aunque se consideran aspectos de semántica dentro del estudio histórico de sintaxis, fonología y léxico, la história semántica por si mis-ma todavía no se ha establecido como ramo aparte. Para la investigación del cambio se-mántico en espafiol hay valioso recurso de datos en los estudios de Kany (1960a, 1960b) sobre la semántica del espaňol americano, aunque su perspectiva es más bien geográfica y social que diacrónica. Con el fin de representar aquí los fenómenos en términos generales, nos concentramos en lo regular de su actuation. Se reconoce, sin embargo, que este esquema representa una reali-dad mucho más compleja, la cual comprende numerosas singularidades que no parecen con-formarse a ninguna regia. Con referencia a la cronología, sea interna (relativa) o externa, se. nota que un cambio lingüistico no tiene sencillamente una fecha, sino que se realiza progresivamente durante un periodo de decenios o hasta siglos (cf. Pensado Ruiz 1984). Puede ser rechazado, o «morir»; puede establecerse como cambio permanente; o puede mantenerse como regia facultativa. Tí-picamente, el cambio parece tener su origen en una localidad de limitada extension geográfica, desde la cual puede extenderse gradualmente a otras localidades. La propagación no siempre pasa ininterruptamente a lugares contiguos. La innovación puede presentarse en «islotes» dia-lectales, lo cual ha llevado a Lorenzo (1966, 26) a dramatizar el proceso por medio de una metafora militar (con referenda al yeísmo cf. 2.2.4.): «El avance del fenómeno no se parece, como nos ensefiaba la geografia lingüistica, a la pausada y sistemática marcha de la ínfantería, sino al asalto de los paracaidistas». Todavía se ignora si la extension de los cambios era igual-mente discontinua antes de la presente época del viaje rápido y de las comunicaciones ins-tan táneas. El hecho de que un cambio comience no ga-rantiza que se acepte a la larga: si se rechaza antes de convertirse en regia obligatoria, es po-sible que el idioma hablado quede sin regístro del cambio fallido (cf. Walsh 1979). Sirva como ejemplo la terminación de participio -ado, cuya reducción oral [ao] en Espaňa está documenta-da desde el siglo XVI (Menéndez Pidal 1941, 100; Navarro Tomáš 1966, 101-102; Lapesa 1981, 467). Las observaciones de Lorenzo (1966, 22-24) del habla contemporánea de Madrid dan indicios de que la consonante cae-diza se está restaurando entre «las nuevas ge-neraciones». Se reconoce, además, que el «poder» de las reglas fonológicas puede ser superado por una variedad de fuerzas, algunas ya identificadas, otras desconocidas. Algunos fenómenos del espaňol se han atribuido 1) a la tendencia hacia la simetría del sistema gramatical (presión para-digmática o analógia - cf. 3.2.3.); 2) a la influencia de la lengua escrita (cultismo - cf. 1.4.1.) o 3) a la aceptadón de rasgos de otros idiomas con los cuales ha habido contacto (sus-tratos - cf. 1.4.2.). Con respecto al espafiol americano se discute además el específico origen geográfico de sus primeros colonos espa-fioles (1.4.3.). 1.4.1. Cultismo Se reconoce que la lengua escrita puede ejercer varios efectos sobre la lengua hablada. La forma más obvia en que este fenómeno, el cultismo, afecta al idioma durante el periodo es el continuo influjo de elementos léxicos de origen grecolatino (-» 390). Este mismo influjo tiene limitado efecto en la fonología, no por la introduction de ningún nuevo fonema, sino por el establecimiento de nuevas posibilidades de agruparse los fonemas ya presentes, al menos en el habla de los letrados. Son de particular interes los nuevos grupos consonánticos anteriores de palabra (p. ej. absurdo, advertir, co-lumna, concepto, efecto, etc.). Desde la época de su introduction, estos grupos consonánticos han sido objeto de una continua lucha entre fuerzas normativas y una tendencia hacia sílaba libre (CV) en la lengua hablada. Es informativo el modo en que se han alterado estos cultismos consonánticos en el lenguaje popular (acsurdo, ahertir, coluna, concetojconceuto, efeto, etc.) (Lapesa 1981, 390 y 467). 1.4.2. Sustratos Algunos fenómenos del cambio lingüistico en espafiol se han atribuido a la influencia de un sustrato vasco, entre ellos 1) la aspiration y pér- 430 VI. Sprachen und Sprachgebiete: Spanisch dida de /f/, 2) el betacismo (igualación de /b/, /v/) y 3) el ensordecimiento de sibilantes (Me-néndez Pidal 1941, 16; Lapesa 1981, 38^t4). Además se ha observado sugestiva semejanza entre el espafiol y el vascuence con respecto a dos rasgos fonológicos: la vibrantě apical multiple y el sistema de cinco vocales (frente a las siete de los otros romances occidentales). Y por fin, la [S] apical, o «cóncava», característica del espafiol peninsular norteňo - sea herencia del latín o producta de innovación (cf. 2.2.2.1.3.) - también tiene su homólogo en la fonética del vascuence. Aunque la mayor parte de estos fenómenos empiezan a documentarse sólo en la época moderna, se sugiere que en la lengua hablada pueden estar presentes desde fe-cha muy temprana sin manifestarse en forma escrita (cf. Lloyd 1987, 220). Es evidente que al léxico del espaňol moderno han contribuido varios idiomas indígenas del Nuevo Mundo (—* 390). Se ha discutido además la posibilidad de que éstos hayan ejer-cido alguna influencia fonética sobre el espafiol de sus respectivos países. Sin embargo, la mayor parte de las propuestas en este campo resultan inconclusas, debido a la dificultad de comprobar las relaciones de causa y efecto. Gran parte de los rasgos fonéticos que en otra época fueron atribuidos a sustratos indígenas americanos, hoy resultan poco indicativos, ya que se han manifestado también en regiones de la Peninsula Ibérica, donde se presume que de-ben explicarse de otra manera. Sin embargo, el origen sustratal americano de algunos fenómenos, más fuertes entre la población bilingiie, parece estar fuera de dudá: p. ej. una tendencia, en la Sierra ecuatoriana, a reducir el sistema de cinco vocales espafiolas a tres (/a/, /i/, /u/), en paralelismo con el sistema del quechua; o por otra parte, la realización glotalizada de /p/, /t/, /k/ en el espafiol del Yucatan (Jungemann 1955, 26; Lapesa 1981, 551), con implicación de influencia maya. Es probable que la influencia in-dígena se manifieste también en los rasgos pro-sódicos - entonación y ritmo - de varios dialec-tos americanos (cf. Jungemann 1955, 26; Lapesa 1981, 551-553). Parece que las otras lenguas con las cuales el espaňol ha tenido contacto - es decir, las que no se clasifican como librescas ni de sustrato (el árabe, el francés, el portugués, el italiano, el Catalan, el inglés, etc.) - han dejado su rastro casi únicamente en el léxico. 1.4.3. Andalucismo americano El andalucismo — es decir, la tesis de que el espafiol americano tuvo su origen esenciaimen-te en el habla del extremo sur de Espafia (An- dalucía) - se apoya en un conjunto de datos linguísticos e históricos. Son sugestivos los mu-chos rasgos compartidos por el espafiol meridional y el de America (seseo, yeísmo predo-minante, aspiración de /s/ en varias regiones) (cf. Canfield 1962, 58-59; Lapesa 1964; Lapesa 1981, 563-570). Sin embargo, sigue siendo con-trovertida la cuestión del andalucismo como explication principal del espafiol americano (cf. Menéndez Pidal 1962; Lapesa 1981, 565 n. 39). Recientemente se ha puesto en dudá hasta la identidad exclusivamente andaluza de algunos de los rasgos que la tradición linguística consi-deraba más típicos de esa región (p. ej. Frago Grácia 1983; Penny 1983; Walsh 1985; cf. Navarro Tomas et al. 1933, 226; Menéndez Pidal 1941,111; éste, sorprendentemente, relaciona la [n] velar final de palabra con el norte de Espafia). 2. Fonología A medida que se convierte el espafiol antiguo en el moderno, el rasgo fonológico que más cambios ha sufrido es el de la estridencia con-sonántica. El rasgo acústico de la estridencia se define de manera relativa, a base del ruido del aire producido por la corriente expiratoria del habla. Un sonido estridente se caracteriza por tener presente tal ruido en mayor grado o a frecuencias relativamente altas (Jakobson/ Fant/Halle 1952, 23-24). El término espafiol re-hilamiento es efectivamente sinónimo (cf. Běs 1964). La estridencia, ya que se constituye a base de la turbulencia del aire, puede ser característica únicamente de fricativas y africadas. Los cambios realizados en el espafiol a prin-cipios del periodo moderno tienen como efecto colectivo la neutralization de unos contrastes fonemáticos que existían entre sonidos sibilantes. La estridencia que ya estaba en proceso de disminuirse en la serie labial (betacismo, aspiración y pérdida de /f/) continúa reduciéndose en este punto de articulation, mientras que también se reduce el mismo rasgo en la serie palatal (velarización de /š/). La serie alveolo-dental, por otro lado, sufre una mezcla de cambios. Algunos de éstos - en particular, la de-safricación y el ensordecimiento - acentúan la estridencia, mientras que otros (interdentaliza-ción en el norte y centro de Espafia, aspiración en el sur) reducen la presencia de este rasgo. Se descríben detalladamente estos y otros cambios en las sectiones siguientes. 2.1. Fonología antigua El castellano antiguo había sido afectado, sin duda, por varios cambios que en algún grado 389. Spanisch: Interne Sprachgeschichte und Entwicklungstendenzen 431 actuaron en todos los romances occidentales. Ya se había producido la síncopa de vocal pos-tónica o pretónica entre consonantes obs-truyentes (Otero 1971, 310; Hartman 1974, 163), aunque quedaban por realizarse la mayor parte de los ajustes consonánticos consecuentes de ella (cf. 2.2.5.). En cuanto a las africadas dentales, /t"/, /d1/ (cf. 2.2.2.1.1.), se cree que en el espafiol primitivo diferían poco de los sonidos correspondientes del francés y del portugués del mismo periodo. El castellano antiguo había sufrido a la vez algunos cambios fonológicos que lo distinguían de los demás romances principales. Ya antes de los primeros escritos en castellano, se diferen-ciaba su vocalismo por haberse diptongado las tónicas abiertas tanto en sílaba trabada como en libre (festa > fiesta, porta > puerta), con resultado de reducir a cinco el numero de vocales presentes en el sistema. Además, desde fines del siglo XIII se habia estabilizado la apocope de la /-e/ final, con resultado de imponerse condiciones fonotácticas finales de palabra que eran prácticamente iguales que las de hoy (en el vocabulario patrimonial, una consonante final debe ser alveolar o dental, y debe estar sola, no agrupada: amare > amar, pero nube > nube, patře > padre). El grupo consonantico -mbr-había sustituido al -mn- más antiguo (homine > esp. ant. omne > mod. hombre). El consonantismo del espafiol antiguo se dis-tinguia, entre los otros romances medievales, por su característica distribution del rasgo de la estridencia. En la serie palatal, el espafiol antiguo ya llevaba fonemas sibilantes - tanto sor-dos como sonoros - que lo distinguían de los otros romances (nocte > /noite/ > noche [no-če]; MULIERE > /müdere/ > esp. ant. mujer [mu-žer]). Mientras tanto, las estridentes labiodentales (/f j, /v/) sufren un ablandamiento (reduction de estridencia), evidente desde el siglo XI en regiones septentrionales contiguas al territorio vasco (cf. 1.4.2.) y esparcido gra-dualmente hacia el sur. La sonora, /v/, precedente de la V (= /vif) latina, va convirtiéndose en bilabial (betacismo), con el resultado de que en la lengua moderna, por ejemplo, tuvo '3a pers. sg. del pret. perf. de tener' y tubo 'con-ducto' son igualmente [tubo] en todos los dia-lectos, menos el judeoespafiol. La /f/ sorda parece haberse hecho también bilabial; ésta, lue-go, en el entorno ante vocal, se convirtió en aspiración glotal, antes de desaparecer total-mente en castellano: filu > esp. ant. filo > mod. hilo [ilo]. Se conserva la /f/ ante semivocal o liquida (fiebre.fuerte.frío) (cf. Hartman 1974, 158). Donde no desapareció, la /f/ ha sido res-taurada por una realización labiodental, por lo menos en el habla culta. Sin embargo es común hoy, en el lenguaje popular, la bilabial, especial-mente ante la semivocal wau ([Oue], [Ouerte]), y en algunas regiones se realiza velar ([xue], [xuer-te]). Se presume que hay en la ortografia una tendencia arcaizante con respecto al sonido. Aunque la/perdura en los manuscritos hasta fines del siglo XV (Menéndez Pidal 1941; 121; DCECH, haba etc.), de todos modos parece que en la lengua hablada la aspiración y hasta desaparitión ya llevaban siglos de actuar, al menos en una región nuclear del norte de Cas-tilla (Menéndez Pidal 1941, 122-123; Lapesa 1981, 38; Lloyd 1987, 179). Ya se habían producido los reflejos palatales de las resonantes geminadas LL > [X], NN > [ň]. Es probable que ya se hubieran convertido en fricativas las oclusivas sonoras procedentes de sordas latinas (Jungemann 1955, 352-353; Otero 1971, 108) - apotheca > esp. ant. bodega [bodega] - mucho antes de su primera documentation ortoépica a mediados del siglo XVI (A. Alonso 1951a, 124; cf. D. Alonso 1931). 2.2. Evolución fonológica La mayoría de los cambios fonológicos realizados en la época moderna han sido consonánticos, mientras que el vocalismo medieval se ha conservado fundamentalmente intacto hasta la actualidad. Hay cuatro fenómenos que han atraído mayor atención: 1) el continuado ablandamiento de las estridentes labiodentales (betacismo, aspiración de /f/); 2) un trastorno radical efectuado en el conjunto de las sibilantes; 3) la aspiración de la /s/ final de sílaba o de palabra; y 4) la deslateralización de la /X/ palatal (yeísmo). Todos estos cambios, menos el betacismo, han sido limitados en su alcance geográfico, de modo que en gran medida llegan a establecer la base de las principales zonas dia-lectales de hoy (-^ 393—402). 2.2.1. Ablandamiento de labiales El ablandamiento de las labiodentales /v/, /f/, comenzado durante la Edad Media, continúa ganando terreno de norte a sur. Con referencia al betacismo, Lapesa (1981, 206 n. 14) cita ca-sos de confusion en manuscritos de los siglos XIII, XIV y XV, aunque no está complete hasta el siglo XVI su establecimiento en el centro y sur de la Peninsula (A. Alonso 1969, 23-30). Se observa que, en el siglo XVI, la as-pirada [h] precedente de la /f/ originaria - cuyo reflejo ortográfico ya era h - continúa afectan-do la métrica poética de la época. En cambio, los poetas del siglo XVII ya no toman en cuen-ta la h ortográfica (Menéndez Pidal 1941, 121). 432 VI. Sprachen und Sprachgebiete: Spanisch 2.2.2. La revolution de las sibilantes El término sibilante se refiere a las consonantes estridentes articuladas por el ápice o el predor-so de la lengua. Seis fonemas sibilantes del espaňol antiguo, durante un periodo que co-rresponde aproximadamente al siglo XVI, se re-ducen a třes o dos (según la región geográfica), de los cuales sólo uno continua siendo sibilante. 2.2.2.1. Las sibilantes medievales Se presume que el espaňol antiguo, desde sus principios, contaba con seis fonemas sibilantes (sin tomar en cuenta la /č/, africada palatal que se conserva igual en casi todos los dialectos). Habia tres pares compuestos de sorda y sonora, distinguidos entre si por su punto de articulation. Eran fricativas las palatales (/š/, /ž/) y las apicoalveolares o predorsodentales derivadas de la 5 latina (/s/, /z/). Las dentales (/ť/, /d1/), originariamente africadas, parecen haberse des-africado durante el siglo XIV. 2.2.2.1.1. Las dentales Las africadas dentales, /ť/, /dz/, eran principal-mente reflejos de la C (= /k/) latina ante vocal palatal (cena > esp. ant. cena, fena /ťena/; luces > luzes /luďes/), o de C, T, D latinas ante semivocal palatal (lancea > lanfo, rations > razon, oaudiu > gozo). La /t*/ también representa el reflejo general de -SC- ante vocal palatal (nesou > esp. ant. y mod. necio). El contraste fonemático entre sorda y sonora se demuestra por unos pocos pares mínimos (p. ej. el esp. ant. dear 'bajar' y dezir 'decir'). 2.2.2.1.2. Las palatales Las fricativas palatales, /š/, /ž/, habían surgido de fuentes muy distintas: la sorda, principal-mente de la X (= /ks/) latina, por un proceso de yodificación de la velar y consiguiente palatalization progresiva de la sibilante (axe /akse/ > aiše/ > esp. ant. exe [eše]); y la sonora, prin-cipalmente de la lateral palatal (muliere > /muXere/ > mujer [mužer]) y de la J latina ante vocal redonda (jocu > juego (žuego]). Otros pocos casos de estos sonidos se adquieren por medio de préstamos (ár. šaqíqa > esp. ant. (a)xaqueca > mod. jaqueca; it. jar din > jardíri). 2.2.2.1.3. La jsi latina De la S latina se habian desarrollado la /s/ y la /z/ medievales: ésta, la sonora, en el entorno intervocálico (casa > esp. ant. casa j)naz&J), y aquélla, la sorda, en los demás entornos, in- cluido el de la geminada intervocálica (passat > esp. ant. passa /pasa/). No hay unanimidad sobre el punto de articulation con que se rea-lizaba la /s/ en el castellano primitivo. La opinion predominante la tiene por [S] apicoalveo-lar, como la del castellano moderno (cf. Jungemann 1955, 68 y 81; Menéndez Pidal 1958, 121-122 n. 48; Canfield 1962, 66-68; Galmés 1962, 76-77; Lapesa 1981, 37 n. 24). Por otra parte se han presentado creíbles argumentos de que la /s/ espaňola fue al principio una [s] predorsodental en toda la Peninsula Ibérica y de que sólo en el norte fue convertida en apical (cf. Navarro Tomás/Espinosa/Rodríguez-Castella-no 1933, 271-272 y 277; Michelena 1968, 486; Otero 1971, 188; Torreblanca 1982). Este su-puesto de una /s/ predorsal originaria, después apicalizada en castellano, encuentra apoyo en la cronología de las confusiones que sufre ešte fonema con la /S/ palatal, como presumida con-secuencia de la semejanza auditoria entre ellas. Estos trueques son muy escasos hasta fines del siglo XIV, pero se hacen más frecuentes a partir de esa fecha (A. Alonso 1947, 3), lo cual es su-gestivo de un cambio apicalizante. En todo ca-so, no hay duda de que ha surgido en la lengua moderna una importante distinción fonética entre la [S] apicoalveolar del norte y centro de la Peninsula y la [s] predorsodental que predomi-na en el sur y en America. 2.2.2.2. Cambios de sibilantes La transformation de las sibilantes medievales se realiza por una serie de cuatro fenómenos generales; 1) desafricación de las africadas, 2) ensordecimiento de las sonoras, 3) velariza-ción de la palatal, y 4) interdentalización (en el norte y centro de la Peninsula) de la fricativa -anteriormente africada - predorsodental. 2.2.2.2.1. Desafricación Las africadas dentales /t*/, /dz/ pierden su ca-rácter de oclusivas, convirtiéndose en fricativas /s/, /z/. Estas nuevas fricativas predorsodentales mantienen - en el norte y centro de la Peninsula - su contraste fonemático con la /S/ y /Z/ apicoalveolares. Pero en el sur y en America, la desafricación de las antiguas africadas /dz/ y /ť/ produce una fusion de éstas respectivamente con la /z/ y la /s/ procedentes de la S latina. Parece evidente que el cambio afecta primero a la sonora /ď/, y que la sorda /t1/ se desafrica unos decenios después (A. Alonso 1951b, 161-164 [= 1969, 102-105]). La desafricación parece ser general en Espaňa ya hacia 1400 (Otero 1971, 184). 389. Spanisch: Interne Sprachgeschichte und Entwicklungstendenzen 433 2.2.2.2.2. Ensordecimiento Las sibilantes sonoras /z/, /ž/ y /Z/ pierden su sonoridad y, por lo tanto, su contraste fonemático con las sordas /s/, /š/, /S/, respectivamente. Asi se reduce por mitad el numero de fonemas sibilantes. Esto y el betacismo dejan al idioma sin fonema que sea simultáneamente so-noro y estridente. El ensordecimiento de las sibilantes se do-cumenta desde principios del siglo XV (Lapesa 1981, 283 n. 33) o aun antes (cf. Otero 1971, 184; Lloyd 1987, 269). 2.2.2.2.3. Velarización La /š/ palatal, heredera de la /š/ y la /ž/ medievales, se retrasa en su punto de articulación, convirtiéndose en [x] velar,**en [X] uvular o en [h] glotal, según la región geográfica. Esta innovation se atestigua desde fines del siglo XV, y durante el XVII substituye completamente a la [š] palatal en el espaňol (Spaulding/Patt 1948; Lapesa 1981, 378-379). 2.2.2.2.4. Interdentalización En el norte y centro de la Peninsula, la /s/ predorsodental (procedente de la /ť/ y la /dz/ medievales, y contrastada con la /S/ apicoalveolar) se adelantó articulatoriamente - aparentemente por razón disimilatoria - a interdental. El efec-to auditorio fue una reduction de estridencia. Asi resulta la /8/ característica del dialecto castellano de hoy. La interdentalización está ates-tiguada desde la segunda mitad del siglo XVI (Spaulding/Patt 1948; A. Alonso 1951a, 311; Lapesa 1981, 373). En Andalucia, por otro lado, al desafricarse la /ť/ y la /dz/ medievales, estos fonemas per-dieron su contraste con la /s/ y la /z/ procedentes de la S latina. Si estas ultimas fueron, en alguna época, apicales, se hicieron dorsales al unirse con las derivadas de las africadas. En la mayor parte de esta región meridional, el fonema formado por la unión de /ť/ con /s/ se pronuncia hoy como sibilante predorsodental: Cinco, si, seňor = [sirjko si seflor]. Esta realization se conoce por el término seseo. En el extremo sur, en cambio, puede resultar acústi-camente semejante a la interdental: [Oirjko 6i Oefior]. Este fenómeno, Uamado ceceo, hoy se considera «cosa rústica o vulgar» (A. Alonso 1951b, 197 [= 1969, 141]), y va perdiendo te-rreno al seseo. Conviene notár que los dos tér-minos, seseo y ceceo, se refieren igualmente a dialectos en que falta el contraste fonemático que sigue siendo mantenido en el norte y centro de la Peninsula ([Sirjko Si Seňor]). A fin de evi- tar que se confunda su referencia fonológica con la simple description fonética, se ha pro-puesto el uso de otros dos términos distintos, siseo y ciceo, para referirse a la cualidad fonética sibilante de la í o a la menos estridente de la c (interdental castellana), respectivamente (A. Alonso 1951a, 121; cf. Navarro Tomáš 1966, 94-94 y 109). 2.2.2.3. Resultados actuates La tabla que acompafia a ešte artículo muestra en forma resumida los resultados de los cam-bios de sibilantes (->361 y Navarro Tomáš 1966). Desarrollo de las sibilantes medievales antiguo: norte, sur moderno: norte, sur captiat OAUDIU DICERE CASA PASSAT CAPSA caca [kaťa] gozo [godzo] dezir [ded*ir] casa [kaZa], [kaza] passa [paSa], [pasa] caxa [kaša] caza [ka9a], [kasa] gozo [go8o], [goso] decir [deOir], [desir] casa [kaSa], [kasa] pasa [paSa], [pasa] caja [kaXa], [kaxa] paja [paXa], [paxa] coger [koXer], [koxer] PALEA paja [paža] COLLIGERE coger [kožer] 2.2.3. Aspiration En un conjunto de regiones geográficas, se con-vierte en aspiración glotal [h], o desaparece to-talmente, la /s/ final de silaba y, en aigunos casos, hasta la /s/ final de palabra aun cuando esté seguida de vocal ([lohamigos] los amigoš). Esta aspiración se ha registrado en una región sureňa de Espafia no limitada a Andalucia, a la vez que se observa en el habla popular de Madrid; en las islas del Caribe; en extensas regiones de Centroamérica y en las regiones cos-tefias de la America del Sur. La aspiración de /s/ con frecuentia va acom-paňada de otros rasgos dialectales que afectan a las vocales, a las nasales y a las líquidas im-plosivas. En aigunos dialectos, se ha observado que la vocal seguida por la /s/ reducida (esto es, aspirada o desaprecida) y hasta las demás vo- 434 VI. Sprachen und Sprachgebiete: Spanisch cales de la palabra se abren perceptiblemente. Esto facilita la distinción auditoria entre tiene [tiene] (con vocales cerradas) y tienes [tienej (abiertas), lo bueno [lobueno] (cerradas) y los buenos [lobuenoj (abiertas) (Lapesa 1981, 503/504; 574). En gran parte de la región aspirante de la /s/ final, se observa también una velarización de la nasal final de palabra. Estos dialectos abarcan contrastes como enaguas/en aguas ([enaguas]/[enaguas]). La nasal velar final de palabra se registre- en Andalucia en el siglo XIX (pero cf. 1.4.3.). Con el habla popular de Andalucia también, y con la de varias regiones de America, se asocia una pérdida de contraste entre las liquidas implosivas (p. ej. al-zobispo, leartad por arzobispo, lealtad). Se en-cuentran ejemplos ya en documentos del siglo XII, procedentes no sólo del Mediodia sino de varias regiones de la Peninsula Ibérica (Lapesa 1981, 385-386 y 575). La aspiración de la /s/ final ha sido objeto de minucioso estudio como rasgo dialectal sin-crónico, pero se ha investigado en mucho me-nor grado su origen histórico. Tradirionalmen-te se ha tratado la aspiración como fenómeno originado en el sur de la Peninsula Ibérica con fecha relativamente tardia, no antes del siglo XVIII o hasta el XIX (A. Alonso 1967, 264); pero Lapesa (1981, 387) cita casos de fines del siglo XV. Una nueva perspectiva propuesta por Walsh (1985) interpreta la aspiración como otro elemento constitutivo de la revolution de las sibilantes del siglo XVI. Walsh arguye que la aspiración puede haber tenido un comienzo tan temprano como los otros cambios de sibilantes, como efecto de la velarización de la /š/ palatal al actuar este cambio sobre variantes palatales leonesizantes (y posiblemente moris-cos - cf. Lapesa 1981, 369) de la /s/ final de sílaba. Apoyándose en datos presentados por Boyd-Bowman (1974; cf. Terrell 1981, 122 n. 4), Walsh seňala que los cambios de que se trata se documentan por primera vez en cartas personales y otros escritos de indole informal. Los autores de estos documentos, quienes no se dirigian a un publico extenso, habrian de estar, en general, menos sujetos a la tradition orto-gráfica y, por esto, más propensos a reflejar los cambios que afectaban la lengua hablada. El mayor cultismo de los textos oficiales y li-terarios, tanto como la mayor atención presta-da a éstos por la filológia traditional, pueden haber ocultado la antigiiedad de la aspiración (cf. Frago Gratia 1983, Penny 1983). 2.2.4, Yeismo En extensas regiones geográficas de Espaňa y America, la lateral palatal jXj - precedente principalmente de la LL geminada latina y los grupos iniciales PL-, CL-, FL- - pierde su la-teralidad y, como consecuencia, su contraste fo-nemático con /y/. La pronunciación de se calló (de collar) se iguala con la de se cayó (de caer). Este fenómeno, llamado yeismo, hoy afecta principalmente la mitad sureňa de Espaňa, in-cluyendo Madrid, y la mayor parte de la America Hispana, a excepción de la región andina y el Paraguay. Una vez unidas la /y/ y la jX/, el fonema formado por ellas manifiesta, al reali-zarse, gran variación geográfica entre fricativa sorda y semivocal. La estridencia es maxima [ž] - y hasta se pone de relieve ensordeciéndose en [š] - en la zona rioplatense de la America del Sur (cf. Navarro Tomáš 1964; Lapesa 1981, 571-572). Por el otró extremo deja de ser fricativa y se realiza como semivocal [TJ en Cen-troamérica, en el norte de Méjico y en el suroes-te de los Estados Unidos. En esta zona, el fonema puede desaparecer tras vocal palatal (ella [ea]). En otras regiones se realiza como fricativa palatal sonora no sibilante, esto es, una version sonora del Ich-Laut alemán. Se observan ya en el siglo XIV, según Lapesa (1981, 384), indicios de un yeismo persistente, «entre rústicos, moriscos y menestrales del rei-no de Toledo». 2.2.5. Otros cambios segmentales Además de los ya deseritos, hay varios cambios adicionales que afectan al sistema fonológico espafiol. La mayor parte de éstos pueden carac-terizarse como cambios menores, por ser pocos los vocablos afectados por ellos. 2.2.5.1. Expulsion disimilatoria de wau tras labial La semivocal /u/ (wau) del diptongo /ue/ (cf. 2.1.) se pierde en palabras en que el diptongo sigue a otra labial no adyacente. Esta otra labial puede ser consonante (como la /(/ defruen-te > frenté) o vocal redonda (p. ej. la /u/ silá-bica de culuebra > culebrd). El cambio no afecta el wau cuando éste sigue inmediatamente a la otra labial (p. ej. bueno, fuente, puente). Este fenómeno se registra hatia 1500 (DCECH, /rente). 2.2.5.2. Vocalization de labial La /b/ implosiva, producta de la sincopa tardia, se vocaliza en wau (capitals, civitate, cubitu > esp. ant. cabdal, eibdad, cobdo > mod. caudal, ciudad, codo). Se registra en el sigloXIV (DCECH, caudal). 389. Spanisch: Interne Sprachgeschichte und Entwicklungstendenzen 435 2.2.5.3. Asibilación de dental ante velar Antes de la época literaria, algunas /d/ finales de sílaba se habian vocalizado (tritjcu, pecti-ne > /tridgo/, /pedne/ > esp. ant. trigo, peine) (Hartman 1974, 171-172). A prineipios del periodo moderno, los restantes grupos /dg/ se convierten en /zg/ (porta + -aticu, judicare > esp. ant. portadgo, judgar > mod. portazgo, juz-gar) (Menéndez Pidal 1941, 163; Hartman 1974, 180). Se presume que la d ortográfica medieval representa una [d] ya fricativa y que, por esto, el cambio consiste simplemente en conver-tirse la fricativa dental sonora en estridente. La z ortográfica empieza a documentarse hatia fines del siglo XIV (DCECH, juez), dos siglos antes de la interdentalización (cf. 2.2.2.2.4.). Con la llegada de este ultimo cambio (al norte y centro de la Peninsula), la sibilante sonora de juzgar pierde su estridencia recién adquirida; por esto, fortuitamente, la interdental moderna (realizada sonora por estar ante consonante sonora) resulta poco distinta de la [d] fricativa de su antepasado medieval. Mientras tanto, se conserva la realización sibilante en los dialectos seseantes. 2.2.6. Rasgos suprasegmentales (prosodia) Ya que la entonación tiene poco reflejo eserito, cualquier intento de reconstruir su diacronia parece presentar problemas insuperables. Con referencia al acento, en cambio, es posible sacar algunas inferencias a base de cambios ortográ-ficos y rimas utilizadas en la poesía. Por estos medios es posible concluir, por ejemplo, que se resuelven algunos hiatos vocálicos del espafiol antiguo trasladándose el acento de vocal alta a otra vocal adyacente. Con la nueva acentuación se produce de las dos vocales un diptongo (si-néresis) - triginta, regina > esp. ant. treynta [treínta], reyna [reína] > mod. treinta [tréinta], reina [réina]. Estos cambios empiezan a mani-festarse hatia fines del siglo XV (DCECH, reina). 3. Morfosintaxis El estudio general de la morfológia y sintaxis diacrónicas del espafiol moderno se funda principalmente sobre dos tipos de fuentes: por un lado, los análisis deseriptivos de extensos cuer-pos textuales y, por el otro, la serie de gramá-ticas normativas producidas durante el periodo. Estas incluyen las de Nebrija (1492) y Valdés (eserita hacia 1535), las gramáticas de la Real Academia Espafiola (unas 15 ediciones desde 1771 hasta la más reciente en 1959), la gramá-tica de Bello ('1847; más tarde Bello/Cuervo, muchas ediciones hasta la actualidad) y el Es-bozo de una nueva gramática de la lengua espa-ňola, de la Real Academia (1973) (-»405). Los análisis de textos incluyen dos monumentales estudios sinerónicos que representan respecti-vamente el comienzo del periodo moderno y la actualidad: la obra de Keniston (1937) sobre sintaxis del siglo XVI y el estudio análogo he-cho por Kany ('1945, 21951) sobre sintaxis del espafiol americano contemporáneo. El tomo de Keniston, uno de cuatro que fue-ron planeados, es el único de éstos que fue rea-lizado durante la vida de su autor. Siguen to-davía sin llevarse a cabo estudios de igual al-cance sobre los períodos subsiguientes, desde el siglo XVII hasta la actualidad. Se deseriben a continuation los cambios mor-fosintácticos más reconocidos. 3.1. El pronombre Los pronombres tónicos, de sujeto, se mantie-nen sin cambio en la tercera persona (él, ella, ellos, ellas) y en la primera persona singular (yo), pero aparecen nuevas formas de segunda persona y de primera persona plural. Entre los pronombres átonos (clíticos, de complemento), por otro lado, la evolución histórica y la variación contemporánea se encuentran casi única-mente en las formas de tercera persona. 3.1.1. Pronombres tónicos Las formas nosotros y vosotros (< nos, vos + alteros) - formas compuestas usadas desde el siglo XIII con sentido contrastivo o enfático -durante el siglo XVI sobrepasan y terminan por sustituir a las formas sencillas medievales nos y vos (Menéndez Pidal 1941, 41). Sobrevive ex-cepcionalmente el voj originario en las regiones del voseo americano (cf. 3.2.2.). Se encuentra una variedad de formas utilizadas en función de pronombres de segunda persona, singular y plural, en diferentes situa-ciones sociales: de igualdad, de desigualdad, de formalidad, de intimidad, etc. Durante el siglo XVI se usan principalmente los pronombres tú, vos, vosotros y varias expresiones res-petuosas como vuestra merced, vuestra se-renidad, etc. (Keniston 1937, 42-^18). El trato formal moderno de usted no se documenta antes de 1620 (DCECH), aunque si aparecen antes varias etapas de su derivación a partir de vuestra merced (cf. Del Castillo 1982). El uso de hombre como pronombre indefi-nido (a los Reyes no debe hombre importunar) es raro después de la primera mitad del siglo XVI (Keniston 1937, 344; cf. Lapesa 1981, 402-403). 436 VI. Sprachen und Sprachgebiete: Spanisch 3.1.2. Pronombres ätonos Los pronombres átonos - me, te, le, la, lo, se, nos, os (vos, como pronombre átono, ya se con-sidera anticuado hacia 1535, según Valdés), les, las, los - mantienen su forma casi sin cambio alguno, aunque si cambia la practica de su ordenamiento antes o después del verbo (cf. 3.3.). Con respecto a los pronombres átonos de ter-cera persona, continúa en vigor el uso eti-mológico (la, lo exclusivamente acusativos, le exclusivamente dativo - cf. lat. acus. illam, il-lum, dat. mi), especialmente en el sur y oriente de la Peninsula y en el espafiol americano. Ade-más están establecidas ya en distintos autores del siglo XVI las variantes no etimológicas que hoy se llaman leísmo, lolsmo y laismo. Estos tér-minos se refieren, respectivamente, al uso de le como acusativo y lo, la como dativos. El leísmo en su forma extremada - uso de le como acusativo masculino de personas y de cosas igual-mente - se encuentra, en el siglo XVI, ge-neralmente en autores de Castílla u otras partes del norte de Espaňa. Otro grupo de autores, no castellanos, practicaban un leísmo moderado, escribiendo (como acusativo masculino) le por personas y lo por cosas (Keniston 1937, 64). Aunque las sucesivas gramáticas de la Real Academia han favorecido usos distintos en dis-tintas épocas, las más recientes aceptan igual-mente lo y le como acusativo masculino de persona - esto es, respectivamente, el uso etimo-lógico y el leísmo moderado (p. ej. Academia 1973, 425). El loísmo (lo pegué una bofetada) y el laísmo (la tengo cariňó), tanto como el leísmo en su forma extremada (el paraguas, le perdí), todavía se emplean en limitadas zonas del norte de Espafla, pero son rechazados por la Academia y en general se califican de «plebeyos» (cf. Lapesa 1981, 405^106 y 471; Lapesa 1968; y Marcos Marin 1978). En cuanto a la serie de dos pronombres de tercera persona, dativo y acusativo, según Me-néndez Pidal (1941, 254), «el cast, gelo (sing, y plur.) en el siglo XIV empieza a dejar su puesto a la forma moderna se lo». Este cambio más bien léxico parece tener su comienzo un siglo antes de los cambios fonológicos de las sibilan-tes. Casi ningún ejemplo de gelo se nota después de 1530 (Keniston 1937, 73; Lapesa 1981, 397). El uso de le por dativo de plural (dale un abrazo a tus padres), registrado en la escritura desde la Edad Media, hoy se oye frecuentemen-te en el idioma hablado (Lapesa 1981, 472). El pronombre se del latín, usado originaria-mente con fuerza de reflexivo, habia producido ya en la Edad Media los usos derivados que tiene hoy; de voz pasiva (los vinos que se venderi) y de sujeto indefinido (con libertad se ha de an-dar en este Camino) (Lapesa 1981, 401-402; cf. Keniston 1937, 340-342). 3.2. El verbo En el sistema verbal se observan cambios en algunas formas de segunda persona y en el uso de algunas formas de subjuntivo. Además, por un lado se reduce la variedad de formas de los verbos irreguläres (uniformación normativa), mientras por otro se aumenta la variedad de perifrasis verbales realizadas por medio de verbos auxiliares. 3.2.1. Segunda persona plural En las formas verbales de segunda persona plural (p. ej. AMATis, TENETis), ia /t/ intervocálica latina, hecha regularmente sonora y continua (esp. ant. amades, tenedes), llega - excepcional-mente, desde el punto de vista fonológico - a perderse. Menéndez Pidal (1941, 278) observa que la terminación -des pierde la /d/ en dos eta-pas, determinadas por el acento tónico. En el siglo XV las formas lianas pierden la /d/ (esp. ant. amades > /amaes/ > mod. amäis), pero las esdrújulas (amávades, hubíéssedes) se documentan todavía en la literatura del siglo XVII (cf. mod. amabais, hubieseis). En la segunda persona plural del pretérito perfecto, la forma etimológica medieval (vos) amastes (< ama(vi)STIS) cede el paso a la forma diptongada de hoy: (vosotros) amasteis (cf. 3.2.3.; Otero 1971, 96-97). Indudablemente mo-tivada por analógia con las terminaciones de segunda persona plural de los otros tiempos verbales, todas con diptongo, esta diptongación se documenta desde principios del siglo XVI (Lapesa 1981, 394; cf. Menéndez Pidal 194], 280), y se ha establecido como la forma con-sagrada por la Academia. 3.2.2. Voseo Las formas contáis, tenéis, decís son originaria-mente de segunda persona plural, y hoy en el norte y centro de Espaňa siguen siéndolo, con denotación social familiar, asociadas con el pronombre sujeto vosotros. Estas formas eti-mológicamente plurales, sin embargo, se han aplicado también, en una variedad de regiones y épocas, como tratos de numero singular, con variedad de denotaciones sociales (respeto, su-perioridad, intimidad). Hoy en extensas regiones de las Americas, desde ia Argentina hasta la America Central, las antiguas formas de segun- 389. Spanisch: Interne Sprachgeschichte und Entwicklungstendenzen 437 da persona plural han producido variantes sin la semivocal palatal: contäs, tenés, decís. Estos, con el pronombre sujeto vos, constituyen la base del voseo, uso dialectal contemporáneo que substituye al tuteo (cuentas, tienes, dices) como trato intimo de segunda persona singular, El voseo se distingue del tuteo únicamente por las formas verbales y el pronombre tónico: los dos usos comparten las mismas formas de po-sesivo y de pronombre átono (Vos te sentás con tus amigos cerca de vos = 'Tú te sientas con tus amigos cerca de ti'). En algunas regiones, el voseo y el tuteo conviven distinguidos entre si como el trato de familiäres y el de amigos respectivamente, asi constituyendo con el trato de usted un sistema de tres niveles de formalidad (cf. Menéndez Pidal 1958, 157; Lapesa 1981, 579-582). 3.2.3. Forma popular analógica tú amastes En la segunda persona singular del pretérito perfecto, la forma etimológica y consagrada por la Academia (1973, 262), (tú) omaste (< ama(vi)sti), adquiere en el habla popular una /-s/ final analoga de la de los otros tiempos verbales: (tu) amastes (Menéndez Pidal 1941, 310; cf. 3.2.1. y Otero 1971,96-97). 3.2.4. El futuro Con referenda al tiempo futuro, compuesto eti-mológicamente del infinitivo más una forma de haber, observa Menéndez ftdal (1941, 324) que «hasta el siglo XVII se admitía la interposición de uno o mäs pronombres entre el infinitivo y el auxiliar: darle has por 'le darás', dezir uos lo he por 'os lo diré». De esa época en adelante, el auxiliar se une al infinitivo como terminación, y los pronombres se pueden localizar únicamente en la posición antepuesta. Más recientemente este nuevo futuro sintético, a su vez, viene per-diendo el terreno semántico de la futuridad frente a la expresión analitica compuesta de ir a más infinitivo (voy a amar), aunque las dos formas no son del todo sinónimas. La construction con ir daba sólo «unos pocos ejemplos» en los textos del siglo XVI (Keniston 1937, 463), pero ha venido a ser la que predomina en la Iengua hablada de hoy (cf. 3.2.7.). 3.2.5. Imperfecta y futuro de subjuntivo El tiempo verbal amara (< amaverat), plus-cuamperfecto en latín y en el espafiol antiguo, durante el periodo moderno deja esta función para asumir la de imperfecto de subjuntivo (La- pesa 1981, 403^104). El imperfecto de subjuntivo medieval, amasse (< amavisset), sigue vivo en la lengua moderna (amase), aunque cede cada vez más terreno ante la expansion de las formas en -ra. El futuro de subjuntivo medieval usado en hipótesis referentes al futuro (si tuviere, daré/sí tuviere, daria), deja de usarse durante el siglo XVI, excepto en expresiones hechas (p. ej. sea lo que fuere). Su función de futuro hipoté-tico se reparte, según el grado de mayor o me-nor realidad, respectivamente, entre el presente de indicative y el imperfecto de subjuntivo (si tengo, daréjsi tuviera, daria) (Lapesa 1981, 404). 3.2.6. Verbos irreguläres La mayor parte de los verbos «irreguläres» del espafiol antiguo se documentan con una variedad de raices coexistentes. Durante el periodo moderno, con el impetu de las gramáticas nor-mativas, se impone mayor uniformidad, selec-cionándose una forma preferida entre las con-trincantes. Se citan a continuación algunos ejemplos. Durante la primera mitad del siglo XVI todavía se observan vacilaciones entre el esp. ant. do, estó, so, vo y el mod. doy, estoy, soy, voy. Continúan hasta fines del mismo siglo las du-das entre cayo, trayo, por un lado, y las formas que al fin acepta la Academia, mod. caigo, trai-go (Lapesa 1981, 394). La literatura del siglo XVII muestra conflicto entre tiertas formas de haber: hemos y habemos, heis y habéis. La Academia optá finalmente por hemos, habéis. En la misma época coexisten traxo y truxo (de traer), haya y haiga (de haber); cf. mod. traja, haya en el espafiol oficial, mientras sobre-viven trujo y haiga como «vulgarismos incultos (Lapesa 1981, 395). 3.2.7. Perifrasis verbales La sustitución de formas verbales sintéticas por construcciones analíticas, tendencia general ac-tiva en el transitu del latin al romance, continúa ganando terreno en el desarrollo del espafiol moderno. Además del futuro perifrástico (ir a + infinitivo - cf. 3.2.4.), se ha observado un aumento en el uso de otras construcciones com-puestas de verbo auxiliar con infinitivo o gerun-dio. Estas frases verbales pueden tener, según la selection de auxiliar, fuerza incoativa (echar[se] a + infinitivo), reiterativa (voher a + infinitivo), obligativa (haber de + infinitivo, tener que + infinitivo), durativa (estar, ir, venir, seguir, andar o llevar [con expresión de tiempo] + ge-rundio), perfectiva (acabar de + infinitivo o lie- 438 VI. Sprachen und Sprachgebiete: Spanisch var, teuer, traer o dejar + participio pasado) (cf. Lorenzo 1966, 100-113; Lapesa 1981, 592). 3.3. Orden de palabras El orden de los elementos de la oration en espaňol ha sido desde el principio uno de los más libres entre los idiomas románicos. Esta liber-tad de orden, con el consecuente riesgo de am-bigiiedad, explica en parte el hecho de que el uso de la preposition a con acusativos de persona (Veo a Juan) se haya extendido en la épo-ca moderna a cosas personificadas (El hombre prúdenie ama a la justicia) y hasta a sustantivos abstractos, si el verbo presenta posibilidad de confusion (El desengaňo sigue alfracaso). Aun-que en la literatura del siglo XVI se ha obser-vado entre los escritores «de gusto más latini-zante» una tendencia de colocar el verbo al final de la oration (Lapesa 1981, 407), no hay indicio de que esta practica literaria tuviera ho-mólogo en la lengua hablada. Se reconoce en el espaůol moderno una tendencia a anteponer el verbo al sujeto bajo ciertas condiciones especificas, p. ej. 1) si el sujeto constituye un elemento remätico (esto es, nuevamente introducido al discurso, en con-traste con lo temätico, o ya conocido): «Empezó la resistencia» (cf. Contreras 1976, 1-14); 2) si la frase nominal del sujeto es más larga que la frase verbal (No están presentes los alumnos que acabamos de nombrar); o 3) en la clausula su-bordinada (Esta es la casa en que vive Juan). Sin embargo Lorenzo (1966, 70) observa en el espaňol escrito contemporáneo una tendencia a colocar el sujeto preferentemente en primer lugar, practica que él ve como sutil anglicismo sintác-tico («Grupos folklóricos de Africa, Escocia, Espaňa, Francia, Hungria y Yugoslavia también participarán en el festival de Montpellier»). En la Edad Media y hasta ya entrada la épo-ca moderna, el pronombre átono (de comple-mento) precede al verbo casi únicamente cuan-do al pronombre mismo lo precede otro elemento tónico en la misma frase expirativa: «Paréceme que nos dava el seňor animo» (Keniston 1937, 89-91). A partir del siglo XVI este patron va reemplazándose por el de hoy, según :1 cual el pronombre regularmente precede al verbo excepto cuando éste es infinitivo, gerun-dio o imperativo afirmativo. En algunas variedades regionales del espaflol intillano se ha observado la formation de pre-juntas parciales (con qué, cómo, etc.) sin in-/ertirse sujeto y verbo QQué tú tienes? = 'iQué ienes tú?'), aunque poco se sabe de la antigiie-iad de esta construction (cf. Nunez Cedefio 1983). 3.4. El articulo deflnido En la Edad Media el articulo definido, tanto femenino como masculino, tomaba la forma el ante vocal (el espada, el otrd). Durante los siglos XVI y XVII se restringe el uso de el femenino a la position ante la vocal /a/ (el altura, el arena), y antes del siglo XVIII se establece el uso contemporáneo (sólo ante /a/ acentuada: el agua, el águild) (Keniston 1937, 218; Lapesa 1981, 391). A prmcipios del siglo XVI ya es raro el uso del articulo definido con el adjetivo posesivo (la vuestra ánima, la tu torre) (Keniston 1937, 246; Lapesa 1981, 281). 3.5. Queísmo y dequeismo En algunas variedades habladas del espaflol contemporáneo, la preposition de se pierde ante la clausula nominal introdutida por que: Estoy seguro que llegan maňana = 'Estoy seguro de que llegan mafiána'. El fenómeno ha sido denominado queísmo. Se ha investigado también un dequeismo ultracorrectivo (Me dice de que llegan maňana = 'Me dice que llegan mafiána') (Rabanales 1974; Bentivoglio 1980/ 1981). 3.6. Delimitaciones léxicas El par de verbos tener/haber, cuyos miembros durante la Edad Media habian compartido un mismo campo de funciones sintáctico-semánti-cas, a partir del siglo XVI empiezan a diferen-ciarse entre los usos distintos que tienen hoy: tener 'poseer', y hober, verbo auxiliar que forma los tiempos compuestos perfectivos. Estos, ya al principio de la época moderna, se componen con el participio pasado de forma invariable, sin concordantia con el complemento directo: vhavia dado sufe» (Keniston 1937, 452). Igual-mente se diferencian las funciones modernas, antes entremezcladas, de las copulas estar y ser: éste con adjetivos de cualidad esencial, y aquél para expresar cualidades accidentales y localization. Durante el siglo XVII van estable-ciéndose los respectivos usos de las copulas con participio pasado en construcciones pasivas: es escrito (action) y está escrito (resultado) (Lapesa 1981, 398^101). En el siglo XVI siguen en vigor los demos-trativos aqueste, aquese (< eccu + iste, ipse) al lado de sus equivalentes este, ese (Lapesa 1981, 397). Las formas breves sustituyen enteramente a las compuestas durante el siglo siguiente. La preposition antigua pora (< por + a), que en la Edad Media se encontraba en com-petencia con por (< pro), empieza a diferen- cí?. Spanisch: Interne Sprachgeschichte und Entwicklungstendenzen 439 ciarse funcionalmente de éste al principio de la época moderna, a la vez que se va reemplazan-do por su equivalente moderno, para, bajo in-fluencia del esp. ant. par (< per), preposición usadá únicamente en aseveraciones y juramen-tos (cf. DCECH, para, y Riího 1979). 4. Posibilidades del desarrollo En cuanto a la evolution del idioma en el futuro, poco puede afirmarse con certeza. Surgirá el cambio fonológico tal vez primero en forma de «errores» nacidos de la fatilidad articulato-ria, seleccionados por necesidades auditorias y gramaticales y, al fin, difundidos por influen-cias sociales. Y surgirán nuevas construcciones y relaciones gramaticales mediante nuevas ana-logías y enfoques. Las posíbles ínfluencías del creciente alfabetismo y, más recientemente, los medios electrónicos de comunicaciones en masa presentan un terna provocativo para los estu-diosos de história lingiiística. Parece razonable argiiir que los cambios permanentes del cercano futuro ya están representados en el lenguaje de hoy, con carácter de alternancias libres entre una y otra forma, y es en el lenguaje más vivo de hoy donde se han de buscar. Para esta bús-queda resultan utiles los estudios panorámicos de la variation geográfica y social contempo-ránea, p. ej. Beinhauer (21958), Lorenzo (1966) o la colección de ensayos Presente y futuro de la lengua espaňola (1964). 5. Bibliografia selecta Varios estudios importantes, omitidos de la siguiente lista por limitaciones de espacio, que-dan plenamente citados en las obras aquí nom-bradas, especialmente en las notas de Lapesa (1981) y Lloyd (1987) y en Walsh (1990). Academia Espaňola, Real, Gramätica de la lengua espaňola, Madrid, Espasa-Calpe, 1959 ('1771). Academia Espaňola, Real, Esbozo de una nueva gramätica de la lengua espaňola, Madrid, Espasa-Calpe, 1973. Alonso, Amado, Trueques de sibilanles en antiguo espaňol, NRFH 1 (1947), 1-12. 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Sleven Lee Hartman, Carbonäale meros atisbos como dialecto romance de unos valies cantábrícos el espanol se ha transforma-do no sólo en una de las íenguas más habladas del mundo (—» 359, 2.4.), sino también en una de las más ricas culturalmente. Los grandes diccionarios usuales recogen de 60.000 a 80.000 palabras o acepciones, Alonso 1982 cal-cula el caudal Iéxico en 300.000 términos, el Diccionario de términos científicos y técnicos de McGraw-Hill/Boixareu contiene aproximada-mente cien mil defmiciones. A título comparative seňalamos que los grandes diccionarios usuales rumanos acopian entre 50,000 y 80.000 y los técnicos cerca de 80.000 términos 390, Spanisch: Etymologie und Geschichte des Wortschatzes 441 (—> 205, 2.), los diccionarios más recientes del italiano declaran contener hasta 180.000 palabras (—»263,1.), los grandes diccionarios bi-lingües del francés hablan de 120.000-150.000 entradas, la décima edition del diccionario portugués de Morais reúne una nomenclatura de más de 300.000 unidades (-» 457, 5.3.6.). El repertorio Iéxico más rico de la lengua espaňola šerá un día el Diccionario histórico de la lengua espaňola que, bajo la redaction de Manuel Seco, viene publicando desde 1960 la Real Academia Espaňola, pero que todavía (1991) no ha alcanzado la letra B. Actualmente los repertorios más interesantes - por su abun-dancia de entradas y/o de ejemplos de diferentes épocas - para el estudio global del vo-cabulario espanol nos parecen ser (en orden cronológico): Real Academia Espaňola, Diccionario de la lengua castellana, 6 vol., Madrid, 11726-1739; Pages de Puig, Aniceto de, Gran diccionario de la lengua castellana (de autoridades) con ejemplos de buenos autores antiguos y modernos, 5 vol., Barcelona, Fo-mento Comercial del Libro, 1901-1931; Encictopedia universal ilustrada europeo-americana, 70 vol., Barcelona/Madrid/Bilbao, Espasa-Calpe, 1905-1930 (= EUIEA); Alonso, Martin, Enciclopedia del idioma. Diccionario histórico y moderno de la lengua espaňola (siglos XII al XX). Etimológico, tecnológico regional e hispano-americano, 3 vol., Madrid, Aguilar, 21982; Alvar Ezquerra, Manuel, Diccionario general ilustrado de la lengua espaňola. Vox, Barcelona, Biblograf, 1987 (= DGILE; incluye un gran numero de neologismos, barbarismos, vulgarismos, voces técnicas, regionalis-mos; acerca de su importancia cf. la recension de Maria Jose Quilis Sanz en RLiŘ 53 (1989), 225-228). Gran diccionario enciclopédico Plaza, 20 vol., Esplu-gues de Llobregat, Plaza & Janés, 1991. Para el espaňol medieval empezamos a dispo-ner de un diccionario de gran envergadura, precioso por la riqueza documental, el análisis se-mántico pormenorizado y la história lingüistica del material: ~ Müller, Bodo, Diccionario del espanol medieval, Heidelberg, Winter, 1987- (= DEM; el ultimo fasciculo publicado, el numero 5, abarca las palabras desde acabador hasta acebuche). Falta para el espanol un gran diccionario del uso «autorizado» de la lengua de los siglos más recientes correspondiente al Dictionnaire al-phabétique et analogique de la langue francaise de Paul Robert (--> 339, 2.3.2.2.2.), al Diccio-nari catalä-valenciä-balear de Alcover/Moll (—» 358b), 8.4.) y al Grande dicionärio da lingua portuguesa de Morais (-* 457, 5.3.6.). Para una vision de conjunto de los diccionarios del espanol -» 406 y Haensch 1990. 2. Definiciones Por etimologia aplicada al espanol entendemos hoy la disciplina que busca las formas de las cuales proceden las palabras castellanas. En sentido estricto la etimologia establece la co-rrespondencia direeta entre una forma resultan-te y una forma originaria y produetora (el étimo inmediato: llegar < plicare), en un sentido más amplio hipotiza el étimo y reconstruye la história de su evolución fonética y semántica hasta la forma resultante (plicare > *pllegar > llegar, 'plegať > 'arrimať > 'hacer abordať > 'arribar' > 'llegar'). Si el étimo directo puede encontrarse al mismo tiempo en varias lenguas - v. gr. las variantes trasmontana, tramuntana y tramontana apuntan al latín hispánico, al Catalan y al italiano (Metzeltin 1970, 318-330) - se puede hablar de etimologia multiple (—» 195, 4.3.), hoy frecuente en los organísmos interna-cionales multilingües. Como el latin es la base del espanol, se Hamán palabras patrimoniales o popularismos las que proceden del latin sin interrupción de uso y que han experimentado todos los cambios fo-néticos reguläres (cf. llegar frente a plegar, hoja frente a folio). Las voces latinas que sólo par-cialmente han participado de la evolución fonética regular - ya porque usadas sobre todo por hablantes cultos, ya porque introducidas cuando el espaňol ya se habia constituido (sae-culum > siglo, no *sejd) - reciben el nombre de semicultismos; las que por su tardia introduction fueron adaptadas al castellano sólo en su termination {secular frente al semicultismo se-glar), el de cultismo. Los cultismos se pueden distinguir en latinismos y helenismos propia-mente dichos (palabras del latín clásico o tardío adaptadas a los moldes morfológicos del espanol) y en pseudolatinismos (compuestos y de-rivados con elementos latinos o grecolatinos, pero que no existian como tales en latin). Acerca de la dificultad de distinguir los cultismos de las voces hereditarias cf. Bustos (1974, 9-43) y Colon (1975, 276-296). El hecho de derivar directa o indirectamente formas del mismo étimo en diferentes épocas da origen a dobletes. Éstos pueden guardar el mismo sentido (brazo secular/traje seglar; desul-furación (latinismo de base francesa)/ifora//t(ri-zación (latinismo de base inglesa)) o divergir semánticamente (tilde/título). Las palabras que no proceden del latin se Hamán préstamos, empréstitos o extranjerismos. Su adaptation a la fonética, ortografia y morfológia del espaňol puede presentar varios gra-dos (whiskyjgüisqui, gneis/neis). También acontece que una lengua extranjera sólo pro-porcione la forma morfológica o semántica. Po-