"SBF Capítulo 5 EL ELEMENTO GERMÁNICO Y SU INFLUENCIA EN LA HISTÓRIA LINGUÍSTICA PENINSULAR1 Dieter Kremer Universidad de Trier 0. Generalidades El periodo germánico en la história de la Peninsula Ibérica es mencionado más o menos ampliamente en todas las historias de la lengua (especialmente Entwistle 1969, Baidinger 19712, Lapesa 19808). Normalmente se repiten tópicos como: «Los vándalos, alanos y suevos fueron los primeros pueblos germánicos que pisaron el sue-lo de la Peninsula Ibérica», «el aňo 585 significa el ocaso de los suevos, el 711 el de los visigodos», «en el momenta de su llegada a la Peninsula, los visigodos estaban ya ampliamante romanizados», «la influencia lingiiística es muy escasa, se limita a unos pocos elementos léxicos», «la herencia lingiiística propiamente dicha se limita a an-tropónimos y topónimos», etc. La influencia social é histórico-cultural (Derecho, mundo militar, Cantares de gesta, etc.) no es valorada siempre de la misma manera. Este tratamiento superficial tiene que ver, por una parte, con el largo periodo oscuro entre el Imperio Romano y el surgimiento de nuevos centros polftico-culturales y len-guas individuales, y por otra, con la escasa tradición escrita anterior al fin del siglo vín. En el latín de la época «germanica» (a menudo denominado también latín visi-gótico) sin embargo, están sin duda los orígenes directos de los romances peninsulares (véase § 4.2.). En general, las influencias germánicas en la constitución de la Ibe-rorromania actual son difíciles de calificar y de cuantificar. Ya antes de la debacle de 711 se debe partir de la base de una simbiosis de las poblaciones nativa y germanica (esta ultima menos importante demográficamente), y esta alcanza sin fisuras a la población románicohablante de la Peninsula. No se puede hablar en ningún caso de ocaso o incluso desaparición de los suevos2 o de los visigodos, puesto que forman parte de la población general, y una «interculturalidad» es difícilmente tangible. De una 1. Traduction de Antonio Gonzalez Fernandez. 2. Notese la formula «Suevorum gentis infinita multitudo quam praesidio coelesti nostra regno su-biecimus», del 111 Concilio de Toledo, del aňo 589. 134 HISTÓRIA DE LA LENGUA ESPAŇOLA manera general se debería tener bastante cautela al hacer afirmaciones «definitivas» sobre esta integración y fase de la história cultural y lingüistica peninsular y se deben distinguir claramente de los contactos indirectos posteriores, que no vamos a discutir aquí: concretamente a través del francés y el italiano llegaron a la Peninsula Ibérica numerosos germanismos (ELH 1967). Algunos conceptos y denominaciones son utilizados a menudo con ligereza o de manera confusa. Germánico es una denominación genérica como románico y se debería evitar en ešte contexto. El «germánico» se divide en varias familias de lenguas bien diferenciadas entre si. En la Iberorromania tiene una especial importancia el germánico oriental, al que pertenece el gótico (como también el vándalo o burgundio). La clasificación del suevo es problemática, normalmente se le incluye en el germánico occidental (pero en su forma más antigua), cuyo principal representante en maestro contexto es el francónico occidental (el alemán pertenece también a esta família lingüistica). El gótico se divide a su vez, como consecuencia de la division del pueblo desde el 270, en el osťrogótico (con el reino ostrogodo en Italia bajo Teodorico el Grande) y el visigótico de los reinos tolosano y toledano, aunque las diferencias son escasas. Para una clasificación más precisa tenemos como adjetivo la denominación «hispanogótico» (Piel/Kremer 1976), junto a visigótico y ostrogótico, mientras.que godo se debe emplear como sustantivo referido a personas. Otra frecuente confusion terminológica afecta a los nombres propios. Se debe diferenciar entre onimia (antro-ponimia, toponimia, etc.), con onimico como adjetivo, referido al objeto «nombre(s) propio(s)» (nombre de persona/antropónimo, de lugar/topónimo, etc.) y onomástica (antroponomástica, toponomástica), con el adjetivo onomástico, referido al estudio científico del objeto «nombre». Finalmente se deberían evitar formulas como «toponimia germanica»: en la Peninsula Ibérica no existe, salvo unos caso discutibles (véase § 4.2.), una toponimia germanica (o hispanogótica). La presente exposición resume los principales aspectos, pero no puede en ningún caso sustituir a una história lingüistica y cultural más amplia de ešte periodo común de la história de la Peninsula Ibérica. La interpretación lingüistica presupone buenos conocimientos romanísticos y germanísticos, loque no es frecuente, por eso los germanistas ignoran generalmen-te ešte ámbito y los romanistas proponen interpretaciones a menudo con pocos fun-damentos. 1. História3 Para la Peninsula Ibérica son importantes los grupos de pueblos germánicos de-nominados generalmente vándalos, suevos, visigodos y francos occidentales. De ellos, los suevos tienen una especial importancia en el noroeste, los visigodos en todo el territorio, y la influencia franca se limita a ciertas regiones y es medieval e indi-recta. La primera oleada de germanos —tras diferentes incursiones destructivas 3. No faltan resúmenes generates, ver entre otros, História de Espaňa (1991), Pampliega (1998), J. Orlandis; História del reino visigodo espaňol, Madrid: RIALP (1988); Luis A. Garcfa Moreno et al.; História de Espaňa visigoda, Madrid: Cátedra (1989). EL LATI'N EN LA PENÍNSULA IBÉRICA 135 (260/264, 276) Uevadas a cabo por francos y otros pueblos germánicos en el noreste de la Peninsula— se componía de vándalos, alanos y suevos (409). Los territorios conquistados son repartidos por sorteo, en virtud del cual los vándalos hasdingos re-ciben la parte norte de la Gallaecia, los suevos la parte sur de ésta y parte de la Lu-sitania, los alanos la Lusitania y la Cartaginense y los silingos (Vandali cognomini Si-lingi) la Bética. Posteriormente los silingos y los alanos fueron aniquilados por los visigodos acaudillados por el rey Valia. Los vándalos (bajo el mando de los hasdingos) continuaron su migración hacia el norte de Africa bajo el rey Geiserico a partir del 429, donde fundaron un reino que fue destruido finalmente (533) por Bizancio. A me-diados del siglo v los visigodos del reino de Tolosa (Aquitania Secunda) se enfren-tan por encargo de Roma con los suevos, que consolidan y aumentan sus dominios a partir de su capital Braga (Bracara Augusta).4 Probablemente existen ya en ešte primer tiempo los primeros asentamientos góticos, aunque la migración masiva no tuvo lugar hasta la derrota contra los francos bajo Clodovico (Vouillé 507). El nuevo reino (reino toledano) abarca la Peninsula Ibérica, con excepción del reino suevo y de las posesiones de Bizancio en el sur, y se extiende hasta la desembocadura del Róda-no (Nímes). En el 585 se extingue el reino suevo y con la conversion al catolicismo de los visigodos surge el primer estado nacionál de importancia, al que se incorporan definitivamente en el transcurso del siglo vn también los territorios de los cántabros y los vascones. Los ataques de los francos en la cuenca del Ebro (542)5 y el intento de los visigodos de poner pie en tierras africanas (Ceuta 547) no tuvieron conse-cuencias. El fin totalmente inesperado en el 711, con la derrota contra una invasion «árabe» (en relación con la expansion del joven Islam) supone una ruptúra no sólo en la história de la Peninsula Ibérica. El impacto de esta dominación germanica se valora de diferentes maneras. Es di-fícil determinar la proporción de población indfgena —que de por si estaba com-puesta por los más variados elementos étnicos, a los que se sumaban otros elementos «extranjeros» griegos, africanos, orientales y sobre todo judíos— e invasores «germánicos». Los cálculos van desde 1 a más de 30 godos por cada cien «hispanorro-manos». En favor de un numero bastante reducido hablan los «guetos» de la arqueo-logía, y en favor de una población germanica relativamente nurnerosa y prontamente mezclada con la indígena los topónimos de propietarios, caso que procedan de antes de la Reconquista (véase § 4.2.). En favor de una prolongada diferenciación de los diferentes pueblos hablan probablemente los topónimos que aluden a colectivos del típo Suevos, Godos, Godojos frente a Romanos o Romanillos etc., aunque también aquí se plantea la cuestión de en qué momento se les dio el nombre. En todo caso, se debe partir del supuesto de un asentamiento diferenciado. La nobleza gótica prefirió esta- 4. Es difícil hacer una clasificación étnica y íingiiísíica precisa de los suevos hispánicos. Se parte de la base de una etnogénesis durante su paso por la Galia (406) (asi ya Piel 1945; Pampliega 1998: 271-274). Cf. también J. Pampliega: Etnogénesis, Realeza Militär y Soberanía Doméstica en las-grandes mi-graciones (376-469). Cinco casos distintos: Visigodos. Vándalos. Taifales, Suevos y Alanos, Pamplona: Universidad de Navarra (1996). 5. No vamos a incluir aquí la constante rivalidad y los contactos dinásticos entre los visigodos y los francos, que pudieron conducir naturalmente a una influencia mutua. Este aspecto necesita profundi-zación. Según Gamillscheg (1967: 82) pertenecen a ešte contexto préstamos del francónico como huesa(s) «especie de calzones»,/rastra y sayón, que ya son mencionados por Isidoro (osas,fiascae, salo). 136 HISTÓRIA DE LA LENGUA ESPAŇOLA blecerse en las ciudades más importantes (como Barcelona, Mérida, Sevilla, Córdoba, Toledo, etc.). La masa del pueblo gótico, al que no podemos suponerle unidad ét-nica, pero si el hecho de que el gótico fuese el elemente predominante, comenzó a establecerse ya desde finales del siglo V en la meseta castellana (la región de los Campos Gotorum) y todo parece indicar que después de la incorporación del reino suevo en la «Gotorum gens ac patria», se registró un movimiento hacia las siempre densamente pobladas y fértiles tierras del noroeste. Esta disociación étnica ocasiona-da por la separación espacial entre las capas inferiores y la superior, tuvo como con-secuencia evidentemente la rápida asimilación o romanización de los habitantes de las ciudades y la pervivencia de la lengua familiar y de tradiciones propias entre las capas campesinas inferiores (Kremer 1978). Como muy tarde con la legislation unita-ria del Liber Iudiciorum (654), el antecedente del Forum ludicum (Fuero Juzgo) na-ció para germanos y «romanos» el estado nacionál y la repetida formula «Gothorum gens ac patria» (653, VIII Concilio de Toledo) se refería con certeza a toda la pobla-cion del gran reino. Apenas se problematiza la supervivencia de los «germanos» tras el hundimiento del reino por ellos organizado. No son expulsos sino que son absor-bidos definitivamente por la población romána y la denominación gotus equivale a la de hispanus. Es discutible la posibilidad de que eventualmente hubieran podido so-brevivir durante cierto tiempo pequeňas agrupaciones étnicas (como los agotes de Navarra o los cagots en la parte norte de los Pirineos). Globalmente podemos retener que frente al significado histórico-político del reino germánico en la Peninsula Ibéri-ca (y el norte de Africa) la influencia cultural y lingíiística directa es muy limitada. El derecho y las instituciones presentan rasgos germánicos,6 en la tradición popular se mezclan elementos germánicos con elementos locales. La amalgama de diferentes culturas es especialmente un rasgo característico del reino de los visigodos, y el flo-recimiento cultural en la Hispánia, sobre todo en el siglo vil (Isidoro de Sevilla, etc.), y la siguiente fase «neogótica» de los primeros momentos de la Reconquista son tes-timonios de esta simbiosis. 2. Lengua7 La mejor descripción de la situación lingíiística en los siglos vi y vil la encon-tramos en Díaz y Díaz (1991: 32-47). Aunque desconocemos cómo era la lengua co-loquial, sin embargo podemos afirmar que en esa época se produce la ruptúra entre el latín heredado y las nacientes lenguas románicas. En ešte contexto podrían tener gran importancia, al menos en principio, documentos lingiiísticos góticos para com-prender sobre todo cambios fonéticos y léxicos. Sin embargo, la herencia palpable de los visigodos (y suevos) se reduce a los antropónimos (véase § 4.1.). El hecho sorprendente de que no nos haya llegado en la Peninsula Ibérica ningún testimonio lingiiístico del visigótico ni ninguna referencia a esa lengua —la História pseudo-isi- 6. Cf. últimamente «La expansion y vulgarization del Derecho romano: la Espaňa visigoda», en «Bibliografia histórico-jurídica en los Ultimos 25 aňos», Cuadernos de História del Derecho 5 (1998) 283-409 (= http://www.ucm.es/info/byblos/bibpuyol.htm (Tema 5)). 7. Cf. Baldinger 1971: 92-103 y Lapesa 1980: 113-130. EL LATÍN EN LA PENINSULA IBÉRICA 137 doriana (del siglo XI) nos cuenta, sin embargo, que el rey Recesvinto (649-672) era «sapientissimus in lingua barbara» —, se debe seguramente a que la romanización de la población visigoda ya se había completado prácticamente a finales del siglo v.8 El indicio aislado de que con la conversion al catolicismo bajo Recaredo fueron quema-dos todos los libros litúrgicos y doctrinales arrianos, que estaban redactados en lengua (y escriŕura) germanica, puede haber contribuido a esta escasa transmisión. Y es como mínimo destacable que no se haya conservado ningún tipo de rastro ni de reacciones del arrianismo. De esta romanización más o menos completa —en la es-fera privada o en el campo podrían haberse conservado durante largo tiempo tradiciones lingiiísticas y culturales— son testimonio la toponimia como testigo de movi-mientos de población y los vestigios en el vocabulario común (véase § 3.). Topóni-mos como Andalucía, Tafalla o Suevos son denominaciones dadas por la población hispanorromana y no autodenominaciones. Una excepción la podrían constituir eventualmente algunos restos toponímicos en el noroeste de la Peninsula (véase § 4.2.). Para rastrear posibles influencias del gótico en el latín (o prerromance) se nece-sita un conocimiento exacto de la situación lingíiística de esa época asi como de la lengua gótica. Las pizarras descubiertas en el oeste de Espaňa (Salamanca, Avila, etc.) (Diaz 1975, Velazquez, 1989, etc.) son, junto con las inscripciones, las fuentes no literarias directas más importantes sobre todo para el siglo víl. Además de los pro-blemas que plantean los materiales y la escritura en cursiva, los «textos» en si son la mayor parte de las veces dificiles de leer y de interpretar. Se diferencian tres grupos: las numéricas, las de dibujo y las de texto. Estas ultimas nos dan, a condition de que la lectura sea correcta, numerosos indicios sobre la lengua de la época, pero no nos proporcionan el mínimo rastro de una influencia germanica. Los nombres de persona de etimología germanica son asimismo testigos del estado de la lengua en ese momenta, y las diferencias en la forma fonética de nombres o sustantivos idénticos del noreste y del noroeste podrían ser un indicio de fases de romanización sucesivas en esas regiones y en menor medida de un fenómeno interno del gótico. Sin embargo, se puede apreciar en general en el noreste, «germanizado» más tempranamente, un es-tadio lingiiístico más antiguo que en pocos casos afecta también a ciertos nombres góticos que sólo se encuentran aqui. Los nombres, si tenemos una forma de partida germanica correcta, son testigos importantes de cambios fonéticos centrales latin-romance, especialmente la apertura vocálica i > e, u > o, la sonorización de las oclusivas intervocálicasp, t, k (Diaz 1957b, 381 y ss., Velázquez 1989: 366-368, etc.), la palatalization ď-', y g" y eventuales formas de diptongación. Sería importante Ue-var a cabo una investigación sistemática sobre la base de los antropónimos. En la morfológia (formation de palabras) se citan frecuentemente la evolución a la flexión consonántica (-a, -ane junto a -o, -one) y el sufijo -engo.9 Este, junto con 8. Cf. «(...) la fuente de ešte influjo ya no era el idioma gótico, sino el idioma románico aprendi-do por los godos en la Francia meridional» (Gamillscheg 1967: 91). 9. Cf. por ultimo Pharies 2002: 209-212, que sin embargo no conoce los trabajos de Piel et al. y P. Aebischer (1949): «Matériaux médiévaux pour ľétude du suffixe '-ing' dans les langues de la Pénin-sule Ibérique», en Actas de la ľ Reunion de Toponimia Pirenaica, Zaragoza, 11-24. Cf. también el nom-bre del obispo arriano de Tuy, Gardingus (589), cuyo nombre se corresponde al oficio palatino gardin-go, que viene del gót. gards «casa, família». 138 HISTÓRIA DE LA LENGUA ESPANOLA su variante originariamente nororiental (o pirenaica) -enco, proviene del gót. -ingôs, que aquí significa la pertenencia a una persona o una unidad familiar. En el centra y oeste de la Peninsula no nos han llegado testimonios históricos, sin embargo encon-tramos con esta función algunos topónimos catalanes espontáneos como uillare Ro-debaldencos 913,l0 Rodebertencos 1060 o Olibencs 1192. El sufijo es sin embargo ya románico, la variante sorda es rehecha sobre el singular cat. -enc,n y las forma-ciones castellanas conocen ambas variantes. La función romance expresa la pertenencia a algo, como realengo, abadengo, abolengo, mestengo/mestenco (de mesta «asociación de dueňos de ganado mayor» > mostrenco), frailengo, port, solarengo («solariego») y otros. A ellos se aňaden étnicos (salacenco «de Salazar», cat. eivis-senc «de Eivissa», etc.) o también formaciones técnicas (martinenco «variedad de hi-gos tardíos (San Martin)» o azulenco «azulado») o en sentido figurado (friolengo, port. mulherengo «mujeriego», etc.), y eventualmente también (perro) podenco.'1 La flexion consonántica en -one (hoy -án o también, en falsa latinización, -ano) para pa-labras masculinas en -a (sacrista, -ae > sacristane > sacristan, scriba, -ae > scri-bane > escribárí) se puede explicar, sin duda, a partir de modelos de nombres góti-cos (véase § 4.1.). La atracción del sufijo -án para formas del latín -änu, que en prin-cipio dan -ano (tipo cordobán «piel curtida» < cordubänus), es reforzada por numerosos préstamos del galorrománico y, al contrario, auténticas formas en -án son latinizadas erróneamente para adaptarlas a la forma femenina en -ana (sacristano, es-jzribano, etc.).13 3. Léxico14 Normalmente se considera que la limitada influencia de las lenguas germánicas sobre las lenguas iberorrománicas se reduce a elementos léxicos. Sin embargo es ab- 10. En ešte famoso documento de 913 (cf. D. Kremer (1974): «Zur Urkunde a.913 des Archivo Condal in Barcelona», Beiträge zur Namenforschung N.F. 9, 1-82) encontramos además los dos otros me-canismos de formation, el genitivo y la coordenación (uilla que uocant de Scluuane, uillare que uocant Centullo). En todos los casos se nombra al posesor entre los habitantes, se trata, por tanto, de denomina-ciones vivas. 11. Según D. Pharies (1990): The Origin and Development of the lbero-Romance -ne- and -ng-Suffixes, Tubingen: Niemeyer (= Beiheft 228 ZrP) la forma -enco procedería de un plural -enes. 12. De origen diseutido (DCECH 4, 587), las formas medievales vacilan entre potengo (1064), podengo y potenco. Es curiosa su utilización como nombre personal (Podengo, con la forma patronímica Podenguiz en un documento gallego del siglo x). 13. El estudio de referencia continúa siendo el de J. Jud (1907): Recherches sur la genese et la diffusion des aecusatifs en -ain et en -on, Halle. Cf. Pharies 2002: 66. 14. Gamillscheg (1934/1936, 1967), Piel (1942), la discusión de los ejemplos concretos en Coro-minas (DCECH). No podemos entrar aquí en la história de la disciplina. Pero podemos citar en su lugar a Duarte Nunes de Liaö (1784 [1606]): Origem, e Orthograhia da lingua portugueza, nova edicaö co-rrecta, e emendada, Lisboa: Typographia Rollandiana (especialmente los capítulos XIII «Dos vocabulos tornados dos Alemäes» y XV «Dos vocabulos que nos ficaraö dos Godös»), Fr. Martin Sarmiento (1999[1769|): Onomástico etimológico de la lengua gallega, edition y estudio por J. L. Pensado, 2 vols., A Coruňa: Fundación Pedro Barrié de la Maza (§§ 445-454 «lugares suevos o godos») etc., y Eugenio Coseriu (1975): «Un germanista vizeaíno en el siglo xvi: Andres de Poza y el elemento germánico del espaňol», en Anuario de Letras, 13, 5-16. EL LATÍN EN LA PENINSULA IBÉRICA 139 solutamente necesario al respecto diferenciar entre préstamos directos o indirectos. Préstamos directos son los lexemas de etimología germanica que sólo están docu-mentados en la Peninsula Ibérica (posteriormente y en casos aislados pudieron a su vez ser exportados como préstamos, por ejemplo el portugués casta). Préstamos indirectos son los germanismos que se extendieron por medio del latín por todo (o gran parte) del imperio (tipo bellum > werra [guerra], cassis > helm [yelmo] o innova-ciones como latín tardío sculca > eseulea «espía», sapóne > jabón, tax ô > tejón, etc.) o que posteriormente entraron en las lenguas hispanorrománicas como préstamos románicos a través del occitano o el italiano (orgullo, fieltro, etc.). No siempre es sen-cillo establecer la diferencia entre ambos, ocasionalmente existen también conflictos con palabras de otras lenguas germánicas emparentadas etimológicamente (tipo cast. albergue s.m. < occ. alberg < got. *haribaírgo vs. fr. héberge s.f. < franc. *heriberga s.f., cast, espuela, port, espora < got. *spaúra vs. fr. éperon s.m. < fránc. *sporo(ne)). En líneas generales se puede afirmar que es urgente y necesario hacer una investiga-ción sistemática del proceso de adaptación de los préstamos léxicos procedentes de las lenguas germánicas (Pfister 1978), en la cual se han de resolver numerosísimas cues-tiones puntuales. La siguiente breve lista no pretende ser más que una mera ilustra-ción, cada ejemplo necesitaría ser diseutido por separado. En el italiano y/o el occitano, asi como en las lenguas iberorrománicas encontramos un cierto numero de lexemas que se pueden considerar con bastante seguridad como de origen gótico. Estos llegaron a la Peninsula Ibérica o bien a través del latín, o bien como préstamos. Los ejemplos más importantes son aspa «devanadera», rue-ca, hato (port, fato) «ropa, vestidos», banda (con bandera) y bando, espía (con es-piar), rico, ufano «arrogante, presuntuoso», rapar, guarecer (ant. guarir), bastir, ant. estala (port, estala, con estaleiro) «establo», guardia o tregua. Exclusivas de la Peninsula Ibérica hay manifiestamente muy počas palabras, que se deben interpretar muy probablemente como hispanogotismos. Pese a la temprana renuncia a su propia lengua, en las capas más humildes de la población germanica se han conservado mejor si no el lenguaje, si al menos algunas denominaciones domés-ticas, que en parte se han incorporado a la lengua popular románica. Entre estas, en el ámbito de la vida cotidiana y rural están ganso, gavilán, port, teixugo, esp. regional tejugo (contra tejón, ya mencionado), espeto «asador», brotar, estaca, tascar «quebrantar el lino o el cáňamo», triscar «enredar», port, luva (cast. ant. lúa, substi-tuido por el galicismo, también de origen germánico, guante) «guante», ropa (port. roupa), grima «desazón», en el ámbito militar y jurídico port, escangäo (cast, escan-ciano) «escanciador» < gót. *skankja (ya documentado como comes scanciarum en el siglo vu), guardian, espuela (port, espora), lastar «suplir lo que otro debe pagar» y pocos más. Posiblemente pertenecen también a ešte grupo lexemas como ayo, ale-ve (port, aleive) «traición», port, fona «centella», enguigar «dar mau olhar» y íngre-me «ecarpado». El gallego sá s.f. «generación nueva; nueva camada de pajarillos o de otros animates en una misma temporada, fruto nuevo de un frutal» podría ser etimológicamente idéntico al elemento *sala15 citado más abajo en los topónimos, y con ello 15. Se puede reconstruir una forma gótica *salj- del compuesto gasalia (mlat. gasalianes) «com-paňero» que ha servido de base a una família léxica (agasajar, agasajo). En ešte caso de *ga-salja (cf. 140 HISTÓRIA DE LA LENGUA ESPAŇOLA se confirmaría la supervivencia de ešte lexema fuera de la onimia (Piel 1989: 126). La evolución fonética se corresponde con la de escá s.f. «copa» < suevo (?) *ska-la (cf. por ejemplo scalas eremenias a.904 (or.), Galicia, o scaa butiri a. 1258, Portugal), en cuanto al contenido coincide con el gallego caste, casta s.f. «grupo de in-dividuos [animais o plantas] que posúen unha serie de características comúns que permiten distinguilos doutros individuos da mesma especie» (que luego se convir-tió a través del portugués en el internacionalismo casta «ascendencia o linaje; casta»), que según Corominas (DCECH 1, 913-916) probablemente se remonta a un gót. *casts. Estos préstamos, junto con los mencionados más abajo lobio und bourn (véase § 4.2.), son característicos del noroeste de la Peninsula. Posiblemente existen allí también préstamos del suevo, entre los que se cuentan los nombres de pájaro en gallego laverca «alondra» (cf. alemán Lerche) y meixengra «páro» (ale-mán Meise). Los vándalos, por su breve estancia en la Peninsula, no dejaron ape-nas rastros de su paso.16 4. Onimia y onomástica17 4.1. Antroponimia La herencia lingüistica más palpable de los visigodos son los antropónimos (salvo excepciones, los nombres de los suevos que han llegado hasta nosotros son germánicos orientales o hispanogóticos, y probablemente no se han conservado nombres vándalos en la Peninsula Ibérica).18 Se debe distinguir aquí entre los nombres que llevaban los propios godos y los de la posterior móda germanizante. El valor étnico de estos nombres para la etapa histórica —la fuente más importante la constituyen, junto con los nombres conocidos de personajes históricos, los de obis-pos y religiosos trasmitidos en las actas conciliares visigóticas19 y las inscripcio- alemán Geselle) corresponde germ, ga- al lat. cum (Piel 1983). En la fase de bilinguismo existía con-ciencia de esta relación, sólo de esta manera se puede explicar la latinización de gót. garédan «abastecer» (gót. *réths «prevision, provision») en lat. conredäre (> cast, conrear; del mismo radical proviene cast. arrear). Según este mismo modelo se creó el calco companiö < got. gahlaiba (con got. hleifs «pan») «el que comparte el pan»; para companero se debe partir de una formación paralela *COMPANIA. 16. Cf. ultimamente N. Francovitch Onesti, / Vandali. Lingua e storia, Roma: Carocci 2002. 17. Cf. especialmente Piel (19S9a/b), Piel / Kremer (1976), Kremer, 1969/1974, etc. 18. Sin embargo, existe el elemento onímico Wand(al)- en antropónimos góticos: *Wandalarius y Wandaliscus (> Bandalisque (Oviedo) y Gondaisque (Lugo), Piel / Kremer 1976: 279). EI nombre de Andalucía proviene probablemente del nombre del pueblo vándalo; sobre la discusión al respecto cf. ultimamente Volker Noll (1997), «Anmerkungen zur spanischen Toponymie: Andalucía», en G. Holtus; J. Kramer; W. Schweickard (eds.), Italica et Románica. Festschrift für Max Pftster zum 65. Geburtstag, 3, Tubingen: Niemeyer, 199. 19. La edición más practica (que no crítica) es la de J. Vives, Concilios visigóticos e hispano-ro-manos, Barcelona-Madrid 1963; muy útil R. Grosse, Las fuentes de la época visigoda y bizantina, Barcelona: Bosch 1947. Los aspectos prosopográficos son tratados por L.A. Garcia Moreno, Prosopografta del reino visigodo de Toledo, Salamanca: Universidad 1974, y G. Kampers, Personengeschichtliche Studien zum Westgotenreich in Spanien, Münster: Aschendorf 1979. 20. J. Vives, Inscripciones cristianas de la Espaňa romána y visigoda, Barcelona: C.S.I.C. 21969. EL LATÍN EN LA PENINSULA IBÉRICA 141 nes—20 no está siempre claro, puesto que los godos podían adoptar nombres latino-románicos del mismo modo que los indígenas podían adoptar nombres góticos (Kremer 1997: 215-218). El estrato medieval de nombres que podían ser portados por to-das las clases sociales no tiene ningún significado étnico, algunos nombres como Al-fonsolAlonso, Alvaro, Fernando/Hernando, Gonzalo, Rodrigo/Ruy o Elvira y otros están en uso hoy en día, otros como Menéndez/Mendes se han fosilizado como ape-llidos patronímicos; éstos ofrecen ocasionalmente variantes como port. Alvaro fren-te a Alves, Gongalo/Gongalves, etc.21 Aunque el fenómeno de la «germanización» de la antroponimia no es ni mucho menos exclusivo de la Peninsula Ibérica —se en-cuentra en igual medida en Italia o en Francia—, sin embargo, las causas de esta móda y su cronología son difíciles de captar a causa de la falta de tradición histórica. Parece, no obstante, que esta móda de nombres germánicos en la Peninsula co-míenza lentamente para ganar rápidamente en intensidad en el siglo ix y alcanzar a todos los estratos de población. Si esta hipótesis es cierta, se debería suponer la supervivencia de la Antigtiedad tardía (o cultura del siglo vn) durante más tiempo y habría que partir también de una transformación social durante la pŕimera Recon-quista (Kremer 1997: 219-223). El estudio desde un punto de vista lingíiístico (por lo menos desde una perspec-tiva románica) debería poner de relieve la romanización de los nombres de origen germánico, mientras que un historiador partiría del fenómeno de la germanización de la antroponimia románica. De hecho, el procedimiento técnico no se puede valorar de modo diferente al de los préstamos lexicales: ambos presuponen una convivencia durante cierto tiempo, en la que la parte germanica es absorbida como superestrato por las lenguas románicas. Un nombre de persona de etimología germanica no es otra cosa que un préstamo onímico o lingíiístico, en principio ya no tiene nadá que ver con los germanos sino que se ha convertido en un nombre de persona románico. Esta adap-tación lingiiístíca de estos nombres «extraňos» desde todos los puntos de vista, que transcurre paralela a la formación de las diferentes lenguas iberorrománicas, es sor-prendente y no ha sido investigada sistemáticamente todavía. Siempre que la etimología sea correcta, los antropónimos son por ello importantes testigos de la história de la lengua (especialmente de la sonorización y de la apertura de las vocales). De los tres sonidos no románicos -p-, w- y h- el ultimo desaparece ya desde los testimonios más antiguos (harjis > Argi-, Arge- o -arius), w- es sustituída por G(u)- y p es trata-da como la t latina. El fenómeno más revolucionario es el desplazamiento sistemáti-co —salvo contadas excepciones como Alvaro, Fáfila, Wímara, etc.— del acento a la penúltima sílaba (tipo Érmenegild > Ěrmenegíldus). Aunque no sabemos si este cam-bio fue ya puesto en marcha por los propios godos románicohablantes —la transmisión de nombres latinizados podría quizá hacer suponer esto—, de todos modos, este desplazamiento del acento desfiguró completamente la estructura germanica de los nombres. 21. El sufijo patronŕmico característico para la Peninsula '-ez (port, -es) es seguramente prelatino, difícilmente puede haber sido transmitido por los germanos o los nombres germánicos. Cf. últimamente Pharies (2002: 549-550), y D. Kremer (1996), «Morphologie und Wortbildung bei Familiennamen II: Romanisch», en Namenforschung. Ein internationales Handbuch zur allgemeinen und europäischen Onomastik, 2. Teilband, Berlin/New York, 1263-1275 (Art. 162). 142 HISTÓRIA DE LA LENGUA ESPAŇOLA Los antropónimos germánicos están formados según ciertos esquemas, dentro de los cuales destacan los nombres plenos (o bitemáticos) de dos elementos lexicales (Teude-ricus) y los nombres de un elemento (monotemáticos), abreviados la mayor parte de las veces de aquellos (Téuda, Teudáne), amplificados a menudo estos Ultimos con un sufijo hipocorístico (Téud-ila, Teudiláné). Aunque los nombres combi-nables libremente pero bajo ciertas condiciones (que no exista reduplicación, que el segundo elemento no comience por vocal, entre otras)22 tienen originariamente un sig-nificado lexical ipliuda «pueblo», guma «hombre», frauja «seňor», *gunpli «batalla», *hildi «batalla», sigis «victoria», *hrôp- «gloria», *hrüm- «fama», wilja «voluntad», jprüb- «fuerza», *mund- «protección», *funs «valiente», méreis «famoso», wulfs «lobo», *bera «oso», ara «águila», etc.), sin embargo, las combinaciones no tienen por que tener un «significado» muy concreto, puesto que a menudo ambos padres transmiten sus nombres a los hijos, pudiéndose combinar entre si por ello afferentes elementos. Por eso no se deben «traducir» los nombres hispanogóticos, sino dar so-lamente el significado de los elementos por separado, aun cuando ciertos compuestos se presten a ello (por ejemplo Alfonso < *hapu «batalla» + *fiins «valiente»). Estos elementos pueden ser limitados a la primera o a la segunda posición, o a nombres de hombre o de mujer; sería útil hacer una investigación sistemática de los nombres hispanogóticos. A partir de repeticiones surgen serieš de nombres, si bien los elementos finales que se repiten muy frecuentemente se podrían considerar como sufijos (espe-cialmente -mirus, -sindusl-sinda, -ricus e -il(d)i). Quizá se puedan aclarar de esta ma-nera ciertas formas hĺbridas latino-germánicas que no tienen sentido directo (como las ya antiguas Floresindus, Crescemirus, Crescemundus o la serie de nombres formados con Hispan- como Spanosindus, Spanericus, Spanilli, Spanila/Spanilo o con Crist-como Cristomirus, Cristulfus, Cristildi etcetera)23 y que condujeron posteriormente a la formación de numerosos nombres fantasiosos, sobre todo femeninos, con -linda o -ilda. Los nombres góticos bitemáticos se declinan normalmente en vocal según el modelo SuniemirusISuniemiri, ErmesindalErmesindae, existiendo solamente unas počas excepciones, en concreto en los nombres femeninos, en los que aparecen algunos elementos no flexionados (-ildi, -gunti). Los nombres monotemáticos (Bera(ne) < got. *bera «oso», Froia(ne) < got. frauja «seňor» o Wulfila(ne) < got. wulfs «lobo» y Attila(ne) < got. atta «padre» + sufijo diminutivo '-ilal-iláne etc.) y los nombres afectivos proceden normalmente de nombres plenos y pueden convertirse por si solos en nombres indíviduales (Ara(ne), Adala{ne), Ansila(ne), FonsuslFonsinus, Gildus, Gumila(ne), Gundila(ne), GontinusIGontina, Quintila(ne)/Quintilo(ne), Liuva(ne)/ Liuvila(ne), Mundinus, Requila(ne), Sendo(ne)ISindila/Sindilo/SendinuslSendina, Si-sila(ne), Teuda(ne)/Teudo(ne)/Teudila(ne)/Teudilo/Teudinus, Trudilo, Wittiza(ne), etc.). A su vez, para formas hipocorísticas aparecen ocasionalmente formaciones morfoló-gicas características que escapan a las reglas «normales» de la formación de palabras como, por ejemplo, los hispanogóticos Ermericus > Emila(ne), Ermesinda > Emmo (ne), Ermenegildus > Menendus, o el francónico Audegarius > Odo(ne), Oddo(ne), 22. Los nombres como Rodericus o Teudildi no contradicen esta regia: el elemento Rod- se deriva del gótico *hrôps, -ildi del got. *hildi, etc. 23. Son raras las formaciones «transparentes» del tipo Gundifortis (826). EL LATÍN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA 143 Oto(ne), Otto(ne). Ciertos sufijos típicamente góticos pueden intercambiarse con sufijos románicos, como bien lo testimonian ejemplos como Sisilo cognomento Sisina (hermana de Fafila y Penetrudia, 803, Galícia) o Trastalo cocnomentum Trastina (950) - Trastina cumlomento Trastalo (976, firma como Trastina, Portugal), Sesnan-do cognomento Sando (a. 1059, Portugal) o Ermegoto cognomento Goti (a. 1036, Portugal). El sufijo predominante es en principio átono {'-ila, '-ilo), si bien los nombres asi derivados tienen una declinación consonántica («debil») como la mayor parte de los nombres breves procedentes del primer elemento de nombres plenos, con el co-rrespondiente desplazamiento del acento: Fdffila (Fávila) > Fafflláne, Fróila (Frue-la) > Froiláne, Emmo > Emmóne (Piel / Kremer 1976: 333-341). Es imprescindíble tener siempre presente esta regia. Igualmente importante es la marca de género in-versa en gótico: los nombres masculinos terminan en -a(ne) y los femeninos en -o(ne), lo que constituye la principal característica diferenciadora frente a los nombres germano-occidentales (francónicos): un nombre masculino como Odilo(ne) sólo puede ser franco occidental, la forma gótica sería *Audila(ne). Estas particularidades, que afectan también al vocabulario general (véase § 3.), no coinciden con la morfológia latina tradicional y pueden ser ocasionalmente adaptadas al sistema, bajo una inŕluencia latinizadora, según el modelo Froila, Froiláne > Froilanus. Sobre ešte antiguo estrato de nombres hispano-góticos se sobreponen nombres de origen francónico. Hay que diferenciar aquí dos estratos históricos: el primero está en relación con la temprana integración de Cataluňa al dominio franco (Barcelona, 803, en ešte gran contexto histórico se integra la história de Roldán), que tiene con-secuencias tanto políticas como culturales.' Pese a una marcada tradición neogótica en concreto de los de la dinastía condal de Barcelona y otros, que condujo pronto a una amplia independencia fáctica de la región, entraron rápidamente nombres de persona de origen francónico en la Septimania24 y en Cataluňa. Estos (como Alamannus, Bernardo, Guillelmo, Bertrando, Fulco, Gaucefredo, Geriberto, Rodlando, Isarno, Leu-degario, Odolardo, Raimundo, Teudebaldo, Adalaizis, Leudegardis, etc.) se diferen-cian por regia general fácilmente de los nombres de origen gótico por los elementos nominates que los forman y por su estructura, aunque falta un estudio sistemático (Kremer 1969/1974,25 Kremer 2002). En principio se puede partir de la base también aquí de que estos nombres no nos aportan ninguna información de tipo étnico, son sólo nombres de móda en el reino franco. Un segundo estrato más reciente tiene como origen la europeización general de la Edad Media: en relación con las reformas mo-násticas de Cluny y Cíteaux y a través del Camino de Santiago («Camino francés») llegaron a la Peninsula Ibérica numerosas influencias transpirenaicas («francas») y también nombres de persona (Boullón 1998). 24. La Septimania fue también denominada Gotia («in toto regno nostro Goticae vel Septimanie», a. 898), mientras que la Peninsula Ibérica nunca recibió (eventualmente a excepción de Andalucía) el nombre de un pueblo germanica Sin embargo, en la época de la Conquista/Reconquista, gotus significa-ba io mismo que hispanus. 25. Ha abierto el camino el estudio de P. Aebischer (1928), «Essai sur l'onomastique catalane du IX" au xif siěcle», en AORLL 1,43-118, y Etudes de toponymie catalane. Memories de l'Institut d'Estu-dis Catalans, Secció Filolögica, I, fasc. 3. 144 HISTÓRIA DE LA LENGUA ESPAŇOLA 4.2. Toponimia Conocemos con seguridad sólo tres fundaciones de lugar de época visigótica: Recópolis (Zorita de los Canes, Guadalajara) en el aflo 578, Victoriacum (Vitoria/Gas-teiz) 581, y Ologicus (Olite) 622. Se trata, en este caso, de denominaciones de lugar intencionadas según el modelo de formación clásico grecorromano, sólo el nombre Reccaredus (> Recópolis) es gótico, la formación como tal no es germanica. Frente a estos tres nombres tenemos innumerables topónimos románicos, concentrados sobre todo en el noroeste (Asturias, Galícia, norte de Portugal, esto es el territorio de la an-tigua Gallaecia), que contienen el nombre del propietario según el modelo básico villa + nombre en genitivo (Piel 1959b). La palabra base se pierde a continuación en la mayoría de los casos, quedando el nombre personal en genitivo, que como tal ya no se entiende y sufre evolución fonética «normal», como por ejemplo, villa RoderIci > Rodriz, Rouris, Roiriz, Roris, Roriz, Rodrid (junto al nombre personal Rodericus > Rodrigo, con Rodriguez), o villa Valerii > ast. Villavaler, Valeri, leon. Valer, gal. Waver, gal. y port. Ver, etc. (junto al nombre personal Valerio). Estos nombres son en gran parte de etimologíä germanica (véase § 4.1.), sin embargo desempeňan la misma función que nombres de otra etimologíä, y aunque por ello son testimonios de la germanización del patrimonio onomíco general, no nos permiten en ningún caso sacar conclusiones de tipo étnico, no se trata en absolute de toponimia germanica, como se nos intenta vender una y otra vez. Desde el punto de vista histórico hay la discusión sobre la datación de estas fundaciones y denominaciones de lugares, que manifiestamente están en relación con movimientos colonizadores y roturaciones. La falta de una transmisión escrita continua especialmente en los siglos vi y vil no nos permite sacar conclusiones definitivas. Por una parte, una suevización ya fuerte —en el famoso «Parochiale» suevo (561) se nos transmiten ya dos nombres de ese tipo {Rodomiro,Viseu, y Villa Gomedei, Porto)—26 podría haberse visto reforzada por un movimiento colonizador gótico hacia el noroeste en conexión con el hundimiento del reino suevo (585) (p.ej. Piel 1954: 417 y 1989: 125). Por otra parte, la tradición medieval que se inicia a finales del siglo vm es elocuente: en conexión con la naciente Reconquista y la ocupación de territorios surgen numerosas nominaciones de nuevos asentamientos según el modelo «uilla pernominata Uilla Berulfe que fuit de comite domno Berulfo» (975, Oviedo). En todo caso, y pese a la densidad de los asentamientos —en Galicia se concentran un tercio de todos los núcleos de población de Espaňa—,27 la concentración de topónimos de este tipo precisamente en el noroeste de la Peninsula es digna de atención. Por regia general no se trata de zonas recon-quistadas sino visiblemente de asentamientos espontáneos, que rara vez son datables 26. La etimologíä de Grandimirum, situado en la via romána n° 20, que probablemente se corres-ponde con el actual Brandomil (Zás, A Coruňa), es polémica. Por su antigíiedad su conexión con un an-tropónimo germánico ((.alano?, (,suevo?) "Brandimirus (Piel / Kremer 1976: 194) parece más bien improbable, sin embargo, nos encontramos probablemente ante una atracción por etimologíä popular a an-tropónimos germánicos de estructura similar. Cf. A. Moralejo Lasso (1977): Toponimia galiega y leonesa, Santiago de Compostela: Pico Sacro, 234-237 et al. 27. Por eso tiene un importancia suprarregional el actual Nomenclátor de Galicia. Toponimia ofi-cial das provincias, conceltos. parroquias e lugares, Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 2003 (cf. también http://www.xunta.es/nomenclator/index.htm). EL LATÍN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA 145 cronológicamente (por ejemplo, «dědit nobis unam uillam prenominatam Uilla Marci quam ipse prendiderat et dederat Marco sobrino suo, a quo nomen accepit Uilla Marci», 745, Lugo).28 Desde esta perspectiva cabrían naturalmente ambas interpreta-ciones: fundaciones (o nuevas nominaciones) desde el siglo vm o antiguos asentamientos de la época romána o de la época del Reino de Toledo, en este ultimo caso incluso eventualmente asentamientos de germanos. Sin embargo, existen razones fun-dadas para creer que la organización de la «villa» romána půdo mantenerse en mu-chos casos en el noroeste, y que los vasallos de los seňores cristianos se apoderaron de éstas por la fuerza o hicieron que la corona o sus seříores feudales se las regala-ran, circunstancia esta que es denominada «presuria» en las fuentes de esa época. Para seňalar este cambio de propietario y quizá también para asegurarse un título legal en el futura, los nuevos seňores rebautizaron las villae con sus propios nombres, mayoritariamente de origen germánico. De este modo desaparecieron muchos de los topónimos romanos y prerromanos, y esto explica por qué en la zona central, apenas afectada por las «presurias», los topónimos latino:romanos del tipo nombre de propietario + -anum, -ana son mucho más frecuentes que en el noroeste (Piel 1954: 416-7). En este caso la toponimia noroccidental seria esencialmente una toponimia nue-vamente denominada durante la Reconquista. Desde el punto de vista lingiiistico se puede pensar que la llamativamente larga pervivencia del genitivo latino en funcio-nes especificas (especialmente de la toponimia) puede haberse visto reforzada por costumbres lingiiisticas de los godoi (Piel 1948: 10-19; Diaz 1957b, n. 3; Diaz 1960: 188, etc.), compuestos sintácticos del tipo Villa de Zacarias, Villa de Patricio, Villa de Zonio (905, Sahagún), etc. constituyen más bien una excepción. La base latino-románica de la sintaxis —especialmente evidente en derivados tardios (y raros) en -anusI-ana (Uilla Froilana 905, Oviedo)— se contrapone claramente al tipo Avricourt germánico (francónico) de la Galorromania. Esta situación compleja y el caso especial del noroeste se acentúa con algunos préstamos que proceden sin duda del germánico (suevo o visigótico), y que son uti-lizados como topónimos. La cuestión central en este caso es si se trata de topónimos genuinamente germánicos y tienen por tanto valor étnico, o si por el contrario debe-mos considerarlos denominaciones románicas con préstamos tornados del germáni- 28. El acta de nominación más antiguo y complete es el siguiente: «nos omnes pressores degene-ris hereditarios nominibus Auzano una cum filios meos Guntino et Desterigo venientes de Africa ad pres-suram ad Gallecia terra sicut et alii populi ceteri ingenui per iussionem Domini Adephonsi Principis, et presimus villas et hereditates de escalido et de ruda silva, suco mortuorum (...) Fecimus a parte orientis nostram habitacionem in villa Gontini et in Villa Vezani simulque et in Desteriz» (757) y «postea vero fecimus de nostra familia possessores pro undique partibus, et dedimus illis boves ad laborandum et iu-menta ad serviendum eis. Tunc exivimus per giro civitates, villas et hereditates ad inquirendum, ut labo-rassent illas; et invenimus in ripa Minei villas destructas de succo mortuorum et de rude silva, ubi posui-mus notra familia ad portům Minei quae dicunt i4gan. Super ipsum portům misimus ibi Agario: et in alia villa posuimus Avezano, et misimus ad earn nomen Avezani de nostra praesura: et villa Guntini misismus Guntino, et in Desterit Desterigo, et in Provecendis Provecendo, et posuimus eis nomen ad ilia Villa Pro-vecendi: et in Villa Sendoni misimus Sendo cognomento Bocamalo: et praesimus alia villa de Macedonia et posuimus Macedonio, unusquisque per istas villas nomina de illos homines (...) Precepimus edificare eclesiam in nomine Sancti Iuliani de Boccamalos ad ille Sendo conomento Boccamalo qui erat de nostra familia» (760, las fechas son discutibles, probablemente se trata de falsificaciones, pero la afirmación es históricamente correcta). 146 HISTÓRIA DE LA LENGUA ESPAŇOLA co que sólo estaban en uso en el noroeste, esto es, en la zona ocupada especialmen-te por los suevos. En ambos casos se plantea de nuevo la cuestión de la cronología de estas denominaciones toponímicas que afectan tanto a nuevas fundaciones como a nuevas nominaciones de lugares ya existentes. Se trata de tres nombres de tipos ca-racterísticos de casas germánicas: *burjô «edificio de servicio; establo», *laubjô y *sala, quizá también *grôba. El primero sobrevive en unos pocos topónimos galle-gos Boiro (documentado desde 934), asturianos y portugués Bouro (Terras de ~, Se-rra de ~, < Sancta Maria de Burio a.883), de él se deriva posiblemente el gall, boiro s.m./adj. «rústico, patán, hombre zafio, sin ilustración» (con bourar v. y bourear v.). Gal. Lobio (port. Loivo) —forma paralela e independiente del germánico occidental Haubja «pérgola» (it. loggia, fr. loge > cat. llonja, cast, lonja, port, loja, etc., v. FEW 16, 446-452)— es todavía utilizado en el léxico rural galego (lobio s.m. «pa-rral», etc.). Las numerosas denominaciones con groba s.f. «cárcava» (etc.) se limi-tan solamente al noroeste y podrían corresponder al got. grôba «foso, hoyo» (al. Grube).29 Una palabra importante es *salaÍQ (> gal. y port, sá, saa), que se encuen-tra en más de cien topónimos sólo en el noroeste. Esta antigua denominación no se debe confundir con el lexema actual sala s.f., un préstamo más reciente a partir del francés solle, de idéntica etimología. Esta palabra pertenecía originariamente al vo-cabulario común (cf. p. ej. Saavedra = sala Vetera), el elemento onímico lo en-contramos de nuevo también en antropónimos hispanogóticos (Salamirus, etc., Piel y Kremer 1976: §229). Visiblemente debemos partir de la base de un significado pri-mario «casa solariega», que coincide ampliamente con el latín villa (vila, vilar) o PALATIUM (pago, pazo) a los que sustituyó (Piel 1989 [1976]: 123-127; Kremer 1998: 122-126). La concentración de estos tipos de nombres, especialmente de «nombres de po-sesores», en Galícia y norte de Portugal no nos debe hacer olvidar que también el tempranamente germanizado noreste presenta igualmente una tradición antroponími-ca (véase § 4.1.) y de los correspondientes topónimos muy densa (Coromines 1965, con mapa 243-249), pero sin embargo, parecen faltar topónimos léxicos.31 29. Vid. la discusión entre H. Meier, que propone lat. *covula, y J. Hubschmid en D. Kremer y R. Lorenzo (1982), Tradición, actualidade e futuro do galego, Santiago de Compostela: Xunta de Galícia, 104-112, y J.M. Piel (1974), «Sobre uma suposta identifica{äo dos topónimos gal.-port. Groba, Gro-va, etc. com o etnónimo pré-romano Grovii», Verba 1, 63-67. 30. En general la forma en las lenguas germánicas es *sal s.m. (o s.n.) y en la Galorromania (fr. salle) podría haberse producido un cruce con el francónico halla. Esto no puede ser válido para el góti-co, como mucho el género del (probable) sinónimo villa. Pero como también el elemento antroponími-co exige claramente una base Sal(a)-, probablemente debemos partir de una forma hispanogótica *sala (v. la nota 15). 31. Asi falta en E. Moreu-Rey, Els nostres noins de Hoc, Mallorca: Moll 1982, un capítulo «topo-nímia germanica», tratándose sólo en ešte contexto los «antropönims ďorigin germänic» (113-117). Sin embargo, en el piano léxico se podría atribuir a los visigodos también en Cataluňa la antes mencionada denominación sala característica del noroeste. Aunque los criterios fonéticos no son de ayuda (got. *sala frente a franc. *sal(l)a-), sin embargo su significado primario y su relativa antigüedad en la toponimia podrían apoyar esta etimología, cf. ipsas salas Soniarii (a.922, Girona), ipsas Salas (a.938, Girona), «hereditäre (...) cum casas et curtes, salas et superpositos» (a.1043, Montalegre) etc. EL LATÍN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA 147 Bibliografia Baldinoer, Kurt (1972): La formation de los dominios linguísticos en la Peninsula Ibérica, Madrid: Gredos. BolÔs I Masclans, Jordi; Moran i Ocerinjauegui, Josep (1994): Repertori ď antropönims Catalans (RAC), I, Barcelona: Institut d'Estudis Catalans. Boullón Aorelo, Ana Isabel (1998), «A influencia franca na onomástica medieval galega», en D. Kremer (ed.), Cultura Galega. Homenaxe a Román Lorenzo, Vigo: Galaxia, 2, 867- 901. Coromines, Joan (1965): «Noms de Hoc Catalans d'origen germänic», en Estudis de toponimia catalana, I, Barcelona: Barcino, 31-65. 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Mas a pesar de todo, no se perdió la comunicación interprovincial ni decayó el interes intelectual por lo foráneo: un romano acomodado de la Bética, Lícino, mantuvo corresponden-cia con san Jerónimo, el eremita de Bélén, y un galaico, Paulo Orosio, acudió a Car-tago para escuchar a san Agustín. Esta unidad cultural se traduce en la sorprendente uniformidad que muestran las obras de la época, tanto en su escritura como en su lengua. Como demostró J. Mallon (1952: 144), la paleografía de las inscripciones escri-tas en las diversas provincias del imperio no ofrece rasgos distintivos que permitan separar unas zonas de otras: el epitafio de Rogata (ICERV 196) se podía haber escri-to en cualquier parte que no fuera Hispánia. Y según seňaló E. Löfstedt (1959: 44 y ss.), la lengua asimismo está fuertemente uniformada, sin quiebras aparentes, de suerte que por las particularidades lingiiísticas es imposible asignar a una región determina-da una obra anónima: si hoy sabemos que la autora de la Peregrinatio fue una dáma galaica es por el testimonio de Valerio del Bierzo. Ello no quiere decir que no hubie-ra de hecho diferencias regionales, sino que quedaban ahogadas por la férrea presión de una escuela unitaria. Un siglo más tarde esa unidad había sufrido un deterioro notable. Seguía ha-biendo comunicación entre las diversas provincias, pero distaba mucho de ser fluida. Las noticias que tenían los francos de los visigodos y viceversa se reducían, aparte de los encuentros bélicos, al cruce de embajadas que solían acompaňar una reclama-ción diplomática o preparar una bodá regia; y hay que confesar que las soberanas ex-tranjeras no fueron muy populäres en su pais de adopción (piénsese en el rechazo que encontró Bruniquildis en las Galias o Ingundis en Hispánia). Lo mismo cabe decir 1. El Prof. D. López-Caňete leyó el original, haciéndome muy valiosas sugerencias. Quede aqui constancia de mi agradecimiento.