MARTÍN-SANTOS, L. (1962): Tiempo de silencio Hay que admitir que el estilo de esta obra es muy original y se nota el gran talento que poseía Luis Martín-Santos, que aparte de ser escritor, era también psiquiatra. Creo que pese a un argumento interesante de la obra, su estilo, léxico y sintaxis logran sobrepasarlo y requieren cierta reflexión y análisis. Lo que más me llamó la atención fue la enorme riqueza léxica y terminológica, pues incluye vocabulario de ámbito médico, psiquiátrico, psicológico. En lo que se refiere a la sintaxis, uno a veces puede hasta ponerse a pensar si la frase que acaba de leer no es medio latina y medio española, puesto que Martín-Santos en algunos casos coloca el verbo al final de la frase: Porque era causa (y no ocasión remota sino causa específica) de este nuevo encuentro la mana que cariñosamente el sabio, benéfico, protector don Pedro había extendido hacia la miseria personificada por el propio Muecas y su familia, de la que parte principalísima ambas muchachas toledanas eran. (p. 79) Aparecen muchas frases en las que es muy fácil perderse, sobre todo si la lectura no es atenta. Esta “frasota” es un ejemplo ilustrativo de lo que acabo de decir: Pero lo que a Muecas había decidido a tomar sobre sus hombros la no pequeña responsabilidad de sacar de su lecho a un hombre de su importancia, del interior mismo de la rica casa en que se alojaba y de la compañía de las no menos molestadas dueñas que comprendía debían fulminarle con miradas de desprecio para castigo de su osadía, lo que en toda era muy natural y conforme a los usos y acaecimientos de estas zonas sociales por él apenas franqueadas, no era otra cosa que la abundancia insólita y alarmante de la pérdida de sangre que aquejaba a la mayor de las dos modesto consuelo de su vejez, la que ya pálida a causa de la ausencia del fluido vital, estaba toda blanca y trémula, sostenida solamente por los cuidados inexpertos y empíricos de las otras hembras familiares, los que se reducían a la colocación de paños fríos, ceñimientos con cordones benditos de san Antonio, aplicación de rebanadas frescas de patata recién cortada a las sienes, ingestión de extracto de apio logrado mediante rudimentario bataneo, profusión de diversas oraciones y gestas de tipo supersticioso conjurativo como imposición de manos del hombre hemostático. (p. 80) Otro aspecto interesante de la novela es la fascinación por el cuerpo humano, lo que probablemente está relacionado con la carrera médica del autor. La historia incluye descripciones de distintas partes del cuerpo de forma aislada, es decir es como si el cuerpo estuviera fragmentado, lo que a mí me daba un poco de susto: El aire allí era tan limpio que entraba muy adentro y hacia cosquillas resfriantes en lo de atrás de la nariz y en el pescuezo por la parte de abajo y hasta en lo hondo de la tabla del pecho. Pero, para un hombre, ese aire es un amigo y le basta con respirarlo a boca enjuta, con los labios prietos y las cejas vueltas, esperando que la bruma se claree y que lo que tenga que sonar reviente. (p. 83) Tengo que decir que creo que si hubiera estudiado algo de medicina disfrutaría más la lectura porque estaría familiarizada con la terminología. Tiempo de silencio es una de las novelas que uno tiene que volver a leer y puede hacerlo mil veces y cada vez se dará cuenta de algún otro aspecto. El léxico tan elaborado muchas veces hasta puede causar problemas de comprensión y, en otras ocasiones, a pesar de que uno conozca el significado de todas las palabras, el lenguaje de la frase no da sentido. Desde el inicio hasta el final de la obra se nota el estilo espectacular del autor, es decir, el autor no nos sirve la historia en una bandeja de oro, es más, nos examina cuánto aguantamos y que tan entendemos de su estilo original. Katarína Repiská UČO: 434822