BELLEZA Y FEALDAD: EL CONTRASTE EN MARIANELA DE BENITO PÉREZ GALDÓS Nombre i apellidos: Clàudia Garrigós Vicedo Asignatura: Literatura española 1850-1914. CursO académico: 2019 - 2020 
 LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS ÍNDEX: 1. INTRODUCCIÓN 1.1 OBJETIVOS Y JUSTIFICACIÓN 1.2 METODOLOGÍA 1.3 ANTECEDENTES Y FUENTES 2. ANÁLISIS 1.1 BELLEZA Y FEALDAD EN LA NELA 1.2 BELLEZA Y FEALDAD EN FLORENTINA Y PABLO PENÁGUILAS 3. CONCLUSIÓN LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS 1. INTRODUCCIÓN Benito Pérez Galdós, conocido como el Cervantes de la época contemporánea, fue uno de los escritores más destacados del Realismo español. Mediante sus obras pretende siempre escribir desde una visión objetiva y con una intencionalidad imperante —no era un preciosista que escribía por escribir, sino un artista comprometido con su tiempo—. Es de gran importancia destacar de qué manera Galdós coloca a la mujer en el centro de su obra . Es conocedor de la desprotección de las mujeres, sobre todo en las clases populares, y es capaz de hacer crítica, e incluso autocrítica, de los comportamientos machistas que se daban de forma habitual en ese momento. Entre sus obras cumbre están Episodios Nacionales (1873), Doña Perfecta (1876) y Fortunata y Jacinta (1887). A pesar de que Marianela (1878) no esté considerada como una de sus novelas más relevantes, nos ha resultado una obra excelente por su capacidad enternecedora de transmitir y resquebrajar al lector. 1.1 Objetivos y justificación Las obras de Galdós consiguen que los lectores recreen imágenes, como si de cuadros pictóricos se tratara, tanto de los personajes como de los paisajes que narra en sus líneas. Una de las finalidades de los escritores del siglo XIX era activar la capacidad visual del lector a fin de permitirle imaginar la historia en su mente de forma nítida. En cierta manera, podríamos decir que el presente escritor está a caballo entre ser un retratista o un caricaturista, ya que de la misma forma que pinta aspectos positivos, bellos y hermosos, también recrea las facetas más feas y negativas de la sociedad. Dejando de lado las exhaustivas descripciones de los personajes y lugares, que evidentemente son fundamentales para la configuración de las ideas que componen la novela, también cabe resaltar las continuas contraposiciones o dicotomías que aparecen en la obra: materia-sustancia, luz-oscuridad, como explican en el artículo de Mario E. Ruiz . A las cuales, nosotros añadimos otras percibidas,1 como pueden ser realidad-imaginación, distorsión-percepción y belleza-fealdad. Teniendo en cuenta estas dos consideraciones, el objetivo del presente trabajo es plasmar un análisis de uno de estos contrastes, belleza y fealdad, fijándonos en las numerosas descripciones y recursos que se utilizan para expresarlo. "El idealismo platónico en Marianela de Galdós."1 LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS 1.2 Metodología En el presente análisis, se ha realizado una lectura ligera de la obra, y posteriormente una relectura más exhaustiva, buscando y subrallando el contendio que se quería comentar. En esta segunda, se ha llevado a cabo un análisis de los pasajes de la obra desde el punto de vista de la contraposición entre las cualidades bellas y las cualidades no hermosas. Como hemos podido observar, en la obra de Galdós hay inumerables referencias a la belleza y a la fealdad, por este motivo, hemos intentado recopilar las más detacadas, sobre todo, aquellas dedicadas a los pensonages principales. Hemos de saber que, a parte del contraste belleza-fealdad que se observa en la descripción de los personajes que hemos elegido para el siguiente análisis, también había muchas otras referencias de índole similar para hablar de paisajes, lugares, objectos, otros personajes, etc. Sin embargo, hemos querido focalizar en los personajes de Nela, Florentina y Pablo Penáguilas dada la importancia que tienen en la obra y la extensión que debía tener el presente trabajo. 1.3 Antecedentes y fuentes Es evidente que la fuente principal del este trabajo es Marianela de Benito Pérez Galdós, ya que de esta obra saldrán todos los fragmentos que utilizaremos y citaremos. Pero además de esto, debemos tener en cuenta la bibliografía —citada en la parte final del trabajo— que ha nutrido en gran parte el análisis de las descripciones que se presentan en el contraste belleza-fealdad. En primer lugar, es imprescindible mencionar el artículo de Yahia Cherif: «La percepción de la imagen de la mujer española. Según la lectura de la obra Marianela de Benito Pérez Galdós». En este estudio se hace un análisis exhaustivo de las descripciones dedicadas a la figura femenina, de las cuales hemos podido entender, en cierta medida, muchas de las técnicas expresivas que utiliza el autor en su obra. Otro artículo importante para nuestro trabajo es «El idealismo platónico en Marianela de Galdós» de Mario E. Ruiz ya que nos ha iniciado en la visión de las dicotomías que se presentan en la novela, a pesar de que la que nosotros analizamos no estuviera estudiada. De la misma forma y para acabar, cabe destacar por aportarnos una visión más amplia del objeto analizado «Marianela (1878): la apertura de (a) la visión como ceguera metafórica» de Óscar G. Alvarado Vega, y «Luz y oscuridad en Marianela de Galdós (1878) y Nela de Rayco Pulido (2013)» de Lieve Behiels. LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS 2. ANÁLISIS 2.1 Belleza y fealdad en la Nela En primer lugar, nos centraremos en analizar las descripciones con referencias a la belleza y a la fealdad que se dan en la protagonista de la obra: la Nela. Una de las primeras descripciones físicas que aparecen en la novela, se lleva a cabo en la presentación entre ésta y Teodoro Golfín. Aunque en cierta parte se cuente la percepción que está teniendo el doctor de la figura de la protagonista, se lleva a cabo desde la voz del narrador omnisciente. "Era como una niña, pues su estatura debía contarse entre las más pequeñas, correspondiendo a su talle delgadísimo y a su busto mezquinamente constituido. Era como una jovenzuela, pues sus ojos no tenían el mirar propio de la infancia, y su cara revelaba la madurez de un organismo en que ha entrado o debido entrar el juicio. A pesar de esta desconformidad, era admirablemente proporcionada, y su pequeña cabeza remataba con cierta gallardía el miserable cuerpecillo. Alguien decía que era una mujer mirada con vidrio de disminución; alguno que era una niña con ojos y expresión de adolescente. No conociéndola, se dudaba si era un asombroso progreso o un deplorable atraso."[pàg. 60-61]2 Como podemos observar, todavía no se está entrando a valorar la belleza o falta de ella, pero ya comienzan a utilizarse ciertos adjetivos que denotan aspectos no agradables como "mezquinamente construido" o "miserable cuerpecillo". A pesar de eso, me resulta muy interesante que se enfatice otras cualidades tales como la proporcionalidad para referirse a la belleza, podemos observar de qué manera se considera la harmonía y la simetría como algo bueno o agradable —no necesariamente bello—. Unas líneas después, el narrador omnisciente cuenta de qué manera Teodoro Golfín percibe el rostro de Marianela: "Teodoro se inclinó, para mírale el rostro. Éste era delgado, muy pecoso, todo salpicado de menudas manchitas parduscas. Tenía pequeña la frente, picudilla y no falta de gracias la nariz, negros y vividos los ojos; pero comúnmente brillada en ellos una luz de tristeza. Su cabello, dorado oscuro, había perdido el hermoso color nativo [...]Sus labios apenas se veían de puro chicos y siempre estaban sonriendo; pero aquella sonrisa era semejante a la imperceptible de algunos muertos cuando han dejado de vivir. La boca de la Nela, estéticamente hablando, era desabrida, fea”" [pàg. 65-66] Con estas líneas se comienza a entrar en un terreno más propenso a la clasificación de conceptos entre lo bello y lo feo. De facto, conviene subrayar que la mención de los órganos de la cara va acompañada de los predicados: dorado, oscuro, hermoso, color nativo, puro chicos, desabrida, fea etc. Es decir, con estas líneas empezamos a entender y precisar la importancia de los adjetivos, ya Todos los fragmentos serán extraidos del libro electrónico proporcionado por el profesor de la assignatura2 (citado en la bibliografia). A pesar de haberse realizado la lectura en libro físico, consideramos citar los fragmentos en el formato electrónico por la rapidez y comodidad con la que se pueden encontrar. LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS que ofrecen al lector una escena visual, plástica y un dibujo delineado, fielmente realizado. Golfín concluye su primera impresión de la protagonista con una expresión bastante clara y sentenciosa: "¡Pobrecita!—exclamó—. Dios no ha sido generoso contigo." [pàg. 66] Es evidente, que en el momento que empiezas la lectura de esta conmovedora novela, dibujas en tu mente una protagonista poco agraciada, incluso podríamos llegar a afirmar que en esa imagen mental construyes un personaje con algún tipo de problema de crecimiento y con rasgos asociados a algún tipo de enfermedad. En este momento, sin embargo, todavía no entras a reflexionar en la visión de la hermosura ni de la belleza ni tampoco en la importancia que a ésta se la brinda, simplemente te imaginas una protagonista “con miserable cuerpecillo” y “desabrida, fea”. A medida que continua la lectura de Marianela las descripciones tanto físicas como psicológicas van aumentando, y con ellas, la presencia de la dicotomía que analizamos: "—¡Oh!, miserable condición de los hombres—exclamó el ciego, arrastrado al absurdo por su delirante entendimiento—. El don de la vista puede causar grandes extravíos... aparta a los hombres de la posesión de la verdad absoluta... y la verdad absoluta dice que tú eres hermosa, hermosa sin tacha ni sombra alguna de fealdad. Que me digan lo contrario, y les desmentiré... Váyanse ellos a paseo con sus formas. No... la forma no puede ser la máscara de Satanás puesta ante la faz de Dios. ¡Ah!, ¡menguados!, ¡a cuántos desvaríos os conducen vuestros ojos! Nela, Nela, ven acá, quiero tenerte junto a mí y abrazar tu preciosa cabeza.” [pàg. 188-189] Sin lugar a duda, comenzamos a plantearnos y a reflexionar sobre la hermosura y la fealdad a causa del personaje de Pablo Penáguilas. Todo el caldo de cultivo descriptivo que hemos leído, junto con los numerosos juicios y comentarios de los personajes hacía el físico de la protagonista se potencia exponencialmente a partir del filtro de la no-visión. Al parecer, una niña con un físico deforme resulta tener una belleza interior infinita y resaltada así: Prefiero no ver con los ojos tu hermosura, porque yo la veo dentro de mí clara como la verdad que proclamo interiormente. Aquí dentro estás, y tu persona me seduce y enamora más que todas las cosas. [pàg. 223] Veré tu hermosura ¡qué felicidad!—exclamó el ciego con la expresión delirante que era propia de él en ciertos momentos—. Pero si ya la veo; si la veo dentro de mí, clara como la verdad que proclamo y que me llena todo [pàg. 224] Es en este momento de la obra cuando el lector empieza a reflexionar sobre qué es la verdadera belleza y dónde reside, en el cuerpo o en el alma. Galdós, no conforme ya con llegar a este punto, decide incidir más en la reflexión dándole visión a aquel que no puede ver, y por tanto, planteando un problema en la trama y en el significado de la dicotomía que los lectores tenemos ya en nuestra cabeza: ¿Será capaz el joven ciego después de recuperar la visión de seguir amando a su lazarillo a pesar de no tener —aparentemente—la belleza física que está establecida y él espera? LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS “Yo tendré ojos, Nela, tendré ojos para poder recrearme en tu celestial hermosura, y entonces me casaré contigo.” [pàg. 217-218] Esta situación provoca en la protagonista una angustia existencial a causa de las inseguridades que ella tiene de su físico. Cree deber a Pablo una belleza que no tiene, que no puede tener, y ya sólo piensa en la huida. Así lo podemos entender de estas líneas, en las que la Nela piensa que su hermosura interior no será suficiente para su amado y decide huir antes que presentarse ante él ya con la visión recuperada. Es a raíz de esta situación que se da una reflexión muy interesante extraída de la voz del personaje Teodoro Golfín en la cual se tratan los conceptos que son objeto del presente análisis: Pues mira, hijita, si todos los feos tuviéramos la obligación de quitarnos de en medio, ¡cuán despoblado se quedaría el mundo! ¡Pobre y desgraciada tontuela! Esa idea que me has dicho no es nueva. […] Es preciso que te cures de esa manía; es preciso que te hagas cargo de que hay una porción de dones más estimables que el de la hermosura, dones del alma que ni son ajados por el tiempo, ni están sujetos al capricho de los ojos. Búscalos en tu alma y los encontrarás. No te pasará lo que con tu hermosura, que por mucho que en el espejo la busques, jamás la hallarás. Busca aquellos dones preciosos, cultívalos, y cuando los veas bien grandes y florecidos, no temas; ese afán que sientes se calmará. Entonces te sobrepondrás fácilmente a la situación desairada en que te ves, y elevándote tendrás una hermosura que no admirarán quizás los ojos, pero que a ti misma te servirá de recreo y orgullo. [pàg. 480-481] Galdós superpone la cultivación de la mente frente al físico, que la tacha con cualidades más efímeras y vacías, y hace reflexionar a su lector entorno a la importancia de la belleza interior frente a la belleza física. No obstante, como fiel fotógrafo de su realidad, da un giro a la historia y provoca un final trágico para esa niña poco agraciada pero con gran corazón: Mi padre es muy razonable... no se puede oponer nada a su lógica ni a su bondad.... Florentina, yo creí que no podía quererte; yo creí posible querer a otra más que a ti.... ¡Qué necedad! Gracias a Dios que hay lógica en mis afectos.... Mi padre, a quien he confesado mis errores, me ha dicho que yo amaba a un monstruo…. [pàg. 563] La belleza interior se ve desplazada por el surgimiento de una belleza pasajera, pero demoledora: la de lo exterior, ante la cual Marianela nada puede hacer. Su enamorado, aquel que no podía ver más que su luz interna acaba tachándola de “monstruo” y declarándole su amor a Florentina, un personaje con una belleza que analizaremos a continuación. La profundidad psicológica de Mariquilla no ha sido suficiente, y el desamor hace que su personalidad se apague paulatinamente hasta la muerte: Observaba la manta y entre las mantas una cabeza cadavérica y de aspecto muy desagradable. En efecto, parecía que la nariz de la Nela se había hecho más picuda, sus ojos más chicos, su boca más insignificante, su tez más pecosa, sus cabellos más ralos, su frente más angosta. Con los ojos cerrados, el aliento fatigoso, entreabiertos los cárdenos labios, la infeliz parecía hallarse en la postrera agonía, síntoma inevitable de la muerte. [pàg. 567] LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS Es interesante analizar de qué manera el autor potencia la fealdad de la protagonista en este momento de la historia. Ese cuerpo, que ya no tiene personalidad, que está apagado y enfermo por el desamor, es en este momento cuando alcanza su máxima expresión de fealdad. Por lo tanto, ¿es la luz interior la que alumbra las cualidades físicas exteriores? ¿Qué nos está queriendo transmitir el autor?. 2.2 Belleza y fealdad en Florentina y Pablo Penáguilas En contraposición a Marianela, tenemos la belleza física sin precedentes de los personajes de Florentina y Pablo Penáguilas. Primeramente, analizaremos de qué manera se describe al joven ciego en nuestra obra: “Salió de la casa un joven, estatua del más excelso barro humano, grave, derecho, con la cabeza inmóvil y los ojos clavados y fijos en sus órbitas, como lentes expuestos en un muestrario. Su cara parecía de marfil, contorneada con exquisita finura; mas teniendo su tez la suavidad de la de una doncella, era varonil en gran manera, y no había en sus facciones parte alguna ni rasgo que no tuviese aquella perfección soberana con que fue expresado hace miles de años el pensamiento helénico. Aun sus ojos, puramente escultóricos porque carecían de vista, eran hermosísimos, grandes y rasgados. Desvirtuábalos su fijeza y la idea de que tras aquella fijeza estaba la noche. Falto del don que constituye el núcleo de la expresión humana, aquel rostro de Antinoo ciego poseía la fría serenidad del mármol, convertido por el genio y el cincel en estatua y por la fuerza vital en persona.” [pàg. 135-136] Observamos en esta descripción algunos de los dotes que se asimilan a la belleza de forma sistemática en la sociedad: “estatua del más excelso barro humano”, “perfección soberana”, ojos escultóricos”, “cara de marfil”. Este jovenzuelo es descrito y comparado con una de las consideraciones más bellas en la tradición occidental: la belleza clásica de la antigua Grecia. La belleza para los griegos era de mucha importancia, se podría decir que estaban obsesionados con el físico humano y con la simetría perfecta, así lo demuestran las numerosas esculturas y pinturas que nos han llegado de esta civilización. Nuevamente, el autor está provocando en el lector de forma intencionada la reflexión entre los conceptos que se tratan en el presente trabajo: belleza o ausencia de ella. Pero en este momento justamente desde el polo opuesto al anterior, tratamiento de la belleza desde su máxima expresión. De igual manera que pasaba con la belleza helénica y Pablo Penáguilas, Galdós aprieta un poco más la tuerca del lector proponiéndole un nuevo personaje de extrema belleza, Florentina: Aquella que a la Nela se la apareció era según el modo rafaelesco, sobresaliente entre todos si se atiende a que en él la perfección de la belleza humana se acerca más que ningún recurso artístico a la expresión de la divinidad. El óvalo de su cara era menos angosto que el del tipo sevillano, ofreciendo la graciosa redondez del itálico. Sus ojos, de admirables proporciones, eran la misma serenidad unida a la gracia, a la armonía, LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS con un mirar tan distinto de la frialdad como del extremado relampagueo de los ojos andaluces. Sus cejas eran delicada hechura del más fino pincel, y trazaban un arco sutil. En su frente no se concebían el ceño del enfado ni las sombras de la tristeza, y sus labios, un poco gruesos, dejaban ver, al sonreír, los más preciosos dientes que han mordido manzana del Paraíso. (...) Para concluir el imperfecto retrato de aquella estupenda visión que dejó desconcertada y como muerta a la pobre Nela, diremos que su tez era de ese color de rosa tostado, o más bien moreno encendido, que forma como un rubor delicioso en el rostro de aquellas divinas imágenes, ante las cuales se extasían lo mismo los siglos devotos que los impíos. [pàg. 354 -356] Como podemos observar, en este caso, Galdós equipara la belleza de Florentina a la de la Virgen María «compendio de todas las bellezas naturales». Nuevamente, el autor está utilizando un recurso en el cual relaciona y compara la belleza de uno de sus personajes con otro gran exponente de belleza, en este caso más cercano a nosotros por la religión que profesamos. Seguimos leyendo pasajes en los cuales se alaba la hermosura extrema de Florentina equiparándola a la divinidad: Ah!—dijo el joven lleno de confusión—. Es mi prima.... Yo no tenía idea de una hermosura semejante.... Bendito sea el sentido que permite gozar de esta luz divina. Prima mía, eres como una música deliciosa, eso que veo me parece la expresión más clara de la armonía.... […] ¿Qué tienes en esa cara que parece la misma idea de Dios puesta en carnes? Estás en medio de una cosa que debe de ser el sol. De tu cara salen unos como rayos... al fin puedo tener idea de cómo son los ángeles... y tu cuerpo, tus manos, tus cabellos vibran mostrándome ideas preciosísimas... ¿qué es esto? […] [pàg. 507] […]Había aparecido entre follaje, mostrando completamente todo su busto y cara. Era, sí, la auténtica imagen de aquella escogida doncella de Nazareth, cuya perfección moral han tratado de expresar por medio de la forma pictórica los artistas de dieciocho siglos […] [pàg. 353-354] Incluso, se compara está desmesurada belleza a uno de los fenómenos más hermosos que nos regala el planeta: No sé por qué aquel sublime espectáculo, para mí desconocido hasta hoy, me dio la idea más perfecta de la armonía del mundo.... No sé por qué, al mirar la perfecta unión de sus colores, pensaba en ti.... No sé por qué, viendo el arco iris, dije: «yo he sentido antes esto en alguna parte...» Me produjo sensación igual a la que sentí al verte, Florentina de mi alma. [pàg. 560-561] Las selección de descripciones que hemos compilado, tanto de Florentina como de Pablo Penáguilas se situan en el extremo opuesto a las que leíamos anteriormente de la protagonista de la obra. Galdós nos ofrece una visión antagónica y nos sacude los pensamientos buscando algún tipo de reacción o de reflexión. Además de ofrecernos esta contraposición tan radical, es interante tener en cuenta también la hiperbolización con la que la lleva a cabo. No nos está presentando personajes con unas cualidades físicas normales, más bien todo lo contrario, vemos características exageradamente hermosas o feas, y un vehemente émfasi en ellas. LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS 3. CONCLUSIÓN Sin lugar a duda, la insistencia que se lleva a cabo a la hora de describir a los personajes por lo que al físico respecta no nos pasa desapercibida en ningún momento. Es evidente que Galdós hace hincapié en las características físicas y psicológicas de sus personajes, en lo que a belleza-fealdad se refiere, para conseguir algún tipo de reacción en sus lectores. En resumen, el autor nos está llevando a experimentar extremos para alcanzar el punto más crudo en nuestra reflexión. Y todo esto a partir del contraste constante de la belleza y la fealdad. Pero, como hemos dicho, no solamente se busca dicha reflexión y entendimiento de los mismos desde el punto de vista físico, sino también desde la profundidad y el interior humano. Y es ahí donde reside la clave de este análisis. Es de suma importancia, y por eso insistimos, en tener en cuenta el juego de extremos al que nos empuja el autor: por un lado —exteriormente hablando— tenemos una fealdad física, enfermiza y deforme. A la cual se le suma una hermosura interna de espectacular tallaje. De otro lado, tenemos dos personajes extremadamente perfectos, tanto es así que son comparados con la belleza helénica y con la Virgen María: dos muestras y metáforas de la máxima expresión de la hermosura. A pesar de esto, ni Pablo Penáguilas ni tampoco Florentina no llegan a ser la imagen perfecta para Galdós, y de hecho, no consiguen sustituir a la heroína Marianela. La belleza indiscutible de estos personajes carece de la interioridad de la protagonista. Y a pesar que Pablo acaba anteponiendo lo físico, para el lector y entendemos que para el autor, Marianela es el núcleo de la bondad, de la pureza, del amor y de sus altas cualidades morales. Este personaje es el más tierno y delicado de toda la producción galdosiana, porque se caracteriza por su candor y su inocencia. Podríamos concluir por lo tanto, dejando en evidencia la supremacía de la belleza interior frente a la física. Si analizamos toda esta trama en clave literaria, flota el ideario común de la novela del siglo XIX: la importancia del alma. Como ya sabemos, una de las grandes revoluciones de esta etapa literaria era la búsqueda del alma dentro del cuerpo humano. Los autores realistas querían encargarse de mantener con vida aquellas dimensiones que la ciencia había destruido: el yo, el alma, la ética, etc. Este hecho, se plasma de forma clara en ¡Y tenía corazón! de Enrique Simonet, donde un señor realiza una autopsia a una meretriz de la época y le encuentra dicho órgano. Debemos entender este hallazgo no desde el punto de vista de la medicina, sino desde una visión mucho más espiritual y profunda: hay algo no racional en la vida y en el cuerpo de las personas. LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS El juego al que nos invita Galdós con esta obra es de extrema excelencia y la reflexión que hoy analizamos no es más que un comienzo de lo que podría ser una gran cantidad de aspectos interesantísimos a tener en cuenta: un ejemplo de esto podría ser la expresión de la belleza y la fealdad representada en los lugares y en la naturaleza. En definitiva, el contraste entre lo hermoso y lo poco agraciado es una línea constante en nuestra obra, y se puede analizar en todos sus capítulos de una forma o de otra. Mirarlo desde la óptica de las descripciones físicas de los personajes solamente es una de ellas, pero muy productiva y resultante. Ya para acabar, me gustaría plasmar una de tantas reflexiones que me ha bombardeado continuamente la mente tanto en el proceso de lectura, como en el posterior trabajo y que, en cierta manera, intenta responder a la siguiente cuestión: ¿La belleza de la realidad reside en lo imperfecto?. Hoy en día vivimos en una sociedad marcada por estereotipos y cánones de belleza, y estamos sometidos a unas presiones sociales que nos obligan a cultivar nuestro cuerpo intentado así llevarlo a la "perfección" —una perfección impuesta y basada vete tú a saber en qué—. De igual manera que hablo del cuerpo, también entran en juego otros aspectos estéticos como los dientes, ciertas facciones faciales, los labios, etc. Sin darnos cuenta, a través de los medios de comunicación, Instagram y la publicidad seguimos un objetivo común que nos oprime, incluso, en muchas ocasiones, nos deprime. En cierta manera, esta angustia/presión que transmitía La Nela en el final de la novela por no llegar a ser suficientemente guapa para Pablo me recuerda a la situación actual. La obsesión por la imagen y por el físico es un hecho innegable que nos hace un poco menos felices a todos, y a fin de cuentas, ni Pablo logrará sentirse tan lleno y feliz como cuando paseaba de la mano de su lazarillo por Aldeacorba, ni a ninguno de nosotros nos hace falta un cuerpo perfecto, unos dientes blancos, unos labios gruesos y una cara bien marcada para sentirnos completos y alcanzar realmente la belleza. 
 LITERATURA ESPAÑOLA 1850-1914 CLÀUDIA GARRIGÓS BIBLIOGRAFIA: ALVARADO VEGA, OSCAR G. (2008) «Marianela (1878): la apertura de (a) la visión como ceguera metafórica» en Espiga 16 y 17. BEHIELS, LIEVE. (2018) «Luz y oscuridad en Marianela de Galdós (1878) y Nela de Rayco Pulido (2013)» en Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria. MARÍA PAZ, Yáñez. (2006). «El dilema discursivo en Marianela. Alicante: Biblioteca Virtual de Cervantes.» MESSINA FAJARDO, Trinis Antonietta. (2010). «Nombres y símbolos en Marianela de Benito Pérez Galdós». En línea [https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3185606] (Fecha de consulta: abril de 2020). PÉREZ GALDÓS, B. (2005) Marianela. Project Gutenberg License included with this eBook or online at [www.gutenberg.net] PÉREZ GALDÓS, B. (2013) Marianela. Edición de Francisco Caudet, Madrid, Cátedra, (Letras Hispánicas 174). RUIZ, MARIO E. (1970) «El idealismo platónico en Marianela de Galdós» en Hispania, Vol. 53, No. 4 (Dec., 1970), [pp. 870-880]. YAHIA CHERIF, Zineb. (2019) «La percepción de la imagen de la mujer española. Según la lectura de la obra Marianela de Benito Pérez Galdós» en Altralang, Journal Universidad de Orán, Argelia [pp. 201-222]