Tendencias de la poesía española desde 1936 1 13a TENDENCIAS DE LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE 1936 Libros de consulta Miguel Hernández Panorama general (otros autores) Cuestiones Anexo: Fichas de autores 1. Creación poética en España 2. Creación poética en el exilio 13a TENDENCIAS DE LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE 1936 Con este capítulo cerraremos el estudio de la literatura española de la guerra civil a nuestros días. Como se verá, la poesía refleja, acaso aún mejor que los otros géneros, las vicisitudes y las preocupaciones de estos decenios: las secuelas de la guerra, los problemas existenciales y sociales, las inquietudes estéticas... LIBROS DE CONSULTA Como siempre, se tendrán en cuenta las obras de conjunto sobre la literatura española del siglo xx (ante todo las tan repetidamente citadas de YNDURÁIN y SANZ VILLANUEVA). Junto a los estudios que en seguida recomendamos, serán de gran utilidad algunos de los prólogos de las antologías citadas luego. 1. TUSÓN, Vicente: La poesía española de nuestro tiempo. Madrid, Anaya, 1990 («Biblioteca Básica de Literatura»). [Breve panorama que podrá ser útil para este curso.] 2. BENITO DE LUCAS, Joaquín: Literatura de posguerra: la poesía. Madrid, Ed. Cincel, 1981 (Cuadernos de Estudio, Serie «Literatura», n.° 27). [Excelente introducción.] 3. PALOMO, Pilar: La poesía en el siglo xx (desde 1939). Madrid, Ed. Taurus, 1988 («Historia crítica de la literatura hispánica», n.° 21). [Reciente y fina obra de iniciación.] 4. GARCÍA DE LA CONCHA, Víctor: La poesía española de 1935 a 1975. Madrid, Eds. Cátedra, 1987, 4 vols. en curso de publicación. [Obra extensa y profunda, que habrá de resultar de referencia indispensable.] Antologías: Son abundantísimas (Pilar Palomo cita algo más de cien...). He aquí cuatro que abarcan el conjunto del periodo: 5. GARCÍA POSADA, Miguel: 40 años de poesía española. Antología 1939-1979. Madrid, Ed. Burdeos, 1988. [Incluye 45 autores; el prólogo es una excelente iniciación.] 6. CANO, José Luis: Lírica española de hoy. Antología. Madrid, Eds. Cátedra. [57 poetas; del mismo autor hay una más amplia Antología de la nueva poesía española. Ed. Gredos.] 7. RUBIO, Fanny, y FALCO, J. L.: Poesía española contemporánea (1939-1980). Madrid, Ed. Alhambra, 1981. [Buena introducción. Un centenar de poetas, representados cada uno por escasas muestras. Ordenación cronológica de los textos que ilustra bien la evolución del género pero es menos útil para el estudio de los autores.] 8. SOLNER, G. L.: Poesía española hoy. Madrid, Ed. Visor, 1982. (Selección muy estricta: 28 autores, pero con suficientes muestras de cada uno.] 9. MARTÍNEZ, José Enrique: Antología de la poesía española (1939-1975). Madrid, Ed. Castalia, 1989 (Col. Castalia Didáctica, 22) [38 poetas; con notas útiles.] Junto a éstas, hay antologías parciales -de generaciones, de etapas, de tendencias-, algunas «históricas» ya. Destaquemos dos de J. M. CASTELLET, Un cuarto de siglo de poesía española (1939-1964) y Nueve novísimos poetas españoles, así como las dedicadas a La generación de 1936 (por F. PEREZ GUTIÉRREZ), El grupo poético de los años 50 (por J. Tendencias de la poesía española desde 1936 2 GARCÍA HORTELANO), Joven poesía española (por C. GARCÍA DEL MORAL y R. Ma . PEREDA), Poetas de los 70 (por M. P. PALOMERO), La generación de los ochenta (por J. L. GARCÍA MARTIN)... _____________________________________________ A principios de 1936 aparece El rayo que no cesa de Miguel Hernández. Poco después, la guerra supondría -como para los otros géneros- un corte brutal en la trayectoria de nuestra creación poética. El mismo Miguel Hernández, en una de sus cartas, llegaría a decir: «El poeta es el más herido en esta guerra de España». Comenzamos ocupándonos de la figura singular del gran poeta oriolano y, tras unas referencias a la poesía en el exilio, abordaremos el estudio de la poesía en España tras la guerra. Como hicimos en el caso de la novela y el teatro, nos limitaremos a trazar un panorama general de las principales tendencias; e incluimos en un Anexo unas fichas complementarias sobre autores representativos de las tendencias estudiadas (tales autores van señalados en la lección con un asterisco). Tendencias de la poesía española desde 1936 3 La figura crucial de Miguel Hernández La vida y la obra de Miguel Hernández, trágicamente truncadas por las secuelas de la guerra, sirven de puente -como ninguna otra- entre dos etapas de la poesía española: de una parte, su precocidad y sus contactos con el grupo del 27 hicieron que Dámaso Alonso le llamara «genial epígono» de aquellos poetas; de otra parte, por edad, se le incluye a veces en la llamada generación del 36 (la de Rosales, Celaya, etc.); en fin, su obra ha estado muy presente en las promociones siguientes. Vida y talante poético Nació en Orihuela (1910), de familia pobre. De niño, fue pastor de cabras. Pero, llevado por su ansia de saber, se forma a sí mismo a través de abundantes lecturas. Su vocación poética es temprana: escribe versos desde los dieciséis años. En Orihuela, participa en las tertulias literarias que encabeza su amigo Ramón Sijé, y conoce a la que más tarde sería su mujer. En 1934 se traslada a Madrid, donde su obra conquistará pronto la máxima admiración. Decisiva fue para su evolución ideológica la amistad con Pablo Neruda. Al estallar la guerra, se alistó como voluntario del Lado de la República. Se casó durante la contienda. Tristes son sus últimos años: su primer hijo muere; su segundo hijo nace cuando la guerra toca a su fin. Pero el poeta es encarcelado y moriría tuberculoso en la cárcel de Alicante a los treinta y dos años (1942). • Miguel Hernández es un poeta excepcionalmente dotado, pero que -como un García Lorca- sabe conjugar la fuerza de la inspiración con el arte más riguroso, el arranque popular y las técnicas más sabias. Con su tono arrebatado y humanísimo, su palabra parece salir directamente del corazón («la lengua en corazón tengo bañada»). Pero, en sus mejores momentos, ese desbordante impulso cordial sabe envasarse en formas rigurosas (sonetos, sobre todo). Así sortea Miguel Hernández el escollo de la facilidad, en aras de una mayor densidad expresiva. De ahí el pasmoso equilibrio entre emoción y contención, que hace inconfundible su voz, como inconfundibles son sus hallazgos en el terreno metafórico. Veamos las distintas etapas de su breve trayectoria. Inicios y plenitud • Después de los tanteos de sus poemas adolescentes, Miguel Hernández siente la necesidad de una rigurosa disciplina poética. Tal propósito coincide con la moda gongorina. Surge así Perito en lunas (1934), compuesto por 42 octavas reales en las que objetos humildes y usuales son sometidos a una elaboración metafórica hermética y deslumbrante. Fue, sin duda, un ejercicio fecundo. Pero de la misma época son otros poemas en que, al lado de experiencias semejantes, se observa a veces un lenguaje más suelto, más cordial, preludio de su madurez poética (así, el apasionado Silbo de afirmación en la aldea). • La plenitud poética de Miguel Hernández se alcanza con un libro iniciado en 1934 y que se publicará en 1936 con el título definitivo de El rayo que no cesa. En él se ha consolidado su gran tríptico temático (según Cano Ballesta): la vida, el amor y la muerte. Pero en el centro, el amor: un anhelo vitalista que se estrella contra las barreras que se alzan a su paso. De ahí esa «pena que tizna cuando estalla», ese «rayo» que se clava incesante en su corazón con oscuros presagios de muerte. Amor amenazado, vida Tendencias de la poesía española desde 1936 4 amenazada: en todo el libro alienta un poderoso vitalismo trágico. El libro se compone, sobre todo, de sonetos. Ese molde clásico tan riguroso favorece la síntesis -ya perfecta- entre el desbordamiento emocional y la concentración expresiva. Y el dominio de la forma es tal que el artificio (el «trabajo» ) queda oculto: el resultado parece natural, y lo que percibe el lector es el calor y la fuerza de la palabra. Pero, aparte de los sonetos, la gran composición del libro es la inolvidable Elegía a Ramón Sijé: sus tercetos encadenados componen una de las más impresionantes elegías de la lírica española y, acaso, el más alto poema de la amistad que se ha escrito entre nosotros. • En ese momento de plenitud, Miguel Hernández escribe otros poemas penetrados asimismo de sentido trágico y de presagios de muerte: Mi sangre es un camino, Sino sangriento, Vecino de la muerte... Son títulos reveladores. Por otra parte, en dos hermosas odas a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda, se aprecia el impacto del Surrealismo. Guerra y cárcel • Llega la guerra. Miguel, como otros, somete su fuerza creadora a los fines más inmediatos. Así aparece Viento del pueblo (1937), con el que se inicia una etapa de poesía comprometida. «Los poetas -dice el autor al frente de dicho libro- somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas.» Entre cantos épicos, arengas, poesía de combate, en fin (como el romance inicial, que da título al libro), destacan poemas de nítida preocupación social como Aceituneros («Andaluces de Jaén...» ), El sudor, Las manos y, sobre todo, El niño yuntero. En la misma línea se inscribe El hombre acecha (1939), obra en la que, sin embargo, irrumpe un acento de dolor por la tragedia de la guerra. En ambos libros, el lenguaje poético es más claro, más directo. La preocupación estética es, evidentemente, menor (así se lo exigía la nueva «urgencia creadora»), sin que por eso escaseen los logros artísticos. • Finalmente, en la cárcel compone la mayor parte del Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941). Miguel Hernández depura de nuevo su expresión, inspirándose ahora en las formas más escuetas de la lírica popular. Así alcanza una nueva cima poética. Otra vez nos habla del amor: ahora del amor a la esposa y al hijo (y es de nuevo un amor frustrado por la separación). Otros temas son su situación de prisionero y las consecuencias de la guerra. La desnudez y la concentración formal, unida a la índole del contenido, da como resultado un libro conmovedor como pocos. No se pueden recorrer sus páginas sin escalofrío. De esta misma época son otros poemas entre los que destacan las estremecedoras Nanas de la cebolla, poema al hijo en que Miguel Hernández, con gesto sobrehumano, aún encuentra fuerzas para pedir la sonrisa. Significación • Se habrá visto hasta qué punto la trayectoria de Miguel Hernández es representativa de la evolución poética de aquellos años: comparte con los poetas del 27 ciertas tendencias y, como ellos y otros, se aleja definitivamente del arte deshumanizado. Nadie le superó en fuerza humana, en arrebato emocional. Por ello, y por su contribución a una Tendencias de la poesía española desde 1936 5 poesía social, abrió el camino de la poesía de posguerra. Entonces, su presencia sería decisiva y sólo Antonio Machado le superará en magisterio. Hoy es ya un clásico, una cima que, sin duda, no ha vuelto a ser alcanzada. • Añadamos que Miguel Hernández es autor de varias obras dramáticas. A su primera época pertenece un hermoso auto sacramental, Quién te ha visto y quién te ve, y sombra de lo que eras, calderoniano y moderno. A la manera de Lope, escribirá más tarde El labrador de más aire (1937), drama de intención social. Y, durante la contienda, compuso varias piezas cortas recogidas con el título de Teatro en la guerra. En conjunto, son obras interesantes, sobre todo, por la brillantez de sus versos. Retrato de Miguel Hernández hecha por Antonio Buero Vallejo en 1940 durante la estancia de ambos en la cárcel. Tendencias de la poesía española desde 1936 6 La poesía en el exilio La lista de poetas que salieron al destierro es muy larga. En ella (y aparte el caso de Antonio Machado, muerto a los pocos días de abandonar España) habría que distinguir, ante todo, dos grupos: —Poetas de la «generación del 14» (posmodernistas, novecentistas), como DíezCanedo, Domenchina, Moreno Villa, León Felipe y Juan Ramón Jiménez. De ellos nos ocupamos en 6b. —Poetas del «grupo del 27». Lorca había muerto; de los demás, todos menos tres se exiliaron. Su quehacer poético fuera de España quedó consignado cuando trazamos sus trayectorias poéticas, en 8. • Junto a ellos figuran poetas que apenas habían iniciado su obra antes de la guerra o que la compondrán toda en el exilio. A éstos vamos a referirnos ahora. En su temática, como es natural, ocupa un lugar preeminente el tema de la patria perdida. Al principio, evocan la lucha, las ilusiones, la derrota; domina entonces un tono amargo, junto a imprecaciones contra los vencedores. Luego, tales rasgos ceden el paso a la nostalgia, a los recuerdos, a la evocación de las lejanas tierras españolas, al ansia de volver. Y junto a ello, se incrementará el cultivo de otros temas, ya sean eternas preocupaciones humanas, ya las realidades de las tierras que los acogieron. En cuanto al estilo, no parece posible señalar afinidades suficientes. La dispersión de sus vidas por Europa y América hace que reciban influjos muy diversos y que sigan caminos muy variados. Habría que estudiar a cada poeta. • En la imposibilidad de abordar aquí tal estudio, remitiremos al Anexo II, donde se hallarán datos sobre cinco poetas muy significativos: Gil Albert, Quiroga Pla, Rejano, Serrano Plaja y Herrera Petere. Pero habría que recordar también a Ernestina de Champourcín (nacida en 1906). Adolfo Sánchez Vázquez (1912), Lorenzo Varela (1916), F. Giner de los Ríos (1917), Antonio Aparicio (1918), etc.1 Aún habría que añadir a aquellos poetas que salieron de España en edad muy temprana. Como se pregunta Aurora de Albornoz, ¿hasta qué punto pertenece su obra a la literatura «española» o a la de los países en que crecieron y comenzaron a escribir? Algunos de ellos por educación y por voluntad- no han dejado de sentirse españoles. Su obra, sin embargo, apenas ha llegado hasta nosotros y, en general, está pendiente de estudio. En cualquier caso, deberán tenerse en cuenta nombres como los de Manuel Durán (nacido en 1925), Tomás Segovia, Agustín Argüelles, Vicente Arana (los tres nacidos en 1927), Luis Rius (1930), entre muchos más. 1 Remitimos al estudio básico de Aurora de Albornoz en la obra colectiva. El exilio español de 1939. Vol. IV: Cultura y lieratura. Madrid, Ed. Taurus. Tendencias de la poesía española desde 1936 7 La poesía en España tras la guerra Como señalamos en el cap. 7, nuestra poesía había iniciado un proceso de rehumanización tras 1927, proceso que se intensifica con las dramáticas circunstancias de los años 30 (lo hemos visto en Miguel Hernández). En esa dirección seguirán aunque con sensibles diferencias de enfoque- los poetas que escriben en España tras la guerra (sólo en fechas cercanas volverán a ponerse en primer plano las preocupaciones formales). • En algún programa de estudios se destaca este enunciado: “La preocupación por el hombre como tema poético”. Una formulación tan general necesita precisarse, desglosarse. En efecto, bajo ese enunciado cabe tanto la expresión de problemas existenciales como una visión del hombre inmerso en los problemas sociales. O sea, la misma diversidad de enfoques que hemos visto en la novela o en el teatro. Ello conduce a distinguir, en la evolución de la poesía, unas etapas, unas corrientes o unas tendencias paralelas a las que marcaban el desarrollo de los demás géneros. A ello responderán los epígrafes siguientes: en ellos veremos qué lugar ocupa (y qué modulaciones recibe) la citada «preocupación por el hombre». Pero, a la vez, estaremos atentos a otras preocupaciones, como las que giran en torno al lenguaje poético. Los primeros años de posguerra Comencemos por examinar la etapa constituida por los años 40 y principios de los 50. En ella nos encontramos a poetas más o menos coetáneos de Miguel Hernández. Nacidos en torno a 1910, se les suele agrupar bajo el rótulo de “generación del 36”. Se ha hablado también de una «generación escindida»: parte de ellos, como se ha visto, continuaron su obra en el exilio. Los que siguen en España se orientan por diversos caminos que Dámaso Alonso -con fórmulas consagradas- redujo a dos: una poesía arraigada y una poesía desarraigada. Pero hay otras tendencias. Veamos lo más destacable. Poesía arraigada Así llamó Dámaso Alonso a la poesía de aquellos autores que se expresan «con una luminosa y reglada creencia en la organización de la realidad». En su centro hallaríamos a un grupo de poetas que se autodenomina juventud creadora y que se agrupa en torno a la revista Garcilaso, fundada en 1943; de ahí que se les llamara también los garcilasistas. Vuelven sus ojos, en efecto, hacia Garcilaso (cuyo centenario en 1936 había quedado truncado por la guerra) y hacia otros «poetas del Imperio». Han salido de la contienda con un afán optimista de claridad, de perfección, de orden. En puras formas clásicas, encierran una visión del mundo coherente, ordenada y serena (hasta las tristezas se expresan con serenidad y limpidez). Uno de los temas dominantes es un firme sentimiento religioso, junto con temas tradicionales (el amor, el paisaje, las cosas bellas...). A tales características responde la poesía que componen, por aquellos años, *Luis Rosales, *Leopoldo Panero, *Luis Felipe Vivanco, *Dionisio Ridruejo, *José Tendencias de la poesía española desde 1936 8 García Nieto, Rafael Morales, etcétera2 . Algunos de ellos desbordarían más tarde los cauces de ese lirismo «clásico» , ya sea por un giro ideológico (como en el caso de Ridruejo), ya sea por una búsqueda de nuevas formas. De esto último sería ejemplo máximo Luis Rosales, que nos dará en 1949 La casa encendida, conjunto de largos poemas en versículos y de lenguaje personalísimo; un libro redescubierto años después y reconocido como una de las obras más importantes del lirismo español contemporáneo. Poesía desarraigada • La poesía desarraigada quedaría opuesta a la anterior por estas palabras de Dámaso Alonso: «Para otros, el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla. Sí, otros estamos muy lejos de toda armonía y de toda serenidad.» A esta desazón dramática respondió, como sabemos, su libro Hijos de la ira (1944), que preside toda una veta de la creación poética de aquel momento. También en este caso hay una revista que acoge a los poetas de esta tendencia: Espadaña, fundada precisamente en 1944, en León, por *Victoriano Crémer y Eugenio de Nora. Este último, en un poema de aquel año, tras denostar a los poetas que viven en la contemplación de una belleza impasible, exclamaba: ¡No, ya nunca, nunca más, aterido por el claro lunar, por el gentil atardecer o el majestuoso firmamento, olvidará el poeta, rechazará a sus vivos y a sus muertos! Abrió los ojos y vio el mundo terrible de los hombres de carne, sólo eso: dolor frente a la muerte. Estamos, pues, ante una poesía arrebatada, de agrio tono trágico (que, a veces, fue calificada de «tremendista» , como cierta novela de la época); una poesía desazonada que se enfrenta con un mundo deshecho y caótico, invadido por el sufrimiento y por la angustia. La religiosidad también está muy presente en los poetas «desarraigados», pero adopta en ellos el tono de la desesperanza, de la duda, a veces; o se manifiesta en desamparadas invocaciones e imprecaciones a Dios sobre el misterio del dolor humano. Este humanismo dramático, desgarrado, tiene un evidente entronque con la línea existencialista. Tales son los perfiles que adopta, en este momento, la preocupación por el hombre (antes de que desemboque claramente en una «poesía social»). A esta poesía corresponde también un estilo muy distinto al de, por ejemplo, los «garcilasistas»: un estilo bronco, directo, más sencillo e, indudablemente, menos preocupado por los primores estéticos. • En esta línea se incluyen, aparte de los poetas citados, otros como Ángela Figuera, Ramón de Garciasol, José Luis Hidalgo (muerto muy joven), *Carlos Bousoño, Vicente Gaos, Leopoldo de Luis, etcétera; pero destacan especialmente los primeros libros de *Gabriel Celaya y *Blas de Otero (como veremos). Este último resumía por entonces el sentir de aquellos poetas en versos como los siguientes: 2 Recordemos que se señalan con un asterisco los poetas de los que se hallará ficha en el Anexo. Tendencias de la poesía española desde 1936 9 Un mundo como un árbol desgajado. Una generación desarraigada. Unos hombres sin más destino que apuntalar las ruinas... Otras tendencias Añadamos en seguida que el panorama de la poesía de posguerra no se agota con las dos líneas expuestas. Por lo demás, la distinción entre ambas no es absolutamente tajante: pueden hallarse momentos de zozobra en los poetas «arraigados» o momentos de serenidad en algún poeta «desarraigado». Y surgen también en aquellos años autores dificilmente encasillables en dicha dicotomía, si atendemos a sus ricas peculiaridades: pensamos, por ejemplo, en dos grandes poetas como *José Hierro y *José María Valverde. En el primero se dan con el mismo rigor poético momentos de angustias existenciales y momentos de serena aceptación de la vida; el segundo muestra una honda religiosidad que no tiene nada que ver con posturas conformistas (v. detalles en el Anexo). En una posición marginal con respecto a las tendencias señaladas, hay que aludir a un movimiento de posguerra que, olvidado luego, ha vuelto a suscitar interés últimamente. Nos referimos al Postismo, fundado en 1945 por *Carlos Edmundo de Ory (1923), y otros. E1 Postismo (abreviatura de Postsurrealismo) enlaza con la poesía de vanguardia: pretende ser un «surrealismo ibérico», reivindica la libertad expresiva, la imaginación, lo lúdico... Rechaza la angustia existencialista y, frente a la inmediata poesía social, se presentará como una rebeldía subjetiva, aunque no menos antiburguesa. Relacionados con el Postismo se hallan poetas como J. E. Cirlot (1916), Ángel Crespo (1926), Gabino Alejandro Carriedo (1923), etc. Insistimos en que estos poetas, y sobre todo Ory, no hallarían eco hasta los últimos años, gracias al interés que por ellos han sentido los poetas «novísimos» y los nuevos críticos. En semejante posición marginal habría que situar al poeta aragonés Miguel Labordeta (1921-1969), quien, desde 1949 (Violento idílico), cultivó, como solitario, una poesía rebelde, cuyo lenguaje entronca igualmente con el Surrealismo (véase su Obra completa, 1983). También Labordeta ha sido reconocido como precursor por algunos poetas posteriores. Un lugar especial y eminente es el del grupo Cántico de Córdoba, que mantenía en la posguerra el entronque con el «27» y cultivaba una poesía predominantemente intimista y de gran rigor estético, cuya valoración plena no llegaría hasta los años 70. Son sus principales figuras Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente y, sobre todo, *Pablo García Baena. Citemos, en fin, a Gloria Fuertes que, desde aquellos años, ha seguido una línea muy personal, de la que se hallarán buenas muestras en sus Obras incompletas (1975). Y a Carmen Conde, otra voz singular de un intenso vitalismo. Tendencias de la poesía española desde 1936 10 La poesía social Como muy bien sabemos, hacia 1955 se consolida -en todos los géneros- el llamado «realismo social». De esa fecha eran dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de *Blas de Otero y Cantos iberos de *Gabriel Celaya. En ellos, ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial, para situar los problemas humanos en un marco social. (También en esta dirección, los nuevos poetas se hallarán «acompañados» por una figura del «grupo del 27»: Vicente Aleixandre, que, en 1954, daba un giro profundo a su obra -como vimos- con Historia del corazón, centrado en la idea de «solidaridad».) • Obras como las citadas muestran un nuevo concepto de la función de la poesía en el mundo. Partiendo de la «poesía desarraigada», se ha pasado a la «poesía social». Ya Vicente Aleixandre decía: «El poeta es una conciencia puesta en pie hasta el fin.» Para Celaya, «un poeta es, por de pronto, un hombre» y «ningún hombre puede ser neutral». La poesía, por tanto, debe «tomar partido» ante los problemas del mundo que le rodea. El poeta se hace «solidario» de los demás hombres; antepone a las metas estéticas los objetivos más inmediatos «La poesía según Celaya es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo.» Unos versos suyos serán la mejor ilustración a estas ideas: pertenecen al famoso poema titulado —significativamente— «La poesía es un arma cargada de futuro»: Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto para ser y, en tanto somos, dar un «sí» que glorifica. Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, la poesía no puede ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo. Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho. Tendencias de la poesía española desde 1936 11 Un somero comentario de estos versos bastaría para obtener una idea de la tendencia de la que ahora nos ocupamos. Nos limitaremos a señalar esto: ejercicio de la poesía como un acto de solidaridad con los que sufren, abandonando la expresión de los problemas íntimos o «existenciales»; rechazo de los «lujos» esteticistas; repulsa de la «neutralidad» ante las injusticias o conflictos sociales, etc. • Junto a Celaya y Otero, cultivan la poesía social muchos de los que antes se inscribían en la «poesía desarraigada»: *Cremer, Nora, Garciasol, A. Figuera, L. de Luis... • En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España, más obsesivo aún que en los «noventayochistas» y con un enfoque bien distinto (más político). Proliferan, en efecto, títulos de libros o de poemas como éstos: Que trata de España (Otero), Tierras de España (Garciasol), España, pasión de vida (Nora), Dios sobre España (Bousoño), etc. Pudo incluso componerse una copiosa antología titulada El tema de España en la poesía española contemporánea (de José Luis Cano). Bastantes años antes —durante nuestra guerra civil— dos poetas hispanoamericanos nos habían dado títulos semejantes a los citados: España en el corazón (Pablo Neruda) y España, aparta de mí este cáliz (César Vallejo). Se trata de obras que han presidido, sin duda, nuestra poesía social. Y junto a ellas, ya conocemos la influencia decisiva de Antonio Machado y de Miguel Hernández. Dentro de la preocupación general por España y del propósito de un «realismo crítico», se sitúan temas concretos que resultan paralelos a los que vimos en la novela y en el teatro de la misma tendencia: la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor... No hará falta insistir sobre ello. • Tales temas -y las intenciones que los sustentan- explican las notas dominantes en el estilo. Los poetas se dirigen «a la mayoría»: Celaya y Otero, a la cabeza de muchos más, expresan su voluntad de llegar al pueblo. Tal pretensión conduce al empleo de un lenguaje claro, intencionadamente prosaico muchas veces, y a un empleo sistemático del tono coloquial. Celaya habla de «escribir como quien respira». Otero dice: «Escribo como escupo.» Se extrema, así, el alejamiento de los primores estéticos. Es cierto que, por ese camino, muchos caerán en el peligro de una poesía prosaica, en el peor sentido: una poesía banal, por un extraño pudor a «hacer literatura». Pero también es cierto que los grandes poetas acertarán a descubrir los valores poéticos de la lengua de todos los días. En conjunto, de todas formas, la preocupación por los contenidos es evidentemente mayor que el interés por los valores formales o estéticos. ¿Consiguió esta poesía su objetivo de llegar «a la inmensa mayoría»? Piénsese que, por aquellos años -y salvo contadas excepciones-, la tirada de un libro de versos rara vez alcanzaba los mil ejemplares... Por otra parte, ¿estaba «el pueblo» en condiciones de leer poesía? El mismo Celaya, en 1960, confesaba que «aunque uno no lo quisiera, seguía siendo un minoritario». Y Blas de Otero se conformará pronto con sentirse «con la inmensa mayoría», «aunque no me lean». Uno y otro se desengañan -como muchosde que se pueda «transformar el mundo» con libritos de poemas. Haría falta -piensa aquél- que la poesía pasara por el altavoz o por el disco para que conquistara amplia audiencia. Tal vez es lo que, años más tarde, conseguirán ciertos cantantes y «cantautores» , como se dirá. Tendencias de la poesía española desde 1936 12 Por lo demás, el cansancio de la poesía social no tardó en llegar, y, como sucedió en otros géneros, ello se irá acentuando en la década de los años 60. De la poesía social a una nueva poética (los años 60) • Ya durante los años de auge del realismo social, se observaban otras corrientes poéticas. Poetas ya citados como José Hierro (1922-2002) o José María Valverde (1926- 1996), aunque presenten a veces acentos sociales, no pueden encasillarse tampoco en aquella tendencia, por la amplitud de sus temas y enfoques. • Aunque la poesía social se prolonga en los años 60, ya en la década de los 50 comienzan a aparecer poetas nuevos que representarán pronto su superación (aunque algunos de ellos aún tengan acentos sociales en sus comienzos). Los nombres que se harán más notorios son, tal vez, los de *Angel González (nacido en 1925), *Jaime Gil de Biedma (1929-1990), *José Ángel Valente (1929-2000), *Francisco Brines (1932), *Claudio Rodríguez (1934-1999)... Estos y otros (Carlos Barral, Caballero Bonald, J. A. Goytisolo, A. Costafreda, A. Gamoneda, Carlos Sahagún, Eladio Cabañero, J. Benito de Lucas, etc.) han sido recogidos en ciertas antoloías bajo el rótulo de grupo poético (o promoción) de los años 50. Tal denominación parece poco acertada. Insistimos: si bien comienzan a escribir en los 50 -como hemos dicho-, su poesía marcará, sobre todo, la década siguiente, en que tales autores alcanzan su plena madurez creadora, coincidente con el agotamiento del realismo social. • Aunque no puede decirse que estos poetas formen «grupo», es indudable que presentan no pocos rasgos comunes, indicio de que la poesía se orienta por nuevos derroteros. Hay en ellos (según Batlló) una preocupación fundamental por el hombre que, en parte, enlaza con el «humanismo existencial» (García Hortelano); pero huyen de todo tratamiento patético. Dan frecuentes muestras de inconformismo frente al mundo en que viven, pero cierto escepticismo les aleja de la poesía social, si bien se ha señalado en algunos de ellos un «realismo crítico». Fundamentalmente, como ha dicho Gimferrer, «lo propio de estos poetas no es tanto el realismo histórico como la creación y consolidación de una poesía de la experiencia personal». Y, en efecto, la expresión poesía de la experiencia sirve, a veces, de rótulo para esta corriente. • De acuerdo con ello, su temática se caracteriza, en buena parte, por un retorno a lo íntimo: el fluir del tiempo, la evocación nostálgica de la infancia, lo familiar, el amor y el erotismo, la amistad, el marco cotidiano, etc., son temas tratados con especial insistencia. En la atención por lo cotidiano pueden surgir quejas, protestas o ironías, que revelan el citado inconformismo de estos poetas. Pero, otras veces, se desemboca en cierto escepticismo dolorido, en una conciencia de aislamiento, de soledad. • En el estilo es muy visible un voluntario alejamiento de los modos expresivos de las tendencias precedentes. Se rechaza por igual el patetismo de la «poesía desarraigada» (pese al frecuente sentimiento de desarraigo de estos poetas) y el habitual prosaísmo de tantos poetas sociales. Si muchos siguen fieles a un estilo conversacional, «hablado», antirretórico, ello no debe ocultar una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra. En efecto, es evidente que ha aparecido un mayor rigor en el trabajo poético. Junto a ello, cada poeta se propone la búsqueda de un lenguaje personal, nuevo, más sólido. Sin embargo, no les tientan las experiencias vanguardistas: se quedan en un tono cálido, cordial, contrapesado -esto es especialmente destacable- Tendencias de la poesía española desde 1936 13 por un frecuente empleo de la ironía, una ironía triste, reveladora de ese escepticismo y ese desvalimiento que ya hemos mencionado. En cualquier caso, con estos poetas renace el interés por los valores estéticos y por las posibilidades del lenguaje. Los novísimos En 1970 se publica una antología de amplia repercusión, titulada Nueve novísimos poetas españoles. En ella el crítico J. M. Castellet reúne a los siguientes autores, nacidos entre 1939 y 1948: M. Vázquez Montalbán, Martínez Sarrión, J. M. Álvarez, Féliz de Azúa, *Pedro Gimferrer, V. Molina-Foix, *Guillermo Carnero, Ana M. Moix y Leopoldo María Panero. • Estos poetas no cubren, desde luego, todo el horizonte poético del momento (luego añadiremos otras líneas y otros nombres) pero resultan muy representativos de una nueva sensibilidad, dentro de la llamada generación del 68. Son poetas nacidos después de la guerra y han recibido «una nueva educación sentimental» en la que, junto a una formación tradicional y estrecha, tuvieron un papel importante ciertos «tebeos», el cine, los discos, la televisión..., pero también tuvieron acceso a libros antes difíciles de encontrar y sus frecuentes viajes al extranjero los ponen en contacto con nuevas tendencias culturales. La actriz Marilyn Monroe forma parte de la “mitología” juvenil de los novísimos Su bagaje cultural y literario es amplio, y sus referencias resultan significativas: poetas hispanoamericanos como Vallejo u Octavio Paz, algunos poetas del 27 -sobre todo Cernuda y Aleixandre- y otros poetas posteriores que, al margen de la poesía social, ya habían intentado renovar el lenguaje poético (el grupo Cántico, los postistas, Gil de Biedma, Valente...), a los que había que añadir ciertos poetas extranjeros (ingleses, franceses, griegos...). Pero no es menos importante la inspiración que encuentran en el cine, la música y la canción (jazz, folk, rock...), los «comics», etcétera; de todo ello hay abundantes referencias en sus poemas. Tendencias de la poesía española desde 1936 14 En la temática encontramos lo «personal» (la infancia, el amor o el erotismo, etc.) junto a lo «público» (la guerra del Vietnam, la sociedad de consumo...). Al lado de tonos graves -ecos de un íntimo malestar- aparece una provocadora e insolente frivolidad: Marilyn Monroe (la actriz forma parte de la «mitología» juvenil de los novísimos.) se codea con Che Guevara, y Carlos Marx con Groucho Marx. Frente a la sociedad de consumo, son sarcásticos y corrosivos. Sin embargo, muestran su «escepticismo sobre las posibilidades que tiene la poesía de cambiar el mundo» (F. de Azúa). En lo personal y lo político, son inconformistas y disidentes; pero, como poetas, persiguen metas estéticas. • Es el estilo, en efecto, lo que les importa ante todo. «Poetizar -dice G. Carnero- es ante todo un problema de estilo. Un estilo efectivo da carta de naturaleza a cualquier motivo sobre el que se ejercite. La recíproca es una barbaridad.» La renovación del lenguaje poético es, pues, objetivo principal; y junto a otros modelos (algunos ya mencionados), ven en el surrealismo, en especial, una lección vigente de ruptura con la «lógica» de un mundo absurdo. Por ello, y por la audacia de ciertas experiencias, puede decirse que nos hallamos ante un nuevo vanguardismo, paralelo de las corrientes experimentales que vimos en otros géneros. [*Está claro, en cierto sentido, que el auge y entrada de la postmodernidad, o mejor aún, de la “ideología posmoderna” (cf. Fredric Jameson; Perry Anderson; Linda Hutcheon; Slavoj Žižek), se relaciona con esta nueva “vanguardia”: no hay diferencia entre Alta Cultura y cultura popular (pop), el collage —e incluso a veces el pastiche— son técnicas fundamentales; ironía existencialista (existencialismo con rescate), escepticismo frente a la política, frente a las ideas, frente a los Grandes Relatos (cf. Lyotard); omnipresencia del consumismo y de la sociedad de las superficies (cf. Guy Debord: “sociedad del espectáculo”; Jean Baudrillard, America), etc. Curiosamente, los novísimos se refugian en una estetización de la realidad, una especie de “sujeto singular”, frente al hecho decisivo en el capitalismo tardío: todo es cultura, todo vale, porque todo es intercambiable en el mercado. El artista se protege refugiándose a un esteticismo intemporal, un culturalismo elitista aunque escéptico.] Una manifestación particular de la experimentación poética es la llamada poesía visual (o “espacial”) que, junto a la palabra, y a veces prescindiendo de ella, utiliza lo pictórico, el «collage», la tipografía, etc. La ilustración, de Jesús Antonio Rojas, parece apuntar a una pura y «abstracta» belleza, basada en la tipografía y el diseño. Tendencias de la poesía española desde 1936 15 La poesía desde 1970 Los «novísimos» destacaron en el horizonte a comienzos de los 70 y crearon escuela, durante unos años, pero citemos a otros poetas no incluidos en aquella antología y que se dieron a conocer a la vez o después. Nacidos entre 1935 y 1950: *Félix Grande, Ángel García López, Jesús Munárriz (fundador de la importante revista Hiperión), *José Miguel Ullán, *Antonio Carvajal, *Antonio Colinas, Jenaro Talens, Alfonso López Gradolí, César Simón, José Luis Jover, Clara Janés, Pureza Canelo... Nacidos después de 1950: Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Jaime Siles, Andrés Trapiello, César Antonio Molina, J. L. García Martín, Julio Llamazares, Fernando Beltrán, Miguel Galanes, Blanca Andreu, Sánchez Robayna, Julia Castillo, Luis Martínez de Merlo, Ana Rossetti, M. Carmen Pallarés, Justo Navarro, Luis García Montero, Felipe Benítez, Leopoldo Alas, Juana Castro, Fanny Rubio, Luisa Castro... • La lista que precede es larga y, sin embargo, muy incompleta. La poesía de estos años es rica en cantidad y calidad. Y no es posible reducirla a esquema. Destacaremos sólo algunas de las líneas más señaladas por la crítica: —Ante todo, las tendencias ejemplificadas por los «novísimos» aparecen en algunos de los autores citados (por ejemplo, la veta surrealista; y son diversas las líneas de tipo vanguardista o experimental: Ullán, Carnero...). —Abunda cierto refinamiento que mereció el apelativo de “veneciano” y que arrancaría de ciertos versos de Gimferrer. Muy vecina es cierta línea «decadentista» y esteticista que podría llamarse “neomodernista” (con su doble faceta parnasiana y simbolista). —Culturalismo es el nombre que ha recibido una corriente importante: es una poesía que se inspira en la poesía (o en el arte y en las más diversas raíces o manifestaciones culturales). Sus cultivadores son abundantes: destaquemos a Colinas. —Hay una línea clasicista, sobre todo en poetas de sólida formación grecolatina (L. A. de Cuenca, Siles...), que se combina en algún caso (Villena) con la influencia del poeta griego moderno Cavafis. —Y hay una linea de barroquismo (presidida por A. Carvajal) que tiene sus raíces en la poesía del siglo xvii, especialmente andaluza. Naturalmente, estas tendencias son compartidas en distintas proporciones por los poetas citados, pero no podemos entrar aquí en los casos particulares. • Añadamos, en fin, que los poetas más jóvenes, los que se dan a conocer a finales de los 70 ó ya en los 80, continúan, en parte, las líneas apuntadas, pero parecen distanciarse de los aspectos más característicos de los «novísimos» y alejarse del vanguardismo más estridente (proceso paralelo al de la novela o el teatro). En cambio, se observa un mayor interés por la expresión de la intimidad y por las formas tradicionales. Pero estas observaciones son muy parciales y muy provisionales. Al referirse a la poesía de los últimos años, como sucedía al hablar de la novela, los críticos suelen insistir en la diversidad de caminos, en el carácter individualista de las trayectorias, en la inexistencia o escaso eco de «consignas». Cierto es que la proliferación de poetas es inusitada (las Tendencias de la poesía española desde 1936 16 más recientes antologías citan unos 300 nombres surgidos en las dos últimas décadas); en tales circunstancias vale el tópico de que «los árboles nos impiden ver el bosque». Javier Egea Luis García Montero Ángeles Mora ___________________________ CUESTIONES Como dijimos, y al igual que otras lecciones semejantes, ésta va seguida de un Anexo con notas sobre algunos autores, en lugar de documentos y textos. Proponemos ahora unas cuestiones de síntesis sobre lo estudiado en las páginas precedentes. a) Notas dominantes en la poesía española del exilio. b) Evolución de Miguel Hernández y su situación en la historia de la poesía española contemporánea. (Nota: Sugerimos —claro— que, previamente, se dedique una sesión a la lectura de poemas de Miguel Hernández.) c) El desarrollo de la poesía española desde la guerra, comparado con el de otros géneros ya estudiados. d) Hombre y sociedad en la poesía actual. e) Las distintas concepciones del lenguaje poético durante los últimos cuarenta años. Tendencias de la poesía española desde 1936 17 ANEXO[elaborado hace unos 15 años; téngase en cuenta para las fechas…] Hemos subrayado el elevadísimo número de poetas que han destacado desde la guerra civil hasta hoy. Se comprenderá que los que a continuación figuran (apenas treinta) sean sólo unos hitos especialmente representativos escogidos con fines didácticos. Por lo demás, remitimos las antologías y estudios citados al frente de este capítulo, donde se hallarán muchos otros autores que merecen ser conocidos. En el apartado I se recogen poetas españoles en España; en el II, poetas que desarrollan su obra o buena parte de ella en el exilio. En ambas secciones, los autores aparecen por orden alfabético. I. POETAS EN ESPAÑA (1939-...) Ángel González Gil de Biedma Blas de Otero Tendencias de la poesía española desde 1936 18 BOUSOÑO, CARLOS Boal (Asturias), 1923. Además de poeta, es profesor y crítico, con libros importantes sobre La poesía de Vicente Aleixandre o Teoría de la expresión poética... Como lírico, cultiva una temática variada, en la que alternan tonos existenciales e íntimos con algunas incursiones en el tema de España, pero siempre dentro de una línea muy personal. Ha publicado, entre otros libros, Primavera de la muerte (1946), Noche del sentido (1957), Invasión de la realidad (1962), Oda en la ceniza (1967)... Tras años de silencio poético, Bousoño nos ha dado en 1988 el libro Metáfora del desafuero, definitiva muestra de su hondura. BRINES, FRANCISCO Oliva (Valencia), 1932. Ha recibido los premios Adonais y de la Crítica. En Selección propia (1984) ha recogido su obra hasta la fecha. De su obra posterior destaca el bellísimo libro El otoño de las rosas (1986). En conjunto, la de Brines es una poesía honda, meditativa, en torno a los más graves problemas humanos (el amor, el tiempo, la muerte) o a realidades cercanas de su tierra. Tono predominantemente elegíaco, con imágenes muy personales. CARNERO, GUILLERMO Valencia, 1947. Su obra, de singulares calidades, responde —como la de otros compañeros de promoción— a la seducción de lo renacentista, de lo romántico, de lo modernista, compatible con la veta de Surrealismo. Todo ello recubre un desencanto existencial muy del momento. Es destacable su preocupación por el lenguaje: la poesía, para él, debe «conservar y acrecentar los Fuegos Sagrados de la Lengua», contra su empobrecimiento, contra «el furioso atrevimiento de los corruptores» (dicho con palabras de Forner, citadas por él). Ha publicado Dibujo de la muerte (1967), Libro de horas (1967), Barcelona, mon Amour (1969)... En 1979 recopiló lo esencial de su obra con el título de Ensayo de una teoría de la visión. Su evolución ha ido hacia una reflexión cada vez más rigurosa del fenómeno poético (Carnero es, además, profesor de Filología). CARVAJAL, ANTONIO Albolote (Granada), 1943. Se dio a conocer en 1968 con Tigres en el jardín. En 1983 recogió toda su obra con el título de Extravagante jerarquía, a la que se han añadido ya otros títulos (El viento en los jazmines, De un capricho celeste...). Entronca con la tradición barroca de la poesía granadina del xvii por el refinamimento de su estilo y el virtuosismo con que cultiva las más complejas formas métricas, cosas compatibles con su aguda sensibilidad, muy de nuestro tiempo. Pero es su maestría lo que admira ante todo: acaso nadie le supera hoy en ese terreno. CELAYA, GABRIEL Hernani (Guipúzcoa), 1911-1991. Vivió en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, junto a García Lorca y otros poetas y artistas de preguerra. Su primer libro, Marea del silencio, es de 1935. Tras la guerra, está varios años sin publicar nada. Luego, su obra crecerá abundante. Su trayectoria es muy variada. Al principio, es un continuador del Surrealismo (La soledad cerrada y Movimientos elementales, ambos publicados en 1947, aunque escritos antes). Pasa por una fase deliberadamente prosaica y de temática existencial (Tranquilamente hablando, 1947). Durante una larga etapa se convertirá en el primer adalid de la «poesía social», con libros como Las cartas boca arriba (1951), Cantos íberos (1955), Episodios nacionales (1962), y otros. En la lección hemos visto muestras de sus ideas poéticas en esta línea. Posteriormente, ha abandonado aquella tendencia para hacer incursiones en una poesía experimental (Campos semánticos, 1971). Celaya es, en suma, un poeta multiforme y rico: un excelente muestrario de toda su producción puede verse en la antología titulada Itinerario poético (Eds. Cátedra). COLINAS, ANTONIO Tendencias de la poesía española desde 1936 19 La Bañeza (León), 1948. Se inicia en un personal neorromanticismo intimista (Preludios a una noche total, 1969), para pasar a una poesía «culturalista» visible ya en Truenos y flautas para un templo (1972) y que da su fruto más característico con Sepulcro en Tarquinia (1975). Había vivido varios años en Italia y canta en este libro algunos de sus lugares cargados de arte y de historia, de belleza. Junto a un admirable sentido de la musicalidad (en endecasílabos, alejandrinos libres, etcétera), sus poemas se caracterizan por su fina ornamentación y por las resonancias simbólicas y misteriosas. En sus libros posteriores ha ganado en acendramiento, autenticidad y hondura (Astrolabio, Noches más allá de la noche, Jardín de Orfeo). Es, sin duda, una de las máximas figuras del momento. CRÉMER, VICTORIANO Burgos, 1908. Tipógrafo. En 1944, funda en León con Eugenio de Nora y otros la revista «Espadaña», bastión —como sabemos— de la «poesía desarraigada». La misma poesía de Crémer se define por su tono exasperado de elegía o de protesta, y por su potente lenguaje que no desdeña los desgarros vulgares. Publica, entre otros libros, Caminos de mi sangre (1946). La espada y la pared (1919), Nuevos cantos de vida y esperanza (1952), etc. En 1984 aparece su Poesía completa. GARCÍA BAENA, PABLO Córdoba, 1923. Fundador de la revista Cántico (1947), que ha dado nombre a un grupo poético. Defendió, en la posguerra posturas intimistas y esteticistas que entroncaban con aspectos del «27». Ha sido decisivamente revalorizado en los últimos años y ha alcanzado su cima con Antes que el tiempo acabe (1978). Sus Poesías cornpletas se publican en 1982. Ha obtenido el Premio Príncipe de Asturias 1984. Sus rasgos más acusados, junto a la perfección formal, son el canto al goce de la vida y al amor, cuyo reverso inevitable es el tono elegíaco ante el paso del tiempo y la muerte. GARCÍA NIETO. JOSÉ Oviedo, 1914. Fundamental como animador de empresas poéticas: él fue quien acaudilló a la «juventud creadora» en torno a la revista «Garcilaso», por él fundada en 1943. Su poesía «arraigada» y serena, pese a zozobras, posee limpios tonos clásicos, equilibrio, perfección formal, dentro de los metros tradicionales. Entre sus abundantes libros cabe citar Víspera de ti (1940), Tú y yo sobre la tierra (1944), Sonetos por mi hija (1953), Geografía es amor (1961), La hora undécima (1963), Hablando solo (1969)... GIL DE BIEDMA, JOSÉ Barcelona, 1929-1990. Es, en cierto modo, el cronista desencantado y amargo de una vida burguesa, evocada con ironía, pero no sin nostalgia. El mundo de la infancia y de la adolescencia le han inspirado poemas muy hermosos. Su lenguaje es profundamente antirretórico, pero pocos han sabido imprimir al tono coloquial unas modulaciones tan cargadas de velada emoción. Ha escrito Compañeros de viaje (1959), Moralidades (1966), Poemas póstumos (1968), y otros, recogidos todos con el título de Las personas del verbo (1975 y 1982). GIMFERRER, PEDRO Barcelona, 1945. Por su precoz aparición, por su maestría y por los elementos que componen su mundo poético, pasó a ser figura presidencial de los «novísimos». Con singular intuición poética, combina en sus versos tonos románticos y modernísimos (él mismo reconoce la huella del Surrealismo). Su honda sensibilidad se alía con un excepcional sentido del lenguaje, lo que le permite concentrar en el poema tanta riqueza sensorial como emotiva o cerebral. Tras un libro primerizo, Mensaje del Tetrarca (1963), compone Arde el mar (1966) y La muerte en Beverly Hills (1968), ambos recogidos en el volumen Poesías 1964-1969. Desde entonces escribe su poesía en catalán (hay una edición bilingüe: Poesía 1970-1977). En 1985 es elegido miembro de la Real Academia Española. Tendencias de la poesía española desde 1936 20 GONZÁLEZ, ÁNGEL Oviedo, 1925. Representa, junto a otros poetas, el paso de la poesía social a nuevos tonos. Su abierta denuncia se irá cargando de ironía, sobre todo en el tratamiento de lo cotidiano. Reaparece lo íntimo y lo amoroso. Su lenguaje se hace más sutil, aun cuando conserva el tono conversacional. Entre otros libros, ha publicado Sin esperanza, con convencimiento (1961), Tratado de urbanismo (1967), Procedimientos narrativos (1972), etc. Con el título de Palabra sobre palabra (1972) recogió sus poesías completas hasta esa fecha. El libro Poemas (1980) es una antología de su obra. GRANDE, FÉLIX Mérida, 1937. Encabeza, por edad, a los poetas que, a finales de los años 60, se proponían ir más lejos en la búsqueda de un nuevo lenguaje. A su rebeldía, a su inconformismo, responde una magna violencia expresiva, hecha de potentes imágenes (en que es visible la nueva vigencia del Surrealismo) y de desgarrones coloquiales, así como el ritmo abrupto e intenso de sus largos versículos. Es autor de Las piedras (1964), Música amenazada (1966), Błanco Spirituals (1967), Biografía (1971, en que recoge su producción anterior), Años (1975), Las Rubayatas de Horacio Martín (1978)... HIERRO, JOSE Madrid, 1922. Pasa su infancia y juventud en Santander, donde forma parte det grupo poético de la revista «Proel». En 1947 publica sus dos primeros libros: Tierra sin nosotros y Alegría, impresionantes por la expresión de amarguras juveniles y por la intensa búsqueda de una dicha no lograda. El dolor existencial hinche sus libros siguientes, de voz plenamente madura: Con las piedras, con el viento (1950) y Quinta del 42 (1952). A partir de este año se abre al dolor de los demás y escribe poemas que lindan con la poesía social; pero ni su temática se restringe a dicha línea, ni disminuye su exigencia estética, que da a la lengua poética de José Hierro una densidad y una riqueza poco comunes Así se manifiesta en Cuanto sé de mí (1959) y en otros libros. Con este último título recogió en 1974 su obra hasta entonces. En 1991 ha publicado Agenda, que confirma su puesto eminente dentro de nuestra lírica actual. ORY, CARLOS EDMUNDO DE Cádiz, 1923-2002. Vive fuera de España desde 1955. Como sabemos, es una figura de excepción en el panorama de posguerra, por su elección de una exigente línea vanguardista (en la lección hablamos de su fundación del «Postismo» en 1945). Y ha seguido en esa dirección experimental, animando movimientos como el «Intrarrealismo» (creado en 1951) o el «Taller de Poesía Abierta» (fundado en Francia en 1968). Ory arrancó del Surrealismo y ha llegado a la «poesía visual», con originales collages, pasando por otras etapas de permanente búsqueda. La mayor parte de su obra se hallaba dispersa por revistas o permanecía inédita, hasta que, en fechas recientes, ha suscitado el mayor interés. Ello ha motivado la publicación de varias antologías, algunas copiosas como Poesía 1945-1969 (preparada por Félix Grande) o Metanoia (dispuesta por R. de Cózar). OTERO, BLAS de 1916-1979. Nació en Bilbao y estudió en los jesuitas. Vivió en Barcelona, París y Bilbao. En su primera obra, Cántico espiritual (1942), marcada por una gran religiosidad, se perciben las influencias de la mística española, en especial de los poetas san Juan de la Cruz y fray Luis de León. Mantiene esta tendencia religiosa en sus libros siguientes, Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), que en 1958 refundiría en Ancia, palabra formada por la primera sílaba del primero y la última del segundo. Aquí Otero expresa su vacío interior ante la desolación del mundo y lanza súplicas a Dios sin obtener respuesta. Está entrando en un nihilismo existencialista sobre la realidad humana que le hace exclamar: “Esto es ser hombre: horror a manos llenas”. En esta angustia su poesía se hace social y cambia de registro abandonando la metafísica anterior en Pido la paz y la palabra (1955) y En castellano (1960), donde ahora es la lucha social, real, concreta, la que le interesa, escribiendo una poesía para la inmensa mayoría —Con la inmensa mayoría Tendencias de la poesía española desde 1936 21 (1960), Hacia la inmensa mayoría (1962)—, en respuesta a la propuesta de Juan Ramón Jiménez que decía escribir para la “inmensa minoría”. Su poesía se carga de fe en la solidaridad humana y sus versos se tiñen de violencia en una lucha con España como interlocutora y que le despierta sentimientos encontrados. Otras obras de estas características son Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964) y Expresión y reunión (1969 y 1981), ediciones de sus obras escritas y publicadas entre 1941 y 1968. La obra de Blas de Otero no es muy numerosa pero ha sido uno de los máximos exponentes de la literatura de posguerra y a la que muchos poetas posteriores le son deudores, por su lirismo y compromiso social. PANERO, LEOPOLDO Astorga (León), 1909-1962. Inserta asimismo en la «poesía arraigada», su producción se apega a sus tierras, a su familia, a Dios (cantado, a veces, con tonos unamunianos, aunque no por problemas de fe). Sencillez, ternura, temblor lírico caracterizan sus versos de gran perfección formal, tanto en los metros clásicos como en los versos libres. En su obra, no muy extensa, destacan títulos como La estancia vacía (1945) o, sobre todo, Escrito a cada instante (1949). En 1963 aparece la recopilación Poesía, 1932-1962. Su Obra compłeta es recogida en 1972. RIDRUEJO, DIONISIO De Burgo de Osma (Soria), 1912-1975. Fue falangista en su juventud, y fundador —con Laín Entralgo— de la revista «Escorial». En 1942 renunció a todos sus cargos y, desde 1951, pasó a la oposición al régimen. Su temática es muy diversa: confesiones espirituales, amor, paisaje, política, amistad, religiosidad, muerte... Utiliza preferentemente las estrofas tradicionales y su poesía se caracteriza por su sobriedad formal, por una sabia contención muy castellana. Se había dado a conocer antes de la guerra (Plural, 1935). Escribe luego libros como Sonetos a la piedra (1943), Elegías (1948) y otros que se recogerán en el volumen titulado Hasta la fecha (1961). Han seguido otros como Casi en prosa (1972) o En breve (1975). Tras su muerte apareció un volumen antológico de su obra, Poesía (Alianza Editorial). RODRÍGUEZ, CLAUDIO Zamora, 1934. Muere en 1999. Aún no había cumplido los veinte años cuando obtuvo el Premio Adonais por Don de la ebriedad. Era un libro que chocó fuertemente con la poesía usual por entonces (1953): hondura intimista y sobriedad en el canto a su tierra eran -y siguen siendo- sus notas predominantes. Su estilo está hecho de concentración y fervor contenido, a lo que se añade la insuperable musicalidad de sus endecasílabos. Títulos posteriores son Conjuros (1958), Alianza y condena (1965), Poesía 1953-1966 (1971) y El vuelo de la celebración (1976), este último con mayor libertad métrica. Ha recogido todas estas obras en el volumen titulado Desde mis poemas, al que se añade, en 1991, Casi una leyenda, otro libro admirable. ROSALES, LUIS Granada, 1910. Muere en 1992. Se dio a conocer en 1935 con su libro Abril, que se convertiría en modelo para el clasicismo de la «juventud creadora». Fue secretario de la revista «Escorial», fundada tras la guerra por Laín Entralgo y llevada por un grupo de intelectuales falangistas de talante abierto. Su temática intimista y religiosa hacen de él uno de los máximos representantes de la «poesía arraigada». Su perfección formal, su elegancia y su inquietud estética lo alzan a uno de los máximos puestos de la poesía contemporánea, sobre todo gracias a su libro La casa encendida (1949), espléndida serie de poemas en versículos. Ha publicado luego Rimas (1951), El contenido del corazón (1969), Nuevas Rimas(1970), La carta entera (tetralogía iniciada en 1982), entre otros. Rosales es, además, uno de nuestros mejores conocedores de la literatura del Siglo de Oro, a la que ha dedicado libros tan importantes como Cervantes y la libertad. Es Premio Cervantes 1982. ULLÁN, JOSÉ MIGUEL Salmantino (1944). Sus primeros libros mezclan lo íntimo y lo social (así, Un humano poder, 1966), pero a Tendencias de la poesía española desde 1936 22 partir de 1970 se orienta hacia un,experimentalismo sabio y audaz, que va de la imagen surrealista al «collage». Citemos obras como Mortaja (1970), Cierra los ojos y abre la boca (1970), Maniluvios (1975), Alarma (1976), Soldadesca (1979), Manchas nombradas (1985)... VALENTE, JOSÉ ANGEL Orense, 1929. Muerto en el 2000. Es un poeta cuya talla ha ido creciendo con los años, hasta situarse en una primerísima línea. Su lírica parte de realidades inmediatas o de experiencias interiores; pero lo importante, en él, más aún que la considerable hondura existencial de sus versos, es el sumo rigor con que trabaja la palabra poética hasta dejarla cargada de resonancias, de perfiles exactos y de poder comunicador. Cosechó ya importantes premios con sus dos primeros libros, A modo de esperanza (1955) y Poemas a Lázaro (1960); confirmó su valía con otros libros: La memoria y los signos (1966), El inocente (1970), etc. Punto cero (1972) es una antología de su obra, con otros poemas nuevos. Ha publicado después Interior con figuras (1976), Estancias (1980), Mandorla (1982)... VALVERDE, JOSÉ MARÍA Valencia de Alcántara (Cáceres), 1926. Muerto en 1996. Catedrático de Estética de la Universidad de Barcelona e importante crítico. Su obra poética comienza tempranamente (Hombre de Dios, 1945). A partir de entonces, y aunque su temática es variada, Valverde destaca, sin duda, como nuestro máximo poeta cristiano actual. Pero, además, y junto a su profundidad de contenido, es admirable por el rigor de su lenguaje poético. Citemos títulos suyos como La espera (1949), Versos del domingo (1954), La conquista de este mundo (1960), etc., que -junto con otros- pueden verse reunidos en el volumen Enseñanzas de la edad (1971). VIVANCO, LUIS FELIPE San Lorenzo de E1 Escorial, 1907-1975. Antes de la guerra había publicado Cantos de primavera (1936). Después se inserta en la línea de «poesía arraigada». Junto a la inspiración religiosa, domina en él el canto a la naturaleza y al mundo familiar. Poesía de honda austeridad formal, sencilla y entrañable. Citemos títulos como Tiempo de dolor (1940), Continuación de la vida (1949), El descampado (1957), tal vez su mejor libro, etc. Los caminos (1974) reúne buena parte de su obra poética. Tendencias de la poesía española desde 1936 23 II. POETAS DEL EXILIO GIL ALBERT, JUAN Sólo en parte se inserta en la literatura del exilio. Nació en Alcoy (Alicante) en 1904; muere en 1994, fue figura destacada de la revista «Hora de España» (tal vez la revista cultural más importante de la España republicana durante la guerra). Sus primeros libros son de 1936: (Misteriosa presencia y Candente horror). Fuera de España apareció Las ilusiones, con los poemas de El convaleciente (1944). Y si bien regresó a su tierra en 1947, vivió retirado (como en un «exilio interior»), por lo que apenas fue conocida su obra hasta que en 1972 publica una antología poética con el título de Fuentes de la constancia. Desde entonces, la estimación por la lírica de Gil Albert no ha cesado de crecer, y hoy hemos de considerarlo como uno de nuestros máximos poetas de posguerra. Su obra se resiste a cualquier intento de encasillarla: es personalísima. La define una lengua poética sobria, ceñida, de hondas resonancias, al servicio de un constante buceo en el mundo interior o en la realidad. Es una «poesía metafísica» (y La metafísica se titula un libro suyo, de 1974). En suma, un gran poeta felizmente recobrado. HERRERA PETERE, JOSÉ 1910-1977. Comenzó adscrito al surrealismo, que abandonó para componer una poesía de combate (Guerra viva, 1938). Siguió dentro de un lenguaje directo y un enfoque realista, con Rimado de Madrid (1946). En Suiza, donde residió, publicó varios libros en español y en francés: Del Arve a Toledo (1955), Hacia el sur se fue el domingo (1956), etc. Su último libro es Cenizas (1975). Gradualmente, el poeta volvió a un lenguaje surrealista, magistral, cuya intensa palpitación humana radica en que la inspiración arranca siempre de recuerdos o realidades concretas. Ello hace de Herrera Petere un poeta siempre nuevo, que merecería ser más conocido entre nosotros. QUIROGA PLA, JOSÉ MARÍA 1902-1955. Tras militar en la Resistencia francesa, comienza su carrera poética en 1946 con Morir al día, libro que es muestra del tono amargo de los comienzos del exilio. Su tono se hace más contenido en La realidad reflejada (1955) y en Valses de la memoria. Junto a los recuerdos de España, Quiroga da muestras de una hondura humanísima y destaca como poeta amoroso. Debe señalarse su maestría en el cultivo del soneto. REJANO, JUAN 1903-1976. Vivió en París y en Méjico. Es poeta importante y de obra copiosa. En Fidelidad del sueño (1943) y El Genil y los olivos (1944), alternan formas clásicas y formas populares. Más tarde, en el Libro de los homenajes (1961) recogió parte de su producción. Son posteriores El jazmín y la llama (1966) y La tarde (1976). Hay una antología de su obra con el título de La mirada del hombre (1988). España, la solidaridad humana, el amor y la muerte son sus grandes campos temáticos, abordados con dolor o con esperanza, y desarrollados con una lengua poética de notable madurez. SERRANO PLAJA, ARTURO Nacido en 1909, ha vivido en Francia y en diversos países americanos. Antes de la guerra había publicado un par de libros y, en plena contienda, El hombre y su trabajo (1938), libro de tema social y de enfoque revolucionario. En la misma línea está, en buena parte, Versos de guerra y paz (1945). No dejará de hablar de España con angustia; pero, en los años siguientes, se abre hacia una poesia existencial, de la que es muestra Galope de la suerte (1958), libro estremecedor. Su libro La mano de Dios pasa por este perro (1965) se publica ya en España: es un conjunto de poemas de insuperable hondura religiosa. En 1982 aparece una antología suya con el título de Los átomos oscuros. Serrano Plaja cultiva el verso libre, los versículos largos y la prosa poética, con una personal y admirable utilización del lenguaje coloquial.