Tereza Šandová, UČO: 437808 SJIIA117: Historia de la literatura española del siglo XX II Comentario (Referát) Tiempo de silencio de Luís Martin-Santos Estamos ante la novela Tiempo de silencio de Luís Martin-Santos, publicada en 1962 (Pardo, pág. 2) que, según el prólogo de Jesús Pardo, «inauguró un nuevo ciclo en la novela española de la posguerra» (pág. 2). El autor sitúa la trama de su libro en Madrid en la última decada de los años cuarenta del siglo XX. Al lector se presenta una visión oscura de condiciones de vida miserables despúes de la Guerra Civil, bajo el dominio de Franco. Se trata de una época de crisis económica y social caracterizada por una verdadera pobreza, hambre, injusticias y violencia «que es lo que suele esconderse tras el silencio forzado por una situación dictatorial» (Pardo, pág. 2). El título y la intención de la novela, entonces, se basa precisamente en esta idea: el autor critica el miedo y el silencio de la sociedad española de la época, como el impacto de la dura represión franquista. La escasez y el miedo eran los puntales de aquella sociedad en su mayor parte, pues solo los adictos al régimen, y no todos, podían disfrutar entonces del tipo de respiro que pueden ofrecer los sistemas políticos cerrados, basado en la recomendación y el privilegio. Todo esto se palpa en la novela, en la que la vida de burdel y de café tiene un papel importante, como reflejo exacto de la realidad. (Pardo, pág. 3) La historia se narra desde la tercera persona omniscente, el hecho que permite al narrador «saber lo todo» y juzgar todas las acciones de los personajes, saber sus pensamientos, sentimientos, sensaciones, etc. La obra tiene en total 190 páginas[1], y apesar de la falta de capítulos, la trama de la novela sigue una secuencia cronológica y puede dividirse en las tres siguientes modalidades: introducción, desarrollo y desenlace. En la parte de la introducción descubrimos la realidad del protagonista don Pedro, un joven médico que consagra su vida a la ciencia. Su investigación científica la realiza a ratones, traídos de América, con el objetivo de determinar la causa de cáncer, él mismo médico explica: «..sólo intento demostrar si en la herencia de las cepas de ratones cancerígenos hay una transmisión dominante o si influyen más los factores ambientales. En realidad no es muy original. Ya hay unos americanos que lo han estudiado antes que yo pero...» (pág. 98). La mano derecha y el ayudante de laboratorio de Pedro se llama Amador, aúnque por el comportamiento y los modales parece estar menos dotado de intelecto que el médico: «No rías más y, sobre todo, no eches esas gotitas de saliva que hacen sospechar de tu educación y de tu inteligencia» (pág. 6), comenta Pedro. Lo que pasa a continuación parece un detalle, pero realmente se puede considerar un momento clave de toda la novela, ya que por este asunto[2] se desarrolla luego el nudo principal de la narración que influye radicalmente la vida del protagonista. Un día, entonces, no queda en el laboratorio ni un ratón, se mueren todos; pero Amador propone a Pedro obtener nuevos ratones de Muecas, un hombre pobre que los cría en su chabola a las afueras de Madrid. Al llegar a la chabola, Pedro y Amador averiguan que Muecas y su familia -su mujer Ricarda y dos hijas, Conchi y Florita- viven en unas condiciones muy malas. Y así entonces, les parece aún más soprendente que es capáz de criar ratones que en realidad prosperan tan bien. Sin embargo, el truco de su éxito resulta bastante extraño, ya que consiste en convertir sus dos hijas en «incubatoras vivas» que crían los ratones con el calor corporal escondiéndolos en su escote: «Padre lo ingenió todo. Pero yo y mi hermana las que tuvimos que cargar con la pejiguera de las ratoncitas» (pág. 41). En la parte interior de la chabola del Muecas estaba el campo de cultivo de la raza cancerígena. Cada ratón estaba metido en una jaula de pájaro de alambre oxidado. Estas jaulas habían sido obtenidas en los montones de chatarra y rudamente reparadas por el propio Muecas con ayuda de su hija, la pequeña, que tenía dedos hábiles. Las jaulas estaban colgadas por las paredes de la estancia. (pág. 42) Pedro vive en una pensión de un trío femenino compuesto por tres generaciones: la dueña-una vieja militar solemne, su hija Dora y nieta Dorita, una chica bella de diecinueve años. «Eran tan amables con él las tres mujeres de la casa. Aquello ya para él no era pensión. Se había convertido en una familia protectora y oprimente» (pág. 27). Pero las intenciones de estas mujeres no eran tan inocentes como parece, cuidaban a Pedro con el único objetivo: de que se case con Dorita y de tal manera les salva de pobreza. Sin embargo, los dos jóvenes al final se enamoran, y desde una noche apasionada, empiezan la relación. ...mi marido no dejó nada, así que tuvimos que poner pensión aprovechando el haber tomado un piso grande que estaba vacío y con renta baja y en buen sitio, en una bocacalle de Progreso, que aunque cerca de algunas casas malas, no lo estaba tanto como para ser confundidas y en cambio, podía animar a algunos caballeros a venir a vivir a nuestra casa. (pág. 15) A continuación, se presenta una escena que probablemente intenta señalar las grandes diferencias entre la sociedad española estructurada de la época. Una noche Pedro y su amigo Matías, un chico bien situado de clase alte, se deciden salir juntos y disfrutar las aventuras que ofrece la ciudad de Madrid: ambos se emborrachan en los bares y entran -y parece que no por primera vez- a un prostíbulo de doña Luisa. Uno de los momentos interesantes es el ecuntro de Pedro y Matías con un pintor alemán neoxpresionista que les enseña su obra. Dicha intención del autor, entonces, en concreto se basa en comparar el bajo nivel de vida de la familia de Muecas con la riqueza de Matías que proviene de una alta sociedad española. En cuanto a Pedro, él se encuentre en medio de los dos extremos, ya que es un intelectual de clase media. El nudo de toda la novela es, sin duda, esta misma noche: «era un sábado elástico que se prolongaba en la madrugada del domingo contagiándolo de sustancia sabática», (pág. 79). Asimismo, la primera noche que pasa don Pedro con Dorita y luego y por fin, borracho y destruido, quiere descansar en su habitación. Pero justo en ese momento aparece Muecas muy desesperado pidéndole a Pedro una ayuda urgente. Cuando el protagonista y su asistente llegan a la chabola de Muecas, encuentran su hija Florita en un estado horroroso: toda llena de sangre (por las razón de aborto provocado por su padre). A pesar de que Pedro en realidad aún no tiene ninguna experiencia como médico -es más bien un investigador científico- no puede dejar la pobre chica sin prestarle primeros auxilios. Florita es casí muerta, ya no demuenstra señales de vida, pero Pedro sigue con su «trabajo» intentando salvarla y Amador no deja de apoyarle. Los muslos de la muerta habían caído como grandes pétalos y el pequeño chorro de sangre estaba completamente interrumpido. «¿Tiene pulso?» «Siga, siga», contestó Amador sin atreverse a seguir mintiendo. «Siga, ya le falta poco», porque Amador creía que don Pedro quedaría más tranquilo si en adelante, en los días, meses y años que le quedaban para imaginarse aquella noche, supiera que efectivamente había procedido de acuerdo con las normas del arte. (pág. 87) La pobre Florita muere y desde entonces empieza un escenario verdaderamente trágico. Por las extrañas circunstancias de la turbia muerte de la chica se busca el culpable: «-¿Quién hizo el aborto? -preguntó al Muecas. -Pero, señor doctor, usted lo ha visto. Usted mismo hizo lo que... » (pág. 89). «La hermanilla miraba al Muecas de hito en hito; se le había abierto la boca y respiraba muy de prisa entre los labios temblorosos. Estaba muy blanca. De repente saltó adelante con la cara contraída. -¡Fue usted! ¡Fue usted! ¡Usted, padre! ¡Fue usted el que...!» (pág. 89). Al final pasa lo peor, el acusado de la muerte de Florita es don Pedro y le busca la policía. El único refugio que le queda es el prostíbulo, aun así la policía le encuentra y le lleva al cárcel. A continuación, en la comisaría Pedro sometido a interrogatorio, primero explica el objetivo de sus investigaciones científicas: averiguar quiere averiguar si el cáncer es genético o si es un virus. El policía parece estar bastante interesado en discutir este tema con el detenido: «-Bueno, y diga usted, ¿qué más le da que sea un virus o que sea un gene si dice usted que son lo mismo? -Si fuera un virus se podría descubrir una vacuna» (pág.156). Al acabar el diálogo con el policía, él mismo se siente culpable y piensa en que «era verdad que él nunca debería haber intentado hacer un raspado porque no lo había aprendido a hacer antes. Y era verdad que nunca debería haber intentado una operación de urgencia, habiendo como hay tantas clínicas de guardia en la ciudad.» (pág. 157). Entonces al final confiesa: «-Sí. En realidad, yo la maté-» (pág.157). Esta situación de empate desemboca en un final feliz, la madre de Florita declara que Pedro realmente no ha hecho nada y su amigo Matías le encuentra un buen abogado, epor eso entonces, Pedro queda en libertad y el policía dice: «Bueno, ya está todo arreglado -le dijo el sonriente policía de ojos verdedorados.-¿Cómo? -Sí. Todo aclarado. Gracias a la vieja. Puede darle las gracias» (pág.160). A pesar de que en ese momento, ya todo parece bastante arreglado y el lector se queda contento; lo más chocante viene en las siguientes últimas páginas de la novela. Por el accidente fatal con Florita, Pedro pierde trabajo, pero al mismo tiempo anuncia el noviazgo con Dorita. Todos felices, deciden celebrar la buena noticia en una verbena. Pero luego viene el momento que pone toda la vida de Pedro «patas arriba». Aparece Cartucho, el novio de Florita, que no es capáz de aceptar con la muerte de su amada y pues siente la necesidad de la venganza. Pedro se va a comprar churros y Dorita se queda un sola, en este momento viene Cartucho y le coge el brazo diciendo vamos a bailar: «Quién es usted, dijo luego Dorita y Cartucho le contestó calla, calla de una vez, al mismo tiempo que le clavaba en el costado su navaja abierta, en un golpe seco y decidido que había dado más de una vez y mientras Dorita caía al suelo llenándose desangre poco a poco encima de un charco...» (pág.183). Cuando Pedro vuelve, Dorita ya está muerta. La novela se cierra con un trágico monólogo del mismo protagonista que acaba muy frustrado, confundido y desilusionado de la vida. Su mente se llena de preguntas sin respuestas, se siente perdido y se va con un tren hacía un lugar lejano: «Es un tiempo de silencio. La mejor máquina eficaz es la que no hace ruido. Este tren hace ruido» (pág. 188). Estas tres frases tan cortas y simples realmente podemos considerar las frases claves de toda la obra; probablemente se trata de una críctica indirecta que señala la apatía y el miedo de hablar de la sociedad de la posguerra española afectada por la dictadura de Franco. Se trata de una lectura difícil que requiere tiempo y mucha atención del lector. Lo que enriquece y distingue el texto es el uso abundante de varios elementos estilísticos a lo largo de toda la novela. El autor usa un lenguaje rico (incluso el lenguaje técnico médico), diálogos, describe situaciones y personajes de una manera real y detallada («El pintor alemán era alto y delgado -hético y gozaba de una barba rubia en puntita. Tenía ojos débiles de niño mimado y parecía necesitado de protección.»; pág. 54), aparecen frases cortas pero también muy largas («Ojo por ojo. Por fin; Por qué será, cómo será que yo ahora no sepa distinguir entre la una y la otra muertas, puestas una encima de otra en el mismo agujeró: también a ésta autopsia.»; pág. 184), la interjecciones (...pum, pum, muerta, pág. 185; tracatracatracatracatracatracatraca, pág. 188), y también encontramos un texto escrito con las letras en cursiva (Preguntado si conocía a la fallecida, contesta que sí que la conocía así como a su familia y a la casa en que habitaban porintermedio de su ayudante de laboratorio llamado Amador.; pág. 157). ________________________________ [1] Martín-Santos, Luis. Tiempo de Silencio. 1962 (en los materiales de la asignatura en formato pdf). [2] Por la falta de ratones Pedro conoce la familia de Muecas, la cual al final causa en su vida una tragedia.