Poesía de Cancionero Edición de Alvaro Alonso CATEDRA Letras Hispánicas La inmensa mayoría de los textos poéticos del siglo XV ha llegado hasta nosotros en cancioneros colectivos, que incluyen obras de naturaleza y procedencia muy dispar. Los poemas contenidos en esta antología proceden de ediciones antiguas o modernas, regularizados según criterios uniformes. La selección ha tenido en cuenta poemas completos, con la excepción de un fragmento del Retablo del Cartujano, aparecidos en algunos de los cancioneros más importantes, Baena, Palacio, Stúñiga, General, Musical de Palacio. La nómina de autores abarca un amplio y representativo espectro, desde Macías, el más antiguo, pasando por Al varez de Villasandino, Rodríguez del Padrón, Juan de Mena o Jorge Manrique. Poesía de Cancionero Edición de Alvaro Alonso CATEDRA LETRAS HISPANICAS Poesía de Canàonero Letras Hispánicas C o n s e jo e d i t o r : Francisco Rico Domingo Ynduráin Gustavo Domínguez Ilustración de cubierta: Arturo Martín © Ediciones C átedra, S. A ., 1986 D on Ram ón de la C ruz, 67. 28001 M adrid D epósito legal: M. 28.883-1986 ISBN: 84-376-0614-4 P rinted in Spain Im preso en Anzos, S. A. - Fuenlabrada (M adrid) Introducción LOS CANCIONEROS La inmensa mayoría de los textos poéticos del siglo xv han llegado hasta nosotros en cancioneros colectivos1, que incluyen obras de naturaleza y procedencia muy dispar. Son más raros los cancioneros dedicados a un solo autor, o los que — como el de Ramón de Llavia2 con la poesía religiosodidáctica— recopilan composiciones de un único tipo. Algunas de esas antologías se han conservado en forma manuscrita, en tanto que otras fueron impresas ya en los siglos xv y X V I. Llama la atención el hecho de que los primeros cancioneros impresos no aprovecharon los códices ya existentes, sino que fueron recopilados ex profeso para las prensas. Prueba, probablemente, de que esas antologías anteriores permanecieron en bibliotecas particulares y tuvieron, por consiguiente, una difusión relativamente limitada3. 1 Para el estudio de los cancioneros disponemos ahora de dos obras fundamentales: el Catálogo-índice de Brian Dutton, y la obra de Jacqueline Steunou y Lothar Knapp, Bibliografía de los cancioneros castellanos del siglo X V y repertorio de sus géneros poéticos, 2 vols., París, Centre Nationale de la Recherche Scientifique, 1975-1978. El estudio básico para la lírica cancioneril sigue siendo el de Pierre Le Gentil, La poésie lyrique espagnole et portugaise à lafin du Moyen Age, 2 vols., Rennes, Plihon, 1949-1953. Hay reimpresión en Ginebra-París, Slatkjne, 1981. Una síntesis de los problemas básicos, así como de la bibliografía reciente, puede verse en la addenda de Antonio Prieto a Angel Valbuena Prat, Historia de la literatura española, I, Barcelona Gustavo Gili, 1981, págs. 301-316, 388-395 y 448-454. Cfr. también, Francisco López Estrada, Introducción a la literatura medieval española, 5.a ed., Madrid, Gredos, 1983; Alberto Blacua, La poesía del siglo X V , Madrid, La Muralla, 1975. 2 Hay edición moderna, Cancionero de Ramón de Llavia, ed. Rafael Benítez Claros, Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1945. 3 Sobre todos estos aspectos debe consultarse la introducción de Antonio Rodríguez Moñino a CG 1511, págs. 7-15. 9 Las relaciones entre los distintos cancioneros son difíciles de precisar, y sólo muy parcialmente han empezado a resolverse las dificultades. Así, por ejemplo, el de Stúñiga, el de la M arciana y el de la Casanetense presentan tales semejanzas que es preciso postular un modelo común perdido, del que derivan esos tres textos de una manera más o menos directa4. Pero, en general, la poesía cancioneril sigue presentando graves problemas textuales y de autoría: una misma composición puede figurar en varios cancioneros, con variantes de importancia, o atribuida a poetas distintos. Por otra parte, no sabemos nada, o casi nada, de muchos de esos autores, que siguen siendo para nosotros simples nombres. De la cincuentena de cancioneros conservados, algunos destacan por su mayor extensión, o por la importancia de los poetas antologados. Una de las primeras recopilaciones es la realizada por Juan Alfonso de Baena, que refleja las orientaciones de la poesía en Castilla durante las décadas finales del siglo X IV , y las primeras del siguiente. Baena ha procedido aquí como los antiguos cancioneros provenzales5: éstos solían incluir textos en prosa, las vidas y razos, que ofrecen datos biográficos de los poetas, o explican las circunstancias en que se escribió una obra. Los epígrafes de Baena juegan un papel semejante, además de ofrecer un esbozo de teoría y crítica literarias6. Por lo que toca a los poetas mismos, hay que señalar en ellos, sobre todo en los más jóvenes, una marcada inclinación a las cuestiones teológicas, morales y hasta metafísicas, menos abundantes en colecciones posteriores. Algo más tardíos son tres cancioneros, cuya elaboración 4 Alberto Várvaro propone el siguiente stemma, «indudable» en opinión de Nicasio Salvador Miguel (PC, págs. 40-45): Stúñiga Marciana Casanetense 5 Alan Deyermond, «Baena, Santillana, Resende and the silent century of Portuguese court poetry», BHS, LIX (1982), págs. 198-210, en especial páginas 204-205. Para la fecha del cancionero, cfr. Alberto Blecua, «“Perdióse un quaderno...”: sobre los Cancioneros de Baena», A EM , IX (1974-1979), págs. 229-266. 6 Cfr. la introducción de Nepaulsingh, págs. XXXVI-LXVII. 10 debe de corresponder a los años centrales del siglo: el de Stúñiga, el de Palacio y el de Herberaj des Essarts. El primero fue realizado en Nápoles hacia 1460-1463, pero la mayoría de sus compósiciones pertenecen a una etapa inmediatamente anterior y reflejan, por tanto, el ambiente y los gustos de la corte italiana de Alfonso V el M agnánimo7. El amor es, con mucho, el motivo dominante, aunque se incluyen también composiciones de carácter político, satírico o festivo. Son más escasos los poemas morales, y faltan por completo las disputas filosóficas de Baena. El contemporáneo Cancionero de Herberaj des Essarts parece obedecer a las modas literarias de la corte navarra8, mientras que el Cancionero de Palacio (c. 1440)9 sigue más fielmente las directrices poéticas de Castilla y Aragón en los años de su elabo­ ración. Para épocas posteriores, el texto más importante, es, sin duda, el Cancionero general de Hernando del Castillo, cuya primera edición apareció en Valencia en 1511. Castillo se propuso recoger los poemas distribuyéndolos en nueve apartados diferentes, que a veces atienden a criterios formales, y otras, temáticos: canciones, romances, obras de burlas provocantes a risa. Pero ese proyecto apenas si se respeta, y con frecuencia los poemas aparecen agrupados por autores, o en desorden10. Algunos de los poetas antologados, como Rodríguez del Padrón o el Marqués de Santillana, pertenecen a épocas anteriores, aunque en general el cancionero funciona como un verdadero compendio de la producción literaria del reinado de los Reyes Católicos. Convendrá tener bien presente que buena parte de la lírica del X V se concibió para ser cantada, y no sólo recitada o leíd a 11. En algunos casos, como el de Villasandino o Juan del 7 PC, págs. 29-37. s CHEss, págs. IX-XI. 9 Brian Dutton, «Spanish fifteenth-century cancioneros: a general survey to 1465», KRQ, XXVI (1979), págs. 445-460. 10 CG 1511, págs. 16 y ss. 11 Cfr. Cancionero de la Catedral de Segovia. Textospoéticos castellanos, ed. Joaquín González Cuenca, Ciudad Real, Museo de Ciudad Real, 1980, págs. 5-10 y 30-35, con bibliografía y discografía. Una buena introducción puede verse también en Jones-Lee, págs. 33-60. 11 Encina, el poeta musicaba sus propias composiciones; en otros, letra y música corresponden a artistas diferentes. Ninguna de las recopilaciones mencionadas hasta ahora recoge ése acompañamiento, pero conservamos varios cancioneros musicales de finales del siglo y comienzos del siguiente. El más importante es el Musical de Palacio, elaborado entre 1505 y 1520 mediante una serie de inclusiones sucesivas, que alteran la coherencia con que fue realizada la redacción prim itiva12. Incluye obras de poetas y compositores pertenecientes a la segunda mitad del Cuatrocientos, especialmente a sus años finales, así como a los primeros del siglo xvi. C o n c e p c ió n d e l a p o e sía La poesía recogida en los cancioneros surgió de manera prioritaria en el marco de las cortes. Componer versos o apreciarlos se convirtió en un adorno suplementario, y los señores se entregaron a ese juego exquisito y difícil, que cuadraba bien con sus aspiraciones a una vida refinada13. Es posible que circunstancias históricas muy precisas hayan intensificado esa tendencia: a lo largo del siglo se asiste a una crisis política de la aristocracia, que habrá buscado en las letras una suerte de compensación a su efectiva pérdida de poder14. Por supuesto, no faltan intentos de transformar la poesía en una actividad más grave, convirtiéndola en vehículo de contenidos morales, o dignificándola, como en el caso de Juan de Mena, mediante el uso de un lenguaje fuertemente latinizado, 12 CMP, I, págs. 7-24. 13 Sobre la situación cultural de la nobleza, cfr. Jóle Scudieri Ruggieri, CavaHería e cortesía neíía vita e nella cultura di Spasna, Módena, S. T. E. M.-Mucchi, 1980. 14 Roger Boase, The troubadour revivat. .·) study ofsocial change and traditionalism in late medieval Spain, Londres, Rout lalge and kegan Paul, 1978. Hay traducción castellana, E l resurgimiento de los trovadores. Un estudio del cambio socialy el tradicionalismo en elfinal de la Edad Media en Lspaña, Madrid, Pegaso, 1981. Sobre la naturaleza y los límites de esa decadencia, cfr. Luis Suárez Fernández, Noblezay monarquía. Puntos de vista sobre la historia política castellana del siglo X V, 2.a ed. corregida y aumentada, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1975. 12 cargado de referencias n ito ' jgicas y eruditas. Ese proyecto tropezaba, al menos, con an doble obstáculo15: a) Una postura religiosa, o simplemente moral, que miraba con recelo a la cultura clásica. Así, Fernán Pérez de Guzmán opone la obra de Virgilio, de «poca e pobre substancia», a la de Séneca: D e filósofos e auctores u n o fue Séneca hispano; E spaña nunca da flores, m as fruto útil e sa n o lf\ Algunos años después, en 1468, Rodrigo Sánchez de Arévalo critica los studia humanitatis y, muy en especial, la retórica, que, según él, sólo vale para reemplazar sabiduría por elocuen­ cia17. Para muchos las letras profanas únicamente son admisibles como instrumento puesto al servicio de la vida cristiana, tal y como reconoce el propio Juan de Mena en una especie de palinodia al Laberinto de Fortuna18. b) Una mentalidad aristocrática, para la que resulta inadmisible toda dedicación demasiado absorbente a las letras19. 15 Nicholas G. Round, «Renaissance culture and its opponents in fifteenthcentury Castile», M LR, LVII (1962), págs. 204-215; Karl Kohut, «El humanismo castellano del siglo xv. Replanteamiento de la problemática», Acias del Séptimo Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, II, Roma, Bulzoni, 1982, págs. 639-647. Del mismo autor, «La posición de la literatura en los sistemas científicos del siglo xv», IR , 7 (1978), págs. 67-87. 16 «Del poeta es regla recta», en FD, I, pág. 71 Ib, núm. 308. 17 Karl Kohut, «Sánchez de Arévalo (1404-1470) frente al humanismo italiano», Actas del Sexto Congreso Internacional de Hispanistas, Toronto, Universidad de Toronto, 1980, págs. 431-434. 18 Joaquín Gimeno Casalduero, «San Jerónimo y el rechazo y la aceptación de la poesía en la Castilla de finales del siglo xv», en su libro La creactnn literaria de la Ldad Media y del Renacimiento. (Su forma y su significado), Madrid, José Porrúa, 1977, págs. 45-65. 19 Peter E. Russell, «Las armas contra las letras: para una definición del humanismo español del siglo xv», en su libro Temas de «La Celestina»y otros estudios. Del «Cid» al «Quijote», Barcelona, Ariel, 1978, págs. 207-239. 13 En un texto bien conocido de la crónica de Pero Niño, el preceptor aconseja a su joven discípulo: El que ha de aprender e usar arte de cavallería, non com biene despender luengo tiem po en escuela de letras; cúm plevos lo que ya d ’ello savedes20. Pese a que la situación va cambiando a lo largo del siglo, todavía a comienzos del siguiente el noble Pedro Manuel de Urrea siente la necesidad de justificar su excesivo empeño en la literatura, «porque los cavalleros han de hazer un mote o una cosa breve, que se diga no hay más que ser»21. En relación con las ideas sobre la dignidad y la función de la poesía está el problema de su origen. Para algunos, la poesía es una técnica que puede aprenderse como cualquier otra; para otros, la inspiración es un don divino, cuya ausencia no pueden suplir el esfuerzo o el estudio. En esa segunda doctrina habrá que ver quizá una influencia de los espirituales franciscanos, enemigos de toda forma de especulación, y más concretamente de la escolástica. De esa forma, la doctrina poética no puede disociarse de otras formas de espiritualidad más amplias, que rebasen el marco de lo puramente literario22. Ambos puntos de vista no son, sin embargo, inconciliables, y el propio prólogo de Baena intenta un punto de equilibrio entre inspiración y ciencia23. 20 Lo recoge Karl Kohut, «La teoría de la poesía cortesana en el Prólogo de Juan Alfonso de Baena», Artas del Coloquio hispano-alemán Ramón Menéndez Pidal, Tübingen, Max Niemeyer, 1982, pág. 133. 21 Pedro Manuel Ximénez de Urrea, Cancionero, ed. Martín Villar, Zaragoza, Diputación de Zaragoza, 1878, pág. 7. 22 Charles F. Fraker, Studies on tbe «Cancionero de Baena», Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1966, págs. 63-90. Polemizan con él WolfDieter Lange y Karl Kohut («La teoría...», art. cit., págs. 120-137), quien resume el estado de la discusión. 23 Karl Kohut, «La teoría...», art. cit., pág. 131. 14 L a c o n c e p c i ó n d e l a m o r El amor es el motivo más frecuente en la lírica castellana del Cuatrocientos, que hereda, de forma más o menos indirecta, la concepción desarrollada por los poetas provenzales a finales del siglo x i y comienzos del x i i 24. Pero esa filiación no debe ocultar las peculiaridades de la poesía cancioneril, que surge en un ámbito político y cultural, muy distinto al de las cortes del Sur de Francia. Uno de los conceptos clave en la lírica cortesana es el de galardón o recompensa que el enamorado espera por sus servicios. A veces, el poeta considera suficiente el hecho mismo de amar, o de sufrir y morir por la dama; otras, se advierte un deseo, o una petición más o menos implícita de ser aceptado por la amada (núm. 54, w . 4-5; núm. 70, w . 23-27; núm. 147, w . 24-25; núm. 151, v. 10). La naturaleza de esa retribución sigue siendo objeto de polémica. Durante algún tiempo, la crítica tendió a destacar los aspectos platónicos de la poesía provenzal, omitiendo — incluso en la propia edición de los versos— las referencias sexuales o decididamente obscenas. Hoy parece claro que lafin ’amors de los provenzales, al menos en algunos trovadores, no excluye la consumación del acto sexual. Como explica un texto del siglo XIII, el enamorado debe pasar por cuatro grados o escalones: el último, el de drutz, lo alcanza justamente cuando logra que la dama lo acepte en su lecho («e-1 colg ab se sotz cober­ tor»)25. Esa modificación de los puntos de vista sobre el amor cortés ha obligado a reconsiderar las ideas generalmente admiti- 24 Otis H. Green, «Courtly love in the Spanish cancioneros», PM LA, LXIV (1949), págs. 247-301. Puede verse una adaptación en su libro Españay la tradición occidental. E l espíritu castellano en la literatura desde «El Cid» hasta Calderón, I, Madrid, Gredos, 1969, págs. 94 y ss., donde presta menos atención a la lírica cuatrocentista. 25 Martín de Riquer, Los trovadores. Historia literariay textos, I, Barcelona, Planeta, 1975, págs. 90-93. Entre los puntos de partida de la nueva valoración habrá que recordar, entre otros, el libro de Moshé Lazar, Amour courtois etfin'amorsdans la littérature du X II’ siècle, Paris, Klincksieck, 1964. 15 das sobre la lírica cancioneril. Sobre todo, los estudios fundamentales de Keith W hinnom proponen una lectura nueva de los cancioneros, atribuyendo un segundo sentido sexual a muchos de sus términos clave26. W hinnom observa, por ejemplo, que los dibujos del Cancionero de Palaáo muestran a parejas desnudas, o a animales copulando, lo que parece inexplicable si los versos se entienden como expresión de un amor platónico. Por otro lado, no faltan poemas que expresan claramente un deseo sexual. El más explícito es quizá uno de Caltraviessa, quien pide a la dama «que vos viesse yo desnuda»27. De forma menos transparente, Rodrigo Dávalos pregunta a Luis Salazar si es mayor tormento aquello que m ás am áis que no lo podáis haver, y ser querido; o que p or vos lo tengáis, no siendo co n ten to , y ser aborrescido28. Está claro que el galán considera insatisfactorio el mero «ser querido», aunque naturalmente esa exigencia siga siendo fun­ damental. Además, es posible encontrar textos en castellano o en otras lenguas, donde buena parte del léxico cancioneril tiene un sentido manifiestamente obsceno. Así ocurre con los términos morir, muerte, que en los madrigales italianos, por ejemplo, equivalen a «experimentar la culminación sexual»; valor con el que aparecen también en composiciones castellanas29. Lo propio de la poesía cortesana del xv es una ambigüedad buscada, por la cual los términos, sin perder su sentido más inocente, insinúan una sugerencia de tipo erótico (aunque sea 20 Bastará mencionar «Hacia una interpretación y apreciación de las canciones del Cancionero general», Fil, X lll (1968-1969), págs. 361-381; Diego de San Pedro, Obras completas, II. Cárcel de amor, ed. Keith W hinnom, Madrid, Castalia, 1971, págs. 1-35; / m poesía amatoria de la época de los Reyes Católicos, Durham, University of Durham, 1981, especialmente págs. 21-46. 27 Keith Whinnom, La poesía amatoria-., ob. cit., pág. 29. 28 «Digno de todo loor», en CG 1511, i 154v.c. 29 Keith Whinnom, La poesía amatoria..., ob. cit., pág. 36. 16 para acabar desmintiéndola). Buena muestra de ese procedim iento es el poema de Florencia Pinar que comienza «D’estas aves su nación» (núm. 138). El elemento clave son aquí las perdices mencionadas en el epígrafe, y aludidas en el gerundio perdiendo del v. 11: animales tan lascivos, según los bestiarios de la Edad Media, que la hembra queda preñada sólo del olor del macho30. . Frente a esa manera de leer la poesía amatoria del xv, Royston O. Jones aconseja la mayor cautela, y recuerda que «todo se presta a una interpretación erótica si se echa el lector a buscarla con suficiente empeño»31. Para él, sólo caso por caso, y mediante un cuidadoso análisis del contexto y la estructura, será posible establecer el grado de interpretación sexual que tolera cada poema. Se comprende fácilmente que un amor de esa naturaleza tenía que chocar con las exigencias de la moral cristiana, muy vivas todavía en Castilla. Dos estudios importantes de Antony Van Beysterveldt32 y José M. Aguirre33 han descrito los pormenores de ese conflicto, y las soluciones que intentaron resolverlo. Para Aguirre, el amante cortés, colocado entre dos códigos distintos, «resuelve el dilema renunciando al galardón — no al deseo del mismo— , o, simplemente, reconociendo que éste es “imposible”»34. Tal es la situación básica de los cancioneros, resultado de un compromiso entre la tradición provenzal y la moral ascética: admitir el deseo, pero evitar, o declarar inalcanzable, su satisfacción. Por consiguiente, entre la dama y el galán se interpone siempre un obstáculo, que puede consistir: a) en la propia negativa de la dama, que suele aparecer ca­ 30 Alan Deyermond, «Spain’s first women writers», Women in Hispanic literature. Icons and fallen idols, ed. Beth Miller, Berkeley, University of California Press, 1983, págs. 27-52, especialmente págs. 44-52. 31 Jones-Lee, pág. 28. 32 Antony Van Beysterveldt, La poesía amatoria del siglo X V j el teatro profano deJuan del Encina, Madrid, ínsula, 1972. 33 José M. Aguirre, «Reflexiones para la construcción de un modelo de la poesía castellana del amor cortés», RF, XCIII (1981), págs. 54-81. 34 Idem, id., pág. 67. 1 7 racterizada según el modelo de la belle dame sans merci, y a la que se dirigen en vano las súplicas del galán; b) en la separación o la ausencia, incansablemente cantadas en los poemas a una partida, que suelen dar pie a los más ingeniosos juegos conceptuales (cfr. núms. 27, 61, 118, 126, etcétera); c) en la propia voluntad del galán, que no desea dar cumplimiento a sus deseos. Un poema muy expresivo del Cancionero Musical de la Colombina aconseja al enamorado que no quiera hacer «de su señora, cautiva»; sino cuando m ás se halla encendido p o r servilla, con sus m anos adoralla, pero nunca recebilla; porqu’el concluir desfaze lo qu’el desear abiva, en tal m anera que faze de su señora cativa3'’. Esos versos ilustran un amor al obstáculo que no se debe a razones de tipo moral. Sin duda, tiene razón Aguirre cuando observa que la mentalidad ascética debió de ejercer una presión sobre los poetas: pero su negativa a alcanzar el galardón obedece también a motivos psicológicos, que no se relacionan con la religión, y sí sólo son la propia naturaleza del deseo. En cambio, no aparecen casi nunca otros obstáculos, como los lauzengiers de la poesía provenzal, o los rivales amorosos. De hecho, los celos son un sentimiento poco frecuente. El papel que juega la razón en todo ese proceso es ambiguo. En principio, es ella quien reconoce los méritos de la dama y pone en marcha el sentimiento. El amor cancioneril es lo contrario del «amor mintroso» del Arcipreste de Hita (c.. 158­ 165), ya que nunca hace parecer blanco lo negro, ni embellece el objeto ante los ojos del amante. Se orienta simplemente ha- 35 «No consiento ni me plaze», en Cancionero Musical de la Colombina (Siglo X V ), ed. Higinio Anglés, Barcelona, CS1C, 1971, págs. 50-51, núm. 43. 18 cia las perfecciones reales de la dama, sin atribuirle a posteriori excelencias imaginarias36. Además, ese carácter inicialmente racional del sentimiento lo opo'ne al gran mito de Tristán, enamorado por azar al ingerir un filtro mágico: Ca sin brevaje am oroso com o ya fue don T ristán, gentil señora, sabrán que vuestro gesto herm oso m e conquistó p o r tal vía que D ios nun ca m e dé bien, si siento en el m u n d o quién m ás de grado serviría37. Quien se enamora por efecto de un conjuro puede amar lo más bajo o lo más ridículo, como ilustra el caso de Titania. Nunca ocurre eso con el amante cortés, porque el sentimiento depende en él de la razón y no de la magia. Pero al mismo tiempo, la pasión está reñida con toda prudencia y toda cordura, porque es «afición y no razón, / un bulto de hermosura / que los ojos entristece»38. Esa pérdida de la sensatez es incluso la piedra de toque del amor verdadero, E ntonces se puede o b rar discrición cuando am o r es ficto, vaníloco, pigro, m as el verdadero non tem e peligro, nin quiere castigos de buena razó n 34. 36 Con frecuencia, el amor aparece como resultado de un influjo astral, pero incluso en esos casos se enfatizan las perfecciones objetivas de la amada. 37 Juan de Dueñas, «Vi, señora, una carta», en FD, II, pág. 202a-b, número 443. Esos versos están inspirados en un pasaje del Cligès de Chrétien de Troyes, recogido también por Heinrich von Veldeke [cfr. Carlos García Gual, «Amores de Lanzarote y de la reina Ginebra. (Consideraciones sobre el amor cortés)», ROa, 15-16(1982), págs. 115-132, especialmente págs. 126-127). 38 Los versos son de Tapia y los recoge Otis H. Green, España..., I, ob. cit., pág. 110. 39 Juan de Mena, Laberinto de Fortuna, ed. Louise Vasvari Fainberg, Madrid, Alhambra, 1976, vv. 113a-d. Sobre el doble papel de la razón, cfr. Otis H. Green, «Courtly love...», art. cit., págs. 293 y ss., y José M. Aguirre, «Reflexiones...», art. cit. 19 E l g a l á n y l a d a m a Son varios los textos históricos que muestran a los poetas de cancionero combatiendo en honor de sus damas. Así, Suero de Quiñones hace voto de llevar una argolla al cuello, en señal de su cautiverio amoroso, hasta que se quiebren quinientas lanzas en el Paso Honroso, cerca del puente de Orbigo40. En la misma ocasión, después de distinguirse por su valor, Lope de Stúñiga explica que no quiere justar sino en combates peligrosos, donde pueda obtener honor en servicio de su amada «aunque non tanto como la virtud suya es merescedora»41. Pero aquí la realidad es más brillante que la literatura. Todo eso corresponde a la biografía de los poetas, y permanece fuera de los versos de los cancioneros. En los poemas mismos, la proeza guerrera está ausente, o queda simplemente sugerida. Frente al caballero, que se lanza a la aventura para ganar la aprobación de la dama, el galán se caracteriza por su pasividad, limitándose prácticamente al lamento o la súplica. Condenado a un amor sin correspondencia, vive en una tristeza a la que todavía Equícola se referirá como casi proverbial: «Sempre è gioioso l’amante franzese, sempre appare miserabile lo spangnuolo»42. Pero de ese sufrimiento el enamorado espera obtener fama, o simplemente una satisfacción paradójica, ya que una vida sin amor no merece la pena vivirse (por ejemplo, ro 39; núm. 56, vv. 75-76; núm. 127; núm. 129; núm. 136). La antítesis será entonces la forma ideal de expresar un sentimiento que, por su misma naturaleza, es placer y pesar, alegría y dolor. Las demás cualidades que deben acompañar al galán se desprenden fácilmente de los textos; la lealtad inalterable, la timidez, la obediencia, la humildad ante la dama. Términos como servir, servicio, servidumbre — o más enérgicamente cárcel o cauti- 4U Recoge la anécdota Martín de Riquer, Caballeros andantes españoles, Madrid, lispasa-Calpe, 1967, pág. 16. 41 Jeanne Battesti-Pelegrin, Lope de Stuñiga. Recherches sur la poésie espagnole au XVème siècle, I, Aix-en-Provence, Université de Provence, 1982, pág. 141. 42 La cita en Otis H. Green, «Courtly love...», art. cit., pág. 269. 20 vo— salen continuamente al paso para expresar la sumisión absoluta del poeta. En algunos casos, se advierte una actitud de rebeldía, y el enamorado maldice el encuentro con la dama, o le desea'los mismos sufrimientos por los que él atraviesa (números 108 y 111)43. Por otra parte, un estricto código cortés, o simplemente el temor, le impiden revelar la pasión, que se exaspera en ese silencio forzado (cfr. num. 7, w . 7-8 y 25-40; núm. 21, w . 21-28; núm. 48; núm. 71; núm. 136, w . 9-10; etcétera). La mujer aparece como un ser superior, inalcanzable en su indiferencia o su crueldad. Está dotada de todas las perfecciones físicas y morales, que el poeta encarece mediante una serie de recursos más o menos tópicos: el elogio imposible (número 30, w . 51-56; núm. 31; núm. 70, w . 1-4; núm. 106, vv. 28-33; núm. 121; etc.), la dama como obra maestra de Dios (núm. 30; núm. 31, w . 16-20; núm. 121)44, la hipérbole sacroprofana45. De todas esas cualidades, la belleza es la que se menciona con más frecuencia, y la que se presenta como causa inmediata del amor (núm. 70, v. 13; núm. 75, w . 5-8; número 76; núm. 91). Por otro lado, es raro que la dama aparezca explícitamente como una mujer casada, aunque los textos casi nunca obligan tampoco a la deducción contraria: la mayoría admite la duda que deliberadamente fomenta Cartagena, quien se negó a contestar sobre la identidad de su amiga, «si era dueña o donze- 11a»46. En algunos casos, la composición va dirigida a la propia mujer del poeta. De esa forma la poesía cancioneril se aparta de los trovadores provenzales, cuyo amor era esencialmente adúltero. 43 Pierre Le Gentil, La poésie..., I, ob. cit., págs. 115 y ss.; Marfa Rosa Lida de Malkiel, «Juan Rodríguez del Padrón: influencia», en su libro Estudios sobre la literatura española del siglo X V , Madrid, José Porrúa, 1977, págs. 92 y ss. Previamente había aparecido en forma de artículo en N R F H , VIII (1954), págs. 1-38. 44 María Rosa Lida de Malkiel, «La dama como obra maestra de Dios», RPhil, XXVIII (1974-1975), págs. 267-324; ahora con ampliaciones en sus Estudios..., ob. cit., págs. 179-290. 45 María Rosa Lida de Malkiel, «La hipérbole sagrada en la poesía castellana del siglo XV», RFH, VIII (1946), págs. 121-130, ahora en sus Estudios..., ob. cit., págs. 291-309. 46 «Esta que queréis saben), en CG 1511, f. 85v.c. 21 L a r e l ig ió n d e a m o r La utilización del lenguaje religioso para expresar el amor profano no es nueva en la lírica de los cancioneros, pero adquiere en ella un mayor atrevimiento y una mayor variedad47. El poeta adora a la dama (núm. 86); compadece a los ángeles que no pueden gozar de su presencia (núm. 31, w . 40-45); relaciona su propio sufrimiento con la Pasión de Cristo (núm. 23; núm. 96; núm. 142); o describe la muerte de amor como un verdadero martirio. A esas expresiones más o menos impías habrá que añadir las misas (núm. 56), los decálogos o los siete gozos de amor48: el lector de la Edad Media vivía en una «intimidad con lo sagrado» que haría esas manifestaciones mucho más tolerables de lo que parecen en la actualidad49. La misma Isabel la Católica fue objeto de elogios semejantes, escritos por Antón de Montoro, Tapia o Cartagena (núm. 122)50. No obstante, son frecuentes también las críticas a esos poemas, tras los que se advierte una exaltación inadmisible de lo humano. El testimonio más conocido es, sin duda, el de La Celestina, escrita contra los locos enamorados que «a sus amigas llaman y dicen ser su Dios». También fray Iñigo de Mendoza truena contra esa práctica, y de forma más concreta, Francisco Vaca reprocha a M ontoro una de sus blasfemas comparaciones hiperbólicas: ¡Oh traidor! ¿Y cóm o osastes, que la R eina assí igualastes con la hija de Sant’A na?51. 47 E. Michael Gerli, «La “religión de amor” y el antifeminismo en las letras castellanas del siglo xv», H R, 49 (1981), págs. 65-86. 48 Para otras manifestaciones de ese fenómeno, cfr. el artículo citado en la nota anterior, págs. 70 y ss. 49 María Rosa Lida de Malkiel, «La hipérbole sagrada...», art. cit. 50 R. O. Jones, «Isabel la Católica y el amor cortés», R Lit, XXI (1962), páginas 55-64. 51 Tomo las citas de E. Michael Gerli, «La “religión de amor”...», art. cit., págs. 78-84. 22 El origen de esas expresiones sigue siendo objeto de discusión. Le Gentil pensaba en una posible conexión con la poesía goliardesca, pero como él mismo advirtió, las parodias litúrgicas de los goliardos tienen un carácter cómico que falta en los textos españoles del Cuatrocientos52. Más probable parece la relación con un ambiente de época, que encuentra manifestaciones parecidas en Flandes y Borgoña53. Junto a ese enlace con la tradición occidental habrá que considerar también la influencia del elemento semítico: Márquez Villanueva ha señalado paralelos con la poesía árabe de los siglos anteriores54, y varios críticos atribuyen a los conversos un papel decisivo en el auge de la moda. Es esta la cuestión más debatida, relacionada, como veremos, con un problema de amplitud mucho mayor. E l c o n c e p t is m o Basta una lectura superficial de los cancioneros para advertir su tendencia a la expresión condensada e ingeniosa55. Pueden señalarse varios recursos fundamentales: el equívoco (cfr. simplemente núm. 155), el poliptoton (por ejemplo, núm. y la antítesis. Esta última se acomoda perfectamente al carácter contradictorio de la pasión, tal y como la entiende la lírica cortesana; pero su uso puede haberse visto reforzado por la influencia de Petrarca y de la «cançô d’oppösits» del catalán Jordi de Sant Jordi56. El poeta enfrenta el placer y el dolor, la razón y la pasión, la vida y la muerte, y sobre esas antítesis básicas 52 Pierre Le Gentil, La poésie..., I, ob. cit., pág. 203. V1 J. Huizinga, E l otoño de la Edad Media. Estudios sobre lasformas de la viday del espíritu durante los siglos X I V y X V en Franciay en los Países Bajos, 2.a ed., Madrid, Revista de Occidente, 1945, págs. 176-177 y 224 y ss. 54 Francisco Márquez Villanueva, Investigaciones sobreJuan Alvarez Gato. Contribución al conocimiento de la literatura castellana del siglo X V , 2.a ed. ampliada, Madrid, Real Academia Española, 1974, pág. 238. 55 Keith Whinnom, La poesía amatoria..., ob. cit., págs. 47-62. 56 Rafael Lapesa, «Poesía de cancionero y poesía italianizante», en su libro De la Edad Media a nuestros días. Estudios de historia literaria, Madrid, Gredos, 1982, págs. 145-171, especialmente pág. 151. 23 realiza una serie de variaciones en las que despliega todo su virtuosismo: la muerte es preferible a la vida del enamorado (núm. 32; núm. 69; núm. 125; núm. 135; etc.), pero impediría seguir sirviendo a la dama (núm. 146, w . 13-16). Por otra parte, ¿cómo podría morir quien vive sin vida, porque el sufrimiento se la ha quitado (núm. 133)?; ¿y cómo nó llevar luto por el galán, que vive ya como muerto (núm. 44)? La poesía de los cancioneros es, por tanto, una poesía intelectual, a la que algunos críticos no han dudado en calificar de metafísica57. Salvo casos excepcionales — o cuando posee un claro valor alegórico— la naturaleza exterior está ausente, y la misma belleza de la mujer es objeto de encarecimiento, pero rara vez de descripción. Cuando el poeta habla de la dama como obra maestra de Dios, o incluso cuando la compara con estrellas o piedras preciosas, el lector obtiene la idea de una perfección absoluta, pero no una descripción, por estilizada que sea. La situación sólo varía algo en las composiciones dirigidas a una mora (núm. 6; núm. 155; núm. 156), o en las serranillas; por lo demás, las menciones a las manos de cristal, los cabellos de oro o los pechos de alabastro son realmente ex­ cepcionales. Por el contrario, son frecuentes los elementos costumbristas, en un sentido muy amplio del término. Probablemente es esa orientación la que considera Lapesa cuando habla de la lírica cuatrocentista como de una creación artística muy varia, «graciosa y ligera, llana y realista, abstracta y densa según los casos [,..]»58. Pero incluso en esos poemas de formulación «llana y realista» habrá que tener muy presente el valor simbólico de los objetos y de sus cualidades: bastará pensar en las perdices de Florencia Pinar, o en la complicada simbología de los colores (núms. 136 y 137, por ejemplo). 57 María Rosa Lida de Malkiel,y»¡«7 de Mena, poeta del Prerrenacimiento español, México, El Colegio de México, 1950, pág. 87; Keith W hinnom, La poesía amatoria..., ob. cit., pág. 18; José M. Aguirre. «Reflexiones...», art. cit., págs. 79 y ss. 58 Rafael Lapesa, «Poesía de cancionero...», en De la Edad Media..., ob. cit., pág. 152. 24 I m á g e n e s La poesía de los cancioneros tiende a establecer una red de asociaciones imaginativas — ya sean metáforas, alegorías o comparaciones— entre el amor y otros campos de la actividad humana. Me he referido ya a la religión, pero también la guerra es una esfera privilegiada: el poeta se concibe a sí mismo como defensor de un castillo, víctima de los asaltos del amor (núm. 120), o de la belleza y la mesura de la dama59, o de cualquier otro personaje alegórico. En su defensa deberían ayudarle la Razón y los Sentidos, pero una y otros pueden traicionarlo, y sobre todo los ojos están siempre dispuestos a abrir las puertas al enemigo60. Pero el planteamiento puede invertirse, y entonces es la dama la que aparece como una fortaleza inexpugnable, contra la que se dirigen en vano los asaltos del caba­ llero: T o rre de la niña, y darte, si no, d art’he yo com bate. Mi linda to rre es de suerte, con lo que en ella se ha hecho, qu’estando en m ayor estrecho entonces está m ás fuerte61. En otros casos, se hace referencia a las armas alegóricas del amor (por ejemplo, núm. 1, vv. 21-28); o al combate con el dolor (núm. 52); o a la herida recibida de la dama o el dios (núm. 14; núm. 39; núm. 81; núm. 164, v. 24). Otras asociaciones se repiten con frecuencia: abundan, por ejemplo, las cadenas y las cárceles alegóricas (núm. 61, 147, 160 161); o las naos de amor, con sus tablas de lealtad y sus velas de pensamiento; o los hospitales y farmacopeas amorosas, que proponen infinidad de remedios alegóricos contra la 59 Pierre Le Gentil, La poésie..., I, ob. cit., págs. 180 y ss. 60 Para una formulación semejante, cfr. núm. 82. 61 CMP, pág. 431b, núm. 341. Cfr. núm. 111, w . 50-51. 25 enfermedad del galán62. En este caso la metáfora puede tom arse casi al pie de la letra, ya que para los médicos medievales el amor es una dolencia real, una forma de trastorno mental, como señala el Lilium medicinae, o una modalidad de la melan­ colía63. Los GÉNEROS Dos son los géneros más importantes en la poesía amorosa del siglo xv: la canción y el decir64. Las canciones son poemas de forma fija, destinados al canto e integrados básicamente por los siguientes elementos: a) Una cabeza de cuatro versos o más, que expresan el motivo central de la composición. Esta puede considerarse, por tanto, como la glosa o desarrollo de esa parte inicial. b) Una parte medial, o variación, que suele ser una redondilla, con rimas diferentes a las de la cabeza. c) Una parte final o vuelta, que retoma las rimas — y con frecuencia palabras o sintagmas enteros— de los versos iniciales65. El poema puede prolongarse añadiendo otra u otras variaciones, con rimas diferentes a la primera, y con su correspondiente vuelta. El decir, en cambio, está destinado a la lectura, y consta de un número indeterminado de estrofas o coplas. De una estrofa a otra varían las rimas, pero no el esquema al que obedecen. A esas dos formas métricas corresponden también dos plan- 1,2 Pierre Le Gentil, La poésie..., I, ob. cit., págs. 187 y ss. 6Λ Sobre ese punto, cfr. el prólogo de Whinnom a Diego de San Pedro, Obras completas, II..., ob. cit., págs. 13-14. Allí se remite a los textos clásicos sobre la cuestión, como el de Bruno Nardi, «L’amore e i medici medievali», Studi in onore di Angelo Monteverdi, Módena, 1959, págs. 517-542. 64 Pierre Le Gentil, La poésie..., 1, ob. cit., págs. 228 y ss. Canción y decir alternan también en la poesía religiosa. La literatura moral, en cambio, se inclina decididamente por las formas no cantadas. 65 Este esquema es el más frecuente en los poetas de los años finales del siglo. En la primera mitad, aun ateniéndose a esa forma básica, la canción presenta una mayor flexibilidad. 26 teamientos diferentes desde el punto de vista del contenido. La canción suele utilizarse para expresar un sentimiento de forma breve e/intensa; el decir, en cambio, permite un análisis más demorado de las emociones. No es raro que los decires posean un carácter narrativo, y entonces el poeta es testigo del triunfo del Amor, o se enfrenta a sus ejércitos, o desciende al infierno, donde asiste al tormento de los más famosos amadores. Junto a esos géneros mayores hay que recordar otros que se acomodan bien a la condensación expresiva, propia de la lírica cancioneril. Los motes, por ejemplo, son poemas de un solo verso, en los que se expresa sintéticamente un sentimiento o un proyecto de vida. Algunos son anónimos, otros corresponden a poetas famosos; y aunque lo normal es que figuren en los cancioneros acompañados de sus glosas (núm. 86, 129, 142, 145) circularon también de forma independiente66. O tro tipo de composiciones, también muy breves, son las invenciones o letras de invención, que los caballeros solían sacar en sus armas, o bordadas en sus ropas. La cimera del galán, por ejemplo, puede representar una noria (núm. 85), o un unicornio, o un puente levadizo, o el infierno (núm. 141), y los versos explican o complementan el sentido de esos adornos. Tal vez ningún otro tipo de poemas refleja mejor el carácter cortesano de la lírica del Cuatrocientos. Francisco Rico señala muy oportunamente que en los siglos finales de la Edad Media son imprecisas las fronteras entre la libre creación artística y las artes funcionales; y recuerda cómo todavía en 1475 Botticelli se encarga de los estandartes de una giostra celebrada en Florencia67. Las invenciones participan también de ese carácter de arte aplicado, cuyo destino es el de funcionar en un marco festival más amplio: el divorcio entre literatura y vida, favorecido por el libro y la práctica de la lectura solitaria, es ajeno a estas composiciones y, quizá, a toda la poesía cor­ tesana68. 66 Keith Whinnom, La poesía amatoria..., ob. cit., págs. 57 y ss. 67 Francisco Rico, «Un penacho de penas. Sobre tres invenciones del Canáonero general», RJahr, XVII (1966), págs. 274-284. 68 Algo más extensas son las esparsas, estrofas aisladas y de forma muy va­ riada. 27 L as s e r r a n i l l a s En algunos cancioneros las serranillas aparecen bajo la rúbrica canción; y, en efecto, se trata de composiciones destinadas al canto, de organización métrica idéntica a la que hemos visto en el apartado anterior. Pero a diferencia de las canciones propiamente dichas, las serranillas son poemas narrativos, lo que las aproxima más bien a los decires: P. narrativa P. lírica P. cantada Serranillao can ción C anción P.recitada D ecir D ecir Al menos tres líneas diferentes convergen en este tipo de poemas69: a) La de las pastorelas francesas y provenzales70. b) La de las pastorales gallegoportuguesas. c) La de una tradición peninsular, de origen probablemente folklórico. Existieron, en efecto, cantarcillos populares que trataban temas de viaje, y en los cuales el caminante pedía ayuda para pasar por los lugares más difíciles. En algunas ocasiones ese personaje cuyo auxilio se solicita es, precisamente, una serrana: D i, serrana, p o r tu fe, si nasciste en esta tierra, ¿por dó pasaré la sierra? 69 Sobre la historia de la serrana y sus características, cfr. Rafael Lapesa, La obra del Marqués de Santillana, Madrid, ínsula, 1957, págs. 46 y ss., así como su artículo «“Las Serranillas” del Marqués de Santillana», en el colectivo E l comentario de textos, 4. La poesía medieval, Madrid, Castalia, 1983, págs. 243-276. También, Ramón Menéndez Pidal, «La primitiva poesía lírica española», recogido en su libro Estudios literarios, 5.» ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1944, págs. 197-264, especialmente págs. 215-227; Luciana Stegagno Picchio, «Per una storia della serrana peninsulare: la serrana di Sintra», CN, XXVI (1966), págs. 105-128; Pérez Priego, 1, págs. 15-22. 70 Le Gentil enfatiza, por supuesto, el peso de esa influencia, La poésie..., I, ob. cit., págs. 521 y ss. 28 O de forma más angustiosa: «Paséisme ahora allá, serrana, / que no muera yo en esta montaña»71. Ese. origen múltiple explicaría probablemente los dos planteamientos fundamentales de la serranilla cuatrocentista. A la pastorela transpirenaica corresponderían las figuras y las situaciones más idealizadas; la tradición peninsular, en cambio, habrá dejado como herencia la figura de la mujer montaraz y agresiva, presente en el Arcipreste de Hita, y heredada por poetas del xv, como Carvajal. Claro está que entre ambos extremos caben muchos grados intermedios, de tal forma que una figura tan estilizada como la serrana de Bedmar (núm. 34) se mueve en un marco perfectamente realista, donde el vergel de la tradición literaria ha sido sustituido por los allozos y los olivos. El esquema del relato es muy sencillo, y siempre idéntico en lo fundamental. Lo normal es que el caballero dialogue con la serrana, que a veces rechaza y otras acepta sus propuestas amorosas. No obstante, puede faltar el diálogo, y entonces el elemento narrativo se reduce al simple encuentro, a la visión más o menos fugaz de la muchacha (núm. 45, núm. 64). Probablemente habrá que ver aquí una influencia de la lírica gallegoportuguesa, en la que es frecuente que el caballero se limite a escuchar el canto de la pastora, sin dirigirse directamente a ella72. El género, sin embargo, permite planteamientos originales y desenlaces sorprendentes: en Pedro de Escavias será la pastora quien quede despechada por la negativa del caballe­ ro73. L a p o e s ía r e l ig io s a A lo largo de la primera mitad del siglo xv y buena parte de la segunda, la poesía religiosa en Castilla prolonga la tradición 71 Cita ambos textos Ramón Menéndez Pidal, «La primitiva...», en Estudios literarios, ob. cit., pág. 223. 72 Ramón Menéndez Pidal, «La primitiva...», en sus Estudios literarios, ob. cit., págs. 226-227. 73 María Hernández Esteban, «Pastorela, ballata, serrana», Dicenda, 3 (1984), págs. 73-96. 29 hagiográfica y mariana de los siglos anteriores: loores de la Virgen, gozos y dolores de Nuestra Señora, poemas en alabanza de los santos. Pero aproximadamente desde 1470 comienzan a escribirse una serie de textos, centrados en la figura de Cristo y en los episodios más sobresalientes de su vida: la Vita Christi, de fray Iñigo de Mendoza; la Pasión trovada, de Diego de San Pedro; las Coplas, de fray Ambrosio Montesino; las Trovas de la gloriosa Pasión, del Comendador Román. Más tarde, el Retablo de la vida de Cristo, de Juan de Padilla. La aparición de esos temas no es causal, ni obedece a razones estrictamente literarias. Se trata, más bien, del reflejo de una espiritualidad renovada, definida justamente por su atención a la humanidad de Cristo, su recelo ante la escolástica y su énfasis en los aspectos más intimistas y emotivos de la religión74 (núms. 102-105, 144, 170): este libro — dirá M ontesino de su propia obra— es para em blandecer durezas antiguas de coraçones [...]. Es libro que p ro voca a lágrim as e a todo m enosprecio del m undo. Es libro de consolaciones entrañables e secretas [...]7S. Pero precisamente por la misma extensión del fenómeno, no es fácil precisar qué fuentes concretas pueden haber influido en los autores castellanos. Sin duda, la devotio moderna de los países del norte europeo, así como la obra de Ludolfo de Sajorna, generada en ese movimiento, debieron de ejercer un notable atractivo. Pero su influjo se deja sentir, sobre todo, en los años iniciales del siglo xvi, no antes; afecta a Padilla, por ejemplo, pero es mucho más problemático referido a fray Iñigo de Mendoza. Sin duda, las Coplas de Vita Christi presentan, ya desde el mismo título, semejanzas con la Vita Christi de Ludol- 74 Cfr. el prólogo de Keith Whinnom a Diego de San Pedro, Obras completas, III. Poesías, ed. Keith Whinnom y Dorothy S. Severin, Madrid, Castalia, 1979, págs. 15 y ss. De forma más general, Albert Hyma, The Christian Reinaissance. A history ofthe «Devotio Moderna», Hamdem, Archon Books, 1965. 75 Comenta el pasaje Ana María Álvarez Pellitero, La obra lingüísticay literaria defray Ambrosio Montesino, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1976, pág. 30. 30 fo, pero tales parecidos se explican fácilmente por el trasfondo cultural común a ambos escritores76. Mucho más intensa parece la influencia de los reformados franciscanos, y en especial de los predicadores de la Orden. Se explican así algunas características de estos poemas: sus cualidades dramáticas, la inclusión de pasajes violentamente satíricos, la utilización de exempla y comparaciones pintorescas77. Hay en la poesía del momento un deseo evidente de aproximar la religión a las experiencias cotidianas, y así Montesino hablará de braseros y cortinas en uno de sus poemas navideños (núm. 104), y San Pedro recuerda cómo la Virgen daba de comer a Judas: com o sierva te sirvió y no com o tu señora. ¡C uántas vezes te guisó de com er y te lo dio de su m al n o sabidora!78. Las comparaciones apelan también a un ambiente familiar para los lectores: los golpes del látigo sobre la espalda de Cristo suenan «como los de las canales / cuando sobre losas llueve», y las súbitas apariciones y desapariciones del Salvador recuerdan el arte del prestidigitador: andava el S eñor sin fallas visitando a sus herm anos com o jugador de m anos cuando pasa las agallas79. El decoro se resiente quizá con este procedimiento, pero gracias a él se asegura la atención del lector, y su participación imaginativa en el relato. No es casual que a los años finales del siglo corresponda 76 Keith Whinnom, «The supposed sources of inspiration of Spanish fifteenth century narrative religious verse», Sim, XVII (1963), págs. 268-291. 77 Keith Whinnom, «El origen de las comparaciones religiosas del Siglo de Oro: Mendoza, Montesino y Román», RFE, XLVI (1963), p áp . 263-285. 78 Recoge la cita Keith W hinnom, «The supposed...», art. cit., pág. 277. 79 Keith W hinnom, «El origen...», art. cit., pág. 272 y pág. 269. 31 también el auge de los contrafacta, o versiones a lo divino de cantares populares. Se han señalado varios antecedentes medievales para esa práctica poética: Eugenio Asensio constata su existencia en la corte de Alfonso X 80, y Dámaso Alonso interpreta la canción de «Eya velar», recogida por Berceo, como el contrafactum de un canto militar81. Más recientemente, John Crosbie ha analizado desde ese punto de vista el Llibre vermeil del Monasterio de M ontserrat82, en el que se recogen diez textos religiosos adaptados a melodías populares. Se trata, por consiguiente, de cuntrafacta meramente musicales, pero Crosbie piensa que hay sólo un paso desde la adaptación devota de la música a la de la letra. El carácter oral del fenómeno explicaría que háya dejado tan pocas huellas en los textos anteriores a 1400. Por el contrario, Bruce W. W ardropper niega a la Edad Media no sólo la existencia de versiones a lo divino, sino incluso de una lírica religiosa popular83. En cualquier caso la moda se impone en la segunda mitad del xv: Gómez Manrique, fray Iñigo de Mendoza, Montesino, Álvarez Gato (núm. 102, núm. 103, núm. 105). Dos son las razones que explican ese éxito84. La primera es de carácter técnico: con el triunfo de la polifonía, la música culta adquiere tal complejidad que el arte religioso popular tiene que expresarse a través de las melodías de la calle. Ocurre, por tanto, lo que ya hemos visto a propósito del Llibre vermeil, aunque probablemente a mayor escala: los poemas religiosos empiezan a interpretarse al son de una canción popular preexistente y, más tarde, no sólo la melodía, sino también la letra profana, se acomoda a la nueva intención piadosa. La segunda razón es de naturaleza ideológica. Como ya hemos visto, las nuevas corrientes espirituales buscaban la aproximación al pueblo de los con­ 80 Cfr. su reseña al primer volumen del libro de Le Gentil, RFE, XXXIV (1950), págs. 286-304, especialmente págs. 298 y ss. 81 Recoge y matiza esa opinión Bruce W. W ardropper, Historia de la poesía lírica a lo divino en la Cristiandad Occidental, Madrid, Revista de Occidente, 1958, págs. 94-95. 82 John Crosbie, «Medieval contrafaäa: a Spanish anomaly reconsidered», MLR, LXXVIII (1983), págs. 61-67. 81 Bruce W. Wardropper, Historia..., ob. cit., págs. 92-96. 84 Francisco Márquez Villanueva, Investigaciones..., ob. cit., págs. 253-256. 32 tenidos religiosos, y la adopción de una música conocida por todos favorecía, sin duda, ese propósito. L A POESÍA MORAL El motivo más frecuente en la poesía moral del Cuatrocientos es la condena de los bienes materiales, o el desprecio hacia ellos (núm. 78, por ejemplo). Los poemas acumulan una objeción tras otra, pero las más importantes pueden reducirse a tres ideas fundamentales: a) Las posiciones sociales más altas son las más expuestas a toda clase de peligros y, por consiguiente, las menos deseables (núm. 18, w . 129-136). Se trata de argumentos ajenos a la religión, e incluso a la moral en un sentido estricto; prescinden de las nociones de virtud y de pecado, y recomiendan la medianía por un cálculo epicúreo de placeres y peligros. b) La riqueza y el poder incitan al mal, y constituyen así un obstáculo para la salvación del alma: quién ado rn ad o de joyas e riquezas que no lo am e consum ir e gastar en vanagloria e deleite particular e viciosso [...]? E quién p roveído o co nstituido en dignidad, linaje o señoría que no lo exercite en tiranía e sobervia sin freno?s\ De esa forma, el cristianismo conduce a las mismas conclusiones que el epicureismo, aunque por caminos bien distintos, de índole ética y religiosa. c) Pero, sobre todo, cualquier bien limitado en el tiempo no es realmente digno de ese nombre, y constituye casi una contradicción en los términos: T o d a cosa term inada n o n deve ser dicha buena; 85 M. Jesús Diez Garretas, La obra literaria de Femando de la Torre, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1983, pág. 135. D e forma menos explícita, véase núm. 18, w . 113-116. 33 im propio rim a y consuena felicidad lim itada86. Convendrá señalar la diferencia entre esa doctrina y la que considera insatisfactorios a los bienes materiales por su misma naturaleza, y con independencia de su duración: E cu anto el alm a es m ejor que el cuerpo tan to estos bienes [espirituales] son m ejores que las riquezas [...]87. No obstante, los cancioneros enfatizan mucho más el primer aspecto, y llegan incluso a reconocer un valor al dinero, con la simple condición de que pudiera disfrutarse eternamente88. En tales casos, el horizonte de los deseos sigue siendo puramente terreno; no hay una ruptura radical con el mundo, ni una aspiración a una realidad de orden superior. Se trata de un ascetismo paradójico, que rechaza los bienes materiales sólo porque no puede poseerlos indefinidamente: los poemas se detienen entonces en los «grandes desengañadores» que imponen un límite a ese disfrute del mundo: el tiempo, la Fortuna y la M uerte89. Dentro de la poesía funeral (núm. 38, núm. 65, núm. 87) existen dos líneas, teóricamente diferentes, aunque no siempre discernibles en la práctica. Por un lado, interesan la figura concreta del difunto y sus virtudes; por otro, el acontecimiento se toma como punto de partida para consideraciones generales sobre la m uerte90: la elegía y el panegírico alternan así con los planteamientos propiamente morales (núm. 87). Varios motivos reaparecen continuamente en esos textos: el ubi 86 «Amigo sabio y discreto», w . 281a-d, en FD, I, pág. 607a, núm. 268. 87 Juan García de Castrojeriz, Glosa castellana al «Regimiento de principes» de Egidio Romano, I, ed. Juan Beneyto Pérez, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1947, pág. 319. 88 M. Jesús Diez Garretas, La obra..., ob. cit., pág. 128. 89 Pedro Salinas, Jorge Manrique, o tradición j originalidad, 2.a ed., Barcelona, Seix-Barral, 1981, págs. 160 y ss. 90 Idem, id., págs. 66-68 y págs. 162 y ss. Repite esa distinción el libro de Eduardo Camacho Guizado, La elegiafuneral en la poesía española, 'Madrid, Gredos, 1969, págs. 66 y ss. 34 sunt; la igualdad de todos los hombres ante el sepulcro; la tendencia a poner las reflexiones en boca del propio difunto, con objeto de hacerlas más persuasivas o más amedrantadoras91. Los poemas vacilan entre el lamento sin consuelo y la aceptación cristiana, entendiendo la muerte como un simple tránsito hacia el Más Allá. Incluso en una obra tan sombría como la Dan?# General92 no faltan personajes — el ermitaño y el monje— que expresan ese punto de vista más confiado, más próximo a los primeros siglos de la Edad Media. Junto a la Muerte, la Fortuna ocupa también un lugar prioritario en los cancioneros93, donde el motivo aparece asociado con varios problemas morales y teológicos. A veces, la fortuna se identifica con el influjo astral94, y se plantean entonces los problemas del libre albedrío y la autonomía de la persona. Otras, se hace preciso armonizar a la diosa del azar con la idea cristiana de un orden universal, absoluto y sin resquicios, y aparece entonces una «Fortuna de tejas arriba», identificable con la Providencia o sometida a ella. Pero, al mismo tiempo, pervive la concepción tradicional de una «Fortuna de tejas abajo», caprichosa o decididamente maligna95. En tales casos, los poemas se alejan insensiblemente de la ortodoxia estricta, y su- 91 Eduardo Camacho Guizado, La elegía..., ob. cit., págs. 82 y ss. Para el ubi sunt, Margherita Morreale, «Apuntes para el estudio de la trayectoria que desde el ¿ubi sunt] lleva hasta el “¿qué le fueron sino...?” de Jorge Manrique», Th, XXX (1975), págs. 471-519. 92 Margherita Morreale, «Para una antología de literatura castellana medieval: la Danzfl de la Muerte», Annali del Corso di Ungue e Letterature Straniere presso rUniversita di Bari, VI (1963). Para una introducción, cfr. Alan Deyermond, «El ambiente social e intelectual de la Danτ/i de la Muerte», Artas del III Congreso Intemarionalde Hispanistas, México, El Colegio de México, 1970, págs. 267-276. w Juan de Dios Mendoza Negrillo, Fortunay Providencia en la literatura castellana del siglo X V , Madrid, Real Academia Española, 1973; Erna R. Berndt, Amor, muertey fortuna en «La Celestina», Madrid, Gredos, 1963. Una exposición más somera puede verse en María Rosa Lida de MalkielJuan de Mena..., ob. cit., páginas 20-30. 94 Charles F. Fraker, Studies..., ob. cit., especialmente págs. 91-116 («Astrology in the Cancionero de Baena»), 95 Otis H. Green, «Sobre las dos Fortunas: de tejas arriba y de tejas abajo», Studia Philologica. Homenaje a Dámaso Alonso, II, Madrid, Gredos, 1961, páginas 143-154. El propio Green se ocupa más ampliamente del tema en España..., II, ob. cit., págs. 239-376. 35 gieren una visión dualista y casi maniquea: existe un principio del bien, Dios o su Providencia, enfrentado a un principio del mal, la Fortuna. Contra ella, los poetas proponen toda clase de remedios o de consuelos, en una línea próxima al estoicismo, al menos en apariencia: el sabio busca refugio en la virtud, y desdeña en su nombre los demás bienes materiales. Pero, a diferencia del Pórtico, que se contenta con ese argumento y no busca otros, los textos castellanos prometen una recompensa terrenal o sobrenatural para el comportamiento recto. Según la famosa caracterización de Wilamowitz, los estoicos tuvieron fe y caridad, pero les faltó la esperanza96, que es, justamente, el consuelo decisivo en los cancioneros. E l Laberinto de Mena y La Comedieta de Ponza, anuncian un futuro mejor para los reinos peninsulares, e incluso el más pagano de esos poemas, el Bias contra Fortuna, termina con la promesa del Paraíso. De esa forma la virtud ha dejado de valer por sí misma y se ha convertido en un instrumento para el éxito, mundano o transmundano, con lo que, más allá de las semejanzas parciales, se pierde la enseñanza central de la Stoa. · La forma que adopta el mensaje moral varía mucho de un poema a otro. A veces, el autor habla directamente con el lector, o se dirige al mundo, reprochándole su falsedad y despidiéndose de sus bienes (núm. 26). En otros casos, prefiere adoptar la forma del debate (como en el Bias), o construir un relato alegórico más o menos complejo, que sirva de soporte al contenido doctrinal. La p o e s ía p o l í t i c a y s a t í r i c a La frontera entre la poesía moral y la política no siempre es fácil de establecer. E l Laberinto de Mena, por ejemplo, plantea el misterio de la Providencia y del mal en el mundo, pero al mismo tiempo propone un ideal político de pacificación inte­ 96 La observación de Wilamowitz se refiere a Marco Aurelio, pero podría generalizarse a toda la escuela (cfr. la introducción de Carlos García Gual a Marco Aurelio, Meditaciones, Madrid, Gredos, 1977, págs. 20-22. 36 rior y lucha contra los musulmanes. De forma más personalista, el Doctrinal de privados (núm. 41) es una venganza de su autor contra don Alvaro de Luna, pero también una reflexión ética sobre el poder y sus peligros. La misma indeterminación en los límites se da con respecto a la poesía satírica, que ocupa un lugar importante en los cancioneros del x v 97. Varias circunstancias históricas explican ese auge: la debilidad de los reyes, la crisis del sistema feudal, la corrupción en las costumbres, la integración de la minoría conversa en la sociedad cristiana. La sátira política adquiere una notable violencia en obras como las anónimas Coplas de la panadera9*, donde se pasa revista a los nobles que combatieron en la batalla de Olmedo, y se critican su cobardía y su arrogancia. Las más tardías Coplas de Mingo Revulgo (1464, véase núm. 88), así como las anónimas del Provincial (1465-1474)99, critican el desorden del reino y los excesos de la nobleza mediante una transparente ficción alegórica. En las primeras, el pastor Mingo Revulgo se queja ante Gil Arribato de la negligencia de Candaulo, es decir, del propio Enrique IV, que permite a los lobos atacar impunemente los ganados. Se trata de mostrar así la prepotencia de los nobles contra el pueblo, aunque tampoco éste queda libre de toda responsabilidad: Si tú fueses sabidor y entendieses la verdad, veríes que p or tu ruindad has havido m al p a sto r100. En las Coplas del Provincial\ un superior de la Orden hace una visita de inspección a un monasterio — la propia Castilla— y descubre allí la corrupción de los frailes y las monjas. El poema contiene numerosas alusiones antisemitas, pero lo que se 97 Kenneth R. Scholberg, Sátira e invectiva en la España medieval, Madrid, Gredos, 1971 ;Julio Rodríguez Puértolas, Poesía deprotesta en la Edad Media castellana, Madrid, Gredos, 1968; del mismo autor puede verse ahora la antología PCS. 98 Aparecen incluidas en PCS, págs. 127 y ss. Cfr. Nilda Guglielmi, «Los elementos satíricos de las Coplas de la panadera», Fil, XIV (1970), págs. 49-104. 99 Han sido editadas por Marcella Ciceri en CN, XXXV (1975), páginas 39-210, y recogidas también en PCS, págs. 233 y ss. 100 Cfr. núm. 88, w . 199-202. 37 denuncia de manera más directa y más procaz es la corrupción sexual de los grandes personajes del reino. La misma figura del soberano, tradicionalmente respetada, es objeto de crítica violenta, como lo será en otros poemas de esa misma época de Enrique IV (núm. 101), aunque, como en los reinados anteriores, los privados siguen siendo el blanco preferido de todos los ataques. Junto a esa sátira, centrada en los acontecimientos y las figuras de trascendencia política, existe otra dirigida contra particulares o, más genéricamente, contra ciertos grupos y defectos. Como ya en la lírica gallegoportuguesa, son frecuentes, por ejemplo, los intercambios de insultos entre poetas, que se echan en cara toda clase de defectos, desde la embriaguez (núm. 93) hasta el plagio (núm. 94). Los clérigos, los judíos (núm. 58) y las mujeres son también objeto de críticas frecuentes. No obstante, la línea misógina de un Torrellas tiene en la poesía cancioneril una importancia relativa, y suele presentarse en forma de ataque a personas concretas, y no al género femenino en su conjunto101. Por otra parte, es frecuente que la intención crítica desaparezca casi por completo, y quede reducida a simple pretexto para lo puramente jocoso o festivo: las consideraciones morales y los deseos de reforma ceden así su lugar a la comicidad por la comicidad misma. P r e g u n t a s y r e s p u e s t a s Las preguntas y respuestas, tan frecuentes en los cancioneros castellanos del xv, se relacionan de forma más o menos indirecta con dos géneros de la poesía provenzal102: la tensó, y el joc partit o partimen. La tensó es una disputa entre dos trovadores, cada uno de los cuales defiende el punto de vista que le paIU1 Scholberg, págs. 269 y ss. Para el tema de la misoginia en la época, J. Ornstein, «La misoginia y el profeminismo en la literatura castellana», RFH, 11(1941), págs. 219-232. 102 John G. Cummins, «The survival in the Spanish cancioneros of the form and themes of Provençal and old French poetic debates», BHS, XL1I (1965), págs. 9-17. 38 rece más verdadero o más adecuado a sus gustos. A cada uno de ellos le corresponde una estrofa del poema, y el segundo está obligado a mantener el esquema métrico, la rima y la melodía, marcadas por el primero. En el joc partit, las reglas son aún más rigurosas, ya que el poeta que inicia la discusión presenta dos alternativas, y se compromete a defender la que no escoja su rival103. Los cancioneros cuatrocentristas siguen esos dos modelos, pero introducen una diferencia importante: las réplicas y contrarréplicas se alternan como poemas independientes, y no ya como estrofas sucesivas de una misma composición. Se mantiene, no obstante, la obligatoriedad de conservar en la respuesta las mismas rimas de la pregunta, si bien no siempre los poetas acatan esa convención. El debate puede prolongarse a lo largo de varias obras, y en él pueden intervenir más de dos interlocutores. Los temas de las preguntas y respuestas son muy diversos, y van desde el acertijo a las cuestiones más difíciles de metafísica y teología. La casuística amorosa (núm. 77) ocupa, naturalmente, un lugar destacado, y da origen a las formulaciones más pintorescas: un escudero navega con dos doncellas, una a la que ama, y otra que lo quiere «con amor bien verdadero, / muy más fírme que colupna». Estalla una tempestad, y una voz le aconseja arrojar al agua una de ellas; ¿a cuál escogerá? La contestación es que «a la donzella fermosa / qu’él amava en perfección / ... / aquélla deve guardar / y la otra condepnar / a cualquier tribulación»104. Habitualmente, la pregunta propiamente dicha va acompañada de fórmulas de saludo y despedida, de alabanzas al interlocutor y confesiones de la propia ignorancia, de acuerdo con los tópicos de la captatio benevolentiae. También es normal que sean designados uno o varios jueces, con objeto de que diriman la disputa y señalen un vencedor105: 103 Martín de Riquer, Los trovadores..., ob. cit., págs. 65-70. 104 Carrete-Cantera, págs. 146-151, núms. 41 y 42. 105 Esa costumbre, que estaba ya en los poetas provenzales, es rara en la lírica gallegoportuguesa, pero no en la catalana, a la que habrá que atribuir un papel importante en la transmisión del género a Castilla (John G. Cummins, «The 39 Seredes los jueses d’aquestos pleiteses, oyendo sus m etros en essa g rant villa106. Habrá que pensar, por tanto, en una difusión oral del género («oyendo sus metros») o, quizá mejor — según se deduce de otros testimonios— , en una forma mixta de presentación. Los poetas intercambiarían sus obras por escrito, y sólo cuando el debate adquiriera la suficiente extensión o interés tendría lugar la recitación ante la corte y el rey. O quizá el primer interlocutor leía públicamente su desafío, y los demás lo transcribían, para responderle también públicamente. Lo normal es que se fijara un plazo para la respuesta, y la improvisación no parece haber sido frecuente. En todo caso, el debate tenía algo de enfrentamiento deportivo y, por supuesto, de espectáculo, como recuerda un reto de Baena a Villasandino: «quiero con busco jugar a las cañas»107. Finalmente, hay que señalar que muchos de esos intercambios no comienzan con una pregunta explícita: se trata, más bien, de poemas satíricos, a los que el aludido contesta con más o menos violencia (núms. 2-3). E l e m e n t o s p o p u l a r e s e n l o s c a n c io n e r o s Desde mediados del siglo xv en adelante se advierte en los círculos cortesanos un interés cada vez mayor hacia lo popular. Los cancioneros de Stúñiga y Herberaj des Essarts recogen auténticas cancioncillas viejas o, en todo caso, poemas popularizantes que reelaboran conocidos motivos tradicionales, tales como el de la malmaridada (núm. 68), la niña precoz, o la muchacha que lava en la fuente (núm. 66)108. survival...», art. cit., págs. 9-11). Sobre el tema puede verse el artículo del mismo autor, «Methods and conventions in the 15 th-century poetic debate», H R, XXXI (1963), págs. 307-323. 106 John G. Cummins, «Methods...», art. cit., pág. 316. 107 ídem, id., págs. 308. 108 Antonio Sánchez Romeralo, E l villancico. (Estudios sobre ¡a lírica popular en los siglos X V j X V I), Madrid, Gredos, 1969, págs. 34-42. Sobre todos estos problemas puede verse también Margit Frenk Alatorre, Estudios sobre Urica antigua, Madrid, Castalia, 1978. Existen algunas excelentes antologías: Dámaso 40 Pero la nueva tendencia se manifiesta, sobre todo, en el triunfo del villancico. La palabra aparece documentada ya en la Cartq proemio del Marqués de Santillana, y en un primer momento existen ciertas vacilaciones, tanto en la forma como en el sentido del término. Se habla de villancico, villancete o villanctllo, y no siempre para designar una determinada disposición métrica, sino el tono o, simplemente, la ambientación rústica del poema. Así, una serranilla de Carvajal (núm. 59) figura bajo la rúbrica villancete, sin que exista ninguna razón lingüística o métrica que justifique ese nom bre109. Pero ya en los años finales del siglo, la palabra tiene un significado mucho más preciso: el villancico, que se define por sus características formales más que temáticas, consta generalmente de los siguientes elementos: a) Una cabeza de dos o tres versos. Ese rasgo lo singulariza frente a la canción que, según veíamos, presenta habitualmente una parte inicial algo más extensa. b) Una mudanza de cuatro versos, con rima diferente a los anteriores. c) Un verso de enlace con la mudanza. d) La vuelta, que rima con los versos iniciales, retomando palabras o sintagmas enteros. Al igual que en la canción, el poema puede alargarse añadiendo una o varias mudanzas, con su enlace y su vuelta co­ rrespondientes. En los poemas de esta naturaleza que recogen los cancioneros son posibles, básicamente, tres situaciones. En primer lugar, el poeta cortesano puede tomar un cantarcillo popular como cabeza, y glosarlo en los versos siguientes de acuerdo con las convenciones de la lírica culta (núm. 165, por ejemplo). Pero, con frecuencia, tanto la cabeza como la glosa son Alonso y José M. Blecua, Antología de la poesía española. Poesía de tipo tradicional, Madrid, Gredos, 1956; José M. Alín, E l cancionero español tipo tradiáonal, Madrid, Taurus, 1968; Margit Frenk Alatorre, Lírica española de tipo popular: Edad Media y Renacimiento, Madrid, Cátedra, 1977. 109 Antonio Sánchez Romeralo, E l villancico..., ob. cit., págs. 34 y ss. 41 creación cortesana. En tales casos, no siempre es fácil diferenciar estos villancicos cultos de los anteriores110: los versos iniciales suelen remedar el tono popular, y aunque a veces el pastiche salta a la vista, otras, es difícil o imposible de descubrir. Sin duda, en algunos casos pueden aportarse indicios de la tradicionalidad folklórica de ciertos cantares: así, por ejemplo, su supervivencia actual en el pueblo. Se trata de una de las pruebas más seguras, pero tampoco concluyentes, ya que bien pudiera ocurrir que lo que hoy es folklórico haya sido canción culta en su origen, incorporada luego a la tradición oral. Otros indicios pueden resultar de mayor o menor utilidad: para empezar, el estilo mismo de los poemas; pero también su inclusión en las recopilaciones realizadas con criterios científicos ya en los siglos xvi y xvn (Mal Lara, Correas, etc.), o la existencia de fuentes inconexas. Así, en el Cancionero Musical de Palacio se recogen varias composiciones que no vuelven a ponerse por escrito hasta el siglo xvn, como la tan concida E n tra m ayo y sale abril: ¡tan garridico le vi venir! Podría pensarse que el texto del Seiscientos recogió la composición del Cancionero Musical\ pero esa relación directa parece poco probable. La semejanza debe de obedecer más bien a que uno y otro acuden a una fuente común, es decir, en este caso, a la tradición popular. No obstante, el número de poemas dudosos sigue siendo muy elevado, por lo que algunos críticos prefieren hablar de poesía de tipo tradicional111: con ello hacen referencia simplemente a las características formales, sin pronunciarse sobre la efectiva vitalidad folklórica de los poemas, casi siempre pro­ blemática. 110 Margit Frenk Alatorre, «La autenticidad folklórica de la antigua lírica “popular”», en sus Estudios..., ob. cit., págs. 115-136. Previamente había aparecido en el Anuario de letras, VII (1968-1969), págs. 150-169. 111 José M. Alín, «Poesía de tipo tradicional. Cinco canciones comentadas», en el colectivo E l comentario de textos, 4..., ob. cit., págs. 339-374, pág. 341. 42 Una tercera posibilidad es que tanto la cabeza como la glosa sean populares112. Se trata de una situación poco frecuente en las compilaciones poéticas, pero no en los cancioneros musicales, ya que a los músicos «no les preocupaba el decoro de las palabras que acompañaban a la melodía, y a menudo no esperaron a que les pusieran su vestimenta cortesana». Nos encontramos aquí con un problema parecido al que veíamos antes: ¿cómo estar seguros de que esas glosas «de tipo folklórico» no son creación de los propios músicos cultos?; ¿cómo decidir en qué casos se limitaron a recoger y en cuáles otros actuaron como creadores o adaptadores? De cualquier forma, la glosa de tipo popular se diferencia de la cortesana por su vocabulario, su disposición métrica, y su relación con la cabeza: en la culta, la estrofa inicial es muchas veces un pretexto para que el poeta exhiba su virtuosismo en los versos siguientes; en la popular, no se pretende sino continuar el cantar inicial, respetando r tono y su tema. Paralelo al del villancico es el auge del romance. Los cancioneros más importantes, desde Stúñiga en adelante, recogen numerosas composiciones de ese tipo, hasta el punto de que el Canríonero general de 1511 les dedica uno de sus apartados. Es raro, sin embargo, que figuren por sí solos, y lo normal es que vayan acompañados por una glosa (núm. 161), o una desfecha de estilo cortesano. Por otra parte, los cancioneros nos han transmitido también romances cuya autoría corresponde a poetas de nombre conocido. Así, por ejemplo, los dos de Carvajal que figuran en el Cancionero de Stúñiga, y que son los primeros de esa naturaleza que han llegado hasta nosotros113. 112 Margit Frenk Alatorre, «Glosas de tipo popular en la antigua lírica», N R F H , XII (1958), págs. 301-334, ahora en sus Estudios-., ob. cit., páginas 267-308, pág. 272. 113 Sobre la presencia de los romances en los cancioneros, cfr. simplemente el resumen de Giuseppe Di Stefano en su edición de E l romancero, Madrid, Narcea, 1973, especialmente págs. 15-23, y págs. 54-60. 43 E l e m e n t o s s e m í t i c o s e n l o s c a n c i o n e r o s Después de las violentas persecuciones de 1391, muchos judíos abandonaron la antigua ley de Moisés, e intentaron incorporarse, con mayor o menor sinceridad, a la comunidad cristiana114. Esos cristianos nuevos reciben también el nombre de conversos, y su papel en la cultura española es, como se sabe, uno de los aspectos más discutidos en la historiografía de los últimos años. Desde que Américo Castro115 llamó la atención sobre la importancia de ese grupo — y, en general, del elemento semítico— la polémica prácticamente no se ha interrumpido, y sigue abierta en sus aspectos fundamentales116. Para lo que aquí interesa habrá que señalar de entrada el elevado número de escritores conversos que figuran en las páginas de los cancioneros: Álvarez Gato, Cota, M ontoro y varios más son, indudablemente, descendientes de judíos, y aun podrían añadirse otros casos dudosos, como el de Juan de Mena. Pero esa observación no es suficiente, ya que deja sin responder la pregunta esencial: ¿es diferente la literatura de los cristianos nuevos de la cultivada por los viejos? Dicho de otra forma, ¿existe una «peculiaridad literaria» de los conversos?117. Para Castro es indudable la existencia de tales características especificas, justificadas por el vivir amargo de los judíos españom La persecución no parece haber sido la única causa de esas conversiones. De hecho, en el momento de producirse el estallido antisemita, la fe de las comunidades hebreas se hallaba ya debilitada por corrientes epicúreas y racionalistas, de corte averroísta (cfr. Francisco Márquez Villanueva, «The converso problem: an assessment», Collected studies in honour Américo Castro!f eightieth year, Oxford, Licombe Lodge, 1965, págs. 317-333, especialmente págs. 326-327. 115 La bibliografía sobre Américo Castro y su pensamiento es muy extensa. Puede verse una buena introducción en Guillemo Araya, E l pensamiento de Américo Castro. Estructura intcrcastiz/i de la historia de España, Madrid, Alianza, 1983. 11(1 Resume los aspectos más destacados de la polémica Márquez Villanueva, en el artículo citado en la nota 114. También Antonio Domínguez Ortiz, «Historical research on Spanish conversos in the last 15 years», Collected studies..., ob. cit., págs. 63-82. 117 Para el planteamiento de la cuestión, Antonio Domínguez Ortiz, Losju deoconversos en Españay America, Madrid, Istmo, 1971, especialmente en su capítulo 10. 44 les: el pesimismo, el espíritu crítico, la insumisión a las convenciones, la búsqueda de un cristianismo renovado. Sólo la marginación del grupo puede explicar la amargura de Fernando de Rojas, por citar el ejemplo más conocido, o la de Rodrigo C ota118. De esa forma, los conversos serían responsables de un cambio de rumbo en la literatura castellana, caracterizada, desde E l Cid al Arcipreste, por las actitudes contrarias de optimismo y serenidad ante el m undo119. Algunos aspectos concretos han sido objeto de atención especial: así, María Rosa Lida relaciona a los conversos con el auge de la hipérbole sagrada120; Avalle-Arce explica el mesianismo político de Cartagena por su ascendencia judía121, y Scholberg se detiene en la importancia del nuevo grupo para la sátira del Cuatrocientos122. Con mayor cautela, Fraker estudia la herencia filosófica y teológica del judaismo en algunos autores del Cancionero de Baena, descendiendo a cuestiones muy específicas, casi microscópicas, en algunos casos123. Esos estudios precisan, y a veces corrigen, las intuiciones de Américo Castro, demasiado vulnerables por su misma generalidad, como ya mostró Eugenio Asensio en un artículo famoso124. Abandonados los planteamientos puramente raciales, las 118 Cfr. simplemente Américo Castro, La realidad histórica de España, México, Porrúa, 1954, págs. 533 y ss. 119 ídem, id., pág. 534. 120 María Rosa Lida de Malkiel, «La hipérbole...», en sus Estudios..., ob. cit., págs. 305-307. Se opone a ella R. O. Jones, «Isabel la Católica...», art. cit. 121 Juan Bautista Avalle-Arce, «Tres poetas del Cancionerogeneral (I): Cartagena», en su libro Temas hispánicos medievales. Literatura e historia, Madrid, Gredos, 1974, págs. 280-315, especialmente págs. 310 y ss. Previamente en BRAE, XLVII (1967), págs. 287-310. Adelanta algunas objeciones Francisco Cantera Burgos, «El poeta Cartagena del Cancionero general y sus ascendientes los Franco», Se/, XXVIII (1968), págs. 3-39. 122 Scholberg, págs. 303 y ss. 123 Charles F. Fraker, Studies..., ob. cit., especialmente el capítulo «Judaism in the Cancionero de Baena». Un ejemplo bastará para mostrar el tipo de cuestiones en las que se detiene Fraker. A la pregunta sobre los predestinados que formula Talavera, Garci Álvarez de Alarcón da una respuesta inconcebible en un cristiano, pero explicable en un lector de Avicena: Dios no conoce los particulares y sí sólo los géneros y las especies, de tal manera que ignora quién ha de salvarse y quién no. 124 Eugenio Asensio, «La peculiaridad literaria de los conversos», AEM , IV 45 investigaciones parecen centrarse ahora en dos hechos fundamentales. El primero es de naturaleza social: los conversos fueron una minoría culturalmente importante, pero hostilizada y en permanente peligro, lo que indudablemente debe reflejarse en sus obras. El segundo es de índole cultural, ya que provenir del judaismo equivalía a heredar un conjunto de ideas y de doctrinas que los poetas no podían olvidar125. E l v e r s o d e a r t e m a y o r y s u p o é t ic a Dos son los versos que dominan la producción poética de los cancioneros: el octosílabo, comün a otras lenguas romances y de larga historia posterior, y el verso de arte mayor, que desaparece prácticamente a comienzos del siglo xvi. Sus orígenes siguen siendo oscuros, ya que las teorías que lo vinculan a la lírica gallegoportuguesa se apoyan en testimonios dudosos o en errores de cronología. Así, la cantiga de Juyáo Bolseiro, «Donna e senhora de grande vallia», pertenece al siglo xv; es, por tanto, imitación y no precedente del arte mayor castellan o 126. Más probable parece la relación con el verso épico francés127, aunque queden sin explicar las fluctuaciones del verso castellano. En efecto, lo específico del arte mayor no es su medida — que oscila entre las diez y las catorce sílabas, con tendencia reguladora a las doce— , sino su esquema acentual fijo. Cada hemistiquio debe incluir dos ictus, separados por dos sílabas átonas, es decir, debe contener la combinación silábicoacentual —------1: (1967) págs. 327-351, recogido en su libro La España imaginada de Américo Castro, Barcelona, El Albir, 1976, págs. 85-117. 125 Francisco Márquez Villanueva, Investigaciones..., ob. cit., págs. 43 y ss. 126 Giuseppe Tavani, «Sull’attribuzione ajuyäo Bolseyro di Donna e senhora de grande vallia (Considerazioni suile origini dell’ “arte mayor”», en su libro Poesía del Duecento /tella Penisola Ibérica. Problemi della lírica galegoportoghest, Roma, Ateneo, 1969, págs. 183-217. El texto había aparecido en CN, XXV (1965), páginas 15-33. Para un resumen de las teorías anteriores, cfr. Tomás Navarro Tomás, Métrica española. Reseña históricay descriptiva, 4.» ed., Madrid-Barcelona, Guadarrama-Labor, 1974. 127 Es la teoría de Le Gentil, recogida por Tavani en su Poesía..., ob. cit. 46 Al muy prepotente.// donjuán el segundo Ese'esquema tan rígido convierte al verso de arte mayor en «escenario de extraordinarias violencias ejercidas sobre la prosodia, el léxico y la gramática»128. En un hemistiquio como «tus firmezas pocas», el modelo de verso obliga a una acentuación anómala, con objeto de mantener la separación de dos átonas entre los dos tiempos rítmicamente marcados. Al mismo propósito obedecen muchos otros fenómenos observables en los textos: así, el hipérbaton, que permite acomodar las unidades sintagmáticas a las exigencias rítmicas; el uso anárquico de artículos y preposiciones; la alternancia de formas distintas de una misma palabra: princessa o principessa, novel o novelo,Jordán oJordano, según la conveniencia del verso. De esa manera, el arte mayor crea una distancia — que los autores de la época vieron como la esencia misma de lo poético— entre «su» idioma y la norma lingüística: para la estética del momento, cualquier material queda convertido en poesía una vez sometido a esa manipulación distanciadora. Cuando Boscán señala que los metros italianos sonaban como prosa a muchos oídos, está describiendo de manera muy precisa la reacción de lectores educados en la vieja estética: la armonía entre norma métrica y norma lingüística, propia de las nuevas formas, debía de resultar «poco marcada» frente a la violenta torsión impuesta por el verso de arte mayor. E v o l u c i ó n d e l o s c a n c io n e r o s En 1350 e! conde de Barcelos, expresa el deseo de enviar «o meu Livro das Cantigas» al rey Alfonso XI de Castilla129. El gesto tiene un valor casi emblemático; cierra la época de es- 128 Fernando Lázaro Carreter, «La poética del arte mayor castellano», Studia Hispanica in honorem R. Lapesa, I, Madrid, Cátedra-Seminario Menéndez Pidal y Gredos, 1972, págs. 343-378. Reimpreso en su libro Estudios depoética (La obra en si), Madrid, Taurus, 1976, págs. 75-111; la cita en pág. 77. 129 Alan Deyermond, «Baena, Santillana, Resende...», art. cit. 47 plendor de la lírica gallegoportuguesa y expresa el desplazamiento del centro de gravedad poético a la corte castellana. Se explica de esa forma que los primeros poetas incluidos por Baena en su recopilación sigan vinculados a la tradición de los cancioneiros, incluso desde el punto de vista lingüístico: Macías, Villasandino, el Arcediano de Toro escriben muchas de sus obras en gallego, o en un castellano cargado de galleguismos130. Es cierto que esos escritores se apartan en algunos aspectos importantes de la tradición lírica que los precede, pero es posible también que tales diferencias resultaran menos profundas si conociéramos mejor lo ocurrido en los años inmediatamente anteriores. Así, la novedad más llamativa en Baena es la desaparición de las cantigas de amigo, tan frecuentes en la poesía gallegoportuguesa. Sin embargo, parece que el género había entrado en decadencia ya a comienzos del xiv, de manera que los poetas castellanos no harían sino prolongar una moda iniciada en la propia corte del rey don D ionís131. Otras innovaciones pueden explicarse por una influencia más directa de la lírica provenzal: por ejemplo, el uso del senbal o nombre fingido tras el que se oculta la verdadera identidad de la amada; convención casi desconocida en el oeste peninsular, y muy arraigada, en cambio, en los trovadores de Provenza y Cataluña132. A ese primer grupo de poetas sucede una segunda generación, la de los nacidos aproximadamente entre 1370 y 1385, a la que pertenecen Imperial, Sánchez Talavera o Pérez de Guzm án133. Todos ellos se sienten atraídos por los temas morales y teológicos, así como por las referencias librescas, los alardes de erudición y los desfiles de personajes famosos. La figura más sobresaliente, verdadero cabeza de fila de la generación, es el genovés Francisco Imperial, a quien se debe la introducción del decir amoroso de carácter narrativo, así como de la 130 Rafael Lapesa, «La lengua de la poesía lírica desde Macías hasta Villasandino», RPhil, Vil (1953-1954), págs. 51-59. 131 Alan Deyermond, «Baena, ¿antillana, Resende...», art. cit., pág. 204. Para un replanteamiento de algunos problemas esenciales de la lírica gallegoportuguesa, cfr. Giuseppe Tavani, Poesía..., ob. cit. 132 Rafael Lapesa, La obra literaria..., ob. cit., págs. 23-25. 133 ídem, id., pág. 32. 48 poesía dantesca. Sin duda, los hábitos lingüísticos y literarios del adaptador limitan la acomodación del modelo italiano. ¿Cómo adaptar, por ejemplo, la unidad impar del terceto en la estrofa castellana de ocho versos? Los poetas se verán obligados a prescindir de ese ritmo ternario, o a respetarlo al precio de llenar el cuarto verso con un elemento suplementario (glosa, conclusión o amplificación). Pero aun dentro de esos límites, la influencia de la Comedia es profunda, y afecta no sólo a los temas, sino también a las imágenes, la métrica y la sintaxis134. Junto al alegorismo dantesco habrá que tomar en consideración el francés, que llega a través de obras como el Roman de la rose y sus derivaciones135. No obstante, hacer de Imperial el cabeza de una escuela francesa, como pretenden Post y Le G entil136, parece enfatizar demasiado una influencia indudable, pero acaso menos intensa de lo que en principio podría parecer: el prestigio de Francia, la boga de sus costumbres y de sus valores, no autorizan a suponer sin más una penetración paralela de su literatura. La existencia de una tradición peninsular, la poligénesis o la influencia italiana permiten explicar muchos fenómenos, sin necesidad de suponer un modelo transpirenaico para toda semejanza más o menos imprecisa137. La orientación iniciada por Imperial alcanza su madurez gracias al Marqués de Santillana, en cuya obra convergen las más diversas tradiciones culturales: los poetas latinos, los Trionfi de Petrarca, Machaut, Ausias March o Jordi de Sant Jordi. Su papel es decisivo en la creación de géneros nuevos y en la consagración de los ya existentes: a él se debe la boga del planto alegórico, así como la de los infiernos y triunfos de 134 Margherita Morreale, «El Dezir a las siete virtudes de Francisco Imperial. Lectura e imitación prerrenacentista de la Divina Comedia», Lengua, literatura, folklore. Estudios dedicados a Rodolfo Oroz, Santiago, Universidad de Chile, 1967, págs. 307-381. 135 F. E. Luquiens, «The Roman de la rose and Castilian literature», RF, XX (1907), págs. 284-320. 136 Pierre Le Gentil, La poésie..., ob. cit., pág. 253; Chandler R. Post, Mediaeval Spanish allegory, W estport (Connecticut), Greenwood Press, 1974, páginas 147-182 (es reimpresión de la ed. de Cambridge, Harvard University Press, 1915). 137 Cfr. algunos ejemplos en la reseña de Eugenio Asensio mencionada en la nota 80. 49 amor, tan frecuentes en la segunda mitad del siglo. Más en general, Santillana da plena madurez a los procedimientos alegóricos, e intensifica las referencias mitológicas o librescas iniciadas en los años anteriores. En ese camino su significación en la poesía de la época sólo puede ser comparada a la de Juan de Mena. La obra de Mena, y sobre todo el Laberinto de Fortuna, supone el intento más serio de elevar el castellano a la altura poética del latín, mediante la erudición, las referencias clásicas, y los cultismos léxicos y sintácticos. Excesiva para el gusto moderno, esa latinización obedecía, sin embargo, a aspiraciones profundas de la época, y ejerció una influencia duradera en los poetas posteriores. A mediados del siglo quedan fijadas algunas de las orientaciones y los temas más característicos de la poesía cuatrocentista, pero en las décadas siguientes se producen todavía varias modificaciones importantes. Me he referido ya al giro que sufre la poesía religiosa en los años 70-80, o a la progresiva penetración de elementos populares en la lírica cortesana. Esa ampliación de horizontes va acompañada, sin embargo, de una restricción temática y métrica que ha sido cuidadosamente analizada por W hinnom 138. Basándose en las canciones del Candonero general de 1511, W hinnom observa que la gran mayoría obedece a un esquema único de doce versos octosilábicos, abba cddc abba. De esa forma, se pierde la riqueza de posibilidades que ofrecía la canción en la primera mitad de siglo, y desaparecen,· por ejemplo, los poemas con más de una mudanza, o los que presentan una cabeza de 5 ó 6 versos. Por otro lado, el poeta se constriñe voluntariamente a la utilización de un léxico limitado que pone a prueba toda su pericia técnica. De los 297 sustantivos que aparecen en los poemas analizados, 25 dan razón de más de la mitad de los casos, concretamente 882 sobre 1630. La mayor frecuencia corresponde a vida, que aparece en 98 ocasiones, mal (80), dolor (74), muerte (58), amor (52), pena (52). El carácter abstracto de esos términos — referidos a estados emocionales o potencias del alma— es un claro indicio de cómo la poesía fin de siglo extrel3e Keith Whinnom, «I lacia una interpretación...», art. cit. 50 ma el intelectualismo cancioneril al que me he referido ya en paginas anteriores. ß E v o l u c i ó n d e l a l e n g u a La lengua de los cancioneros refleja bien las vacilaciones que caracterizan al castellano del siglo xv. Así, la/-, la h aspirada o la omisión de una y otra, alternan todavía en comienzo de palabra; la confusión entre b/v no es aún general, y es inseguro el timbre de las vocales átonas (vevir frente a vivir; sofrir frente a sufrir)m . Las vacilaciones ortográficas entre z/c, s/ss y g -j/x obedecen a un efectivo ensordecimiento de los sonidos sonoros correspondientes. En el paradigma verbal, los imperfectos en -ia compiten con las formas en -te, las terminaciones en -ades, edes con ais, -e'is (o incluso -ás, -és: tenedes, tenéis, tenés). Aún no han quedado arrinconadas las formas so, vo, do; ni los gerundios del tipo seyendo o vejendo. También en la sintaxis se mantienen construcciones destinadas a desaparecer, así todavía Santillana escribe «la su vida», o «los mis mantos», frente a «mi razón». No obstante, a lo largo del siglo la situación tiende a regularizarse, y sobre todo en los últimos años el idioma sufre uno de los cambios de rumbo más profundos de su evolución. El Diálogo de la lengua da cuenta ya de ese triunfo de las soluciones modernas frente a las medievales, al tiempo que ilustra otro fenómeno importante: el descrédito de la violenta latinización de mediados de siglo. He hecho ya referencia a los esfuerzos de Mena y de Santillana, que se tradujeron en la adopción masiva de cultismos. Algunos, como delicias, pontífice, prosapia o rumor han arraigado definitivamente en castellano, en tanto que otros tuvieron una vida más efímera. La sintaxis también intenta aproximarse lo más posible al latín: se utiliza el participio de presente, en lugar de una oración de relativo, de un gerundio, o de cualquier otro giro equivalente; se calca la construcción de infinitivo dependiente de un verbo principal y se imita 139 Cfr. simplemente Rafael Lapesa, Historia de la lengua española, 9.“ ed., Madrid, Credos, 1985, págs. 272 y ss., a quien me atengo en lo que sigue. 51 el ablativo absoluto140. Intentando dar a la frase castellana la misma ordenación que la latina, Juan de Mena escribe «a la moderna, bolviéndome rueda». Pero ya Nebrija le reprocha esa inversión, argumentando que no es lícito «pervertir la buena orden», «por guardar la gramática de la lengua latina»141. De hecho, el humanismo de la época de los Reyes Católicos supuso un freno a ese tipo de tendencias, y la reivindicación de un estilo más natural. Junto al latín, ejercen también el francés y el italiano su influencia, fácilmente explicable por el prestigio de una y otra cultura en Castilla. Entre los italianismos bastará recordar algunos tan importantes en la lírica de cancioneros comofortuna, ‘tempestad’, viso, ‘rostro’, o soneto. El francés deja términos como cosaute, coser, faraute, paje, además de los imprescindibles en toda la lírica cancioneril: galán y dama, que desplazan al más tradicional dueña. P e r v i v e n c i a d e l o s c a n c io n e r o s La epístola de Boscán a la Duquesa de Soma señala el comienzo de una renovación en la poesía española, pero sería erróneo ver en eila el acta de defunción de la lírica cancioneril. Después de 1511, y hasta 1573, el Cancionero general se edita aún ocho veces, con recortes y añadidos de importancia, y es objeto de numerosas refundiciones: en él se basan la Guirlanda esmaltada, el Cancionero de obras de burlas, el Vergel de amores, y varios textos más que manipulan, con mayor o menor acierto, la recopilación de Hernando del Castillo142. Eso quiere decir que la poesía cancioneril se mantiene viva a lo largo de los Siglos de Oro, y que su presencia se deja sentir no sólo en un Castillejo, sino también en obras como la égloga I de Garcila- 140 Iñigo López de Mendoza, Bias contra Fortuna, ob. cit., págs. 58-59. 141 Cfr. Francisco Rico, «Sylvae XXVI-XXX», en Estudios sobre el Siglo de Oro. Homenaje al profesor Francisco Ynduráin, Madrid, Editora Nacional, 1984, pág. 388. 142 Antonio Rodríguez-Moñino, Poesíay cancioneros (Siglo X V I ) [...], Madrid RAE, 1968, págs. 39-63. 52 so143. Poesía tradicional y poesía italianizante no pueden concebirse como dos corrientes paralelas, sin puntos de contacto o de intersección; Garcilaso rindió tributo a las viejas convenciones cuatrocentistas, pero también Acuña, Cetina144, fray Luis de L eón145 o, más tarde, Quevedo146. No sólo la poesía; también la prosa y el teatro recogen, acomodándola, la herencia de los cancioneros. Kassier147, por ejemplo, mostró cómo La Celestina proyecta a un plano real las metáforas de la lírica cuatrocentista: la muerte de amor se convierte en muerte real para los personajes; el huerto alegórico del Roman de la rose encuentra su correlato en el jardín de Melibea; la caza de amor, en el halcón perdido por Calisto. La novela sentimental, las obras de Encina, la Galatea o el teatro de Lope muestran también la huella de los cancioneros148, leídos con una admiración de la que da testimonio todavía el Panegírico de la poesía de 1627: Ll co m en d ad o r R om án escrivió m uy bien, Soria muy dulce, don D iego C arrillo m uy afectuoso [...] F ueron m uy buenos H ern an d o M exía, D iego de San Pedro [...] y m ilagroso y de grandes pensam ientos, y afectuoso, en esplicarlos, G arci Sánchez de Badajoz |49. 143 ¡Rafael Lapesa, La trayertoriapoética de Garcilaso, 2.a ed., Madrid, Revista de Occidente, 1968, pág. 57. 144 Sobre el problema en general, cfr. José M. Blecua, «La corriente popular y tradicional en nuestra poesía», Ins, 80 (1952), recogido en Sobre poesía de la Edad de Oro, Madrid, Gredos, 1970, págs. 11-24; Rafael Lapesa, «Poesía de cancionero y poesía italianizante», art. cit.; Antonio Prieto, La poesía española del siglo X VI, I. Andáis tras mis escritos, Madrid, Cátedra, 1984. 145 I Fernando Lázaro Carreter, «Los sonetos de fray Luis de León», Mélanges à la memoire deJean Sarrailh, París, 1966, págs. 29-40. 146IOtis H. Green, Courtly love in Quevedo, Boulder, University of Colorado Press, 1952. Hay traducción española, E l amor cortés enQuevedo, Zaragoza, 1955. 147 Theodore L. Kassier, «Cancionero poetry and the Celestina: from metaphor to reality», Hispa, 56 (1976), págs. 1-28. ms lUn buen resumen puede verse en Otis H. Green, España..., I, ob. cit., págs. 195-305. 14,1 Citado por Gallagher, pág. 25. 53 Bibliografía B a e n a , Cancionero deJuan Alfonso de Baena, 3 vols., ed. José M aría Blecua, M ad rid , CSIC, 1966. B r i t i s h , H ugo A. R en n ert, «D er spanische C ancionero des British M useum s (m s. add. 10431)», R F , 111 (1899), págs. 1-176. G e n e r a l , Cancionero general, V alencia, 1511. R eproducción facsímil p o r A n to n io R odríguez-M oñino, M adrid, Real A cadem ia E spañola, 1958. 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V a seguido de u n a bibliografía crítica, realizada p or Isabel V isedo y A braham M artin-M aestro (págs. 504-511). 59 Siglas y abreviaturas A n ó n im o Antología A rtilcs B attesti-P elegrin C arrete-C antera C R C G 1511 C iceri C M P C o tarelo C o m en tario an ó n im o a las Coplas de Mingo Revulgo, recogido en C iceri. M arcelino M enéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, en la Edición nacional de las obras completas de Menéndez Pelayo, dirigida p o r M iguel A rtigas, Á ngel G onzález Palencia y Rafael de Balbín L ucas, ed. E m ilio Sánchez R eyes, S antander, CSIC, 1940-en cu rso de publicación. Ju an A lvarez G ato , Obras completas de Juan A lvarez Cato, ed. Je n a ro A rtiles, M adrid, C 1A P, 1928. Jean n e B attesti-P elegrin, Lope de Stúñiga. Recherches sur la poésie espagnole du X V è m e siècle, 3 vols., Aixen -P ro v en ce, U niversité de P ro v en ce, 1982. A n tó n de M o n to ro , Cancionero, ed. Francisco C antera B urgos y C arlos C arrete P a rra n d o , M adrid, E d ito ra N acional, 1984. Cancionero deJuan Alfonso de Baena, 3 vols., ed. José M aría A záceta, M adrid, CSIC, 1966. Cancionero general, V alencia, 1511. R eproducción facsím il p o r A n to n io R odríg u ez-M o ñ in o , M adrid, R eal A cadem ia E spañola, 1958. «Le Coplas de Mingo Revulgo», C N , X X X V II (1977), págs. 75-149 y págs. 187-266 Cancionero M usical de Palacio, 2 vols., ed. José Rom eu Figueras, B arcelona, CSIC , 1965. A n tó n de M o n to ro , Cancionero, ed. E m ilio C otarelo, M adrid, Im p ren ta J. Perales, 1900. 61 C P E l cancionero de Palacio (Manuscrito núm. 5 9 4 ), ed. Francisca V endrell de M illás, B arcelona, CSIC, 1945. C S Cancionero de Estúñiga, ed. paleográfica M anuel y E lena A lvar, Z aragoza, Institu ció n F ern an d o el C atólico, 1981. C urtius E rn st R o b ert C urtius, Literatura europea y E dad Media latina, 2 vols., M éxico, F C E , 1976. 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Para las revistas, utilizo las siglas de José Sim ón Díaz: M anual de bibliografía de la literatura española, M adrid, G redos, 1980. Las de los cancioneros con las del citado Catálogo-índice de D utton. Nota previa Los poemas de esta antología proceden de ediciones antiguas o modernas, cuyas lecturas han sido regularizadas de acuerdo con criterios uniformes. He tendido a la modernización de las grafías, pero respetando la fonética medieval. Así, suprimo las geminadas (salvo —ss—J y regularizo u-v, i-y-j, c-q, g-j según el uso actual. Suprimo también la consonante final de la copulativa et, y de palabras como algund o ningund. Salvo en algún nombre propio, ph, ch, th se transcriben, respectivamente, como p, c-q, t; nn como ñ y ç (ante e, i), como c. Me he atenido al uso actual en la utilización de la k-, así como de nasal ante b-v. Acentúo según las normas de la Academia, resuelvo abreviaturas y deshago uniones anticuadas. Al utilizar las ediciones modernas he introducido algunas modificaciones en la puntuación, pero sólo las consigno en nota cuando alteran el signifi­ cado. Por lo que respecta a la selección, me he limitado a poemas completos, con la salvedad de un fragmento del Retablo del Cartujano. La importancia del autor y el hecho de que sea mal conocido justifican esa única excepción. No quiero terminar esta nota previa sin recordar que es a Antonio Prieto a quien se debe la idea de esta antología y que sus consejos han sido imprescindibles para la realización de mi trabajo. Nicasio Salvador Miguel y Manuel Márquez de la Plata me han ayudado también con valiosas sugerencias y rectificaciones. La responsabilidad de los errores es, por supuesto, únicamente mía. 65 Poesía de Cancionero PROLOGUS BAENENSSIS Segund que disponen e determinadamente afirman los filósofos e sabios antiguos, natural cosa es amar e desear e cobdiciar saber los homes todos los fechos que acaescen en todos los tiempos, tan bien en el tiempo que es ya pasado, como en el tiempo que es pressente, como en el otro tiempo que es por venir. Pero d’estos tres tiempos non pueden los homes ser ciertos, fueras ende de aquel tiempo que es ya passado. Ca si desean e quieren saber del tiempo que es por venir, non pueden los homes saber el comienço nin la fin de las cosas que ende averán, e por tanto non saben ciertamente ninguna cossa de aquel tiempo. E si del tiempo que es pressente quieren saber algo, maguera que saben los comienços de los fechos que en aquel tiempo se fazen, pero con todo esso, porque non pueden saber el medio nin la fin cuál será, es de tener que non saben los homes complidamente ninguna cossa de aquel tiempo pressente. Empero del tiempo que es ya passado, porque los homes saben los comienços e los medios e las fines de los fechos que en él se fezieron, es de tener e de creer que alcançan e saben los homes por este tiempo passado cierta e verdaderamente todo el saber de las cosas que en él fueron fechas. Assí que devemos entender, que por el saber del tiempo passado que es cierto, e non de los otros dos tiempos que son dubdosos, segund dicho es de suso, penaron e trabajaron mucho los homes sabios e entendidos de ordenar e poner en escripto todos los grandes fechos passados, por dexar en memoria tanta remembrança d’ellos, como si estonce en su tiempo d’ellos acaesciesen e passasen. E aun porque los supiessen todos los homes que havían de venir, así como ellos mesmos, ordenaron e fizie- 69 ron de los grandes fechos e altas fazañas passadas muchos libros, que son llamados hestorias e corónicas e gestas, en las cuales escrivieron e recontaron todos los grandes fechos passados de los emperadores e reyes e príncipes e de los otros altos e grandes señores. E escrivieron la verdat de rodos los grandes fechos e altas cosas que passaron, e non quisieron encobrir nin encelar ninguna cossa de todo ello, tan bien de los cuerdos como de los locos, e tan bien de los que fueron buenos como de los que fueron malos, porque de los fechos de los buenos tomassen los homes dotrina e enxemplo para fazer bien, e de los fechos de los malos que recebiesen escarmiento e castigo para se gardar de non fazer mal. E aun aquestos mesmos sabios antigos encarescieron tanto esta su tan noble e tan virtuosa opinión que determinaron e tovieron que errarían e menguarían mucho en sus nobles fechos e en su grand lealtad, si tan bien non quisiessen el fruto del saber de todos los grandes fechos passados para los homes que havían de venir como para ellos mesmos e para los otros que eran en sus tiempos d’ellos, ca entendieron que los saberes se perderían muriendo aquellos que lo sabían, si non dexassen remembrança de todo ello; e porque non cayessen en olvido mostraron muchas carreras e doctrinas por donde los supiessen todos los que havían de venir en pos d’ellos, e por buen entendimiento e sana discreción conoscieron las cosas que eran dubdosas e ascondidas, e buscando e escudriñando con gran estudio supieron las cosas que havían de venir. Mas los homes desdeñosos e perezosos, desdeñando de non querer saber las cosas, e aun después que las saben échanlas en olvidança, por lo cual fazen perder mala e torpemente lo que fue buena e sabiamente fallado e buscado, e con grand estudio. E aun otrosí, porque la pereza es contraria e enemiga del saber, la cual faze a los homes que non se lleguen a él, nin busquen carreras por donde los conoscan, llovieron los sabios e los entendidos el saber por grand tesoro, e preciáronlo mucho sobre todas las otras cosas, e toviéronlo por luz para alumbrar a sus entendimientos, e de todos los otros que lo sopiessen, dexándolo todo en memoria e por escriptura. Ca si por las escripturas non fuesse ¿cuál sabiduría o cuál engeño o memoria de homes se podrié membrar de todas las cossas passadas? Onde si los homes pararen bien mientes al 70 pro que nasce de las escripturas, conoscerán que por ellas son sabidores de todos los fechos e de todas las sciencias, e que de todo ello non sopieran ninguna cosa, si cuando murieron aquéllos que eran bivos a la sazón e tiempo que passaron los grandes fechos non los dexaran por escripto, para que los sopiesen los otros que eran por venir. Por la cual razón, todos los homes son adebdados de amar a todos aquéllos que lo tal fezieron e ordenaron, pues que saberán por ellos muchas cosas que non supieran por otra manera. E acerca d’esto el grand filósofo Aristótiles dize que por cuanto todo home de su propia naturaleza desea saber todas las cosas, que por esta razón quiere e ama, e guarda más el home los ojos que otra ninguna parte de su cuerpo, porque por sola la vista se conoscen e se saben mejor e más aína todas las cosas, que por otro sentido alguno. Onde de aquí se concluye, que si todos los homes naturalmente desean saber todas las cosas, mucho más e con mayor razón pertenesce a los maníficos e altos emperadores e reyes e príncipes e grandes señores de amar e cobdiciar e leer e saber e entender todas las cosas de los grandes fechos e de las notables fazañas passadas de los tiempos antiguos, e en especial las famosas leturas de las muy ecelentes e gloriosas e muy notables batallas, guerras e conquistas que en fecho de armas e de cavallerías, los muy esclarescidos sus antecessores antigos, emperadores e senadores e cónsules e dictadores de la muy famossa e redutable cibdat de Roma, fizieron e ordenaron e compusieron e escrivieron, poniendo en todo ello su leal afectión e estremado poderío. E pues que las tan altas e tan maníficas avissaciones de las tan altas e tan notables cosas pertenesce mucho de las tener e leer e saber e entender a todos comúnmente, como dicho es, pero en singular mucho más pertenesce de las tener e leer e saber e entender a los sobredichos muy altos e maníficos emperadores e reyes e príncipes e grandes señores, e les conviene de ser avisados en todo ello, porque cuando el semejante caso o casos les acaesciere, que la su buena dispusición sea presta e aparejada para que puedan e sepan ser cabdillos e governadores, capitanes de grandes gentes, e que sepan con pura discreción e con buen seso governar e mandar e vedar e penar e asolver e condenar e mantener e sostener en ordenada justicia e buena dispusición e sabia ordenança todas sus gentes e 71 huestes e batallas e conquistas e guerras, en tal manera, que la su señoría e grand realeza sea más ensalçada, e las sus noblezas e altas cavallerías non finquen olvidadas, mas antes que finquen en memoria e por enxemplo muy cavalleroso a todos los otros grandes señores que lo vieren e lo sopieren e lo leyeren e oyeren. E asimesmo pertenesce mucho a los reyes e príncipes e otros grandes señores de tener e leer e entender otros muchos libros e escripturas de otras muchas maníficas e notables cosas, e de muy santas e provechosas dotrinas, con las cuales toman plazer e gassajado, e agradan mucho las voluntades, e demás resciben muchos avisamientos buenos e provechosos d’ellas. Los cuales libros e otras escrituras por muchos ser e de cosas nuevas e diversas, son comparadas con los muchos e nobles e preciosos paños e vestiduras, ca por ser de diversos colores e tajos nuevos e non vistos, agradan e aplazen mucho las voluntades de los señores. E otrosí, son comparados a los muchos e diversos e preciosos manjares, ca por ser muchos e diversos adobos, toman los señores con ellos diversos sabores e bivos apetitos, e aplazen e agradan más los coraçones e las voluntades con ellos. E aun llende de todo esto, los reyes e príncipes e grandes señores usaron e usan ver e oír e tomar por otra manera otros muchos comportes e plazeres e gasajados, así como ver justar e tornear e correr puntas e jugar cañas e lidiar toros e ver correr e luchar e saltar saltos peligrosos e en ver jugar esgrima de espadas e dagas e lança e en jugar la vallesta a la frecha e a la pelota e en ver jugar otros juegos de mano e de trepares e otrosí jugando otros juegos de tablas, de axedrez e dados, con que se deportan los señores, e naipes e otras muchas e diversas maneras de juegos. E asimesmo los reyes e príncipes e grandes señores usaron e usan fazer otras muchas maneras de juegos, en que toman asaz comporte e plazeres e gasajados, así como en las riberas caçando con falcones e con açores, e a las vezes en los campos con galgos e otros canes, corriendo liebres e raposos e lobos e ciervos. E finalmente usaron e usan fazer otros juegos mayores e de mayor nobleza, los cuales requieren en sí asaz temor e miedo e recelo a todos aquellos que los ensayan e usan fazer, conviene a saber: buscando e corriendo en las altas e grandes montañas leones e osos e puercos e ciervos e a otros muchos venados e animalias 72 e vestiglos bravos e muy espantables. En los cuales juegos e gasajados los grandes señores que los usaron e usan fazer, quisieron njostrar la su grand nobleza e franqueza, faziendo ende muy grandes gastos e despensas en viandas e otras cosas, por razón del mucha gente e bestias e canes que para ello se requiere, e otrosí mostrando la su grand fortaleza e buen esfuerço, queriendo ir a buscar a los esquivos montes animales brutas, e bravos e salvajes con quien traven lides e peleas que aun mostrando en ello que son sofridores de los muy grandes trabajos e peligros e afanes que por ende toman en sus cuerpos, andando buscando por los montes, e malezas las semejantes animalias bravas e brutas. E después que las han fallado, en las acusar e seguir fasta las vencer c rerir e matar. E aun a las vezes acaesce por contrario que las tales animalias brutas e bravas, desque son feridas, con el acusamiento e temor de la muerte, buélvense contra los que las siguen e pruevan sus fuerças e sus poderíos con ellos, fasta que algunas vezes matan a los que las así afincan e siguen. E comoquier que en todos los comportes e juegos e gasajados e plazeres de suso dichos relatados, todos los reyes e príncipes e grandes señores que los usaron e usan e fazen, han por ende muchos bienes e provechos lo uno rescibiendo en ello plazer e gasajados e agradando las voluntades, e lo otro criando buena sangre e destruyendo malos humores e lo otro faziendo exercicio de los cuerpos e estendiendo los miembros e los niervos e biviendo más sanos por ello, e lo final, tienen los cuerpos más sueltos e prestos e ligeros e apercebidos para en los tiempos de los grandes menesteres de las guerras e conquistas e batallas e lides e peleas. Pero con todo esso, mucho mayor vicio e plazer e gasajado e comportes resciben e toman los reyes e príncipes e grandes señores leyendo e oyendo e entendiendo los libros e otras escripturas de los notables e grandes fechos passados, por cuanto se clarifica e alumbra el sesso e se despierta e ensalça el entendimiento e se conorta e reforma la memoria e se alegra el coraçôn e se consuela el alma e se glorifica la discreción e se goviernan e mantienen e repossan todos los otros sentidos, oyendo e leyendo e entendiendo e sabiendo todos los notables e grandes fechos passados, que nunca vieron, nin oyeron, nin leyeron, de los cuales toman e resciben muchas virtudes e muy 73 sabios e provechosos enxemplos, como sobredicho es, e por cuanto a todos es cierto e notorio que entre todos los libros notables e loadas escripturas que en el mundo fueron escriptas e ordenadas e fechas e compuestas por los sabios e discretos atores, maestros e componedores d’ellas, el arte de la poetria e gaya ciencia es una escriptura e compusición muy sotil e bien graciosa e es dulce e muy agradable a todos los oponientes e respondientes d’ella e componedores e oyentes; la cual ciencia e avisación e dotrina que d’ella depende e es havida e recebida e alcançada por gracia infusa del Señor Dios que la da e la embia e influye en aquél o aquéllos que bien e sabia e sotil e derechamente la saben fazer e ordenar e componer e limar e escandir e medir por sus pies e pausas, e por sus consonantes e sílabas e acentos, e por artes sotiles e de muy diversas e singulares nombranças, e aun asimismo es arte de tan elevado entendimiento e de tan sotil engeño que la non puede aprender, nin haver nin alcançar, nin saber bien nin como deve, salvo todo home que sea de muy altas e sotiles invenciones, e de muy elevada e pura discreción, e de muy sano e derecho juizio, e tal que haya visto e oído e leído muchos e diversos libros e escripturas e sepa de todos lenguajes, e aun que haya cursado cortes de reyes e con grandes señores, e que haya visto e platicado muchos fechos del mundo, e, finalmente, que sea noble fidalgo e cortés e mesurado e gentil e gracioso e polido e donoso e que tenga miel e açûcar e sal e aire e donaire en su razonar, e otrosí que sea amador, e que siempre se precie e se finja de ser enamorado; porque es opinión de muchos sabios, que todo home que sea enamorado, conviene a saber, que ame a quien deve e como deve e donde deve, afirman e dizen qu’el tal de todas buenas doctrinas es doctado*. * Texto según CB, 1, págs. 7-15. 74 MACIAS La actividadpoética de Macias debe situarse entre 1340y 1370, es decir, durante los reinados de Alfonso X I y Pedro I. Pero sufigura histórica tiene menos interés que su leyenda, gradas a la cual se convirtió en prototipo del martirio de amor,ya en el mismo siglo X V . De acuerdo con una versión, que recoge el Condestable don Pedro de Portugal, Maríasfue muertopor el marido de su dama sobre las huellas de ella. Hernán Núñez ofrece un relato más elaborado, según el cual elpoetafue encarcelado con motivo de sus amores adúlteros. E l marido celoso hizo abrir entonces un agujero en el tejado de la cárcel,y le arrojó desde allí la lanza que lo mató. Es esa versión la que, con variantes, transmite también Argote de Molina. M a r t í n e z B a r b e it o , C arlos, Marias el enamorado y Juan Rodríguez del Padrón. Estudioy antología, Santiago de C om postela, Bibliófilos G allegos, 1951. R e n n e r t , H ugo A ., Marias o namorado. A Galician trobador, Filadelfia, 1900. V a n d e r f o r d , K. H ., «M acías in legend and literature», MPhil, X X X I (1933), págs. 35-64. Texto según CB, II, págs. 675-676 (núm. 308). En este, como en los restantes poemas de CB, transcribo por z el signo 75 1 ESTA CANTIGA FIZO MACIAS CONTRA EL AMOR; EMPERO ALGUNOS TROBADORES DIZEN QUE LA FIZO CONTRA EL REY DON PEDRO Amor cruel e brioso, mal haya la tu alteza, pues non fazes igualeza seyendo tal poderoso. Abaxóme mi ventura, 5 non por mi merecimiento, e por ende la ventura púsome en grant tormento. Amor, por tu fallimiento e por la tu grant crueza, 10 mi coraçôn con tristeza es puesto en pensamiento. Rey eres sobre los reyes, coronado emperador, do te plaze van tus leyes, 15 todos han de ti pavor; e pues eres tal señor, non fazes comunaleza, si entiendes que es proeza non soy ende judgador. 20 So la tu cruel espada todo home es en homildança, toda dueña mesurada en ti deve haver fiança; con la tu briosa lança 25 ensalças toda vileza, e abaxas la nobleza de quien en ti hobo fiança. 76 Ves, Amor, por qué lo digo, sé que eres cruel e forte, 30 adversario o nemigo, desamador de tu corte; al vil echas en tal sorte que por prez le das [alteza]; quien te sirve en gentileza 35 por galardón le das morte. 30. forte: la forma sin diptongar (como más adelante sorte y morte) se explica por influencia del gallego. El Cancionero de Herberay des Essarts castellaniza (fuerte-suerte-muerte), lo que rompe la rima con corte. 36. La muerte como galardón aparece también en núm. 168, w . 34-35. 7 7 PERO FERRÚS Amigo del Canciller Ajala, es uno de los más antiguos putlas del Cancionero de Baena. Vivió en tiempos del rey don Pedro,y alcanzó a ver la muerte de Enrique II, a quien dedica un epitafio, que supone puesto en boca delpropio monarca. A él se debe una de las primeras citas del Amadís, así como referencias al rey Arturo, Ginebra o Tristán, que son un testimonio más de la difusión peninsular de la materia de Bretaña. Cantera supone quepudo tener una ascendenciajudía,y observa la semejanza de su apellido con el de Yosefibn Ferrusel, personaje de enorme importancia en la corte de Alfonso VI. C a n t e r a B u rg o s , Francisco, «El Cancionero de Baena: judíos y co n v ersos en él», S ef X X V II (1967), págs. 71-111. M e n é n d e z P e la y o , M arcelino, Antología, 1, págs. 376-377. Textos según CB, II, págs. 654-655 (núm. 302) y págs. 655-656 (núm. 303). 2 CANTIGA DE PERO FERRUZ PARA LOS RABIES Con tristeza e con enojos que tengo de mi fortuna, non pueden dormir mis ojos de veinte noches la una; mas desque Alcalá llegué, 5 luego dormí e folgué como los niños en cuna. 78 Entre las signogas amas estó bien aposentado, do me dan muy buenas camas 10 e plazer e gasajado; mas cuando viene el alva, un rabí de una grant barva óigolo al mi diestro lado. Mucho enantes que todos 15 viene un grant judío tuerto, que en medio d’aquesos lodos el diablo lo hobiese muerto, que con sus grandes bramidos ya querrían mis oídos 20 estar allende del puerto. Rabí Yehudá el tercero do possa Tello mi fijo, los puntos de su garguero más menudos son que mijo, 25 e tengo que los baladros de todos tres ayuntados derribarién un cortijo. 3 RESPUESTA DE LOS RABIES A PERO FERRUZ Los rabíes nos juntamos don Pero Ferruz a responder, e la respuesta que damos, queredlo bien entender, e dezimos que es provado, 5 que non dura en un estado la riqueza nin menester. 15-18. No entiendo la alusión que con seguridad encierran estos versos. 24. lospuntos de sugarguero: las notas que salen de su gaznate. 7 9 Pues alegrad vuestra cara e partid de vos tristeza, a vuestra lengua juglara 10 non le dedes tal proveza; e aun cred en Adonáy qu’Él vos sanará de ahí e vos dará grant riqueza. El pueblo e los hazanes 15 que nos aquí ayuntamos, con todos nuestros afanes en el Dió siempre esperamos, con muy buena devoción, que nos lleve a remission 20 porque seguros bívamos. Venimos de madrugada ayuntados en grant tropel a fazer la matinada al Dios santo de Israel, 25 en tal son como vos vedes, que jamás non oiredes ruiseñores en vergel. 18. Dió: es la forma habitual entre los judíos, que interpretaban como marca de plural y, por consiguiente, de actitudes politeístas, la — í final de Dios. Cfr., sin embargo, v. 25. 80 ALFONSO ÁLVAREZ DE VILLASANDINO Nació probablemente en Villasandino hacia 1340 ó 1350. Poeta ajuglaradoy violento, hizo de la poesía un medio de subsistencia, y son numerosas las composiciones en las que solicita alguna recompensa de los poderosos. E l Cancionero de Baena incluye más de un centenar de poemas suyos, que van desde los panegíricosy los versos de amor a los satíricos o de encargo. Versificadorfácily cuidado, tanto engallego como en castellano, su obra se vincula con la tradición lírica peninsular del siglo anterior, mucho más que con las nuevas orientacionespoéticas. Murió hacia 1425. B la s i, F. «La poesía de V illasandino», Mes, I (1950), págs. 89-102. C a n t e r a B u r g o s , Francisco, «El Cancionero de Baena: judíos y conversos en él», Sef, X X V II (1967), págs. 71-111. C a r a v a g g i , G iovanni, «V illasandino et les derniers trou b ad o u rs de Castille», Mélanges offerts à R ita Lejeune, I, G em bloux, D uculot, 1969, págs. 395-421. C l a r k e , D o ro th y C., «N otes o n V illasandino’s versification», H R , X III (1945), págs. 185-196. F r a k e r , C harles F., Studies on the «Cancionero de Baena», C hapel Hill, T h e U niversity o f N o rth C arolina Press, 1966, págs. 68-74y 78-87. M e n é n d e z P i d a l , R am ón, Poesíajuglarescay juglares.Aspectos de la historia literaria y cultural de España, 2.a ed., B uenos A ires, EspasaC alpe, 1945, págs. 168-172. Textos según CB, I: núm. 4: págs. 32-33 (núm. 8) núm. 5: págs. 72-73 (núm. 31) núm. 6: págs. 73-75 (núm. 31 bis) núm. 7: págs. 100-101 (núm. 41) núm. 8: págs. 112-113 (núm. 50) núm. 9: págs. 130-131 (núm. 59) 81 4 ESTA CANTIGA FIZO EL DICHO ALFONSO ALVAREZ, POR RUEGO DEL ADELANTADO PERO MANRIQUE, CUANDO AN DAVA ENAMORADO D’ESTA SU MUJER, FIJA QUE ES DEL SEÑOR DUQUE DE BENA- VENTE* Señora, flor de açucena, claro visso angelical, vuestro amor me da grant pena. Muchas en Estremadura vos han grant envidia pura, 5 por cuantas han fermusura dubdo mucho si fue tal en su tiempo Policena. Fízovos Dios delicada, honesta, bien enseñada; 10 vuestra color matizada, más que rossa del rossal, me tormenta e desordena. Donaire, graciosso brío es todo vuestro atavío, 15 linda flor, deleite mío; yo vos fui siempre leal más que fue Paris a Helena. Vuestra vista deleitosa más que lirio nin que rossa 20 me conquista, pues non osa mi coraçon dezir cuál es quien assí lo enajena. * Pero Manrique nadó en 1381 y murió en 1440. Casó con doña Leonor, hija del duque de Benavente, a finales de 1407 o comienzos del año siguiente (CB, 1, pág. 32). 4-5. Cfr. núms. 31, 143. 8. Policena: Polixena, hija de Príamo, y amada de Aquiles en las versiones medievales de la guerra de Troya. 82 Complida de noble asseo, cuando vuestra imagen veo, 25 otro plazer non desseo sinon sofrir bien o mal andando en vuestra cadena. Non me basta más mi seso, plázeme ser vuestro presso; 30 señora, por ende besso vuestras manos de cristal, clara luna en mayo llena. 5 ESTA CANTIGA FIZO EL DICHO ALFONSO ÁLVAREZ A LA DICHA CIBDAT DE SEVILLA, E FIZO GELA CANTAR CON JUGLARES OTRA NA VIDAT, E DIÉRONLE OTRAS CIENT DOBLAS Linda sin comparación, claridat e luz de España, plazer e consolación, briossa cibdat estraña, el mi coraçôn se baña 5 en ver vuestra maravilla, muy poderosa Sevilla, guarnida d’ alta compaña. Paraíso terrenal es el vuestro nombre puro; 10 sobre cimiento leal es fundado vuestro muro, onde bive Amor seguro que será siempre ensalçado: si esto me fuer negado, 15 de maldicientes non curo. Desque de vos me partí fasta agora que vos veo, 83 bien vos juro que non vi vuestra egual en asseo; 20 mientra más miro e oteo vuestras dueñas e donzellas, resplandor nin luz de estrellas non es tal, segunt yo creo. En el mundo non ha par 25 vuestra lindeza e folgura, nin se podrían fallar dueñas de tal fermosura: donzellas de grant mesura que en vos fueron criadas, 30 éstas deven ser loadas en España de apostura. Fin Una eossa que non es, si en vos fuesse, sería más guarnido vuestro arnés 35 de plazer e de alegría; que la flor de grant valía, en el mundo ensalçada, si fiziesse en vos morada, vuestro par non havería. 40 6 Quien de linda se enamora atender deve perdón, en casso que sea mora. El amor e la ventura me fizieron ir mirar 5 muy graciosa criatura 1. La atribución a Villasandino no es segura. En el manuscrito,el poema figura sin rúbrica alguna, inmediatamente después delanterior, «Linda sin comparación». Sobre el tema del amor a una mora, cfr. núms. 155 y 156. 84 de linaje de Aguar; quien fablare verdat pura, bien puede dezir que non tiene talle de pastora. 10 Linda rossa muy suave vi plantada en un vergel, puesta so secreta llave, de la liña de Ismael: maguer sea cossa grave, 15 con todo mi coraçôn la rescibo por señora. M ahornad el atrevido ordenó que fuese tal, de asseo noble, complido, 20 alvos pechos de cristal; de alabasto muy broñido devié ser con grant razón lo que cubre su alcandora. Dióle tanta fermosura 25 que lo non puedo dezir; cuantos miran su figura todos la aman servir; con lindeza e apostura vence a todas cuantas son 30 de alcuña donde mora. Non sé hombre tan guardado que viese su resplandor, que non fuesse conquistado en un punto de su amor; 35 por haver tal gasajado yo pornía en condición la mi alma pecadora. 7. Aguar: Agar, esclava de Abraham y madre de Ismael, de quien proceden los árabes. 85 7 ESTA CANTIGA FIZO EL DICHO ALFONSO ÁLVAREZ POR AMOR E LOORES DE UNAS LINDAS DONZELLAS E DAMAS QUE ANDAVAN CON LA SEÑORA REINA DE N AVARRA, E TRAE AQUI MANERA DE CONTEMPLACIÓN POR MESTAFORA DE UNO QUE ERA ENAMORADO E NON QUISSO DESCOBRIR QUIEN ERA SU AMIGA * Por una floresta escura muy acerca de una presa, vi dueña fazer mesura e dançar a la francessa: Teressa 5 era d’esta compañía, e otra que non diría, que mi vida tiene pressa. Andavan por la floresta todas cercadas de flores, 10 en su dança muy honesta, que fazían por sus tenores discores; melodía muy estraña que fazía esta compaña 15 me fizo perder dolores. Vilas andar de tal guissa, de que yo fui muy pagado d’ellas; traían devisa de flores en su tocado: 20 de grado me llegaran a su dança, mas hove grant recelança de ser d’ellas profazado. * En el Cancionero de Palacio esta composición («En una floresta escura») aparece atribuida a Suero de Ribera. «Faltan elementos concretos para la identificación del autor.» (Perpiñán, pág. 118.) Azáceta omite el lindas. 1. escura: el manuscrito dice estraña, que no rima con mesura. Azáceta acepta la enmienda propuesta por Pidal (CB, I, pág. 100). 86 Pero díxeles: «Señoras, 25 gozo e plazer hayades.» Respondiéronme esas horas: «E vos más, si lo buscades; ¿amades entre nos alguna dueña? 30 Non vos embargue vergüeña, dezitlo, non vos temades.» Respondíles muy sin arte, por les contar mi desseo: «Todo mi coraçôn parte 35 una de vos, en que creo e veo su figura todavía, mas su nombre non diría que dezir me serié feo.» 40 «Amigo, Dios te consuele e te dé consolación, e se duelen que se duele de la tu tribulación. Perdición 45 es aquesta en que andas; Dios te dé lo que demandas e cumpla tu entención». 8 ESTA CANTIGA FIZO EL DICHO ALFONSO ALVAREZ POR LOORES DE LA DICHA DOÑA JU A N A* Linda, desque bien miré vuestro asseo e gentil eos, *DoñaJuana:]\y¡.m de Sosa, hija del noble portugués Vasco Alfonso de Sousa. Dio un hijo bastardo a Enrique II, antes de que éste subiera al trono (CB, I, págs. 37-38). 87 de igualar otra con vos tal cuidar nunca cuidé. Linda, graciossa, real, clavellina angelical, la joya que por señal atendí e non la he, pero serviendo leal siempre la atenderé. Linda, muy fermosa flor, delicada e sin error, de servir otra señor non pienso nin pensaré: muchas gracias haya Amor por quien todo bien cobré. Linda, vuestro buen reír donosso me faz morir, pues vos tanto amo servir non puedo dezir por qué, si non puedo vos dezir que errastes, ál non sé. Linda con toda beldat, donossa sin crueldat, señora, avet piedad de mí, pues encomendé mi servicio e lealtad a quien amo e amaré. Linda rossa, flor d’ abril, muy suave, doneguil, vuestra presencia gentil adoro e adoraré; aunque sufra penas mil otra nunca serviré. 9 ESTE DEZIR FIZO EL DICHO ALFONSO ALVAREZ AL SEÑOR REY ' * ' DON ENRIQUE , PEDIENDOLE AGUILANDO UNA FIESTA DE NA VIDAT Noble rey, yo adorando vuestra alteza manifiesta, aunque pasada es la fiesta, non sepierda mi aguilando; señor, lo que vos demando 5 es alguna gentil ropa, balandrán, galdrapa, hopa, con que me vaya preciando, non sepierda mi aguilando. Esto digo protestando 10 que si non vos plaze d’esto, que só ledo e muy presto de andarme assí como ando, a vos sirviendo e loando; comoquier que sin dinero 15 mal me va, peor espero, acorredme fasta cuando non sepierda mi aguilando. Noche e día peleando con la pobredat esquiva, 20 non sé guissa cómo biva, antes muero mal pasando; pues señor, franqueza obrando fazetme mercet e ayuda, que dizen que ave muda 25 non faz agüero callando: non sepierda mi aguilando. * al señor rey don Enrique: Enrique III. 25. Ave muda no haze agüero. Kallar no da ocasión (Correas). 89 DIEGO HURTADO DE MENDOZA Fue uno de los personajes más ricosy poderosos de su tiempo, almirante de Castilla y miembro del consejo del rey. Pérez de Guzmán lo presenta como hombre de sutil ingenio, «osado e atrevido en su fablar, tanto que el rey don Enrique el tercero se quexava de su soltura e atrevimiento». Murió en 1404. De su matrimonio con Leonor de la Vega nadó Iñigo López de Mendoza, elfuturo Marqués de Santillana. A s e n s io , E ugenio, Poéticay realidad en el cancionero peninsular de la Edad Media, 2.a ed. aum entada, M adrid, G redos, 1970, passim. N a d e r , H elen, The Mendoza fam ily in the Spanish Renaissance, N ew B runsw ick, R utgers U niversity Press, 1979, passim. Texto según CP, pág. 137 (núm. 16). 10 COSSAUTE*, DIEGO FURTADO DE MENDOÇA Aquel árbol que buelbe la foxa algo se le antoxa. * Cossaute. F. Vendrell 1 gossante (CP, pág. 137). Sigo aquí la lectura que propone Eugenio Asensio: Poeticay realidad, ob. cit., págs. 182 y ss. Admito también la lectura mani[er]a, que proponen Dámaso Alonso y José M. Blecua, A n tología de la poesía española. Lírica de tipo tradicional, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1969, pág. 136. En CP, manya. 9 0 Aquel árbol de bel mirar faze de mani[er]a flores quiere dar: algo se le antoxa. 5 Aquel árbol de bel veyer faze de mani[er]a quiere florezer: algo se le antoxa. Faze de mani[er]a flores quiere dar: ya se demuestra; sallidlas mirar: 10 algo se le antoxa. Faze de mani[er]a quiere florecer: ya se demuestra; sallidlas a ver: algo se le antoxa. Ya se demuestra sallidlas mirar; 15 vengan las damas la fruta cortar: algo se le antoxa. Ya se demuestra sallidlas aver; vengan las damas la fruta coxer: algo se le antoxa. 20 1 -20. El poema es una alegoría del árbol del amor, motivo bien conocido en la lírica francesa de la Edad Media. 91 FRANCISCO IMPERIAL De Francisco Imperial tenemos pocos datos seguros. Según las rúbricas del Cancionero de Baena procedía de Génova, y vivió durante cierto tiempo en Sevilla. En 1403 era vicealmirante de Castillay, a la muerte del almirante en 1404, es muy probable que aspirara al cargo. A l no obtener el nombramiento debió de abandonar la ciudad, a la que ataca en dos de sus poemas. Había muertoya en abril de 1409. Sus dos obras más ambiciosas son el Decir al nacimiento de Juan IIy el Decir a las siete virtudes, en el que utiliza no sólo la Divina Comedia, sino también a sus glosadoresy comentaristas. Imperial es, por tanto, el iniciador de una nueva corriente poetica, muy influida por la alegoría dantesca,y enfrentada a losgustos de Villasandinoy sus segui­ dores. Im p e r ia l, Francisco, « E l dezir a las syete virtudes»y otros poemas, ed. C olbert I. N epaulsingh, M adrid, Espasa-C alpe, 1977. G im e n o C a s a ld u e r o , Joaquín, «Fuentes y significado del Decir al nacimiento deJuan I I de Francisco Im perial», R LCom p, X X X V III (1964), págs. 115-120. A hora en su libro L a creación literaria de la Edad M edia y el Renacimiento. (Su forma y significado), M adrid, José Porrúa, 1977, págs. 35-43. L a p e sa , Rafael, «N otas sobre M icer Francisco Im perial», N R F H , V il (1953), págs. 337-351. A hora en su libro De la Edad Media a nuestros días. Estudios de historia literaria, 2.a reim presión, M adrid, G re dos, 1982, págs. 76-94. M o r r e a l e , M argherita, «El D ezir a las siete virtudes de Francisco Im perial. L ectura e im itación prerrenacentista de la Divina Comedia», Lengua, literatura,folklore. Estudios dedicados a Rodolfo Oroz, Santiago, U niversidad de Chile, 1967, págs. 307-381. 92 P l a c e , E d w in B ., «T he exagerated reputation o f Francisco Im perial», Spec, X X I (1946), págs. 457-473. Sigo el texto de Nepaulsingh: núm. 11: págs. 27-33 (núm. VI) núm. 12: págs. 34-38 (núm. VII) núm. 13: págs. 49-50 (núm. X) núm. 14: págs. 56-57 (núm. XII) núm. 15: págs. 58-61 (núm. XIII) 11 ESTE DEZIR FIZO EL DICHO MICER FRANCISCO IMPERIAL A LA DICHA ESTRELLA DIAN A* E QUEXANDOSSE DE LOS OTROS QUE LO RECUESTAVAN E PIDIENDOLE A ELLA ARMAS Ante la muy alta corte del dios d’Am or só citado, e malamente acusado por vos, Estrella del norte, diciendo que fiz error 5 en vos dar tan grant loor que por en meresco morte. Dizen que vos ensalcé entre las altas señores; como rossa entre las flores 10 dizen que vos esmeré; con luzero, con estrellas, llama a par de centellas, dicen que vos igualé. Dizen que me desdezir 15 farán como fementido, * El nombre de Estrella Diana ha sido objeto de varias interpretaciones. Se ha sugerido una posible relación con el texto francés de Paris et Vienne, así como con un soneto de Guido Guinizelli. Nepaulsingh sugiere que, en un plano anagogico, el nombre se refiere a la Virgen María (Nepaulsingh, pág. XCIX y páginas 20-21). 93 o que en el campo metido me farán cruel morir; e si esto non fizieren, que do vuestros ojos vieren 20 me [carán] luego foír. En vuestras manos, amiga, fago jura e promessa e a la grant Venus Diessa, que este rebto por vos siga 25 ante el alto dios de Amor, defendido vuestro honor de quien vos desloor diga. E porque noble armadura conviene a tal pelea, 30 donde dios de Amor vea la vuestra grant fermosura, con vuestras manos labrat las armas, e apropiedat la vuestra gentil figura. 35 E de vuestra cabelladura de toda poça labredes cota, mi bien, que me dedes, si fuere vuestra mesura, e ceñida, bien apretada 40 con vuestros braços, amada, me cingades por cintura. Vuestros ojos amorossos, señora, me dat por lança, e haved firme esperança 45 que con ella mentirosos faré a los maldezidores 35-38. Nepaulsingh explica que poça puede ser una variante de poçal, ‘mina’. El sentido de los tres versos sería, por tanto, «de tu pelo, que es toda una mina, hazme una cota de armas» (Nepaulsingh, pág. 29). 9 4 de vos, la flor de las flores, pues de vos son embidiosos. Vuestro aire delicado quiero levar por escudo, non temo con él nin dudo maldezir desmesurado; e sean con él por dévissa vuestros dientes, boca e rissa, e dezir muy adonado. El vuestro gracioso talle e muy buen torno de cara, resplandeciente e clara, cual el sol en mayo sale, sea yelmo con cimera: non creo qu’en la frontera otro tan propio se falle. Vuestra nariz afilada sea flecha muy polida, con las pestañas, mi vida, ricamente emplumada; vuestro cejo muy fermoso sea el arco amorosso con que lancé al entrada. Vuestro gracioso asseo sean las sobreseñales; non creo que las dio tales Ginebra, nin fizo Isseo; e serie gran maravilla fallar tales en Castilla que, cuanto yo, non las veo. 60. sale. Rima con talla yfalle. El Cancionero de Gallardo lee salle. 70. lancé: así Nepaulsingh. Parece preferible lance. 75. serie. Parece preferible serié. 12* Grant sonsiego e mansedubre, fermosura e dulce aire, honestad e sin constubre de apostura e mal vejaire, de las partidas del Caire 5 vi traer al Rey de España con altura muy estraña, delicada e buen donaire. O ra sea [turca] o griega, en cuanto la pude ver, 10 su desposición non niega grandioso nombre ser, que deve sin dubda seer mujer de alta nasción, puesta en grant tribulación 15 despuesta de grant poder. Parescía su semblante dezir: «¡Ay de mí, cativa! Conviene de aquí avante que en servidumbre biva. 20 ¡Oh ventura muy esquiva! ¡Ay de mí! ¿Por qué nascí? Dime que te merescí porque me fazes que sirva. »Grecia mía cardiamo, 25 o mi senguil Angelina, * El poema hace referencia a doña Angelina de Grecia, cuya identidad no ha sido aclarada por completo. Sabemos, en todo caso, que era prisionera de Tamerlán, quien la envió como regalo a Enrique III. 3-4. cmstubrr «Imperial ha inventado una palabra derivada del latín ¡onstuprare, que significa ‘violar’, ‘corromper’» (Nepaulsingh, pág. 34). Toda la expresión sin constubre de apostura significará «de una compostura inviolada e impecable». 25. cardiamo: palabra griega que equivale a ‘corazón mío’. (Nepaulsingh, página 36). 26. senguil. El término parece relacionarse con la forma húngara sekül, ‘fronte­ 96 dulce tierra que tanto amo do nasce la sal rapina, ¿quién me partió tan aína de ti e tu señorío, 30 e me troxo al grant río do el sol nasce e se empina?» 13 ESTE DEZIR FIZO EL DICHO MICER FRANCISCO IMPERIAL POR AMOR E LOORES DE LA DICHA ISABEL GONÇALES, MANCEBA DEL CONDE DON JOAN ALFONSO, POR CUANTO ELLA LE HA VIA ENVIAD ’A ROGAR QUE LA FUESE A VER AL MONESTERIO DE SANT c l e m e in t ; é l n o n o s s a v a ir p o r r a z ó n q u e e r a m u y a r r e a d a E GRACIOSA MUJER Embiastes mandar que vos ver quisiesse, dueña loçana, honesta e garrida; por mi fe vos juro que lo yo fíziesse tan de talante como amo la vida. Mas temo, señora, que la mi ida 5 serie grant cadena para me ligar, e desque vos viesse e oyesse fablar, después non sería en mí la partida. Pero bien me plaze, si me embiades firmado e sellado el vuestro seguro, 10 rizo’, aplicada a los habitantes de Transilvania. Angelina, en lugar de la forma usual, angélica o angelical, sería un juego de palabras con el nombre de la dama (M.a RosaJJda, citada en Nepaulsingh, pág. 36). Tal vez sea preferible entender todo el verso como un inciso, «oh mí, seguil Angelina»; «¡ay de mí (como el italiano oime), fronteriza Angelina!». 28. sal rapina. La llamada ‘mostaza de los alemanes’, condimento preparado con la raíz del rábano rusticano (Nepaulsingh, págs. 35-36). 31-32. Este río donde el sol se levanta no puede ser, lógicamente, ningún río de la península. Los versos, por consiguiente, deben de hacer referencia al primer cautiverio de doña Angelina (Nepaulsingh, pág. 37). 6. Acaso sea preferible leer serié. 97 que en cárcel de amor non me pongades, nin me aprisionedes en su alto muro. E que en él se contenda, prometo e juro a dios de Amor de vos non ferir, e si vos firiere, de vos bien guarir 15 con obras de amor e coraçôn puro. E con vos me dedes a Venus deessa por asseguradora, e ambas juredes que vuestro seguro e jura e promessa bien e lealmente que lo compliredes. 20 Si esto, señora, fazer non podedes, la ida sería a mí peügrossa, y non sé pensar en el mundo cossa que me asegure ir ver qué queredes. E fago razón pedir segurança 25 del vuestro amorosso dezir e semblante, porque el semblante me dizen que es lança, e el vuestro dezir polido diamante. Por esso, señora, si vos pido ante [atanto] seguro para vos ir ver, 30 devédeslo dar, e si non puede ser, en señal d’él me dat vuestro guante. 14 Abela, cibdat de grant fermosura, la cual pobló Hércoles c pobló Hispan, dentro en la isla de Sancho Afán, 1. Abela: Sevilla. 2. Hispan: figura fabulosa que aparece mencionada en la crónica del Toledano, de donde la toman varios historiadores posteriores. Compañero de Hércules, según algunos, nieto suyo, según otros, pasaba por ser el primer rey de toda España. 3. Debe de tratarse de una de las islas del Guadalquivir. El apellido Afán es el de una familia ilustre, de la que proceden los marqueses de Tarifa (Nepaulsingh, pág. 56). 98 entre laureles de fresca verdura vi una donzella de grant apostura guarnida, graciosa, de muy gentil aire, ojos fermosos, con gracia e donaire, toda guarnida, de buena mesura. Los pechos alvos, la garganta alçada, la vide venir escontra el río, con buen continente e gracioso brío, arco en la mano, frecha maestrada, e dixo: «Escudero, de aquesta vegada del barco en tierra non cendades, e si non creo que vos repintades.» Esto me dixo en boz delicada. Cuando yo esto le oí dezir, salté en tierra muy maravillado, e ella tendió el arco maestrado, por sobre los pechos me fue ferir, e dixo: «Escudero, conviene vos morir, pues que por otra dexastes a mí, e yo vos faré que desde aquí vos nunca seades para otra servir.» La ferida era cruel e mortal, con yerva cruel mal emponçonada; díxome luego la despiadada: «Vos aquí morredes como desleal.» Yo dixe: «Señora, atanto grant mal non he fecho como vos pensades, e en esto, señora, muy poco ganades e havedes fecho pecado mortal.» Ella me dixo: «Pues que es assí que non me fezistes tan grande yerro, sacad la flecha e sacad el fierro, que con yervas de amor sabet que vos di, siempre vos fui leal enamorada, e porque me dexastes tan menospreciada atán cruelmente, señor, vos ferí.» 40 15 En un fermoso vergel vi cuatro dueñas un día a sombra de un laurel, cerca una fonte fría; entre sí muy gran porfía 5 havían e grant debate, e muy fuerte combate fablando con cortesía. Cada una porfiava que era más vertuosa, 10 e raçones allegava cómo era más fermosa. Yo por mirar esta cossa estendíme en un rosal muy espesso, desigual, 15 e de muy oliente rossa. De un alvo cendal la una saya traía; más alva que cristal toda ella parescía; 20 e ésta a las otras dezía muy simple e mesurada: «Amigas, yo só llamada Castidat en mancebía.» La otra de un paño gris 25 traía una hopalanda enforrada en paña gris, de juncos una guirlanda. Non traía esperavanda, 100 nin firmalle, a guis de Francia: «Amigas, yo he por gracia Homildat en buen andança.» De un fino xamete prieto la tercera traía mantón, e dixo: «Amigas, por cierto, Job, aquel santo varón, de muy puro coraçôn, perfetamente me amava, e por nombre me nombrava Paciencia en tribulación.» Color de fino çafi oriental muy preciado a la cuarta m antón vi a caves de oro labrado, e fabló muy mesurado: «Sepa la vuestra nobleza que Lealtat en proveza es el mi nombre llamado.» Desque assaz debatieron por se quitar de porfía, por su juez escogeron la noble Filossofía. Yo que en el rosal seía fui a ellas muy ligero: «Sea yo el mandadero, díxeles, si vos plazía.» Fueron muy maravilladas cuando me vieron delante, pero todas concordadas e con fermoso semblante dixéronme: «De talante voz fazemos mandadero, pero estudiat primero el vuestro mandado ante.» Desque hove estudiado 65 fue buscar Filossofía, e de discreto ordenado les fize mandadería. Ellas con grant alegría respondieron con asseo: 70 cuando cualquier d’ellas veo, júdgola mayor valía. 66. fue: es forma frecuente de primera persona. 72. Este encuentro del poeta con tres damas alegóricas será imitado por el Marqués de Santillana en la composición «Al tiempo que va trençando». ß DIEGO DE VALENCIA Franciscano, de origen converso, debió de nacer en Valencia de San Juan hada 1350. Fue promovido al grado de Maestro en Teología en 1378 y de él afirma Baena que «en su tiempo non sefalló home tan fundado en todas ciencias». Fray Diego es, en eferto, autor de poemasf i losóficosy teológicos, pero su condición no le impidió escribir versos amorosos, y hasta composiciones obscenas, como la que dedica a «una mujer de León, que era mala eputa». L a n g e , W olf-D ieter, E lfraile trobador. Zeit, Leben und W erk des Diego de Valencia de León (13501-1412?), F rankfurt, K lo term ann, 1971. S o la - S o lé , Josep M ., y Stanley E. R o se , «Judíos y conversos en la poesía cortesana del siglo xv: el estilo polígloto de fray D iego de V alencia», H R , 44 (1976), págs. 371-385. Texto según CB, III, págs. 995-996 (núm. 505). 16 ESTE DEZIR FIZO E ORDENO EL DICHO MAESTRO FRAY DIEGO POR AMOR E LOORES DE UNA DONZELLA QUE ERA MUY FERMOSA E MUY RESPLANDECIENTE, DE LA CUAL ERA MUY ENAMORADO En un vergel deleitoso fui entrar por mi ventura, do fallé toda dulçura e plazer muy sabroso; 103 la entrada fue escura, obrado fue por natura de morar muy peligroso. En muy espesa montaña este verger fue plantado, 10 de todas partes cercado de ribera muy estraña; al que una vez se baña en su fuente perenal, según curso natural, 15 la duçura lo engaña. Pumas e muchas milgranas lo cercan de toda parte, non sé home que se farte de las sus frutas tempranas; 20 mas, amigos, non son sanas para quien de ellas mucho usa, que usando non se escusa · que non mengüen las mançanas. Calandras e ruiseñores 25 en él cantan noche e día, e fazen gran melodía en deslayos e discores, e otras aves mejores, papagayos, filomenas, 30 en él cantan las serenas que adormecen con amores. La entrada del vergel a mí fue siempre defesa, mas, amigos, non me pesa 35 por saber cuanto es en él; es más dulce que la miel el rocío que d’él mana, que toda tristeza sana el plazer que sale d’él. 40 104 PERO GONZÁLEZ DE UCEDA Es muy poco lo que sabemos de este poeta del Cancionero de Baena. García Blanco afirma de él que era cordobésy de noblefamilia, y Menéndez Pelayo, ateniéndose a las rúbricas delpropio Cancionero, lo destaca como adepto de lafilosofía luliana. G a r c ía B l a n c o , M anuel, «El pleito de los colores y la iniciación de un tem a poético», Asom, 6 (1950), págs. 33-38. M en én dez P e l a y o , M arcelino, Antología, I, págs.406-408. Texto según CB, II, págs. 775-778 (núm. 342). 17 AQUÍ SE COMIENÇAN LOS DEZIRES E PREGUNTAS MUY SOTILES E FILOSOFALES E BIEN E SABIAMENTE COMPUESTAS E ORDENADAS, QUE EN SU TIEMPO FIZO E ORDENÓ EL SABIO E DISCRETO BARON PERO GONÇALEZ DE UZEDA [...] E PONESE AQUI UNA PREGUNTA FILOSOFAL QU’ÉL FIZO E PREGUNTO A JUAN SANCHEZ DE BIVANCO, E AQUESTA PREGUNTA ES FUNDADA SOBRE LAS IMAGINACIONES E PENSAMIENTOS DIVERSOS E INFINITOS QUE LOS HOMES TOMAN EN SUS CAMAS Amigo Joan Sanchez de los de Bivanco, yo, Pero Gonçâlez de los de Uzeda, me vos encomiendo con voluntad leda, e ruego e pido como a home franco que a mis trobillas tornedes respuesta, 5 105 pues que a vos esto dineros non cuesta, sinon estar folgando echado de cuesta, o bien assentado en el vuestro banco. Pregunto si esto a otros contesce que a mí aviene los más de los días, que anda mi pienso por diversas vías e mi cuerpo see, que non se remesce: a vezes me veo en tierras de Hungría, e dende trespaso Alexandria, e assí vo a India e vo a Tartaria e todo lo ando demientra amanesce. En la grand Boloña estando el martes a los escolares las artes leyendo, e a los doctores la razón venciendo en filosofía e las siete artes, allí les leía divina sciencia con tanto donaire e tanta prudencia, que a los maestros de grand excelencia les fago entender non saber las partes. Cuando me cato, con grand ligereza véome en Flandes merchante tornado, do cargo diez naos de paño preciado e de otros joyas de grand realeza, e con todo ello véngome a Sevilla, onde lo vendo a grand maravilla e do grand presente al Rey de Castilla, e d’ esta guisa llego desigual riqueza. A poco de rato non me pago d’ esto e fágome pobre que va por el mundo, e luego de cabo sobre ál me fundo en ser ermitaño, santo muy honesto; en estas comedias muere el Padre Santo, e mi fama santa allá suena tanto que los cardenales me cubren el manto e me crían papa con alegre gesto. Feme fecho conde, vome para Francia donde bastezco justas e torneo, e do grandes golpes como filisteo; al que se mampara dol mala ganancia, e assí comienço muy esquiva guerra 45 contra los paganos por mar e por tierra, e non se me detiene valle nin sierra; a todos los vence la mi buena andança. Ya non me pago de aquesta conquista e véome sabio en arte de estrellas; 50 las obras son tales que fago por ellas de plomo fino oro, gentil alquimista; só mágico fino e grand lapidario, e labrador noble con muy rico almario, e só en el monte muy bien hervolario 55 e grand ballestero con aguda vista. Assí llego a ser muy grand emperante que me obedescen muy muchos reis, e fago decretos, e fueros, e leis, e todos los vicios a mí están delante; 60 desí con flota de grandes navios traspaso la mar e todos los ríos, e son so mi mano diez mil señoríos e ya nunca fue tan grand almirante. Assí, mi amigo, andando pensoso, 65 véome valiente con fuerça sin guisa, ligero atanto que mi pie non pisa; lindo fidalgo, garrido e donoso, todas las donzellas me dan sus amores, mejor les paresco que mayo con flores; 70 en esto traspuesto prívanme dolores e fállome triste, doliente, cuitoso. 43. Filisteo: «El vulgo toma filisteo por xigante, por el Golfas ke mató David» (Correas). 107 FERRÁN SÁNCHEZ CALAVERA O TALAVERA Fue pœta cortesano en tiempos de Enrique IIIy Juan II, comendador de la Orden de Calatrava en Villarrubia e interlocutor poético del Canciller de A yala (muerto en 1407), con quien mantuvo un debate sobre «precitosy predestinados», en el que terciaron otros seis poetas de la época. Aunque tiene también poemas amorosos, Calavera es sobre todo escritor moraly teológico, marcado por su condición de converso. La herencia cultural deljudaismo podría explicar, en eferto, algunas de sus caraderisticas más sobresalientes, sus contradicciones continuas, su racionalismoy su preocupaciónpor elproblema de lajusticia divina. B a sd e k is, D em etrius, «M odernity in F errán Sánchez de Calavera», Hispa), X L V I (1963), págs. 300-303. F r a k e r , C harles F., Studies on the «Cancionero de Baena», Chapel Hill, T h e U niversity o f N o rth C arolina Press, 1966, págs 14-20 y 31-51. M e n é n d e z P e la y o , M arcelino, Antología, I, págs. 382-385. Textos según CB, III, págs. 1067-1073 (núm. 529), y-págs. 1088-1089 (numero 537). 18 PREGUNTA QUE FIZO FERRANT SANCHES TALAVERA De Madrit partiendo con el rey en febrero, por ir aguardando la su grant mesnada, 1-3. «La anécdota con que comienza el poema pudo tener lugar al finalizar en Madrid las fiestas de 1435, en las que Juan II apadrinó el bautizo de un hijo 108 llegando a Segovia fallé en mi posada bien coxa mi mula, lissiada de vero, e havía perdido otra en dos messes 5 e al libramiento poniénme revesses; tenía de francos e doblas jaqueses, florines e blancas vazío el esquero. Tenía de camino leguas setenta, con este cuidado luego en proviso 10 se representó delante mi visso en cuánto trabajo, afán e tormenta anda mi vida; en parte señero di una boz: «Señor verdadero, Dios de justicia, mucho vandero 15 vos falla mi sesso, segunt la mi cuenta. »Señor, yo veo que a mí non fallescen pérdidas e daños biviendo en proveza, dolencias, cuidados, pessares, tristeza; e veo a otros que nunca adolecen, 20 señores de villas e de alearías, ganados, labranças e mercadurías, con muchos tessoros alegres sus días, sus algos non menguan mas ante aprovezen. »Honrados, servidos e acompañados, 25 costosas moradas, fermosas mujeres, fijos e fijas con muchos plazeres, de muy ricas joyas son bien jaezados; cavallos e muías, collares, empresas, de Alvaro de Luna, partiendo seguidamente para Buitrago y Segovia» (PCS, pág. 119). 3-8. De esta forma, el problema de la Providencia divina se pone en relación con una circunstancia concreta, y se convierte en doctrina «vivida por la persona total» (Fraker, Studies..., ob. cit., págs. 31 y ss). 15-16. La idea de un Dios banderizo llega, al menos, hasta Lope de Aguirre: «Decía [...] que no creía en Dios si Dios no era bandolero, que hasta allí había sido de su bando y que entonces se había pasado a sus contrarios» (cfr. Julio Caro Baroja: E i señor inquisidory otras vidas por oficio, Madrid, Alianza, 1968, página 107). 109 baxillas de plata, montes e dehesas, de muchas viandas pobladas sus mesas, de todos deleites ricos, ahondados. »Yo antes que tenga diez francos enteros, por más que catorze estó ya adebdado, segunt los diablos fuyen de sagrado así de mi arca fuyen los dineros; de casas, viñas e plata, heredades, sólo el deseo, Señor, vos me dades, ca en cuantas villas yo sé nin cibdades mujer nunca fallo con dos traveseros. »E yo afanando por algo allegar, fuye él de mí segunt de enemigo; unos han vino, cevada con trigo, cuanto non tienen a do lo encerrar, yeguas e vacas, carneros e ovejas, e cera e miel, aceñas e abejas, e tanta riqueza que ya a sus orejas nunca les vino de lo demandar. »De todos los bienes las casas llenas, en muy ricas camas con sus paramentos se fuelgan, e yo con aguas e vientos andando caminos por casas ajenas; si viene el verano con grandes calores non les empece con aguas e olores, e yo con las siestas sufriendo dolores, beviendo las aguas salobres, non buenas. »A unos, reyendo con poco cuidado, aljófar se torna la su negra pez, e yo compro caro e vendo rafez, nunca he ganancia en ningún mercado; e si alguna cossa me faz menester, por oro nin plata non la puedo haver, e cuando algo me cumple vender, de aquello el mundo todo es ahondado. »Unos con poco servicio alcançan, e yo bien serviendo siempre reniego, e cuanto más bivo más poco tengo e otros de moços sus honras ensalçan; e acerca d’esto veo otros errores, a los servidores veo señores, e los señores son servidores, açores grajean e los cuervos caçan. »Veo los nobles andar por mal cabo, los simples alcançan honras, oficios, los nescios honrados en sus beneficios, doctores muy pobres andan en su cabo; buen home de armas non alcança razión, peligra inocente por grande ocassión e muere en su cama provado ladrón, el malo ha buen fin, el justo mal cabo. »Uno es su vida siempre perder, otro es su vida siempre ganar; otro cuidando non cessa llorar, otro riendo siempre ha plazer; otro dormiendo ha buena andança, otro afana e nada non alcança; otro ha bien sin grant esperança, otro espera e non puede haver. »E pues que notorio e sobre natura, Señor, es el vuestro absoluto poder, fazedme por vuestra merced entender aquesta ordenança que tanto es escura; de aquestos reveses que yo vo tomando presumo de vos manera de vando, pero aquesto digo, Señor, protestando tener lo que tiene la Santa Escritura.» Aquesto assí dicho, cesé ya, callando un rato pensoso e con mal donaire, e assí estando, una boz en el aire oí muy sabrosa que dixo: «Ferrando, 100 sepas por cierto que la tu querella traspasó los cielos como centella; embíate ungüente que pongas en ella aquel Dios que bive por siempre renando. »Segunt por tus dichos paresce, deseas 105 honras, poderes, vicios, riquezas, e los flagelos te son asperezas ' ue Dios te embía; más tú cierto seas ci;.’el hombre que nunca ha tentación non está mejor, nin ha salvación, 110 nin honras, riquezas, segunt Salamón alega, otrosí el profeta Micheas. »Aunque parescen ser deleitossas a la vuestra vida que cedo fenesce, mas a la otra que nunca fallesce 115 son muy contrallas e muy peligrosas; que los que ansí biven honrosos, así de perderlas son temerossos, e son muchos d’ellos tristes, cuidosos, mirando la fin de todas las cosas. 120 »Assaz poco sesso es home olvidar las cosas altas que son duraderas por éstas tan baxas e fallescederas, que segunt que el feno se han de secar; que a esta vida pobres venimos 125 e pobres e tristes d’ella partimos, pues tal plazer es el que sentimos que todo en tristeza se ha de acabar. »Ca essos que algos e honras posseen non son tan ledos como tú piensas, 130 111-112. segunt Salamón alega: «cfr., por ejemplo, Edesiastés, 5» (PCS, página 122). 112. «Referencia a Miqueas, 6-9-16» (PCS, pág. 122). 1 1 2 mayores tormentos e cargos, ofensas sienten de dentro que tus ojos veen; que cuanto más alta es la sobida más peligrosa será la caída, e si la pobreza es tan abatida muchas virtudes d’ellas se leen. »Aquesta hovo por su compañera el Fijo de Dios treinta e dos años; aquesta non teme pérdidas nin daños, mas es muy justa e cierta carrera; por ésta el regno del cielo se alcança; aquesta guarda la santa homildança; por ésta los santos hovieron folgança, de todas virtudes ésta es primera. »Pobreza es folgura, e luz, claridat, señora esenta e puerto seguro; riqueza es sierva e valle escuro, trabajo, torm ento de grant ceguedat, sobervia e ira, sañoso león, cobdicia, avaricia, fambriento dragón, desdén, vanagloria, orgullo, baldón, engaño, mentira, cruel falsedat. »Si esto non sana el tu entendimiento pon un buen medio en tu coraçôn: que has de los homes igual condición en ciencia, en honra, en mantenimiento; que todos sienten mayores, menores, unos non tales e otros mejores, más nescios que ellos e más sabidores, más pobres, más ricos: así sey contento. »Lo ál que paresce non ser bien fecho en los tus ojos, segunt la ordenança, en Dios es ello muy sin errança, sin nigún daño, con todo provecho; aunque esto tu seso non puede alcançar, devriés una cosa tú considerar, qu’el juez que es justo non deve judgar salvo justicia, razón e derecho. »Si d’esto demandas la certenidat de todo en todo, dime tú luego 170 por cuál manera cuanto con el fuego Dios da la calor e la sequedat, e la humidat con la calentura, el húmido frío con frío se cura; e fazme tú cierto por cuál figura 175 la luz fue partida de la escuridat. »O qué tales son aquellos cimientos que sostienen la tierra, el aire, el cielo, e cómo el agua se tornó en yelo, o qué cuerpo tienen los cuatro elementos, 180 o dónde han luz estrellas fermosas, e cuando sopieres dezir estas cosas, las tus cuistiones que sientes dudosas verás mucho claras e sin argumentos. Finida »Por ende, tú, home, podrido gusano, 185 non escodriñes las obras de Dios, que de otra guissa las obra que nos, e da ya folgura al tu sesso vano; que cuanto más d’Él quisieres saber, tanto más alto verás su poder, 190 e cúmplete assaz muy simple creer que eres fechura de su santa mano.» 169 y ss. El argumento de estos versos recuerda de cerca el Libro deJob, 38. 185-192. Esta insistencia en la ignorancia del hombre es típica de Calavera; «Los sessos humanos non cesan urdiendo, / texendo e faziendo obras de arañas» (CB, 111, pág. 1079). 1 1 4 19 ESTE DEZIR FIZO E ORDENÓ EL DICHO FERNAND SANCHES TALAVERA POR CONTEMPLACIÓN DE UNA SU LINDA ENAMORADA; EN EL CUAL DEZIR VA RELATANDO EL SU ENTENCION A ELLA E VA ELLA RESPONDIENDO A EL CADA UNA COSA DE LO QUE LE DIZE; E DANSE DE LOS ESCUDOS EL UNO AL OTRO COMO EN GASAJADO DE MOTES Fui a ver este otro día, estándome de vagar, una señora que amar en algún tiempo solía; fabléla en cortesía, 5 dixe: «Dios vos mantenga»; ella dixo: «Muy bien benga el que venir non devía.» «Véovos estar ufana, que así vos razonades.» 10 «A la fe, bien lo creades que de vuestro mal soy sana.» «E pues al que bien afana ¿qué galardón le daredes?» «Id, amigo, que tenedes 15 la cabeça muy liviana.» «Otro tiempo vi, señora, que mejor me rescebistes.» «Vos mesmo lo merecistes; andad, idvos en buena hora; 20 al que siempre fuera mora non lo quiero por amado.» «Vuestro fui e soy de grado.» «Ya non vos cumple agora.» «Non lo soliedes haver, 25 mucho vos veo ser flaca.» «Non curedes de la vaca 115 que non havedes de comer.» «Sería ledo en vos ver bien alegre e plazentera.» 30 «Id, que non soy la primera que fue loca en vos creer.» «¿Por qué me dezides esto?» «Amigo, yo me lo entiendo.» Alleguéme sonreyendo, dixo: «Mucho sodedes presto.» Hóvolo por grand denuesto porque le llamé perrilla; diz: «Tornadvos a Sevilla, amor de agua en cesto.» 40 «En seguir aquesta rama parésceme que soy loco.» «¡Ay amigo!, e no de poco, amar a quien non vos ama; farta soy de mala fama.» 45 «Señora, mas non por mí.» «¡Ay señor Dios, ansí arda en fuego vuestra alma!» 36. sodedes: es la lectura del manuscrito. Pidal propone soedes (CB, página 1089). 40. Expresión relacionada con varios refranes (por ejemplo, «Amor de niño, agua en cestillo»), 116 FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN Emparentado con Pero López de A yalay el Marqués de Santillana, su vida se desarrolla aproximadamente entre 1380y 1460. Fue señor de Batres, partidario de los infantes de Aragón,y enemigo decidido de don Alvaro de Luna. En 1432 desaparece del esceneriopolíticoy se retira a sus tierras, dondepasa los últimos años dedicados a la meditación y la lectura. Más cornado como autor de las G e n e ra c io n e s y se m b la n z a s , Pérez de Guzmán es también un poeta ampliamente representando en los cancioneros. Su faceta más característica es la de moralista grave, autor de extensos poemas como las S e te c ie n ta s o la C o n fe s ió n rim a d a . Perojunto a esta orientación habrá que señalar otra, la depoeta amoroso, más o menosfiel a las convenciones de la lírica cortesana. P érez de G u z m á n , F ernán, L as Sietecientas [...], Cieza, «... la fonte que m ana y corre...», 1965. (E s edición facsim ilar de la de Sevilla, C ronberger, 1506). — Generaciones y semblanzas, ed. R. B. T ate, L ondres, T am esis Books, 1965, especialm ente págs. V11-X1I1 y 73-82. S o r ia , A ., «La Confesión rimada de F ernán Pérez de G úzm an», B R A E , X L (1960), págs. 191-263. Sigo el texto de CB, III, págs. 1109-1112, núm. 551. 1 17 20 ESTE DEZIR DE LOORES FIZO E ORDENO EL DICHO FERNAND PEREZ A LEONOR DE LOS PAÑ O S* El gentil niño Narciso, en una fuente engañado, de sí mesmo enamorado muy esquiva muerte priso; señora de noble riso, 5 e de muy gracioso brío, a mirar fuente nin río non se atreva vuestro viso. Deseando vuestra vida aún vos do otro consejo: 10 que non se mire en espejo vuestra faz clara e garrida; quién sabe si la partida vos será dende tan fuerte, por que fuese en vos la muerte 15 de Narciso repetida. Engañaron sotilmente, por emaginación loca, fermosura e heredad poca al niño bien paresciente; 20 estrella resplandesciente, mirad bien estas dos vías, * Son varios los cancioneros que atribuyen el poema a Maclas, pero parece más probable que su autor sea Fernán Pérez de Guzmán (cfr. PC, páginas 180-181). No es segura la identificación de Leonor de los Paños: Azáceta (CB, 111, págs. 1109-1110) piensa que se trata de una camarera de la reina de Aragón; otros la consideran una primera mujer del autor (PC, pág. 181). 11-16. La advertencia reaparece varias veces en los cancioneros. Cfr., por ejemplo, Gómez Manrique (FD, 11, núm. 407, pág. 125): «Y fallo por buen consejo, / si vuestra vida queréis / que jamás en buen espejo / nin en agua vos miréis.» 19. Parece más lógica la lectura fermosuray edat poca que ofrecen los cancioneros de Roma y Estuñiga (CB, 111, pág. 1110). 118 pues edad e pocos días cada cual en vos se siente. ¿Quién sino los serafines 25 vos vencen de fermosura, de niñés e de frescura, las flores de los jazmines? Pues, rosa de los jasmines, haved la fuente escusada 30 por aquella que es llamada estrella de los maitines. Prados, rosas e flores otorgo que los miredes, e plázeme que escuchedes 35 dulces cantigas de amores; mas por sol nin por calores tal codicia non vos ciegue: vuestra vista siempre niegue las fuentes e sus dulçores. 40 Con plazer e gozo e riso ruego a Dios que resplandescan vuestros bienes, e florescan más que los de Dido Elisa; vuestra faz muy blanca, lisa, 45 jamás nunca sienta pena; adiós, flor de azuzena, en la voz d’esta pesquisa. 32 estrella de los maitines: referencia al planeta Venus e, indirectamente, al sentimiento amoroso. JUAN RODRÍGUEZ DEL PADRÓN Conocido también comoJuan Rodríguez de la Cámara, nació en los añosfinales del siglo X I V en la villa de Padrón. Fuefamiliar del cardenalJuan de Cervantes, con quien estuvo en el Capítulo General de los franciscanos en Asís (1430) y, más tarde, en el Concilio de Basilea. Tras tomar el hábitofranciscano enJerusalén en 1442, regresó a Galiáay vivió en el monasterio de Herbón basta su muerte. Tradujo las Heroidas de Ovidio con el título de Bursario, y escribió varias obras en prosa, entre las que destaca su ficción sentimental Siervo libre de amor. Como poeta, es autor de dosfamosas parodias sacroprofanas, Los siete gozos de amory Los diez mandamientos de amor, así como de algunas composiciones más breves, quefiguran entre las mejores de la lírica de los cancioneros. E l cancionero del British Museum sitúa bajo su nombre tres romances, cuya atribución alpoeta sigue siendo todavía objeto de discusión. R o d r íg u e z d e l P a d r ó n , Ju an , Obras, ed. A. Paz y M elia, M adrid, 1884. — Obras completas, ed. C ésar H ernández A lonso, M adrid, E ditora N acional, 1982. A n d r a c h u k , G regory P., «A re-exam ination o f the poetry o f Juan R odriguez del Padrón», B H S, LVI1 (1980), págs. 299-308. G ild e r m a n , M. S., «La crítica literaria y la poesía de Ju an R odríguez del Padrón», B F E , núm s. 40-41 (1971), págs. 14-25. L id a d e M a l k ie l , M aría R osa, «Juan R odríguez del P adrón. V ida y obras», N R F H , VI (1952), págs. 313-351, «Influencia», N R F H , V III (1954), págs. 1-38; «A diciones», N R F H , X IV (1960), pági- 1 2 0 nas 3 18-321. A hora en sus libros: Estudias sobre la literatura española del 5 Ϊ φ Χ ν , M adrid,Jose Porrua, 1977, págs. 21-144. M artin'KZ B a rb k ito , Carlos, Macias el enamorado γ / uan Rodriguez del Padrón! listudio y antología, Santiago dc C om postela, Bibliófilos G allegos, 1951. Sigo la edición de César Hernández Alonso: núm. 21: págs. 329-330 (núm. 3) núm. 22: pág. 331 (núm. 4) núm. 23: pág. 332 (núm. 5) núm. 24: pág. 335 (núm. 7) núm. 25: págs. 338-339 (núm. 9). núm. 26: págs. 340-341 (núm. 10). 21 CAN CIÓN ¡Ham, ham, huid, que raviol Con ravia, de vos no trave, por travar dc quien agravio recibo tal y tan grave. Si yo ravio por amar, 5 esto no sabrán de mí, que del todo enmudescí, que no sé sino ladrar. ¡Ham, ham, huid, que raviol ¡Oh quién pudiese travar 10 de quien me haze el agravio y tantos males passar! Ladrando con mis cuidados, mil vezes me viene a mientes de lançar en mí los dientes 15 y me comer a bocados. ¡Ham, ham, huid, que ravio! 5-12. til extraño motivo de la composición parece inspirado en Macías (María Rosa Lida, Estudios..., ob. cit., pág. 42). 121 Aullad, pobres sentidos; pues os hazen mal agravio, dad más fuertes alaridos. 20 Cabo No cessando de raviar, no digo si por amores, no valen saludadores, ni las ondas de la mar. ¡Ham, ham, huid, que ravio! 25 Pues no cumple declarar la causa de tal agravio, el remedio es el callar. 22 C A N C IÓ N * Cuidado nuevo venido me da de nueva manera pena la más verdadera que jamás he padescido. Yo ardo, sin ser quemado, 5 en bivas llamas d’amor; peno sin haver dolor; muero sin ser visitado de quién, con beldad vencido, me tiene so su bandera. 10 ¡Oh mi pena postrimera, secreto huego encendido! * Según los cancioneros, este poema aparece como anónimo, o atribuido a Florencia Pinar, Pedro de Quiñones o Rodríguez del Padrón. Hernández Alonso se inclina por la autoría de este último. 122 23 CANCIÓN Sólo por ver a Macías e de amor me partir, jo me querría morir; con tanto que resurgir pudiese dende a tres días. 5 Mas luego que resurgiese, ¿quién me podría tener que en mi mortaja non fuese, linda señora, a te ver, por ver qué planto farías, 10 señora, o qué reír? Yo me querría morir, con tanto que resurgir pudiese dende a tres días. 24 CANCIÓN Bien amar, leal servir, cridar e dezir mis penas, es sembrar en las arenas o en las ondas escrevir. Si tanto cuanto serví 5 sembrara en la ribera, tengo que reverdesciera e diera fructo de sí. E aun por verdat dezir, si yo tanto escreviera 10 en la mar, yo bien podiera todas las ondas teñir. 123 25 C A N C IÓ N * Bive leda, si podrás, e non penes atendiendo, que segund peno partiendo non espero quejamás te veré nin me verás. 5 ¡Oh dolorosa partida! ¡Triste amador, que pido licencia, e me despido de tu vista e de la vida! El trabajo perderás 10 en haver de mí más cura, que según mi gran tristura, non espero quejamás te veré nin me verás. Pues que fustes la primera 15 de quien yo me cativé, desde aquí vos do mi fe vos serés la postrimera. 26 CAN CIO N Fuego del divino rayo, dulce flama sin ardor, esfuerço contra desmayo, remedio contra dolor, alumbra tu servidor. * Es esta una de las composiciones más populares de su autor. Fue glosada en varias ocasiones y la incluyeron en sus propios poemas Gómez Manrique, Garci Sánchez de Badajoz y Jerónimo Pinar (PC, pág. 193). 1 2 4 La falsa gloria del mundo y vana prosperidad contemplé; con pensamiento profundo el centro de su maldad 10 penetré; oiga quien es sabidor el planto de la serena la cual, temiendo la pena de la tormenta mayor, 15 plañe en el tiempo mejor. Así yo, preso de espanto, que la divina virtud ofendí, comienço mi triste planto 20 fazer en mi juventud desde aquí; los desiertos penetrando do, con esquivo clamor, pueda, mis culpas llorando, 25 despedirme sin temor de falso plazer e honor. Fin Adiós, real resplandor, que yo serví e loé con lealtat, 30 adiós, que todo el favor e cuanto de amor fablé es vanidat; adiós, los que bien amé, 14-16. Esta curiosa observación sobre el lamento de las sirenas está también en el Marqués de Santillana («En el próspero tiempo las serenas», Pérez Priego, I, pág. 282), y en Carvajal («Pues mi vida es llanto o pena», Scoles, pág. 86). Se trata de un tipo de comportamiento del que hablan los bestiarios medievales, y que también se atribuye a los hombres salvajes (Michel Zink, La pastourelle, Paris, Bordas, 1972, pág. 92). 125 adiós, mundo engañador, 35 adiós, donas que ensalcé, famosas, dignas de loor, orad por mí, pecador. 34-38. Estos versos finales recuerdan muy de cerca a una cantiga del Arcediano de Toro («A Deus, Amor, a Deus, el rey», en CB, II, págs, 684-686). 126 JUAN DE MENA Nació en Córdoba en 1411. Basándose en dos poemas, de Antón de Montoroy de Iñigo Ortiz de Estúñiga, algunos criticos le han supuesto una ascendencia conversa, si bien no existe ningún documento quepermita apoyar esa oponión. Fue estudiante en de Salamanca, viajó a Florencia en el séquito del cardenal Torquemaday, más tarde, actuó como secretarioy cronista del reyJuan II, a quien va dedicado su poema mayor, el Laberinto de Fortuna (1444). Su condición depuro hombre de letras no le impidió tomarpartido por don Alvaro de Lunay su política de refuerzo de la monarquía, en oposición a los intereses de los grandes aristócratas. Fue, no obstante, amigo del Marqués de Santillana, con quien cruzó varias preguntasy respuestas,y a quien convierte enprotagonista de una alegórica Coronación. Mena es autor también de un poema inacabado, las Coplas de los siete pecados mortales, donde se refleja su desilusión tras elfracaso del Condestable. De hecho, no sobrevivió mucho a susprotectores, pues murió en 1456. La obra máxima de Mena supone un intento decisivo, aunque acaso prematuroy parcialmentefrustrado, de elevar el castellano a la dignidad poética del latín. E l poema, oscuropor sus continuas alusiones eruditas y mitológicas, así como por la intensa latinización de la lengua, gozó de enormefama, y mereció varios comentarios, como los de Hernán Núñez o el Brócense. E l prestigio del autor alcanzó también a sus composiciones satíricas, así como a las amorosas, caracterizadaspor un denso intelectualismoy un énfasis en los tonos más desesperados. M e n a , Ju an de, E l Laberinto de Fortuna o las Trescientas, ed. José M anuel Blecua, M adrid, E spasa-C alpe, 1943. — Laberinto de Fortuna, ed. Jo h n G . C um m ins, Salam anca, A n aya, 1968. 127 — Laberinto de Fortuna, ed. Louise V asvari Fainberg, M adrid, A lham bra, 1976. — Laberinto de Fortuna. Poemas menores, ed. M iguel A ngel Pérez Priego, M adrid, E ditora N acional, 1976. — Obra lírica, ed. M iguel Á ngel Pérez Priego, M adrid, A lham bra, 1979. — «Coplas de los siete pecados mortales» andfirst continuation, I, ed. G ladys M. R ivera, M adrid, José P orrúa, 1982. G e r ic k e , Philip O , «The narrative structure o f the Laberinto de Fortuna», RPhil, X X I (1967-1968), págs. 512-522. G im e n o C a s a ld u e r o , Joaquín, «N otas sobre el Laberinto de Fortuna», M L N , LX X 1X (1964), págs. 125-139. A h o ra en su libro Estructura y diseño en la literatura castellana medieval, M adrid, José P o rn ía, 1975, págs. 197-216. Lapesa", Rafael, «El elem ento m oral en el Laberinto de M ena: su influjo en la disposición de la obra», H R , X X V II (1959), págs. 257-266. A hora en su libro De la E dad Media a nuestros días. Estudios de historia literaria, M adrid, G redos, 1967, págs. 112-122. L id a d e M a l k ie l , M aría R osa,y«a» de Mena, poeta del Prerrenacimiento español, M éxico, El Colegio de M éxico, 1950. M a c d o n a l d , Inez, «The Coronación o f Ju an de M ena: poem and co m m entary», H R , V il (1939), págs. 125-144. P o s t, C handler R., «The sources o f Ju an de M ena», R R Q , 111 (1912), págs. 223-279. V a r v a r o , A lberto, Premesse ad u n ’ edizjone critica delle poesie minori di Juan de Mena, N ápoles, Liguori, 1964. Sigo a Pérez Priego: Obra lírica, ob. cit: núm. 27: págs. 67-68 (núm. 1) núm. 28: págs. 70-71 (núm. 3) núm. 29: págs. 75-76 (núm. 7) núm. 30: págs. 77-78 (núm. 8) núm. 31: págs. 81-87 (núm. 9) núm. 32: págs. 112-114 (núm. 14) 27 CANCIÓN QUE HIZO JU AN DE MENA ESTANDO MAL . Donde yago en esta cama, la mayor pena de mí 128 es pensar cuando partí de entre braços de mi dama. A bueltas del mal que siento, 5 de mi partida, par Dios, tantas vezes me arrepiento, cuantas me miembro de vos: tanto que me hazen fama que de aquesto adolesci, 10 los que saben que partí de entre braços de mi dama. Aunque padezco y me callo, por esso mis tristes quexos no menos cerca los fallo 15 que vuestros bienes de lexos; si la fin es que me llama, ¡oh, qué muerte que perdí en bivir, cuando partí de entre braços de mi dama! 20 28 JOAN DE MENA Desque vos miré e vos a mí vistes, nunca m’alegré: talpena me distes que d ’ella morré. 5. A bueltas de: ‘junto con’. 5. «J. M. Blecua señaló ya el carácter popular de este estribillo [...]. El motivo de la vista matadora, así como el tipo de verso empleado — es el único caso en que Mena utiliza el hexasílabo en sus canciones— , hacen pensar efectivamente que se trata del desarrollo de un villancico popular» (Pérez Priego, pág. 70). 129 Las cuitas e dolores con que soy penado, son males d’amores que me havéis causado. Assí que diré, que mal me fizistes segunt vos miré: talpena me distes que d ’ella morré. 29 CANCIÓN DE JUAN DE MENA Oiga tu merced y crea, ¡ay de quien nunca te vido!, hombre que tu gesto vea, nuncapuede serperdido. Ya la tu sola virtud, fermosura sin medida, es mi todo bien y vida con esfuerço de salud; quien tu vista ver dessea, fablará no enfengido: hombre que tu gesto vea, nuncapuede serperdido. Pues tu vista me salvó, cesse tu saña tan fuerte; pues que, señora, de muerte tu figura me libró, bien dirá cualquier que sea, sin temor de ser vencido: hombre que tu gesto vea, nuncapuede serperdido perdido: ‘condenado’, en la acepción religiosa del término 30 JOAN DE MENA Más clara que non la luna sola una en el mundo vos nacistes, tan gentil que non hovistes nin tovistes 5 competidora ninguna. Desde niñez en la cuna cobrastes fama e beldad, con mucha graciosidad que vos dotó la fortuna. 10 Assí vos organizó y formó la composición humana, que vos sois la más loçana soberana 15 que la natura crió. ¿Quién, si non vos, mereció en virtudes ser monarca? Cuanto bien dixo el Petrarca por vos lo profectizó. 20 Yo nunca vi condición por tal son en la humana mesura, como vos, linda e pura criatura, 25 fecha por admiración. Creo lo hayan a baldón las otras fermosas bellas, 7-16. El motivo de la dama como obra maestra de la Naturaleza y la Fortuna puede considerarse una variante de otro bien conocido: la dama obra maestra de Dios (cfr. María Rosa Lida, «La dama...», en sus Estudios, ob. cit., págs. 206 y ss.; y núm. 31, w . 16-20, 46-50, núm. 121). 131 que en estremo grado d’ellas vos tenéis la perfeción. 30 Vos vedes cómo las rosas deleitosas se terminan de las çarças, y los cuervos de las garças e picaças, 35 los adobes de las losas, y lo blanco de lo prrieto, de lo simple lo discreto: así es vuestro gesto neto entre todas las fermosas. 40 Quien vos dio tanto lugar de robar la fermosura del mundo, es un misterio segundo e profundo. 45 Bien es de maravillar el valer que vos valéis, mas una falta tenéis, la cual poco cognoscéis: que vos fazéis dessear. 50 Fin Señora, quered mandar perdonar a mí, que poder tenéis, pues que, segund merecéis y valéis, 55 yo non vos supe loar. 33. se terminan: ‘son término’ (Pérez Priego, pág. 79). 51-56 Sobre el elogio imposible, cfr. núm. 31; núm. 70, w . 1-4; núm. 106, w . 28-33, w . 150 y ss.; núm. 121. Referido a un magnate, núm. 89; y a la Reina Católica, núm. 122. Cfr. también núm. 65, w . 51-56. 132 31 EL BATXELLER DE LA TORRE* Presumir de vos loar, según es vuestro valer, parece querer contar las arenas de la mar, que dudo que pueda ser. E pensando bien la suma d’este fecho tan osado, non quiera Dios que presuma que por mi grossera pluma pudiesse ser acabado. Las damas que vos otean todas reclaman a Dios lo que piden y desean: a sí mesmas que se vean fechas tales como vos. 15 Mas dudo si el Soberano, con cuanto poder alcança, pudiesse con la su mano en este siglo mundano fazer vuestra semejança. 20 Beldades que con vos moran vos fazen parecer tal, que las damas todas lloran e los hombres vos adoran * El Cancionero de Vindel atribuye el poema al bachiller de la Torre. No obstante, teniendo en cuenta que dicho códice abunda en falsas atribuciones, el dato dista de ser definitivo, y no permite descartar la autoría propuesta por otros cancioneros, que sitúan la composición bajo el nombre de Mena (Pérez Priego, pág. 81). 1-5. Sobre el elogio imposible, cfr. núm. 30, w . 51-56. 16-20. Cfr. núm. 30. 23. El motivo de la envidia de las demás mujeres es frecuente en el propio Mena, y en tnda la lírica de los cancioneros. Cfr. núms. 4, 143. 5 10 133 como cosa celestial. 25 Y los defuntos passados, por muy santos qu’ellos fuessen, en la gloria son penados, descontentos, no pagados, por morir sin que vos viessen. 30 E las fermosas passadas, passadas d’aquesta vida, son contentas e pagadas, porque fueron sepultadas primero que vos nascida. 35 E las que quedan agora, a quien vos fazéis la guerra, si su beldad no mejora, a vos tengan por señora o se pongan so la tierra. 40 E los ángeles del cielo, a quien Dios mesmo formó, trocan lo blanco por duelo porque no son en el suelo a miraros como yo. 45 E tanto dezir vos oso sin fablar contrariedad, que Nuestro Señor poderoso se falla vanaglorioso en fazer vuestra beldad. 50 En el coro angelical, donde mora Sant Miguel, tienen por más especial el nuestro reino real, porque naciestes en él. 55 Vet si devéis haver gloria d’ estar en tal perfección, que por vuestra grant victoria es perdida la memoria de cuantas fueron ni son. 60 134 Humano poder no fuera bastante de vos fazer, ni vuestro padre pudiera acabado que quisiera sin el divino poder. 65 Non reclamando herejía, que non lo digo, par Dios, non nació ni nacería, salvo la Virgen María, ninguna tal como vos. 70 Este processo que sigo vuestro, quiero que miréis, y si meresco castigo de lo que dexo e non digo, conviene que perdonéis. 75 Porque no puede bastar de savio ningún saber, pora poder publicar lo qu’ en vos puede mirar quien ha dicha de vos ver. 80 Fin Mas aquél que poco sabe, su gran culpa lo disculpa: con el saber que me cabe consentid que vos alabe, non cargándome de culpa. 85 Que Dios sabe si querría loarlo como lo veo, porque gloria me sería que con esta mano mía acabasse tal deseo. 90 135 32 JOAN DE MENA ¡Oh rabiosas temptaciones!, datme un poco de vagar, en que me pueda quexar de tantas tribulaciones cuantas sufro padesciendo 5 e he sufrido penando, atantas vezes muriendo que la mi vida qu’ atiendo, ya la maldigo llorando. Ven por mí, muerte maldita, 10 pereçosa en tu venida, porque pueda dar finida a la mi cuita infinita; rasga del todo la foja do son escriptos mis días, 15 e del mi cuerpo despoja la vida que tanto enoja las tristes querellas mías. Por amar desamo a mí e eres tú tanto querida; 20 pues quieres muerte por vida, muriera cuando nací: o me quisieran do quiero, o no naciera en el mundo, o, pues tanto mal espero, 25 fuera el día postrimero aquel que me fue segundo. Si el nacer fuera en mi mano, yo más quisiera no ser que haver sido e nacer 30 para morir tan temprano; 1 3 6 ca ninguna malandança no me diera tanta guerra, ni la bienaventurança me pusiera en esperança, si antes fuera yo so tierra. Don Alvaro de Luna (detalle del retablo de la capilla de Santiago, en la catedral de Toledo). IÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA, MARQUÉS DE SANTILLANA Hijo del almirante Diego Hurtado de Mendoza, nació en Carrión de los Condes en 1398, y pasó los años de sujuventud en Aragón, donde entró en contacto conpoetas comoJordi de SantJ ordiy Ausías March. En suformación es también decisiva la amistad con don Enrique de Villena, gracias al cual conoció a Dante, Virgilioy la herencia provençal. Se distinguió en la batalla de Huelma contra los musulmanes y, más tarde, en la de Olmedo (1445), donde combatiójunto aJuan I I y don Alvaro de Luna. Fue, no obstante, enemigoferoz de don Alvaro,y pieza clave en las conspiraciones que terminaron con la vida del Condestable. Su actividad cultural es tan intensa como la military política. Reunió una rica biblioteca,y supo rodearse de un grupo de brillantes hombres de letras, cumu su capellán Pero Díaz de Toledo, Martín González de Lucena, o Ñuño de Guz/nán, de quien reábía libros desde Italia. Vivió los últimos años de su vida retirado en su palacio de Guadalajar a ^ murió en 1458. En la obra poéica del Marqués de Santillana pueden distinguirse tres orientaciones que coinciden, aproximadamente, con tres momentos sucesivos. La primera está representadapor las serranillas, las canciones y decires líricos; a la segunda, más ambiciosa, corresponden los poemas alegóricosy narrativos, quegozaron de extraordinario prestigio entre los contemporáneos. En un tercer momento, Santillana busca una expresión más densay una profundización en los contenidos moralesy filosóficos: a esa orientación pertenecen algunos de sus mejores poemas: el Bias contra F o rtu n aj el Doctrinal. A l Marqués de Santillana corresponde también un intento, todavía balbuciente, de acomodar el soneto a nuestra literatura, asi como varias 139 obras en prosa. Entre ellas destaca la Carta-proemio, en la que comper,dia sus ideasy sus gustos literarios. L ó p e z d e M e n d o z a , Iñigo, Obras de don Iñigo López de Mendoza, M a rqués de Santillana, ed. José A m ador de los R íos, M adrid, 1852. — Poesías completas, 2 vols., ed. M anuel D u ran , M adrid, C astalia, 1975-1980. — Poesías completas, I, ed. M iguel Á ngel Pérez Priego, M adrid, A lham bra, 1983. — Cancionesy decires, ed. V icente G arcía de D iego, M adrid, La L ectura, 1913. (V arias reediciones en Clásicos C astellanos.) — L a Comcdieta de Ponza, ed. M axim iliaan P. A. M. K erkhof, G ro n in gen, R ijksuniversiteit te G ro n in g en , 1976. — Defunsión de don Enrique de Villena, ed. M axim iliaan P. A . M. K erkhof, El Haya, M. N ijhoff, 1977. — Bias contra Fortuna, ed. M axim iliaan P. A. M . K erkhof, M adrid, R A E , 1982 D r u z - S á e n z , M ichèle S. de, «The M arqués de Santillana’s Coplas on don Alvaro de Luna and the Doctrinal de privados», H R , 49 (1981), páginas 219-224. F o re m a n , A. J., «The structure and co n ten t o f Santillana’s Comediría de Ponça», B H S, LI (1974), págs. 109-124. L a n g b e h n - R o h la n d , R egula, «Problem as de texto y problem as co n structivos en algunos poem as de Santillana: la Visión, el Infierno de los enamorados, el Sueño», Fil, X V II-X V III (1976-1977), págs. 414-431. L a p e sa , Rafael, L a obra literaria del Marqués de Santillana, M adrid, ín s u la, 1957. R e ic h e n b e r g e r , A rnold G ., «The M arqués de Santillana and the classical tradition», IR , I (1969), págs. 5-34. S c h if f , M ario, L a bibliothèque du marquis de Santillane, Paris, E m ile B ouillon, 1905. H ay reim presión, A m sterdam , 1970. Salvo para los núms. 38 y 41, sigo a Pérez Priego, 1: núm. 33: págs. 69-71 (núm. 4) núm. 34: págs. 74-77 (núm. 6) núm. 35: págs. 77-79 (núm. 7) núm. 36: págs. 87-91 (núm. 12) núm. 37: págs. 95-96 (núm. 16) núm. 38: Kerkhof, ed. cit. núm. 39: págs 261-262 (núm. 55) núm. 40: págs 268-269 (núm. 61) núm. 41: Ríos, págs. 221-239. 1 4 0 33 CANCIÓN [LA MOÇUELA DE BORES] Moçuela de Bores, allá do la Lama, pusom’ en amores. Cuidé qu’ olvidado amor me tenía, 5 como quien s’ havía grand tiempo dexado de tales dolores que más que la llama queman, amadores. 10 Mas vi la fermosa de buen continente, la cara plaziente, fresca como rosa, de tales colores 15 cual nunca vi dama, nin otra, señores. Por lo cual: «Señora», le dixe, «en verdad la vuestra beldad 20 saldrá desd’ agora dentr’ estos alcores, pues meresce fama de grandes loores». Dixo: «Cavallero, 25 tiradvos afuera: dexad la vaquera 1. Bores, como el resto de los lugares citados en el poema, pertenece a La Liébana, en Santander. 20-24. El motivo que recogen estos versos es, probablemente, de procedencia ultrapirenaica (Pérez Priego, I, pág. 20). 141 passar al otero; ca dos labradores me piden de Frama, 30 entrambos pastores.» «Señora, pastor seré, si queredes: mandarme podedes como a servidor; 35 mayores dulçores será a mí la brama que oír ruiseñores.» Assí concluimos el nuestro processo, 40 sin fazer excesso, e nos avenimos. E fueron las flores de cabe Espinama los encubridores. 45 34 CANCIÓN [LA M 0ÇA DE BEDMAR] Entre Torres y Canena, acerca des’ allozar, fallé moça de Bedmar, ¡sant Julián en buena estrena! Pellote negro vestía 5 e lienços blancos tocava, 32-35. También este ofrecimiento del caballero tiene precedentes francoprovenzales (Pérez Priego, 1, págs. 20 y 70). 1. La acción de la serranilla se sitúa en tierras de Jaén. No ha sido identificado Valdepurchena (v. 25). 142 a fuer del Andaluzía, e de alcorques se calçava. Si mi voluntad ajena non fuera en mejor logar, 10 non me pudiera escusar de ser preso en su cadena. Preguntéle dó venía, después que la hove salvado, o cuál camino fazía. ]5 Díxome que d’ un ganado quel guardavan en Racena, e passava al olivar por coger e varear las olivas de Ximena. 20 Dixe: «Non vades señera, señora, qu’ esta mañana han corrido la ribera, aquende de Guadiana, moros de Valdepurchena 25 de la guarda de Abdilbar: ca de ver vos mal passar me sería grave pena.» Respondióme: «Non curedes, señor, de mi compañía, 30 pero gracias e mercedes a vuestra grand cortesía; ca Miguel de Jamilena con los de Pegalajar son passados a atajar: 35 vos tornad en hora buena.» 9-12. La belleza de la pastora no consigue anular el recuerdo de la dama. El motivo, que está ya en la lírica provenzal, reaparece tamW^n en la de cancionero (cfr. núm. 45, núm. 59). 26. Abdilbar: «Abrahén Audibnar o Adilbar, embajador moro ante el rey Juan II [...]» (Pérez Priego, I, pág. 76). 143 35 CANCIÓN [LA VAQUERA DE LA HINOJOSA] Moça tan fermosa non vi en la frontera, com’ una vaquera de la Finojosa. Faziendo la via 5 del Calatraveño a Santa Maria, vencido del sueño, por tierra fragosa perdí la carrera, 10 do vi la vaquera de la Finojosa. En un verde prado de rosas e flores, guardando ganado con otros pastores, la vi tan graciosa que apenas creyera que fuesse vaquera de la Finojosa. 20 15 Non creo las rosas de la primavera sean tan fermosas nin de tal manera. Fablando sin glosa, si antes supiera 25 de aquella vaquera de la Finojosa, 4. Finojosa: hoy Hinojosa; la acción transcurre en la región de la Sierra, en la provincia de Córdoba. A la misma zona pertenecen el puerto del Calatraveño y la localidad de Santa María (probablemente, la actual villa de Pedroche). 144 non tanto mirara su mucha beldad, 30 porque me dexara en mi libertad. Mas dixe: «Donosa (por saber quién era), ¿dónde es la vaquera 35 de la Finojosa?» Bien como riendo, dixo: «Bien vengades, que ya bien entiendo lo que demandades: 40 non es desseosa de amar, nin lo espera, aquessa vaquera de la Finojosa.» 36 [...] VILLANCICO QUE HIZO EL MARQUES DE SANTILLANA A TRES HIJAS SUYAS* Por una gentil floresta de lindas flores y rosas, vide tres damas fermosas que d’ amores han recuesta. Yo, con voluntad muy presta, 5 me llegué a conoscellas. Començô la una d’ ellas esta canción tan honesta: * La autoría de este poema es dudosa. Algunos cancioneros lo atribuyen a Suero de Ribera, y no hay razones definitivas para aceptar o descartar esa atribución (sobre el estado de la cuestión, cfr. Pérez Priego, I, págs. 87-88). Se advertirá que el término villano no designa una estructura métrica, sino una composición de ambiente o de tono rústico. 145 Aguardan a ml: nunca talesguardas vi. 10 Por mirar su fermosura d’ estas tres gentiles damas, yo cobríme con las ramas, metíme so la verdura. La otra con gran tristeza 15 començô de suspirar y a dezir este cantar con muy honesta mesura: La niña que los amores ha, sola ícómo dormirá? 20 Por no les fazer turbança no quise ir más adelante a las que con ordenança cantavan tan consonante. La otra con buen semblante 25 dixo: «Señoras d’ estado, pues las dos havéis cantado, a mí conviene que cante: Dexaldo al villanopene: vengúeme Dios d ’ele.» 30 Desque huvieron cantado estas señoras que digo, yo salí desconsolado, como hombre sin abrigo. Ellas dixeron: «Amigo, 35 non sois vos el que buscamos, mas cantad, pues que cantamos.» Dixe este cantar antiguo: 9-10. Ni esta cancioncilla, ni ninguna de las tres siguientes, es obra de Santillana: se trata de antiguas canciones populares, engastadas en una composición culta. El procedimiento, habitual en la lírica románica, recuerda el utilizado por los poetas árabes con respecto a las ¡archas. 146 Sospirando iva la niña y nonpor mi, queyo bienge lo entendí. 40 37 CANCIÓN Recuérdate de mi vida, pues que viste mi partir e despedida ser tan triste. Recuérdate que padesco , 5 e padescí las penas que non meresco, desque oí la respuesta non devida que me diste, 10 por la cual mi despedida fue tan triste. Pero non cuides, señora, que por esto te fue nin te sea agora 15 menos presto, que de llaga non fengida me feriste, assí que mi despedida fue tan triste. 20 15. fue: es forma frecuente de primera persona. 147 38 DEFUNSIÓN DE DON ENRIQUE DE VILLENA, SEÑOR DOCTO E DE EXCELENTE INGENIO * Robadas havían el Austro e Borea a prados e selvas las frondes e flores, venciendo los fuegos e grandes calores e admitigada la flama apolea; al tiempo que sale la gentil Idea 5 e fuerça con rayos el aire nocturno, e los antipodes han claror diurno, segund testifica la gesta magnea. Algunos actores en sus connotados pidieron favores, subsidio e valencia 10 al fulgente Apolo, dador de sciencia, a Cupido e Venus los enamorados, al Jove Tronante en otros tractados, en bélicos actos al feroce Mares; a las nueve Musas en muchos logares 15 insignes poetas vi recomendados. Mas yo a ti solo me plaze llamar, oh cítara dulce más que la d’Orfeo, que sola tu ayuda non cuido, mas creo mi rústica mano podrá ministrar. 20 ¡Oh biblioteca de moral cantar, e fuente meliflua do mana elocuencia, infunde tu gracia e sacra prudencia _________en mí, porque pueda tu planto expressar! * Enrique de Villena (1384-1434): hombre de amplios intereses y lecturas y autor de obras como el Arte de trovar, ejerció una notable influencia sobre Santi­ llana. 4. apolea: de Apolo, es decir, del sol. 5. ¡dea: ‘diosa’, en este caso, Diana, es decir, la luna. 8. la gesta magnea: la Farsalia, de M. Anneo Lucano. Toda la estrofa no hace sino precisar la estación, y la hora del día. Estos amaneceres y anocheceres mitológicos son habituales en la poesía elevada de la época. 17-24. El poeta se dirige al propio don Enrique de Villena, y le pide su ayuda, en lugar de solicitarla de las Musas, o de los dioses (cfr. núm. 78, w . 1-27). 148 Al tiempo e a la hora suso memorado, 25 assí como niño que sacan de cuna, non sé fatalmente o si por fortuna, me vi todo solo al pie de un collado selvático, espesso, lexano a poblado, agresto, desierto e tan espantable, 30 ca temo vergüeña, non siendo culpable, cuando por extenso lo havré relatado. Yo non vi carrera de gentes cursada, nin rastro exercido por do me guiasse, nin persona alguna a quien demandasse 35 consejo a mi cuita tan desmoderada. Mas sola una senda muy poco usitada al medio d’aquella tan grand espesura, bien como de armento subiente al altura, del rayo dianeo me fue demostrada. 40 Por la cual me puse sin toda esperança de bien, trabajado, temiente e cuidoso; e pensar se puede cuál era el reposo, porque yo toviesse otra confiança. E aquella siguiendo sin más demorança, 45 vi fieras diformes e an imalias brutas salir de unas cuevas, cavernas e grutas, faziendo señales de grand tribulança. Hipólito e Fauno yo dubdo si vieron ni Chirón en Matia tal copia de fieras 50 de tales nin tantas diversas maneras, nin las venadrizes que al monte se dieron. Si nuestros actores verdad escrivieron, o por fermosura escuras ficciones, 40. dianeo: de Diana, o sea, la luna. 49. Hipólito: hijo de Teseo. Devoto de Artemis, vivía entregado a la caza y despreciando a Afrodita. Fauno: dios de los bosques. 50. Chirón: uno de los centauros, famoso por su sabiduría. Matia, por Emacia “Tesalia’. 52. venadrms: ‘cazadoras’; en este caso, probablemente, las ninfas. 149 en la selva Ida de tantas facciones bestias non fallaron los que las siguieron. 55 Non vi yo sus cuellos e crines alçadas, nin vi las sus bocas con furia espumantes, nin batir sus dientes, nin amenazantes, nin de agudas uñas sus manos armadas; 60 mas vi sus cabeças al suelo inclinadas, gimiendo muy tristes, bien como el león que al santo ermitaño mostró su passión, do fueron sus llagas sin temor curadas. Más admirativo que non pavoroso 65 de la tal noveza que tarde acaesce, assí como aflicto que pena e caresce de toda folgura, e bive angoxoso, seguí mi camino, pero trabajoso, do yo vi centauros, espingos e arpiñas; 70 e vi más las formas de fembras marinas, nuzientes a Ulixes con canto amoroso. E fue yo a la hora, bien como el Troyano fuyente a Celeno de las Estrofadas, e rompió las olas a velas infladas 75 e vino al nefando puerto cicoplano. Si mi baxo estilo aun non es tan plano, bien como querrían los que non leyeron, culpen sus ingenios que jamás se dieron a ver las historias, que non les explano. 80 63-64. «Referencia a la leyenda de San Antonio, ermitaño del siglo ív, contaminada con la de San Gerásimo del siglo v» (Kerkhof, pág. 85). San Gerásimo sacó una espina de la zarpa de un león que, agradecido, lo sirvió hasta su muerte. Se relata una historia parecida de S. Jerónimo. 70. espingos: esfinges, animales con cabeza de mujer y cuerpo de león; arpiñas: ‘harpías’. 71-72. Referencia a las sirenas, que, con su canto, atraían a los navegantes hacia su destrucción. 73. fue es forma de 1.a persona, como en v. 137. 73-76. Santillana alude aquí al episodio de Eneas y las harpías: Celeno es una de ellas, y las Estrófadas las islas donde viven (cfr. Eneida, III, w . 210 y ss.). En ese mismo canto se relata la llegada a la tierra de los Cíclopes. 150 Quebravan los arcos de huesso, corvados con la humana cuerda, de aquella manera que fazen la seña o noble vandera del magno defunto los fieles criados. Rompían las troças e coldres manchados 85 del peloso cuero con tanta fereza, ca dubdo si Hecuba sintió más graveza en sus infortunios que Homero ha contados. Sus bozes clamosas al aire espantavan e de todas partes la turba crescía; 90 el estremo sueno las nuves rompía e los fondos valles del monte tronavan: con húmidos ojos jamás non cessavan en son lacrimable el continuo lloro; Ligurgo non fizo por Antimidoro 95 tal duelo, nin todos los que lo lloravan. Yo non desistiendo de lo començado, como el que passa por quien non conosce, passé por aquella compaña feroce, non muy orgulloso, el viso inclinado. 100 E yendo adelante, vi más en un prado d’aquella simiente del val damaceno fazer mayor planto que Neso e Celeno nin todos los otros, de quien he tractado. Aquéllos sus caras sin duelo ferian 105 e los cossos juntos en tierra lançavan; e tan despiadados sus fazes rasgavan, ca bien se mostravan que non lo fingían. Infinitos otros a estos seguían, con bozes cansadas e tristes acentos 110 95-96. Alusión al duelo que Ligurgo hizo sobre su hijo Arquémoro, a quien Santillana confunde con Artemidoro (Kerkhof, pág. 87). 102. val damaceno: Damasco era conocido por su fertilidad. 103. Neso: uno de los centauros, muerto por Hércules. 106. cossos: plural de eos, ‘cuerpo’. 151 blasmando a Fortuna e sus movimientos e todos aquellos que en ella confían. La fulgor de Acates se iva alexando de aquel hemisperio e apenas luzía; la fosca tiniebla el aire impedía, 115 e dobles terrores me fueron cercando. Mas el sacro aspecto que mira, acatando con benignos ojos a los miserables, bien como a la nave, que suelta los cables e va con buen viento leda navegando, 120 assí me levava por la mesma vía o estrecha senda que yo he narrado, pujando a la cumbre del monte elevado, do yo me cuidava que reposaría. Mas bien como cuando de noche e de día 125 se fallan compañas en el jubileo desde la Monjoya fasta el Zebedeo, yo non dava passo sin grand compañía. Assí conseguimos aquella carrera fasta que llegamos a somo del monte, 130 non menos cansados que Dante Acharante, allí do se passa la triste ribera. E como yo fuesse en la delantera, assí como en fiesta de la Candelaria, de antorchas e cirios vi tal luminaria 135 que la selva toda mostrava cuál era. Fendiendo la lumbre, fue ya dicemiendo unas ricas andas e lecho guarnido, de filo de Arabia obrado e texido, 113. Acates: Hécate, la diosa lunar. 117. sacro aspetío la diosa que guía al poeta. 127. desde la Monjoyafasta el Zebedeo: «Quiere decir que había diversidad de peregrinos de diversos nombres» (Kerkhof, pág. 97). 131. Acarante, por Aqueronte; uno de los ríos infernales al que, efectivamente, llega Dante (Inferno, III). 152 e nueve donzellas en torno plañiendo, 140 los cabellos sueltos, las fazes rompiendo, assí como fijas por padre muy caro, diziendo: «¡Cuitadas!, ya nuestro reparo del todo a pedaços va desfallesciendo. »Perdimos a Homero, que mucho honorava este sacro monte, do nos habitamos; perdimos a Ovidio, al cual coronamos del árbol laureo, que mucho s’amava; perdimos a Horacio, que nos invocava en todos exordios de su poesía; assí diminuye la nuestra valía, qu’en tiempos passados tanto prosperava. »Perdimos a Libio e al Mantuano, Macrobio, Valerio, Salustio e Magneo; pues non olvidemos al moral Eneo, de quien se laudava el pueblo romano. Perdimos a Tulio e a Cassilano, Alano, Boecio, Petrarca e Fulgencio; perdimos a Dante, Gaufredo, Terencio, Juvenal, Estacio e Quintiliano. »E bien como templo, a quien fallescido han las sus columpnas por grand antigor, e una tan sola le faze favor, assí don Enrique nos ha sostenido; el cual ha por suyo el cielo elegido, 165 140. Las nueve Musas. 149-150. Más bien se trata de que Horacio recomienda invocar a las Musas en todos los exordios (Kerkhof, pág. 90). 154. Macrobio: escritor latino del siglo ív; Valerio: Valerio Máximo, autor de los Hechosy dichos memorables; Magneo: M. Anneo Lucano. 155. Eneo: se refiere a Enio, poeta latino del siglo ni-n a.C. 157. Tulio: Marco Tulio Cicerón; Cassilano: Kerkhof lo identifica con Juan Casiano, escritor ascético (360-435). 158. Alano: Alanus ab Insulis, escritor del siglo xu y autor del Anticlaudianus; Fulgencio: autor latino del siglo vi. ¡59. Gaufredo: para Kerkhof se trata del trovador Jaufré de Foxá o bien de Galfrid de Vinsaut, autor de una Nova poetria (siglo x ii). 155 160 145 150 153 e puesto en compaña del superno coro. ¡Cuitadas!... , lloremos tan rico tesoro, como sin recurso havemos perdido.» Sabida la muerte d’aquél mucho amado, mayor de los sabios del tiempo presente, 170 de dolor pungido, lloré tristemente e maldixe Antropos, con furia indignado, e la su crueza que non cata vado nin cura de sabio más que de imprudente, e faz al menguado igual del potente, 175 cortando la tela que Cloto ha filado. Finida Después del aurora, el sueño passado dexóme, levando consigo esta gente, e vime en el lecho tan incontinente, como al pie del monte por mí recontado. 180 39 SONETO Cual se mostrava la gentil Lavina en los honrados templos de Laurencia, cuando solepnizaban a Heritina las gentes d’ ella con toda femencia, e cual paresce flor de clavellina 5 en los frescos jardines de Florencia, vieron mis ojos en forma divina la vuestra imagen e dina presencia, cuando la llaga o mortal ferida 172. Antropos: como Cloto (v. 176), una de las Parcas. 1.Lavina: esposa de Eneas e hija del rey del Lacio. «Estos versosevocan un pasaje del comienzo del lib. VII de la Eneida (w . 71-77), donde,estando Lavinia haciendo un sacrificio ante el altar y quemando perfumes, el fuego prendió en su cabellera y quedó envuelta en una pálida nube de claridad y de humo» (Pérez Priego, I, pág. 262). 154 llagó mi pecho con dardo amoroso: 10 la cual me mata en prompto e da vida, me faze ledo, contento e quexoso; alegre passo la pena indevida, ardiendo en fuego me fallo en reposo. 40 SONETO Non es el rayo del Febo luziente, nin los filos de Arabia más fermosos que los vuestros cabellos luminosos, nin gema de topaza tan fulgente. Eran ligados de un verdor plaziente 5 e flores de jazmín que los ornava e su perfecta belleza mostrava, cual biva flama o estrella d’Oriente. Loó mi lengua, maguer sea indigna, aquel buen punto que primero vi 10 la vuestra imagen e forma divina, tal como perla e claro rubí, e vuestra vista társica e benigna, a cuyo esguarde e merced me di. 13. vista társica: ‘ojos verdes’. El adjetivo társica deriva del sustantivo tharsis, que designa a una piedra preciosa de color amarillo verdoso. Convendrá no pasar por alto el valor simbólico de ese color, relacionado con la esperanza (Pérez Priego, I, pág. 269). 155 41 DOTRINAL DE PRIVADOS FECHO A LA MUERTE DEL MAESTRE DE SANCTIAGO, DON ALVARO DE LUNA; DONDE SE INTRODUCE EL AUTOR, FABLANDO EN NOMBRE DEL MAESTRE* Vi tesoros ayuntados por grand daño de su dueño: así como sombra o sueño son nuestros días contados. E si fueron prorrogados 5 por sus lágrimas a algunos, d’ estos non vemos ningunos, por nuestros negros pecados. Abrit, abrit vuestros ojos; gentíos, mirât a mí; 10 cuanto vistes, cuanto vi, fantasmas fueron e antojos; con trabajos, con enojos usurpé tal señoría: que si fue, non era mía, 15 mas endevidos despojos. Casa a casa, ¡guay de mí!, e campo a campo allegué, cosa ajena non dexé; tanto quise cuanto vi. 20 ¡Agora, pues, vet aquí cuánto valen mis riqueças, tierras, villas, fortaleças, tras quien mi tiempo perdí! ¡Oh fambre de oro rabiosa! 25 ¿Cuáles son los coraçones * El Dortrinal está escrito después de la caída de don Alvaro, y constituye una especie de venganza poética que Santillana se toma sobre el enemigo ven­ cido. 1 5 6 humanos que tú perdones en esta vida engañosa? Maguer farta, querellosa eres en todos estados, 30 non menos a los passados que a los pressentes dapñosa. ¿Qué se fiço la moneda que guardé, para mis daños, tantos tiempos, tantos años, plata, joyas, oro e seda? Ca de todo non me queda sinon este cadahalso. ¡Mundo malo, mundo falso, non es quien contigo pueda! A Dios non referí grado de las gracias e mercedes, que me fiço cuantas vedes, e me sostuvo en estado mayor e más prosperado 45 que nunca jamás se vio en España, nin se oyó de ningún otro privado. Pues vosotros que corredes al gusto d’este dulçor, temet a Nuestro Señor si por ventura queredes fabricar vuestras paredes sobre buen cimiento aosadas; e serán vuestras moradas fuertes, firmes, non dubdedes Guardatvos de mal vivir, pues canes a noche mala 41. referígrado: ‘agradecí1. 58-59. «Refrán: ‘en noche tormentosa, los perros no avisan’» (PCS, página 156). 50 55 35 40 157 non ladran, nin es quien vala si Dios lo quiere punir; 60 ¿qué os presta el refuir nin contrastar a su ira? Si s’aluenga, non se tira, nin se puede resistir. Ca si fui deshonestado, o si quise proveer, bien se me deve creer; mas contrastar lo fadado, o forçar lo qu’es forçado, a Dios solo pertenesce; pues quien no se lo meresce passe por lo destinado. D’este favor cortesano lo que nunca sope, sé: non adverti' nin pensé 75 cuánto es caduco e vano; así, que de llano en llano, sin algún temor nin miedo, cuando me dieron el dedo, abarqué toda la mano. 80 Mal jugar face quien juega con quien siente, maguer calle; de lo que fiço en la calle ¿quién es el que se desniega? Ambición es cosa ciega 85 e rescibo dissoluto: poder e mando absoluto, ñ de madre es quien lo niega. 88. f i de madre: «expresión que se usa con alguna viveza para llamar a alguno bastardo o hijo de puta» (Diccionario de autoridades,citado en PCS, pág. 157). El significado de los vv. 87-88 sería, por tanto: «es hijo demadre quien niega el poder absoluto (del rey)». Pero me parece preferible puntuar de manera distinta: «Ambición es cosa ciega, / e rescibo dissoluto / poder e mando absoluto (el del privado; / fi de madre es quien lo niega.» 65 70 158 Lo que non fice, facet, favoridos e privados: si queredes ser amados, non vos teman, mas temet; templat la cúpida set, consejat retos juicios; esquivât los perjudicios, la raçôn obedescet. Ca si fuéredes medidos en rescebir, non dubdedes, con mucha raçôn faredes a los otros comedidos; los discretos e sentidos pedirán cuando sirvieren; los otros, cuando pidieren, de poco les sois tenidos. Por tanto, lo que diré, gentes de la nuestra Hesperia, acerca d’esta materia, havetlo como por fee; de todos me enseñoreé tanto que de mi señor cuidava ser el mayor fasta que non lo cuidé. Aristótiles non creo sintió de filosofía, Euclides de geometría nin del cielo Tolomeo, cuanto d’esto devaneo, si queredes bien mirar, e vos puedo demostrar, nin de la música Orfeo. Privado tovo Abraham, maguer sancto patriarca; privado tovo el monarca Assuero, que fue Amán; e Joad, su capitán, 125 privado fue de Davit; mas de todos, me decit, ¿cuáles se me egualarán? Ca todos los que privaron con señores e con reyes, 130 non usaron tales leyes como yo, nin dominaron por tal guissa, nin mandaron en cevil nin criminal, a todos en general, 135 nin pienso que lo pensaron. Todo home sea contento de ser como fue su padre, la mujer, cuanto su madre, e será devido cuento. 140 Bien permito, si buen viento le viniere de privança, lo resciba con templança, con sesso, c pesso e buen tiento. E quiera la medianía 145 de las gentes e segure; non le plega nin procure extrema soberanía. Ca sea por albaquía, 121-122. «El privado de Abraham era Elicer; cfr. Génesis, 15. 2-4, 24.1 y ss.» (PCS, pág. 158). 123-125. El propio Santillana relata la historia de Asuero y Amán (Ester, 3-8) en el comentario en prosa a sus Proverbios, IX: el privado, caído en desgracia, terminó en la misma horca que había preparado para Mardoqueo. 125-126. /W : Joab, cuya historia se relata en Samuel, II (PCS, pág. 158). 149-150. albaquía es el resto que queda sin pagar de una cuenta. Los dos versos significan, por tanto, «bien a largo plazo, bien de forma inmediata». 160 o sea contando luego, de raro passa tal juego sin pagar la demasía. 1 5 0 ¿Qué diré, si non temedes tan grand eclipse de luna cual ha fecho la fortuna 155 por tal que vos avisedes? Fice gracias e mercedes; non comí solo mi gallo, mas ensillo mi cavallo solo, como todos vedes. 160 Pero bien lo merescí, pues a quien tanto me fiço, fice porque me desfiço: ¡tanto m’ensoberbescí! Pues si yo non referí 165 las gracias que me ficieron, si non me las refirieron non pida lo que non di. Esta es egual mensura, pero non dina querella; 170 la raçon así lo sella e lo afirma la escriptura; piense toda criatura que segunt en esta vida midiere, será medida, 175 de lo cual esté segura. Fui de la caridat, e caridad me fuyó: ¿quién es el que me siguió en tanta nescessidat? 180 154. Es evidente el juego de palabras con el nombre del condestable. 158-159. Referencia al refrán «el que solo come su gallo, solo ensilla su ca­ ballo». 1 6 1 ¿Buscades amor?, amat; si buenas obras, facetias: e si malas, atendetlas de cierta certinidat. Ca si lo ajeno tomé, 185 lo mío me tomarán; si maté, non tardarán de matarme, bien lo sé; si prendí, por tal passé; maltraí, soy maltraído; 190 anduve buscando ruido, basta assaz lo que fallé. Pues el sotil palaciano cuanto más e más privare, por tal yerro no desvare, 195 e será consejo sano. Excesso luciferano ya vedes cómo se paga; e quien tal bocado traga, ¡górmalo tarde o temprano! 200 Aun a vuestros compañeros, amigos e servidores, cuanto más a los señores, set domésticos, non fieros: ca nuestros viejos primeros 205 dicen súfrense las cargas, pero non las sobrecargas, nin los pessos postrimeros. Son diversas calidades; non menos en los mayores 210 qu’en medianos e menores 181. El propio Santillana había expresado la misma idea en los Proverbios, I. Tal vez el punto de partida esté en las Epistolas a Lucilio (9,6): «Si vis amari, ama.» 162 hay grandes contrariedades; pues, privados que privades, estudiat en las seguir, ca non se pueden servir 215 mejor que a sus voluntades. Unos quieren repossar, a otros placen las guerras, a otros, campos e sierras, los venados e cagar; 220 justas otros tornear, juegos, deleitosas danças, otros, tiempos de bonanças, sacrificios contemplar. Dexat vuestra voluntat, e facet sus voluntades, aquellos que desseades favores, prosperidat, honores e utilidat; mas guardat e non querades extremas extremidades, mas siempre vos moderat. Ca si vos place raçôn, de lo tal serés contentos: ¡cuánto lucen los augmentos tomados por opinión! Refrénevos discreción, apartatvos de tal fanga, que si entra por la manga, sale por el cabeçôn. Los vuestros raçonamientos sean a loor de todos, que son muy útiles modos para los reyes contentos. E serán buenos cimientos 245 de amor e de lealtat, 235 240 225 230 163 casa de seguridat, firme contra todos vientos. Cuánto la beneficencia sea dina de loar en los que tienen logar, pruévolo con la experiencia. Es otra mayor sapiencia que sólo por bien fablar, obtener, haver, cobrar general benevolencia. Mal facer ni mal decir no son honestos servicios, que non se llaman oficios los que muestran bien vivir. Osatlos redargüir, en los consejos estrechos, todos fechos non bien fechos e dinos de corregir. E guardat que los servicios sean bien remunerados; punidos e castigados los yerros e maleficios. Tales obras son oficios de los que sirven señores; a mayores e menores abreviat los beneficios. Consejat que los judgados sean por grand elección, non se den por gualardón de servicios, nin rogados. Sean legos o letrados, mas tales que la raçôn non tuerçan por afectión, por miedo, nin sobornados. Aquí se me descobrieron erradas e todas menguas: tenet lo que vuestras lenguas juraron e prometieron. Ya vedes si me nascieron 285 passatiempos, dilaciones; todas gentes e nasciones obras quieren e quisieron. Más vale non prestamente, ca sí con mucha pereça 290 pierde gusto de franqueça e muestra que s’ arrepiente. El liberal non consiente nin la tardança le place; ca desface lo que face 295 e desplace a toda gente. Contractar e conferir con vuestros e con ajenos, elegir siempre los buenos dónde se deven seguir; 300 bien facer e bien decir, ca, sean moços o viejos, tales son los sus consejos cual es d’ellos su vivir. Fasta aquí vos he contado 305 las cabsas que me han traído en tan estrecho partido, cual vedes que soy llegado. Agora, pues, es forçado de facer nueva carrera, 310 289-296. También en este caso el Doctrinal coincide con los Proverbios (LXIII). La idea está ya en Séneca. (De beneficiis, II, 1.) Cfr. núm. 78, vessos 190-191. 290. Amador de los Ríos intercala una coma tras pereça, lo que altera el sentido de toda la frase. 1 6 5 mudaremos la manera del processo processado. Confession Ca si de los curiales yerros tanto me reprehendo, ¿qué faré, si bien lo entiendo, 315 de mis pecados mortales? Ca fueron tantos e tales que, sin más detenimiento, non dubdo mi perdimiento, Señor, si Tú non me vales. 320 Pues yo, pecador errado más que los más pecadores, mis delictos, mis errores, mis grandes culpas, culpado confiesso, muy enclinado 325 a ti, Dios, Eterno Padre, e a la tu bendita Madre, e después, de grado en grado, a todos los celestiales por orden de teología; a la sacra jerarquía e coros angelicales, en especie e generales, los finojos enclinados, vos confiesso mis pecados mortales e veniales. E a vos, que las humanales vestiduras rescebistes, e velando conseguistes las sessiones eternales, 340 mis obras torpes e males 337-340. Se refiere a los santos, que desde su condición corpórea (las humánala vestiduras) alcanzaron la vida eterna (las sessiones eternales). 330 335 166 confiesso, triste gimiendo, e los mis pechos firiendo diré cuántos son e cuáles. De los tus diez mandamientos, 345 Señor, non guardé ninguno, nin limosnas nin ayuno, nin cuaresmas nin advientos; nin de tales documentos, puestos so cristiano yugo, 350 non los fice nin me plugo, mas todos tus vedamientos. A cualquiera pecador o que más o menos yerra, un pecado le da guerra 355 o se le face mayor. A mí cuál sea menor de los siete non lo sé; porque de todos pequé egualmente, sin temor. 360 Non ministro de justicia eres Tú, Dios, solamente, mas perdonador clemente del mundo por amicicia. Mi soberbia y mi cobdicia, 365 ira e gula non te niego, pereça, lascivo fuego, envidia e toda malicia. Los menguados non farté; alguno, si me pidió 370 de vestir, non lo falló, nin los pobres recepté. Captivos non los saqué, nin los enfermos cuitados fueron por mí visitados, 375 nin los muertos sepulté. 167 Ciertamente tantos males fice, que sólo pensarlos muero, ¿qué será penarlos, generales e especiales? 380 Passos, puentes, hospitales, donde fuera menester, se quedaron por facer, paresce por las señales. Caí con los que pecaron, 385 pues levánteme, Señor, con los que con grand dolor absueltos se levantaron. Misericordia fallaron aquellos que a ti vinieron, 390 e sus culpas te dixieron e gimiendo las lloraron. Grandes fueron mis pecados, grand misericordia pido a ti, mi Dios infinido, 395 que perdonas los culpados. Cuantos son canoniçados e vueltos de perdición, sólo por la contrición son sanctos sanctificados. 400 Non desespero de ti, mas espero penitencia; ca mayor es tu clemencia que lo que te merescí. En maldat envejescí, 405 mas demándote perdón: non quieras mi dapnación, pues para pecar nascí. 383. se quedaron: resulta preferible la lectura si quedaron que recoge Duran en su edición citada. 386. levánteme: otros manuscritos leen levántame, lo que hace mejor sentido (Ríos, pág. 138). 168 Mas sea la conclusion que de todos mis pecados, 410 confessados e olvidados, cuantos fueron, cuantos son, Señor, te pido perdón: e a vos, maestro d’Espina, honesta persona e dina, 415 de su parte absolución. Cabo Cavalleros e perlados, sabet e sepa todo hombre qu’ este mi sermón ha nombre Dotrinal de losprivados. 420 Mis días son ya llegados e me dejan dende aquí: pues rogat a Dios por mí, gentes de todos estados. 414. maestro d'Espina: el converso fray Alonso de Espina, que atendió a don Alvaro en sus últimos momentos. 169 DIEGO DE VALERA Nadó en 14 12, probablemente er. Cuenca, hijo delmédico deJuan II, Alonso Chirino. A l servicio del rej desde muyjoven, recorrióprácticamente toda Europa, bien con misiones diplomáticas de cierta responsabilidad, bien simplemente en busca de aventuras. Estuvo en Francia, Inglaterray Dinamarca, así como en la corte del rey de romanos, durante la guerra de los husitas. Fue enemigo de don Alvaro de Luna,y consejero deJuan II y Enrique IV , a quienes criticó en más de una ocasión. Los Reyes Católicos le confiaron algunos cargos de importanda, pero pasó sus últimos años retirado en el Puerto de Santa María, donde vivía aún en 1488. Valera es un autor de varios textos históricosy tratados, que reflejan su conocimiento teórico de la caballería, como el Tratado de las armas, y el Espejo de verdadera nobleza. Más interés tiene aún su correspondencia, por su doble valor, literario e histórico. Su producdón poética se atiene, engeneral, a las convendones de la lírica cortesana. Prosistas castellanos del siglo XV , 1, ed. Mario Penna, Madrid, Atlas, 1959, págs. XCIX-CXXXV1 (BAE, CXV1). S a l v a d o r M ig u e l, Nicasio, PC, págs. 242-255. T orre y F r a n c o -R om ero, L. de, Mosin Diego de Valera. Apuntaciones biográficas, seguidas desuspoesíasy varios documentos, Madrid, 1914. Sigo el texto de CS, págs. 151-152, núm. 42. 170 42 DIEGO DE VALERA Adiós, mi libertad, y otrosí vos, alegría, que dolor e soledat seguirán mi compañía. Pero, doquier que vayáis, 5 haved memoria, vos ruego, de mí, que solo dexáis en bivas llamas de fuego; y solamente pensad en seguir ya vuestra vía, 10 que dolory soledat seguirán mi compañía. Aquestos mi juventud finarán por mi ventura, sin defensa de virtud 15 serán de mí sepultura; pues agora caminad, sea Dios en vuestra guía, que dolory soledad seguirán mi compañía. 20 171 MORANA Es posible que estepoeta del Cancionero de Stúñiga deba identificarse con Alfonso de Morana, representado en la recopilación de Baena por una sola composición. De Alfonso de Morana sólo sabemos lo que puede deducirse delpropio cancioneroy de la Carta proemio del M arqués de Santillana: debió de ser hostil a la escuela dantescay simpatizante del círculopoético de Villasandino, quien lo nombra elogiosamente en una de sus obras. CP, pág. 47. S a l v a d o r M ig u e l, N icasio, PC, págs. 157-160. Texto según CS, págs. 205-206 (núm. 90). • 43 CANCIÓN DE MORANA* A la una, a las dos, alaylán, a quien da más, mi mote vendo, par Dios, * El Cancionero de Palacio atribuye este poema a un tal Contreras («El mote que vende Contreras»). Sobre las razones que hacen más probable la autoría de Morana, cfr. PC, págs. 157-160. Al no ser segura la identificación del autor con Alfonso de Morana, no me decido a situar la composición en el lugar que, en tan caso, le correspondería. 2. Es posible que haya que entender «-!ha quién da más?», tal y como parece confirmar el Canciontro de Palacio: «¿hay quién dé más?» (CP, págs. 362-363). En 172 rematarlo he hoy o cras. Alaylán, a quien da más. Maguer veyo que peresco, es el mote que yo vendo por grand cuita que padesco, de la cual mi fin atiendo; veis aquí el precio vos, amigos, ¿hay quién da más? M i mote vendo,par Dios, rematarlo he hoy o eras. Alaylán, a quien da más. Aunque rompe grand batalla quien encubre mal partido, el que sufre mal e calla non deviera ser nascido; pues, amigos, mi repós con fortuna es por demás; mi mote vendo,par Dios, rematarlo he hoy o eras. Alaylam, a quien da más. realidad, Manuel Alvar (CS, págs. 205-206) imprime «a quién da que resulta difícil decidir cuál de las dos interpretaciones suscribe. PEDRO DE QUIÑONES Era hermano de Suero de Quiñones, elfamoso caballero del Paso Honroso. También él se señaló en varios hechos de armas, como el asalto a Huelma en 1435, o el combate que lo enfrentó al caballero alemán Roberto de Balse. Enemigo de don Alvaro, cayóprisionero en la batalla de Olmedo. Fue encarcelado una segunda vez en 1448, y no recobró la libertad hasta 1451. CP, págs. 34-36. Texto según CP, pág. 133 (núm. 12). 44 CANCIÓN. PEDRO DE QUIÑONES Por la fin del que bien ama trayan luto las más bellas, pues es causa alguna d ’ellas. Pues muere terrible muerte del mal que dizién amores, 5 hayan todas pesar fuerte 1-10. El motivo de este poema es la consecuencia lógica de la identificación vida del enamorado = muerte. En otras ocasiones, es el galán mismo quien se viste de luto (cfr. por ejemplo, Alvarez Gato, «Los lutos muestran tormento», y las observaciones de Márquez Villanueva: Investigaciones.-,, ob. cit., pág 105, nota 19). 1 7 4 e fagan por él clamores; las dueñas e las donzellas sepan que arde en biva llama por causa d'alguna d ’ellas. FRANCISCO BOCA NEGRA La Crónica de Juan II nos batía de su presencia en Toledo en 144 1, durante una ceremonia ofrecidapor ti rey. Fue. en eferto, doncel deJuan IIy mensajero suyo ante el infante don Enrique en uno de los numerosos enfrentamientos entrepadre e hijo. CP, págs. 32-34. C H Ess, pág. CIV. Texto según CP, págs, 148-149 (núm. 33). 45 SERRAN A. FRAN CISCO BOCAN EGRA Llegando a Pineda, de monte cansado, serrana muy leda vi en un verde prado. Vila acompañada 5 de muchos garçones, en dança reglada d’acordados sones; cualquier que la viera como yo, cuitado, 10 en grant dicha hoviera de ser d’ella amado. 176 Sola fermossura trae por arreo, de gran apostura 15 el muy buen asseo, cierto es que Tamara, car fui demudado, si no m’acordara qu’ era namorado. 20 13-14. Cfr. núm. 59, v. 2. 19-20. El motivo, tópico, aparece también en el Marqués de Santillana (núm. 34), así como en Carvajal (núm. 59). Se observará que en esta composición no hay diálogo entre el caballero y la serrana (cfr. núm. 64, v. 14). 177 ALONSO DE MONTORO En el Cancionero de Palacio varias composicionesfiguran bajo el nombre de Montoro, Alonso de Montoro, Sancho Alfonso de. Montoro o Juan de Montoro. La editora del cancionero supone que se trata de un mismo autor, diferente a Antón de Montoro, el ropero de Córdoba. CP, págs. 49-50. Texto según CP, pág. 148 (núm. 32). 46 CANCIÓN. ALONSO DE MONTORO Más quiero contigo guerra, amor, que con otro paz; quien tantas vezes me yerra no quiero ser suyo más. Asperé tu cortesía 5 cuanto tiempo tú quesiste, a la fin tu tiranía me faze que biva triste; alevosa tú no piensas que por ti muchas ofensas 10 he sofrido; pues verás, amor, qué pago me das. 178 FRANCISCO DE VILLALPANDO Es posible que se trate de un hermano del tambiénpoetaJuan de Villalpando, hijo de doña María de D ezflj de Ruy Garría de Villalpando, señor de Estupiñán. CHEss, págs. LVI-LVII. S a l v a d o r M ig u e l , Nicasio, PC, pág. 259. Textos según CHEss, pág. 157b (núm. 139), y CP, pág. 267 (núm. 165). Al EL MESMO Aunque sé qu’ eres amada de quien de ti me departe, no hay remedio sino amarte. Es contraria la razón a la firme voluntad, 5 y la poca lealtat triste faz mi coraçôn. Mas la voluntat firmada pone la razón aparte; no hay remedio sino amarte. 10 4-5. Esta oposición razón/voluntad es tópica en la poesía cancioneril. 1 7 9 48 MOSEN FRANCISCO DE VILLALPANDO En mi fe, señora mía, ya la fin, aunque viniese, de mi vida, no plañesen, pues que tu mercet sabía elgran bien que te quería. 5 La passión tal, aquexada, que callando consentí, en el tiempo que sentí que te fuera revelada, si mi alma condenada 10 d’ esta vida se partiese, señora, non la plañese, pues que tu mercet sabía elgran bien que te quería. 14. El sentido del poema me parece claro: el galán ha ocultado su pasión, pero dará testimonio de ella, muriendo de amor (cfr. la Copla III de Garcilaso: «Yo dejaré desde a q u í/d e ofenderos más hablando, / porque mi morir callando / os ha de hablar por mí»). Se comprende así que la muerte aparezca como algo deseado, único procedimiento legítimo de expresar el sentimiento a la dama. 180 FERNANDO DE ROJAS Era hijo del conde de Castro. Partidario de los infantes de Aragón, participó en el ataque a Cuencay en el del castillo de la Mota, de Medina del Campo, en 1441. CP, pág. 45. Texto según CP, pág. 291 (núm. 222) 49 CANCIÓN. FERNANDO DE ROXAS Aunque soy cierto que peco, amadores, con porfía seguiré la triste vía de la sin ventura Eco. No me conviene apartar d’ella momento ni hora, pues le plugo a mi señora de sí a mí desechar; sin virtut perdido e seco, apartado d’alegría, seguiré la triste vía de la sin ventura Eco. 4. Enamorada de Narciso, murió de amor al ser desdeñada su voz pervivió. 5 10 por éste, y sólo 181 JUAN DE TORRES Debió de nacer en unafamilia de la nobleza castellana durante la primera década del siglo X V. Fue paje de Alfonso V de Aragón en su expedición napolitana de 1432, partidario de don Alvaro de Luna, y maestresala defuan I I de Castilla. En 1462-1463, tras el nombramiento de Enrique I V como rey de Cataluña, mandaba el ejército enviado a combatir contra los aragoneses. CP, pág. 55 y pág. 440. C H E ss, págs. L X X X IX -X C . S a l v a d o r M ig u e l, N icasio, PC, págs. 231-236. Textos según CP, pág. 160 (núm. 55) y pág. 288 (núm. 213). 50 EL MESMO Aunque sufro enoxos asaz e trebaxos infinitos, estos mis oxos malditos no quieren que biva enpaz. Adrede ]x>r me matar 5 con ajeno enduzimiento, miran, por que grant turmento, triste, me fazen passar. Si los viese de mi faç 182 por cualquier manera quitos, dexarm’ hían, los malditos, siquiera bevir enpaz. 51 OTRA SUYA Si nunca te ha de menguar, por servir, tribulación, dime, loco corazón, qué tema tienes d ’amar. Y a sabes que tu cuidado non se puede fenecer, nin tu pesar en plazer nunca puede ser tornado; pues non esperas gozar nin cobrar consolación, dime, loco coraçôn, qué tema tienes d ’amar. 1.12. Son frecuentes estos diálogos del poeta con su propio núms. 60, 158. PEDRO DE SANTA FE Descendiente de unafamilia de conversos, realizó estudios en la Universidad de Lérida, de manera que en 1418 eraya Bachiller en Artes. Trabajó al servicio de don Enrique de Villenay acompañó a Alfonso V en su expedición contra Ñapóles en 1420. Es probable que desde 1424 estuviera vinculado al hermano de Alfonso, Juan, futuro rey de Navarra. Aubrun le atribuye el mérito de haberfijado una serie de motivos poéticos,frecuentes hasta bien entrado el siglo X VI: el amor haceperder toda ciencia; el enamorado vaála entre callar o confesar; cuanto más se sirve al amor, peor trato se recibe, etc. CP, págs. 71-73. C H Ess, págs. L X X IX -L X X X II Para el primer poema sigo a CHEss, págs. 145b 146a (núm. CX1V); para el segundo, CP, págs. 435-436 (núm. 362). 52 SANTA FE Amor, desque no te vi, va mi plazer pie a tierra, e dolor e triste guerra a cavallo es contra mí. Al punto de mi partir 5 de ti por mi mala suerte, 184 vida con sombra de muerte de mí no pudo partir. Toma compassion de mí, que mi bien va pie a tierra, e dolor e triste guerra a cavallo es contra mí. Cuando creer, cuando dudar, oras triste, oras ledo, hoy dulce, eras azedo, assí me farás andar. Las mudanças que sofrí m’han traído pie a tierra, e dolor e triste guerra a cavallo es contra mí. Si tú eres mi plazer, mi consuelo e mi folgura, tú absente, sepultura m’[e]s cuanto puedo ver. Estas cuitas que sentí fázenme andar pie a tierra, e dolor e triste guerra a cavallo es contra mí. 53 OTRA. SANTA FE Si me quieres entender, ¡oh señora!, si me sientes, di, ¿por cuál razón consientes al tuyo no socorrer? Pues que muy bien te serví e te siervo sin dubdar, en quererme desamar sé que desamas a ti; e pues solo merecí, ¡oh señora!, si me sientes, 10 di, ¿por cuál razón consientes al tuyo no socorrer? Si me quieres turmentar por provar a quien te quiere, en provar quien desespere 15 por mercé no des lugar; ya es tiempo de sanar coraçôn que contentes, di, ¿por cuál razón consientes al tuyo non socorrer? 20 186 LOPE DE STÚÑIGA Miembro de una poderosafamilia de la nobleza, Lope de Stúñiga encarna a la perfección el tipo de aristócrata orgullosoy violento de la época de los últimos Trastámara. Nacido hacia 14 14, participó muyjoven en el Paso honroso de Suero Quiñones (1434), así como en el sitio de Huelma y otros hechos de armas. A l igual que muchos nobles castellanos, estuvo enfrentadoprimero a don Alvaro de Luna, quien lo hizp encarcelar,y más tarde alpropio Enrique IV . Su vida abunda en escándalos, como la fuga de su mujer, doña Mencía de Guz/nán, quien lo abandonóy buscó refugio en el monasterio de Santo Domingo el Real, de donde elpoeta terminó sacándolapor lafuerza. Pasó sus últimos años en Toledoy murió, probablemente, entre 1477y 1480. B att est i- pe le g r in , Jean n e, Lope de Stúñiga. Recherches sur la poésie espagnole au X V ímr siècle, 3 vols., A ix-en-Provence, U niversité de P ro vence, 1982. B enito R u a n o , Eloy, «Lope de Stúñiga. V ida y cancionero», R F E , LI (1968), págs. 17-109. C H E ss, págs. X C IV -X C IX . S a l v a d o r M ig u e l , N icasio, PC , págs. 107-122. Sigo el texto que ofrece Jeanne Battesti-Pelegrin en Lope de Stúñiga..., ob. cit., págs. 1064-1065 (núm. VII), y págs. 1128-1132 (núm. XXV). 54 Señora, grand sinrazón me fezistes, en buena fe, condenarme sin porqué. 187 Todo hombre se enamora a fin de ser amado, e por ser yo enamorado vos amé a vos, señora, e segund paresce agora, aunque yo vos dé mi fe, condenáisme sinporqué. Ruego a los amadores que aman sin ser amados, que sientan los mis cuidados e plangan los mis dolores, pues saben que son amores que siempre mudan la fe, e condenan sinporqué. Fin Vuestra muy linda figura yo siempre desearé, pues de vos me cativé. 55 Secreto dolor de mí, sepas que viene la muerte, con gesto spantable, fuerte, por saber nuevas de ti; no pienses nuevas gozosas, mas assí tristes, llorosas, que sobre todas las cosas me pesa porque nascí. Ya me parece, dolor, que tú, temiendo las nuevas, todo templando pruevas por salir d’este temor; mas pues a Dios no temiste cuando tanto mal me diste, no temas la muerte triste, pues eres merecedor. 15 Ya piensa cómo temores e pensamientos humanos contra la muerte son vanos e de pequeños valores, 20 pues ven, mi dolor, ya ven, recibe muerte por quien perdió por ti tanto bien que lo destruyen amores. La muerte, que desordena 25 con súpito movimiento, trebajos e pensamientos diversas vezes ordena; pues las desfechas querría que fuesse tu muerte mía, 30 porque morir me sería relevamiento de pena. Mas tú, mi dolor, presente, cuanto más d’esto te digo, tanto más fuerte comigo 35 te juntas estrechamente, cubriéndome de tristura la más negra vestidura que nunca por mi ventura fue cobertura de gente. 40 La cual vestidura triste te plaze de me vestir, porque de mí presumir te plugo lo que quisiste, es a saber, sospechar 45 37-40. Esas vestiduras alegóricas son frecuentes. Cfr. núm. 116. Para otros planteamientos del motivo indumentario, cfr. núms. 44 y 123. 1 8 9 tú ser causa singular por que tú deves finar e morir segunt oíste. Tú puedes de mí tener sospecha cuanta querrás, 50 mas con verdat no podrás fallarme culpado ser, . aunque por muchas razones sin temor de reprensiones, mil muertes e mil passiones 55 yo te deviesse querer. Cabo Mas si la muerte forçada, que sientes ya cómo viene, e cómo contra ti tiene la [su] flecha endereçada, 60 si de suyo se movió, e la tu muerte causó, ¿qué culpa, cuitado yo, me puede ser demandada? 45-46. Aunque el sentido general de estos versos parece claro, su sintaxis resulta confusa. Tal vez haya que entender «sospechar tú que yo soy la causa singular, por la cual debes finar y morir según oíste». 1 9 0 SUERO DE RIBERA Debió de nacer hada 14 10,y pasó buenaparte de su vida en Ñapóles, primero en la corte de Alfonso V ,y más tarde en la del rey Ferrante. Un salvoconducto de 1446 lo llama virum nobiley deja constanda del apredo en que lo tenia el Magnánimo. En 1473 estaba todavía en la corte napolitana, donde se encontró conJuan de Valladolid. Sus obras más conoddas son probablemente la Misa de amor, las Coplas sobre la g a la j su réplica al Maldezir de Torrellas. CP, págs. 77-79. C H E ss, págs. L X X X V II-L X X X V III. P e r iñ Án , B lanca, «Las poesías de Suero de R ibera. E studio y edición crítica anotada de los textos», M SI, 16 (1968), págs. 5-138. S a l v a d o r M ig u e l , N icasio, PC , págs. 185-188. Sigo el texto de Blanca Periñán, págs. 72-78 (num. XIII); págs. 102-109 (num. XX), y págs. 110-112 (num. XXI). 56 MISSA DE AMOR QUE FIZO SUERO DE RIBERA Amor, en nuestros trabajos adsit nobisgrada. Amen. [Confession] Yo, pecador muy errado, Am or confieso mi quexa pues que pierdo a quien me dexa 5 19 1 del todo desemparado. Aunque tarde, ¡mal pecado!, digo mi culpa, Señor; por ser leal servidor quedo mal galardonado, de te servir enojado. 10 Pero bien considerado las virtudes que resciben muchos de los que te sirven, reposo del mal pasado; cierto, es visto, provado, que con tu poder, Amor, fazes del bueno mejor, del malo bueno loado mas non libre de cuidado. 20 15 Gloria in excelsis Gloria a ti sea dada, Amor, de los que prosperan; de muchos que desesperan, cierto, non mereces nada que digan «Laudamus Te», 25 nin «Benedicimus Te». Ves, Amor, que mal está a mí fablar tan avante: dígolo por ser constante, seyendo de tu mesnada 30 continuo, leal amante. Pues de buena voluntad te loamos los amantes, non quieras ser como antes eras, con grand crueldat, 35 mas faz corte general perdonando todos males. Por tu merced, non iguales el discreto conversante con el simpre inorante, 40 192 pues que non es igualdat sino muy desconcordante. Epístola Lecáo libri sapiendae beati martiri[s] amanti[s]. In diebus illis Cuando Amor fizo sus cortes, puso dos casos de amar, en que a unos dio pesar 45 e a otros muchos conortes, deziendo por sus pregones: «Los que de vos venirán sepan que les quedarán por linaje estos dones.» 50 A los unos dio por fado sus dones mal repartidos, que fuessen d’Él muy queridos y d’ellos non tanto amado; estos quiso que le amasen 55 e mandó que se llamasen los tristes enamorados. De los cuales vengo yo, que no deviera nacer, pues que vino en mi poder 60 el triste don que les dio. In secula seculorum. Amen. Evangelio In illo tempore Dixo Am or a sus amantes porque se le querellavan de las penas en que andavan: 65 «E otros que fueron antes en el tiempo que amavan ese mesmo mal pasavan. E aun vos digo por verdat 69. Evidente recuerdo de la fórmula evangélica «En verdad, en verdad os digo». 193 que los que por venir son 70 se verán en tal pasión. Por ende, velad y orat, no entrés en tentación de la desesperación.» Credo Creo, Amor, que Tú eres cuidado do plazer yaze, que fazes a quien te plaze recibidor de plazeres. Tanto bastan tus poderes a cualquier enamorado, que con uno de tus quereres lo tienes ledo, pagado. Creo en otra manera, Amor, [que] en aqueste mundo padesce tristor profundo el que de ti se desespera. Quien en tus glorias prospera, usando de seso tierno, ' descender sin escalera le fazes en el infierno. Profacio Verdat e justa razón es que padezca dolor el muy leal corazón del padesciente amador que sufre tan gran pasión 95 como es cuita de amor. E t Y deo Los que non sabéis d’amar de tal mal sois inocentes, 88. Seso tierno: ‘poca inteligencia’ (Periñán, páe. 78\ 90. Cfr. núm. 141. 85 90 75 80 194 mas devéis haver pesar de los que son padescientes, e quieren d’amor curar sinefine dicentes. Sandus Amores, amor, amores, natural costellación, misterio sin gualardón de los tristes amadores, llenos son mares e tierra de la tu gran esperança; quien tiene tal confiança manifiesto es que yerra. Agnus Dei «Cordero de Dios de Venus», — dezían los desamados— «Tú que pones los cuidados, quítalos que sean menos; pues tienes poder mundano, ¡oh Señor tan soberano Miserere nobis!». «Cordero de Dios de Venus», — te suplican los amados— «Tú que pones los cuidados, plégate nunca ser menos de los que somos agora: cada cual con su señora dona nobispacem». Ite, missa est La Missa d’amores dicha es por modo de vía amante; Deogradas hora cante a quien Amor bueno es. 57* Non teniendo qué perder, he pensado de la gala escrivir, si Dios me vala, lo que se deve faser, el galán cual ha de ser, 5 estremo claro, distinto, segunt aquí vos lo pinto a todo mi parescer. El galán persona honesta ha de ser, e sin rensilla, 10 non ir solo por la villa e ser de buena respuesta; tener la malicia presta por fingir el avisado, cavalgar luengo, tirado 15 como quien arma ballesta. Ha de ser maginativo el galán e dormidor, donoso, motejador, en las poquedades bivo, 20 con grant presunción altivo, disimulador en risa, mostrándose en toda guisa a los groseros esquivo. El galán flaco, amarillo 25 ha de ser e muy cortés, rasonar bien del arnés mas non curar de vestillo, * Además de esta composición de Suero de Ribera conservamos un extenso Dodrinal de gentilezA, obra de Hernando de Ludueña, en el que se dan al galán consejos parecidos. 25. flaco, amarillo: son las clásicas señales de la enfermedad de amor. 27-28. El galán ha de hablar de las armas, pero no dedicarse a ellas. 1 9 6 cavalgar trotón morsillo o faca rucia rodada, 30 nunca en el freno barvada, el manto corto e sensillo. Ha de ser lindo, loçano el galán a la mesura, apretado en la cintura, 35 vestido siempre liviano, muy bien calçado de mano, pero non traer peales, faser los tiempos eguales en invierno e verano. 40 Capelo, galochas, guantes el galán deve traer, bien cantar y componer por coplas e consonantes; de cavalleros andantes 45 leer hestorias e libros, la silla e los estribos a la gala concordantes. El galán ningún día non deve comer cocido 50 salvando fruta y rostido que quita malenconía, pero cenar todavía esto poco e non muy basto, nin tomar cuenta del gasto, 55 que es modo de grosería. 39. «Expresión semejante a la de algunos refranes del tipo Έ1 que buen seso tiene, sabe los tiempos seguir’» (Periñán, pág. 108). 44. «El primer vocablo parece referirse a cantarcillo asonantado, en oposición a las canciones más elaboradas en el número de las sílabas» (Periñán, página 108). 55-56. La actitud sobre la que ironiza aquí Suero de Ribera es, sin embargo, la tradicional entre la nobleza (cfr., por ejemplo, la anécdota que recuerda Márquez Villanueva, Investigaciones..., ob. cit., págs. 20-21). 197 Flauta, laút, vihuela del galán son bien amigos, cantares tristes antigos es cosa que lo consuela; 60 non calçar más de un espuela nin requerir el establo: d’estas cosas que les fablo se deve tener escuela. Todos tiempos el galán 65 deve fablar poderoso e fengir de grandioso más qu’el duque de Milán; caçador de gavilán, qu’ es manera de fidalgos, 70 non sea, nin críe galgos porque gastan mucho pan. Damas e buenos olores al galán es grant folgura, e dançar so la frescura 75 todo fardido d’amores; a fiestas con amadores non perder punto nin hora e desir que su señora es mejor de las mejores. 80 El galán muy mesurado deve ser en el bever, por cabsa de bien oler de toda salsa quitado; e por fazer más estado 85 ha de ser grant jurador, que Dios al buen amador nunca demanda pecado. 79-80. Se observará la semejanza de este precepto con uno de los tópicos de la propia poesía cancioneril. 198 Tome prestados dineros el galán de buena mente, 90 e pague por acídente a sastres e çapateros, e tenga a sus compañeros en poco a do posaren, e si non lo comportaren 95 les pueda llamar groseros. Al galán son todos días iguales para tomar plaseres e desechar enojos, malenconías; 100 sostener grandes porfías a la fin nunca vencido por desir que ha comido faisanes y gollorías. Non quiero mayor arenga 105 [faser] de la galanía, pues la dexo por tal vía en orden que se mantenga; mas es menester que tenga el galán bullón e tasa 110 sin dexar el alta grasa por grant fortuna que venga. 58 Contra la regla galana que fise por dar dotrina, cualquier persona malina, que de contiendas ha gana, 110. Verso incomprensible. Bullón puede ser ‘pan grande’, o ‘cuchillo’, o ‘especie de caldo’. Tasa quizá esté en lugar de tacha, ‘señal que llevan los judíos’ (Periñán, pág. 109), Si por bullón se entiende ‘espita de la cuba’, tasa significará la taza (para beber). 199 replicó por arte vana, pensando que me olvidé otro estilo que yo sé de gente bien cortesana. El galán crespo e travado ha de ser, segunt apruevo, grant sabidor de renuevo, mancebo circuncidado e con malicias osado, presumir que nunca peca, con aseite e non manteca siempre comer adobado. El galán convién que tenga la naris luenga e bermeja, la pluma tras el oreja — arte de que se mantenga— , non curar de grant arenga por faser de su provecho al través e al derecho de cualquier parte que venga. El galán loco e potista ha de ser [e] tractador, de bregas con grand temor fuir a perder de vista; en hebraico componista, non diestro en cavalgar, de m entir e baratar muy valiente canonista. Sepa por cualquier vía el galán día e noche, diestro, sin ningún reproche, 9. crespo: es rasgo tradicionalmente atribuido a los judíos. 15. Clara referencia a la prohibición de comer carne de cerdo. 27-28. Era proverbial la cobardía de los judíos (Periñán, pág. 112). en toda mercadoría, e con grant sabidoría non dar nada sin misterio, e ser con grant vitoperio debdo de Santa María. 40 El que fuere tal galán, del solar de la sinoga fará muy alta la boga sin levar menos afán. Bien creo se fallarán 45 algunos tales agora si los tiempos así van a servicio de la Tora si el fecho non se se mejora. 43. Verso problemático. Habrá que relacionarlo con expresiones como la del prólogo del Lazfirillo: «con fuerza y maña remando salieron a buen puerto». 201 CARVAJAL O CARVAJALES No sabemos prácticamente nada de este poeta, a pesar de ser el más ampliamente representado en el Cancionero de Stúñiga. De origen probablemente castellano, vivió varios años en la corte napolitana de A lfonso V el Magnánimo. La muerte del rey no lo alejó de la ciudad, donde estaba todavía en 1460, segúnpuede deducirse de una de suspropias composiciones (núm. 65). Carvajal es autor depoemas amorososy cortesanos, asi como de varias serranillas, que presentan la peculiaridad de estar ambientadas en tierras italianas. Escribió también dos romances, losprimeros que conservamosfirmadospor un autor. C a r v a ja l , Poesías, ed. E m m a Scoles, R om a, E dizioni dell’A teneo, 1967. A l v a r , M anuel, «Las poesías de Carvajales en italiano», Estudios sobre el Siglo de Oro. Homenaje a l profesor Francisco Ynduráin, M adrid, E d ito ra N acional, 1984, págs. 13-30. S a l v a d o r M ig u el, N icasio, PC, págs. 55-73. Textos según la edición de Emma Scoles. Para el núm. 63 sigo la lectura de Manuel Alvar: «Las poesías...», art. cit., pág. 20. núm. 59: págs. 88-90 (núm. X) núm. 60: págs. 114-115 (núm.XVII) núm. 61: págs. 168-169 (núm.XXXV) núm. 62: págs. 182-184 (núm.XXXIX) núm. 63: Alvar, pág. 20 núm. 64: págs. 194-197 (núm. XLV) núm. 65: págs. 202-206 (núm. XLV1I) núm. 66: págs. 210-211 (núm. L) 202 59 VILLA N CETE * Saliendo de un olivar, más fermosa que arreada, vi serrana, que tornar mefizo de mijornada. Tornéme en su compañía 5 por faldas de una montaña, suplicando, sil plazía, de mostrarme su cabaña. Dixo: «Non podéis librar, señor, aquesta vegada; 10 que superfluo es demandar a quien non suele dar nada.» Si lealtad non me acordara de la más linda figura, del todo me enamorara, 15 tanta vi su fermosura. Dixe: «¿Qué queréis mandar, señora, pues sois casada? Que vos non quiero enojar, ni ofender mi enamorada.» 20 Replicó: «Id en buen hora, non curéis de amar villana; pues servís atal señora, non troquéis seda por lana; nin queráis de mí burlar, 25 pues sabéis só enajenada.» Vi serrana que tornar mefizo de mijornada. * El término — como villancico en núm. 36— designa una composición relacionada con el ambiente de los villanos. 2. Sobre ese tópico, cfr. núm. 45, w . 13-14. 9. librar: aquí en el sentido de ‘salir bien parado, tener éxito’. 13-16. Cfr. núms. 34 y 45. 203 6 0 ¡Guay de vos si non pensais, coraçôn, lo que fazéis, porque un día os mataréis! Como veis dama fermosa, luego vos enamoráis, 5 e cuanto es más peligrosa, tanto menos vos curáis; pues sabed, si no asesáis y esta plática tenéis, que un día os mataréis. 10 61 CANCIÓN E COPLAS E ROMANCE, APARTE FECHAS CON MUCHA TRISTEZA E DOLOR POR LA PARTIDA DE MI ENAMORADA* Vos partís, e a mí dexáis en muy áspera presión, e vos sola vos lleváis la llave de mi coraçôn. Y en aquesta presonía, 5 siempre amando e sospirando, fenescerá la vida mía, muerte o gracia esperando. Ya, por Dios, vos non queráis que yo muera en esta presión, 10 pues vos sola vos lleváis la llave de mi coraçôn. 1-10. Cfr. núms. 51, 158. * Reproduzco sólo la primera de las composiciones mencionadas, la canción. 2-4. Sobre el motivo de la prisión, cfr. núms. 77, 146, 147 y 153. De forma menos desarrollada, el motivo reaparece en varios poemas más, por ejemplo, núm. 144. 204 62 Vos mirais a mí y a ella, ella mira a mí y a vos. ¡Y vos tenéis una querella muypeligrosa, par Dios! Yo miro a quien nos mira 5 con ojos baxos muy cautos, y a vos miro con ira, y a ella con gentiles autos; vos morís por defendella e yo por tomarla a vos. 10 ¡Y vos tenéis una querella muypeligrosa, par Dios! Vos bivís muy trabajado que posseéis por defender, e yo tanto enamorado 15 que la espero posseer. Tantos años havéis vos cuantos hemos yo y ella. ¡E por esto es la querella muypeligrosa, par Dios! 20 Quien juega sobre ropa ajena non puede perdido ser. ¡Guay de vos que andáis en pena con sospecha de perder! Esto quiero que vean dos: 25 e seamos yo y ella. ¡E será bien la querella muypeligrosa, par Dios! 3-4. El poeta se dirige al marido viejo, que sospecha de él porque corteja a su mujer. 205 63 «¿D’óncle sois, gentil galana?» Respondió manso e sin priessa: «Mia madre 'ede Aversa jo, micer, napolitana.» Preguntel si era casada 5 o si se quería casar: «Oimè — disse— sventurata, orafosse a maritar, ma la bona voglia è vana, porfortuna e adversa: 10 che mia madre è de Aversa jo, mecer, napolitana.» 64 Passando por la Toscana, entre Sena y Florencia, vi dama gentil, galana, digna de gran reverencia. Cara tenía de romana, 5 tocadura portuguesa, el aire de castellana, vestida como senesa discretamente, non vana; yo le fíze reverencia 10 y ella, con mucha prudencia, bien mostró ser cortesana. Así entramos por Sena fablando de compañía, 2. Sena: Siena. 14. Se observará la forma indirecta de referir el diálogo (cfr. núm. 45, donde la conversación falta por completo). 206 con plazer haviendo pena 15 del pesar que me plazía. Si se dilatara el día o la noche nos tomara, tan grand fuego se encendía que toda la tierra quemara. '20 Vestía de blanco domasquino, camurra al tovillo cortada encima de un vellud fino un luto la falda rastrada, pomposa e agraciada 25 una invención traía por letras que no entendía de perlas la manga bordada. Item más traía un joyel, de ricas piedras pesantes: 30 un balax y, en torno d’él, çaffs, rubis e diamantes, firmado sobre la fruente con muy grande resplandor; pero dávale el favor 35 su gesto lindo, plaziente. Fin En su fabla, vestir e ser non mostrava ser de mandra; queriendo su nombre saber, respondióme que Casandra; 40 yo, con tal nombre oír, muy alegre desperté e tan solo me fallé, que, por Dios, pensé morir. 22. camurra: Corominas (D C EC H ), supone que deriva del étimo árabe sammûr, ‘cibelina’. 207 65 POR LA MUERTE DE JAUMOT TORRES, CAPITÁ N DE LOS BALLESTEROS DEL SEÑOR REY, QUE MURIÓ EN LA CUBA SOBRE CARIN OLA* Las trompas sonavan al punto del día, en son de agüeros sus bozes mostravan, las túrbidas nuves el cielo regavan por cuyo acídente el sol se escondía; do vi gente de armas que al campo salía 5 en son de valientes y mucho guerreros, e vi al capitán de los ballesteros más lindo que Archiles cuando armas fazía. Encima de un alto pujante coser, con armas flagantes ardido, armado, 10 vestía una jornea de damasco morado, mostrava de todos, par Dios, señor ser. ¡Oh quién lo viera, pues, armas fazer allí do ganó la honrada tumba, por cuyos fechos la fama rebumba, 15 que faz en los buenos embidia crescer! Quiso sin tiempo, con seso, ser hombre el tanto famoso Jaumote nombrado, del rey don Alfonso querido e criado, honró su persona su casa e su nombre; 20 dexó en los siglos por siempre renombre, pugnó con la muerte su mucha virtud: muriendo ganó la eterna salud; por ende a ninguno tal muerte no asombre. Pesar non me dexa mi lengua estender, 25 por ser vencedor del tu combatido, con armas vencidas del vinto, ferido, faziéndole cara y espaldas bolver. * El valenciano Jaumot Torres, oficial del rey Ferrante, murió en 1460 y fue enterrado en la iglesia napolitana de San Pedro Mártir (Scoles, pág. 205). 8. Archiles: Aquiles, es forma habitual en los textos medievales. 208 Fortuna non puede nin dar nin toller que el fijo de aquella troyana Hecuba, 30 f mejor con los griegos que tú en la Cuba, podiese, moriendo, más honras haver. Leváronlo a Capua sangriento, finado, bien acompañado segund merescía de nobles varones e cavallería 35 entre los cuales él era estimado. Traxiéronlo a Nápol en andas honrado, do vi yo damas de grand preminencia, llorando muy tristes que dentro en Valencia non fuera de todas atanto llorado. 40 E sobre todas más duelo fazía una fermosa dueña o donzella, messándose toda con mucha querella, rasgando su cara que sangre corría; con bozes turbadas la triste dezía: 45 «¡Inicua, raviosa e temprana muerte, fartaras tu fambre con mi negra suerte, o ambos mataras en un mesmo día!» Fin ¡Oh si murieras en tiempo passado, do viris illustris así memoravan, en paño de fama allí te fallaran, con letras de oro tu nombre notado! ¡Delante de muchos tú fueras mirado! Amigo, al presente tú presta paciencia, porque a notar tu grand excelencia el grand Titu Libio se viera empachado. 30. Héctor. 31. Se trata quizá de Cupa (Seoles, pág. 205). 55-56. Esta formulación puede considerarse una modalidad del elogio imposible (cfr. núm. 30, w . 51-56). Se trata de un motivo habitual desde la antigüedad: «hasta Homero, Orfeo, etc., serían incapaces de alabar dignamente al festejado» (cfr. Curtius, I, pág. 231). 50 55 209 6 6 Desnuda en una queça, lavando a la fontana, estava la niña loçana, las manos sobre la treça. Sin çarcillos nin sartal, 5 en una corta camisa, fermosura natural, la boca llena de risa, descubierta la cabeça como ninfa de Diana, 10 mirava la niña loçana las manos sobre la treça. 1-4. El tema de la muchacha que lava — o se peina, o se baña— en la fuente o en el río, era ya frecuente en la lírica galaicoportuguesa, así como en la tradicional castellana. El motivo suele tener una clara significación erótica. 210 JUAN DE DUEÑAS Nacido hacia 1400-1410, y de origen castellano, Juan de Dueñas militó desde muyjoven en elpartido de los infantes de Aragón. Consta su vinculación a la corte navarra desde 1432y su participación en el asedio de Ñapóles (1437), en el queJue hechoprisionero. Puesto en libertad, no tardó en regresar a Navarra, donde está documentada su presencia desde 1440. Dueñas es autor de poemas amorososy políticos, así como de varios ataques al Marques de Santillana, a quien reprocha sus amoríosy su jactancia militar. Pero su obra más leídaJue la Nao de Amor, en la que retoma el conocido motivo alegórico de las navegaciones de amory lo desarrolla conceptuosamente. CP, págs. 73-75. CHEss, págs. LXXXII-LXXXIV Piccus, Jules, «El Marqués de Santillana y Juan de Dueñas», Hispa, X (1960), págs. 1-7. S a l v a d o r M ig u e l, N ic asio , PC, págs. 7 8 -8 4 . V e n d r e l l d e M i l la s , Francisca, «Las poesías inéditas de Juan de Dueñas», RABM, LXIV (1958), págs. 149-240. Texto según CHEss, págs. 156a (núm. CXXXV). 211 67 MOSSÉN JO A N DE DUEÑAS ¡Ay de vos depués de mi, que querés su compañía del que no tiene alegría para vos nipara si! ¡Ay de vos depués d’aquél, 5 que ya más cuanto biva dolor, mal, tristor squiva farán compañía con él. ¡Ay de vos depués de mí! ¿Qué ’s lo que pensaes haver 10 del que no tiene plazer para vos nipara sí? ¡Ay de vos depués del muerto que bive tan sin virtut, que de plazer e salut 15 siempre se falla desierto! ¡Ay de vos depués de mi! Demandar non vos conviene ningún bien al que no tiene para vos nipara sí 20 ¡Ay de vos depués del triste, abastado de pesares, tantos e tan singulares que no hay más me conquiste! ¡Ay de vos depués de mí! 25 ¿Para qué buscáis amparo del que no tiene reparo para vos nipara si1 6-7. El Cancionero de Palacio (CP, pág. 385) lee «que jamás en cuanto viva , dolor e tristor esquiva», con lo que ambos versos resultan octosílabos. 212 POEMAS ANÓNIMOS (C a n c io n e r o d e H e r b e r a y d e s E s s a r t s ) En su edición del cañamero, Aubrun atribuye estaspoesías anónimas al supuesto autor de la recopilación, Hugo de Urríes. Miembro de una poderosafamilia aragonesa, Urríes debió de nacer muy a comienzos del siglo X V . Estuvo presente en la batalla de Ponza y vinculado, según parece, a la corte napolitana del Magnánimo. Sirvió también al rey don fuan de Navarra y a fuan I I de Aragón, quien le encomendó varias misiones militaresy diplomáticas, que lo llevaron a Borgoña, Bretaña e Inglaterra. Según Ludo Marineo Siculo, murió a la edad de ochentay siete años. Su actividad literaria no se limita a la poesía,ya que a él se debe una traducción de Valerio Máximo, realizada sobre la versión francesa de Simón de Hesdin. CP, págs. 82-83. CHEss, págs. XL-XLIV. S a l v a d o r M ig u e l, Nicasio, PC, págs. 238-242. Textos de CHEss: núm. 68: págs. 41 (núms. IX, X) núm. 69: págs. 44I>45 (núm. XXI) núm. 70: págs. 53-54 (núm. XXIX) núm. 71: pág. 90b (núm. LXIX) núm. 72: pág. 175a (núm. CLXV) núm. 73: pág. 178a (núm. CLXXVIII) 213 6 8 MALMARIDADA Soy garridilla e pierdo sazón por malmaridada; tengo marido en mi coraçôn que a mí agrada. Ha que soy suya 5 bien cinco o seis años, que nunca d’él huve camisa ni paños; açotes, palmadas, y muchos susaños 10 y mal governada. Ni quiere que quiera, ni quiere querer, ni quiere que vea, ni quiere veer, 15 mas diz el villano que cuando él s’aduerme que esté desvelada. Estó de su miedo la noche despierta, 20 de día no oso ponerme a la puerta, assí que mesquina biviendo soy muerta, y no soterrada. 25 Desd’ el día negro que le conocí, con cuantos servicios y honras quel fiz, amarga me vea 30 si nunca le vi la cara pagada. 214 Assí Dios me preste la vida y salut, que nunca un besillo me dio con virtut, en todos los días de mi joventut que fui desposada. Que bien que mal sufro mis tristes passiones, aunque me tienten diez mil tentaciones, mas ya no les puedo sofrir quemazones a suegra y cuñada. Mas si yo quisiesse trocar mal por mal, mancebos muy lindos de muy gran caudal me darán pelote, mantillo y brial por enamorada. Con toda mi cuita, con toda mi fiel, cuando yo veo mancebo novel, más peno amarga y fago por él que Roldán por su spada. DESFECH A Si d’esta scapo sabré qué contar, nonpartiré del aldea mientras viere nevar. Una moçuela de vil semejar fizóme adama de comigo folgar, nonpartiré del aldea mientras viere nevar. 69 OTRA Pues que me queréis matar, tal es mi suerte, no mefagaes máspenar, datme la muerte. Si lo dexáis por non querer o no osades, de la muerte padescer no m ’ escusades. Mi vida se va cuitar, vos no curades, no mefagáis penar, datme la muerte. Pues mi mal comedir bien comedides, mas yo querría sentir si lo sentides. Si en mi fuerte pesar vos me fallides, no mefagáispenar, datme la muerte. Si por usar honestat me denegades, mirat que ? piedat desemparades. Si por vos querer amar mi mal doblades, no mefagadespenar, datme la muerte. 70 DEZIR Y a tanto bien parecéis que no hay seso que baste a que por vos no se gaste, segunt lo que merecéis. E digo por mi verdat, 5 toda afección postposada, que vuestra mucha beldat desfaze la crueldat de vuestra faz airada. Por ende no vos conviene 10 fazerme crudo semblante, ca si soy de vos amante, de vuestra beldat me viene. E sed cierta sin dudança que vuestros garridos ojos, 15 si no me dan sperança, a lo menos son folgança de mis penados enojos. E cuanto más vo mirando vuestra mucha fermosura, 20 1-4. Sobre el elogio imposible, cfr. núm. 30, w . 51-56. 12-13. La belleza es, probablemente, la más importante de las causas de amor (núm. 75, w . 5-8; núm. 76; núm. 91). En un poema dirigido a los galanes de la corte,, Gómez Manrique pregunta si es más causa de amor la discreción o la hermosura. La respuesta de Guevara es que «Discrición, bien razonar, / en la no gentil figura, / más es boz de contentar / que pasión de sospirar / bien amando sin mesura» (Gómez Manrique, «A vosotros los galanes», FD, II, págs. 107b y 108a, núm. 395). 2 17 tanto más la mi tristura se va de mí alexando. Pero aunque posseo mucho gozo en vos viendo, cuando tan linda vos veo 25 luego me cresce desseo d’ haver lo que non atiendo. E aun por tal son vos miro, si en ello acatáis, que sin caça me caçâis 30 e mi libertat me tiro. Vos sois la mesma codicia que me faze codicioso, vos sois aquella policía que sin usar de malicia 35 me da pesar [o] reposo, E más quiero que sepáis que vuestra graciosa risa con vuestros ojos divisa la gloria que no me dais. 40 E lo tal es un engaño que vuestra gracia m’atraça, porque no sienta un daño dándome gozo tamaño, que todo punto m’ abraça. 45 Cuando comigo fabláis vuestra boca dize: «no», e los ojos: «vuestra só», por modo que me matáis. Vuestra gracia me cativa, 50 vuestro gesto m’ atormenta, d’ una part sois atractiva, e de la otra tan esquiva que mi saber desatienta. 218 Por lo cual no fallo tiento 55 en vos, ni basta destreza aplacar vuestra crueza ni el mal que me consiento; por donde, como vencido de mi mesmo acatar, 60 es fuerça ser yo venido a ser por vos detenido, sin por vuestra me tomar. Bien sé ya que me diréis: «D’esso culpa no vos tengo, 65 ca yo nunca vos detengo, ni plaze lo que fazéis.» Pero si bien vos miráis al spejo de mañana, que muera si no vos dais 70 por culpante e tornáis de humil mucho ufana. Y en fin de la presente d’una cosa vos aviso, que vuestro fermoso viso 75 a cuanto dezís desmiente. Vos demostráis ser desdeñosa cuando más sois requerida, mas vuestra cara graciosa no consiente la tal cosa 80 verdadera ni fingida. Assí convién fazer, si no me queréis matar: o vuestra cara tiznar, o por vuestro me tener. 85 Ca, por Dios, en mí non es 63. «Sin que sea necesario que me toméis por vuestra fuerza.» 76. desmiente: desmiento en la edición de Aubrun, pero el sentido y la rima exigen la tercera persona. 219 ante vuestra gran belleza, poder lo que vos queréis, por bien que me demostréis en vuestros dichos aspreza. 90 Fin Aquesto bien lo sabéis qu’en usar de gentileza cosa vos no perderéis, y en sanar al que perdéis mostraréis mayor sabieza. 95 71 OTRA Señora, no preguntés quién es más de mí querida, que mejor lo conocéis quepersona d’esta vida. Ella es de la presencia 5 que en vos mesma se muestra, de su beldat o la vuestra no hay ninguna diferencia. Por ende, no lo neguéis, señora muy entendida, 10 que mejor lo conocéis quepersona d'esta vida. No oso dezir qui sois vos la que me da nueva pena, señora fermosa y buena 15 cuyo soy depués de Dios. 1. En el CMP esta composición aparece dirigida a una doncella, acomodándose así a una «arcaica y tradicional preferencia de la poesía hispánica» (véase CMP, pág. 266, y el comentario de Romeu). 220 Mas tanto le parecéis que tengo tema creída que mejor la conocéis quepersona d ’esta vida. 20 72 C AN CIO N No sé cuáles me prendieron que me fazen tantos daños, vuestros ojos tan estraños o los míos que los vieron. De los vuestros he temor 5 cuando me miráes con ellos, nunca vi tan gran amor como los míos han d’ellos. Sé que por mi mal nacieron, e por mis cuitas e daños, 10 vuestros ojos muy estraños o los míos que vos vieron. 73 CAN CIO N Si deliberado tenéis que por vuestra mano muera, señora, no lo tardéis. Señora, si en yo morir entendéis de ser servida, 5 evat que por vos servir 1-12. Para el mismo motivo, cfr. 132. 1. Quizá sea preferible leer «si delibrado tenéis», para mantener la medida del octosílabo. 221 yo quiero perder la vida; mas si de matar m’havéis, matadme de tal manera qu’en matarme no tardéis. GÓMEZ MANRIQUE Nació en Amusco hacia 1412,y murió en Toledo en 1490. De cultura inferior a la de su tío, el Marqués de Santillana, lo imita, sin embargo, en su deseo de armonizar el estudio con el ejercicio de las armas. Tomóparte en varios combates, como el cerco de Maqueda en 1441, o el ataque a Cuenca en 1449, siempre contra el Condestable Alvaro de Lunay suspartidarios. Tras la muerte de su enemigoy deJuan II, militó en el bando del infante don Alfonso contra Enrique IV , y más tarde en el de Isabel la Católica contra la Beltraneja. Desde 1477 ocupó el cargo de corregidor de Toledo, donde se distinguiópor su decidida artuación enfavor de los conversos. La obrapoética de Gómez Manrique se caracteriza por su variedad: poemas amorosos,festivos, plantos alegóricos, consolatorias, composiciones didácticas-políticas. Sobre todo en las obras más extensasy ambiäosas hay confrecuencia un exceso de erudición, pero muchas veces se abrepaso la afectividad delpoeta, próxima, como señala Lapesa, a la emotividad franciscana de un Mendoza o un Montesino. La figura de Manrique es también importante para la historia del teatro cortesano, tanto en su orientación más profana como en la sacra (Representación del Nacimiento de Nuestro Señory Coplas fechas para Semana Santa). M a n r iq u e , G óm ez, Cancionero, ed. A nto n io Paz y M elia, 2 vols., M adrid, Im prenta Pérez D ubrulI, 1885-1886. L a p e s a , Rafael, «Poesía docta y afectividad en las consolatorias de G óm ez M anrique», Estudios sobre literatura y arte dedicados al profesor Em ilio Orozco D iaz, II, G ranada, U niversidad de G ranada, 1974, págs. 231-239. M enén dez P ela y o , M arcelino, Antología, II, págs. 339-378. Pi n n a , M ., «D idattism o e poeticitá nelle Coplas para el señor Diego A ria s 223 de Á vila di G óm ez M anricue», A nnali. Sezione romanTfl, X X IV (1982), págs. 135-142. S c h o l b e r g , K enneth R., Introducción a la poesía de Gómez M anrique, M adison, T he H ispanic Sem inary o f M edieval Studies, 1984. Sigo el texto de FD, II: núm. 74: págs. 1Ib-12a (núm. 321) núm. 75: pág. 12b (núm. 325) núm. 76: pág. 13b (núm. 329) núm. 77: pág. 36 (núm. 352) núm. 78: págs. 85a-91a (núm. 377) núm. 79: págs. 94b-95a (núm. 381) núm. 80: pág. 128a (núm. 410) 74 CANCIÓN El que arde en biva llama, sirviendo a quien le condena, nopuede, según esfama, sentir la pasión ajena. Yo padezco por amores 5 tan afortunadas penas, que no siento las ajenas cuitas de los amadores: que cualquiera que bien ama a quien su bien desordena, 10 nopuede, según esfama, sentir la pasión ajena. 6. afortunadas: en la Edad Media, la palabra afortunado significa ‘sometido a la acción de la Frotuna’. Y puesto que la diosa del azar puede ser favorable o adversa, el adjetivo puede entenderse de dos modos: ‘que tiene buena suerte’ o, al contrario, ‘que tiene mala suerte’ (cfr. Edwin J. Webber, «A lexical note on afortunado, ‘unfortunate’», H R, XXXIIl (1965), págs. 347-359). 224 75 CANCIÓN Dexadme mirar a quien me faze mal, e nunca me fizo bien, nin comunal. Dexad fartar a mis ojos 5 de mirar la fermosura que con tan poca mesura me causa tantos enojos; que m orir a mí convién, si me non val 10 la que nin me faze bien, nin comunal. 76 CANCION Con la belleza prendés, donzella, cuantos miráis, e con la fonda matáis eferis los que querés. Nunca vi tal desmesura, 5 prender los hombres seguros, e ferir desde los muros con fonda de fermosura. No puede ningún arnés defensar al que miráis, 10 pues que mirando matáis eferis los que querés. 5-8. Cfr. núm. 7, v. 13. 1-12. Para la belleza, origen del amor, cfr. núm. 70, v. 13. 225 77 PREGUNTA DE GÓMEZ MANRIQUE A PEDRO DE MENDOÇA La inmensa turbación d’este reino castellano faze pesada mi mano y torpe mi descrición: que las horas y candelas 5 que se gastavan leyendo, agora gasto poniendo rondas, escuchas y velas. El tiempo bien despendido en las liberales artes, 10 en cavas y baluartes es agora convertido; por tanto, si fallesciere la muy gentil elocuencia, culparéis la diferencia 15 del tiempo que lo requiere. Del cual un poco furtado, aunque no sin grande afán, a vos, señor de Almaçân, pregunto, mal consonando: 20 ¿cuál vos es menos molesta, vuestra secreta prisión, o la vulgar detención que vos es por el rey puesta? 1-16. No es esta la única ocasión en que el poeta se lamenta de descuidar el cultivo de la poesía por sus obligaciones militares (cfr. FD, II, págs. 16a y 129a). Se muestra así la dificultad de realizar en la práctica la armonía tópica entre las armas y las letras. 21-24. Sobre la prisión de amor, cfr. núm. 61. La comparación entre la prisión real y la alegórica del amor es un antiguo tópico, que aparece varias veces en los poetas del xv (cfr. la reseña de E. Asensio al libro de Le Gentil en RFE, XXXIV (1950), págs. 298-299. 24. Pedro de Mendoza, segundón de los poderosos Mendoza de Guadalajara, participó en la vida política durante los reinados de Juan II y Enrique IV, y fue encarcelado en varias ocasiones (PCS, pág. 191). 2 2 6 Maguer son en calidad 25 algún tanto discordantes, ambas a dos son privantes de la franca libertad. Lo cual visto, cuidaría, a mi parescer grosero, 30 en el solo carcelero consistir la mejoría. Fin Respondedme todavía, generoso cavallero, que vos faga plazentero 35 la dárdana policía. 78 C O PLAS PA R A EL SEÑOR DIEGO AR IAS DE A V IL A , CONTADOR M AYO R DEL REY NUESTRO SEÑOR, E DEL SU CONSEJO* Invocación De los más el más perfeto, en los grandes el mayor, infinido sabidor, de mí, rudo trobador, torna sotil e discreto; 5 que sin ti prosa nin rimo es fundada, 36. Ignoro por qué se atribuye una especial poliáa o cortesía a Dárdano, rey de Troya, o a la propia Dardania. En el poema «Tales volvimos, señor» (FD, II, pág. 1la), el poeta utiliza el adjetivo referido a la ciudad, y no al personaje. * Estas coplas constituyen un precedente de las que Jorge Manrique dedicó a la muerte de su padre. El converso Diego Arias, a quien van dirigidas, fue contador mayor y favorito de Enrique IV. 1-27. Al comenzar su tarea, el autor invoca a Cristo y no a las Musas. Esa sustitución es habitual en la lírica de los cancioneros, y algunos poetas la señalan explícitamente (cfr., simplemente, las Coplas de Manrique). 227 nin se puede fazer nada, Joannis primo. Tú que das lenguas a mudos, 10 fazes los baxos sobir e a los altos decendir; Tú que fazes convertir los muy torpes en agudos, convierte mi grand rudeza 15 e inorancia en una grande abundancia de sabieza. Porque fable la verdad con éste que fablar quiero, 20 en estilo no grossero, non agro, nin lisonjero, nin de grand prolixidad; e no sea mi fablar deshonesto, 25 enojoso, nin molesto de escuchar. Introduríón E tú, buen señor, a quien el presente va tratado, no polido nin limado, 30 a tu recuesta embiado, nótalo, nótalo bien: no considerando, no, en mis defectos, mas en los consejos rectos 35 si te do. E no mires mis passiones y grandes vicios que sigo, 23. El ideal estilístico de brevedad reaparece con frecuencia en los poetas y tratados de retórica medievales (cfr. Curtius, II, págs. 682-691). 228 tú, señor, y grande amigo; mas nota bien lo que digo, pospuestas adulaciones: por lo cual mis atavíos valen menos, e nin tengo cofres llenos, nin vazíos. Por no te ser enojoso fuiré las dilaciones, pues que tus negociaciones e grandes ocupaciones te dexan poco reposo aun para lo nescessario al bivir, cuanto más para seguir lo voluntario. Poniendo fin al proemio, seguiré lo proferido, mas si fuere desabrido, el quemante fuego pido sea su devido premio, o roto con los rompidos libramientos. Desde agora ten atentos los oídos. Principia lafabla ¡Oh tú, en amor hermano, nascido para morir, pues lo no puedes fuir, el tiempo de tu bivir no lo despiendas en vano; que vicios, bienes, honores que procuras, pássanse como frescuras de las flores! Comparación En esta mar alterada por do todos navegamos, los deportes que pasamos, 75 si bien lo consideramos, no duran más que rociada. ¡Oh, pues, tú, hombre mortal, mira, mira, la rueda cuán presto gira 80 mundanal! Si d’esto quieres enxiemplos, mira la grand Bavilonia, Tebas y Lacedemonia, el grand pueblo de Sidonia, 85 cuyas murallas y templos son en grandes valladares trasformados, e sus triunfos tornados en solares. 90 Comparación Pues si pasas las historias de los varones romanos, de los griegos y troyanos, de los godos y persianos, dinos de grandes memorias, 95 no fallarás al presente sino fama transitoria como flama de aguardiente. Si quieres que más acerca 100 fable de nuestras rigiones, 77. Cfr. las Coplas de Jorge Manrique, w . 227-228. 85. Sidonia: Sidón, ciudad fenicia. Los cuatro ejemplos son tópicos y aparecen, también juntos, en el Bias contra Fortuna (vv. 137-142) del Marqués de San- tillana. 100-101. Ese deseo de buscar ejemplos cercanos a la experiencia del lector 230 mira las persecuciones que firieron a montones en la su fermosa cerca: en la cual aún fallarás 105 grandes mellas: ¡quiera Dios cerrando aquéllas no dar más! Que tú mesmo viste muchos en estos tiempos pasados, 110 de grandísimos estados fácilmente derocados con pequeños aguaduchos, que el ventoso poderío temporal 115 es un muy feble metal de vedrío. Comparación Pues tú no te fíes ya en la mundana privança, en riquezas nin pujança, 120 que con pequeña mudança todo te fallescerá; y los tus grandes amigos con favor, te serán con disfavor 125 enemigos. Comparación Que los bienes de fortuna no son durables de fecho; los amigos de provecho fallecen en el estrecho 130 como agua de laguna; que si la causa o respecto recuerda los w . 169 y ss. de las Coplas de Manrique (cfr. también Pedro Salinas, Jorge Manrique, ob. cit., págs. 149-151). 231 desfallesce, en ese punto fallece el efecto. 135 De los que vas por las calles en torno todo cercado, con cirimonias tratado, no serás más aguardado de cuanto tengas que dalles; 140 que los que por intereses te siguían, en pronto te dexarían si cayeses. Bien assí como dexaron 145 al pujante Condestable; en le siendo variable esta fortuna mudable, muchos le desampararon; pues fazer deves con mando 150 tales obras, que no temas las çoçobras, no mandando. El alcalde cadañero, atendiendo ser judgado 155 después del año pasado, en el judgar es temprado, ca teme lo venidero; ^ pues si este tu poder no es de juro, 160 nunca duermas no seguro de caer. 146. Se refiere a don Alvaro de Luna, cuya repentina caída impresionó a los contemporáneos casi como un símbolo del poder de la fortuna (cfr., por ejemplo, el Doctrinal de privados, o las propias Coplas de Jorge Manrique, versos 241-252). 232 En el tiempo que prestado aqueste poder tovieres, afana cuanto pudieres 165 en aquello que devieres, por ser de todos amado: que fallarás ser partido peligroso, aun al mucho poderoso, 170 ser temido. Comparación El barco que muchos reman a muchos ha de traer; assí bien ha de temer el que con su grand poder 175 faze que muchos le teman; pues procura ser querido de los buenos, o por no ser a lo menos aborrido. 180 Para lo cual los mayores han de ser muy acatados, los medianos bien tratados, de los pobres escuchados con paciencia sus clamores; 185 que si fatigas te siguen de oficio, los librantes no con vicio te persiguen. E los que has de librar, 190 líbralos de continente; los que no, graciosamente, sin ira, sin accidente 163-171. La idea está ya en Cicerón (De offiáis, II, 7), y había sido recogida por el Marqués de Santillana en sus Proverbios, I-II. 190-191. Cfr. núm. 41, w . 289-296. 233 los deves desempachar; e no fagan los portales tus porteros a bestias y cavalleros ser iguales. Que tú seyendo inorante de lo tal, como lo creo, segund lo que de ti veo, algunos te fazen reo e reputan por culpante; mas yo dubdo de tu seso que mandase que bien e mal se pesase con un peso. E castiga los cohechos que fazen arrendadores a los tristes labradores, que sabrás que son mayores que sus tributos y pechos; e a ti todas las gentes bendirán, a lo menos no dirán que lo consientes. D ’esta forma cobrarás mundana benivolencia, mas con mayor diligencia de la divinal esencia aquélla procurarás; que en respecto del celeste consistorio, es un sueño transitorio lo terrestre. Comparación Que los más mal soblimados e temidos son temientes, e los en fuerça valientes e riquezas poseyentes, ya fueron d’ellas menguados; 230 que todas son emprestadas estas cosas, e no duran más que rosas con heladas. Alixandre fue señor 235 de toda la redondeza, Hércoles de fortaleza, Mida de tanta riqueza que no pudo ser mayor; pero todos se murieron 240 y dexaron esto tras que trabaxaron y corrieron. Pues no gastes tu bevir en los mundanos servicios, 245 nin en deleites e vicios, que de tales exercicios te podrás arrepentir. Y mezcla con estos tales pensamientos 250 el temor de los tormentos infernales. En servir a Dios trabaja, echa cobdicias atrás, que cuando te partirás 255 del mundo, no levarás sino sola la mortaja. Pues nunca pierdas el sueño por cobrar 242-243. La expresión recuerda muy de cerca a la utilizada por jorge Manrique en las Coplas, vv. 86-87. 235 lo que tiene de fincar con su dueño. 260 Este dueño que te digo de los temporales bienes, tras los cuales vas e vienes, es el mundo, con quien tienes 265 e tiene guerra contigo: al cual si sigues, haveres te dará, pero tirártelos ha cuando partieres 270 d’esta trabajosa vida, de miserias toda llena, en que reposo sin pena, nin jamás un hora buena tú puedes haver complida: 275 no es ál sino deseo su cimiento, su fin arrepentimiento y devaneo. Pues si son perecederos 280 y tan caducos y vanos los tales bienes mundanos, procura los soberanos para siempre duraderos; que so los grandes estados 285 e riquezas, fartas fallarás tristezas e cuidados. Que las vestiduras netas, y ricamente bordadas, 290 sabe que son enforradas de congoxas estremadas e de passiones secretas; y con las taças febridas 236 de bestiones, amargas tribulaciones son bevidas. 295 Mira los emperadores, los reyes y padres santos; so los riquísimos mantos 300 trabajos tienen y tantos como los cultivadores; pues no fíes en los hombres, que padecen, y con sus vidas perecen 305 sus renombres. Que cuanto mayores tierras tienen e más señorías, más inmensas agonías sostienen noches e días 310 con libranças y con guerras; por lo cual con la corona altamente el que dixo lo siguiente se razona: 315 «¡Oh joya de gran valía, quien te bien considerasse e tus trabajos pensasse, aunque en tierra te fallasse, nunca te levantaría!» 320 Síguese que los imperios e reinados no son, no, desenforrados de lazerios. Pues mira los cardenales, 325 arçobispos y perlados, 312-320. La anécdota está ya en Valerio Máximo, y la recoge también Fernando de la Torre (cfr. María I. Diez Garretas, La obra literaria, ob. cit., página 105). 237 no más bienaventurados son, nin menos angustiados que los simples minístrales; que sobre sus mantonadas mucho largas portan gravísimas cargas y pesadas. 330 Los varone: .nilitantes, duques, condes y marqueses, so los febridos arneses, más agros visten enveses que los pobres mendigantes; ca por procurar honores y faziendas, 340 335 inmensas tienen contiendas y temores. Comparaciones Los favoridos privados d’estos príncipes potentes, a los cuales van las gentes 345 con servicios y presentes como piedras a tablados, en las sávanas de Holanda más sospiran que los remantes que tiran 350 en la vanda. Que los bienes y favores que los tales siempre han, non los lievan sin afán, pues el blanco comen pan 355 con angustias y dolores; que privança y señoría no quisieron igualdad, nin consintieron compañía. 360 238 Pues los ricos oficiales de las casas de los reyes, aunque grandes tenés greyes, non sin dubda d’estas leyes sois ajenos, mas parciales; 365 provar lo quiero contigo, que serás, si la verdad me dirás, buen testigo. Que fartos te vienen días 370 de congoxas tan sobradas, que las tus ricas moradas por las choças o ramadas de los pobres trocarías: que so los techos polidos 375 y dorados se dan los buelcos mesclados con gemidos. Si miras los mercadores que ricos tratan brocados, 380 no son menos de cuidados que de joyas abastados ellos y sus fazedores; pues no pueden reposar noche ninguna, 385 recelando la fortuna de la mar. 390 Basta que ningún estado fallarás tanto seguro que non sea como muro, el cual por combate duro finca medio derrocado: de los mundanos entiende, tras los cuales la vida de los mortales 395 se despiende. 239 Mientra son navegadores por el mar tempestuoso d’este siglo trabajoso, jamás biven en reposo chicos nin grandes señores; que con esta son nacidos condición, e ningunos d’ella son esemidos. 400 405 Comparaciones Pues tú no pongas amor con las personas mortales, nin con bienes temporales, que más presto que rosales pierden la fresca verdor; 410 e no son sus crescimientos sino juego, menos turable que fuego de sarmientos Fin Comparación E non fundes tu morada sobre tan feble cimiento, mas elige con gran tiento otro firme fundamiento de más eterna durada; 415 que este mundo falaguero es sin dubda, 420 pero más presto se muda que febrero. 240 79 DE GÓMEZ M ANRIQUE, QUEXAS E COM PARACIONES Donzella, diez mil enojos me da vuestra desmesura; mas en mirando mis ojos vuestra gracia y fermosura, aunque no quedo guarido 5 de mis penas, como si fuesen ajenas las olvido. Que todas mis amarguras derrama vuestro donaire, 10 como las nieblas escuras se derraman con el aire; e cuanto me dais dolor e cuidado, en vos ver es trasformado 15 en amor. Assí mis ansias secretas, viéndovos, fuyen de mí, bien como las cuervas prietas perseguidas del neblí. 20 E si llego con grant ira ante vos, en vos mirando, por Dios, se me tira. Y las mis justas querellas, 25 ante vos, fin de mis males, fuyen como las estrellas ante los rayos febales: 4. San Pedro («Diferencia peligrosa») utiliza ambos términos como claramente diferenciados: «¿cuál os hará más hermosa, / la gracia o la hermosura?». 28. Febales: ‘de Febo’, es decir, del sol. 241 que maldita la que puedo denunciarlos 30 con el gozo de mirarvos, e con miedo. Assí fuyen mis pasiones delante de vuestra vista, como los flacos varones 35 de la dudosa conquista; mas con todo me dexáis un sospiro, que por mucho que vos miro, no sanáis. 40 Todos los otros desdenes olvido cuando vos veo, y como si grandes bienes recibiese, vos oteo, sin poder jamás fartarme 45 de vos ver; pues queredme guarecer, o matarme. Fin No vos plega más dexarme padecer, 50 pues sola tenéis poder de sanarme. 80 A UNA DAMA QUE IVA CUBIERTA El coraçon se me fue donde vuestro vulto vi, e luego vos conoscí al punto que vos miré; 242 que no pudo fazer tanto, por mucho que vos cubriese, aquel vuestro negro manto, que no vos reconosciese. Que debaxo se mostrava vuestra gracia y gentil aire, y el cubrir con buen donaire todo lo magnifestava; así que con mis enojos e muy grande turbación allá se fueron mis ojos do tenía el coraçôn. ç t f l glofaOda^ntttobapxttW fcgtmqw pojdía fcmorftra acat* copte odae ocDon3oigcqoMro.cóotenca (abe3uantx!cnjinorconotrosco* fapntKuamomañadida^;. Portada del «Cancionero de Juan del Encina» (edición de Zaragoza, 1516). JUAN DEL ENCINA Nació en Salamanca o sus alrededores en 1468,y estudió en la Universidad, donde probablemente hizo amistad con Antonio de Nebrija. En 1492 entró al servicio de los Duqes de Alba, en cuyopalacio se representaron sus primeras églogas. Despechado quizá al no obtener el cargo de cantor de la Catedral, se trasladó a Roma, ciudad por la que sintió siempre una gran simpatía,y en la que supogranjearse la protección de los Papas Alejandro V Iy Julio II. Viajó varias veces entre España e Italia,y en 1519, tras ordenarse sacerdote, emprendió una peregrinación a Tierra Santa. En 1523 residíaya en León, donde murió a finales de 1529 o comienzos del 3 0. Es bien conocida la importancia de Encina en el nacimiento del teatro español, pero también como poeta gozó de gran popularidad entre los contemporáneos. Sus composiciones más ambiciosas, escritas confrecuencia en verso de arte mayor, reflejan un influjo claro del Laberinto de Fortuna y resultan poco atractivas para el ledor moderno. Más próximos algusto actual están sus canciones, villancicosy romances, de temafundamentalmente amoroso. En ellos, el autor toma motivos e incluso estribillos de origenfolklórico, pero los desarrolla de acuerdo con las convenciones de la lírica culta. De hecho, el mundo de los rústicos aparece con frecuencia como motivo cómico,y los poemas de Encina no ceden en ingeniosidady refinamiento cortesano a los de los restantespoetas de la época. Sus ideas poéticas se hallan recogidas en su Arte de poesía caste­ llana. E n c in a , Ju an del, Poesía líricay cancionero musical, ed. R. O . Jones y C arolyn R. Lee, M adrid, Castalia, 1975. — Obras completas, 4 vols., ed. A na M. R am baldo, M adrid, EspasaC alpe, 1978-1983. 3 8 9 A n d re w s , J. R ,,fuan del Encina. Prometheus in search ofprestige, B erkeley, U niversity o f C alifornia Press, 1959. G a r c í a B la n c o , Manuel, «Juan del Encina como poeta lírico», RUO, 19-20(1944), págs. 5-36. Jo n e s, R. O., «Juan del Encina and Renaissance lyric poetry», Studia Ibérica. Festschriftfür Hans Flasche, Berna, 1973, págs. 307-318. Sigo el texto de Jones-Lee: núm. 145: pág. 74 (núm.3) núm. 146: págs. 96-97 (núm. 34) núm. 147: págs. 144-145 (núm. 73) núm. 148: págs. 145-146 (núm. 74) núm. 149: pág. 149 (núm. 76) núm. 150: págs. 186-188 (núm. 88) núm. 151: págs. 221-222 (núm. 108) núm. 152: pág. 227 (núm. 116) núm. 153: págs. 231-232 (núm. 121). 145 MOTE Quien no aventura nogana. GLOSA Pues que mi grave dolor nunca mejora ni sana, quiero perder el temor, que en la aventura de amor 5 quien no aventura nogana. Que ya no puedo encubriros el mal del mal que me dais. Pues no os mueven mis sospiros, quiero atreverme a pediros 10 el bien del bien que negáis. Y pues mi pena es mayor 390 en servir con tanta gana, ¿qué aprovecha haver temor?: que en la aventura de amor 15 quien no aventura nogana. 146 ROMANCE Yo me estava reposando, durmiendo como solía. Recordé, triste, llorando con gran pena que sentía. Levantéme muy sin tiento 5 de la cama en que dormía, cercado de pensamiento, que valer no me podía. Mi passión era tan fuerte que de mí yo no sabía. 10 Comigo estava la Muerte por tenerme compañía. Lo que más me fatigava no era porque muría, mas era porque dexava 15 de servir a quien servía. Servía yo una señora que más que a mí la quería, y ella fue la causadora de mi mal sin mejoría. 20 La media noche passada, ya que era cerca el día, salíme de mi posada por ver si descansaría. Fui para donde morava 25 aquélla que más quería, 1-4. Sobre el insomnio de amor, cfr. núm. 161, w . 40-41, y núm. 164, v. 7. 391 por quien yo triste penava, mas ella no parecía. Andando todo turbado con las ansias que tenía, 30 vi venir a mi Cuidado dando bozes, y dezía: «Si dormís, linda señora, recordad por cortesía, pues que fuestes causadora 35 de la desventura mía. Remediad mi gran tristura, satisfazed mi porfía, porque si falta ventura del todo me perdería.» 40 Y con mis ojos llorosos, un triste llanto hazía con sospiros congoxosos, y nadie no parecía. En estas cuitas estando, 45 como vi que esclarecía, a mi casa sospirando me bolví sin alegría. 147 VILLANCICO No te tardes que me muero, carcelero, no te tardes que me muero. Apressura tu venida porque no pierda la vida, 5 que la fe no está perdida: carcelero, no te tardes que me muero. 2. Para la prisión de amor, cfr. núm. 61. 392 Bien sabes que la tardança trae gran desconfiança; 10 ven y cumple mi esperança: carcelero, no te tardes que me muero. Sácame d'esta cadena, que recibo muy gran pena 15 pues tu tardar me condena: carcelero, no te tardes que me muero. La primer vez que me viste, sin te vencer me venciste; 20 suéltame pues me prendiste: carcelero, no te tardes que me muero. La llave para soltarme ha de ser galardonarme, 25 proponiendo no olvidarme: carcelero, no te tardes que me muero. Fin Y siempre cuanto bivieres haré lo que tú quisieres 30 si merced hazerme quieres: carcelero, no te tardes que me muero. 393 148 VILLAN CICO Floreció tanto mi mal sin medida que hizo secar mi vida. Floreció mi desventura y secóse mi esperança, 5 floreció mi gran tristura con mucha desconfiança. Hizo mi bien tal mudança sin medida que hizo secar mi vida. 10 Hase mi vida secado con sobra de pensamiento; ha florecido el cuidado, las passiones y el tormento. Fue tanto mi perdimiento 15 sin medida que hizo secar mi vida. Fin Secóse todo mi bien con el mal que floreció. No sé cuyo soy ni quién, 20 qu' el plazer me despidió. Tanto mi pena creció sin medida que hizo secar mi vida. 394 149 VILLAN CIC O Ojos garços ha la niña: ¡quién ge los namoraría! Son tan bellos y tan bivos que a todos tienen cativos, mas muéstralos tan esquivos 5 que roban el alegría. Roban el plazer y gloria, los sentidos y memoria; de todos llevan vitoria con su gentil galanía. 10 Con su gentil gentileza ponen fe con más firmeza; hazen bivir en tristeza al que alegre ser solía. Fin No hay ninguno que los vea 15 que su cativo no sea. Todo el mundo los dessea contemplar de noche y día. 150 VILLAN CIC O Ay triste, que vengo vencido de amor maguera pastor. 1-2. Sánchez Romeralo recoge como populares estos dos versos (cfr. E l villancico..., ob. cit. pág. 427). 395 Más sano me fuera no ir al mercado que no que viniera tan aquerenciado: que vengo, cuitado, vencido de amor maguerapastor. Di jueves en villa viera una doñata, quise requerilla y aballó la pata. Aquélla me mata, vencido de amor maguerapastor. Con vista halaguera miréla y miróme. Yo no sé quién era, mas ella agradóme; y fuese y dexóme vencido de amor maguerapastor. De ver su presencia quedé cariñoso, quedé sin hemencia, quedé sin reposo, quedé muy cuidoso, venado de amor maguerapastor. Ahotas que creo ser poca mi vida según que ya veo que voy de caída. Mi muerte es venida, vencido de amor maguera pastor. Sin dar yo tras ella no cuido ser bivo, pues que por querella de mí soy esquivo. Y estoy muy cativo, venado de amor maguera pastor. 151 Pues que jamás olvidaros no puede mi coraçôn, si me falta galardón, ¡ay que'mal hize en miraros! Será tal vista cobrar gran dolor y gran tristura. Será tal vista penar, si me fallece ventura. Mas si vos, por bien amaros, queréis darme galardón, no dirá mi coraçôn ¡ay qué mal hize en miraros! 152 Los sospiros no sosiegan que os envío, hasta que a veros llegan, amor mió. No sosiegan ni descansan hasta veros, y con veros luego amansan en teneros, y mis tristes ojos ciegan hechos ríos, 10 hasta que a veros llegan, amor mío. Sin vuestra vista no puedo tener vida, y en veros ponéisme miedo 15 sin medida, y mis sentidos me niegan do los guío, hasta que a veros llegan, amor mío. 20 Por amar, tales tormentos vos me distes, qu' envío mis pensamientos siempre tristes: do más tristuras navegan 25 los envío, hasta que a veros llegan, amor mío. 153 Caldero y llave, madona, jura Di, per vos amar je voleu vo'l adobar. Je vos pondré una clave dentro de vostra serralla, 1. En su edición del texto, Jones (jones-Lee, pág. 231) observa que el poema presenta «tal confusión de lenguas que el intentar anotarlo adecuadamente resultaría pedantesco». En este caso, mantengo inalterada la ortografía. 398 que romperá una muralla nin jamay no se destrave. Per mo foy, que donde trave, según es mon ferramén, que vos quedar ben contén, que no me posa olvidar. JTie a tapar los agujer de toda la casa vostra con la ferramenta nostra, sin que me donar diner. No trovaréis calderer que vos sirva como a mí, que, juro a la cor de Di, ge faroy lo que mandar. Juro a la san de Di, si la mia pena conortas, de serrar las vostras portas sin que des maravedí. Per ma foy, que ge me oblí de vos fazer tal visoña, qu'en lo país de Borgoña non trovéis otro mi par. Y pondrás en la clavera un gros y gentil ponsón, qu'en lo país de Aviñón non la haya tal fuslera; y para la delantera, porque vai ben solsada, que aunque dé gran martillada, que non se pose doblar. Je farás con mis martillos, señora, si ben escoltas, clave que de cuatre voltas bien cierre vostros pestillos, j’he l’abrito sin sentillos, y que dé la volta entera, y en la vostra espetera je vos pondrás una cuchar. Mo he clavar vostro molín y untar ben el batán, 45 sin que despedás de pan nin torresne de tosín. Y mon críate Joanín portarávos cosas tan bellas qu'entre todas las donzelas 50 vos serés más de mirar. 400 JUAN FERNÁNDEZ DE HEREDIA Hijo de los señores de Andilla, nació en Valencia entre 1480 y 1485. Fue hombre de armasy de corte, miembro brillante del circulo literario de la reina Germana de F oixy combatiente en la guerra de las Germanías, del lado del Emperador. Murió en 1549. Como muchos de los poetas de su tiempo, Fernández de Heredia se siente atraído por la poesía de tipo tradicional, que recogey glosa acomodándola a los gustos cortesanos. E l amor es el tema másfrecuente en sus poemas, pero escribió también obras de burlas más o menos atrevidasy composiciones devotas. Sus piezas teatrales — en un sentido muy amplio del término— cuentan entre lo mejor de su producción, y reflejan una observación aguday cuidadosa de la realidad cotidiana. Las obras de Fernández de Heredia aparecieron postumas en Valencia en 1562. No obstante,ya el Cancionero general de 1511 recoge una quincena de composiciones suyas, entre las que se encuentran las dos que reproduzco aquí F e r n á n d e z de H e r e d ia , Ju an , Obras, ed. Rafael Ferreres, M adrid, tispasa-C alpe, 1955. Sigo el texto de CG 1511, f. 126r.c; f. 147v.b-c. 154 OTRA DE JU A N FERNANDEZ D HEREDIA Hiz' os Dios merescedora, y en tanto grado hermosa, 401 qu'es el mundo poca cosa para ser vos d'él señora. Y por esto es de creer que Dios, para contentaros, mundo y mundos para daros de nuevo querrá hazer. Que aqueste mundo de agora es vuestro, y darse no osa, por ser tan poquita cosa para ser vos d'él señora. 155 OTRO VILLAN CIC O SUYO A UNA MORA L L A M A D A H A X A * Ay Haxa ¿por qué te vi? No quisiera conoscerte para perdermey perderte. Que si el perder la vida de tu merescer no es pago, 5 mira que por ti más hago, que tengo el alma perdida. Haxa, tente por servida, pues más no puedo ofrescerte para perdermey perderte. 10 * Sobre el motivo del amor a una mora, cfr. núms. 6 y 156. 3. para perderme: ‘para condenarme’; y perderte: ‘perder tu amor. Pero quizá también ‘contribuir a tu condenación’. O incluso ‘deshonrarte’ (para una interpretación semejante del término en un poema de San Pedro, cfr. Keith Whinnom, La poesía amatoria..., ob. cit., págs. 76 y ss.). 402 5 10 PEDRO MANUEL XIMÉNEZ DE URREA Pedro Manuel Ximénez de Urrea (1486-C.1530), pertenecía a una noblefamilia aragonesa. Segundón, su vida transcurre en unforzado apartamiento de la Corte, del que se queja en varias de sus obras,y del que se consuela por medio de la poesía. Como Encina, al que sigue en muchos aspectos, Urrea cultiva el poema extenso de carácter alegórico, pero también el villancico, la cancióny el romance, con los que consigue sus mayores aciertos. Son de gran interés sus cartas, en las que recoge su doctrina poética, y, para la historia del teatro castellano, sus églogas dramáticas. Es autor también de una versión en verso de La Celestina. X im enez d e U r r e a , P edro M anuel, Cancionero, ed. M artín Villar, Z aragoza, D iputación de Z aragoza, 1878. — Eglogas dramáticasy poesías desconocidas, ed. E ugenio A sensio, M adrid, 1950. — Villancicosfrom the «Cancionero» o f Pedro M anuelJim énez de Urrea, ed. R obert L. H athaw ay, E xeter, U niversity o f E xeter, 1976. B o a se , R oger, «Poetic theory in the dedicatory epistles o f Pedro M anuel X im énez de U rrea (1486-c. 1530)», B H S, LIV (1977), págs. 101-106. — «Im agery o f love, death and fo rtu n e in the poetry o f P edro M anuel X im énez de U rrea (1486-c. 1530)», B H S, LV II (1980), págs. 17-32. Textos según la edición de Martín Villar: núm. 156: págs. 190-195 núm. 157: págs 269-270 núm. 158: pág. 287 núm. 159: Hathaway, págs. 66-67. 403 156 OTRAS SUYAS PORQUE MURIO UNA GENTIL M O RA* El engaño que tuviste ya lo vees, gentil mora, pues partiste do no dexarás lo triste que posees. 5 Péname a mí tu dolor tan sobrado, aunque con tu desamor era yo, siendo amador, desamado. 10 ¡Oh qué mal tan fatigoso para mí, que tu cuerpo tan gracioso esté en lugar tan dañoso para ti! 15 Tuvieras la fe que yo he, y no esquivo; que no lo hizieras yo sé, por no bivir en la fe que yo bivo. 20 No se alegrarán jamás ya mis días, cuando pienso que do estás, ya levar no me podrás como podías. 25 No holgavas con mis canciones de tormento, ni agora mis oraciones no quitarán tus prisiones, que yo siento. 30 * Sobre el motivo del amor a una mora, cfr.núms. 6 y 155. 15-20. El poeta juega con los dossentidosdeltérmino fe: ‘creencia en las verdades de la religión’, pero también: ‘constancia en el amor’. 29. prisiones. Para referirse a los tormentos eternos de la mora, Urrea utiliza 404 ¡Qué tan triste y cuán en calma fue tu ida! Mis ojos limpia mi palma, que lo que siente tu alma siente mi vida. 35 Mi amor no pudo crecer, mas creció cuando no te pudo ver; mi mal con tu fenecer se dobló. 40 Ciertamente cuando vi tu morir, tan gran trabajo sentí que no supe si era en mí el bivir. 45 Pero, triste, a quien lo digo pues no sabes; mas este dolor que sigo, razón es, pues me fatigo, que lo acabes. 50 El mismo poder llevaste que tuviste; con vida me cativaste, y con muerte me dexaste muy más triste; 55 y aunque el daño que tenido tú consientes, el huego que te ha venido sentiré, siento y sentido lo que sientes. 60 ¡Oh, si yo fuera Orfeo, cómo entrara los mismos términos que sirven para designar el sufrimiento amoroso: prisiones, huego (v. 58). 61. Referencia al mito de Orfeo, que desciende a los infiernos para sacar a Eur/dice. 405 con este fuerte deseo, a sacarte do te veo cuerpo y cara! 65 Y las furias infernales pararía; si entrase yo con mis males, entre todos los mortales te vería. 70 Queda tan atribulada mi persona como tu triste morada; viéndote tan desdichada, se baldona 75 mi vida con el pensar dónde moras; con tu gracia singular, ahí, do te veo estar, me enamoras. 80 Mi travajo en esta vida no te tuvo a ti nada dolorida; mi mal, sin ser complazida, se sostuvo. 85 Mas yo de tu desventura me fatigo: ver que dio poder natura, en tu gracia y hermosura, al enemigo. 90 ¡Cuánto holgava mi torm ento con hablarte, cuando en este apartamiento, do te veo tan sin tiento, te doy parte! 95 Ahora, triste, en sentir 90. al enemigo: al demonio. 406 no me sientes. ¡Mira cuál fue tu morir! No dexa estar mi bivir con los vivientes. 100 Pues esta causa se ha hallado, tu sujeto ha quedado condenado por el falso renegado Mahometo. 105 A él vayan mis clamores tan crecidos; a él, pues de sus ardores hizo parte de dolores a sus nacidos. 110 A él maldigo y denuesto, que engañava, pues ese tan claro gesto se llevó tan mal y presto donde estava. 115 Su falsa capitanía renegada ha juntado en compañía lo quel nunca merecía ver juntada. 120 Y pues que tú, tan hermosa y tan honesta, alcanças tan triste cosa ¿quién tendrá vida gozosa por bien puesta? 125 Ya no quiero aquí do estoy alegrarme, pues que no puedo ver hoy aquélla, por quien yo soy, con matarme. 130 102. tu sujeto: el propio poeta. 407 Si supiesse estás oyendo y me vieses, ¡oh qué bozes tan gimiendo echaría, y no fingiendo, porque oyeses! Mas pues tú oír no puedes, mal se sigue, que en verte a ti en esas redes, tú concediste y concedes me fatigue. Fin No sé qué pueda dezirte, ni se mide el mal de acá no sentirte, sino que tu despedirte me despide. Pues tu gracia y perfición fue con cordura, en darte a ti esa passión hizo Dios gran sinrazón a natura. 157 ROMANCE En el plaziente verano, do son los días mayores, acabaron mis plazeres, començaron mis dolores. Cuando la tierra da yerva, y los árboles dan flores; cuando aves hazen nidos y cantan los ruiseñores; cuando en la mar sosegada entran los navegadores; cuando los lirios y rosas nos dan los buenos olores; y cuando toda la gente, ocupados de calores, van aliviando la ropa y buscando los frescores; do son las mejores horas las noches y los albores; en este tiempo que digo, començaron mis amores de una dama que yo vi, dama de tantos primores; de cuantos es conoscida de tantos tiene loores. Su gracia, por hermosura, tiene tantos servidores cuanto yo, por desdichado, tengo penas y dolores; donde se me otorga muerte y se me niegan favores; mas yo nunca olvidaré estos amargos dulçores, porque en la mucha firmeza se muestran los amadores. 158 C AN CIO N Razón manda que yo quiera perdonarte, aunque te fuiste, coraçon, pues que te diste a quienjo también te diera. Dasme mal, y bien te quiero; mas pues es bien empleado, siempre serás de mí amado mucho más que de primero. Y así que es razón te quiera aunque sin licencia fuiste, 10 coraçôn, pues que te diste a quienjo también te diera. 159 VILLAN CICO Ayer vino un cavallero, mi madre, a me namorar; no lopuedojo olvidar. Soy del servida y amada, él es de mí muy amado; 5 tan cortés y bien criado que me tiene sojuzgada. Juró en la cruz de su espada nunca jamás me dexar; no lopuedojo olvidar. 10 Su vista ya me consuela tanto cuanto lo consuelo, que si él tiene desconsuelo lo mismo a mí desconsuela; que viene con su vihuela 15 cada noche aquí a cantar; no lopuedojo olvidar. Su manera es tan discreta cuanto esté en ninguno bivo, que si le tengo cativo 20 él me tiene a mí sujeta. No es cosa que esté secreta ambos y dos nos amar; no lopuedojo olvidar. 11-12. Cfr. núms. 51, 60. 4 10 Es tal su disposición 25 que me tiene tan contenta, que me pondré yo en afrenta por sacalle de pasión. De su linda condición no ηιΉε podido librar; 30 no lepuedoyo olvidar. Él es tan cuerdo y sabido que no esperava esperança; que yo creo que él no alcança que es de mí tanto querido. 35 No devo poner yo olvido en quien bien me quiere amar; no lepuedoyo olvidar. Fin Si tarda en venir a verme yo le quiero hazer saber, 40 cómo de su gran querer no he podido defenderme. Yo quererle y él quererme ha de ser sin sospirar: no lepuedojo olvidar. 45 411 GARCI SÁNCHEZ DE BADAJOZ Debió de nacer en Ecija hacia 1480, miembro de un linajefavorecido por los primeros Trastámara, pero en decadencia desde los años de fuan II. Parece cierto que en 1511 elpoeta había perdido la razón,j quepasó varios años en cadenaspor ese motivo. E l testimonio de Francesillo de Zúñiga permite deducir que siguió durante algún tiempo a la corte imperial, probablemente al servicio de loscondes deFeria.Acompañando a sus señores debió de establecerse en Zafra,dondealcanzó a conocerlo Gregorio Silvestre en 1534. No existe ningún apoyo documental para confirmar o rechazar el relato de su suicidio, del que tenemos noticia sólo desde el siglo X VII. G a l l a g h e r , Patrick, The life and works o f Garci Sánchez de Badajoz, L o ndres, Tam esis Book, 1968. R o u n d , N ic h o l a s, G ., «G arci Sánchez de Badajoz and the revaluation o f cancionero poetry», F A ILS, VI (1970), págs. 178-187. Sigo el texto establecido por Gallagher: núm. 160: pág. 56 (núm. 12) núm. 161: págs. 67-69 (núm. 23) núm. 162: págs. 72-73 (núm. 28) núm. 163: págs. 77-78 (núm. 34) núm. 164: págs. 116-119 (núm. 57) 412 160 UNA CO PLA SOLA SUYA Como el que en hierros ha estado, y después se vee suelto, y se halla tan atado para andar, que aprisionado estava más desembuelto; 5 assí yo, que os he mirado, soy tan vuestro, tan no mío, tan subjecto a os adorar, que aunque me fuesse tornado mi libre, franco alvedrío, 10 no podrié libre quedar. 161 GLOSA SUYA AL ROM ANCE QUE DIZE «POR MAYO ERA POR M A Y O »* Si de amor libre estuviera, no sintiera mi prisión, y si fuera donde os viera, fuera gloria mi passión; lo que más me desespera, 5 más de todo mi dolor, cuando siento más desmayo, por el mes era de majo, cuando hays la calor. El que tiene lastimado 10 el coraçon de pesar, en el tiempo aparejado 1-11. Para un motivo semejante, cfr. núm. 61, por ejemplo. * Gallagher omite la rúbrica, que tomo del Suplemento, pág. 59a. 413 para más plazer tomar bive más desesperado; tal estó en llamas d'amor, 15 bivo como salamandria, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor. Y de verme [assí] cativo, en todo sin libertad, 20 es la vida que yo bivo menos de mi voluntad que la pena que rescibo: qúen pesares y dolor veo mis días gastados, 25 cuando los enamorados van a servir al amor. En el tiempo que las flores cubren los campos suaves d'estrañas, lindas colores, 30 y comiençan ya las aves a cantar por los alcores, todos biven sin passión, todos andan sin cuidado, sinoyo, triste cuitado, 35 que bivo en estaprisión. En la cual la luz no veo no viéndoos a vos, señora; y, sin veros, no la creo, ni la noche sola un hora 40 no la duermo de desseo; 16. Garci Sánchez retoma la comparación en «A la hora en que mi fe», versos 395-398 (Gallagher, pág. 131). Se trata de un motivo relativamente frecuente (cfr., por ejemplo, CG 1511, f. 196v.c.). 2. Cfr. núm. 61. 40-41. Sobre el motivo del insomnio de amor, cfr. núm. 146 y 164, v. 7. Se trata de una situación frecuente en la poesía cortesana, que aparece también en la lírica tradicional. 4 14 y de aquesta ocasión tal estó, señora mía, que ni se'cuándo es de día ni cuándo las noches son. No sé de mí qué hazer si el m orir no me socorre: ¿quién podrá al preso tener, el cuerpo en aquesta torre, y el alma en vuestro poder? D'estas penas la menor fuera impossible sufrilla, sinopor una avezilla que me cantava al alvor. Fin Esta es la breve esperança que en vos, señora, he tenido, que ya por mi malandança lTia tirado vuestro olvido y, muerto en vuestra membrança ya no espero redención, qu'en su muerte desespero: matómela un vallestero, déle Dios malgalardón. 162 OTRO VIL L AN CIC O SUYO Lo que queda es lo seguro, que lo que conmigo va, desseand'os morirá. Mi ánima queda aquí, señora, en vuestra prisión, partida del coraçôn del dolor con que partí; mas los ojos con qu’os vi, y el cuerpo que n'os verá, desseand'os morirá. 10 Los ojos que van comigo, aquel que de vos los parte, razón es que de mal arte lo miren como a enemigo; y el coraçôn sin abrigo 15 del alma que queda acá, desseand'os morirá. 163 CANCIO N SUYA Argúyese una cuistión sobre vuestra fermosura: sipodría otrafigura ser en tanta perfeción. Unos dizen que no hay cosa, 5 otros algunos porfían que los ángeles podrían tomar forma tan hermosa. Mas la común opinión es que, siendo criatura, 10 tíopodría otrafigura ser en tanta perfeción. 11-17. El Cancionerogeneral de 1511 omite esta última estrofa. Por el contrario, otros cancioneros añaden una o varias estrofas adicionales (Gallagher, páginas 72-73). 416 164 OTRA OBRA SUYA RECONTANDO A SU AM IGA UN SUEÑO QUE SOÑÓ La mucha tristeza mía que [causa] vuestro desseo, ni de noche, ni de día, cuando estoy donde nos veo no olvida mi compañía: 5 yo los días no los bivo, velo las noches cativo, y si alguna noche duermo, suéñome muerto en un yermo en la forma qu'aquí escrivo: 10 yo soñava que me iva, desesperado d’amor, por una m ontaña esquiva donde si no un ruiseñor no hallé otra cosa biva; 15 y del dolor que levava, soñava que me finava, y el Amor que lo sabía, y qu'a buscarme venía, y al ruiseñor preguntava: 20 «Dime, lindo ruiseñor, ¿viste por aquí perdido un muy leal amador que de mí viene herido?» «¿Cómo? ¿sois vos el Amor?» 25 «Sí, yo soy a quien seguís, y por quien dulces bevís todos los que bien amáis.» «Ya sé por quién preguntáis: por Garci Sánchez dezís. 30 7. Sobre el insomnio de amor, cfr. núm. 147, w . 40-41, y núm. 152. 4 17 »Muy poco ha que passó solo por esta ribera, y como le vi y me vio, yo quise saber quién era y él luego me lo contó, diziendo: “Yo soy aquel a quien más fue amor cruel, cruel que causó el dolor, qu'a mí no me mató amor, sino la tristeza de él.” »Yo le dixe: “¿Si podré a tu mal dar algún medio?” Díxome: “No, y el porqué es porqu'aborrí el remedio cuando d'él desesperé.” Y estas palabras diziendo, y las lágrimas corriendo, se fue con dolores graves. Yo con otras muchas aves fuemos empos de él siguiendo, »hasta que muerto cayó allí entre unas acequias, y aquellas aves y yo le cantamos las obsequias, porque d'amores murió, y aún no medio fallescido, la Tristeza y el Olvido le enterraron de crueles, y en estos verdes laureles fue su cuerpo convertido. »D'allí nos quedó costumbre, las aves enamoradas, de cantar sobre su cumbre las tardes, las alvoradas, cantares de dulcedumbre.» «Pues y'os otorgo indulgencia de las penas quel ausencia os dará, amor y tristura, a quien más su sepoltura servirá con reverencia.» 70 Fin Vime alegre, vime ufano d'estar con tan dulce gente; vime con bien soberano, enterrado honradamente y muerto de vuestra mano. 75 Assí estando en tal concierto, creyendo quera muy cierto que veía lo qu'escrivo, recordé, y hálleme bivo, de la cual causa soy muerto, 80 419 POEMAS ANÓNIMOS ( C a n c io n e r o M u s i c a l d e P a l a c i o ) Sigo el texto de CMP: núm. 165: págs. 322-323a (núm. 155) núm. 166: pág. 342a-343b (núm. 194) núm. 167: pág. 348 (núm. 202) núm. 168: págs. 385b-386a (núm. 279) núm. 169: págs. 456b-457a (núm. 388) núm. 170: págs. 462b-463 (núm. 397) núm. 171: págs. 490b-491a (núm. 452) 165 — Ya cantan los gallos, buen amor, y vete; cata que amanece. — Que canten los gallos, ¿yo cómo me iría, 5 pues tengo en mis braços la que yo más quería? Antes moriría que de aquí me fuese, aunque amaneciese. 10 1-3. El refrán es tradicional, aun cuando el poema se desarrolle dentro de las convenciones del amor cortés. El motivo de los amantes que se separan al amanecer es frecuente también en la poesía culta, ya desde las albas de la lírica pro- venzal. 420 — Dexa tal porfía, mi dulce amador, que viene el arbor, esclarece el día. Pues el alegría por poco fenece, cata que amanece. — ¿Qué mejor vitoria dar me puede amor, que el bien y la gloria me llame al albor? ¡Dichoso amador quien no se partiese aunque amaneciese1. — ¿Piensas, mi señor, que só yo contenta? ¡Dios sabe el dolor que se m'acrecienta! Pues la tal afrenta a mí se m'ofrece, vete, qu'amanece. 166 Si no piensas remediar mis males y mis fatigas, ¡ay,por Dios, no me lo digas! Más quiero bevir penoso, gozando de sólo verte, quel descanso y el reposo que me profiere la muerte. Pues si no piensas dolerte de mis males y fatigas, ¡ay,por Dios, no me lo digas! Aunque tu grave prisión tiene poder de matarme, no quieras sentenciarme por doblar más mi pasión; dilata mi perdición 15 porque piedad consigas. ¡Aj, por Dios, no me lo digas! El menos bien que me dieres es la mayor gloria mía. Mi plazer y alegría 20 tienen ser cuando tú quieres. Si te enojan mis plazeres y te alegran mis fatigas, ¡ay, por Dios, no me lo digas! Consiento mi perdición, 25 si callas tu crueldad, aunque tu gracia y beldad resucita mi pasión. Renueva tu condición, que tus obras enemigas, 30 me matan sin que lo digas. Siendo muerto en tu olvido mi querer nunca sin vida, viva en su tú servida, yo, muerto por no querido. 35 Ansí, perdido el sentido, con mis males y fatigas sofriré no me lo digas. 167 De vosotros he manzilla, ojos tristes, pues tanta gloria perdistes. 422 Perdistes de contemplar vuestra gloria y vuestro bien. Pues ya no tenéis a quién ni savéis a quién mirar, con razón devéis llorar, ojos tristes, pues tantagloria perdistes. Quedastes para sentir pena de gloria perdida; tuviérades mejor vida pudiendo luego morir. Más muerte será bevir, ojos tristes, pues que tanto bien perdistes. No busquéis más alegría, pues que veis cuán poco dura; soledad, lloro v tristura tened ya por compañía. Mirad cómo se os desvía, ojos tristes, todo cuanto bien tuvistes. Pues murió ya vuestra gloria, feneciáredes los dos; dichosos fuérades vos en alcançar tal vitoria: no os quedara la memoria, ojos tristes, de tal vien como perdistes. 168* Andad, pasiones, andad, acabe quien començô, que nunca os diré de no. ¿Qué mal me podéis hazer, sino que pierda la vida? 5 Yo la tengo tan perdida, que no puedo más perder. Entrad a vuestro plazer, tomad cuanto tengo yo, que nunca os diré de no. 10 Vengan, lleguen a porfía pasiones que son mi gloria, pues será cierta vitoria acabar por esta vía. ¡Oh mundo!, quien en ti fía 15 sé que oirá lo que yo, que nunca os diré de no. Podéis sin temor entrar en mi mal recebimiento, pues sabéis que soy contento, 20 si venís para acabar. La priesa será tardar, pues el remedio tardó, que nunca os diré de no. Dése fin en mi bevir, 25 de cualquier suerte que sea, porque ya no posea * Un el Cancionero general de 1511 este poema figura, fragmentariamente, como anónimo, pero a continuación de otro del Vizconde de Altamira. A él lo atribuye Romeu (CMP, pág. 386a). 27. porque ya no posea: «Falta una sílaba. Barbieri añadió jo entre j a y no» (CMP, pág. 386a). 424 el torm ento de sentir, que lo tengo de sofrir pues que ventura lo dio, que nunca os diré de no. Hallaréis mi coraçon sin portero, a puerta abierta, esperando nueva cierta de muerte por galardón. Cierta sale su intención de quien tal seguro dio, que nunca os diré de no. 169 El bivo fuego de amor donde prende, quien lo mata más lo enciende. El coraçon encendido mal se puede socorrer: es por fuerça que ha de ser abrasado y consumido. Toda defensa es peor: más ofende al triste que se defiende. Su torm ento no s'espera que jamás se mudará; en el alma quedará para siempre que no muera. Es tan dulce su dolor donde prende, que, aunque mata, no se enciende. 29. que lo tengo de sofrir: «pues tengo que sobrellevarlo». 34-35. Cfr. núm 1, v. 36. Y a quien esta ley condena, de ser libre se despida. Pues bive vida sin vida, .quedando biva la pena, de si mesmo es matador. No lo entiende: por soltarse más se prende. 170 Al Señor crucificado, Redentor, yo lo vi resucitado sin dolor. Llorando desconsolada, mis ojos tornados fuente, yo salí de mi posada al alvor resplandeciente, con una caxa de ungüente oledor, para ungir al Redentor. Con amor, pena y tristura caminé por despoblado. Demostró mi desventura ser el sepulcro cerrado. Crecióme amor tal cuidado con dolor de congoxa y disfavor. Vi abierto el monumento, que cerrado parecía, y vi estar sentado un ángel que reluzía; y tanto resplandecía su claror, que me puso gran pavor. Hablóme muy mesurado: «María, no hayas miedo al Señor crucificado. Jesú Cristo, rey del cielo, que buscas en este suelo, 30 sin dolor resucitó, vencedor. »A Pedro y a sus amigos dirás qu'esto cierto era, que, todos siendo testigos, 35 lo verán en Galilea. No tardará que no sea mediador con vosotros el Señor.» Yo bolviendo, huyendo, a un huerto, 40 con temor que me aquexava, y entréme, qu'estava abierto, y vi un hombre qu'escardava. Su vista me asegurava del pavor 45 del ángel y resplandor. Lleguéme junto cab' él, por mejor asegurarme. Comencé de hablar con él y él a mí de consolarme; 50 y díxome: «¿Quieres tocarme?» «¡Ay Señor! ¡Tú eres mi Redentor!» 27. Por consiguiente, el relato está puesto en boca de María Magdalena, repite con frecuencia el dantesco: «Nesun maggior dotare / che ricordarsi del 40. Como el gerundio bolviendo no hace sentido, Barbieri propone volvíme (CMP, pág. 463b). A no ser que se entiendaj (v. 42) en la acepción de «allí». 427 171 ¡Oh dulce y triste memoria! ¡Oh pena con alegría d'aquella pasada gloria de que yo gozar solía! Aunque la pena d'ausente 5 me fatiga en tanto grado, memoria del bien pasado da consuelo al mal presente. Venga, pues benir debría, la fin para mayor gloria, 10 que morir con tal memoria doblada vida sería. 7-8. El motivo contrario es también habitual en la poesía de cancionero, que repite con frecuencia el dantesco: «Nesun maggior dolore / che ricordarsi del tempo felice / nella miseria.» 428 A LA DUQUESA DE SOMA He miedo de importunar a vuestra señoría con tantos libros. Pero ya que la importunidad no se escusa, pienso que havrá sido menos malo dalla repartida en partes. Porque si la una acabare de cansar, será muy fácil remedio dexar las otras. Aunque tras esto me acuerdo agora que el cuarto libro ha de ser de las obras de Garcilasso, y éste no solamente espero yo que no cansará a nadie, mas aún dará muy gran alivio al cansa[n]cio de los otros. En el primero havrá vuestra señoría visto essas coplas (quiero dezillo assí) hechas a la castellana. Solía holgarse con ellas un hombre muy avisado y a quien vuestra señoría deve de conocer muy bien, que es don Diego de Mendoça. Mas paréceme que se holgava con ellas como con niños y assí las llamava las redondillas. Este segundo libro terná otras cosas hechas al modo italiano, las cuales serán sonetos y canciones, que las trobas d'esta arte assí han sido llamadas siempre. La manera d'estas es más grave y de más artificio y (si yo no me engaño) mucho mejor que la de las otras. Mas todavía, no embargante esto, cuando quise provar a hazellas no dexé de entender que tuviera en esto muchos reprehensores. Porque la cosa era nueva en nuestra España y los nombres también nuevos, a lo menos muchos d'ellos, y en tanta novedad era impossible no temer con causa, y aun sin ella. Cuanto más que luego en poniendo las manos en esto topé con hombres que me cansaron. Y en cosa que toda ella consiste en ingenio y en juizio, no tiniendo estas dos cosas más vida de cuanto tienen gusto, pues cansándome havía de desgustarme, después de desgustado, no tenía donde passar más adelante. Los unos se quexavan que en las trobas d'esta arte los conso- 429 nantes no andavan tan descubiertos ni sonavan tanto como en las castellanas. Otros dezían que este verso no sabían si era verso o si era prosa. Otros argüían diziendo que esto principalmente havía de ser para mujeres y que ellas no curavan de cosas de sustancia sino del son de las palabras y de la dulçura del consonante. Estos hombres con estas sus opiniones me movieron a que me pusiesse a entender mejor la cosa, porque entendiéndola viesse más claro sus sinrazones. Y assí cuanto más he querido llegar esto al cabo, discutiéndolo conmigo mismo, y platicándolo con otros, tanto más he visto el poco fundamento que ellos tuvieron en ponerme estos miedos. Y hanme parecido tan livianos sus argumentos, que de sólo haver parado en ellos poco o mucho me corro, y assí me correría agora si quisiesse responder a sus escrúpulos. Que ¿quién ha de responder a hombres que no se mueven sino al son de los consonantes? ¿Y quién se ha de poner en pláticas con gente que no sabe qué cosa es verso, sino aquél que calçado y vestido con el consonante os entra de un golpe por el un oído y os sale por el otro? Pues a los otros que dizen que estas cosas no siendo sino para mujeres no han de ser muy fundadas, ¿quién ha de gastar tiempo en respondelles? Tengo yo a las mujeres por tan sustanciales, las que aciertan a sello, y aciertan muchas, que en este caso quien se pusiesse a defendellas las ofendería. Assí que estos hombres y todos lo* de su arte, licencia ternán de dezir lo que mandaren. Que yo no pretiendo tanta amistad con ellos que, si hablaren mal, me ponga en trabajo de hablar bien para atajallos. Si a éstos mis obras les parecieren duras y tuvieren soledad de la multitud de los consonantes, ahí tienen un cancionero que acordó de llamarse general para que todos ellos bivan y descansen con él generalmente. Y si quisieren chistes también los hallarán a poca costa. Lo que agora a mí me queda por hazer saber a los que quisierefn] leer este mi libro es que no querría que me tuviessen por tan amigo de cosas nuevas que pensassen de mí que por hazerme inventor de estas trobas, las cuales hasta agora no las hemos visto usar en España, haya querido provar a hazellas. Antes quiero que sepan que ni yo jamás he hecho professión de escrivir esto ni otra cosa ni, aunque la hiziera, me pusiera en trabajo de provar nuevas invinciones. Yo sé muy bien cuán gran peligro es escrivir y entien­ 430 do que muchos de los que han escrito, aunque lo hayan hecho más que medianamente bien, si cuerdds son, se deven de haver arrepentido hartas vezes. De manera que si de escrivir, por fácil cosa que fuera la que huviera de escrivirse, he tenido siempre miedo, mucho más le tuviera de provar mi pluma en lo que hasta agora nadie en nuestra España ha provado la suya. Pues si tras esto escrivo y hago imprimir lo que he escrito y he querido ser el primero que ha juntado la lengua castellana con el modo de escrivir italiano, esto parece que es contradecir con las obras a las palabras. A esto digo que, cuanto al escrivir, ya di d'ello razón bastante en el prólogo del primer libro. Cuanto al tentar el estilo de estos sonetos y canciones y otras cosas de este género, respondo: que assí como en lo que he escrito nunca tuve fin a escrivir, sino a andarme descansando con mi spiritu, si alguno tengo, y esto para passar menos pesadamente algunos ratos pesados de la vida, assí también en este modo de invención (si assí quieren llamalla) nunca pensé que inventava ni hazía cosa que huviesse de quedar en el mundo, sino que entré en ello descuydadamente como en cosa que iva tan poco en hazella, que no havía para qué dexalla de hazer haviéndola gana. Cuanto más que vino sobre habla. Porque estando un día en Granada con el Navagero, al cual por haver sido varón tan celebrado en nuestros días he querido aquí nombralle a vuestra señoría, tratando con él en cosas de ingenio y de letras y especialmente en las variedades de muchas lenguas, me dixo por qué no provava en lengua castellana sonetos y otras artes de trobas usadas por los buenos autores de Italia, y no solamente me lo dixo assí livianamente, mas aún me rogó que lo hiziesse. Partíme pocos días después para mi casa, y con la largueza y soledad del camino discurriendo por diversas cosas, fui a dar muchas vezes en lo que el Navagero me havía dicho. Y assí comencé a tentar este género de verso, en el cual al principio hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero después, pareciéndome quiçà con el amor de las cosas proprias que esto començava a sucederme bien, fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hazerme passar muy adelante, si Garcilasso con su juizio, el cual no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo, ha 431 sido tenido por regla cierta, no me confirmara en esta mi demanda. Y assí alabándome muchas vezes este mi propósito y acabándomele de aprovar con su enxemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos ociosos en esto más fundadamente. Y después, ya que con su persuasión tuve más abierto el juizio, ocurriéronme cada día razones para hazerme llevar adelante lo començado. Vi que este verso que usan los castellanos, si un poco assentadamente queremos mirar en ello, no hay quien sepa de dónde tuvo principio. Y si él fuesse tan bueno que se pudiesse aprovar de suyo, como los otros que hay buenos, no havría necessidad de escudriñar quiénes fueron los inventores del. Porque él se traería su autoridad consigo y no sería menester dársela de aquellos que le inventaron. Pero él agora ni trae en sí cosa por donde haya de alcançar más honra de la que alcança, que es ser admitido del vulgo, ni nos muestra su principio con la autoridad del cual seamos obligados a hazelle honra. Todo esto se halla muy al revés en estotro verso de nuestro segundo libro. Porque en él vemos dondequiera que se nos muestra una disposición muy capaz para recebir cualquier materia: o grave o sotil o dificultosa o fácil, y assimismo para ayuntarse con cualquier estilo de los que hallamos entre los autores antiguos aprovados. De más desto ha dexado con su buena opinión tan gran rastro de sí, por dondequiera que haya passado, que si queremos tomalle dende aquí, donde se nos ha venido a las manos y bolver con él atrás por el camino por donde vino, podremos muy fácilmente llegar hasta muy cerca de donde fue su comienço. Y assí le vemos agora en nuestros días andar bien tratado en Italia, la cual es una tierra muy floreciente de ingenios, de letras, de juizios y de grandes escritores. Petrarcha fue el primero que en aquella provincia le acabó de poner en su punto, y en éste se ha quedado y quedará, creo yo, para siempre. Dante fue más atrás, el cual usó muy bien del, pero diferentemente de Petrarcha. En tiempo de Dante y un poco antes, florecieron los proençales, cuyas obras, por culpa de los tiempos, andan en pocas manos. D'estos proençales salieron muchos autores ecelentes catalanes, de los cuales el más ecelente es Osias March, en loor del cual, si yo agora me metiesse un poco, no podría tan presto bolver a lo que agora 432 traigo entre las manos. Mas basta para esto el testimonio del señor Almirante, que después que vio una vez sus obras las hizo luego escrivir con mucha diligencia y tiene el libro d'ellas por tan familiar como dizen que tenía Alexandre el de Homero. Mas tornando a nuestro propósito, digo que, aun bolviendo más atrás de los proençales, hallaremos todavía el camino hecho deste nuestro verso. Porque los endecasílabos, de los cuales tanta fiesta han hecho los latinos, llevan casi la misma arte, y son los mismos, en cuanto la diferencia de las lenguas lo sufre. Y porque acabemos de llegar a la fuente, no han sido d'ellos tampoco inventores los latinos, sino que los tomaron de los griegos, como han tomado muchas otras cosas señaladas en diversas artes. De manera que este género de trobas, y con la autoridad de su valor proprio y con la reputación de los antiguos y modernos que le han usado, es dino, no solamente de ser recebido de una lengua tan buena, como es la castellana, mas aún de ser en ella preferido a todos los versos vulgares. Y assí pienso yo que lleva camino para sello. Porque ya los buenos ingenios de Castilla, que van fuera de la vulgar cuenta, le aman y le siguen y se exercitan en él tanto, que si los tiempos con sus desasossiegos no lo estorvan, podrá ser que antes de mucho se duelan los italianos de ver lo bueno de su poesía transferido en España. Pero esto aún está lexos, y no es bien que nos fundemos en estas esperanças hasta vellas más cerca. De lo que agora los que escriven se pueden preciar es que para sus escritos tengan un juizio de tanta autoridad como el de vuestra señoría, porque con él queden favorecidos los buenos y desengañados los malos. Pero tiempo es que el segundo libro comience a dar ya razón de sí y entienda cómo le ha de ir con sus sonetos y canciones. Y si la cosa no sucediera tan bien como él dessea, piense que en todas las artes los primeros hazen harto en empeçar y los otros que después vienen quedan obligados a mejorarse*. * Texto según Juan Boscán: Obraspoéticas, ed. Martín de Riquer, A. Comas y J. Molas, Barcelona, Facultad de Filosofía y Letras, 1957. 433 Glosario aballar; aballar lapata: m archarse. abarrisco: desordenadam ente. abastado: dotado, abastecido. abusión: engaño. acordado: a veces concertado, arm onizado. acostarse: acercarse. acreer: d ar en crédito. actor: autor, autoridad digna de ser im itada. acucia: solicitud, fervor. adama: cariño, confianza. adolecer: enferm ar. adolecerse: com padecerse. adolescer: co m o adolecer, adonado: gracioso, colm ado de d o ­ nes. Adonay: el Señor. afortunado: que tiene buena o mala fortuna. aguaducho: avenida de agua. aguilando: aguinaldo. ahotas: ciertam ente. ál: o tra cosa. albaquia: resto de una deuda o cuenta. alcandora: túnica a m o d o de cam i­ sa. alcorque: zapato con la suela de corcho. alcuña: linaje. almagrar: m arcar las reses con alm agre. alongar: alejar. allozar: lugar poblado de allozos o alm endros silvestres. amatar: m atar, apagar. aosadas: p o r cierto. aparcero: socio, com pañero. aproveztr: crecer. ardideza: valentía. ardido: valiente. argentada: especie de afeite. armento: cabeza de ganado. arrear: adornar, engalanar. arreo: gala. asesar: en trar en razón. asmar: pensar, creer. asseo: belleza, gracia. atender: esperar. atincar: afrodisiaco. auto: acto. baladro: aullido, grito. balandrán: vestidura talar ancha. balax: especie de rubí. baltrueto: hom bre desordenado. barbada: cadena que fija el freno en la boca del caballo. bestión: estatua, relieve. blao: azul. blasmar: m aldecir. 435 brama: voz que form an los ciervos y otros anim ales en la época de celo. brial: tún ica de seda. brío: dignidad; altivez. brioso: orgulloso. broslar: bordar. bueltas; a bueltas de: junto con. bullón: pan grande (?); cuchillo (?). cabe: junto. cabeçôn: cuello de un vestido o ca­ misa. cabo: final, extrem o. cabo; de cabo: de nuevo. cadañero: anual. çafi: zafiro. çahareno: arisco. caler: convenir. camurra: cibelina. capelo: som brero. cardiamo: corazón mío. carlear: jadear. carrera: cam ino, viaje. castigar: reprehender, aconsejar, corregir. cava: foso, trinchera. caves: capucha. cedo: rápido. cender: bajar. cerilla: afeite elaborado a base de cera. coldre: carcaj. comedir: pensar, reflexionar. compeçar: com enzar. complida: dotada. comportar: soportar, sobrellevar. comunal: m ediano, corriente. com unales: justicia. concierto: pacto. conjación: m edicam ento com puesto de varias sustancias. conferir: ten er trato o conversa­ ción. connotado: obra. conorte: alivio. conseguir: seguir. consejar: aconsejar; deliberar. constubre: corrupción. continente: aspecto, disposición del cuerpo. continente; de continente: inm ediatam ente. coraje: rabia, saña. coro; de coro: de m em oria. corsante: com o cosaute. corredor: soldado destacado en avanzada. eos: cuerpo. cosaute: tipo de com posición poé­ tica. coser: caballo. coso: carrera. cospanço: cuerpo. costero: relativo a la cuesta o pendiente. . eras: m añana. cudar: com o cuidar, cuesta; de cuesta: de espaldas. cuidado: preocupación, sufrim ien­ to. cuidar: pensar. cumplir: ser necesario o con v eniente, bastar. cupido: am bicioso. cura: preocupación, atención. curarse: preocuparse, pensar. curial: perteneciente o relativo a la corte. chapado: reforzado con planchas de m etal; b ordado con lám i­ nas. chotuno; m al chotuno: enferm edad de las ovejas. 436 •desatentar: p erd er la razón. defender: prohibir. departir: partir, apartar. deporte: *entreten im ien to , d iver­ sión. desatentado: que carece de tiento. desconoscer. ser ingrato, faltar a la fe debida. defecha: com posición breve que sirve de term inación a algún rom ance o decir. des:: después. desigual: desm edido. deslaj: especie de desfecha del lay. despartir: com o departir, despender: gastar. desportarse: entretenerse. desque: a veces, cuando. devisa: com o divisa, discor: com posición poética. divisa: lem a, m ote. divisar: com partir. doliente: enferm o. dolo: ¿dónde está? doneguil: am able, elegante. donata: dam a. embaír, engañar. empescer: dañar. empresa: m ote. endevido: indebido. enfengido: presum ido, envanecido; fingido. engrifar: encrespar, erizar. enhuziado: confiado. enojar, hartar, cansar. enrique: m o n ed a de oro. entremés: juego, m inucia. envanescer: desvanecerse. envisado: avisado. escombrar: lim piar. escontra: hacia. escucha: centinela, espía. escusero: furtivo. esfuerzo: valor, entereza. esguarde: am paro, protección. esmerar, escoger, com parar. esperavanda: bufanda que sujeta el som brero. esquero: bolsa. esquivo: desdeñoso, cruel. estinco: lagarto. estoraque: bálsam o oloroso. estraño: excepcional. estremo: extrem adam ente. estremuloso: tem eroso. estrena: aguinaldo que se da al principio del año. evat: he aquí, ved aquí. fabrido: trabajado con esm ero. fallescer: faltar, abandonar; com eter falta. falim iento: falta, culpa. faraute: heraldo. feble: débil, frágil. femencia: vehem encia, ahínco. figura: a veces, facciones. fincar: quedar. firm alie: broche. flagante: brillante. folgança: alivio, descanso, placer. folgura: com o folgança. fortuna: a veces, torm enta. fosco: oscuro. franco: m oneda francesa de o ro y plata. franco: generoso. fra n q u ea : generosidad. fuer; afu e r de: a la m anera de. gagadear: balbucear. galán: a veces, cortesano. galocha: especie de chancla. garço: azul. garguero: gaznate. 437 gasajado: regalo; placer. gesto: cara, aspecto. gollorías: aves raras. gona: túnica. gormar: vom itar. graveza: pesadum bre, tristeza. guadramaña: disputa. guarir: curar. guay: ay. guisa: sin guisa: desm esurado. hanço: placer. bazán: can to r de la sinagoga. hemencia: com o jemencia. hipnal: serpiente cuya m ordedura produce un sueño letal. homenaje: a veces, prom esa. hopa: especie de túnica. hopalanda: falda am plia. huélfago: enferm edad del pulm ón. igualeza: justicia. invención: ardid; m ote. invinción: com o invención. jamás: nunca; siempre. jaqués; doblajaqués: m oneda arago­ nesa. jornada: viaje, cam ino. ¡ornea: p renda que se llevaba sobre las arm as. lapidario: conocedor de las p ropiedades de las piedras. lazurio: to rm en to , sufrim iento. ledo: alegre, contento; bello. librante: el que expide o espera una libranza. librar: salir bien o m al parado. lonja: en cetrería, correa larga. luego: inm ediatam ente. luengo: largo. luzentora: afeite para enlucir el rostro. maestrado: dispuesto o fabricado con arte. maguer: aunque. mamparar: am parar, proteger. mandadero: m ensajero. mandra: rebaño. mantillo: toca. m anzilla: com pasión, lástim a; ver­ güenza. marrido: apenado. m atizflr: co m b in ar los colores de form a agradable. membrar: recordar. membrarse: acordarse. mena: m odo de ser. mengua: deshonor. mesta: rebaño; pasto com ún. meter: apostar. miera: aceite de enebro que se aplica a la roña del ganado. milgrana: granada. morterada: lo que se m achaca en el m ortero. mote: dicho ingenioso o hiriente; tipo de com posición. muda: afeite. natío: planta, semilla. neto: puro, limpio. nuzir: dañar, perjudicar. pagado: co n ten to , satisfecho. pagano: a veces, m usulm án. palaciano: cortesano. paramento: adorno. parar: dejar, poner. peal: la parte de la calza que cubre el pie. pelote: com o pellote. 438 pellote: ropa larga hecha habitualm en te de pieles. pesgo: piel. pestorejada: golpe dado en la cer­ viz. pihuela: correa con que se aseguran los pies de los halcones. pintado: adornado; falsam ente be­ llo. plática: conversación; práctica, com portam iento. poçal: m ina. policía: belleza, cortesía. pálido: herm oso. posar: detenerse, hospedarse. postura: pacto, acuerdo. potaje: veneno. potista: bebedor. presupuesto: propósito, intención. p re z gloria. prieto: negro, oscuro. prim a; la prim a de: la flor y natal de. profa7jir: reprochar. proferir: prom eter. prosa: a veces, com posición poéti­ ca. prove?#: pobreza. pues;pues que: aunque. pum a: m anzana. punto: no ta musical. queça: cam isa. querella: lam ento; acusación, disputa. querellar: quejarse; disputar. rabadán: m ayoral. rafex rahez, m iserable. rasura: la hez del vino. rebato: alarm a. rebello: rebeldía. recabdo: solución. receptar: acoger. recordar: despertar. recuesta: petición, súplica, pregun­ ta. redargüir: criticar. regañar: rechinar. regordido: gordo. relevamiento: acción de levantar. remescer: m over, agitar. renuevo: usura. reparo: protección, consuelo. retir: fundir. romper; romper batalla: em pezar una batalla. ropero: sastre. sabor: placer, satisfacción. sal rapina: condim ento preparado a base de rábano rusticano. salud: salvación. saludador: em baucador que pretende curar ciertos males. salva; hacer salva: hacer prueba. salvando: excepto. salvar: saludar. saterión: especie de orquídea a la que se atribuyen propiedades afrodisiacas. senguil: fronterizo. sentido: prudente, avisado. señero: solitario. signoga: com o sinoga. sinoga: sinagoga. soblimado: ascendido en la jerarquía social. sobreseñales: blasones que decoran la cota de arm as. solimán: afeite. soluto: suelto, libre. son;por ta l son: p o r tal m odo. sueno: sonido. sufrir: sobrellevar con paciencia, tolerar. susaño: reprensión. 439 tablaje: garito. tablajero: dueño de garito. tacar: m anchar, m arcar. tarde: a veces, raram ente. társica: relativo a la piedra tharsis. tema: tem or. tiento: m oderación, discreción. tirar: quitar. todavía: siem pre. toller: quitar. topaza: topacio. trabajo: a veces, penalidad, es­ fuerzo. transido: ham briento. trasijado: ham briento. trovado: em barazado; reñido. trovar: aferrar. travesero: alm ohada. trebajo: com o trabajo, trepada: ropa con un ad o rn o alrededor de su orillo. troça: m ochila. unturilla: tipo de afeite. vagar: calm a, sosiego. valedor: ayudante. valiente: gallardo, fuerte. vanda: costado de la nave. vandero: banderizo, parcial. vaquilla: grasa de vaca. piedades m edicinales. vegada: vez. vejaire: gesto. vela: centinela. vellud: terciopelo. venadriz: cazadora. verano: prim avera y com ienzos del verano (opuesto a estío). Más genéricam ente, buen tiem po. vicio: placer. virtud: fuerza, energía. visaje: cara;falso visaje: m áscara. visso: cara. xamete: tejido de seda. zarzaganillo: m al viento. 440 índice de primeros versos* A contemplar vuestro gesto 131 A la una, a las dos 43 Abela, cibdat de grant fermosura 14 Adiós, mi libertad 42 Al Señor crucificado 170 Alta reina de Castilla 94 Amigo Joan Sánchez de los de Bivanco 17 Amor cruel e brioso 1 Amos desque no te vi 52 Amor, en nuestros trabajos 56 Andad, passiones, andad 68 Ante la muy alta corte 11 Aquel árbol que buelbe la foxa 10 Aquestos y mis enojos 85 Arguyese una cuistión 163 Aunque sé qu’eres amada 47 Aunque soy cierto que peco 49 Aunque sufro enoxos asaz 50 Ausencia puede mudar 119 Ay de vos después de mí 67 Ay Haxa, por qué te vi 155 Ay, que ya morir no puedo 133 Ay, triste, que vengo 150 Ayer vino un cavallero 159 Bien amar, leal servir 24 Bive leda, si podrás 25 Caldero y llave, madona 153 Capitán, gentil señor 120 Cerrada estava mi puerta 107 Clara está mi desventura 130 Como cuando las loçanas 89 Como el que e n . hierros ha estado 160 Como ya mi mal es viejo 95 Con dos cuidados guerreo 113 Con la belleza prendéis 76 Con tristesa e con enojos 2 Contento con padescer (Cfr. «Pudo tanto mi querer») Contra la regla galana 58 Cual se mostrava la gentil Lavina 39 Cuando de vos me partiere 118 Cuidado nuevo venido 22 D’estas aves su nación 138 D’onde sois gentil galana 63 Dad albricias, coraçôn 135 De los más el más perfeto 78 De Madrit partiendo con el rey en febrero 18 De otras reinas diferente 122 De vosotros he manzilla 167 Desnuda en una queça 66 Después qu’esto en la prisión 142 * El número corresponde al poema en esta antología. 441 Desque vos miré 28 Desterrado parte el Niño 105 Dexadme mirar a quien 75 Dezís: «Casemos los dos 99 Dime, Señora, di 102 Donde yago en esta cama 27 Donzella, diez mil enojos 79 Dos cosas no alcanço yo 117 Dos enemigos hallaron 132 El bivo fuego de amor 169 El coraçôn se me fue 80 El engaño que tuviste 156 El gentil niño Narciso 20 El que arde en biva llama 74 El seso turvio pensando 109 Embiastes mandar que vos ver quisiesse 13 En el plaziente verano 157 En la Pascua del nascer 116 En mi fe, señora mía 48 En un fermoso vergel 15 En un vergel deleitoso 16 Entre Torres y Canena 34 Es la boz de mi canción 139 Esperança mía, por quien 111 Floreció tanto mi mal 148 Fue la caça d’este día 128 Fuego del divino rayo 26 Fui a ver este otro día 19 Gentil dama muy hermosa 121 Gran belleza poderosa 96 Grant sonsiego e mansedubre 12 Guardas puestas por concejo 93 Guay de vos si non pensáis 60 Ham, ham, huid que ravio 21 Hame tan bien defendido 82 Hiz’os Dios merescedora 154 Horas eres hablestana 100 Iba María, la muy delicada 144 La grandeza de mis males 108 La inmensa turbación 77 La mucha tristeza mía 164 Las aves andan bolando 110 Las trompas sonavan al punto del día 65 Linda, desque bien miré 8 Linda sin comparación 5 Lo que queda es lo seguro 162 Los rabíes nos juntamos 3 Los sospiros no sosiegan 152 Llegando a Pineda 45 Más clara que non la luna 30 Más quiero contigo guerra 46 Mingo Revulgo, Mingo 88 Mira, mira, rey muy ciego 101 Mira que mal es el mío 134 Moça tan fermosa 35 Moçuela de Bores 33 N’os parezca desamor 140 Ninguno sufra dolor 97 No juzguéis por la color 123 No le des prisa dolor 98 No lo consiente firmeza 91 No saben ni sé dó’stoy 126 No sé cuáles me prendieron 72 No sé para qué nascí 124 No tardes, Muerte, que muero 84 No te tardes que me muero 147 Noble rey, yo adorando 9 Non es el rayo del Febo luziente 40 Non teniendo qué perder 57 Oh dulce y triste memoria 171 Oh, quién pudiesse deziros 115 Oh, rabiosas temptaciones 32 Oh, ropero amargo, triste 90 442 Oiga tu merced y crea 29 Ojos garços ha la niña 149 » Passando por la Toscana 64 Pídote, por tu venida 103 Por la fin del quien bien ama 44 Por una floresta escura 7 Por una gentil floresta 36 Presumir de vos loar 3 1 Pudo tanto mi querer 129 Pues que jamás olvidaros 151 Pues que me queréis matar 69 Pues que mi grave dolor 145 Qué mayor desaventura 114 Quien de linda se enamora 6 Quien no aventura no gana (Cfr. «Pues que mi grave dolor») Quien no ’stuviere en presencia 83 Razón manda que yo quiera 158 Recuérdate de mi vida 37 Recuerde el alma dormida 87 Robadas havían el Austro e Borea 38 Rosa, si rosa me distes 137 Saliendo de un olivar 59 Secreto dolor de m í 55 Señora de hermosura 112 Señora, flor de açucena 4 Señora, grand sinrazón 54 Señora, no preguntés 71 Señora, védesme aquí 141 Si d’esta scapo (Cfr. «Soy garridilla e pierdo sazón») Si de amor libre estuviere 16 1 Si deliberado tenéis 73 Si me quieres entender 53 Si no piensas remediar 166 Si nunca te ha de menguar 51 Si os pedí, dama, limón 136 Sin Dios y sin vos y mí (Cfr. «Yo soy quien libre me vi») Sólo por ver a Macias 23 Soy garridilla e pierdo sazón 68 Tan gentil os vieron ir 143 Tanto la vida me enoja 92 Toda se buelve en manzilla 106 Ven muerte tan escondida 125 Vi tesoros ayuntados 41 Vos cometistes traición 8 1 Vos me matáis de tal suerte 127 Vos miráis a mí y a ella 72 Vos partís e a mí dexáis 61 Ya cantan los gallos 165 Ya son vivos nuestros tiempos 104 Ya tanto bien parecéis 70 Yo en vos y vos en Dios (Cfr. «Después qu’estó en la prisión») Yo me estava reposando 146 Yo soy quien libre me vi 86 443 índice In t r o d u c c ió n L os c a n c io n e r o s ................................................................................................. 9 C o n c e p c ió n d e la p o e s í a ............................................................................... 12 La c o n c e p c ió n del a m o r ............................................................................... 15 El g alán y la d am a ................................ -........................................................ 20 La religión d e a m o r ........................................................................................ 22 El c o n c e p tism o ................................................................................................. 23 I m á g e n e s ............................................................................................................... 25 I.os g é n e r o s .......................................................................................................... 26 Las serranillas .................................................................................................... 28 La p oesía religiosa ........................................................................................... 29 La p oesía m o r a l ................................................................................................. 33 La p oesía política y s a tír ic a ......................................................................... 36 P re g u n ta s y r e s p u e s ta s .................................................................................. 38 E le m e n to s p o p u lare s en los c a n c io n e r o s ............................................ 40 E le m e n to s sem ítico s en los c a n c io n e r o s ............................................ 44 E l v e rso d e a rte m a y o r y su p o ética ..................................................... 46 E v o lu c ió n d e los c a n c io n e r o s ................................................................... 47 E v o lu c ió n d e la l e n g u a .................................................................................. 51 P e rv iv en c ia de los c a n c io n e r o s ................................................................. 52 B ib l io g r a f ía ............................................................................................................. 55 S ig la s y a b r e v ia t u r a s ..................................................................................... 61 N o ta p r e v i a ............................................................................................................. 65 P oesía d e C a n c io n e r o P ro lo g u s B a e n e n s s is ........................................................................................ 69 M a c ía s ...................................................................................................................... 75 P e ro F e rrú s .............................................................................··.......................... 78 A lfo n so Á lv arez d e V illa sa n d in o ........................................................... 81 D ie g o H u rta d o d e M e n d o z a ....................................................................... 90 F ra n c isco I m p e r i a l ........................................................................................... 92 445 D iego de V a le n c ia .................................................................................... 103 P ero G onzalez de U ceda ....................................................................... 105 Ferrán Sánchez C alavera o T a la v e r a ................................................. 108 Fernán Pérez de G u z m á n ....................................................................... 117 Ju an R odríguez del P a d ró n .................................................................... 120 Ju an de M e n a ............................................................................................... 127 Iñigo López de M endoza, M arqués de S a n tillan a......................... 139 D iego de V a le ra .......................................................................................... I 70 M o r a n a .......................................................................................................... 172 P edro de Q uiñones ................................................................................. 174 Francisco B ocanegra ............................................................................... 176 A lfonso de M ontoro ............................................................................... 178 Francisco de V illalpando ....................................................................... 179 F ernando de R o ja s .................................................................................... 181 Ju an de T o r r e s ............................................................................................ 182 P edro de Santa Fe .................................................................................... 184 Lope de S tú ñ ig a .......................................................................................... 187 Suero de R ib e r a .......................................................................................... 191 Carvajal o Carvajales ............................................................................... 202 Ju an de D u e ñ a s .......................................................................................... 211 Poem as anónim os (C ancionero de H erberav de Hssarts) . . . . 213 G óm ez M a n riq u e ....................................................................................... 223 Jorge M anrique ......................................................................................... 245 Fray Iñigo de M endoza ......................................................................... 269 A ntón de M ontoro ................................................................................. 282 Ju an Á lvarez G a t o .................................................................................... 288 Fray A m brosio M o n te s in o .................................................................... 297 H ernán M e x ía ............................................................................................ 304 R odrigo C o ta ............................................................................................... 307 C o s ta n a .......................................................................................................... 328 G u e v a ra .......................................................................................................... 338 M arqués de A s to rg a .................................................................................. 342 V izconde de A ltam ira . . ! .................................................................... 348 Luis de V iv e ro ............................................................................................ 351 Lope de S o s a ............................................................................................... 354 T a p ia ............................................................................................................... 356 C artagena ..................................................................................................... 360 C om endador E s c r iv á ............................................................................... 366 Soria ............................................................................................................... 369 Q u ir ó s ............................................................................................................. 372 Nicolás N ú ñ e z ............................................................................................. 376 Florencia P inar .......................................................................................... 378 P i n a r ............................................................................................................... 380 446 Poem as A nónim os (C ancionero general, 1511) ........................ 381 Ju an de Padilla el C artujano ................................................................. 384 Juan del E n c in a .......................................................................................... 389 Ju an F ernánd ez de H eredia ................................................................. 401 P edro M anuel X im énez de U r r e a ...................................................... 403 G arci Sánchez de B a d a jo z ........................................................................ 412 Poem as A nónim os (C ancionero M usical de P a la c io )................ 420 A la D uquesa de S o m a ............................................................................ 429 G lo sar io ............................................................................................................. 4 3 5 Ín d ic e de prim eros v e r s o s ........................................................................ 4 4 1 447