Catalina de Erauso Catalina de Erauso es uno de los personajes más desconocidos y curiosos de la historia española. Una mujer que vivió y luchó como un hombre, en una época donde el lugar reservado para ellas estaba junto a los fogones o en un convento... pero Catalina Erauso, también conocida como „la monja alférez“ se rebeló, y vaya si se rebeló... Nació en San Sebastián en 1592, en el seno de una familia acomodada compuesta por el capitán Miguel de Erauso y María Pérez de Galarraga y Arce. A los cuatro años fue internada en el Convento de las Dominicas de San Sebastián, regido por su tía carnal. Con tan sólo 15 años Catalina se escapó del convento, tras pelearse con otra novicia, y vagó por España desempeñando diversos oficios. Además de tener ya por naturaleza un aspecto masculino, de gran estatura y poco agraciado, Catalina se vanagloriaba de disminuir sus pechos con diversas recetas y se vestía de hombre para ejercer trabajos masculinos. A los pocos meses de su huída llegó a la localidad de Sanlúcar de Barrameda (España) y se vistió de grumete para poder embarcar en un galeón. Daba la casualidad de que el capitán del galeón era un tio suyo, Esteban de Eguiño, pero no la reconoció debido a su aspecto y a que usó el nombre falso de Antonio Erauso. Aparte de este nombre utilizaba otros como: Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Ramírez de Guzmán, Alonso Díaz, etc. Cuando el barcó llegó a América, concretamente a Cartagena de Indias, consiguió que un mercader vasco, Juan de Urquizo, le diera trabajo, y junto a él partió hacia Perú. Dado su carácter agresivo se vio envuelta en varias peleas en las que incluso mató a dos hombres. Gracias a las recomendaciones de Juan de Urquizo logró ponerse al servicio (como tendero) de otro mercader vasco, Diego de Lazarte, en Lima (Perú). Sin embargo, aquel oficio le aburría y en 1619 optó por alistarse como soldado en una compañía que combatía a los indios del norte de Chile. Ya en combate, su valor y agresividad en la Batalla de Valdivia le hicieron ganarse el grado militar de “alférez”. Vivió en Chile durante tres años, alojándose en la casa de su hermano, el capitán Miguel de Erauso, que ni siquiera le reconoció. Allí sus trifulcas y duelos continuaban a la orden del día, y en uno de ellos mató a su hermano Miguel accidentalmente, viéndose obligada a huir del país atravesando Los Andes hasta llegar a Buenos Aires. En Tucumán prometió matrimonio a dos mujeres pero huyó de nuevo hasta llegar a Potosí (Bolivia) por una ruta casi inaccesible. Nunca se sabrá si Catalina se sentía mujer lesbiana u hombre, pero lo cierto es que mantenía relaciones con mujeres e incluso entraba en muchas peleas a causa de ellas. En 1619, al servicio de la corona, luchó en la Guerra de Arauco, contra los mapuches en el actual Chile ganándose la fama de ser valiente y hábil con las armas y sin desvelar que era una mujer. Con estos méritos alcanzó el grado de alférez. Al parecer durante estos años se vio envuelta en numerosas peleas y disputas como por otra parte era normal entre los soldados. En Bolivia ejerció como sargento mayor y comerciante, pero nuevas broncas y agresiones hicieron que fuera juzgada y condenada a muerte. Huyó a Cuzco (Perú), donde en una pelea recibió una herida de extrema gravedad que le hicieron incluso confesarse a un cura al que le reveló su condición de mujer. Tras ver la muerte de cerca se arrepintió y reveló públicamente su secreto al Obispo Agustín de Carvajal, arrepintiéndose y pidiendo que le permitieran llevar vida monacal en un convento. La historia se supo en América y Europa. Se la obligó a pasar un examen médico donde se descubrió que era virgen. Fue trasladada a Lima y entró en el Convento de la Santísima Trinidad. En 1624 regresó a España con una aureola de fama alrededor, siendo recibida por el rey Felipe IV que la ratificó en su grado de alférez. En España escribió sus memorias, donde se arrepentía de sus crímenes y su vida agresiva. Viajó a Roma para entrevistarse con el Papa Urbano VIII y pedirle que le permitiera vestirse de hombre, deseo que le fue concedido. A continuación fue a Nápoles, donde también su presencia suscitó admiración. Paseando por el puerto de aquella ciudad, refiere ella misma en sus memorias, unas jovencitas acompañadas de unos mozalbetes quisieron burlarse de ella, diciéndole: "Signora Catalina, dove si cammina?" A lo que ella respondió: "A darles a ustedes unos pescozones, señoras putas, y unas cuchilladas a quien se atreva a defenderlas". En 1645 volvió a embarcarse con rumbo a México, utilizando el nombre de Antonio Erauso. Allí, en México, murió en 1650, en un pequeño pueblo llamado Cuitlaxtla. Sin embargo, tampoco se conocen las causas de su fallecimiento, pues unos dijeron que había muerto transportando una carga en un bote, otros que asesinada, otros que en un naufragio y otros, los más dados a la fantasía, que se la había llevado el diablo... Kateřina Carbolová