Lope de Aguirre Nació en Oñate (Guipúzkoa) entre los años 1511-1515, siendo hijo segundón de una familia hidalga acomodada pero no rica. Destinada la herencia a su hermano mayor, las opciones que se le presentan son el sacerdocio o buscar fortuna en la ciudad o en América. Vive un tiempo en la pujante Sevilla del XVI, donde aprende el oficio de domador de caballos, y escucha múltiples historias que corren acerca del Nuevo Mundo. De Sevilla parten cada primavera la Carrera de Nueva España (rumbo a Veracruz y otros puertos de América Central y las Antillas) y la Carrera de Tierra Firme (hacia Cartagena de Indias y Porto Bello). Lope de Aguirre embarca hacia América en 1534 y durante unos años poco se sabe de él; varios Lope de Aguirre aparecen en distintos documentos (al servicio del gobernador Pedro Heredia; en un naufragio cerca de La Habana; y reembarcando hacia América en 1539) pero su identidad no está confirmada. En América interviene sofocando rebeliones como la que él protagonizaría años más tarde, en la batalla de las Salinas; la expedición de Diego de Rojas, etc. Se cuenta que en Potosí es prendido y azotado por orden del juez Esquivel acusado de infringir las leyes que protegían a los indios. Dice su leyenda que Aguirre caminó descalzo tres años y cuatro meses hasta que, finalizado el mandato del juez, se venga apuñalándolo mientras duerme. A continuación huye disfrazado de negro y se refugia en Guamanga y posteriormente en Tucumán. Participa en 1552 en la sublevación de Cuzco contra el virrey Antonio de Mendoza, durante la cual asesina al gobernador Pedro de Hinojosa, lo que le vale una condena a muerte. En 1554 Alvarado lo amnistía a cambio de que colabore en el sofocamiento de una nueva sublevación, la de Francisco Hernández Girón. En esta turbulenta época empieza a ser llamado “Aguirre el loco”. En 1559 se enrola en la expedición que el virrey del Perú, bajo el mando del navarro Pedro de Ursúa, envía en busca del país de Omagua, el mítico El Dorado. La expedición, formada por 300 soldados, tres bergantines y varios cientos de indios, parte finalmente del puerto de Santa Cruz de Saposoa el 26 de septiembre de 1560. A Aguirre lo acompaña su hija Elvira, custodiada por dos dueñas. La búsqueda resulta infructuosa; se pierden embarcaciones y hombres, escasean las provisiones. Más tarde Aguirre asume el cargo de Maesede Campo y nombra gobernador a Fernando de Guzmán. Más tarde le nombra “Príncipe de Tierra Firme, Perú y Chile”.Al final Aguirre asesina a sus compañeros dudosos, incluso el propio Gurmán. Una vez se hace con el mando, abandona la fantasiosa idea de El Dorado y planes ir a Panamá y desde allí conquistar Perú. En julio de 1561 se apoderó de la isla Margarita. Posteriormente trata de llegar a Perú por tierra. Llega a Venezuela, donde toma la ciudad de Valencia y siembra el terror en la región. También apuñala a su hija Elvira para que no se convertiera en la prostituta de sus enemigos. Aguirre fue juzgado y condenado por rebelde y traidor. Le maraton de una manera cruel. Aún hoy en día perdura el recuerdo de Aguirre; los fuegos fatuos que se aparecen en Venezuela son su fantasma y el de sus hombres; la bahía de la isla Margarita donde desembarcó se llama todavía del Traidor; en Tocuyo se celebra su muerte con una procesión el 27 de octubre; los campesinos de Barquisimeto cuentan que su espíritu aún aparece a medianoche cerca de donde murió. En plena selva peruana está el Salto de Aguirre, donde estando en peligro grabó sobre una piedra unos misteriosos símbolos ante los que es necesario persignarse y rezar. Las cartas de Aguirre muestran a un hombre bien educado y de buena caligrafía. Pero también fue intrigante, grosero, torpe, exaltado y , a la vez, temible, peligroso, fanático y vengativo. Para muchos, Lope de Aguirre es la sublimación extrema del carácter español, capaz de lo mejor y de lo peor, de las más gloriosas gestas y las más abyectas infamias, concediando un valor absoluto al Honor; no perdona ni olvida ninguna ofensa y el no vengarse es para él una ofensa en sí; mata a su hija para salvaguardar su honor. Es fuertemente paranoico, lindado con la psicopatía; mata con facilidad a sus enemigos e incluso a sus seguidores poco entusiastas. Respeta a las mujeres decentes pero desprecia a las que no lo son. Concedió la igualdad de derechos a negros e indios, un hecho muy importante para el siglo XVI. Dijo una vez Aguirre: “Aquí el que dice la verdad es tratado de loco”. Aguirre dijo lo que creía y actuó en consequencia. Ese fue Lope de Aguirre, el loco Aguirre, el tirano Aguirre, la ira de Dios, el Príncipe de la Libertad. Ludmila Hanzíková UČO 128 107