Revista de Investigación Lingüfstica Ns 1 - 1997 Págs. 75-110 Las «marcas de uso» en los diccionarios del espaňol Cecilio Garriga Universität Rovira i Virgi/i The concept of label is in general use in present-day lexicography, although its meaning has yet to be accurately defined. At times it seems to be equivalent to abbreviation, at others to restriction and at others to censure. The fact is, however, that all lexicographers intuitively agree about what labels are, and dictionaries, throughout the ages, have all used indications which give the user information about the usage of a particular lexical item. One of the features of these indications is their heterogeneity, which, all things considered, is the result of the complexity of the linguistic system itself and the difficulty of reflecting it in dictionaries. Recently, this type of information has become more important because of the attempts to create dictionaries which can help production so it is found more frequently in the more modern lexicographic repertories. Even so, there has been little thought about the foundation and the reality of the usage label. This study uses linguistic theory as a starting point from which to explain the information about usage included in dictionaries, traces the historical evolution of this information in the lexicography of Spanish and discusses the situation in the most important dictionaries nowadays. Since lexicography has traditionally been a discipline which is closely connected to practice, knowledge of how these aspects have been treated will help us to draw conclusions about how to improve information on usage in dictionaries. 1. INTRODUCCIÓN La teória lexicográfica ha evolucionado en la linea de considerar al usuario como fin y medida de toda la labor diccionarista; y pensar en las necesidades que debe sacisfacer el diccionario ha llevado a especializarlos, y ha convertido al 11a-mado «diccionario de producción» en el más exigente producto lexicográfico. 75 Cocilio ßarrlga Pero esta evolución ha planteado nuevos retos que han influido también sobre los diccionarios generates, transformando aspectos tan importances como la defini-ción, las colocaciones, los ejemplos, etc. En ešte contexto, la información sobre las restricciones de uso que una pieza léxica presenta ha aumentado de importancia, ya que se considera fundamental para ayudar al usuario del diccionario en la codificación; pero aunque esta importancia es reconocida unánimemente por los lexicógrafos1, apenas existen estudios que presten atención a ešte aspecto. Es cierto que la metalexicografía del espaňol hace algunas referencias al problema de la falta de unidad del sistema en el nivel léxico, pero no se analiza con rigor cuál es la respuesta que los lexicógrafos han dado hasta ahora a esta cuestión, y cómo la han reflejado en los diccionarios2. En ešte artículo me propongo partir de la teória lingiiística para razonar la presencia de las marcas de uso en los diccionarios, y observar cuál ha sido la practica lexicográfica en los diccionarios más importances del espaňol. Este análisis nos ofrecerá ideas sugerentes para sistematizar ešte tipo de información, ideas que se podrán comparar con las obtenidas en los estudios ya realizados en otras lenguas de nuestro entorno5, y hárá posible pensar en una teória de las marcas que se sitúe en los niveles de rigor que la metalexicografía está alcanzando en otras aspectos. 1 Sirva como ejemplo A. Rey quien, en el epígrafc dcdicado a "Les «marques ďusage» dans le dictionnai-re" del Petit Robert (1990, XVII), acaba afírmando: "nous avons la conviction que cettc méthode apporte ä I'u-sagcr, sunout étranger, des renscignements aussi précieux que le sens ou les constructions d'un mot". 2 En efecto, la metalexicografía espaňola sc ha ocupado de estos aspectos. Como cjemplos cabe destacar a J. Casarcs (1969. 263 y ss.), quien dedicaba sendos capítulos a "El caudal léxico y sus límites", "Los partieuia-rismos sociales", "Los particularismos profesionál«" e incluso los "particularismos gcográficos", además de tra-tar cucstioncs de cstilística con gran profusion en los capítulos v, VI, VII y VIII de su Imroducciin a la lexkogra/ía modmia;). Fernandez Sevilla (1974, 81 y ss.) se centraba especialmente en los aspcctos dialectal« y del léxico científico y técnico; M. Aivar Ezquerra (1976, 39 y 176) dedicaba algún comentario a los "niveles de lengua" en su Prvyecto, e I. Ahumada (1989,63-72) clasificaba como "información sobre usos no generales" ešte tipo de indicaciones. S. Ettingcr (G. Haensch y otros, 1982, 339-394) trata con mayor detenimiemo estos fenómenos en un capítulo titulado "La variación lingiiística en lexicografía". Cabc destacar, por su especificidad, los traba-josdeLi. Payrató (1994) sobre la variación funcional, y el dej. Gutierrez Cuadrado (1996) sobre marcas en los diccionarios para extranjeros. 3 Es necesario mencionar a B. Quemada (1967, 188 y ss.) quien, desde una perspectiva histórica, se preo-cupa del concepto de uso ligado a la norma en un capítulo dedieado a los "Dictionnaires restrictifs et sélectifs"; }. Dubois y CI. Dubois (1971, 99-104) dedican un capítulo a "La norme culturelle", donde se refieren especí-ficamente a los niveaux de lattgue, y donde sc habla de marcas; L. Zgusta (1971, 164-196) trata la "Variation in Language" en el capítulo IV de su Manual;}. Rey-Debove (1971, 91-111). al estudiar la macroestructura, sc preocupa por la falta de homogeneidad del léxico, y se refiere específicamente a las variances 76 Las "marcas de uso' en los diccionarios čel ospaňol 2. COMPLEJIDAD DE LA LENGUA La unidad del siscema es un principio establecido por F. de Saussure (1986, 48), quien distinguia entre elementos internos y externos de la lengua. La gra-mática es la disciplina que se ocupa del estudio del sistema, miencras que los elementos externos, que proporcionan una dimension temporal y espacial a una lengua, forman la llamada lingiiistica externa, ligada al habla; este ultimo aspecto es abandonado por F. de Saussure (1986, 47) en su estudio. Sin embargo, estas cuestiones son tratadas por el estructuralismo america-no, que parte de una concepción antimencalista de la lengua, y que trabaja con una realidad diferente: el inglés americano, fragmentado en diversas variedades sin que una prevalezca sobre ocra, y una serie de lenguas sin história y, en muchos casos sin escritura, que hacía más difícil considerar la unidad y homogeneidad del sistema. En esta situación aparece el concepco de «lengua individual» o idiokcto de Ch. Hockett (1971, 321), ŕuertemente criticado por otros lingiiistas'1, porque, en efecto, no hay lengua habiada por solo un hablante. Esce sistema complejo que constituye la lengua la expone con claridad A. Martinet (1980, 148) en sus Elements de linguist ique generale^: "1° aucune communauté linguistique ne peut ôtre consider«: commc composée ďindivi-dus parlant une langue en tous points semblable; 2° il y a des millions d ceres humains qui appartiennent ä deux ou plus de deux communautés linguistiqucs, c'est-ä-dire qui, Selon leurs interlocuteurs, emploient une langue ou une autre; 3° il n'est pas rare qu'une regionales, sociales, "temíticas", diacrónicas, a los tabúes, etc., además de a la norma y al ncologismo; A. Rey (1977, 122) trata los valores sociales del léxico en el diccionario; L. Coilignon y M. Glatigny (1978, 79-85) se ocupan del tema al hablar de la selección de las palabras que debc rccoger la nomenclature; S. Landau (1989, 174-225) tiiula el capi'tulo V de su estudio "Usage", con un tratamiento bastante amplio, siempre desde la pers-pectiva noneamericana; por ultimo, B. Svensén (1993, 181-188) dediča algunas páginas al tema bajo el epi-grafc "Subject Field and Register Labels". Cabe aňadir a csta relation, que no pretende ser exhaustive, la reco-pilación de trabajos de M. Glatigny (1990) sobre marcas en los diccionarios franccscs de los siglos XVII y XVIII, y los estudios de Ch. Girardin (1987) sobre marcas y connotaciones sociales en diccionarios íranceses, F. J. Hausmann (1989) sobre las marcas en los diccionarios generates, P. Corbin (1989) sobre marcas eseilístieas y diastráticas en el diccionario monolingiie, y a M. Glatigny (1995), quien hace aigunas reflexiones sobrc el tema. 4 Sirvacomo ejemplo R. Jakobson (1974,32). La noción de Imguafunchnal, como sistema lingih'stico uni-tario, tornáda como una unidad en el espacio, y en un solo nivel y estilo de lengua, sirve para denominar el tipe de lengua que ŕunciona de manera inmediata en el hablar; Cf. E. Coseriu (1981, 13). 5 Se t rata de un cpígrare titulado "Complcxité des situations linguistiqucs reelles", en cl capítulo V sobre "La varieté des idiomes et des usages linguistiqucs". 77 Cecllk) Gamga personne qui ne parle qu'une langue en comprenne plusieurs, ä ľaudition ou ä la lecture; 4° la plupart des hommes sont susceptibles d'employer, selon les situations, des formes assez divergentes ďune měme langue; 5° ceux qui n'utilisent pas activement diffé-rentes formes de ce type comprennent en general sans difficulté celieš qu'ils ont ľocca-sion ďentendre assez fréquemment". Las palabras de Martinet revelan no solo que la lengua es social, si no que cada individuo dispone de varias lenguas y de varios registros6. Este sistema com-plejo es denominado por E. Coseriu (1981, 6) lengua historka, que "no es un modo de hablar único, sino una «familia» historka de modos de hablar afines e inter-dependientes". Y en una lengua historka, E. Coseriu (1981, 12) distingue třes tipos fundamentales de diferenciación interna: diferencias diatópicas (en el espacio geográfico), diastráticas (entre los distintos estratos socioculturales de la comuni-dad idiomática) y diafáticas (entre los tipos de modalidad expresiva, según las cir-cunstancias del habla). De esta manera, la lengua se presenta como un fenómeno que va más alia de la estricta perspectiva del sistema que plantea la lingiiistica interna de raíces saussurianas. Aparecen, entonces, otras disciplinas como la dialectologia, la socio-lingüistica, la estih'stica o la pragmática, que se ocupan de estos aspectos exter-nos de la lengua. Esta diversidad se manifiesta especialmente en el nivel léxico -ámbito ya de por si difícil de sistematizar- y, en consecuencia, a la hora de esta-blecer un inventario léxico que dé cuenta de las unidades que conforman un sistema. No se deben olvidar, además, otros aspectos como las variantes diacrónicas o diatécnicas, y la relación de todas ellas con el concepto de norma. Vemos, por tanto, que la lexicografía tiene que hallar un sistema que le per-mita reflejar todos estos aspectos que condicionan el funcionamiento de una uni-dad léxica en el discurso, sobre todo si lo que se pretende es sumi nistrar al usua-rio la información suficiente para poder utilizar el diccionario para la codifica-ción. Este objetivo es el que ha hecho despertar el interes por la información sobre el uso en la lexicografía. Veamos cómo se han reflejado en los díccionarios hasta ahora estas cuestiones. 6 Para armonizar esia realidad compleja con la unidad del sistema estructuralista, U. Weinreich (1968, 64) introduce la noción de diasistema, a partir de la situación de lenguas en contacto, de la que los dialectos son un ejemplo. A él se debe también el concepto de variedad, neutro frente al de dialecto. 78 Las "rnarcas de uso' en los diccionarios del espaňol 3. LAS «MARCAS DE USO»: ANALISIS DE DICCIONARIOS La lexicografia es una disciplina asentada sobre la tradición y la practica. Solo a partir de los aňos cincuenta empiezan a aparecer estudios teóricos sobre el tema, dando lugar a un nuevo aspecto de esta actividad, como es la metalexico-grafia7. Por eso, en 1950, J. Casares (1969, XV) apuntaba que era en los prólogos de los grandes diccionarios modernos donde se hallaba una parte fundamental de la reflexion acerca de la labor lexicográfica, y J. Fernandez Sevilla (1974, 159) constataba que las obras lexicográficas "toman siempre como punto de partida las ya existentes", y que, por tanto, cualquier estudio serio sobre los diccionarios debfa tener como punto de partida la tradición lexicográfica8. Estas razones jus-tiŕican la revision historka de los diccionarios del espaňol en lo que respecta a la inclusion de marcas de uso en sus páginas, asi como el examen de cuál es su pre-sencia en los diccionarios actuates. Para ello se tend rán en cuenta fundamen-talmente los prólogos y demás información previa que suele acompaňar a estas obras9. 3.1. Primeros diccionarios. Tomo como punto de partida el Diccionario Latino-espaňoi de Nebrija (1492)10 porque constituye el primer diccionario moderno y marca la pauta de los repertorios lexicográficos posteriores (M. Alvar Ezquerra, 1992, 5); y asi es tam- 7 Acerca de la configuración dc la metalexicografía como disciplina y de su estatus dentro de la lcxicogra-fía, es convcniente consultar, entre otros, los trabajos de B. Quemada (1987) y (1990), y de E. Anglada (1991)- 8 Vale la pena rccordar aquí la llamadade atención dej. Fernandez Sevilla (1974, 157) acerca de la necc-sidad de historiar la lexicografia espaňola. Aparte de los trabajos sobre aspcccos parciales de la história dc los diccionarios, o de estudios de dcterminadas obras lexicográficas, que van llenando ešte hueco, y del valioso tomo III de El Conde de la Viňaza (1893), hay que dcstacar los panoramas trazados por el propio J. Fernandez Sevilla (1974, 157-186). M. Alvar (1982), G. Haensch (1990) y M. Alvar Ezquerra (1992), y los estudios más especí-ficosde M. Alvar (1994) y M. Alvar Ezquerra (1994) y (1995). Para cl catalán, véaseG. Colony A. J. Sobcranas (1986). 9 Como indica P. Corbin (1989, 673), son el prólogo y los cuadros dc abreviaturas los dos elementos que vertebran el discurso metalcxicográfico en lo que a marcas de uso se rcfícrc. 10 Su título completo cs Lexicon hoc at Dictionarium ex strmom latino in hispaniensenr, utilizo la edición prc-parada por G. Colón y A. Sobcranas (1979). No entro en la consideración de las glosas como trabajo lexicográ-fico (M. C. Díaz y Díaz, 1978), ni en el valor de determinados textos, como por ejemplo los dc Alfonso X (H. A. Scoy, 1940; R. Escavy, 1985). o de C. Colón (D. Igualada y P. Díez de Revenga, 1996). 79 Cecilio Garriga bién en lo que respecca a las indicaciones sobre el uso. En el prólogo al diccionario, Nebrija clasifica los vocablos en cinco "maneras": oscos, antiguos, nuevos, bár-baros y aprobados, y estas voces, a su vez, en usadas y raras, y aún éstas en poéticas, oratorias e historical; y explica cada uno de estos grupos uno por uno, basándose en los criterios clásicos11; y después sanciona su uso normacivamente: "Assi que de los vocablos opicos y barbaros, sola mence usaremos de que usaron los auto-res, y aun esto pocas vezeš aňadiendo una serial de infamia, {...}. Delas anciguas y nuevas pocas vezes usaremos y con verguenca, y que nos podamos escusar que los hezimos o por onra del antiguedad, o cuando no tenemos palabra latina, por la cual digamos lo que que-remos. De las aprovadas que estan en el uso espesso, usaremos espessa mence, delas raras pocas vezes, delas poéticas solo en el verso, delas oratorias y istoricas en prosa y en verso sin alguna diferencia". Pero lo más novedoso de Nebrija a este respecto, es la conciencia que tiene del diccionario como instrumento al servicio del usuario, lo que se nota en el rigor en el tracamiento del léxico, y en la estructuración del diccionario, una de cuyas muestras es la introducción de abreviaturas, que para él son algo más que un recurso económico: "Y por que en tanta dificultad avisemos al lector aňadimos a cada palabra una seňa por la cual se juzgue de que orden es. Y alas oscas pusimos, os, alas antiguas, pr, alas nuevas, no, alas barbaras, bar, alas raras, ra, alas poéticas, po, alas que ninguna cosa, entendemos que son usadas y oratorias". Se puede entrever aquí la aparición de la noción de «no marcado»: todas aquellas acepciones que no presentan ninguna restricción en su uso, y por tanto ninguna «marca». Y aún se puede encontrar o tra característica de modernidad en la idea de reunir todas las indicaciones expresadas mediante abreviatura al final del prólogo, con su equivalencia y su significado, bajo el epígrafe "Las breuiatu-ras que estan puestas en cada uocablo". Las seis primeras podrían ser considera-das «marcas de uso»: os. oscum, quo nullo modo utemur. pr. priscum, quo parce ucendum est. 11 Vŕase algún ejemplo: "Las palabras antiguas [...] don al razonamiento alguna majestad con mucha delcc-tacion Pot que ticnen autoridad de antiguo, y por ser desusadas, tienen grácia como si fuessen nuevas. Mas es menester una templanca, que ni scan espessas, ni manifícstas, por que ninguna cosa es mas odiosa que lo exqui-sito. {...} Nuevas son las palabras que los autores mui aprovados osaron sacar a luz no aviendo las en antes, {...]". Lo mismo con los otros třes tipos, siguiendo siemprc los preceptos de Quintiliano. 80 Las -marcas de uso' en tos dicdonarios del espaňol no. nouum, quo etiam parce utemur. b. bar. barbarům, quo nullo modo utemur. po. poecicum, quo tantum in carmine utemur. ra. rarum, quo rarenter utendum est. En Nebrija se encuentra, por tanto, un antecedente fundamental en lo que a información sobre el uso se refiere12, como lo es en otros aspeccos lexicográ- ficos'J. Frence a la decision y rigor de Nebrija, A. Rey (1990, 19) constata que la información sobre el uso aún no estaba generalizada a principios del siglo XVII en los diccionarios franceses, y que su tratamiento no era homogéneo ni sistemá- ticoH. En relación al espaňol, debe prestarse atención al Tesoro de las dos lenguas francesa y espaňola de C. Oudin (1607) que, como estudia B. von Gemmingen (1990), caracteriza las voces en relación a la diacronía, a su pertenencia a lengua- jes técnicos, a su frecuencia, a su uso social y connotacivo, a su origen y, claro está, al uso no normativo". Como B. Lépinette (1991,44) demuestra, Nebrija fue una de las fuentes fundamentales de Oudin16 quien, sin embargo, no uciliza abrevia- turas, sino que explica esca información en la definición17: A area, ä ourse, contre lc vent, terme de marine. Atisbar, mot de jargon qui signifie trouuer, descouurir. Quillotro pour Aqutl otro, mot de villageois pour signifier, 1'autre {...]. Para B. von Gemmingen (1990, 39), la intención de Oudin no era mera-mente normativa y purista, sino fundamentalmente descriptiva, lo que reviste este diccionario de una enorme modernidad. Pocos aňos después, en 1611, se 12 Que duda cabc que el "uso" que hoy entendemos no es el mismo que pcrscguia Nebrija, cuyo diccionario estaba pensado para el aprendizaje y la traducción del latin; por tanto, sus indicaciones tienen una finalidad retórica. 13 Para profundizar en cstas otras cuestiones, véanse especialmente los estudios preliminares de G. Colon y A. J. Soberanas a las ediciones facsimiles del Diccionario Latino-Eipaňol (Nebrija, 1979) y del Diccionario Latin-Catalan y Catalan-Latin (Nebrija y Busa, 1987); abundando en la version en Catalan, G. Colon y A. J. Soberanas (1986, 60-79); para su proyeccion en el Iraners, B. Lépinette (1992), y en el italiano, A. Gallina (1959, 17-24). 14 A. Rey (1990) lo comprueba en los diccionarios dej. Nicot (1606) y Furctiěre (1690), y L. Bray (1990) en P. Richclet (1680), quien utiliza marcas tipográficas. Véasc cl trabajo de B. Lépinette (1992b) para la lexi-cografía bilingiie espaňol / francés. 15 C. Ruiz (1996) estudia la presencia de los términos de germania en las diferentes ediciones de C. Oudin. En su trabajo se pueden encontrar abundantes ejemplos y un estudio detallado de las fuentes. 16 Sobre las fuentes utilizadas por C. Oudin, véanse además los trabajos de L. Cooper (I960), (1960b) y (1962). 17 Los ejemplos están tornados de B. von Gemmingen (1990, 32). 81 Cedilo Garriga publicaba el Tesoro de Covarrubias, diccionario que marca el inicio de la lexico-grafia monoiingüe en espaňol. Como apunta M. Seco (1987, 103), Covarrubias no imita el rigor metodológico de Nebrija, y su obra, a pesar de tener intención etimológica, conciene abundantes informaciones de carácter enciclopédico. Su autor está muy atento a las características sociolingiiísticas, diacrónicas y dia-lectales de las voces, asi como a su carácter técnico, tal como constata B. Von Gemmingen (1992, 27); sus indicaciones, que recuerdan las proporcionadas por Nebrija, resultan, sin embargo, heterogéneas18, y tampoco utiliza abreviaturas19. Todos estos procedimientos, más o menos afortunados, de indicar los diversos aspectos relacionados con el uso, confluyen en el primer diccionario académico, que sienta las bases de lo que šerá y cómo šerá la información sobre el uso en nuestros diccionarios. 3.2. Las «marcas de uso» en la lexicografía espaňola del s. xvm. La Academia (1726, XXIII), en sus Estatutos, declara ya su intención de "dis-tinguir los vocablos, phrases, o construcciones extrangéras de las próprias, las antiquadas de las usadas, las baxas y rústicas de las Cortesanas y levantadas, las burlescas de las sérias, y finalmente las próprias de las figuradas". Asi, en la Planta que se elaboró para que el trabajo de los académicos fuera homogéneo, se pedía explícitamente que se calificaran aquellas palabras que hoy se podrían considerar «marcadas»20, con criterios muy parecidos a los que expresaba Nebrija en su dic- 18 Algunos ejemplos tornados de B. von Gemmingen (1992, 28): fialabra aldeana, de qui m se deue tsar en Corte (s. v. dizqtuY, ei Itrmino ruštin de que vsan los que labran la tierra (s. v. emiarbascar); es strmino rufianesco (s. v. carrillo), term'mo aitliguo y may vsado y pom entendido (s. v. mogollon); etc. Sobre Covarrubias, véase también B. Lépinette (1989); L. Cooper (1960b) estudia el diccionario de Covarrubias como ŕuente de las ediciones posteriores de Oudin, y C. Ruiz (1996, 1552) constata su influencia en las voces de germania. 19 Covarrubias emplea citas literarias para autorizar las voces, aunque de forma asistemática (M. Seco, 1987b, 112). A cambio (M. Seco, 1987b, 128), presta mayor atención a "la voz del pueblo" que su contempo-ráneo Vxabolario de la Omca. Más aspectos sobre Covarrubias en J. Crespo (1992). 20 Dice la Academia (1726, XVI): "En cada Voz expressar su qualidád: conviene ä saber, si es antiquada, ô usadá; si es baxa, ô rústica; Cortcsana, Curiál, ô Provincial; cqui'voca, proverbial, metephórica, ô barbara". También cs cicrto que se pedía a los académicos que evitaran "todas las palabras que significan desnudamenre objeto indeceme" (p. XV). Se recomendaba (p. XVII) atiotar aqucllas voces que pudieran ser "solo de la Pocsia", y advertir de aquellas "cuyo uso (fuera) solamente admitido cn cl estilo forense". Se nota, en estc sentido, la huc-11a del diccionario de ľ Academic Francaise, cuyos criterios y discusiones sobre el Hbon usage" y el "mauvais usage" pueden seguirse en B. Quemada (1967, 210 y ss.). 82 Las "marcas de t/so* en los dlccionarios del espaňol cionario, inspirados en la retórica clásica. Con escas bases, se elabora el conocido como Diccionario de Autoridades, donde se puede enconcrar el fundamento del actual Diccionario de la Lengua Espaňola de la Academia21. La información sobre el uso se proporciona mediante comentarios poco sistemáticos, en los que se ucilizan las indicaciones de «baxo», «burlesco», «familiar», «festivo», «irónico»22, «joco-so», «plebeyo», «vergonzoso», «vulgar». Véanse algunos ejemplos2}: ABSOLVEDERAS. Voz jocosa y familiar, con que se suele notar en algunos Confcssóres la facili- dád en absolve'. ATURRULLAR. Lo mismo que confundir ô abatir ä otro. Algunos dicen Atorrollar; pero una y otra son voces baxas y plebéyas. OJIENXUTO. La persona que tiene dificultad en llorar. Es voz de poco uso en lo sério. ZUILARSE. Hacer sus necessidades, ô ventosearse. Dicese con especialidad, quando sucede involuntariamenre, y sin poderlo evitar la persona ä quien le sucede. Es voz baxa, y ver- gonzosa. Se puede observar la falta de sistematización en los comentarios, además de la mezcla de criterios lingiiísticos y culturales: de andorra se dice que 'es voz barbara'; de niquiscocio, pintiparar, trasquilimocho o zangandongo que 'es voz inventa-da'; de critiquizar o tiplisonante, que 'es voz voluntaria', y de gurrumino que es voz moderna'; grandillón es 'voz de rnofa'; bodijo y condumio, "voz rústica'; aventar voz propia de los pastores'; enquillotrarse se usa 'entre los labradores'2,1, azotina 'entre los muchachos', asobarcar entre 'Ganapánes y Esportilléros'; emperegilar y engaritar son voces que usa 'la gente popular'. Además, hay palabras que se utilizan 'con / por desprecio' {borrego, desbragado), 'para zaherir u despreciar' (destripa terrenes [s. v. destripar]), como 'apodo' (arrancapinos, pendejo, rompesquinas [s. v. romper], vina-gre). Naturalmente, la mayoria de estas acepciones no están autorizadas por escri-tores25. Un capitulo aparte merecen las voces caracterizadas como poéticas, en gran 21 A partir de ahora DR AE. Sobre las vicisitudes par las que pasó la elaboration del primer diccionario aca-démico, véase K Lazara Carrerer (1980); sobre la ŕundación de la Academia y sus objecivos, D. Fries (1989). 22 La indicación de irónico, como la de familiar, son dos de las que aparecen ya en Autoridades y permanccen en cl Diaimario hasta nuesrros di'as. Sobre la primcra, véase C. Garriga (1996), y sobre la segunda, C. Garriga (1995). 23 Más ejemplos y datos precisos sobre las marcas dc dcipcctivo, irónico, ftslito, poilico, familiar, vulgar, colo-quial, popular, rüitico y rural, tanto en su evolución como en la 21" cd. del Diccioaario, en C. Garriga (1993). De este trabajo se extraen los datos que sobre el drae utilizaré de aquí en adelante. 24 Resulta caracteristica la segunda acepción de taquillotrarie 'Se toma tambien por enamorarse; Y entre los Labradores es mui freqüente'. Se supone que el uso dc la palabra. 25 Y es que la Academia, como expresa en sus Estatutos (RAE, 1726, XX1JJ), ptrtcnde claborar un diccionario 83 Cecilia Garriga pane palabras pertenecientes a la mitología utilizadas por los poecas del Siglo de Oro: al/gero, aquilino, armifero, bicorne, dulctsono, flortgero, igntfero, prónuba, etc.26. Toda esca variedad de informaciones, a pesar de su heterogeneidad, mues-tran la riqueza que el primer diccionario académico atesoraba, frente al carácter fuenemente selectivo de otros diccionarios académicos de la época27. Pero esta maraňa de indicaciones tuvo que simplificarse y homogeneizarse al pretender, en el primer y único volumen de la segunda edición de Autoridades (RAE, 1770), introducir las abreviaturas para simplificar la microestructura del diccionario28, y aún más al decidirse la Corporación por publicar todo el diccionario en un solo volumen (RAE, 1780). Téngase en cuenta que un numero considerable de las acepciones que en la ultima edición del Diccionario (RAE, 1992) presentan algu-na de las marcas de uso, estaban ya en Autoridades sin indicación alguna, lo que demuestra que el diccionario académico ha ido enriqueciendo este aspecto a lo largo de sus veintiuna ediciones29. Dada la lentitud de la revision de Autoridades, la Academia (1780) decide publicar el Diccionario de la lengua castellana, con la apostilla reducido á un tomo para su más facti uso, que se convertirá en el Diccionario por antonomasia50. En el prólogo aparecen ya citados criterios de economía, como el precio, la manejabili-dad, "pero sin quitar ninguna voz, ni alterar la obra en cosa substancial" respec-to a Autoridades, excepción hecha de la eliminación de las citas literarias. Por lo que rccoja "aquellas voces y phrases que están recibidas dcbidamcnte por el uso cortesáno, y las que están anti-quadas, como tambicn las que fueren baxas, ô bárbaras (...)", dando lug ar a un diccionario más abierto dc lo que cabria csperar (S. Gili Gaya, 1963, 17). 26 Aproximadamente el 25% de las voces que en la edición de 1992 están caractcrizadas como de la poe-sia, aparecen ya con esa misma indicación en Autcridadts. 21 Va iniormación sobre el dominio geográŕico al que pertcnecian las voces también era rica y variada, como estudia J. L. Aliaga (1994) en relación al léxico aragonés. Véasc también, a este respecto, A. Salvador (1985). Sobre los términos especificos de la medicína en Aularidada, puede verse B. Gutierrez (1993). 28 A. Garrido (1987) estudia las incorporaciones que se producen entre la primera edición de Autoridadti (1726) y el primer tomo de la segunda (1770). Entre ellas nos intercsan las 118 voces "de poco uso", 27 con indicación de "familiar", 22 de "germania", 18 de "vulgar", 11 "sin uso", 4 "desconoeidas" y 2 dc "jocoso". También vole la pena mencionar, siempre según el recuento de A. Garrido, de las 993 anticuadas, los 647 tec-nicismos, o los 119 dialectalismos. 29 Por e jemplo, aproximadamente el 15 % de las acepciones que en 1992 tienen marca dc dcsptslito ya estaban, sin marca, en Autoridades; de la misma manera, cl 13 % dc irónico, cl 18 % Az poético, el 33 % de familiar, el 12 % dc vulgar, etc. (C. Garriga, 1993, 266). 30 Es interesante el prólogo de M. Seco (1991) a la edición facsímil, para conocer los avatares y caracterís-ticas de la primera edición del DRAE. 84 Las "marcas de uso" en los dlccionarios del espaňol que respecta a la información sobre el uso, descaca la introducción de abreviatu-ras, que ya se avisaba en el "Prólogo": "En calidad y censura de las voces se ha usado de varias abreviaturas, cuya explicacion se pone al principio del torno". Asi, bajo el titulo de "Explicacion de varias abreviaturas que se ponen en este Diccionario para denotar la calidad y censura de las voces", aparece una tabla con 132 abreviaturas y su equivalencia sin abreviar. Se pueden diferenciar: - Las que hacen referenda a una técnica, una ciencia o una actividad, que aparecen en cursiva y con la primera letra en mayúscula, y se especifican como Voz dela...: Agr. .... Voz de la Agriculture Alb... Voz de la Albeyteria31 - Las que se refieren a variantes dialectales, todas con la siguiente estructu-ra: p. And. . Provincial de Andalucía p. Ar... Provincial de Aragon (sic)'2 - Las que indican uso, nivel o estilo de lengua, en minúscula: ant..... Voz, ó frase antiquada bax. ... Voz, ó frase baxa fam. .. Voz familiar ó familiarmente fest..... Voz festiva, ó festivamente irón. . Irónia, ó irónicamente p. us. .. Voz, ó frase de poco uso r...... Voz, ó frase de raro uso vulg. ... Voz, ó frase vulgar - Las que sustituyen los nombres de clases de palabras, u otro tipo de infor-mación gramatical33: adj....... Adjetivo adv.......... Adverbioä/í 31 Y asi con arquitectura, albaňilería, algebra, anatómia, aritmética, artillería, astrológia, astronómia, ballestcria, blasón, botánica, cabestreria, canteria, carpinteria, catóptrica, cereria, cerrajería (cerrageria), cetre-ría, química (chfmica), cirugía, cocina, comercio, cronologia, danza, dialectics, dióptrica, dogmática, escultu-ra, escolástica, esgrima, estática, filosofia, fisica, fortificación, geografia, geometria, germania, gineta, gnomó-nica, gramática, lógica, manejo de los caballos, maquinaria, marineria, matemática, medicína, milícia, minas, mitologia, montería, música, náutica, optica, oratoria, ortografia, perspcctiva, farmácia (pharmacia), pintura, platería, poética, política, prosodia, retórica, teológia y volatcría. Sc trata de un repcrtorio bastante completo para un diccionario que renuncia a este tipo de léxico, ya que la Academia pretendía hacer un diccionario "de las voces próprias pcrtcnecientes ä Artes liberales y mcchánicas" (RAE, 1726, V). 32 Lo mismo con Asturias, Asturias de Santillana, Extremadura, Galicia, Granada, La Mancha, Murcia, Navarra, Rioja y Toledo. 33 Algunas de ellas ya aparecían como tales abreviaturas en Auoridaäu (RAE, 1726, LXXXX), bajo la leyen-da "Explicacion de las cifras generales que se ponen en este Diccionario", justo antes de la enumeración de las que se referían a los nombres de autores y obras citados. 34 Lo mismo con comparativo, conjunción, diminutivo, expresión, frase, frase proverbial, interjección, irrcgu- 85 Cecilio Garríga De esta manera, el Diccionario establece un principio de sistematización que, si bien puede hacer perder alguna información al simplificar o sustituir los comentarios por abreviaturas, moderniza el repertorio académico y acerca más esta información al concepto actual de «marca»35. Obsérvense algunos ejemplos de los cambios introducidos en 1780 respecto a Autoridades: AUTORIDADES AURIGA, s. m. Lo mismo que Cochéro. Vease. Es voz puramente Lacina, y solo permitida en la Poesía, y fuera de ella es afectación extravagante y ridícula. CASCAJO. Se llama tambien qualquiera vasija vieja, rota, i inutil. Es voz familiar. cascaron. En la Architectúra es una espécie de bóveda, que compóne una quarta parte de una esphéra. EMBORRAR. Por metáphora es comer mucho, sin eleccion y de prisa. Es término jocóso, vulgar y baxo. SABANILLA. En Navarra se llama un pedazo de beatilla, con que las mugeres adornan el toca-do (...). 1780 AURIGA, s. m. Poet. El cochero. CASCAJO. f am. Qualquiera vasija rota, é inutil. Dicese tambien de algunos trastos, ó muebles viejos, como coches, sillas, &c. CASCARON. Arq. Especie de bóveda que corn-pone la quarta parte de una esfera. EMBORRAR. met. y joe. Comer mucho, sin eleccion y de priesa. sabanilla. p. Nav. Pedazo de beatilla, con que las mugeres adornan el tocado (...). Este esquema se mantiene, en lineas generates, edición tras edición, con las incorporaciones que el aumento y actualización del léxico académico impone36. Se alcanza en esta edición, por lo tanto, el esquema actual del sistema de «mar-cas de uso» del DRAE y de todos aquellos diccionarios que en él se inspiran. No se puede cerrar el siglo XVIII sin hacer una referencia al diccionario de Terreros (1786), quien elabora un repertorio que cubre el léxico "de las ciencias y artes mecánicas y liberales" (p. V) que la Academia había descuidado en lar, locución, metafora, modo adverbial, nombre, numero, plural, participio activo, particula comparativa, partialis conjuntiva, participio pasivo, preposición, pretérito, pronombre, provcrbio, refran, sustantivo femenino, sustantivo masculino, superlative, verbo activo, impersonal, neutra, reciproco, etc. 35 La pérdida de información derivada de la sistematización del artículo Icxicográfico la constata también J. L. Aliaga (1994, 62) en relación a los aragonesismos. 36 No se debe pensar que toda la información sobre el uso se sistematizara como en los casos de los ejemplos, sino que la heterogeneidad de estos comentarios se mantiene en las sucesivas ediciones. 86 Las tnarcas de uso' en tos diccionarios gel espaliol Autoridades. Asi que este inventario recoge multitud de palabras técnicas que son convenientemente seňaladas en la definición, aunque sin abreviaturas, ya que Terreros no las utiliza para esta finalidad57: ADuilADO, term i no de Medicína, de cara hinchada, y mal color58. CAUSAL, termino de Gramatica, que se dice de algunas particulas, (...). DECÉNA, en la Musica, la consonancia compuesta de la oetava, y de la tercera. SIRTES, En la Jcografia, escollos escondidos en el agua, y tambien les dan este nombre á los bancos de arena, en que se encallan los navios. SISA, en la sastreria, significa lo primero corte pequeňo que se háce para formar el vesti- do. Pero el diccionaho de Terreros no es solo un diccionario de ciencias y artes, sino un diccionario general de la lengua, en el que aparece todo tipo de palabras, sin perder nunca de vista el primer diccionario académico que parece su principal fuente39. Asi, se recogen palabras cuyo uso está restringido desde el punto de vista dialectal: DULA, manada de ganado mayor. Es voz de Aragon, Navarra y confines. GARHERA, llaman en la Mancha á třes, á cuatro matas de barrilla, que juntan para que sc seque algo, reduciendola despues á gabisónes. TORNAS, en Andalucia, lo mismo que granzones. o con información de nivel o de estilo de lengua: BARZÓN, se torna jocosamente por un viaje, salida, ó paseo, hecho para perder tiempo. CALLEJUÉLA, en la jerga de los Jitanos, escapar de la justicia. CALVATRUENO, palabra vulgar, que significa un charlantc, y atronado. DULCISONO, voz poetica, lo mismo que sonóro, harmonioso, suave. PECINA, jocosamente lo mismo que lodazal, ó pantano de lodo, y porquería. TRAGA-LEGUAS, voz del estilo familiar, el que anda muí veloz. Y es que, a diferencia de otros diccionarios anteriores, a Terreros lo que más le interesa es el estado de la lengua, más que su origen, por eso recoge en sus pági-nas voces que otros diccionarios hubieran omitido40. En cambio, demuestra cier- 37 Las emplea, como hacía Autoridades, para la información dramatical, o para seňalar las equivalcncias con otras lenguas. Solo he visto una excepcion, y es el caso de antkuado (por cjemplo, s. v. caltmjia, s. v. camintro), aunque tampoco siempre (pot cjemplo, s. v. sumo, s. v. tonuamimlo). 38 Pata los tírmínos de medicína en Terreros, véase B. Gutierrez (1996). 39 Esta es la opinion de M. Alvar Ezquerra (1993, 254), quien insistc en la concepción del diccionario de Terreros como diccionario general para que sea valorado en su justa medida. 40 En C. Moriyón (1992) puede seguirse el concepto de norma en Terreros, con un repaso a las diferentes "modalidades lingiiisticas" que recoge. 87 CedOo Garriga ca despreocupación por la información sobre el uso respecco al primer dicciona-rio académico, aunque utiiice un sistema parecido al de Autoridades para censurar las voces; porque, según un recuento que he realizado a part i r de una muestra ale-atoria de 100 acepciones calificadas como familiar en Autoridades, Terreros reco-ge 80, de las que 56 aparecen sin ninguna información sobre el uso, 15 presen-tan alguna califícación -preferentemente jocoso-, y solo 9 conservan la marca de familiar*1; dicho de otra manera, y según estos datos, Terreros proporciona menos de la mitad de información sobre el uso que Autoridades*2. 3.3. Las «m areas de uso» en los diccionarios del siglo XIX. La lexicografia espaňola sigue una linea de continuidad, basada en la labor de la Academia, hasta mediados de siglo. Las reediciones del Diccionario en un tomo se van sucediendo. Por lo que a la información sobre el uso respecta, solo vale la pena destacar la 5* edición (RAE, 1817), en la que desaparece el comen-tario de "reducido a un tomo para su más fácil uso" y se tomán algunas medidas para sistematizar el artículo lexicográfico: "A conseeuencia de las reglas adoptadas por la Academia para la correccion del Diccionario, y en obsequio de la claridad y bucn metodo, se ha reducido á menor numero el de las notas que sirven para expresar la calidad y censura de los artículos. Asi que, se ha suprimido la califícación de ran y de poco usado, que no excluye á una palabra de ser parte legítima del lenguagc comun; y cuando las ha dejado sin uso su mala suerte, han pasado como debian á la clase de anticuadas. Las notas de ba jo, vulgar, feilivo y jocoso se han reducido á la de familiar, que las comprende todas; (...)". Tras esca decision, las indicaciones referidas al nivel o estilo de lengua en el 41 Estos datos coinciden parcialmenie con los proporcionados por M. Alvar Ezquerra (1993. 255) sobre todo lipo de entradas, si bien cl numero de voces present« en ambos diccionarios, según su recuento, ascendia aproximadamenlc al 95 %. 42 Las voces utilizadas cn el recuento son: absolvederat, abobaebado, ahombrado, atieaido 'debil', atieaido 'dcca-ido de las riquezas', aprttadera, buiilit, calvatrueno, tambalacbt, camera, cantar, cascabtlear, caiorio, catSlico, allcnco, ciliar, amidilla, conchudo, cucaňero, cuyo, cbanuro, ihicolt, chUharra, cbicbarrm, dtgollar, tltmtir, dlscalabazanc, des-caňonar, duparpajar, diligentia, empaladtra, mamoricant, tngaur, engalusar, tnlcn, ciilripado, titrambélico, txplicade-rai.fiador, f Ueno, galbanm, gambalüa, bolgorio, holgutla, jamar, jugarrtta, limpiar, mangtmear, menorele, miza. mizo, motu 'borrachera', motu 'borracho', moitte, mmin, moyana, mudar, ochenlSn,pagano,pandorga, papa, pardiez, paritn-ta, pattmüter, patitieso, pteunia, peebuga, ptrillán, perinola, petate, petilorio, porrtrta, potente, prosopoptya, quhicosa, rapista 'el que rapa', rapitta 'barbero', rtcuiar, rtir, reverendo, rezar, rodrigón, roncar, runrůn, lardeico, layo, teguidi-lla, suplefaltas, tajada, tamamtsquito, taperu/arse, tato, tendalera, tiquitmiquis, tirria, trat, trepa, lumbar, tundir. 88 Las tnarcas tie uso' en tos útcctonaňos tlel espaňol inventario académico quedan reducidasa «familiar» e «irónico»; «poécico» sigue estando considerada, debido a su tipografía, dentro del grupo de ciencias y artes. De esta manera, el numero de palabras con la marca de «familiar» crece, lo que supone un avance hacia la sistematización de la información sobre el uso, aunque se volverán a crear nuevas marcas en ediciones posteriores43. La lexicografia de autor de mediados de siglo nace, entre otras causas44, como reacción a lo limitado de la nomenclature académica. Es eiert o que existe alguna erítica en relación a la escasez de voces «vulgares»45, pero la mayon'a de las obje-ciones van dirigidas a la falta de vocabulario técnico46 y, en menor medida, de voces del espaňol de America47. Desde el punto de vista de la marcación de las voces, se sigue manteniendo el sistema de abreviaturas, inspirado en el de la Academia, aunque éstas se multiplican con los nombres de diferentes técnicas y ciencias, y se empiezan a incorporar algunas correspondientes a los parses o regio-nes americanos48. Pero la presión ejercida por estos lexicógrafos ve su fruto en la 12a ed. de la Academia (1884), en la que se produce la que quizá sea la reforma más profunda del Diccionario desde la reducción a un tomo49. Por lo que respecta a la información sobre el uso, se realizan varios cambios, como es la inclusion de 43 Asi, pasan de «bajo» en la edición de 1803 a «familiar» en 1817, por c\cmplo, abrabonar, acbucbar, aji-limoje, angultma, atamgamimto, bUndujo, bolchaco, alatnorra, cancamurria, carniza, chilpo, dtsagarrar, diattebe, tili-rajar, magi», taltabarrancoi, etc. De «jocoso» a «familiar»: apeldar, azotaina, dtsencapotar, desmonar, tngolon-dri-tor,[dmula,/utile, ptlamtn, pidin, polvificar, tiplistmantt, tromptttar, etc. De «vulgar» a «familiar»: banditlh. Mint, Mina, braguelcro, cantiňa, capacha, dtrrtntgar, menttttr, mojada, ptlola, etc. De «festivo» a «familiar»: haul, brear, tackt, capontra, coeierit, nent, nmiilh, odrt, paticojo, ptdigin, primo, labalario, toqui, zumaqut, etc. La edición de 1817 también desiaca por su apertura al nuevo léxico impuesto por los avances científicos, como es el caso de la terminológia cemor [a una persona]: Me acojonan los exámenes. Icon, na II 2 COLOQUIAL. Persona valience o de mucho carácter: Esa chica es una /tona, no se rinde nunca. puto, ta adj. I s. m. y f. 1 VULGAR; IRONlA, INSULTO / AFECnvo. Que actúa con maldad, hipocrcsía o segundas intenciones: /Qu/ puto eres, y yo que conftaba en ti. 11 adj. 2 (antc- puesto) VULGAR; INTENSIFICADOR. Se usa para expresar cnfado violento o para insultar: Alf ban ecbado a la puta calk. Todavia no be visto un puto dun del pristamo que le bice. (...) En el "uso y registro" aparecen las marcas de «restringido», «rural», «vulgar», «jergal», «coloquial», «literario», «elevado», «administrativo» y «afecta- 74 Este diccionario aporta algunas innovacioncs significacivas a la récnica lexicográŕica que, como apunta J. M. Blccua (1996, 58), podrán resultar polémicas, pero que romperin algunas barreras hasta ahora insalvables entre la lexicografía teórica y su aplicación a los diccionarios. 100 Las "marcas de uso' en tos diccionarios del espatol do». En todas ellas se explica qué pretende seňalar el lexicógraío con estas marcas. Merece la pena destacar la de «restringido», porque su explicación encierra la filosofia de lo que debe entender el lector cuando se encuentre con una «marca de uso»: "(■■■) el diccionario quiere que el usuario las conozca (las palabras asi seňa-ladas) de una manera pasiva, dado que puede encontrarlas en la vida cotidiana o en escritos, pero no las debe usar si no escá seguro de cómo se utilizan en una comunidad determinada. En cuanto el usuario tenga una cierta experiencia, podrá en muchos contextos emplear la acepción o el término marcado como restringido". El catálogo de marcas pragmáticas es más amplio y ocasional y requiere menos explicaciones sobre su significado. Estamos, por tanto, ante un intento de sistematización de la infbrmación sobre el uso, que rompe por primera vez la correspondencia entre marca y abreviatura, y que busca, sobre todo, la claridad en la consulta y la advertencia al lector ante los usos que, en la producción, le pueden crear problemas de inadecuación de su discurso a determinadas situacio-nes comunicativas. 4. CONCLUSION La necesidad lexicográfíca de seňalar el uso de ciertas palabras o sentidos para distinguirlos del resto no es nueva. La intención con la que esta diferen-ciación se ha realizado ha podido estar inspirada por la retórica, por la norma o por el uso, según la época, pero el deseo del lexicógraío de orientar a su lector en el empleo adecuado de cada unidad léxica se ha mantenido vigente. Los diccionarios han arbitrado diversos procedimientos para proporcionar esa infbrmación, pero sin una reflexion previa que haya lievado a clasificar los contenidos de las marcas, ni cómo se disponían esas informaciones para que fueran significativas para el usuario. Asi, se ha podido ver cómo se marcaban las palabras que perte-necían a lenguajes especializados, aquellas que se utilizaban en un determinado registra o nivel de lengua, las que expresaban una intención comunicativa predsa, las que se utilizaban en una variedad dialectal diference del estándar, las que habian experimentado algun desplazamiento semántico75. Y la infbrmación 75 Todo cllo sin mcncionar las marcas de caráctcr dramatical, que mereccrian un trabajo espccifico. 101 Cecília Garriga podia aparecer en forma de abreviatura o, simplemente, formando parte de la definición. El avance de la teória lingiiística, con el desarrollo de disciplinas como la semántica y la dialectología, y la aparición de otras nuevas como la sociolingiiís-tica y la pragmática, solo han influido tímidamente en ešte aspecto de la lexico-grafía, que sistematiza un poco más esta información, pero que sigue nutriéndo-se de la técnica tradicionalmence consolidada, basada en una practica intuitiva por parte del lexicógrafo que echa mano de su propia competencia lingiiística a la hora de valorar el uso de las unidades léxicas. En el caso del espaňol, como se ha podido ver una vez más, esa tradición está encarnada por la Academia. Es cierto que la metalexicografía habla de «marcas de uso», y que todos los lexicógrafos tienen una idea aproximada, nacida de la practica, de lo que eso sig-nifica: se identifican frecuentemente con abreviaturas, que expresan unos deter-minados contenidos que ya no se definen con tanta claridad. Por tanto, se hace necesaria una reflexion sobre el concepto de «marca» en lexicografía, que esta-blezca cuáles son los contenidos que se deben expresar mediante las llamadas «marcas de uso», y que constituya un sistema riguroso y perfectamente codifica-do que dé claridad a esta información, y que la prepare para su presencia fundamental en los diccionarios electrónicos. BIBLIOGRAFÍA OBRAS LEXICOGRÁFICAS CHAO, E. (1953), Diccionario enciclopédico de la lengtia espaňola, Madrid, Gašpar y Roig. COVARRUBIAS, S. (1611), Tesoro de la lengua cast el lana o espaňola, Madrid, Luis Sanchez; facsímil en Barcelona, Alta Fulla, 1987. Diccionario diddctico de espaňol Intermedia, Madrid, S.M., 1993. Diccionario Esencia/ de la Lengua Espaňola, Madrid, Santillana, 1993 [1991]. 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