Letras Hispánicas Juan Ruiz Arcipreste de Hita Libro de buen amor Edición de Alberta Blecua SEGUNDA EDICIÓN CATEDRA LETRAS HISPANICAS Reservados todos los derechos. De conformidad con 10 dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, pod rán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra Iiteraria, artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización. © Ediciones Cátedra, S. A., 1995 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Depósito lega!: M. 1.642-1995 ISBN: 84-376-1011-7 Printed in Spain Impreso y encuadernado en Arrcs Gráficas Huenas, S. A. Fuenlabrada (Madrid) ÍNDlCE INTROOUCClÓN ~I EI hilo narrativo XIV La fecha y el autor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. XVII La invención XXIV EI artista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XLV Manuscritos y ediciones XLIX Los problemas textuales LVIII Errores separativos de a LXI Errores de rJ. o de x. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. LXIII Errores comunes de x LXVII Errores no significativos de x LXX La rama S LXXI Intervenciones de Paradinas. . . . . . . . . . . . . . . .. LXXIII Las innovaciones de la rama S LXXIV La rama G LXXVII La rama T LXXIX EI problema de las dos redacciones LXXXI La lengua del arquetipo LXXXVI La métrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. XCI CRITERIOS OE EDlCIÓN XCVII EI texto XCVII Las variantes CI Notas ClIl LIBRO DE BUEN AMaR Esta es oración qu'el acipreste fizo a Dios quando cornencó este libro suyo . [Prólogo en prosa) . Aquí dize de cómo el acipreste rogó a Dios que le diese grac;:ia que podiese fazer este libro . Gozos de Santa Maria . Gozos de Santa Maria . Aquí fabla de cómo todo omne entre los sus cuidados se deve alegrar e de la disputación que los griegos e los Nromanos en uno oVleron . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 I Aquí dize de cómo segund natura los omes e las otras animalias quieren aver conpanía con las fenbras 28 ') \ 12 15 18 VII Las obras maestras suelen deleitar a los leetores y martirizar a los erítieos que intentan aprehender desde su perspeetiva históriea e ideológiea la pluraIidad de sentido~gue, al pareeer, yaeen oeulto tras..la eorteza de la IiteraIidad. uanto más una obra eomo el llamado Libro de bum amor euyo autor, desde eI prineipio al fin, insiste en eómo el leetor debe efeetuar ese sutil ejereieio erítieo y extraer el sentido profundo de sus palabras, porque «rnuchos leen el libro e tiénenlo en poder I que n, LA FECHA Y EL AUTOR Dos de los tres manuscritos que han transmitido el texto I contienen el citado explicit datado. Los dos, sin embargo, difieren en el ano. Uno de ellos -el ms. 5- da la fecha de 1343 (<. A pesar de no ser un manuscrito original -es copia de finales del siglo XV14_, no parece que pueda tratarse de una falsificación hec ha por el cabildo en esa época para defender sus derechos sobre la clerecía de Madrid (los c1érigos madrileňos no se 10 hubieran creidojt>, No deja de ser notable que en otros docurnentos del mismo pleito, sea un Ferrán Garda el encargado de llevar la carta de los c1érigos madrileňos en I 317. Y Ferrán Garda es el mensajero que lIeva las «donas» del arcipreste protagonista a la panadera Cruz. A veces la realidad se parece a la ficción: ťno es sorprendente que en 1227 en Toledo un Juan Ruiz compre una casa a doňa Loba, hija de f doňa Orabuena, y que por esos mismos aňos anden en documentos un don Ramo, un abbatis de Orla, un Furón, un c1érigo llamado don POIO?16Importante descubrimiento el 12 Para quienes apoyan la tesis del mudejarismo, a la zaga de don ~~Castro, presenta grandes atractivos la figura de Juan Rodríguez de Cisneros, hljo ilegítimo nacido en tierra de moros y ligado posteriormente a don Gil de Albornoz (vid. E. Sáez y José Trenchs, «Juan Ruiz de Cisneros [129ljI296-13PjI3l2], autor del Libro de buen amor» Ac/os I Congreso ... , pp. 371-388). Muy curiosa es también la figura de otro Juan Rodríguez maestro de cantores del monasterio de las Huelgas en Burgos -cf. 1073- (vid. José Filgueira Valverde, «Juan Ruiz en Burgos», .Actas I Congreso ... , pp. 369-370). sobre el posible origen segoviano, vid. Tomás Calleja Guijarro, «cEra el Arcipreste de Hita segoviano?», Ibíd., pp. 371- 388. 13 Fco. J. Hernández, «The Venerable Juan Ruiz, Archpriest of Hita» La Corónico, XIII (1984), pp. IO-Zl. 14 Puede verse en facsímil ahora en Fco. J. Hernández, Los cartularios de Toledo, Madrid, Fundación Areces, 198 l. 15 AI contrario, la existencia de la copia hace suponer que los documenros originales se presentaron com o pruebas en el pleiro. Siempre, desde luego, queda la duda de si se utilizó el nombre del arcipreste, bien conocido en Toledo, como dernuesrran las citas del otro arcipreste, el de Talavera. 16 Hernández, Los cartularios de Toledo, docs. 393, 39l, 4Zl, 443, 4l4, 472, etc. XXI de Hernández, que nos permite situar al autor en los aňos de las dataciones que dan los manuscritos. Ya se ha indicado que ellibro se abre en el ms. S con una oración en la que un arcipreste demanda ayuda a Dios ya la Virgen para poder salir libre de la prisión y pide castigo para los «rnezcladores», infamadores viles que han sido los causantes de su desdicha. El mismo manuscrito cierra el t libro con las siguientes palabras: «Éste es el libro del arcipreste de Hita, el qual conpuso seyendo preso por mandado del Cardenal don Gil arcobispo de Toledo.» Quien escribió estas líneas, Alfonso de Paradinas o un copista anterior de la rama manuscrita, co nocí a una tradición que hacía al autor del libro culpable de un delito ignoto por el que su arzobispo, el famoso don Gil de rAlbornoz, 10 había castigado con la dura pena de la prisión. Esta tradición puede tener bases históricas -los libros compuestos en la reflexiva soledad de la cárcel pertenecen a un género con ilustres antecedentes y descendientes históril cos y ficticios-, o puede tratarse de una conjetura de lector que unió la prisión de la oración inicial a la composición satírica incompleta que cíerra el manuscrito S, en la que los clérigos de Talavera recibían cartas amenazadoras de don Gil conminándoles al abandono de sus amigas. EI copista encontró en esa sátira -por otra parte carente de ba~al, pues no es más que la adaptaClón de un poema latino del siglo XIII 17~ la ca\isa al conocer el efecto, la prisión menciónada al abrir el libro. Hizo, así, una lectura literal de la oración, lectura que ha seguido parte de la crítica. Sin contar con los problemas textuales que presenta esa oración!", sabemos ue se trata de una adap!ación de text2§ 17 Vid. las notas a esta composición. Ya J esús Menéndez Peláez, EI «Libro de buen amar»: íFicción literaria o reflejo de la realidad?, Gijón, Noega, J980, había replanteado el problema de la datación en el conrexto histórico a raíz de los sínodos y castellanos de la primera mitad deJ siglo XIV, con el IV de Lerrán (1215) como telón de fondo. 18 Por ejemplo, que en el ms. S, donde únicameme se incluyc la oración, se copia en dos versos por línea frente al sistema habitual del resto del ms. de verso por línea. Además, la oración se halla incornpleta y Paradinas no numera el primer folio en que ésta se copia. Probablemenre no figuraba en XXII litúrgicos bien conocidos en los que la prisión no es otra qúe la carcel del cuerpo y el -munao, cárcel sin duda terrible pero universal, lectura alegórica- que ha sido defendida, con buenas razones, por otra parte de la crítica 19, que en algún caso ha llegado incluso a apuntar la sos pec ha de q ue el tal J uan Ruiz sólo sea un personaje literario. Concluyamos. A la vista de los datos expuestos, ~ fecha . .. . as dataciones con ictorias de lOS mapll§sritos -1330 Y 1512- Y a alusión verosímil a don Gil de Albornoz, ue fue arzobls o de f,,?ledo desae 1337 Msta 1310. Aunque este ato no se ha le en ei cuerpo de la obra, nos permite situar al autor en la primera mitad del siglo XIV, y para no pecar de hipercríticos, verosirnilmenre el Libro de buen amor, dadas las fechas de los manuscritos, se debió de componer en el segundo cuarto de aquel si 10 qt,!izás en I 4320. Sobre su autor, podemos en principio creer 10 que él nos dijo y 10 que parece refrendar los documentos: que se llamaba Juan Ruiz y que era arcipreste de Hita. G (vid. Várvaro, art. cit., p. j j6, Y G. Orduna, «EI Libro de buen amar y el libro del arcipresre», Lo Coránica, XVII [J988], pp. J-7, que considera adiciones de esre úlrirno la oración inicial y las composiciones siguiemes a los dos gozos úlrimos). 19 Para la primera acrirud, vid., sobre rodo, Dárnaso Alonso, «La cárcel deJ Arcipreste», Cuadernos Hispanoamericanos, 86 (J9n), pp. J6j-J77; para la segunda, presentada en algún caso con cierta virulencia, vid. Leo Spirzer, «En torno al arte del Arcipresre de Hita» (1934), cn Lingiiística e bistoria literaria, Madrid, Gredos, 19j j, pp. 1°3-160, Y María Rosa Lida de Malkiel, «Nuevas notas para la inrerpreración deJ Libro de bum amor», NRFH, Xl l] (J9j9), pp. 17-82 (ahora en Juan RuiZ: Selección del Libro de Buen Amory esrudios criticos, Buenos Aires, Eudeba, 1973, pp. 2Oj-290, en especial, pp. 268-286). Una ponderada y aguda revisión del problema en Alicia C. de Ferraresi, De amor y poesía en la Espana medieval: prólogo a [uan RuiZ, México, EI Colegio de México, J976, pp. 263-289. 20 Creo con Joset que el ms. S ofrece más credibilidad en esta copla dado que T corrige el verso siguieme al que incluye la fecha «: la oraclón inicial procede de la liturgia; el prólogo en prosa se relaciona estrechamente con e meto o «moderno» del sermón; las fábulas derivan en su mayor parte del Romufus o Isol2!1.e, uno de los libros que se estudiaban ineludiblemente en clase, como los 0!ticha Catol1iL que suministran varias citas y un clima sentencioso general; ot.!!s fábulas y cuentecillos vienen de tradicjooes oraJes y escritas comunes a Ia Edad Media escolar europea, com" sucede con 1a'anec ota eI sa io griego y el ribaldo, que se hallaba en una bien conocida obra jurídica; de Ovidio sus imitadores -el Facetus, por ejempl025- procede, entre otros aspectos mas importantes, buena parte del arte de amar que se pone en boca don Amor; el extenso episodio de doňa Endrina es traducción -de acuerdo con el libre sistema de translación ad sensum y amplificatorio medievalde la divulgadísima «cornedia elegíaca» Pamphifus de amore, obra anónima de finales der siglo , XlI que se atři1iuyó a Ovidio y al propio protagonista (<. No nos extraňe que los escolares medievales vieran en Ovidio un autor didáctico, cuando un texto tan grave y sentencioso -y, por e110, memorizable- como los Disticba Catonis recomendaba su lectura (<". Y eJ buen obispo de Lyon continúa sus dicterios contra vetu/as en tres páginas 55 Veánse en la bibliografia los reeientes estudios dedieados aj tema por Louise O. Vasvari, en especiaJ «VegetaJ-GenitaJ Onomasties in the LBA», Rphi XLII (1988), pp. 1-29 -y Jas reservas de joset en Nueuas investigaciones... , pp. 71-73- Y Vieente Reynal, Ellenguaje erático medieval a trauěs de la obra del .Arcipreste de Hita, Madrid, PJayor, 1988. Conviene no extrapolar Jas alusiones sexu ale s que las hay, sin duda, y numerosas. 56 SUn/moe uirtutum ae pitiorum, II, P: 57b. 57 Summae ... , II, p. 58ab. XLI < a dos columnas en letra pequeňa-s. Pues bien, el arcipreste «por dezir razón» ('para decir verdaď), aparte de enumerar los apodos de la alcahueta en la lengua de la calle, llega al extremo de dar el apelativo de Buen Amor a quien los tratadistas de vicios y virtudes identificaban con el diablo ('o peor): «Buen Amor puse al libro y a ella toda sazón» (933 b). Y a santificarla en un «pitafio» (1576-78). Léanse estos pasajes desde la verosimilitud del personaje, rum granu salis y con los presupuestos exegéticos del prólogo, porque otro curriculum arciprestil se alterna con el anterior: el del arcipreste catequista, que visita su diócesis para vigilar e «informar» a los clérigos «sirnples» y a sus feligreses>". EI primero es el arcipreste protagonista, el aristotélico heterodoxo que deduce haber nacido en el signo de Venus, que se deja arrastrar por todas las especies de incitación a la lujuria; el segundo, el arcipreste didáctico que acude a la escritura para cautelar sobre el «Ioco arnor» y catequizar a su público. Si con las andanzas del primero «alegra los cuerpos», con las ensefianzas del segundo «presta a las almas», Las voces de los dos arciprestes se interfieren con frecuencia. Pero ambos saben que el remedio principal contra la lujuria es «u na duena garrida»60: «Specialiter autem ualet contra ~ illud beata uirgo Maria, quae sic amatrix est munditiae in se, sicut in aliis. Et specialiter aliquod seruitium faciendum es set, ut ab hoc igne liberaret»>'. Bajo su advocación, y la de Jesucristo (Oracion inicial), abre y cierra el arcipreste su obra (copla 19 y 1626): Porque de todo bien es comienco e raíz la Virgen Santa María, por ende yo Juan Ruiz ... Porque Santa María, segund que dicho he, es cornienco e fin del bien, tal es mi fe ... 58 Vid. Pedro Cátedra, De amar y pedagogía ... , pp. 109-1 12, donde trae otros jugosos ejemplos de predicadores del siglo xv. 59 Vid. Fco. J. Hemández, «Juan Ruiz y otros arciprestes ... », que seňala el curriculum del arcipreste visitador como elernento estructural del LBA. 60 Naturalmente, se trata de un nuevo salro del «seso» a la «burla». Para la frase vid. n. al verso 64a. 61 Summae uiruau»: ac uiťiorum ; II, p. 78b. XLII Ambos curricula, del lujurioso y del visitador, se hacen literatura al encontrar ]uan Ruiz en el género de las autobiografias pseudovidianas la fo~ma más idónea ~ara de~arro\lar este extrario d~bate dialéctico. Encontro el genero porque el tono que quería imprimir a su obra no ~ra el grave y doctrinal de un predicador ni el intelectual 10glCO, a palo seco, de un tratado escolástico. EI púbhco ur~ano a quien iba a ?irigir su .obra, .h~bltuado a unos generos vulgares qUlza no dernasiado didácticos -:-hbros de caba\lerías canciones trovadorescas, repertonos de )uglares-, ni ~lcanzaba las sutilezas caliginosas de los sumulistas ni le producían mayor deleiteque aquéllas los tratados morales y los sermones, por más que estuviesen cornpuestos con el nuevo método. ]uan Ruiz quiso imprimir a su obra un tono cómico, coloquial,--vítal y desenfadado -el de ta «mancebia» urbana de su ~poca, y de slempre para enseřiar deleitand06Z. Enseňar ťquérEI autor 10 repetlrá hasta 1a sacieda en varios lugares, comenzando por el prólogo: que el único amor bueno, el bum amor63, no es otm gue el de 62 Aunque ci autor habla «cn generah>, o mejor a los dos grandes ~rupos los cuerdos y los locos, en la obra, el «yD» proteico --lImador, didácrico, [uglar, etc.- se dirige a distintos receptores (dueňas, varones, rnancebos, dérigos simples, amigos, seňores), con preferencia a las duefias y con un claro tono cortés, el «estilo doňeguil» (vid. Diego Catalán, art. CIt., pp. 78- 82; Y también Jorge Guzmán, Una constante didáctico-moral del Libro de buen aaror, México, 1963)' Y, naturalmente, a un público universitario, que era el receptor ideal de sus sutilezas (vid. Jeremy N. H. Lawrance, «The Audience of Libro de buen amor», Comparative Literature, XXXVI [1984], pp. 220-237, Y Gybbon-Monypenny, que en su introducción a la edieión, P: 26, como aquél, opta por un público de dérigos). Un resumen del te,;,aen Joset, Nueuas investigaciones ... , pp. 110-114, que se inclina por un público heterogéneo, «aunque reducido en número de oyentes por sesión de recitación» (p. 114). . 63 Sobre el término, vid. Brian Durton, «Buen amor: lts Meamng and Uses in Some Medieval Texrs», Libro de buen amor, Studies, pp. 9j-I22. J. Menéndez Peláez, EI Libro de buen amar ... , pp. 66-81 Y los varios artículos que Joset ha dedicado al terna, citados en la bibliografia y el Apéndice I de sus ueuas inuestigaciones ... , pp. 129-147. Quienes defienden las dos redacciones, ven en la primera un concepto de buen amor más camal -defensa del matrimonio o de la barraganía en los dérigos, por ejemplo Mcnéndez Peláez, quien, como Márquez Villanueva «>>,Pro II8-I.2~), ce~ GSR \Ula sonrjsa aj ~es~ubnr el cebo hábilmente tendido or el autor ara mCltarlesa s~. es e uego, parece difícil que encontraran en e as arterías extraňas para pecar. Por el contrario, dado el peculiar fluir del hilo narrativo, no les quedó más remedio que, entre las burlas, echarse al cuerpo, o mejor al alma, una vita Christi diluida en las varias cantigas marianas, una meditación sobre la muerte y, sobre todo, un completo catecismo que se inicia en el prólogo, tan importante t.eológicamente para la cabal inteligencia del libro, y q,:e p~oslgue a 10 laq?o de la obra, alternándose con los eplsodlOS de la accion princi pal narrativa: el libre albedrío, los pecados mortales, los sacramentos -y, en particular, la pemtenCla-, los enemigos del alma, las virtudes cardinales, los dones del Espíritu Santo, las obras de misericordia 66. La búsqueda de la variedad, nacida de la a su modo proporcionada alternancia o imbricación de 10 útil y de 10 dulce para conseguir el deleite y, con él, la enseňanza de un particular público, explica no sólo la estructura general de la obra y la forma literaria escogida sino también la distribución de sus partes y elementos menores. Y explica también esos para nosotros asombrosos saltos del cielo a la tierra, de la tesis a la antítesis, de 10 grave a 10 cómico, de un sermón cristiano a la alabanza de las dueňas chicas. EL AR TlST A 67 Decía un fino cnnco ciceroniano que «los cuentos, unos encierran y tienen la gracia en ellos mismos; otros, en el 66 Vid. el interesante artículo de Derek W. Lornax, «AIgunos aurores religiosos (129l-13l0»>. [ournal oj Hispani« Pbilology, II (1978). 81-90. sobre el muy posible aunque «pequeňo boom» de libros destinados a la enseňanza religiosa. Quizá el Libro de buen amor se sitúa -y no como parodia- - en esa corriente de inquietud, si bien, con formas literarias distintas. Vid. también J. Menéndez Peláez, «Catequesis y literatura en la Espaňa rnedieval», Studium ouetense, VIII (1980). pp. 7-41. 67 Sobre el «artista». además de las páginas de Menéndez Pidal, Spitzer y María Rosa Lida, consúltese C. Gariano, EI mundo poetico de Juan RUlZ. XLV modo de contarlos»68. Y,. en efecto, todo 10 expuesto antenormente sobre lo~ matenales y compleja composición de la obra, no )~stJficana la grandeza literaria de ésta si J uan RUlZ, ademas de los buenos deseos para con verrir al buen an;or a sus prójimos, no hubiera sido un admirable poeta de multlp~es tonalldades. Su «enten<;ión» fue avisar de las artlm~nas que utilizan los que siguen el loco amor, pero tarnbién «rnostrar a los sin ples fablas e versos estraňos» (1634d). QUlzá esta intención complementaria era un nuevo acrcate pa,ra hacer tragar con el dulce encanto de la poesía la amarga píldora ,de la enseňanza. Sin embargo, Juan Ruiz se consideraba a Sl rrusrno como artista de la poética es decir ~ , , un per ecto ,conocer de la rigurosa ciencia de la poesía y excelente pracnco: «E conpóselo otrosí a dar algunos Ieción e muestra de metnficar e rimar e de trobar; ca trobas e notas e nrnas e ditados e versos fiz conplidamente, segund que esta ciencia requiere» (Pr. 14Z-145). Es pena que en el texto conservado no se mcluya, quizá voluntariamente, el cancionero completo que prometía el autor y que las muestras se reduzcan a la vena sacro-moral y burlesca. Su Iírica amorosa,. por 10 que se trasluce en algún pasaje del libro (<: RPb, XXXIII (1979-1980), pp. 62-86. No conviene, sin embargo, extralimitar la parod ia , y particularmcnre en 10 que respecta al prólogo en prosa. VId. ahora las ponderadas observaciones de James Burke, «The LIbro de buen amor and the medieval rnedirarive Sermon Tradition» La C:0rólliea, IX (1981), pp. 122-127, Yellibro de Dayle Seidenspinner-N6ňez, Tbe A//egory oj Good Love: Parodie Perspeetivism in tbe "Libro de buen amor» University of California, 19~ I. Para un discusión sobre el término «parodia» y su prudente aplicación al BI/m amar vid. Joset, Nueuas illvesligaciones... , pp. 73-82. Desde orra perspecnva, J. L. Girón Alfonchel «Enunciación y estilo épico ...», Dieenda, 8 (1989), pp. 53-70. ' XLVIII así, Juan Ruiz habría inventado un más eficaz, dulce y divertido método para converur al pecador que eI que utilizaban los terroríficos predicadores de su tiempo. Nosorros, y quizá alguno de los «locos» lectores. del siglo XIV como ya presumía el autor, nos quedamos solo en la «fermosa cobertura» de la obra, y preferimos las «palabras pintadas» y las «burlas achacadas»: se nos impone eI Juan Ruiz artista de la palabra y del relato breve sobre el Juan Ruiz moralista y grave. Es probable que a él le ocurriera otro tanto. MANUSCRlTOS Y EDlClONES EI Libro de bum amor sintetizaba to do un universo literario y cultu_ra! que estaba a 2unto ~ desa are eL, .~6 o eI Canciller Ayala en el Libro rimado de palacio acudió a su arquitectura y a algunos matices de la múltiple irisación tonal del modelo. Los otros dos grandes lectores del siglo xv, el Arcipreste de Talavera y plausiblemente Fernando de Rojas -o, para hilar más fino, el anónimo creador de La Celestina- aprovecharon del texto aquellos aspectos -mentalidad, tipos, lengua- que todavía tenían vigencia cultural o posibilidades lirerarias en su tiempo. Traducido al portugués 72 -se conserva un fragmento de final~s del siglo XIV-, el Arcipreste de Talavera 73, Lope Garcia de Salazar 74, el lIamado «juglar cazurro» 75 y algún raro documen- 72 Fue publicado por Theofilo Praga y con mejor criterio por A. G. Solalinde, «Fragmentos de una traducción portuguesa del LIbro de buen amor», RFE, I (1914), pp. 162-72. . 73 Alfonso Martínez de Toledo, arcipreste de Talavera, cita en E/ Corbacbo varios pasajes, en general sentenciosos, del Iralado de1 arcipreste de Hita. Como ha seňalado la crírica - Joset, por ejemplo-, es mteresante el usa del término Iralado aplicado al LBA, porque prueba que Martinez de Toledo había hecho una lectura didáctica de la obra, como el lector de S que se dedica a seňalar aquellos pasajes más sentenciosos del texto. 74 Identificado por Samuel G. Armistead, «An Urmotice Fifteenth Century Citatio of tne Libro de bum amor» HR, XLI (1973), pp. 88-91. 75 Publicado por Menéndez Pidal, Poesia jug/aresea y jug/ares, pp. 487-493. Vid. A. D. Deyermond, «Juglar's Repertoire or Sermon Notebook? The Lba and a Manuscript Miscellany», BHS, LI (1974), pp. 217-27, donde discute el carácter juglaresco del documenro. XLIX