EDUARDO GALEANO PATAS ARRIBA LA ESCUELA DEL MUNDO AL REVES con grabados de Jose Guadalupe Posa SIGLO Modelos para estudiar Estos ejemplos tienen un includable valor didácti-co. Aquí se relatan ins-tructivas experiencias de la in-dustria petrolera, que ama la naturaleza con más fervor que los pintores impresionistas; se cuentan episodios que ilustran la vocación filantrópica de la industria militar y de la indus-tria química; y se revelan cier-tas claves del éxito de la industria del crimen, que está a la vanguardia de la economía mundial. El escritor ahorcado Las empresas petroleras Shell y Chevron han arrasado el delta del río Nfger. El escritor Ken Saro-Wiwa, del pueblo ogoni de Nigeria, lo denunció: «Lo que la Shell y la Chevron han hecho al pueblo ogoni, a sus tierras y a sus rfos, a sus arroyos, a su atmosféra, llega al nivel de un genocidio. El alma del pueblo ogoni está muriendo, y yo soy su testigo». A principios de 1995, el gerente general de la Shell en Nigeria, Naemeka Achebe, explicó asf el 239 apoyo de su empresa al gobierno militar: «Para una empresa comercial que se propone realizar inversiones, es necesario un ambiente de estabili-dad... Las dictaduras ofrecen eso». Unos meses más tarde, la dictadura de Nigeria ahorcó a Ken Saro-Wiwa. El escritor fue ejecutado con otros ocho ogonis, también culpables de luchar contra las em-presas que aniquilaron sus aldeas y redujeron sus tierras a un vasto yermo. Muchos otros ogonis ha-bian sido asesinados, antes, por el mismo motivo. El prestigio de Saro-Wiwa dio a este crimen cierta resonancia internacionál. El presidente de los Estados Unidos declaró entonces que su pais suspendería el suministro de arrnas a Nigeria, y el mundo lo aplaudió. La declaración no se leyó com o una confesión involuntaria, aunque lo era: el presidente de los Estados Unidos reconocía que su pais había estado vendiendo armas al régimen car-nicero del general Sani Abacha, que venia ejecu-tando gente a un ritmo de cien personas por afío, en fusilamientos o ahorcamientos convertidos en espectáculos públicos. Un embargo internacionál impidió después que se firmaran nueuos contratos de venta de armas a Nigeria, pero la dictadura de Abacha continuó mul- tiplicand© su arsenal gracias a los contratos anteriores y a las addendas que por milagro se les agre-garon, como elixires de la juventud, para que esos viejos contratos tuvieran vida eterna. Los Estados Unidos venden cerca de la mitad de las armas del mundo y compran cerca de la mitad del petröleo que consumen. De las armas y del petröleo dependen, en gran medida, su eco-nomia y su estilo de vida. Nigeria, la dictadura afri-cana que mäs dinero destina a los gastos militares, es un pais petrolero. La empresa anglo-holandesa Shell se lleva la mitad; y la norteamericana Chevron, buena parte del resto. Chevron arranca a Nigeria mäs de la cuarta parte de todo ei petröleo y el gas que explota en los veintidös pafses donde opera. El precio del veneno Nnimmo Bassey, compatriota de Ken Saro-Wiwa, visitö las Americas en 1996, al ano siguien-te del asesinato de su amigo y compafiero de lu-cha. En su diario de viaje, cuenta instructivas his-torias sobre los gigantes petroleros y sus contribu-ciones a la felicidad publica. 240 241 Curasao es una isla del mar Caribe. Según di-cen, fue Uamada asf porque sus aires curabar a los enfermos. La empresa Shell erigió, en 1918, una gran refineria que, desde entonces, viene echando h um os venenosos sobre esa isla de la salud. En 1983, las autoridades locales mandaron parar. Sin incluir los perjuicios a los habitantes, que son de valor inestimable, los expertos calcularon en 400 millones de dólares la indemnización, minima, que la empresa debía pagar por los males que la natu-raleza habia sufrido. La Shell no pagó nada, y en cambio cornpro impunidad a un precio de fabula infantil: vendió su refineria al gobiemo de Curacao, por un dolar, mediante un acuerdo que liberó a la empresa de cualquier responsabilidad por los danos que habia infligido al medio ambiente en toda su história. La mariposita azul En 1994, la empresa petrolera Chevron, que en otros tiempos supo llamarse Standard Oil of California, gastó muchos millones de dólares en una campana publicitaria que exaltaba sus desve-los por la defensa del medio ambiente en los Estados Unidos. La campana estaba centrada en la protección que la empresa brindaba a unas mari-positas azules que corrían peligro de extinción. El refugio que daba amparo a estos insectos costaba a la Chevron cinco mil dólares anuales; pero la empresa gastaba ochenta veces más para producir cada minuto de la propaganda que alababa su vocation ecologista, y mucho más todavfa por cada minuto de emisión del bombardeo publicitario de las maripositas azules aleteando en las pantallas j de la television norteamericana. El spa de los bichitos estaba instalado en la refineria El Segundo, en las arenas del sur de Los Angeles. Y ésta sigue siendo una de las peores fuentes de contamination del agua, el aire y la tierra en toda California. La piedra azul Ciudad de Goiania, Brasil, setiembre de 1987: dos juntapapeles encuentran un tubo de metal tirádo en un terreno baldio. Lo rompen a martilla-zos, descubren una piedra de luz azul. La piedra 1 mágica transpira luz, azulea ei aire y da fulgor a todo lo que toca. Los juntapapeles parten esa piedra de luz. Rega-Ian los pedacitos a sus vecinos. Quien se frota la piel, brilla en la noche. Todo el barrio es una lámpara. El pobrerio, súbitamente rico de luz, está de fiesta. Al dia siguiente, los juntapapeles vomitan. Han comido mango con coco: ^Serä por eso? Pero todo el barrio vomita, y todos se hinchan, y arden. La luz azul quema y devora y mata; y se disemina llevada por el viento, la Uuvia, las moscas y los pájaros. Fue una de las mayores catástrofes nucleares de la história. Muchos murieron, y muchos más quedaron por siempre jodidos. En aquel barrio de 242 243 los suburbios de Goiania nadie sabia quo significa-ba la palabra radiactividad, y nadie habia ofdo ja-mäs hablar del cesio 137. Chernobyl resuena cada dfa en las orejas del mundo. De Goiania, nunca mäs se supo. En 1992, Cuba recibiö a los ninos enfemnos de Goiania, y les dio tratamiento medico gratuito. Tampoco este hecho tuvo la menor re-percusiön, a pesar de que las fäbricas universales de opinion publica siempre estän, como se sabe, muy preocupadas por Cuba. Un mes despues de la tragedia, el jefe de la policia federal en Goiäs, declarö: —La situation es absurda. No existe ningtfn responsable por el control de la radiactividad que se usa con fines medicinales. fr Edificios sin pies Ciudad de Mexico, setiembre de 1985: la tierra tiembla. Mil casas y edificios se vienen abajo en menos de tres minutos. No se sabe, nunca se sabrä, cuäntos muertos dejö ese momento de horror en la ciudad mäs grande y mäs fragil del mundo. Al principio, cuan-do ernpezo la remocion de los escombros, el go-biemo mexicano conto cinco mil. Despues, callo. Los prirneros cadäveres rescatados alfombraban todo un estadio de böisbol. Las construcciones antiguas aguantaron el te-rremoto, pero los edificios nuevos se derrumbaron como si no hubieran tenido cimientos, porque mu-chos no los ten(an, o los tenfen solamente en los pianos. Han pasado los anos, y los responsables siguen impunes: los empresarios que alzaron y ven-dieron modemos castillos de arena, los funciona-rios que autorizaron rascarielos en la zona mäs hundida de la ciudad, los ingenieros que minberon asesinamente los cälculos de cimentaciön y carga, los inspectores que se enriquecieron haciendo la vista gorda. Los escombros ya no estän, nuevos edificios se alzan sobre las ruinas, la ciudad sigue creciendo. Verde que te quiero verde Las mäs exitosas empresas terrestres tienen su-cursales en el infierno y tambien en el cielo. Cuan-to mäs venden en unas, mejor les va en las otras. Y asi e! Diablo paga y Dios perdona. Segün las proyecciones del Banco Mundial, las industrias ecologistas moverän fortunas mayores que la industria qufmica, de aqui a poco, al filo del siglo, y ya estän dando de ganar montanas de di-nero. La salvaciön del medio ambiente estä sien-do el mäs briilante negocio de las mismas empresas que lo aniquilan. 244 245 En un libro reciente, The corporate planet, Joshua Karliner brinda tres ejemplos ilustrativos, y de alto valor pedagogico: el grupo General Electric tienc cuarro de las em-presas que más envenenan el aire del planeta, pero es también el mayor fabricante norteamericano de equipos para el control de la contaminación del aire; la empresa qufmica DuPont, una de las mayo-res generadoras de residuos industriales peligrosos en el mundo entero, ha desanollado un lucrativo sector de servicios especializados en la incineración y el entieno de residuos industriales peligrosos; y otro gigante multinacional, Wesringhouse, que se ha ganado el pan vendiendo armas nucleares, vende también millonarios equipos para limpiar su propia basura radiacrJva.