O B R A S C O M P L E T A S D E ROSALÍA DE -CASTRO n i OBRAS COMPLETAS D E ROSALÍA DE CASTRO III FOLLAS NOVAS P R Ó L O G O D E E A I L I O C A S T E L A R < ^ > MADRID L I B R E R Í A DE PUEYO Mesonero Romanos, 10. 1910 E S P R O P I E D A D M A D R I D . — I m p . de los Sucesores de Hernando, Quintana, 33. O S S E Ñ O R E S D ' A X U N T A D I R E C T I V A E MÁIS INDIVIDUOS QUE COMPONEN A S O C I E D A D E D E B E N E F I C E N C I A D'OS NATURALES DE GALICIA N ' H A B A N A Un sentimento de gratitude faime hoxe dedicarlles este meu libro. O día en qu'os filias de Galicia levaban á cabo n'Habana un d'os seus máis groriosos feitos (permítaseme chamadle así, porque tal o creio); d día en qu'entfb aplauso de todos fundóuse en tan lexana rexión a Socíedade de beneficencia d'os naturales de Salida, houbo quen quixo santifical'd seu modo volvendo pfa sua patria os olios y ó corazón, unindo n'aquela obra de patriotismo ó recordó d'un libro que foi tamén ó exaltado fruto d'amor 6 noso país. O xuntar os nomes d'os fundadores d'a Socíedade ó d'autora d'os CANTARES GALLEGOS (cousa que lies agradecin porque me vía asi unida á obra de caridade máis grata ó meu corazón), xa sey que non foy máis que como un-ha expresión d'amor pr'a patria ausente, qu'eu cantara, xa que non en bós versos, ó menos en versos afertunados. Séino ben; mais non por eso deixo de ter río que val aquel recordó, e de crérme obrigada á dar á esa Sociedade un-ha púbrica moestra d'à meu agradecemento, xa que púbrica foy tamén a proba d'estimación que á sua vez me deron n'aquel día os meus paisanos n'Habana. Reciban, pois, a dedicatoria d'este meu novo libro: trata d'as cousas d'à terra, e vay escrito n'o nosa lengoa. Recibana, non pol-o que val, sinon pol-o que significa. Rosalía Castro de TDurguía, Socia honoraria d'a Sociedade de Beneficencia d'os naturales de Galicia n'Habana. Santiago, 23febreiro 1880. PRÓLOGO Nada me complace tanto en la vida como recorrer las regiones que componen el territorio de nuestra España y contemplar los monumentos que despiertan la memoria de nuestros padres. Los tiempos pasados se avivan y resucitan en el escenario donde sus tragedias sucedieron. El alma de los muertos vuelve, á los conjuros y evocaciones del recuerdo, como para buscar el origen de venturas ó desventuras transcendentes á su nombre en el mundo y á su reposo en la eternidad. Enseña más sobre el destino de Roma un paseo por la Vía Apia, bordada de sepulcros, que un estudio de los libros de Tito Livio y de Tácito. Cuentan más Historia de España las piedras mudas de la catedral de Toledo, que las páginas grandilocuentes dé Mariana y de Mendoza. Los campos de Montiel llevan aún la maldición del fratricidio de los Trastamaras; las ruinas de Poblet, cubiertas de ortigas., guardan aún las sombras augustas de los reyes de Aragón; las alturas del puerto de Muradiel revelan á los ojos más vulgares las glorias á ellas unidas como la luz á los soles; el pico de Monserrat refleja las retinas de los navegantes catalanes del Mediterráneo, que lo saludaban arrobados en sus fabulosas expediciones al oriente de Europa; las rejas de Granada parecen el poema de la guerra santa y de la reconquista nacional, y apenas hay un rincón de la P R Ó L O G O Península donde los espectáculos de la Naturaleza no estén realzados por las grandiosas escenas de la Historia. En mi calidad de historiador he contemplado mil veces los escenarios principales de los hechos históricos, y no he visto, sin embargo, aquellos donde nuestras crónicas modernas comienzan, y la fuente de nuestra vida nacional brota, y el poema de la Reconquista se inicia, y el habla española balbucea sus primeras palabras, y el grito de ¡Dios y Libertad! resuena, y la capilla de Covadonga señala como la letra inicial de nuestras victorias, y el astur y el galaico hacen retroceder al árabe abortado por los desiertos hacia el Mediodía y al normando abortado por los mares hacia el Norte; y por doquier, así en los primitivos dialectos, de incomparable dulzura, como en las iglesias románicas, de indecible severidad, se sienten aún los vagidos de nuestro espíritu y se tocan las tablas de nuestra cuna; ¡ah!, no he visto, decía, ni Asturias ni Galicia. ¡Y cuántas veces heme fingido estas tierras en mi imaginación y he tratado de resucitarlas y de describirlas tales como las veía interiormente! Sobre todo, esa extraña y desconocida Galicia me llamaba con sus innumerables atractivos y aparecía verde y húmeda, ceñida de espumas oceánicas, tapizada de inacabables prados, llena de colinas en cuyas alturas sombrea el bosque y á cuyos pies brilla la floresta, esmaltada por sus rías y por sus puertos, semejantes á tranquilos lagos, cubierta' de castañares y de naranjales, con sus mares verdes y sus horizontes recamados de arreboladas neblinas, como una especie de Escocia meridional española, muy apropiada, cual la Escocia británica del Norte, á la poesía, y al cántico, y al sentimiento de la Naturaleza. ¡Y será de ver aquella catedral, á la que volvían sus P R Ó L O G O ojos los moribundos en toda la Edad Medía, é iban, hasta del seno de la Bulgaria y de Rusia, los peregrinos en gran muchedumbre á ganar el perdón de sus culpas con poner los labios en las losas de su pavimento! ¡Y el alma se quedará extática en su puerta de la Gloria, pintada de tantos colores, y entre cuyos iris, semejantes á los matices de la oración, y entre cuyos dorados, semejantes á los resplandores de inmaculado éter, revolotean las innumerables figuras como místicas mariposas venidas de las flores del cielo, y surgen las estatuillas como mensajeras encargadas de elevar á las alturas celestiales las constantes aspiraciones que á lo infinito siente en su eternal carrera nuestro pobre y obscuro planeta!. ¡Cómo caerán las sombras por aquellas recatadas capillas, antiguo albergue de las peregrinaciones y término santo de largo y proceloso viaje! ¡Cómo resonará por aquellas bóvedas el grito que los guerreros han proferido en Clavijo, en Calatañazor, en las Navas, en Tarifa; el grito que invocaba al Apóstol y lo traía al frente de nuestros ejércitos en su blanca cabalgadura' apocalíptica! Jerusalén, Roma, Compostela, eran por aquellos tiempos de fe como jas tres gradas espirituales por donde la pobre humanidad podía subir hasta ver frente á frente las tres personas de la Trinidad Santísima. Y después de haberse confortado el ánimo con estos santos recuerdos, ¡cómo se comunicará con la Naturaleza! Ya sé por experiencia que no puede pedírsele al Norte el color de nuestras tierras meridionales y la línea inflamada que rodea como de una aureola esplendente las aristas de la Giralda y las estrías del Parthenón. Ya sé que nuestro paganismo clásico, nuestra forma plástica, nuestro relieve escultórico, los secos torrentes en que la adelfa se corona de rosadas flores y la palma se cimbrea 12 P R Ó L O G O al soplo abrasador del simoun, jamás se encuentran en los campos eternamente verdes que el Océano riega con sus evaporaciones continuas y con sus lluvias benéficas, y que la niebla envuelve en sus velos de gasa. Pero será de ver el campo, tranquilo como los idilios de Teócrito; el prado, á la continua reverdecido por una primavera perpetua; los bosques de frutales, cargados con las abrillantadas frutas; las colinas, donde en libertad crecen toda clase de arbustos; entre los altos robles y castaños, el antiguo campanario de la aldea; por los hondos valles, la cabana con su establo y el establo con sus vacas á la puerta; serpenteando en varias direcciones la ría serena y transparente, llena de barcas ligeras que contrastan con las pesadas carretas, y trabajando sin descanso los campesinos de ambos sexos, seguidos de sus innumerables chicuelos, que entonan á una en coro esas sonatas y cantares, cuyos aires se han elevado en las composiciones de los primeros maestros europeos, lo mismo en la sinfonía pastoral de Beethoven que en la tierna Sonámbula de Bellini, á expresión clásica de la felicidad campestre Galicia tiene pintores, que excuso nombrar, capaces de darnos idea tan clara de su tierra como los pintores malagueños nos la han dado de una merienda en la Caleta, ó los pintores sevillanos de un baile en Triana. Inútil buscar en las composiciones gallegas una sombra como de azabache junto á una pared cuya cal semeja al alabastro; la luz llega, ceñida por tantos vapores como hay en el aire y amortiguada por tanta vegetación como hay en el suelo, dulce, á guisa de caricia gallega, sin rebotes hiperbólicos, sin reverberaciones metálicas á los ojos, que pueden recibirla y gozarla en una placidez inefable. Bajo los seculares árboles de ramas bastantes á cubrir una plaza; en cercados floridos y olientes á madre-. P R Ó L O G O 13 selva; sobre alfombra natural, y aunque natural mullida y blanda, el gallego, cubierto con su montera y ataviado con sus calzones y su chaqueta de paño obscuro que chapillas de plata abotonan y adornan, baila en compañía de la hermosísima gallega, en cuya cabeza flamea el pañuelo de colores realzado sobre el primoroso dengue y el obscuro zagalejo de estameña, y en cuyo cuello relucen sobre la blanca camisa los varios collares; y así, trenzan, al son de su gaita, una de esas danzas iguales á su música, por tristes, por amantes y por voluptuosas. Lo cierto es que esta tierra, falta de calor, inspira á sus hijos una pasión tan encendida que raya en fanatismo. Ni el catalán, que se cree ciudadano de perfecta nacionalidad; ni el andaluz, que habita la región más privilegiada y más poética de España; ni el valenciano, bienhadado en sus asiáticos jardines; ni el vigoroso aragonés, aman á su patria como la ama el gallego. La sombra de sus árboles, el dejo de su agua natal, los mendrugos de su pan de maíz y de centeno, las maderas de su establo, el olor de sus vacas, el espacio de su Municipio, el tañido de la campana que toca la oración de anochecer, la melodía de su zampona, el cantar de su alborada en tales términos se imponen á sus sentidos, á sus sentimientos, á su conciencia, á toda su alma, á todo su ser, que al arrancarle de allí le desarraigan como si fuera un árbol, y dobla el cuello, y pierde la gana, y apaga la mirada, y desmaya de fuerzas, y decae de color, y olvida el habla, y siente una tristeza tal en todos sus afectos y un dolor tan agudo en todo su cuerpo, que concluye el infeliz por la muerte. Hay razas de tal suerte unidas con su tierra, que al separarlas separáis los dos términos de una entidad, el alma y el cuerpo, y concluís con su existencia. La mayor parte de aquellos suicidios de pueblos, como los de Numancia y 14 P R Ó L O G O de Sagunto, que tanto nos maravillan, se explican por el apego al suelo natal, fuera de cuyo aire no pueden respirar ni vivir. Existen razas nómadas como las razas invasores del Norte, llamadas por una vocación interior al movimiento, desasidas del suelo, juntas con su caballo y con su carro que las transportan de uno á otro territorio, las cuales se engendran en una región, nacen en "otra, viven de continuo viaje, mueren sin saber el pueblo donde han nacido, y cambiando de creencias cual cambian de patria, tienen la vocación de las emigraciones y de las conquistas, por cuyo terrible poder suelen renovarse las sociedades humanas, de igual suerte que se renuevan los aires por las tempestades y por las inundaciones los campos. Pero en cambio hay otras razas á quienes jamás separaríais del territorio donde nacen y que se pegan á él como la carne al hueso. Estas son las razas que padecen el mal del país, llamado en griego nostalgia, mal horrible que termina casi siempre con la muerte. Y parece que la fatalidad lo quiere. El gallego se ve obligado, por la densidad de la población y por la tristeza del suelo, á las emigraciones constantes. Imaginaos cuál será su pena cuando trasponga la línea del horizonte sensible y deje tras sí el campanario de la iglesia parroquial en cuyo regazo ha crecido su alma; el cementerio donde yacen sus mayores, con cuyos huesos se mezclan las raíces de la vida; los hogares que han cobijado los afectos y las pasiones, á cuyo impulso se ha reunido la sangre y ha amasado la carne del corazón. En ningún punto del mundo donde vaya volverá á ver la zagaleja que, con la mano puesta al oído, la cabeza movida á un lado y. otro, los ojos casi fuera de las órbitas, cual si buscara y no encontrara el ser amado, entona la triste canción correspondiente á la serenata andaluza, canción P R Ó L O G O parecida, en su larga y triste cadencia, bien á un arrullo de amor, ó bien á un suspiro de muerte. Y se comprende, se comprende perfectamente que al abandonar todos estos hogares, indisolublemente unidos á todas sus pa-. siones, desfallezca y muera. Y esta tristeza del alma se refleja en su poesía, que es verdaderamente una poesía melancólica del corazón. Así tiene los caracteres de la poesía del Norte, la vaguedad y la profundidad. La Naturaleza se refleja en la conciencia de sus bardos como se reflejan los objetos, en los poemas osiánicos. La estrella que luce entre las primeras sombras de la tarde; el vapor que asciende del oleaje de los mares á formar las nubes; los vientos huracanados que se estrellan al pie de la roca vestida de pinares; las hierbas de las colinas que ondean y se pliegan al beso de los céfiros; el torrente que se despeña espumoso entre los riscos; la luna coronada de nieblas, que dan mayor palidez y mayor misterio á su faz; la caverna llena de aves nocturnas, cuyos gritos se confunden con el toque de las ánimas,-dan á la poesía gallega mucho del sabor que tienen los cánticos de aquellos pueblos obligados por su latitud y por su clima á encerrarse dentro de sí mismos, y relacionar los fenómenos del Universo con los afectos y las ideas del alma. Su lengua, sin embargo, por la riqueza de combinaciones vocales, por la dulzura de las consonancias, por la copia de rimas, por la variedad de metrificación, por la enomatopeya de sus palabras, relaciónase con todas las lenguas meridionales, pues al oiría diríais que estáis oyendo el italiano, el provenzal, el lemosín, cualquiera de las lenguas habladas á orillas del Mediterráneo y compuestas por las relaciones y el comercio de aquellos pueblos que sobre un fondo heleno-latino ostentan esmaltes 16 P R Ó L O G O y relieves por el movimiento natural de la sociedad sobrepuestos y realzados. Á estas cualidades reúne un candor, una sencillez, un sabor arcaico que muestran cómo se ha cultivado principalmente en la Edad Media, y luego, cuando la nación se formó en el siglo generador de los grandes Estados, ha tenido que ceder la palma á la gran lengua del centro, á la lengua castellana. Galicia, menos abierta naturalmente á las irrupciones de extranjeros pueblos que el mediodía de España; menos helena y menos árabe, pues ni una ni otra raza han ejercido en las orillas del Atlántico el poder que en las orillas del Mediterráneo; romana, muy romana durante el Imperio, y después de la irrupción germánica esencialmente sueva, tiene una complexión más determinada y una tradición más seguida que el resto de las provincias españolas. Su habla, pues, debe ser el latín romanceado por los suevos, como el habla castellana el latín romanceado por los habitantes del centro. Sea de esto lo que quiera, existe una hermosa literatura en Galicia. El mayor de nuestros escritores y de nuestros sabios en la Edad Media, el rey D. Alfonso X, escogió el gallego para cantar loores á la Virgen Madre, y el gallego ha inmortalizado los amores y los duelos del popular Macías. Y si examináis el conjunto de esa literatura, encontraréis que tienen sus poetas algo de la escuela de Suabia, tan encarecida y alabada en Alemania por la fluidez de sus rimas, unida á la profundidad del sentimiento y de la idea. Si la literatura gallega no tuviese ningún otro libro más que las F O L L A S N O V A S de Rosalía Castro, bastábale para su lucimiento y para su gloria. Puesto que la poesía es, como todo arte, la idea sentida con profundidad y expresada con hermosura, digo que no conozco quien sienta más y exprese mejor. La ternura se mezcla con la 17 tristeza, la luz con el misterio, la inspiración y el estro con la verdad, formando un conjunto de tal suerte nuevo y original y suyo, que no se cansa de admirarlo el entendimiento, fatigado por lo convencional y arbitrario de artificiosas escuelas que se empeñan en resucitar lo pasado, muerto para siempre, ó ya en repetir pasiva y fotográficamente la impura realidad. Rosalía siente y sabe expresar lo sentido. Su alma no liba la poesía en lo grande, en lo inmenso, en lo infinito; como la violeta, gusta de las sombras y exhala su aroma con tal humildad que excusa como grave falta el propio mérito. Pocas veces he visto expresar como en la composición titulada Vaguedás esas visitas de las inspiraciones varias, nubes sin formas evaporadas del corazón á la mente, y que suelen unas veces arrebolarse en las tintas de la idea, y otras veces enrojecerse en el relámpago de la pasión. Así pregunta por qué escribe y no sabe cómo responder á esta pregunta. Pues en tal ignorancia se encuentra el secreto de la verdadera vocación poética. Quien canta sin voluntad, obedeciendo á movimientos del ser como obedece el arpa á la mano que la tañe, y expresando ideas instintivas presentadas de súbito á la mente, más por sobrenaturales revelaciones que por la interior reflexión; quien hace eso ha recibido del Cielo el don de la poesía para traerlo y depositarlo entre los abrojos de la tierra. Teniendo este don, no podía menos de tener con él profunda melancolía. Redentores y no llevar corona de espinas; profetas y no sentir las epilepsias de la admiración; sabios y no consumirse en el calor de la retorta donde surgen nuevos elementos; héroes y no desposarse con la muerte; poetas y no padecer con todos los qué padecen, y no llorar con todos los que lloran, y no sentir la nostalgia de cielos misteriosos, ¡ah!, es completaT O M O III. 2 i8 P R Ó L O G O mente imposible. Rosalía está triste, y la tristeza rodea de aureola mística sus sienes, y la tristeza se plañe en todos los acordes de su lira. Así no podéis menos de llorar cuando se despide de sus prados; del claustro donde tantas veces ha gemido; de los montes negros, plateados por la alborada que-brilla en el Sar y en el Sarela; de las pardas torres metropolitanas destacándose en las inciertas lontananzas; y al decirles adiós, considera que esto permanecerá perenne, inmóvil, perdurable, mientras los que se creen inmortales superiores á todos los mencionados objetos, eternos como las almas, cada día darán hacia la muerte un paso y dejarán en las tortuosidades del camino alguna ilusión ó alguna esperanza. Conozco pocas emociones más magistralmente dichas que la despertada en su corazón por el interior de la catedral de Santiago. Se oye rezar á los viejos y á las viejas los padrenuestros; se ven los rayos últimos del sol en su ocaso penetrando por las vidrieras de colores y descomponiéndose en las brillantes sartas de las arañas; se siente el terror que la sobrecoge cuando al plañido de los campanarios ve las almas en pena pintadas por los altares, y las cabezas de los santos moviéndose como para contarse algún misterio unas á otras; se pregunta, por fin, al poder de la evocación, si aquellos rostros de las estatuas tienen alma, y los labios de piedra palabras, y los arzobispos y los obispos, tendidos sobre las losas, fuerza para levantarse de sus lechos fríos como el mármol y pedir perdón á los crucifijos, iluminados por las dudosas lámparas, y la Soledad lágrimas para llorar los dolores de su divino Hijo y la eternidad de nuestros pecados. No acierto á expresar cuánto me conmueven los pensamientos poéticos por Rosalía consagrados al cementerio, á la ermita, al enterramiento, á la mezcla de la P R Ó L O G O 19 religión con la muerte. Creeríais sus ideas florecillas brotadas en los sepulcros. Caen sobre el alma con la lángui-. da tristeza de las ramas del sauce y huelen á ciprés. Hace bien la poetisa cantando esos abismos insondables donde' concluye el frenesí de nuestra vida y para el movimiento vertiginoso de nuestra desatentada carrera. Yo nunca he visto sin conmoverme una iglesia en los valles de mi tierra. Una iglesia, único ideal del pobre pueblo, á quien el Arte se aparece bajo la forma religiosa; nave mística, poblada de santos que interceden por nosotros y circuida de muertos que esperan su resurrección; faro luminoso, encendido sobre los escollos del mundo y que proyecta su luz en las profundidades del alma; luz solitaria, la cual se nos aparece como estrella misteriosa en el día de los tormentos; arca que flota en el diluvio de nuestras lágrimas; punto de intersección entre los caminos de la tierra y los caminos de la eternidad; influencia de toda aspiración ascendente á lo infinito y de toda inspiración descendente de lo infinito; una iglesia conmueve siempre por las lágrimas que se han evaporado en sus aires aguardando consuelo y por los cadáveres que han caído sobre su pavimento, aguardando perdón por las oraciones que aletean bajo sus bóvedas y los exvotos que penden de sus paredes, por las lenguas de fuego que manda el espíritu divino á todo lo contingente, y las nubes de incienso que manda el espíritu humano á todo lo abso-.! luto; por el esfuerzo que sus arcos, sus aras, sus altares, sus cúpulas representan para romper el misterio divino que envuelve la inmensidad de los espacios y que agita y hace estremecer desde el fondo de nuestro corazón hasta la cima de nuestra inteligencia. No conozco en las diversas lenguas literarias de la Península composición alguna más tierna y más sentida 20" P R Ó L O G O que la titulada ¡Padrón!, ¡Padrón! Dentro de poco, así que el libro se divulgue, alcanzará renombre tan ruidoso como la inmortal composición de Bécquer «¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!» Delante de un cementerio, lo primero que se le ocurre es la idea de todo cuanto acaba en nosotros al pasar de la juventud á la" madurez en la existencia: las risas sin fin, los bailes sin término, los cantares dulces, los coloquios amorosos, las noches serenas, la guitarra melancólica, los acordes de la serenata, cuanto ha pasado en la vida. Sigue á esta triste reflexión sobre todo lo que llevamos muerto en nosotros mismos una pintura del cementerio de Adina, tal como se aparecía á sus ojos en la niñez, con sus olivos viejos y obscuros; con sus clérigos que toman el sol en las tapias como los viejos cipreses, y los niños que juegan entre las tumbas como las mariposas entre las flores; con las piedras tumularias que resaltan entre los montones obscuros de la tierra removida; con el blanco osario, que á lo mejor, en la callada noche, despide la fosfórica luz de sus fuegos fatuos; con las hierbas verdes, las malvas, las cicutas, las ortigas, que crecen alimentadas por los muertos y exhalan desde la superficie de las sepulturas, mezcladas sus raíces con los huesos, el oxígeno de la vida. Naturalmente, la emoción que el cementerio despierta en el alma de una niña es emoción de alegría. Y en esta alegría se encuentra lo filosófico y lo profundo del pensamiento, alcanzado por la intuición soberana del poeta. En la edad en que no hemos visto los muertos, no creemos en la muerte. Pues qué, ¿no jugamos á la puerta del cementerio como á la puerta de la escuela? ¿Habéis visto algún contraste mayor y más terrible que los divertimientos, y las risas, y los gritos de los huérfanos de dos ó tres años mientras los clérigos salmodian, á la puerta P R Ó L O G O 21 de la casa en duelo y ante un ataúd lleno, los cánticos de la eternidad? La niña ve en el cementerio de Adina la hierba sobre las sepulturas, las flores sobre las hierbas, las mariposas sobre las flores, los pájaros sobre las mariposas, el cielo sobre los pájaros, la vida que rebosa en el templo de la muerte. Pero se ha ido lejos de allí, se ha separado por mucho tiempo, y al cabo ha vuelto la infeliz. Pregunta por todos los que ha amado, y nadie le responde. El tiempo se los ha ido llevando poco á poco en sus giros, y ha despoblado de los seres predilectos á Padrón y ha poblado con sus despojos el cementerio. Así corre á él, y mira por la cerradura, y en vez de ver y oir lo que veía y oía de niña, ve la tierra removida sobre la cual vagan las almas y oye la campana plañidera que llora por los muertos. Consolémonos. Nada en la realidad tan repugnante, ni nada en el ideal tan hermoso como la muerte. El cadáver á los ojos del cuerpo está lleno de gusanos, y á los ojos del alma circuido de ángeles. Hiede cuando nos acercamos á él con nuestro cuerpo, y embalsama el aire cuando nos acercamos con nuestra alma. ¡Qué sería de nosotros si no muriéramos nunca! Estas dudas que taladran las sienes y estos desengaños que desgarran el corazón; el amor sin esperanza, la ilusión sin realidad, la separación de los seres queridos, la pena de la ausencia, todos estos dolores habrían de ser eternos. Sólo allende la tumba el ideal será verdad, la ilusión certidumbre, la poesía pensamiento, el pensamiento vida, la vida eternidad, la eternidad amores sin celos, satisfacciones sin desencantos, creencias sin sombras, espíritus sin cuerpos, arte sin formas, felicidad sin zozobras, la plenitud del ser, el día imperecedero de la justicia, la visión perfecta del 22 P R Ó L O G O Eterno. ¡Dios mío, que no vengan dos veces los cálices ya apurados; que no se aparten de nosotros jamás los seres tan queridos; que no suceda al ideal soñado con tanto amor el parto abortivo de la grosera realidad; que el cierzo de un nuevo desengaño no hiele, no, la última florescencia de ilusiones y la última cosecha de esperanzas; y como todo esto sea imposible en el mundo, mátanos pronto en tu divina misericordia para que pronto nuestros mismos calumniadores nos hagan justicia y nos durmamos para siempre creyéndonos bendecidos y amados, y aguardando muchas lágrimas sobre nuestras ce- nizas! Una de las cualidades más sobresalientes en Rosalía Castro es la cualidad poética por excelencia, la vista intuitiva de la relación misteriosa que existe entre el mundo interior y el mundo exterior, entre el universo que compone la Humanidad y el universo que compone la Naturaleza. La esfera del horizonte y la esfera del cerebro, la luz de los ojos y la luz de los astros, las lluvias y las lágrimas, las tormentas y los dolores, la electricidad que culebrea por las nubes, y las simpatías que despedimos de nuestro ser, forman, como los asonantes un romance, como los consonantes una oda, como los tonos graves y agudos una sinfonía. La luna llena, mirando al Océano, lo aviva en mareas; la mujer hermosa, mirando nuestros ojos, los enciende en fuego, que á su vez aviva y enciende el deseo. Las corrientes magnéticas en cuya virtud se pliegan las hojas de la sensitiva, tienen algo de esa otra corriente en cuya virtud se agitan unos nervios como las cuerdas de un arpa. Hay entre la palabra y la idea, entre la forma y el fondo, entre el alma y el cuerpo la misma relación que entre la electricidad y el magnetismo, que entre la luz y el calor. La serpiente fascina al P R Ó L O G O 23 pajarillo como la meditación al místico. En el yermo encontráis muchas almas y muchas alondras extáticas. El entusiasmo de los corazones contribuye al movimiento de los cuerpos como el esfuerzo de los músculos. El bacante caería rendido en su carrera si no creyese que un dios lo impulsa, y la pitonisa muerta en su trípode si no creyese que un dios habla por su boca. Los seres humanos se sostienen unos pendientes de otros en la sociedad, como los mundos sidéreos se sostienen unos á otros en la atracción universal. La mirada del tigre os da terror como la mirada de vuestro mayor enemigo, y la mirada del cordero compasión como la mirada de un niño. Existe una relación misteriosa entre los matices del prisma y las notas del músico. Pitágoras explicaba más á sus discípulos con la vista que con la palabra. Alejandro, que sólo tenía cincuenta mil hombres en Arbelas, mientras Darío tenía un millón, no quiso pelear en las tinieblas como le aconsejaba Parmemón, porqué creía más en los prodigios de sus ojos que en los prodigios de su táctica. Magnetismo," electricidad, amor, voluntad, calor, pasión, luz, idea, todas estas virtudes varias se confunden, perteneciendo unas á la esfera espiritual y otras á la esfera material, como unas fuerzas se confunden con otras fuerzas en la inmensidad del Universo. Pues pocos pensadores y pocos poetas expresan mejor estas relaciones que Rosalía Castro en sus bellísimos versos. Si hubiéramos de calificarla con una sola palabra, calificaríamosla de poeta lírico por excelencia. Cuando se eleva en alas de robusto estilo á la poesía impersonal, objetiva, rayana con la epope3'a, carece de la originalidad que la distingue en tanto grado cuando canta sus propias emociones; y si presenta el mundo externo, lo presenta en relación con su alma, celeste, luminosa, transparente, 24 P R Ó L O G O y en cuya superficie el menor soplo de las auras levanta rizos y ondulaciones, el menor reflejo de la luz extiende esmaltes, y matices el menor objeto de las orillas; el árbol frondoso y la hierba humilde, la colina que permanece inmóvil en los bordes y el ave que pasa por los horizontes, encuentran espejos y dejan de sí copias -y retratos. Y siendo poeta lírico por excelencia, es por necesidad poeta elegiaco. Desde el principio al fin de sus versos dos sentimientos la poseen: sentimiento de tristeza melancólica por las desgracias universales de la vida humana, y sentimiento de tristeza exaltada por las desgracias particulares de la vida gallega. El hombre es una síntesis de la Creación. El universo sideral recoge su más bello éter para producir la luz de los humanos ojos; los fluidos electromagnéticos condensan sus más poderosas corrientes para derramarse por las cuerdas de nuestros nervios; los átomos, que acaso vienen de los confines del espacio, se acumulan en nuestro cuerpo para componer el más perfecto organismo; y sobre todas estas varias determinaciones y modos de la materia universal, se eleva en nosotros el misterio indecible, inenarrable, sublime: ese misterio del alma que llega por grados á ver lo infinito y á desembocar en la eternidad. Todas las cosas piensan en nosotros y todas las cosas en nosotros padecen. Nuestra voz repite el quejido universal de los seres que se duelen del esfuerzo empleado por traspasar el límite y de la fatalidad que al límite los sujeta como á su cadena, como á su prisión, como á su eterno suplicio. Este quejido, más agudo á medida que el ser crece y progresa, encuentra un eco en todas las estancias de las F O L L A S N O V A S , y un eco poético. Pero el dolor más bellamente expresado es el dolor de su madre Galicia. Se ve el aislamiento en que la patria común ha dejado á tan P R Ó L O G O 25 hermosas provincias. Se oye el resuello de una raza forzada por su triste condición social á todos los trabajos más materiales y penosos. Se ven las marcas de las heridas seculares abiertas en los pobres campesinos por la antigua tiranía señorial. Se notan las cualidades de aquella familia de pueblos, la inteligencia aguda, la astucia fina, la tristeza perpetua. Sobre todo, el dolor de los dolores gallegos se halla repetido á cada verso: el dolor de la separación, el dolor de la ausencia, el dolor de la nostalgia, el dolor de las emigraciones; la patria apareciéndose húmeda, fresca, verde, sencilla como un idilio, grata como una mañana de primavera, con su aroma de frutas y flores, con sus cadencias campestres repetidas por la zampona y por la gaita, con sus rías transparentes y tranquilas, en medio de los ardores del implacable trópico y las tristezas del forzado destierro. Toda obra poética, por subjetiva, por particular, por personalista que á primera vista parezca, es una obra social. Los dolores de Galicia hablan por boca de Rosalía, y los hombres de Estado, los que han tenido el Gobierno en sus manos, que hoy lo tienen, los que mañana pueden volver á tenerlo, necesitan, heridos por voces tan dulces como ésta, averiguar la cantidad de satisfacciones que deben darse á las justas exigencias de esas provincias y el remedio que puede colegirse entre todos para sus antiguos é inveterados males. No olvidemos que hace poco un escritor insigne del vecino reino trazaba una especie de nacionalidad literaria compuesta de portugueses, brasileños y gallegos. Estas cosas podían pasar por juegos de la imaginación cuando no habían transcurrido horribles crisis, y no se habían visto ciertas tendencias que podrían reaparecer mañana, ora bajo la bandera del absolutismo, ora bajo la bandera de la demagogia, que tantos 26 P R Ó L O G O desastres han derramado en nuestros territorios y tantas amarguras en nuestros corazones. Para matar el provincialismo exagerado no hay medio como satisfacer las justas exigencias provinciales. No olvidemos que muchas de nuestras regiones, como Galicia por ejemplo, tienen brillantísima literatura propia, la cual, respondiendo á una ley de la vida, á la ley de variedad, debe coexistir con la literatura nacional, sin daño de la patria, mayor á medida que crecen sus hijos y se fortifican los órganos que componen su cuerpo y se abrillantan las estrellas que pueblan su cielo. Rosalía, por sus libros de versos gallegos, es un astro de primera magnitud en los vastos horizontes del arte español. Gmilio CasMar. DUAS PALABRAS D'A AUTORA Gardados estaban, ben podo decir que para sempre, estos versos, e xustamente condenados pol-a sua propia índole á eterna olvidanza, cando, non sin verdadeira pena, vellos compromisos obligáronme á xuntalos de presa e correndo, ordénalos e dalos á estampa. N'era esto, en verdade, o qu'eu quería, mais n'houbo outro remedio; tuven que conformarme c'o duro d'as circunstancias" que así o fixeron. «¡Vayan en boa hora, lies dixen estonces, estes probes enxendros d'a miña tristura; vaya antr'os vivos o que xa é, pol-a sua propia natureza, cousa d'un-ha morta ben morta!> E fóronse, sin qu'eu sepa pra qué, niti me faga falta ó sábelo. Máis de dez anos pasaron — tempo casi-que fabuloso á xusgar pol-a presa con que hoxe se vive — desque a mayor parte d'estos versos foron escritos, sin que as contrariedades d'a miña vida desasosegada, e un-ha saude decote endebre, me permitise apousar n'eles os meus cansados olios y ó meu fatigado esprito. ó léelos de novo, vin ben craro cómo era incompreto e probé este meu traballo poético, canto lie faltaba para ser algo que valla, e non un 28 D U A S P A L A B R A S D ' A A U T O R A libro máis, sin outro mérito que a perene melancolía que o envolve, e que algúns terán, non sin razón, como fatigosa e monótona. Mais as cousas teñen de ser com'as fan as circunstancias, e s'eu non puden nunca fuxir as miñas tristezas, os meus versos menos. Escritos n'ó deserto de Castilla, pensados e sentidos^'as soidades d'a natureza e d'ó meu corazón, fillos cativo d'as horas de enfermedade e d'ausencias, reirexan, quisáis con demasiada sinceridade, ó estado d'ó meu esprito un-has veces, outras a miña natural disposición (que n'en balde son muller) á sentir como propias as penas alleas. ¡Ay!, a tristeza, musa d'os nosos tempos, conóceme ben, e de moitos anos atrás; mírame como sua, é outra como eu, non me peixa un momento, n'inda cando quero falar de tantas cousas com'andan hoxe n'ó aire e n'ó noso corazón. ¡Tola de min! ¿N'ó aire, dixen?, n'ó meu corazón inda, mais ¿fora d'él? Anqu'en verdade, ¿qué lie pasará á un que non sea como se pasas'en todo-l-os demáis? ¡En min y en todos!; ¡n'a miña alma e n'as alleas!... ¿Mais diráse por eso que me teño por un-ha inspirada, nin que pensó haber feito o que se di un libro transcendental? Non, nin eu o quixen, nin me creo con forzas pra tanto. N'ó aire andan d'abondo as cousas graves, é certo; fácil é conócelas, e hastra falar d'elas; mais son muller, e ás mulleres, apenas s'a propia femenina franqueza ll'é permitido adivínalas, sentilas pasar. Nos somos arpa de soyo duas cordas, á imaxinación y ó sentimiento; n'ó eterno panal que traballamos ala n'o íntimo, solasmente se da mel, máis D U A S P A L A B R A ? D ' A A U T O R A 29 ou menos doce, de máis ou menos puro olido, pero mel sempre, e nada máis que mel. Que s'os problemas que ten ocupados os máis grandes entendementos teñen algo que ver con nosco, é n'entramentras que os que comparten e levan á un-ha con nosoutras os traballos d'a vida non poden ocultarnos de todo, as suas tristezas e os seus desfalecementos! É d'eles ver ás chagas e sóndalas e buscarlles procuro, é noso axudarlles á sopórtalas, máis con feitos inorados que con palabras e romores. O pensamento d'a muller é lixeiro; góstanos, com'ás borboletas, voar de rosa en rosa sobr'as cousas tamén lixeiras: n'é feito para nos ó duro traballo d'a meditación. Cand'á él n'os entregamos, imprenámolo, sin sábelo siquera, d'a innata debilidade, e se n'os é fácil engañar os espritos frivolos ou pouco acostumados, non soced'ó mesmo c'os homes d'estudio e reflexión, que logo conocen que baixo d'a erara corrente d'a forma non s'atopa máis que ó limo insubstancial d'as vulgaridades. E n'os dominios d'a especulación como n'os d'o arte, nada máis inútil nin cruel d'o que o vulgar. D'él fuxo sempre con tod'as miñas forzas, e por non caer en tan gran pecado nunca tentey pasar os limites d'a simple poesía, qu'encontr'as veces n'un-ha expresión feliz, n'un-ha idea afertunada, aquela cousa sin nome que vai direita como frecha, traspasa as nosas carnes, fainos estremecer, e resona n'a alma dorida coma un outro ¡ay! que responde ó largo xemido que decote levantan en nos os dores d'a térra. Despois d'o xa dito, ¿tendrey que añadiré qu'este 30 D U A S P A L A B R A S D ' À A U T O R A meu libro n'é en certa maneira filio d'à mesma inspiración que do'u de ti os Cantares gallegos? Paréçeme que non. Cousa este último d'os meus días d'esperanza e xuventude, ben se ve que ten algo d'à frescura propia d'à vida que comenza. Mais ó meu libro d'hoxe, escrito, coma quen di, en medio de todo-l-os desterras, non pode ter, anque quixera, ó encanto que soye emprestadles a inocencia d'as primeiras impresiós : que ô sol d'à vida, ó mesmo o que aluma ó mundo que habitamos, non loce n'os seus albores d'à mesma sorte que cando vay ponerse tristemente, envolto antr'as nubes d'o postreiro outono. Por outra parte, Galicia era n'os Cantares ô obxe-. to, a aima enteira, mentras que n'este meu libro d'hoxe, âs veces, tan soyo a ocasión, anque sempre ó fondo d'ô cuadro : que si non pode se non c'a morte despirse ô esprito d'as envolturas d'à carne, menos pode ô poeta prescindir d'ô medio en que vive e d'à natureza que ó rodea; ser alleo á seu tempo e deixar de reproducir, hastra sin pensalo, a eterna e layada queixa que hoxe eisalan todo-l-os los labios. Por eso inoro o que haxa n'ó meu libro d'os propios pesares, ou d'os alíeos, anque ben podo telos todos por meus, pois os acostumados â desgracia, chegan á contar por suas as que afrixen os demáis. Tanto é así, que n'este meu novo libro preferín, âs composicións que puderan decirse personales, aquelas outras que, con mais ou menos acertó, expresan as tribulaciós d'os que, uns tras outros e de distintos modos, vin durante largo tempo sofrir ô meu arredore. ¡E D U A S P A L A B R A S D A A U T O R A 31 sófrese tanto n'esta querida térra gallega! Libros enteiros poideran escribirse falando d'ó eterno infortunio que afrixe os nosos aldeáns e mariñeiros, soya e verdadeira xente d'o traballo n'o noso país. Vin e sentín as suas penas como si fosen miñas, mais o que me conmoveu sempre, e pol-o tanto non podía deixar de ter un eco n'a miña poesía, foron as innumerables coitas d'as nosas mulleres: criaturas amantes para os seus y os extraños, cheas de sentimento, tan esforzadas de corpo como brandas de corazón, e tamén tan desdichadas que se dixeran nadas solasmentes para rexer cantas fatigas poidan afrixir á parte máis froxa e inxel d'a humanidade. N'ó campo compartindo mitade por mitade c os seus homes as rudas faenas; n'a casa soportando valerosamente as ansias d'a maternidade, os traballos domésticos e as arideces d'a probeza. Soyas o máis d'ó tempo, tendo que traballar de sol á sol, e sin axuda pra mal manterse, pra manter os seus fillos, e quisáis ó pai valetudinario, parecen condenadas á non atoparen nunca reposo se non n'a tomba. A emigrazón y o Rey arrebátanlles de contino ó amante, ó hirman, ó seu home, sostén d'a familia de cote numerosa, e así, abandonadas, chorando ó seu desamparo, pasan a amarga vida antr'as incertidumbres d'a esperanza, a negrura d'a soidade y as angustias d'un-ha perene miseria. Y p máis desconsolador par'elas é que os seus homes vans'indo todos, uns porque ll'os levan, y outros porque 6 exempro, as necesidades, ás veces un-ha cobiza, anque discul- 32 D U A S P A L A B R A S D ' À A U T O R A pabre, cega, fannos fuxir, d'ó lar querido, d'aquela á quen amaron, d'a esposa xa nai, e d'os numerosos fillos, tan pequeniños qu'inda n'acertan á adivinar, os desdichados, a orfandade á que os condenan. Cando n'as suas confianzas estas probes mártires s'astreven á decinos os seus sacretos, á chorar os seus amores, sempre vivos, á doerse d'as suas penas, descróbese n'elas tal delicadeza de sentimentos, tan grandes tesouros de ternura (que a inteireza d'ó seu carácter n'é bastante á mermar), un-ha abnegación tan grande, que sin querer sentímonos inferiores á aquelas obscuras e- valerosas heroínas que viven e morren levando á cabo feitos maravillosos por sempre inorados, pero cheos de milagres d'amor e d'abismos de perdón. Historias dinas de ser cantadas por mellores poetas d'o qu'eu son, e cuyas santas armonías deberán ser expresadas c'un-ha soya nota e n'un-ha soya corda, n'a corda d'o sublime, e n'a nota d'ó delor. Anque sin forzas pra tanto, tentey algo d'eso, sobre todo n'ó libro titulado As viudas d'os vivos e as viudas dos morios, mais eu mesma conoso que non acertei á decir as cousas qu'era menester. As miñas forzas son cativas; quéreas mayores de quen haya de cantarnos con toda a sua verdade e poesía tan sencilla como dolorosa epopeya. Creerán algúns que porque, como digo, tentey falar d'as cousas que se poden chamar homildes, é porque m'exprico n'a nosa lengoa. N'é por eso. As multitudes d'os nosos campos tardarán en 1er estos versos, DUA.S P A L A B R A S D ' A A U T O R A 33 escritos á causa d'eles, pero so en certo modo pra eles. O que quixen foy falar un-ha vez máis d'as cousas d'a nosa térra, n'a nosa lengoa, e pagar en certo modo tamén ó aprecio e cariño que os Cantares gallegos despertaron en algúns entusiastas. Un libro de trescentas páxinas, escrito n'ó doce dialecto d'ó país, era n'aquel entonces cousa nova, e pasaba pol-o mesmo todo atrevemento. Aceptárono, y ó qu'é máis, aceptárono contentos, e yeu comprendín que desd'ese momento quedaba obrigada á que non fose ó primeiro y.ó último. N'era cousa de chamar as xentes á guerra, e desertar d'a bandeira qu'eu mesma había levantado. Alá van, pois, as FOLLAS NOVAS, que mellor se dirían vellas, porque ó son, e últimas, porque pagada xa a deuda en que me parecía estar c'o a miña térra, difícil é que volva á escribir máis versos n'a lengua materna. Alá van en busca, non de triunfos, senon de perdós, non de alabanzas, senon d'olvidos, non d'as predilecciós d'outros tempos, senon d'a beninidade que di d'os maos libros : — ¡Déixalos pasar! — Ey o qu'eu deseyo: que ó deixen pasar, como un romor máis, como un perfume agreste que nos trai consigo algo de aquella poesía, que nacendo n'as vastas soidades, n'as campías sempre verdes d'a nosa térra, e n'as prayas sempre hermosas d'os nosos mares, ven direitamente á buscar ó natural agarimo n'os corazós que sufren e aman esta querida térra de Galicia. Santiago, 30 de marzo de 1880, T O M O III. L I B R O P R I M E R O VAGUEDAS I D'aquelas que cantan as pombas y as frores Todos din que teñen alma de muller, Pois eu que n'as canto, Virxe d'a Paloma, ¡Ay!, ¿de qué'a terei? II Ben sei que non hay nada Novo en baixo d'ó ceo, Qu'antes outros pensaron As cousas qu'hora eu pensó. E ben, ¿para qu'escribo? E ben, porqu'así sernos, Relox que repetimos Eternamente' o mesmo. R O S A L Í A D E C A S T R O Tal com'as nubes Que leva ó vento, Y agora asombran, y agora alegran Os espacos inmensos d'o ceo, Así as ideas Loucas qu'eu teño, As imaxes de múltiples formas D'extrañas feituras, de cores incertos, Agora asombran, Agora aeraran, O fondo sin fondo d'o meu pensamento. F O L L A S N O V A S 39 IV Diredes d'estos versos, y é verdade, Que ten extraña insólita armonía, Que n'eles as ideas brillan pálidas Cal errantes muxicas Qu'estalan por istantes Que desparecen xiña, Que s'asomellan â parruma incerta Que voltexa n'ô fondo d'as curtiñas, Y ô susurro monótono d'os pinos D'a veira-mar bravia. Éu direivos tan sô qu'os meus cantares Así san en confuso d'alma miña, Como sai d'as profundas carballeiras, Ô comezar d'o día, Romor que non se sabe S'é rebuldar d'as brisas, Si son beixos d'as frores, S'agrestes, misteirosas armonías Que n'este mundo triste O camino d'o ceu buscan perdidas. - 40 R O S A L Í A D E C A S T R O V ¡Follas novas!, risa dame Ese norne que levas, Cal s'a un-ha moura ben moura, Branca ll'oise chamar. Non Follas novas, ramallo De toxos e silvas sos, Hirtas, com'as miñas penas, Feras, com'a miña dor. Sin olido nin frescura, Bravas magoás e ferís... ¡Se n'a gándara brotades, Como non seres así! F O L L A S N O V A S 41 VI ¿Qué pasa ó redor de min? ¿Qué me pasa qu'eu non sei? Teño medo d'un-ha cousa Que vive e que non se ve. Teño, medo á desgracia traidora Que ven, e que nunca se sabe onde ven. VII Algúns din ¡miña térra! Din outros ¡meu cariño! Y éste, ¡miñas lembranzas! Y aquél, ¡os meus amigos! Todos sospiran, todos, Por algún ben perdido. Eu só non digo nada, Eu só nunca sospiro, Ou'ó meu corpo de térra Y ó meü cansado esprito, Adondequer qu'eu vaya Van conmigo. 42 R O S A L Í A D E C A S T R O VIII Alá, pol-a alta noite, A luz d'a triste e morimunda lámpara, Ou antr'a negra escuridad medosa, O vello ve pantasmas. Uns son arbores muchos, e sin follas, Outros, fontes sin augua, Montes qu'a nevé eternamente crube, Ermos que nunca acaban. Y ô amanecer d'o día, Cando c'a última estrela aqueles marchan, Outros venen máis tristes e sañudos, Pois a verdade amarga, Escrita trân n'os apagados olios E n'as asienes calvas. Non digas nunca, os mozos, que perdeches A risoña esperanza : D'o qu'à vivir começa, sempr'é amiga; ¡So enemiga mortal de quen acaba!... F O L L A S N O V A S 43 I X Paz, paz deseada Pra min, ¿onde está? Quixáis n'hey de tela... ¡N'a tiben xamás! Sosegó, descanso, ¿Ond'hey d'o atopar? N'os mals que me matan, Ñ'a dor que me dan. ¡Paz, paz, ti é mentira! ¡Pra min non'a hay! 44 R O S A L Í A D E C A S T R O X Un-ha vez tiven un cravo Cravado no corazón, Y eu non m'acordo xa s'era aquel cravo D'ouro, de ferro ou d'amor. Soyo sei que me fixo un mal tan fondo, Que tanto m'atormentou, Qu'eu día e noite sin cesar choraba Cal chorou Madanela n'a Pasión. « Señor, que todo ó podedes —Pedinile un-ha vez á Dios—, Daime valor pr'arrincar d'un golpe Cravo de tal condicón.» E doumo Dios e arrinqueimo, Mais... F O L L A S N O V A S * * * — Espantada, ó abismo vexo Aonde caminando vou... ¡Corazón... canto és tirano, Y és profundo, meu amor! Pois eu, sin poder conterme, N'escoito máis qu'un-ha voz, E adond'ela quer que vaya, Sin poder conterme vou... — Hoxe, á noite, des que durman, Sahirei pol-o ventanil; Daránm'as sombras alentó... ¡E adiós, casa onde nacín! Honra que tanto estimei, Santidade do meu lar... ¡Pol-o meu amor vos deixo Para toda a eternidá! ¡Señor!..., daresme castigo, Qu'o merezo ben o sei; Mais... condéname, Señor, Á sufrilo cabo d'él. 144 R O S A L Í A D E C A S T R O # * * — Para a vida, para a morte E para sempre en jamás Pedint'á Dios, e Dios dóuteme Por toda un-ha eternidá. Para a vida, para a morte E para sempre en jamás Quero ser vosa, e que séades O meu Señor natural. — Mais a que así querer sabe N,on debe ter pai n'hirmán, Nin home, s'é qu'é casada, Nin fillos, s'acaso é nai. — Espanta o qu'estas decindo... Mais eu sinto qu'é verdá; Lévame, señor, qu'irei Onde me queiras levar... . —Pois vente... «Qu'importa ò mundo Á quen ten a eternidá? Xuntos hemos de vivir, Xuntos nos han d'enterrar. E os nosos corpos aquí, FOLLAS NOVAS U 5 E as nosas almas ala, Quer Dios qu'en unión eterna Estén pra sempre jamás...— Cal ó paxaro a serpente, Cal á pomba ó gavilán, Arrincouna d'o seu niño E xa nunca á él volverá. TOMO III. 1 0 146 R O S A L Í A D E C A S T R O N ' A T O M B A D ' O X E N E R A L I N G L É S SIR JHON MOORE M O R T O N ' A B A T A L L A D ' E L V I Ñ A ( C R U Ñ A ) Ô l6 D E X A N E I R O D E 1809 A miñ'amíga Maria Bertorini, tiva d'o pais de Gales. Cruña, 1871. ¡Cuan lonxe, canto, d'as escuras niebras, D'os verdes pinos, d'as ferventes olas Qu'ô nacer virón!...; d'os paternos lares D'o ceo d'à patria, qu'o alumou mimoso, D'os sitios ¡ay! d'o seu querer, ¡qué lexos Viu á caer, baix'enemigo golpe Pra nunca mais se levantar, coitado! ¡Morrer asín en estranxeiras prayas, Morrer tan mozo, abandonal-a vida Non farto ainda de vivir e ansiando Gustar d'à froita que coidad'houbera! ¡Y en vez d'as ponías d'o loureir'altivo Que d'o heroe a testa varonil coroan Baixar â tomba silenciosa e muda!... F O L L A S N O V A S 147 ¡Ou brancos cisnes d'as britanas islas, Ou arboredos que bordas galanos D'os mansos ríos as ribeiras verdes, Y os frescos campos donde Jhon correrá!... S'a vos amargo xemidor sospiro Chegou d'aquel que n'ó postreir'alento Vos dixo ¡adiós! con amorosas ansias Tornando á patria ó pensamento último, Que d'a sua mente s'escapaba inxele, ¡Con qué pesar, con qué dolor sin nome, Con qu'extrañeza sin igual diríades Tamén ¡adiós! ó que tan lonxe, tanto, D'a patria, soyo, a eternidás baixaba! Y ó gran sillón, a colgadura inmóvil D'o para sempre abandonado leito; A cinza fría d'o fogar sin lume, A brand'alfombra que leal conserva D'o pe d'o morto un-ha sinal visibre, O can qu'agoarda pol-o dono ausente Y o busca errante por caminos hermos; As altas herbas d'alameda escura Por ond'él antes con solas paseaba; O sempr'igual mormoruxar d'a fonte Dond'él n'as tardes á sentarse iña... ¡Cal falarían sin parar de Moore, C'ó seu calado afrixidor lenguaxe, Ós olios ¡ay! d'os que por él choraban! ¡Xa nunca máis..., xa nunca máis ¡ou! triste Ha de volver onde por él esperan! 148 R O S A L Í A D E C A S T R O Parteu valente á combatir con groria; ¡Parteu, parteu!..., e non tornou, qu'a morte Segouno alí n'os extranxeiros campos, Cal frol que cae ond'a semilla sua Terra n'atopa en qu'arraigar poidera. Lonxe caiche, pobre Jhon, d'a tomba Onde c'os teus en descansar pensaras. En terr'allea ind'os teus restos dormen Y os que t'amaron e recordan inda, Mirand'as ondas d'o velad'Oceano, Doridos din, desd'as nativas prayas... «¡Aló esta él, tras d'ese mar bravio Aló quedou, quisáis, quisáis por sempre; Tomba onde naide vai chorar, cobexa Amadas cinzas d'o que nos perdemos!...» Y os tristes ventos y as caladas brisas, Qu'os mortos aman si lexanos dormen D'o patrio chan, á refrescarte venen D'o vran n'a noite calorosa, e traen Pra ti n'as alas cariñosas queixas, Brandos sospiros, amorosos ecos, Algun-ha bagoa sin secar, que molla A dura pedra d'o mausoleo frío, D'o teu país algún perfum'agreste. ¡Mais qué fermosa e sin igual morada, Lie coup'en sort'os teus mortales restos!... ¡Quixera Dios que para ti non fora Nobr'extranxeiro, habitación allea!... F O L L A S N O V A S I49 Que n'hay poeta, ensoñador esprito N.on pod'haber, qu'ó contemprar n'outonq O mar de sec'amarillenta folla Qu'ó teu mausoleo con amor cobexa; Qu'ó temprar n'as alboradas frescas D'o mes de mayo as sonrosadas luces Qu'alegres sempre á visitarche venen Non diga: «¡Asín cand'eu morrer poidera Dormir en paz n'este xardín frorido, Preto d'o mar..., d'o cimeterio lonxe!...» ¡Que ti n'escoitas en jamás ¡ou! Moore! Choros amargos, queixumbrosos rezos, Ni-os outros mortos á chamarten venen, Pra que con eles n'a calada noite A incerta danza d'os sepulcros bailes. So doce alentó d'o cogollo qu'abre, D'a frol que mucha ó postrimeiro adióse, Loucos rehuidos, infantiles risas De lindos nenos qu'á esconderse venen, Sin med'á ti tras d'o sepulcro branco. Y algun-ha vez, ¡moitas quizáis!, sospiros D'ardent'amor qu'ó vento leva donde Dios sabe so... por sin igual compaña Dichoso tés n'habitación postreira. ¡Y ó mar, ó mar, ó bravo mar que ruge Cal rux'aquel que t'arrolou n'a cuna, Mora onda ti, vén á bicar as pedras D'un chan d'amor que con amor te garda, Y arredor teu deixa crecel-as rosas!... jDescans'en paz, descans'en paz ¡ou! Moore! R O S A L Í A D E C A S T R O E yos qu'o amas, d'o vos'honor celosos Fillos d'Albión, permanecei tranquilos. Terra fidalga é nosa terra—tanto, Cal linda Dios a quixo dar—; ben sabe Honra facer á quen merece honra, Y honrado así, cal mereceu, foi Moore. Soyo n'esta n'ô seu sepulcro; un puebro C'ô seu respeto compasivo vela Pol-o extranxeiro á quen traidora morte Fixo fincar lonxe d'os seus y á alíeos Vir á pedir ô derradeir'asilo. Cando d'o mar atravesés as ondas Y 6 voso hirmán á visitar vayades, Poñé n'a tomba ô cariñoso oído, E si sentís rebuligar as cinzas, , E s'escoitás indefinibres voces, E s'entendés o qu'esas voces digan, A yalma vosa sentirá consolo. ¡Él vos dirá qu'arrededor d'o mundo Tomba mellor qu'aqu'atopou n'achara Sinon d'os seus antr'ô amoroso abrigol F O L L A S N O V A S * * * I Cal grasiosa brandeas O teu corpo lixeiro, Si bailas nos estrados C'aquel galán soberbo, Brandea ó norte as ponías Xentís d'os ameneiros; Y un-ha tras outra folla De cor amarillento Vai deixando, enredada N'os teus rizos cábelos, Triste coroa póndoche, Tan mucha, Dios d'o ceo, Com'a que n'a alma tua Pon ó teu pensamento... ¡É que se vai ó outono! ¡E que se vén ó invernó! Mas inda n'as fonduras D'o ameno val, serenos «52. R O S A L Í A D E C A S T R O Sopran ventos soaves, Qu'aromas trân d'o ceo. Inda n'a farta veira Cuberta de xilmendros Por onde corre" ô Mino, Maxestuoso e lento. Do bran s'oye o mais doce Sospiro derradeiro Qu'ali quedou durmindo Antr'o romeu y ô espriego, Como quedou un rayo D'espranza n'ô teu peito. II Mas ó que ten mal sino, Mal sino o seguirá, Qu'as rápidas correntes Non volven nunca atrás. ¿Qu'ásperas, s'a esperanza Caso de ti non fai?... Adiante, pelegrina, Da fin ó teu romax, Qu'anquo acabar non queiras Aló t'han de levar D'o teu mal fado as ondas E os fortes huracáns. F O L L A S N O V A S ¡Qu'inda tés fe!... Tera-la, Ña pobre, n'ô teu mal, Tera-la n'as espinas, Que t'han d'atormentar, N'a fel que pezonosa Sin sede beberás, N'ô pan amargo e duro Que t'alimentará. Nunca d'o mar as ondas Doces se tornarán, Nunca a tua sorte terca C'a dicha amainará, Nin c'a ilusión t'alentes D'un brando descansar; Que sô ô sôno d'à morte O triste dorme en paz. Acaba logo, acaba, O teu triste romax, Qu'ô qu'en mal sino nace Mal sino o seguirá. N'as alas d'à disgracia O teu destino vai, E as rápidas correntes Non volven nunca atrás. R O S A L Í A D E C A S T R O SIN TERRA — ¡Calade ou ventos nou turnos, Cala fonte d'a Serena, Qu'alá por cabo d'as Trompas Quer'oir quén chega! Calaron os ventos todos Xurrou a fonte máis queda, E vin qu'iban á enterrare O corazón d'ela. Vina despois inda viva Por campos e por devesas, Mais iña parun-ha tomba Pedindo térra. Non-n'atopou, e por eso, Amostra ás vistas alleas Inda aquel corazón morto -A sua cangrena. F O L L A S N O V A S Para algúns negro, Para outros ¿raneo; E para todos, Traspoleirado. I — Sé astuto s'é que sabes, Víngate d'as ofensas s'é que podes, O que che sirva págalle, Mais a quen non che de, nunca lie dones; Porque a moral d'os santos Non reza sempre c'a moral d'os homes.— Esto un gallego montañés e rudo Farto d'humillaciós e de rencores, O agonizar ll'aconsellaba á un filio, Herdeiro d'os seus mais e de seu nome. R O S A L Í A D E C A S T R O II —Sé inxenuo e leal sempre, Perdoa á quen t'ofenda, Fai ben de cote á amigos y enemigos Y á porta franca, sin temor, espera : N'hay máis que un Dios y un-ha moral que salve Os tristes fillos d'Eva.— Esto a probé viuda D'o montañés, morrendo antr'a miseria, Resinada ó seu filio lie dicía... Y á Dios o esprito ll'entregou serena. III E fixolle él as honras, Mais tan so con xemidos e con bagoas; Crego non houbo 6 rededor que á probé O enterro de limosna He cantara. N'un corruncho d'o adro Ond'as ortigas ásperas medraban, Sin cruz, señal nin lousa Alí quedou perdida e sepultada; E triste ó filio e soyo, Tornou sañudo á solitaria casa. «Meu pai doum'un consello— E miña nai doum'outro; iña pensando — F O L L A S N O V A S 157 E s'ela tina santidá e conciencia, Exprencia él tina e sabida d'abondo. Son filio d'él e d'ela... Partirei, pois, a hirencia de dous modos: Ña nai, fareille ben á quen cho fixo... Meu pai, vinganza piden os teus osos. R O S A L Í A . D E C A S T R O TRISTES RECORDOS Un-ha tarde ala en Castilla Brilaba ó sol cal decote N'aqueles desertes brila: Craro, ardoroso e insolente, Con perdón d'él, pois n'é modo Aquel de queimal-a xente, E secar con tales bríos A probé inxeliña pranta, A fonte e os sedentes ríos. Un-ha tarde, ¡ou qué tristeza M'acometeu tan traidora, Véndom'en tal aspereza! ¡Adonde vin á parar! Pensaba mirand'o ceo Par'a térra non mirar. F O L L A S N O V A S Por qu'ó ceo era, eso sí, Un máis ou menos azul Com'ó que temos aquí. Mentras que'a térra ¡bon Dios!. Señor, ¿posibre será Que aquela a fixeses vos? Mais ¿por qu'extrañarme tal' S'as cousas que vos faces Jamás as facedes mal? Fixistes tan tristes llanos, Mais fixécheos, Dios cremente, Soyo para os castellanos. ¡Ay!, cada pomba ó seu niño, Cada conexo ó seu tobo, Cada yalma ó seu cariño. Aquesto m'eu repetía N'aquela tarde, recordó, De negra malencolía. E namentras, contempraba D'a igual, extensa llanura A térra que branqueaba. i6o R O S A L Í A D E C A S T R O D'o largo pinar cansado A negra mancha sin término, D'a vila ó color queimado. Y antr'o chan y ó firmamento As nubes de denso polvo Qu'iba levantand'ó vento. ¡D'o deserto fiel imaxe, C'ó mesmo alentó de brasa, C'ó mesmo ardente coraxe! Ó lonxe ó mular pasaba, Viña a tourada máis preto, A ovella enferma balaba. E n'o xa queimado espino Fuxindo d'o sol ardente Pousábase ó paxariño. , ¡Dios mío, qué ansia cativa!... Pesaba en min a tristeza Cal se m'enterrasen viva. Lembranzas d'a térra hermosa, Calma c'a vosa frescura As penas d'alma chorosá. FOLLAS NOVAS Por qu'ese sedento río Envolto en malinas brétemas, Da callentara, da frío. De pronto oín un cantar, Cantar que me conmoveu Hastra facerme acorar. ¡Era a gallega cancón, Era ó alald!..., que fixo Bater ó meu corazón Con un extraño bater, Doce com'ó ben amar, Fero com'ó padecer. De polvo e sudor cubertos C'a fouce ó lombo, corrían Por aqués campos desertos Un fato de segadores... ¡Y eran eles, eran eles, Os meigos d'os cantadores! ¡Adiós, pinares queimados! ¡Adiós, abrasadas térras E cómaros desolados! TOMO III. R O S A L Í A D E C A S T R O Pechei os olios e vin... Vin fontes, prados e veigas Tendidos ó pe de min. Mais cand'á abrilos tornei, Morrendo de soidades, Toda á chorar me matei. E non parei de chorar Nunc'hastra que de Castela Houbéronme de levar. Leváronme para n'ela Non me teren qu'enterrar. F O L L A S N O V A S D'aquí vexo os seus campos, D'aquí vexo a sua casa, os seus nabals; E s'alá de sóidas me consumía, Hora de pena me consumo acá. _ ¡Voume!... Voume d'aldea... Pois mórrome sin él de sóidas. ¡Cómo pode un, ¡Dios mío!, querer tanto Os que tan so nos saben olvidar! I Ó 4 R O S A L Í A D E C A S T R O * * * Meses d'o invernó fríos Qu'eu amo á todo amar, Meses d'os fartos ríos Y ó doce amor d'o lar. Meses d'as tempestades, Imaxen d'a delor, Que afrixe as mocedades Y as vidas corta en fror. Chegade, e tras d'outono Que as follas fai caer, N'elas deixá que ó sóno Eu durma d'o non ser. E cando ó sol fermoso D'abril torne á sorrir, Que alume ó meu reposo, Xa non ó meu sofrir. F O L L A S N O V A S * * * I Era n'o mes de mayo, N'ó mes d'o amor, d'as prantas e d'as frores, Mes d'os soaves prefumes Y os trasparentes cores. D'os trinos marináis d'os paxariños, D'as candidas e'frescas alboradas, D'as pasaxeiras nubes, E d'as tardes sorrintes e douradas. Cand'ô mar está azul, ô ceo sereno Com'ô dormir d'un neno, Manso-Ios ríos, alta-las estrelas, Máis desvaída a lúa Si tamén máis fermosa, C'o aquela gracia sin igual que é sua, Y era, en fin, cando todo n'esta vida Sorrís os mortáis c'a alegre, esprendorosa Sorrisa virxinal d'a primadera Qu'à amar y á ser dichoso-los convida. R O S A L Í A D E C A S T R O A todos... ¡ay!, quixera Que así a sorte o fixera, Mais algún hay qu'envolto n'a negrura D'à sua propia tristura Tan soyo ve, d'a primadera hermosa, N'ô sol morno e n'a rosa C'ô fresc'orballo d'a mañán cuberta, Un trist'e mal agoiro que desperta Pensamentos de loito e desventura. II Era n'un-ha mañán d'o mes de mayo En que pares que os ánxeles cantaban, Mentras mansa-las brisas se queixaban Con amoroso layo; En que ó regó ó pasar pol-as curtiñas Non sei qué cousas marmuraba lene, Y ó voar d'as inquietas anduriñas Que n'os aires chiaban, A vista d'os nubeiros sabidores Venturas e contentos agoiraba; Mañán d'encantos cheya Cal ó esprito as deseya, Cando espera e confía; Mañán que chama á toda crás de seres O pracer y á alegría, Menos á triste yalma, Que dendes qu'é, non sabe F O L L A S N O V A S 167 Qu'é ter sosegó ou calma, Dond'a dozura d'o gozar comencé, Dond'a crudeza d'a delor acabe. III D'a Guarda, ánxel bondoso, Qu'as brancas alas paseniño bates O rededor d'o acongoxado esprito, Pra derramar en él santos consolos Qu'e nos tras d'o infinito, ¿En dónde, en dónd'estabas, Qu'antre negros querbantos Soya un alma tristísima deixabas? Fe, esperanza, virtudes, Origen d'as eternas beatitudes, E que dendes rexiós máis venturosas Vindes calmar as amarguras nosas... ¿Dónd'estades, en dónde? ¿Cánd'ó qu'en vos confía, Soyo, en loita c'o as ansias d'a agonía, Orfo, vos chama, e naide He responde? I V Por aqueles que odiaba perseguido, Pol-os que amaba odiado, Un triste á dura sorte condenado Contempraba d'o cántabro a bravura i68 R O S A L Í A D E C A S T R O Con un ollar profundo, Cal si tras de tan fonda sepultura Entrevise as anchuras d'o outro mundo. E con ánimo forte, D'o líquido cristal hastra tócalo, En carreira chegou vertixinosa Cal s'atraisón d'o abismo misteriosa Con forza extraña o conduxese a morte. E dixo: — ¡Vida, adiós! ¡Adiós, tormento, Que con martirio lento M'arrancache hastr'os soños d'a esperanza, D'a desventura miña Vou á crebar ó brazo poderoso; Alí donde n'hay dór, nin hay mudanza, ¡E s'enteira a inquietude n'ó reposo! ¡E ti, mala pasión qu'en min te cebas E foches ó meu Dios y ó meu castigo, Xa que me qués matar, morre comigo!— Calou ó triste, e inmensas, pavorosas Cas suas crins espumosas, Retorcérons'as ondas pol-a área Incitand'ó coitado Á dar fin á pelea Que houbera n'ó seu peito encomenzado. Mais un brando sonido Fireu de pronto ó contrubado oído F O L L A S N O V A S 169 D'aquel ser desdichado... E escoitou asombrado D'un invisible ser a fala hermosa Que con branda e celeste melodía, Soave e mainamente lie decía: — ¡Detente ô pe d'a órela D'à tua vida, cobarde centinela, Non queiras por fuxires d'o presente D'a eternidade descorrel-os velos! Aguarda á que a medida Con rosas ou con fel, hendías d'a vida, Nin fagas que n'a tomba se derrame Antes que Dios ch'a pida. Que ninguén filio d'Eva O fin s'ha de librar d'o seu penare Anque â morte s'astreva. Despois d'atravesare Os desertos inmensos d'o infinito, O mundo volverías en esprito Á sofrir, y ô teu crimen á pagare. As noites tras d'os días Sin descanso nin tregua Apegado á aquel seo te verías, D'o ingrato corazón vend'os batidos Non por ti, mais por outros repetidos. En'aquel pensamento Con impracable craridá leerías A traicón alevosa, ó olvido amargo Sin velo qu'os crubir, nin finximento. R O S A L Í A D E C A S T R O —¡Ou Dios, Dios poderoso!... ¡Qué tormento espantoso!... —Ninguén torce ó poder d'os seus destinos, Infaustos ou beninos; Nin a ninguén ll'é dado Renegar d'o seu fado. So vence quen espera... Volve á vivir e espera resinado.— E tornou á vivir, arrepentido Anque trist'e dorido, Aquel probé coitado: Pideull'á Dios perdón d'o seu pecado, E Dios, compadecido, Mandoulle santa paz e doce olvido. F O L L A S N O V A S ¿QUÉ TEN? Sempre un ¡ay! prañideiro, un-ha duda, Un deseyo, un-ha angustia, un delor... É un-has veces a estrela que brila, E outras tantas un rayo d'o sol; É que as follas d'os arbores caen, É que abrochan n'os campos as frors, Y é ó vento que zoa, Y é 6 frío, é ó calor... E n'é ó vento, n'é ó sol, nin é ó frío, Non é... qu'é tan so A alma enferma, poeta e sensibre Que todo a lastima, Que todo lie doy. 172 R O S A L Í A D E N A S T R O * * * Ti, a feiticeira e branca com'as ncves, Y a linda antr'as millores, Ti, arrededor de quen, cal as abellas A redor d'un-ha rosa, andan os homes (Xente qu'o mesmo acaso qu'as mulleres E dada á toda erase de traicoes), Non queiras en jamás, s'es queridora, Non dones en jamás máis que che donen; S'é'que te firen, miña prenda, rite; S'é que t'engañan, meu amor, non chores. Ve que pasou ó tempo d'as Corinas Y o máis qu'hora se sofre, So porque non se diga, E rabiar cant'un pode. — ¡Rabiar no máis..., dixera que mentides! —Sí, sí, rabear ben forte; Mais c'a rabia picante e aguilloeira Qu'é salsa apetitosa d'as pasións. ¿Qué fora, ¡ou Dios!, sin os asentes feros D'os estómagos probes? D'os corazós d'o día, ¿Qué fora sin as rabias, meu amore? F O L L A S N O V A S 173 RUINAS ( A R M O N Í A S D ' A T A R D E ) Traducción de Ruiz de Aguilera. Xa novembr'expiraba Cando cansado e sóo tomei asento O pe d'o endebre muro, Vella defensa e límite d'un puebro. Pol-as abertas fendas, Casa qu'ás sabandixas abr'ó tempo, Hoxe ó lagarto mira Con fría ollada ó estrago en torno feito. Sin core a trepadora, Ortiga vil e xaramago enfermo, Cuyos muchos ramallos Moven os aires ó pasar xemendo; Coroan capiteles O destrozado pórtico d'o tempro, Que tende n'a campía Antre polvo d'altares ó esqueleto. Xa n'ó lare sagrado Lume n'encende a nai ó son d'un rezo, 174 R O S A L Í A D E C A S T R O E d'a tisnada pedra A borralMa os ventos xa barreron; E xa d'os vellos arcos E colunas as pedras van caendo, Cal un-ha e outra bágoa Cai d'os olios d'un triste" sin achego. ¡Cómo as muchadas follas Se desprenden d'a ponía onde naceron, Restos d'aquela vida Con qu'a vista encantaba ó souto ameno! ¡E cal amostra ó río, Casi-qu'enxoite ó empedregado leito, Regueiro miserable D'outro farto raudal, limpo e sereno! ¡Cal os outeiros arden. D'o sol d'outono ó lampo derradeiro, Mentras sombrisa a noite Vai caladiña os valles sorprendendo! Bataladas ó lonxe Da un-ha campana sospirando resos; Y-a tarde qu'agonisa Mandalle á religión ó adiós máis tenro. Y-o moucho revoando Berra tamén con chilos agoreiros, Coma morto sin tomba Ou'anda soyo ó redor d'un simeterio. Cand'as alas sacude A voz desperta de dormidos ecos; E pares que resoa Tras d'o que pasa pensatible, austero, F O L L A S N O V A S O ruxir misteiroso De visiós qu'en tropel forman os medos, Pol-o chan arrastrando Pardo sayal, os brancos esqueletos. Ou ben que resucita A pobración d'o seu reposo eterno, Rendido pelegrino Que cobra, descansando, novo alentó, Y-a caminata emprende O doce amanecer d'un día sereno, Que crube os seus albores Baix'un de nubes pudoroso velo. Mais acabase o encanto Un momento despois; así os xa restos D'as ilusiós mortifias Enchen d'a yalma o dolorido seo. Y hora outra ves d'o muro Os cantos sin parar rodan desfeitos, Y-o seu compá-las follas D'as amarelas ponías van caendo. Cal un-ha e outra bagoa Cai d'os olios d'un triste sin achego, Ou anacos d'a vida Con qu'a vista encantaba ô souto ameno. Todo así pasa; a sombra Sigue decote a lus d'o craro ceo; E ¡ay!, a vellés caduca D'a mocedá é recordó pasaxeiro. Ti soyo non acabas, ¡Ou esprito que ximes n'un encerró! 176 R O S A L Í A D E C A S T R O Mais con man compasiva A morte, ô fin, quebrantará os teus ferros. Quedará ô fráxil vaso D'à tua esencia inmortal anacos feito, E pol-os aires, ela En busca irá d'o seu amor eterno. A terra que perdeche Voarás lixeira d'o manchado suelo, Qu'as tuas alas tocaron O pousarte d'o mundo n'ô deserto. N'él, ¡ay!, triste a recordas, Como d'à sua os azulados ceos, O probe desterrado N'a veiriña d'os ríos extranxeiros. , FOLLAS NOVAS 177 # * * Chirrar d'os carros d'a Ponte, Tristes campanas d'Herbón, Cando vos oyó partídesme As cordas d'o corazón. Ceboleiras qu'is e vindes D'Adina pol-o camino," A veira d'o camposanto Pasa leve e paseniño. Qu'anque din que os mortos n'oyen, Cand'os meus lie vou falar, ^•enso que anqu'estén calados Ben oyen ô meu penar. TOMO III. R O S A L Í A D E C A S T R O A BANDOLINATA C'a espada asesina N'u peito encrabada, O esprito n'a sombra Y 6 corpo n'a lama, Máis negra que a morte, Que a térra más baixa, Bagullas de sangre Chorando eu estaba. De pronto antre ó espeso D'a brétema parda Con rara armonía Sahiu un-ha cantiga... ¡Qué fresca e qué doce, Qué leve e qu'extraña Sonou n'as recónditas Cavernas d'a praya! Calmouse ó meu dore Cal sede c'a yaugua, D'o probé sedento F O L L A S N O V A S 179 N'a fonte se calma. N'os olios detidas Quedaron-s'as bágoas, Namentras inmoble Suspensa escoltaba. De tempos remotos D'edades leixanas, De noites sereas, Pra sempre acabadas, Aquel cantar tróuxome Non sei qué lembranzas, Non mortas..., dormentes, ¡Quén sab'en qué campas! Coidara que a oirá N'os campos d'Italia, Send'eu quizáis reina, Quizáis send'escrava, N'a órela d'o Bosforo D'o pazo á ventana... Mais sempre amor fondo Sentindo n'a yalma. ¡Qu'extraños soñares S'en min despertaran D'o músico incónito C'a sonora cantiga! D'anteriores vidas, Eu contémprot'en tanto serea, Dura coma os seixos fríos, E d'o teu corazón contó Os turbulentos batidos. ¡Faise a asmósfera densa ó redore... Decote ó mesmo camino! Coma ó seu cantar os páxaros Tés, corazón, ó teu ritmo. Mais de bagoas s'inunda ó meu rostro E d'a yalma n'o máis íntimo O hastío lento penetra Coma espada de dous fios. ¡Ea!, apártate lonxe..., non quero Profanar este retiro, Nin pode ó corazón tolo Ser de sí mesmo asesino. Sosegavos, ñas sombras airadas, Qu'estou morta para os vivos. ¡Sagrado quedaches, bosque! ¡Sin mancha ti, meu esprito! 250 ROSALÍA DE CASTRO ¡TERRA A NOSA! I Baixo a prácida sombra d'os castaños D'o noso bon país; Baixo aquelas frondosas carballeiras Que fan doce ò vivir, Cabe a figueira d'a paterna casa, Que anos conta sin fin, ¡Qué contos pracenteiros!... ¡Qué amorosas Falas se din ali! ¡Risas que s'oyen n'as serans tranquilas D'o cariñoso abril! E tamén ¡qué tristísimos adioses S'acostuman oir! II — Quen casa ten de seu, ten media vida. Un-has telliñas para nos crubir, Catro paus que ardan n'a lareira nosa, ¡E á traballar sin fin! FOLLAS NOVAS ¡Valor, valor!, y espera, desdichado, Mentras teñas aquí Un-has paredes tristes e desnudas Máis qu'herdache, infeliz, E d'as que naide despoxarte pode. ¿Naide?... A miseria, sí. O forno está sin pan, ó lar sin leña, Non canta ó grilo alí. E se non é c'o a pena que o consomé, O probé soyo está c'ó seu sofrir; Sin qué comer e sin abrigo tremba, Porque os ventos sutils Húmedos inda, silban antr'as pedras Y as portas fan xemir. ¡Qué ha de facer, Señor, s'ó desamparo Ten ó redor de sí!... ¿Deixar a térra en que naceu y a casa En qu'espera ter fin? ¡Non, non!, que 6 invernó xa pasouy a hermosa Primadera vai vir. ¡Xa os árbores abrochan n'a horta sua! ¡Xa chega ó mes d'abril! Y anque á torrentes chove en horas tristes, En outras ó sol ri; Xa a térra pode traballarse, a fame D'os probes vai fuxir, 252 ROSALÍA DE CASTRO ¡Ay!, ó qu'en ti naceu, Galicia hermosa, Quere morrer en ti. IV ¡Ou miña parra d'albariñas uvas, Que a tua sombra me das! ¡Ou ti sabugo de froriñas brancas, Que curas todo mal! ¡Ou ti, en fin, miña horta tan querida E meus verdes nabals, Xa non vos deixo, que as angustias negras Lonxe de min s'irán! O vran chega cubriéndovos de fruto, Todos son ricos xa, Os paxariños ten gran n'as campías, Abrigo n'a follax. As noites son tranquilas e serenas, Craro é sempre ó luar, Por antr'as tellas entran os seus rayos Y hastra ó meu leito van, Y así durmo alumado pol-a lámpara Que ós probes lie luz da. Lámpara hermosa, eternamente hermosa, Consolo d'os mortals. V . Esos varios sendeiros d'as montañas Os fondos vales can... FOLLAS NOVAS Aló enriba ó sun sun d'os pinos bravos, En baixo a doce paz. N'a cima erara luz, aires purísimos, Salvaxen soledá, Romores misteriosos que despertan Pensamentos de brava liberta. Perfumes penetrantes que deseyos Loucos e extraños dan; En baixo, amante calma, cariñosas Brisas que ó rebuldar Por antr'as follas, n'as suas alas traen Romores da siudad, Eco d'algun-ha voz fresca e sonora De timbre virxinal. D'a campana d'aldea ó cramoroso Prolongado soar, D'a presa d'o mohiño ó ronco estrondo, Y ó batidor compás D'a lavandeira que c'os brancos liños Contra un-ha pedra da. VI ¡Sí, sí! Dios fixo esta encantada térra Pra vivir e gozar, Pequeño paraíso, est'é un remedo D'o que perdeu Adán. Este prácido sol que nos aluma, Estes aires d'o mar, 254 ROSALÍA DE CASTRO Este tempre soave, estas campías Que non teñen igual; Esta fala mimosa que nos temos De tan doce solas, Que non sabe decir sinon cariños Que hastr'os corazós van, Esta térra, n'hay duda..., Dio-l-a fixo Pra ser amada e amar. ¡Ey! Galicia, a que dorme soños d'ánxel, E chora ó despertar Bagoas que si consolan as suas penas, Non curan os seus mals. VII ¡Que t'aman os teus fillos!... ¡Que os consomé D'o teu chan s'apartar!... Que ximen sin consolo, s'a outras térras De lonxe á morar van. Que aló está ó corpo n'as rexiós alleas Y ó esprito sempre acá, Que só viven, só alentan c'as lembranzas D'o seu país natal. E c'o a esperanza, c'o a esperanza ardente D'á Galicia tornar... E ¡cómo n'adorarte d'este modo, , Santa e querida nai, Cómo non morrer lonxe d'aquel seyo Que mel de meles da, FOLLAS NOVAS 255 Y é groria y é contento e paraíso N'ó mundo terreal! VIII |Qué hermosa te dou Dios, térra querida, Desdichada beldá! ¡Qué brando e melancólico sosegó Sinto ó te contemprar! ¿Por qué, por qué antr'as frores as espinas Entretexidas van, N'esa coroa que a tua testa ciñe De verdor eternal? ¡Ou Galicia, Galicia!; a arpa sonora Pronto descolga xa D'a seca pónla ond'olvidada dorme, Dorme, á sigros contar. Os bardos fillos teus a voz levanten D'as cordas ó compás, Y enchan ó mundo armónicas y altivas Tan so pra t'alabar. ROSALÍA DE CASTRO ** * Tecín soya a miña tea, Sembrei soya ó meu nabal, Soya vou por leña ó monte, Soya a vexo arder n'ó lar. Nin n'a fonte nin n'ó prado, Así morra c'o a carráx, Él non ha de virm'á erguer, Él xa non me pousará. ¡Qué tristeza! O vento zoa, Canta ó grilo ó seu compás... Ferve ó pote..., mais, meu caldo, Soiña t'hei de cear. Cala, rula, os teus arrulos Ganas de morrer me dan; Cala, grilo, que si cantas Sinto negras soi'dás. O meu homiño perdeuse, Ninguén sabe en onde vai... Anduriña que pasache Con él las ondas d'o mar, Anduriña, voa, voa, Ven e dime en ónd'está. FOLLAS NOVAS 257 * * * Os manantiales sécanse, Os robres cánll'as follas, Pero a tua yalma é plena primadera, Non veu máis que un-ha aurora. E en vano oyes d'o mundo, En vano oyes d'a vida... N'apagará a tua sede o que outros beben N'as auguas maldecidas. Mais cando chegue a tarde d'o teu día E chegue ó teu outono, Ven hastr'a miña tomba paseniño, E deposita n'ela os teus remorsos. TOMO III. '7 258 ROSALÍA DE CASTRO DÔR ALLEO N'É MEU DÔR Uns magoan querendo consolare, Outros ô dedo afincannos n'a llaga, Mais o peor de todos é ô traidore Que repite ô ferirnos: «¡Todo pasa!» Y a concencia tranquila, Déixanos tan dichoso e tan sereno, Entregados á un dôr que se non mata Fai d'à vida un inferno. Mais s'ó trance lie chega D'o mesmo que magoa, ser magoado, Di qu'eterno cal Dios é ô seu penare E pon n'ô ceo ô lastimeiro layo. FOLLAS NOVAS 259 * # * — ¡Como venden a carne n'ó mercado Vendeut'ó xurafás! — ¡Pero qué importa ó fin que me véndese, S'eu n'o podo olvidar! — Matoute á penas, sin piedá, e deixoute, Deixoute ó desleal. — Pois olvidada morrerei e triste, Que olvidal-o... ¡non xa! — Cal se pisan as herbas él pisoute... ¡Odíate!... ¿E n'o odiarás? — Anque m'odie, e me pise, e me maldiza, Heillo de perdoar. — ¡Mal haya a tua constancia, probé tola, Y a tua lealtad! Mais anque ti o perdones, Dios, qu'é xusto, N'o pode perdoar. {Un incrédulo, aparte-, Sorrindo c'un sorrir de Satanás.) — Fiádevos en Dios e non corrades. ¡Dios!, ¿qüén sabe s'o hay? 260 ROSALÍA DE CASTRO (Un-ha vello, que pasa.) — Aquel que as fixo Eu sei que tarde ou cedo as pagará. [Outro.) — As escuras vamos, Sen que sepa ninguén pra dónde vai. Pero, cobre n'a man o que poidere, Máis val ter en seguro qu'esperar. {Un bon.) — Hay tantos homes Como intenciós e pensamentos hay. Pero dichos'aquel que inda morrendo O que o matou lie pode perdoar. FOLLAS NOVAS 2 Ó I * * * Foi á Pascoa enxoita, Choveu en San Xoan, Á Galicia a fame Logo chegará. Con malenconía Miran para o mar Os que n'outras terras Ten que buscar pan. * * * Non coidarei xa os rosales Que teño seus, nin os pombos, Que sequen, com'eu me seco, Que morran, com'eu me morro. 2 Ö 2 ROSALÍA DE CASTRO * * * Eu levo un-ha pena Gardada n'ó peito, Eu lévoa, e non sabe Ninguén por qué a levo. Órelas vizosas D'o Miño sereno, Onde ó paxariño Ten ó seu espello, Y antr'as margaridas Pacen os cordeiros, Vos soyas sabedes O meu sentimento. Cabo d'un-ha pena Onde mana un regó A sombra d'un pino Manso e xigantesco Que soberbo brama Cand'o move ó vento, Coma n'un sepulcro Dorme ó meu sacreto; FOLLAS NOVAS Mais anque ali dorme Viven min despertó. Eu levo un-ha pena Gardada n'ò peito, Tamaña, tamaña, Bon Dios, que n'a rexo. ¡Quén me dera, órelas D'o Miño sereno, Ser un d'aqués cómaros Qu'en vos ten asento! Sin medo e sin penas, De vran e d'inverno, Un sigro tras d'outro Morara ond'eu quero... C'a veiga por paco, C o espago por teito. 2Ó4 ROSALÍA DE CASTRO * * * Meus pensamentos, cal voás tolos... ¿Adonde vas? ¿Adonde? Adonde s'eu no-no digo, Naid'o sabrá. D'a fonte ó río, d'o río á veiga, D'a veiga ó mar. ¿Qué buscas, tolos?... S'eu no-no digo, Naid'o sabrá. Meus pensamentos..., ¿por qué perenes M'atormentás? ¿Por qu'is decote, ¡ay!, s'adonde ides Naid'o sabrá?. Cal palomina buscas a llama Que vos queimar... Y a triste morte que vos teredes Naid'a sabrá. FOLLAS NOVAS 265 VIVIR PARA VER Marcháchet'un día Ti, aquel qu'eu quería; Fuxiste d'a térra Que tant'alegría Y encantos encerra. Dixeches: «María, Máis doce que as meles, Máis linda que as frores, Paloma sin feles, Non chores, non chores, Que ausencia envivece, Non mata, n'esquece, Os doces amores Que a dicha axuntou. ¡Eu voume!..., mais s'hora Delor nos ofrece Fertuna traidora, Jamás t'olvidara Quen tanto t'adora, Quen tanto t'amara. ¡Adiós, miña vida! 266 ROSALÍA DE CASTRO N'ó peito escondida Te levo antretanto Non torno á te ver. ¡Ti espera!, pois xuro Por Dios sacrosanto, Que si non morrer, Aquí hei de volver.» Morrer, non morreche... Y anqu'eu esperara... ¡Qué ben que compriche Palabra que diche! ¡Amor que tiveche! Que os anos pasaron, As frores mucharon, Os negros cábelos En brancos tornaron, E nunca máis, nunca, ¡Poder d'un querer!, Quixeches volver... Vivir para ver. FOLLAS NOVAS 267 N'É DE MORTE — ¿Xa estás de volta, Rosa d'Anido? ¡Eu non coidara verte tan cedo! Y as meigas todas contigo, Rosa, Aló n'a vila seica andiveron, Que de difunto tés a colore Y a vista brava, y ó falar seco. — É que de pena, d'a térra lonxe Pouquiño á pouco m'iba morrendo, Mais... colorosa me verás logo, Que agora vivo porque te vexo. — ¡Tola de Rosa, c'o qu'ela saye!... ¿Inda t'acordas d'aqueles tempos? — ¡S'inda m'acordo!... ¿Cóm'olvidalos Cando tan soyo sei pensar n'eso? Bebemos xuntos n'aquela fonte, Xuntos pousamos n'aquel pórtelo, Herba collemos xuntos n'ó prado, E íbamos xuntos tomal-o fresco N'o mes d'agosto dendes que a lúa Branca saía tras d'os outeiros. Estas lembranzas, ¡ay!, consumíanme, De ti apartada, d'a térra lexos... 270 ROSALÍA DE CASTRO * * * O meu elido màis puro Dérache s'eu fora rosa; O meu marmurio mais brando S'é que d'o mar fora onda; O bico màis amoroso Se fose rayo d'aurora, Si Dios..., mais ben sei que ti Non quès de min nin a groria. — Medico, doill'a cabeza... Zuruxan, doill'un-ha man, Mais s'é c'ó esprito lie doy, ¿Qué menciña lie darás? — Para infirmidás d'as almas N'a térra cura non hay; Pídelle á Dios que cha leve; Quizáis n'ó ceu sandará. FOLLAS NOVAS 271 — Anque me des vino d'o Riveiro d'Avia, Todo-Ios almibres e toda-las viandas D'as que os reises comen e no mundo haxa, Ña madre querida, non sei qué me falta. Anque me trayades com'un santo en palmas, E que me poñades de toda-las galas, E que me levedes á corte de España, Ña madre querida, non sei qué me falta. E anque me des ouro, e anque me des prata, Diamantes e alxofres, pelras e esmeraldas E canto hay n'ó mundo, non me dades nada, Porque, ña madrina, non sei qué me falta: D'a esperanza hermosa cortáronm'as alas, E n'hay alegría si n'hay esperanza. 272 ROSALÍA DE CASTRO * # # Dend'aquí vexo un camino Que non sei adonde vai; Pol-o mismo que non sei Quixera o poder andar. Istreitiño sarpentea Antre prados e nabals, Y and'o feito, aquí escondido, Relumbrando màis ala. Mais sempre, sempre tentándome C'ò seu lindo crarear, Qu'eu penso, non sei por qué, N'as vilas que correrá, N'os carballos que o sombrean, N'as fontes que o regarán. Camino, camino branco, Non sei para dónde vas, Mais cada vez que te vexo Quisiera podert'andar. Xa collas para Santiago, Xajcollas para ò Portal, Xa en San Andrés te deteñas, FOLLAS NOVAS 273 Xa chegues á San Cidrán, Xa, en fin, te perdas..., ¿quén sabe En dónde?, ¡qué máis me dal , Que ojallá en ti me perderá Pra nunca máis m'atopar... Mais ti vas indo, vas indo, Sempre para donde vas, Y eu quedo encravada en onde Arraigo ten ó meu mal. Nin fuxo, non, que anque fuxa, D'un lugar á outro lugar, De min mesma, naide, naide, Naide me libertará. TOMO ni. 18 274 ROSALÍA DE CASTRO N'O CRAUSTRO Dábanse bico-las pombas, Voaban as anduriñas, Xogaba ó vento c'o as herbas Pobradas de margaridas, Y as lavandeiras cantaban Mentra-la fonte corría. Fórons'indo un-ha tras d'outra, Y alí se quedou soiña, C'a triste frente incrinada Cabe un-ha arcada sombrisa... Estonces non sei qué sombras, Quizáis de memorias vivas, Quizáis d'os frades difuntos, Pasar en procesión mística -Veu n'aquelas soledades, Que amaba canto temía. Tembrou d'angustia e de pena, E con amarga sorrisa, Mirando os xasmíns sin follas Qu'iban á brotar axiña, FOLLAS NOVAS 27S Marmurou mentras d'os olios As bagullas lie caían: «Todo volve, todo torna, Menos ô ben qu'eu quería; Todo, todo aquí se queda, Eu soya vou de fuxida. Non hei de vervos máis, frores, Adorno d'esas cornisas, Nin á oir os teus marmurios, Fonte que á gozar convidas, Nin á contemprarvos, pedras, Testigos d'a pena miña; Outros viran profanarvos, Mentras eu morro esquencida.» Sonaron pasos n'as bóvedas, Soprou un-ha forte brisa, Oyeuse una-ha carcaxada Cal si d'o inferno saira: Era ô Trasno d'o convento, Que recordand'outros días, Ríase d'as ansias negras E d'a órfandá d'a menina. 276 ROSALÍA DE CASTRO * * * ¡Cómo lie doy á yalma, Pero canto lie doy! De día nin de noite Non para c'a delor. ¡Señor, vo-la fixeche, Señor, curaina vos! Y ó corazón ferido, Tamén ¡canto He doy! Y eu ben sei que non pode Sandar d'o corazón. ¡Señor, daille descanso N'a térra que a criou, Que ó polvo torne ó polvo, Y o esprito ó ceu, bon Dios. FOLLAS NOVAS 277 * * * Ó sol fun quentarme Doum'escallofríos, Cal s'ó Norte bravo M'a arrastrase arisco. Sentín un-ha gaita D'alegre sonido, Y os cábelos todos Puñéronsem'hirtos; E tembrei cal tembra N'a beira d'o río Herba que a corren te Toca c'os seus limos. Miñ'alma dorida, Meu corpo inxeliño, Faivos mal a gaita, Davos ó sol frío. Miñ'alma, meu corpo, Se non é feitizo, É que a morte querme Para ó seu enxido. 2 7 8 ROSALÍA DE CASTRO * * * Sempre pol-a mort'csperas, Mais a morte nunca ven; ¡Coitada!, ¿pensas que as penas Poden matar de un-ha vez? Nunca, que son coma ó hético, Tras de roer e roer, So deixan un corpo cando Xa non ten que comer n'él. Cando á yaugua d'as penas Se reyerte n'a copa sin medida, Soyo é remedio a morte Para curar d'a vida. FOLLAS NOVAS 270 ¿QUÉ LLE DIGO? — Eu volvo par'a térra; Á tua muller Antona, ¿qué lie digo? — Pois pra non meter guerra, Por que non venan á petar conmigo. Olvidarás que foches meu testigo. O demáis..., boy a libertade adoito... Xa sabes ó refrán, meu compañeiro: A liberta primeiro, E mellor que ala broa, é aquí bizcoito. — Máis val aquí, coma quen di solteiro, Que casado e con fillos Andar ala sudando aqueles millos... ¡Entendo, compañeiro! — Que como poida se goberné Antona, E anque d'ela me doyo, Como de lonxe nada sei nin oyó... Quen non sabe nin ve... sempre perdona. Candó xa vello sea, Tornarei c'os meus osos para a aldea, Que algo ll'hei de levar a térra nosa; Mais mentras mozo son, non pode seré, 28o ROSALÍA DE CASTRO Porque s'é por mullere, S'é que Antona está ala, teño aquí á Rosa. — Esa ch'é a nai d'o año, Bon Antón de Riaño, Pero en verdad che digo Que as mulleres son toda-lo enemigo, E xa qu'esto así o sea, Antr'a nosa y a allea Mais ou menos graciosa, Pois... muller por muller, val máis a nosa. —A nosa é a que nos quer e nos queremos, Que si falta ó cariño Coidando que un-ha pomba tés n'ó niño, Uñ-ha cróbega tés, filia d'os demos. — A cróbega a cabeza se ll'esmaga E c'o a su vida paga; ¿Mais d'Antona a pacencia Con qué lie paga, dime, a tua concencia? ¿Qué cura d'o seu dór a fonda llaga? — Déixate de concencias e delores, Que non teñen lugare Tratando de mulleres e d'amores; Qu'ela vexa, se quer, de se curare; E cóntalle que cando eu o tibere Xa lie darei con que se precurare, Y agora, ¡adiós!, ¡hastra que Dios quixere! FOLLAS NOVAS Teño un niño de tolos pensamentos, Ond'ó lar escondidos, E des que ven a noite Y ó lume está alcendido E arrimo ó pote y á fiar me sentó N'aquel meu corrunchíño, Mentras que quence ó caldo, estonces dígolles: «¡Vinde, meus queridiñosl» E corren e rebuldan Tan contentos de estar soyos comigo, C'a sua nai, c'a sua dona, Seu único agarimo. E ¡canto alí falamos en sacreto, E sempre d'él Dios mío! D'él, que por irse ala... soya deixoume C'ó corazón ferido. ¡Cantas tristezas! ¡Cantos Queixumbrosos sospiros M'atormentaron! ¡Cantos D'o meu peito sairon! 2 8 2 ROSALÍA DE CASTRO Pero todo en sacreto, Qu'esto á ninguén lio digo, Non foran á pensar que marmuraba D'os feitos qu'él me fixo. ¡Eu marmurar de ti con xent'allea!.., Nunca, meu queridiño, Que ti és_ meu home, eu tua muller, e debo Calar a miña dór y os teus desvíos. So c'os meus locos pensamentos falo Porque son meus amigos, E tan discretos..., tanto, Que so din o que'eu quero e lies premito. Sin eles meu Xaquín, ¿qué de min fora? ¿Soya aquí, dond'un tempo houben contigo Estalara de dór, tal com'estalan N'o lume eses espinos? Moitas veces, sí, moitas... Pra non deixarme descansar, ¡rabizos!, Hastr'ó meu leito venen, E donde ti dormiche fan ó niño, Mais eu, tal com'agora Pra non chorar á fío E non ter que levar mañán de cedo Os olios coma brasas alcendidos Cando vaya ó mercado, Seille decir «¡Endinos!, Non m'atormentéis máis, ide á escondervos N'ó voso buratiño.» E despídoos de paso Con un amante bico... FOLLAS NOVAS 283 Mais si lio dou á eles ese beixo, É para ti tan so, Xaquín querido. [Volve, volve onda min, porque anque diga Que consolada vivo Con esos loucos pensamentos, seica, Seica m'axudan á morrer, Dios mío! ¡Xaquín, Xaquín, que de muller naciche, E que d'outra muller tiveches fillos!, ¡Ay, cal teu pai sin tua nai morrera, Ve que morro sin ti, Xaquín querido! 284 ROSALÍA DE CASTRO BASTA UN-HA MORTE Cala, can negro, n'oubees A porta de quen ben quero; Corvos, non voés por riba D'o sobrado ond'está enfermo. C'ó teu resprahdor compaña, Baite, non lie ponas medo. S'és que queres que alguen morra, Eu sei d'un san que contento Por él déravo-la vida E irá con vosco os infernos. FOLLAS NOVAS 285 AS TORRES D'OESTE A yagua corría Pol-p seu camino, Y eu iba ó pe d'ela Preto d'os Laiños, Sin poder c'as penas Que moran conmigo. Con tamaña carga, ¿Para dónd'eu iba? A Virxe sabráyo, Que eu no-no sabía; Mais seica fuxindo De min mesma iña. Por antr'os herbales, Profunda e sombrisa, Cal un-ha sarpente D 'escamas bruñidas, Brilaba os meus olios Dándome cobiza. 286 ROSALÍA DE CASTRO ¡Estaba tan soya! Nin bote, nin lancha, Nin velas, nin remos, A vista alegraban, E soya-las veigas Tamén se quedaran. ¡Qué bonitas eran N'outro tempo as rosas Que n'aqueles campos Medran e s'esfollan! Mais muchas estonces S'amostraban todas. Y ó sol, cal a lúa En noite de brétema, Brilaba tembrando Por antr'as vimbieiras, Tan descolorido Com'a mesma cera. Y ó ferir as ondas Revoltas e escuras, Víanse n'ó espeso D'a negra fondura As herbas marinas E longas que a surcan. De pronto un-ha y outra Poñéndome medo, - FOLLAS NOVAS 287 As loitosas cruces Se m'apareceron, Que s'erguen n'a órela Cal n'un cimiterio. —Meu ben, ¿onde moras?— Perguntei chorando — ; Xa que ti morreche, N'ó mundo, ¿qué fago Coma vos, ¡ou Torres!, » Soya e sin amparo? Sóidas me consomen, Bagoas m'alimentan, Sombras m'acompañan, Cómem'a tristeza. ¡Quén pode con tanta Fartura de penas! Y eu non sei qué negra Tentazón maldita M'afrixeu ó esprito, M'anubrou a vista, E sorreume como M'ó demo sorrira. Dend'a fond'orela Mifei arredore... A marea viva Petaba n'as Torres, 288 ROSALÍA DE CASTRO Orfas antr'a líquida Sabán que as envolve. —¡Alá vou!—He dixen— Daime morte doce, Auguas ond'as penas Para sempre dormen...— Saltei... y a corrente Calada levoume. ¡Ou Torres d'Oeste! Malas tentadoras Auguas apromadas, De calma treidora, Cómaros pelados Onde ó corvo pousa. ¡Ou Torres d'Oeste! Tan soyas e mudas C'a vos'atentaches A miña tristura. Ninguén triste vaya Cabo de vos nunca. D'os desamparados Tendes ó menaxen, Y ainda ó redor voso Non rexorde ó aire, FOLLAS NOVAS Coma si témese De vos despertare. E d'as que s'apegan A tristeza vosa, D'as que ó peito oprimen, D'as abrumadoras, Que ó inferno encaminan As almas loitosas. Que s'inda estou viva, Foi que un mariñeiro, Medio morimunda, Por estes cábelos Tróuxoume das ondas, O mundo en que peno. Non vayades nunca, Eu vo-lo aconsello, As Torres d'Oeste C'ó corazón negro. TOMO III. 290 ROSALÍA DE CASTRO ¿POR QUÉ? — Escoita!, os algoasiles Andan correndo a aldea; Mais ¿cómo pagar, cómo, s'un non pode Inda pagal-a renda? Embargaránnos todo, que non teñen Esas xentes concencia, nin ten alma. ¡Quedaremos por portas, Meus fillos d'as entrañas! ¡Mala morte vos mate Antes de que aquí entredes!... D'os probes ó sentirvos, ¡Os corazós cal baten tristemente! —María, se non fora Porque hay un Dios que premia e que castiga-, Eu matara eses homes Como mata un raposo á un-ha galiña. — ¡Silencio! ¡Non brásfemes, Qu'este é un valle de lágrimas!... Mais ¿por qué algúns lies toca sufrir tanto Y outros a vida antre contentos pasan? FOLLAS NOVAS 291 De sóidas morríase, N'a vila sospirando pol-a aldea, Asombrábana as casas c'os seus muros, E asombrábana as torres e as igrexas. As rúas enlousadas somellábanlle, Sin verdor nin frescura, Cimeterio ond'os mortos Fora andaban d'as tristes sepulturas, Y as comidas sabíanlle Á fariña sin sal y á xaramagos, Y as poucas que tocaba, En vez de darll'alento a iñan matando. Algun-ha vez chegaban hastra ela, Non sei s'en ilusión, se de verdade, Uns agrestes olidos De leixanas ribeiras e pinares. Iñas'estonces á sentar nun alto, Contempraba os extensos horizontes, ROSALÍA DE CASTRO E rompendo en sospiros que a afogaban, Ronca excramaba saloucando: «¡Eu voume!» ¡E íñase apresa e sin remedio!... ¡íñase C'a tristeza mortal que a consumía! ¡íñase a probé Rosa, Pero... ¡par'a outra vida! FOLLAS NOVAS 293 Pois consólate, Rosa, Que moito ten que padecer n'a vida Quen moito d'ela goza, E olvidada ha de ser quen foi querida; O que á ti che pasou, pásalle á.todos D'esa maneira ou de distintos modos. ¿Non t'acordas d'aquéla? Todo n'ela era encanto e fermosura, Todo inocencia pura; E con fonda ternura E c'un amor que as pedras abrandaba, Eu decote, a chamaba Pomba sin fel e fonte de cariño. Bebía n'ó seu peito ó paxariño, ¡Tan branco, relumbraba! Y olor, color, sabor, qu'eu ben sabía O que sabía Anxela, Anque n'inda á cheirala m'astrevía... ¡Todo ós meus olios era santo n'éla! Esto n'un tempo foi, tempo dichoso, Que inda ó corazón tembra cariñoso, ROSALÍA. DE CASTRO Porque despois d'aquelo E que un d'outro vivimos apartados, Ela índase á Ferrol y eu á Cambados, Topámonos n'a feira d'o Campelo, Y eu busca que te busca n'a sua cara, E no seu xeito todo, O encanto que en un tempo m'encantara, E n'o poiden topar de ninguén modo. Y ela era a mesma, tan lanzal e hermosa, Tan fresca e colorosa E doce coma a niel d'os seus cortizos; Mais á tantos feitizos, Eu estaba insensibre E d'o pasado en vano perseguía Un volubre fantasma que fuxía Libre d'amor e de cadeas libre. Meditei un momento E con certo remorso esentimento O cabo comprendín, ña Rosa cara, Que tanto ben y encanto que namora, Nada para min fora . S'aló cand'eu a amara Outros ó meu amor non ll'emprestara. Porque non val sabencia, Bondáde, fermosura n'inocencia, Pureza nin virtude, Para ser ben querido e ben. querere, Porque basta c'o seré. Mentras ó amor non mude S'ésfea, coma.ti, n'habrá mullere FOLLAS NOVAS 295 De mayor xentileza e mellor pranta; S'és infame e perdida, serás santa D'as que o son sin qüerelo pareceré; E s'és boba e sin sal,, é qu'escondida Tés a esencia y a gracia bendecida Dentro d'un misterioso relicario Donde so ó amante cegó e visionario A esencia atopa y ó elixir d'a vida. Mais des que ó amor quere voar, ña prenda, E que lie cai a venda, Forza é deixalo iré, •Que n'hay virtude nin poder que o prenda, Y o que antes nos mirou tras de un-ha nube Ou trasparente gasa, Des que a gasa se rompe e a nube pasa, Rosa, val moito máis que no-nos mire. 2Ç)6 ROSALÍA DE CASTRO C'A PENA Ô LOMBO ¡Cantas frores silvestres n'os valados, Qué festós e qu'encaixes Primorosos de musgos e verdura, Qué colorido, qué follax n'os arbores Mentra-las brisas mansamente corren, Com'alento d'os ánxeles! Reina n'a veiga un prácido sosegó, Cai a luz n'os regueiros en cambiantes,. Y ô cómaro, e encañada soavemente Van querband'ô paisaxen Lixeiramente envolto n'os vapores D'a misteriosa tarde. Sô se sinte ô piar d'o paxariño, O marmurar d'as auguas, E n'a cima d'o monte ô cantar triste D'un-ha muller que pasa, Mentras c'o seu marmurio ô manso regó N'aquel ritmo monótono a acompaña. ¡Qué tristeza tan doce! ¡Qué soidá tan prácida! ¡Mais para un alma en orfandá sumida,. Qué sóida tan deserta e tan amarga! FOLLAS NOVAS Sin mirar, fixa os olios N'as brétemas leixanas, Vaporosas e leves Que ó sol pinta de grana, Y as mans en cruz, e os olios Arrasados en bagoas, Marmura saloucando: «¡Quérom'ire, Porque agonizo aquí desconsolada!... Millor que acá antre rosas ¡Ay!, ¡quero ir á morrer adond'él vaya!» E n'ó fondo d'o barco Soiña, abandonada, Tras seu amor y a morte, para América, Para morrer de dór, 6 mar se lanza. 298 ROSALÍA DE CASTRO TAN SOYO Os dous da térra lonxe Andamos e sufrimos, ¡ay de min!; Mais ti tan soyo te recordas d'ela, Y eu, d'ela e máis de ti. Ambos errantes pol-o mundo andamos Y as nosas forzas acabando van, Mas ¡ay!, ti n'ela atoparás descanso, Y eu tan soyo n'a morte o hei d'atopar. ÍNDICE Páginas. DEDICATORIA 7 PRÓLOGO DE D. EMILIO CASTELAR 9 DUAS PALABRAS D'A AUTORA 2^ L I B R O P R I M E R O V Á G U E D A S D'aquelas que cantan as pombas y as frores 37 Ben sei que non hay nada 37 Tal com'as nubes 38 Diredes d'estos versos, y é verdade 39 ¡Follas novas!, risa dame 40 ¿Qué pasa ó redor de min? 41 Algúns din ¡miña térra! 41 Alá, pol-a alta noite 42 Paz, paz deseada 43 Un-ha vez tiven un cravo 44 Cand'un é moi dichoso, moi dichoso 45 Hoxe ou mañán, ¿quén pode decir cando? 46 Xa nin rencor, nin desprezo.,..... 47 300 ÍNDICE Páginas. Aquel romor de cantigas e risas 48 Á un batido, outro batido 5 o Cand'era tempo d'inverno 50 Mais vé qu'o meu corazón 51 C'ó seu xordo e costante mormorio 52 Ando buscando meles e frescura 53 ¡Silencio! 54 L I B R O S E G U N D O ¡DO ÍNTIMO! ¡Adiós! 57 Grilos e ralos, rans albariñas 59 ¡Cal as nubes n'ó espado sin límites 60 Rico ou probé algún día 61 N'a Catredal 62 ¡Corre serenas, ondas cristaiñas.. 66 Cada noite eu chorando pensaba 68 Ti-onte mañán eu 6 9 Deixa que n'esa copa en onde bebes 7o Bós amores 7 1 Amores cativos ... 72 Abrid'as frescas rosas 73 De balde. 74 ¿Quén non xime? 75 Ladraban contra min que caminaba 77 ¿Por qué, miña almiña 79 O toque d'alba 81 ¡Mar!, c'as tuas auguas sin fondo 83 Cava lixeiro, cava. » 84 ÍNDICE 301 Páginas. Cando pensó que te luches 85 A ventura é traidora 86 Lévame á aquela fonte cristaiña 87 O pazo d'A 88 N'ó ceo, azul crarísimo 89 A xusticia pol-a man 9 o Dios puso un velo enriba 9 2 ¡Tas-tis!, ¡tas-tis!, n'a silenciosa noite 93 Amigos vellos 95 Mayo longo..., mayo longo 97 Lúa descolorida 98 Qué prácidamente brilan 99 Extranxeira n'a sua patria 1 0 1 ¡Padrón!... ¡Padrón! I 0 3 Pasade 1 0 7 ¿Por qué, Dios piadoso l o S ¡Soya! • 1 1 0 L I B R O T E R C E R O V A R I A N'hay peor meiga que un-ha gran pena 113 Vamos bebendo 1 2 0 Un verdadeiro amor é grande e santo 121 Non cantes, non chores, non rías, non falos 121 ¡Adiante! 122 ¡Nin as escuras! 123 Xigantescos olmos, mirtos 125 Cada cousa n'ó seu tempo 127 Cabe d'as froles a nena 128 Pelouro que roda 1 3 1 302 ÍNDICE Páginas. A disgracia — 132 ¡E ben! Cando comprido 135 Sin niño 137 Eu por vos, e vos por outro 138 ¡Valor!, qu'anqu'eres como branda cera 141 Dulce sóno 142 Espantada, ó abismo vexo 143Para a vida, para a morte 144 N'a tomba d'o xeneral inglés Sir Jhon Moore 146Cal graciosa brandeas 151 Sin térra ' 5 4 Para algúns negro 155 Tristes recordos 158D'aquí vexo os seus campos 163 Meses d'o invernó fríos 164 Era n'ó mes de mayo 165. ¿Qué ten? 171 Ti, a feiticeira e branca com'as neves 172 Ruinas 173Chirrar d'os carros d'a Ponte 177 A bandolinata 178 Brancas virxes de candidos rostros 181 Vanidade 182 Apresa Alvaro d'Anido . 183. Decides qu'ó matrimonio 184 Agora cábelos negros 185. Premita Dios que te vexas 186 Teño un mal que non ten cura 187 Sarna con gusto non pica 189 • É verdade que un pode 19° • Fas uns versos..., ¡ay qué versos! 191 Tembra un heno n'ó pórtico húmido .. 192-: ÍNDICE 30J L I B R O C U A R T O " D'A TERRA Págiifas. De Galicia os cimít«írios 197 ¡Calade! 198 Miña casiña, meu lar 1 9 9 Sobérba 202 ¡A probiña, qu'está xorda...! 205. Xan 217 O encanto d'a pedra chan '.- 220Tanto e tanto nos odiamos 229. En Cornes 233 San Lourenzo 2 3 7 L I B R O Q U I N T O AS VIUDAS D'OS VIVOS E AS VIUDAS D'OS MORTOS ¡Pra a Habana! 243. ¡Olvidemo-l-os mortos! 247 ¡Terra a nosa! 250Tecín soya a miña tea 256 Os manantiales sécanse 257 Dór alleo n'é meu dór 258. Como venden a carne n'ó mercado 259 Foi á Pascoa enxoita 261 Non coidarei xa os rosales 261 Eu levo un-ha pena 262 Meus pensamentos, cal voás tolos 264 Vivir para ver 265. 3°4 ÍNDICE Paffìnas. N'é de morte 267 i.Quérom'ire, quérom'ire! 269 O meu olido màis puro 270 Medico, doill'a cabeza 2 7 ° Anque me des vino d'o Reveiro d'Avia 271 Dend'aqui vexo un camino 272 N'o craustro 2 7 4 Como Ile doy a yalma 276 O sol fun quentarme 277 Sempre pol-a mort'esperas 278 iQué Ile digo? • • 279 Teno un nino de tolos pensamentos •. 281 Basta un-ha morte 284 As Torres d'Oeste 285 jPor quo? 2 9<> De soidàs morriase 291 Pois consolate, Rosa 293 C'a pena 5 lombo 296 Tan soyo 298 BIBLIOTECA GALLEGA Á 3 p e s e t a s t o m o . O B R A S P U B L I C A D A S ' Los Precursores, por D. Manuel Murguía. Aires ci'a miña térra, por Curros Enríquez. El idioma gallego, por D. Antonio de la Iglesia. — Tres tomos. Soaces d'un vello (poesías gallegas), por D. Benito Lo- sada. Queixumes dos pinos (poesías gallegas), por D. Eduardo Pondal. Historia critica de la literatura gallega, por D. Augusto G. Besada.—Volúmenes I y II. Varones ilustres de Galicia, por D. José Pardiñas Villalobos, con un prólogo de D. A. Martínez Salazar. Elogio del P. M. Feijóo, por D. Marcelo Macías y García, con un prólogo del Dr. D. Juan Francisco Miguélez, y la biografía del autor, por D. Andrés Martínez Salazar. La campaña de Ultramar (novelas), por D. Aurelio Ri- balta. La propiedad foral en Galicia, por D. Eduardo Vincenti, con un prólogo de D. Joaquín Díaz de Rábago, y el proyecto de ley de Redención de foros, del Excmo. Señor D. Eugenio Montero Ríos. Ocios de camarote (colección de cuentos cortos), por D. Joaquín de Arévalo, con un prólogo del Excelentísimo Sr. D. Leandro de Saralegui y Medina. Estudios sobre Galicia, por D. Leandro de Saralegui y Medina. Poesías selectas (gallegas y castellanas), por D. José María Posada, con un prólogo de D. José de Santiago. Caldo gallego, por D. Juan Neira Cancela. Artículos y novelas, por D. José Rodríguez Seoane, con un prólogo de D. Luis Rodríguez Seoane, y el retrato del autor. El mundo rural, por D. José Ojea. Chorimas (poesías gallegas), por D. Alberto García Fe- rreiro. Esbozos y siluetas de un viaje por Galicia, por D. Lisardo Barreiro. Sucesos militares de Galicia en 1809, por el coronel D. Manuel García del Barrio, con prólogo, notas y documentos por D. Andrés Martínez Salazar. Cousas d'a aldea (versos gallegos), por D. Aureliano J. Pereira. Leyendas, tradiciones y episodios históricos de Galicia, por D. Luciano Cid Hermida. Ecos de mi patria, por D. Waldo Álvarez Insua. Rimas (poesías gallegas), por D. Juan Barcia Caballero. Los guerrilleros gallegos de 1809, por D. Manuel Pardo de Andrade, con un prólogo de D. A Martínez Salazar. —Tomos I y II. Primicias (poesías gallegas y castellanas), por D. Salvador Cabeza León. fuvenilia (cuentos y novelas cortas), por D. Camilo Placer, con un prólogo de D. Manuel Murguía. El último hijodalgo (cuentos y novelas), por D. Manuel Amor Meilán. Folerpas (poesías gallegas), por D. Eladio Rodríguez González. Crepusculares (poesías castellanas), por D.a Emilia Calé, con un artículo de D. Victorino Novo. Galicia, León y Asturias (viajes y monumentos), por D. Ramón Álvarez de la Braña, con un prólogo de-don Luis Rodríguez Seoane. Contos d'a terrina, por D. Heraclio Pérez Placer. El Gran Gallego (Fr. Martin Sarmiento), por D. Antolín López Peláez. Á Tecedeira de Bonaval, por D. Antonio López Ferreiro. Por Galicia, por D. José Novo y García. Recuerdos de Galicia (obras postumas, 1), por D. Teodosio Vesteiro Torres. Poesías (obras postumas, II), por D. Teodosio Vesteiro Torres. O pe d'as Burgas, por D. Francisco A. de Novoa. Galicia en el ultimo tercio del siglo XV, por D. Antonio López Ferreiro.—Dos tomos. Fugaces (poesías), por D.i l Sofía Casanova. Por las Rias Bajas, por D. Alfonso Pérez Nieva. Poesías selectas, por D. Aurelio Aguirre Galarraga. Los escritos de Sarmiento y el siglo de Feijóo, por don Autolin López Peláez. Los Hidalgos de Monforte, por D. Benito Vicetto, con un prólogo de D. Nicolás Fort y Roldan.—Dos tomos. OTRAS OBRAS GALLEGAS Pesetas. Historia de Galicia, por D. Manuel Murguia. Cuatro tomos en 4.° 40,0U Don Diego Gelmirez, por D. Manuel Murguia. Un tomo en 4.° cic 212 páginas 4,00 En prosa, por D. Manuel Murguia. En 8.°, 149 páginas 2,00 Ferruxe, por D. Aurelio Ribalta 1,25 Contiños, por D. Benito Losada 1,00 Foguetes, por D. José P. Ballesteros 1,00 Poesías, por D. Alberto Camino 1,50 Brujos y Astrólogos de la Inquisición de Galicia, por B. Barreiro 1,00 Menestra de tipos populares de Galicia, dibujados por Guisasola 1,50 Guerra hispano-lusitana, por D. Benito F. Alonso. Premiado en La Coruña, Certamen de 1890. Folleto en 4." 2,00 Armas de Orense, por D. Benito F. Alonso. Folleto en 4.° 2,00 El rio Limia, por D. Benito F. Alonso. Folleto en 8.° 1,00 Los defectos del lenguaje en Galicia y en la provincia de León; estudio gramatical por D. Emilio Álvarez Jiménez. Folleto en 8.° 1,00 ¡Non máis emigración! Apropóseto líreco-clramáteco en dous autos e sete cuadros, por D. Ramón Armada Teixeiro. Música d'o componedor gallego D. Felisindo Regó. Folleto en 4.° 2,00 Sociedad gallega. Estudio jurídico sobre el contrato de compañía de familia, por D. Gumersindo Buján y Buján 2,00 Pesetas. Antigüedades de Galicia, por D. Ramón Barros Sevelo. Un tomo en 4.° mayor de 215 páginas, con láminas y mapa 10,00 Historia de ta Junta de defensa de Galicia, por D. Modesto Castilla. Un tomo en 8.°. 3,50 Un drama en Cambre, por Ricardo Carancho 2,00 La literatura gallega en el siglo XIX. Seguida de una Antología y Apéndices, por D. Eugenio Carré Aldao.-Cortina, 1903. Un tomo en 4.° 3,00 Rayólas. Verso y prosa, por D. Eugenio Carré Aldao. En 8.° mayor ¡ 2,00 Crónica Troyana. Códice gallego del siglo xiv, con apuntes gramaticales y vocabulario. Dos tomos en folio y un facsímil, en rústica 40,00 Diccionario Gallego, por D. Juan Cuveiro Pinol. El más completo en términos y acepciones de todo lo publicado hasta el día. Un tomo en 4.°. 5,00 GaliciaHumoristica. Revista quincenal de costumbres, cuentos, agudezas, anécdotas y tipos gallegos; novelas homeopáticas y poemas festivos; ciencias y artes (desde el punto de vista cómico); acertijos, cantos populares, charadas y jeroglíficos.—Tomo I. Un tomo en 4.° de 384 páginas.—Santiago (Galicia), 1888 3,00 De La Coruña á la Cárcel, pasando por Galicia, por D. Salvador Golpe, con prólogo de D. José Rodríguez Can-acido. Un tomo en 4." 3,50 Fueros municipales de Santiago y su tierra, por D. Antonio López Ferreiro. Dos tomos en 4.° mayor de cerca de 400 páginas cada uno 10,00 Horas perdidas, por D. Manuel Lois Vázquez.— Coruña, 1899. En 4.°, 87 páginas 2,00 De Galicia. Discursos de carácter regional, por D, Marcelo Macias y García. Un tomo en 8.°... 3,00 Pesetas. El Señorío temporal de los Obispos de Lugo, por el limo. Dr. D. Antolín López Peláez. Dos tomos en 8.° 5,00 La resistencia gallega, por D. Carlos Martínez Esparis. Folleto en 4.° , 2,50 Poetas religiosos inéditos del siglo XVI. Sacado á luz con noticias y aclaraciones, por D. Marcelo Maclas y García. Un tomo en 4.° 3,00 Flora descriptiva é ilustrada de Galicia, por el Rvdo. P. Baltasar Merino. Dos tomos en 4.° de más de C00 páginas cada uno 18,00 La compañía familiar gallega, por D. Manuel Montero Lois. Folleto de 130 páginas 2,00 Los trovadores gallegos (no puesto á la venta), por D. Manuel Muyuca.vFolleto en 4.° de 52 páginas • 3,00 Monografía sobre la poesía popular gallega, por D. Manuel Núíiez González. Folleto de 74 páginas 1,00 Salayos (versos gallegos), por D. Manuel Núíiez González. Un tomo en 4.° 2,00 Perucho. Poema en seis cantos, por D. Ramón Pérez Costales; prólogo de D.a Emilia Pardo Bazán 3,00 Ligeros apuntes sobre las supersticiones de Galicia, por D. Jesús Rodríguez López. Folleto de 144 páginas 2,00 Odas de Anacreonte, traducidas al gallego por D. Florencio Vaamonde. En 8.° 1.50 Resume da Historia de Galicia, por D. Florencio Vaamonde. Un tomo en 8.° 1,50 Os galaicos. Poema en catro cantos, por D. Florencio Vaamonde. Folleto en 8.° 1,00 Á Fonte do Xuramento,.dtama de costumes galle- Pesetas. llegas en dous autos, en verso, por D. Francisco María de la Iglesia y González 1,50 Fume de palla, colección de versos gallegos de Alfredo Nan de Allariz 2,00 O B R A S N U E V A S Cuentos de Abades y de aldea, por Prudencio Canitrot, prólogo de D. Manuel Murgttía 3,00 Elementos de Gramática histórica gallega, escrita por D. Vicente García de Diego con arreglo á los más recientes métodos de la Filología histórica.—Burgos, 1909. 200 páginas 0,00 El Maestre de Santiago. — El Padre Feijóo. — Poesías escogidas, por Curros Enríquez 3,00 En las orillas del Sar (poesías), por D." Rosalía de Castro 3,50 Cantares gallegos, por la misma 3,50 Próximo á publicarse: De las obras completas de D.a Rosalía de Castro : El Caballero de las botas azules. En prensa: R Í A S D E E N S U E Ñ O .: Paisajes é impresiones de Galicia, por ^ m z ^ z ^ z : Sr'rvi.d.en.ci© Casiitrot, ^Л*У ( > > f и Ц CÍA 4 W I.