Cómo Zorilla trata el mito donjuanesco en la obra Don Juan Tenorio Don Juan es un personaje mítico. Pertenece al primer tratamiento del mito donjuanesco la obra del cura Tirso de Molina (1579?-1648) ´´El burlador de Sevilla y convidado de piedra´´ (1630). Desde aquel tiempo, el mito donjuanesco fue repetidamente reelaborado. Además de José Zorrilla (1817-1893), podemos mencionar en la literatura francesa a Molière y Dumas, en la literatura inglesa a Byron y Stendhal, en la literatura italiana podemos mencionar a Goldoni y en la literatura española a Espronceda y Valle-Inclán, quien crea a un tal don Juan feo, sentimental y creyente. Forma parte del mito donjuanesco también el mito sobre la invitación del huésped muerto a la cena. En este trabajo nos concentraremos sobre todo en la obra Don Juan Tenorio (1844) del escritor español José Zorrilla y conretamente nos ocupararemos de cómo José Zorrilla trató el mito de don Juan, de cómo enriqueció el mito donjuanesco, de cómo lo modificó y de si es posible encontrar detrás de aquellos cambios y variaciones elementos autobiográficos. Compararemos la obra de José Zorrilla con la obra de Tirso de Molina que a Zorrilla, además de otras obras, le sirvió como modelo para su Don Juan Tenorio. ¿Quién es don Juan realmente? ¿Qué rasgos tiene en común en casi todos sus tratamientos? Sus actividades principales son la seducción de las doncellas, el desacato a las autoridades, la falta de respeto a los muertos y a su honor. ¿Cuál es el don Juan de José Zorrilla y cuál es el don Juan de Tirso de Molina? Lo que tienen en común es que ambos tienen un padre rico e influyente. El otro hecho es que ambos están comparados por el diablo. En cuanto a su fe a Dios, el don Juan tirsiano cree en Dios, pero piensa que su enfrentamiento con Dios (la muerte) está lejos. Para el don Juan tirsiano es típico cuando alquien le advierte de la justicia divina responder de esta manera: «¡Qué largo me lo fiáis!» (De Molina 1995, 47). Al final muere sin confesión y va al infierno. El don Juan Tenorio de Zorrilla da la impresión de ser un ateo, porque durante su confrontación con la estatua de don Gonzalo de Ulloa, que viene para vengarse y para llevar a don Juan al infierno, dice: : «¿Conque hay otra vida más/ y otro mundo que el de aquí?/ ¿Conque es verdad, ¡ay de mí!,/ lo que no creí jamás?/ ¡Fatal verdad que me hiela/ la sangre en el corazón!» (Zorrilla, 288). Sin embargo el protagonista de Don Juan Tenorio se arrepiente al final de su vida y va al cielo. Entonces don Juan se redime. Aquí podemos ver la gran diferencia entre el tratamiento del don Juan tirsiano y el don Juan de Zorrilla. El don Juan de Zorrilla ya no es solo un burlador irreflexivo, sino que es capaz de enamorarse sinceramente de doña Inés y este amor le redimirá por fin, es más humano y complicado que el don Juan de Tirso. Zorrilla en su obra se refiere a la misericordia infinita de Dios, mientras que Tirso de Molina trata de aludir en su obra a que don Juan es un hombre malo al que las leyes terrenales se le quedan cortas. Sin embargo la justicia divina todo lo repara: el pecador termina mal y es castigado en el infierno. No podemos olvidar que Tirso de Molina fue cura y escribe su obra en la época de la Contrarreforma. La moraleja de su libro es que el que se comporta mal durante su vida terrena, también termina mal en su vida después de la muerte. El que el pratoganista de Don Juan Tenorio se enamore sinceramente de doña Inés, la novicia, es el momento clave en la vida de don Juan. Él no solo se enamora, sino está dispuesto a abandonar su vieja forma de vida y a vivir según las normas sociales: quiere casarse con doña Inés. Sin embargo, no le es posible estar con doña Inés, por lo menos no en el mundo terrenal. Doña Inés es la verdadera protagonista de este drama y a la vez es su elemento original. Se trata del concepto de la mujer perfecta que puede redimir y purificar al hombre. [1] Doña Inés es la antítesis de don Juan, es etérea, estable y pura. Como dice Mas-López sobre el romanticismo y sobre el concepto de la mujer ideal: «Y tuvo que ser creado por Zorrilla en el siglo XIX –en la época romántica- donde la idealización que el hombre hace de la mujer llega a constituir una verdadera neurosis» (Mas-Lopéz 1985, 88). Aquí podemos observar que doña Inés representa a una de esas mujeres ideales, que es capaz de redimir al hombre. Podemos ver otro rasgo del romanticismo. Don Juan ama a doña Inés, sin embargo nunca alcanza a establecer contacto físico con ella (solo en la vida después de la muerte vive con doña Inés en el cielo). En esta vida terrenal don Juan nunca alcanza a su mujer ideal, a la que busca. Don Juan está en el cielo con doña Inés, después de los largos pesares se encuentra con ella. ¿Con todo y ello, podemos considerar el final del drama feliz? El final de la obra es la llamada apoteosis del amor. Don Juan encuentra la redención en el amor de doña Inés. En esta obra encontramos: «una conciliación entre la religión y la imagen romántica del héroe seductor y arrogante» (Françoise Marti 2012, 4). Como aduce Escobar José: «[en] el drama de Zorrilla, don Juan que vive en un escenario de escenografía romántica pierde las dos cosas, romanticismo y donjuanismo, para enamorarse de la mujer ideal que lo salva» (2005, 74). Escobar José habla sobre el llamado don Juan esclavo. A diferencia de ´´El Estudiante de Salamanca´´ (1840) de José Espronceda, que al final de la obra se convierte en un rebelde heroico y titánico que resiste hasta el último momento, el don Juan de Zorrilla que se rinde a la autoridad de don Gonzalo, el padre de doña Inés, y a la autoridad divina. José Escobar evalúa de la siguiente manera el final del drama ´´Don Juan Tenorio´´: «Su glorificación final no es un triunfo, sino la recompensa por su humillación y sometimiento. En realidad, a don Juan Tenorio no lo salva el amor de de doňa Inés, sino que su salvación es la recompensa que recibe por su sometimiento» (2005, 73) y además aduce: «Es el triunfo de la sumisión al orden establecido por la religión y sociedad» (2005, 76). Una opinión similar a la de José Escobar propone Augusta Cornejo,cuyo tratado sobre el don Juan Tenorio de Zorrilla se llama ´´De la pasión al amor: la salvación o condena en Don Juan Tenorio´´. La autora en su artículo, en el que describe cómo en la obra de Zorrilla el amor de don Juan y de doña Inés pasa del amor material al amor hacia la hermosura incorpórea, reflexiona también sobre hasta qué punto don Juan se rinde de su identidad donjuanesca por el amor hacia doña Inés y sobre si don Juan salió ganador o perdedor. Ahora nos centraremos en la vida terrena de don Juan. ¿Por qué el don Juan no alcanza el amor de doña Inés en esta vida? ¿Quién destruirá su esfuerzo por convertirse en un hombre mejor? La respuesta la encontramos en el personaje de don Gonzalo de Ulloa, que representa en el drama Don Juan Tenorio de Zorrilla el destino aciago e inexorable y la autoridad paterna (el padre de doña Inés). En la obra tirsiana, don Gonzalo representa la justicia divina, es un personaje positivo. En la obra de Zorrilla es más bien negativo (él tiene la culpa de que don Juan no se case con doña Inés, porque prohibe este matrimonio). ¿Podemos encontrar en este drama elementos autobiográficos? Manrique Jorge aduce que: «el autor utiliza a don Juan como amanuense que traslada sus más íntimos y desgarrados sentimientos» (Villagrá Saura 2016, 31). ¿Qué conflicto emocional tuvo José Zorrilla, que se proyecta en su obra? Tuvo un conflicto con su padre, que fue férreo y severo. Su padre, que fue magistrado, quiso que su hijo fuera abogado. No obstante el joven Zorrilla desatendió los estudios y se dedicó a la literatura, de la Universidad le echaron después. Finalmente huyó de su casa paterna para hacerse poeta. Su padre nunca se lo perdonó. No le perdonó ni siquiera cuando se hizo célebre y logró ganarse la vida con la escritura (a veces mejor, a veces peor). José Zorrilla soportó gravemente la obstinación de su padre y trató de consequir su perdón. Varela José aduce estas palabras de José Zorrilla: «Dirigidas todas mis poesías escritas desde 1837 al 45 por una misma senda y a un mismo fin, a borrar de la memoria de mi padre el crimen de mi fuga del hogar paterno, y alcanzarme de él su perdón» (Villagrá Saura 2016, 33). Su madre murió en 1846 y su padre en 1849. Murieron sin llamar a su hijo y sin reconciliarse con él. Este hecho llenó de amargura al poeta: «Mis padres mueren sin llamarme en su última hora, Dios me deja en la tierra sin el último abrazo y sin la bendición de mis padres! ¿Qué le he hecho yo a Dios? Están malditos mis pobres versos (II, 1943: 1840)» (García Gastañeda, Biblioteca virtual Miguel de Cervantes). La vida del poeta, a pesar de sus éxitos artísticos, fue infeliz. [DEL: :DEL] ¿Cómo se proyecta la obstinación del padre de José Zorrilla en el tratamiento del mito donjuanesco? El personaje de don Gonzalo de Ulloa, como ya hemos dicho, representa el destino aciago y inexorable y la autoridad paterna (el padre de doña Inés). Como se puede ver, don Juan se queja de su destino, que tiene la culpa de su vida mala y culpa a Dios por no haberle permitido vivir una vida mejor: «Allá voy./ Llamé al cielo, y no me oyó,/ y pues sus puertas me cierra,/de mis pasos en la tierra/responda el cielo, y no yo.» (Zorrilla, 217). Esto dice don Juan cuando don Gonzalo no le permite el matrimonio con doña Inés y en lugar de esto le reta a duelo. Don Juan mata a don Gonzallo y tiene que huir de allí. Don Juan trata de persuadir sinceramente al padre de doña Inés, a la que ama, puesto que solo ella puede salvarle de la vida pecadora: «Míralo bien, don Gonzalo,/que vas a hacerme perder/con ella hasta la esperanza/ de mi salvación tal vez» (Zorrilla, 212). En este momento, la felicidad y el destino de don Juan dependen de don Gonzalo, que se decide a no atender la súplica de don Juan. ¿Se puede ver en la obstinación de don Gonzalo la obstinación del padre del escritor? También a doña Inés le agradaría casarse con don Juan, pero su padre no se lo permite. En el momento en el cual la estatua de don Gonzalo quiere llevar el alma de don Juan al infierno, se lee este diálogo: «Don Juan ¿Muéstrasme ahora amistad? Estatua Sí, que injusto fui contigo/ y Dios me manda tu amigo/ volver a la eternidad» (Zorrilla, 292). En este momento, el autor puede estar siendo hasta irónico, porque la estatua le ofrece amistad a don Juan, que comprueba entonces que le quiere llevar al infierno. Don Juan decide arrepentirse en el último momento e interviene doña Inés, que resucita para irse con don Juan al Edén. Dios atiende las súplicas de los dos enamorados y perdona a don Juan. ¿Se puede ver en este perdón de Dios para don Juan el perdón el cual anhela Zorrilla de su padre? Se pueden ver rasgos autobiográficos en la obra de Don Juan Tenorio. Este es el otro rasgo de la literatura de la época del romanticismo. ¿Se puede considerar a Don Juan un hombre bueno? Según algunos autores (Torrente Bellester, Pérez de Ayala, Villagrá Saura) el malo en Don Juan Tenorio es don Gonzalo de Ulloa por las razones arriba mencionadas. Villagrá Saura cita a Pérez de Ayala: «Este don Juan, con todas sus fanfarronadas y caballerías es, en el fondo, un infeliz, una buena persona –observa Peréz de Ayala-. Si en tal coyuntura, no ingresa en el apacible gremio de los casados, es por culpa del Comendador, que es un bruto…» (Villagrá Saura 2016, 31). En la obra de José Zorrilla se pueden ver dos posturas de don Juan que corresponden a su lucha interior. Por un lado se comporta como el don Juan típico, tal y como esperan de él sus allegados. Por otro lado, sin embargo, desde que se encuentra con doña Inés, desea una vida según las reglas. En el drama entonces se pueden encontrar: «[…] dos tipos de discurso: sus ´´monólogos interiores´´, los del Don Juan deseoso de virtud y de cambio, y sus diálogos, que remiten a su imagen exterior, ya fijada por su imagen pública y la tradición literaria donjuanesca» (Villagrá Saura 2016, 33). Para concluir se puede decir que el don Juan Tenorio de Zorrilla es más complicado y humano que el de Tirso de Molina, que es solo un burlador. Para Don Juan el momento clave es cuando se encuentra con doña Inés. Desde aquel momento anhela una vida mejor y ama sinceramente a doña Inés. Sin embargo, el destino aciago e inexorable representado por Don Gonzalo no le permite a don Juan ser feliz en la vida terrenal. Zorrilla resume él mismo su tratamiento del mito donjuanesco: «Yo corregí a Moliére, a Tirso y a Byron, hallando el amor puro en el corazón de Don Juan…Yo, más cristiano que mis predecesores (en Don Juan) saqué a la escena por primera vez el amor tal como lo instituyó Jesucristo. Los demás son poetas paganos» (Villagrá Saura 2016, 28). Bibliografía Libros: DE MOLINA, Tirso. El burlador de Sevilla. Madrid: PML, 1995. 155 p. DE MOLINA, Tirso. El burlador de Sevilla y convidado de piedra. Madrid: Editorial Castalia, 1997. 231 p. ZORRILLA, José. Don Juan Tenorio: drama religioso-fantástico en dos partes. Edición de Joaquín Juan Penalva. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Disponible en: http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p331/01327264299682059422680/index.htm [consultado 1 de diciembre 2017] Manuales consultados: WARDROPPER, Bruce W.; RICO, Francisco. Historia y crítica de la literatura española. III, Siglos de oro: Barroco. Barcelona: Crítica, 1983. 1057 p. 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