San Manuel Bueno Mártir, Miguel de Unamuno En el presente trabajo voy a comentar el libro San Manuel Bueno Mártir. Esta obra fue escrita en 1931 y su autor, el representante de la Generación del 98, Miguel de Unamuno, la denominó en su prólogo varias veces como novelita, ya que es muy corta en cuanto a la extensión. Sin embargo, lo corto del libro es más una cualidad que un defecto. Unamuno logra atraer la atención del lector desde la primera página, introduciendo la historia con la cita (p. 59) de San Pablo: Si sólo en esta vida esperamos en Cristo, somos los más miserables de los hombres todos. Esta profunda idea sirve como una introducción y pone la base para toda la historia. El libro San Manuel Bueno Mártir toca muchos temas interesantes como, por ejemplo, el problema de la inmortalidad o el problema pavoroso de la personalidad. Estas ideas y otras más se hallan en este corto libro, despertando la máxima atención y la curiosidad del lector. A lo largo de este trabajo, voy a desarrollar estas ideas. Primero, antes de sumergirme en el análisis de los temas principales, voy a resumir brevemente la historia del libro. El relato se sitúa en Valverde de Lucerna que es una aldea que no forma parte del mundo, ni de la historia, sino de la intrahistoria. La RAE explica este término, introducido por Unamuno, como «la vida tradicional, que sirve de fondo permanente a la historia cambiante». El argumento de la novela es interpretado por una mujer, Ángela, que cuenta sus recuerdos de San Manuel, el cura de su pueblo y el personaje principal de la novela. Don Manuel tiene en el pueblo la fama de un santo vivo, se trata de una persona que siempre presta la ayuda a todos los que la necesiten. Un hombre honesto, sabio y amable que fomenta la fe de los habitantes, asegurándoles que solo la fe y la firmeza en sus creencias garantiza la felicidad y una vida plena. Sin embargo, se nota que el cura mismo no es feliz y que le preocupa algo. San Manuel mantiene su secreto del origen de esa tristeza hasta la llegada de Lázaro, el hermano de Ángela, al que revela la razón principal de su desesperación. El cura ha perdido la fe, es decir, no es creyente, pero sigue promoviendo la fe en los demás, actuando como si lo fuera para mantener su pueblo feliz. Lázaro es el no creyente, pero, atraído por la fama del cura, se acerca a él. Después de un tiempo, llega a entender los motivos de su disimulo y por eso, tras la confesión de San Manuel, decide completar su conversión y hacerse párroco, colaborando con él. Sin embargo, al mismo tiempo, revela a Ángela, que todo es una farsa y que ni él ni San Manuel mantienen la fe. Le explica que el pueblo los necesita, ya que solo con la fe pueden los habitantes vivir una vida plena. Al final de la historia San Manuel muere y Lázaro se hace cargo de su misión, es decir, sigue ejerciendo de párroco, fomentado la fe para que el pueblo siga creyendo, viva contento y tenga esperanza, haciéndolo hasta su muerte. Las obras de Unamuno no destacaban solo por la variedad de géneros, sino también por su originalidad. El autor dice en el prólogo (p. 52) sobre su obra: [...] tengo la conciencia de haber puesto en ella todo mi sentimiento trágico de la vida cotidiana. Unamuno expone en este libro sus dudas y preocupaciones internas. Una de ellas es la preocupación por la inmortalidad (p. 25). No quiero morirme, no, no quiero ni quiero quererlo, quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí, y por esto me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia. En la introducción el autor plantea varias cuestiones con las que interroga a sus lectores, intentando explicar de esta manera su lucha interna (p.24). ¿Qué será de mi conciencia? ¿Qué será de mí? Sin embargo, a mi parecer, la cuestión más interesante y profunda es (p. 25): Si del todo morimos, ¿para qué todo? El autor proyecta estas preocupaciones en el personaje principal. Unamuno, igual que San Manuel, está buscando las respuestas acerca de la fe y la inmortalidad. La idea principal es que la fe trae la felicidad, apacigua el alma y da sentido a la vida de todos los creyentes, ya que, tienen la esperanza que les dará la fuerza de vivir. Además, tienen la visión de encontrarse tras la muerte con sus seres queridos y su familia. Sin embargo, ¿qué pasa si uno no tiene la fe? El tema de la religión ocupa en esta historia el papel principal y a lo largo de este libro se contrapone a la razón. San Manuel está convencido de que solo la fe puede garantizar la felicidad. No obstante, él mismo se encuentra en estado de duda, en cuanto a la fe. Desde el punto de vista del autor (p.131), el hombre aprende a tener fe en la infancia. Según él se trata de un período de vida feliz, en el que uno acepta la fe sin problemas, pero cuando el niño crece, se pierde su creencia inocente y el niño empieza a dudar y buscar respuestas. Esta necesidad, quizás hasta la obsesión, de razonar la fe causó, en el caso de San Manuel, la pérdida de fe. A su vez, le puso ante un dilema, revelar su secreto preocupante y decepcionar al pueblo o fingir la fe y dejarles vivir una mentira felizmente. Como ya sabemos, San Manuel, eligió la segunda opción, lo que abre otro tema que se desarrolla claramente en esta novela. Se trata del problema pavoroso de la personalidad. Unamuno (p. 56) lo explica de esta manera. Existen tres puntos de vista de la personalidad. El primer punto de vista es cómo vemos a nosotros mismos. El segundo es cómo nos mostramos y el último es cómo nos ven los demás. San Manuel actúa ante el pueblo como creyente y al mismo tiempo, desempeña el oficio de párroco, lo que es una gran paradoja. El pueblo lo ve como un santo vivo de carne y hueso, pero en realidad el cura no tiene fe. A lo largo de toda novela podemos notar su lucha interna, parece que desea creer, pero su razón no se lo permite. A pesar de que no cree, intenta mantener las creencias del pueblo, ya que siente que la verdad es, en este caso, algo insoportable y que simplemente no puede confesarse. Sin embargo, me pregunto: ¿Es justo ocultar la verdad a tanta gente y dejarla vivir en la mentira e ilusión? ¿Es correcto que un no creyente desempeñe el oficio de párroco y guíe ciegamente a otros creyentes en su camino religioso? En este punto me gustaría citar una parte del artículo de Unamuno que se menciona en la introducción de la novela (p. 38): Dime, si un Papa perdiera la fe en su propia infalibilidad pontificia o no la tuviera cuando le preconizaron, ¿le sería lícito declararlo? Sería humano, sería moral, que por un mezquino motivo de amor propio – porque eso de aparecer sincero no es más que una cuestión de amor propio mezquino–⁠ , sería humano, digo, que por tal egoísta motivo dejara a miles, a millones de almas, faltas de apoyo espiritual? Se puede ver que la confesión, sería, desde el punto de vista del autor, un acto egoísta, lo que se refleja otra vez en el personaje principal. San Manuel, prefiere seguir con su misión de mantener la fe del pueblo, haciendo a su gente feliz a dejarla perdido y sin el apoyo espiritual. A pesar de que bajo estas condiciones tendrá que fingir y ocultar la verdad. · Valoración San Manuel Bueno Mártir es una obra reflexiva que permite conocer mejor a su autor y su pensamiento. Se trata de una novela corta que contiene temas bastante profundos. A pesar de que han pasado casi 90 años desde la primera publicación de este libro, su historia sigue siendo atractiva para el lector actual. Se dice que se trata de una de las novelas más favoritas y leídas de este autor. En este libro Unamuno expone abiertamente sus dudas religiosas, que no es tan común y que puede ser hasta chocante, especialmente en la edad de su primera publicación. En cuanto al estilo, en esta novela no aparecen las descripciones detalladas ni los diálogos. Rubio (p. 35) menciona que se trata de uno de los rasgos característicos de la novela unamuniana. El resultado es la lectura fluida sin las desviaciones del argumento principal. Unamuno cuenta la historia de manera breve pero muy clara, interrogando al lector y así provocando su reflexión. A pesar de que no soy creyente y no me muevo por la fe religiosa, esta novela me sorprendió y logró captar mi atención. El libro es corto y fácil de leer, su estilo es sencillo y el lenguaje no es difícil de entender. En la historia no hay mucha acción, no obstante, en este libro no le hace falta. Me resulta curioso como el autor interroga mediante el libro a sus lectores y provoca en ellos muchas cuestiones. Pienso que el tema de la religión y su valor en la sociedad sigue siendo actual y, probablemente, siempre será lo que hace el libro intemporal. Las ideas planteadas por Unamuno dejan una huella en la mente del lector y a pesar de que no estoy de acuerdo con todas, opino que se trata de una obra interesante que vale la pena leer.