Bc. Alice Hříbalová 434377 27. 12. 2020 SJ2B007 El cuento español e hispanoamericano Los inventos destructivos en «La fuerza Omega» de Leopoldo Lugones y «Los afanes» de Adolfo Bioy Casares Leopoldo Lugones y Adolfo Bioy Casares forman una parte importante de la tradición literaria rioplatense. Aunque estos autores pertenecen a diferentes generaciones, pues Lugones pasó su juventud en la época del fin de siècle, mientras que Bioy Casares nació en 1914, los dos se adscriben al género de la literatura fantástica. Si bien Lugones suele ser considerado uno de los precursores de la literatura fantástica moderna tal como la conocemos en el siglo XX, Bioy Casares se ve influenciado por varios autores que pertenecían a esta corriente. En este trabajo, no nos vamos a detener en las posibles definiciones de la literatura fantástica. Para resumir, la literatura fantástica nace por la presencia del efecto fantástico. El efecto fantástico se basa en la ambigüedad como el principio definitorio del género. Por tanto, podemos decir que la literatura fantástica consiste en la desestabilización de la realidad tal como la conocen los personajes de la obra pero también el lector. Hay varias maneras de cómo desestabilizar la realidad e introducir la ambigüedad en la narración. Tal como afirma el mismo Bioy Casares en su introducción a Antología de la literatura fantástica, el efecto fantástico puede consistir en varios «argumentos fantásticos», por ejemplo, el viaje temporal, la metamorfosis o el tema de la inmortalidad (9). No obstante, para que un relato sea considerado fantástico, siempre debe contener un elemento que choque con nuestra percepción de la realidad. Los cuentos «La fuerza omega» y «Los afanes» se parecen no solamente en sus tramas sino también en lo que Bioy Casares llamaría el «argumento fantástico». Los dos cuentos tratan sobre un invento fantástico que se inserta en el mundo «real» y trastorna la percepción de la realidad de los personajes. En «La fuerza omega», un cuento publicado en 1906, el inventor descubre una extraña fuerza sonora a la que llama fuerza Omega. Gracias a este descubrimiento, el inventor crea una máquina que puede desintegrar varios objetos. Lo curioso es que solamente él es capaz de operarla: «Nadie, sino yo, puede usarla. Y yo mismo no sé cómo sucede. Defino, sí, lo que pasa por mí como una facultad análoga a la puntería. Sin verlo, sin percibirlo en ninguna forma material, yo sé dónde está el centro del cuerpo que deseo desintegrar, y en la misma forma proyecto mi éter contra el volante» (185). Al final, la máquina mata a su propio creador, la única persona que podía controlarla. El cuento de Lugones destaca por su estilo. Predomina el tono cuasi-científico en el que abundan referencias al mundo de la ciencia y pseudociencia. Como señala Perea Siller, la fundamentación científica distingue a Lugones de otros autores de su época y crea una base de literatura fantástica «que superará las características del cuento gótico en una vía mucho más moderna que producirá resultados excelentes en la literatura hispanoamericana posterior» (242). La minuciosa y detallada descripción del funcionamiento de la máquina inventada contrasta con el misterio que no se resuelve: ¿por qué solamente su inventor puede operarla? Este misterio resulta aún más chocante cuando nos enteramos de que el aparato termina destruyendo a su creador de una manera bastante mórbida: disolviendo su cerebro. «Los afanes», un cuento publicado en 1962, también relata una historia de un inventor ambicioso que termina destruido por su propio invento. No obstante, introduce otro tema como su eje central: una historia de amor. Eladio Heller, el inventor, se casa con Milena, una femme fatale. Su matrimonio resulta infeliz y Eladio huye al mundo de sus extraños inventos. Un día desaparece y todos sus amigos suponen que ha muerto, aunque no saben cómo murió: Ya había gente en la sala, cuando llegamos. Uno después de otro abrazamos a Milena. La rodeamos. Preguntó Alberdi: – ¿Qué pasó? – No estaba enfermo -contestó Milena. – ¿Entonces? -inquirió el Cabrío. – No imaginen cosas raras. No se suicidó. Dejó de vivir. Se cansó, el pobre, de pelear conmigo y dejó de vivir (225). Todos se conforman con esta respuesta, hasta que llegue el hermano de Eladio, quien afirma que el difunto le habla: «Me habló. Muchas veces me habló. Cada vez que yo iba a la sala. [...] Porque estaba ahí. [...] En un bastidor. Un aparatito con dos columnas de niquel, de unos veinte centímetros de altura» (230). Se nos revela que el bastidor es una máquina capaz de capturar el alma de una persona o un animal. El ser humano capturado por el bastidor pierde su cuerpo pero se mantiene su pensamiento. El propio Eladio transmitió su alma al bastidor después de una de las muchas peleas con su mujer y le pidió a su hermano que lo mantuviera seguro. No obstante, el hermano se enamora de Milena y le revela el secreto del bastidor, lo que enfada mucho a la mujer: Como una fiera hambrienta anduvo buscando, no sé cuánto tiempo, una hora quizá, mientras yo me refugié en el garage, pensando en el modo de salvar a Eladio; hubo un estruendo en la sala y adiviné que el busto de Gall había caído. Acudí, pero ya era tarde. En el suelo, entre los pedazos, estaba el bastidor, roto; Milena acabó de aplastarlo a pisotones (234). Aunque el hermano de Eladio logró salvar el bastidor que contenía el alma del perro de Eladio, no fue capaz de salvar al creador de este gran invento, cuya alma murió una vez roto el bastidor. Si bien en «La fuerza Omega» llaman la atención la base pseudocientífica y el tono cuasi-científico, el cuento «Los afanes» no se centra en el mecanismo del funcionamiento del invento en cuestión. Los dos cuentos tratan el tema de la búsqueda científica y el poder destructivo del avance tecnológico, no obstante, «Los afanes» añade una dimensión personal a través de la historia de un matrimonio infeliz del que el inventor desea escapar. Si bien el personaje del inventor en «La fuerza Omega» termina destruido por su propio invento en lo que parece un incidente accidental, el personaje de Eladio Heller en «Los afanes» toma parte en su propio destino cuando decide abandonar su cuerpo y transmitir su alma al bastidor. En «La fuerza Omega», la máquina captura y disuelve el cerebro de su creador, quién era, a su vez, la única persona que podía operarla. El fruto del desarrollo del conocimiento humano destruye a su inventor. Es más, disuelve su cerebro, el centro de todo conocimiento. Una vez muerto el inventor, la máquina ya no supone ningún peligro (ya que ningún otro puede operarla) y el círculo de destrucción se cierra. Es curioso que el invento de Eladio Heller también afecte la mente de su creador. No obstante, sucede de una manera distinta. El propio Eladio decide encerrar su alma en el bastidor para escapar de su vida infeliz y asegurar la inmortalidad de sus pensamientos. Su cuerpo muere por su propia voluntad pero su alma permanece intacta, hasta que la mate Milena. Si bien «La fuerza Omega» trata sobre el poder destructivo de los inventos humanos, «Los afanes» añade también la fuerza destructiva de una relación amorosa, combinando así la dimensión científica con la emocional y creando una poderosa metáfora sobre amor que mata. A pesar de estas diferencias, el resultado es muy semejante: los inventos sobreviven a sus inventores pero cuando se pierden las mentes creadoras, las máquinas perderán su potencia, hasta que llegue alguien que sepa despertarla… Fuentes primarias Bioy Casares, Adolfo. «Los afanes.» Historias fantásticas. Madrid: Alianza Editorial, 1995, págs. 213-235. Lugones, Leopoldo. «La fuerza Omega.» Cuentos modernistas hispanoamericanos. Ed. Enrique Marini-Palmieri. Madrid: Castalia Ediciones, 1989, págs. 173-187. Fuentes secundarias Bioy Casares, Adolfo. «Prólogo.» Eds. Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2006, págs. 7-14. Perea Siller, Francisco Javier. «Ciencia y ocultismo en el primer Lugones: cuatro cuentos.» Alfinge: Revista de filología, no. 16, 2014, págs. 241-252.