clac CÍRCULOclac de lingüística aplicada a la comunica ción 56/2013 Sven Tarp. 2013. Necesidad de una teoría independiente de la lexicografía: El complejo camino de la lingüística teórica a la lexicografía práctica. Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación 56, 110-154. http://www.ucm.es/info/circulo/no56/tarp.pdf http://revistas.ucm.es/index.php/CLAC DOI: http://dx.doi.org10.5209/rev_CLAC.2013.v56.43869 ©2013 Sven Tarp Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación (clac) Universidad Complutense de Madrid. ISSN 1576-4737. http://www.ucm.es/info/circulo NECESIDAD DE UNA TEORÍA INDEPENDIENTE DE LA LEXICOGRAFÍA: EL COMPLEJO CAMINO DE LA LINGÜÍSTICA TEÓRICA A LA LEXICOGRAFÍA PRÁCTICA Sven Tarp Aarhus University st en asb dk Resumen La lexicografía y la lingüística son dos disciplinas independientes aunque históricamente interrelacionadas a través de un sinfín de diccionarios para cuya producción han sido necesarios conocimientos de la lingüística. A pesar de esta interrelación entre las dos disciplinas es oportuno recordar que también existen decenas de miles de diccionarios cuya producción no han requerido ningún conocimiento especializado de la lingüística sino que conocimientos de otras disciplinas científicas en función del tema concreto de cada diccionario. Sobre esta base defiende la necesidad de una teoría independiente de la lexicografía e introduce el criterio de relevancia, como criterio para evaluar los datos incluidos en los diccionarios y llegar a un conocimiento más profundo de lo que realmente necesitan los usuarios potenciales de los diccionarios. Finalmente discute los desafíos teóricos y prácticos de los diccionarios online y la aplicación de varias técnicas para colocar la lexicografía a la altura de una sociedad que cada vez más demanda acceso fácil y rápido a información adaptada las necesidades de cada usuario. Palabras clave: Lexicografía, teoría funcional, metodología lexicográfica, diccionarios online tarp: lexicografía 111 Abstract The need for an independent theory of lexicography: the complex road from theoretical linguistics to practical lexicography. Lexicography and linguistics are two independent disciplines albeit historically interrelated through infinity of dictionary to the production of which knowledge of linguistics has been necessary. In spite of this interrelation between the two disciplines, it is worth remembering that there are also tens of thousands of dictionaries whose production did not require any specialized knowledge of linguistics, buy knowledge of other scientific disciplines according to the topic of each dictionary. Upon this basis it defends the idea of an independent theory of lexicography and introduces relevance as a criterion to evaluate the data included in the dictionaries and obtain a more profound knowledge of the real needs of the potential needs of the users of dictionaries. Finally, it discusses the theoretical and practical challenges of online dictionaries and the application of various techniques which may place lexicography in a position to serve a society demanding quick and easy access to information adapted to the needs of each user. Key words: Lexicography, function theory, lexicographical methodology, online dictionaries. Índice Resumen 110 Abstract 111 1. Introducción 112 2. ¿Qué podemos aprender de los diccionarios económicos? 116 3. Fundamentos de la teoría lexicográfica 118 4. Un ejemplo: el tratamiento de la homonimia y polisemia 123 5. Treinta años en cámara lenta 125 6. Un enfoque lexicográfico 128 7. Otro ejemplo: el tratamiento de colocaciones 131 8. Desafíos teóricos y prácticos 136 9. Tipología de diccionarios online 139 10. El tipo y lo individual 141 11. Algunos pasos hacia la individualización 143 12. Conclusiones 145 Bibliografía 147 clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 112 1. Introducción “Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza”. Antonio Machado La lexicografía y la lingüística son dos disciplinas independientes, cada una con su objeto de estudio específico, cf. Wiegand (1989) y Tarp (2008a)1 . El objeto de estudio de la lingüística es la lengua, un fenómeno genéticamente determinado y socialmente estimulado que es inherente en los seres humanos modernos (homo sapiens sapiens) y sin el cual dejaríamos de ser humanos en el sentido social y cultural. A su vez, el objeto de la lexicografía es el estudio y diseño de los diccionarios y otras obras lexicográficas como glosarios, tesauros, enciclopedias etc., es decir, artefactos culturales y de uso concebidos y producidos con el fin de satisfacer ciertas necesidades humanas detectadas entre las personas que componen una sociedad. Todavía queda mucho por saber sobre el origen exacto de las dos disciplinas pero la investigación más reciente parece indicar que las primeras descripciones protolingüísticas –las 3,959 reglas de Pāṇini– vieron la luz en la India hace unos 2.500 años, en tanto que las primeras obras lexicográficas –tabletas cuneiformes de arcilla con listas bilingües sumerio-acadio– nacieron hace más de 4.000 años en Mesopotamia, o sea, por lo menos unos 1.500 años antes de la lingüística, aunque ambas disciplinas solo se convierten en disciplinas académicas en el sentido actual del término a lo largo de los últimos dos siglos. Como bien se sabe, este origen distinto en términos temporal, geográfico y epistemológico no excluye que la lexicografía y la lingüística se hayan interrelacionado históricamente a través de un sinfín de diccionarios para cuya producción han sido necesarios, entre otras muchas cosas, conocimientos lingüísticos especializados, es decir, conocimientos de la lingüística como teoría además de sus resultados prácticos. 1 N. del E. Texto de la conferencia plenaria del V Congreso Internacional de Lexicografía Hispánica, publicado con la autorización de María Pilar Garcés Gómez, directora del comité organizador. clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 113 Sin embargo, a pesar de esta interrelación bien conocida y establecida entre ambas disciplinas siempre es oportuno recordar que también existen, como mínimo, decenas de miles de diccionarios y demás obras lexicográficas cuya producción no ha requerido ningún conocimiento especializado de la lingüística, sino que, eso sí, conocimientos especializados de otras disciplinas científicas en función del tema y contenido concretos de cada diccionario específico, o sea, la economía, historia, medicina, biología, navegación y un largo etcétera. De forma similar conviene recordar que el diseño de cualquier diccionario u otra obra lexicográfica, para que sea de calidad, requiere también conocimientos lexicográficos especializados, es decir, iniciación en la teoría y práctica lexicográficas. A menudo se olvida, se ignora, y hasta se niega, la independencia epistemológica y académica de cada una de las dos disciplinas que no pocas veces se confunden con graves consecuencias teóricas y prácticas, por lo menos para la lexicografía. Cuando uno asiste a las conferencias generales de lexicografía y estudia las contribuciones publicadas en las revistas más destacadas de la disciplina hay dos cosas que resaltan y no dejan de sorprender, a saber: 1. hay muchas contribuciones que casi únicamente tratan de temas lingüísticos sin apenas tocar la lexicografía; 2. hay toda una serie de diccionarios y demás obras lexicográficas que rara vez se mencionan y analizan. En este último caso se trata nada más de las obras ya mencionadas para la producción de las cuales no ha sido necesario ningún conocimiento especial de la teoría lingüística. De esta forma viene creándose un círculo cerrado y autoalimentado que sutilmente puede provocar cierta pérdida de perspectivas y la creación de una visión estrecha de la lexicografía como “lingüística aplicada” (Meyer 2003) o “arte y artesanía” (Landau 2001). Incluso hay estudiosos, especialmente dentro de la tradición anglo-sajona, que niegan la misma existencia y posibilidad de una teoría lexicográfica: “Sencillamente no creo que exista una teoría de la lexicografía y dudo mucho que pueda haber una… Una teoría es un sistema de ideas formulado para explicar fenómenos no explicables de otra forma. Una ciencia tiene una teoría, una artesanía no la tiene. Todo fenómeno natural requiere una teoría pero ¿cómo clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 114 puede haber una teoría de la lexicografía? Hay teorías de la lengua, puede haber teorías de la lexicología pero no puede haber una teoría de la lexicografía. La lexicografía es ante de todo una artesanía, la artesanía de preparar diccionarios, además de un arte como dice Landau (2001).” [“I simply do not believe that there exists a theory of lexicography, and I very much doubt that there can be one... A theory is a system of ideas put forward to explain phenomena that are not otherwise explainable. A science has a theory, a craft does not. All natural phenomena need a theory, but how can there be a theory of the production of artefacts? There are theories of language, there may be theories of lexicology, but there is no theory of lexicography. Lexicography is about all a craft, the craft of preparing dictionaries, as well as an art, as Landau (2001) says.”] (Bejoint 2010: 381) Ahora bien, para evitar innecesarios malentendimientos es preciso definir lo que cada cual entiende por teoría pues dentro de la filosofía de las ciencias existen varios conceptos de teoría. Uno de estos conceptos es el que formularon Buhr & Klaus (1971) en su Diccionario de Filosofía y que puede resumirse como sigue: Una teoría es un conjunto sistemáticamente organizado de enunciados sobre un área de la realidad objetiva o la conciencia, es decir, estructuras lógicas que reflejan el hecho de que ciertas cosas tienen ciertas propiedades, o que ciertas relaciones existen entre estas cosas, cf. Buhr & Klaus (1971: 155, 1083). No cabe duda de que la producción de diccionarios no es ni ciencia ni teoría, sino una práctica cultural milenaria que con toda razón puede considerarse una artesanía que históricamente, como cualquier otra artesanía, se ha desarrollado para satisfacer ciertas necesidades detectadas en la sociedad. Sin embargo, esto no excluye que la artesanía lexicográfica –tanto como las necesidades que la motivan, sus productos prácticos (diccionarios y demás obras) y el uso que se hace de ellos– pueda someterse a observaciones, estudios empíricos y generalizaciones teóricas. Basado en la mencionada definición del concepto de teoría es perfectamente posible: 1. observar y estudiar esta artesanía en todas sus dimensiones, 2. aislar fenómenos relevantes con ciertas propiedades, clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 115 3. establecer las relaciones entre ellos, 4. formular enunciados sobre los fenómenos y relaciones observados, y 5. sistematizar estos enunciados. Estos pasos constituyen todo lo que es preciso para formular una teoría coherente de la lexicografía si el concepto subyacente de teoría es el arriba mencionado. Cabe notar que esto es lo que efectivamente se hace en gran parte de la literatura académica que se produce sobre la lexicografía, por lo menos en lo que se refiere a los cuatro primeros pasos indicados, puesto que son todavía relativamente escasas las necesarias generalizaciones teóricas y la sistematización de los enunciados en forma de estructuras lógicas, cf. Yong & Peng (2008: 5) y Tarp (2012a). La lógica e inevitable conclusión que se puede sacar es que una teoría de lexicografía es posible y que ya existen varias teorías más o menos elaboradas, tanto generales como específicas, que hasta cierto punto compiten entre sí. Entre las teorías generales se destacan: • el esbozo teoría general de lexicografía de Scerba (1940); • la teoría general de lexicografía de Wiegand (1998); y • la teoría funcional de la lexicografía, cf. Bergenholtz & Tarp (2002, 2003). Y entre las muchas teorías específicas formuladas a lo largo de los años pueden mencionarse: • la teoría de la lexicografía bilingüe de Duda et al. (1986); • la teoría del ejemplo lexicográfico de Hausmann (1985) y Zöfgen (1987); • la teoría de la descripción lexicográfica de la lengua de Wiegand (1983); y • la teoría de la forma del diccionario de Wiegand & Morán (2009). Mientras estas últimas pueden cubrir cualquier subárea de la disciplina, una teoría general debe necesariamente incluir todos los aspectos de la lexicografía, incluso todos los tipos de diccionarios y demás obras lexicográficas, y no puede restringirse a un solo subconjunto de diccionarios, p.ej. los diccionarios para cuya producción han sido necesarios conocimientos de la teoría y práctica lingüísticas. clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 116 2. ¿Qué podemos aprender de los diccionarios económicos? A veces se afirma que el objetivo genuino de los diccionarios es la descripción de las palabras lo que evidentemente requiere conocimientos lingüísticos. Por ejemplo, Battaner (2008: 7) considera que “los diccionarios [son] obras descriptivas del léxico de las lenguas por antonomasia”. Ahora bien, este postulado puede que tenga validez para algunos tipos de diccionarios pero como regla general contradice gran parte de la práctica lexicográfica, especialmente si se incluyen en el análisis también los diccionarios especializados, p.ej. los de economía. Hace más de 250 años, entre 1751 y 1755, un economista inglés de cierto renombre en su época, Malachy Postlethwayt, publicó la primera edición de su Diccionario Universal de Comercio (The Universal Dictionary of Trade and Commerce) que luego apareció publicado en un total de cuatro ediciones. Este diccionario –parcialmente escrito por el mismo compilador y parcialmente traducido del francés de un diccionario similar (Dictionnaire universel de commerce) publicado por Savary des Bruslons en 1723– es interesante por varias razones, entre ellas por el hecho poco común que el mismo autor, dos años antes de su aparición, publicó un folleto en el que, entre otras cosas, explicó los motivos del gigantesco trabajo que había emprendido con tanta dedicación, cf. Postlethwayt (1749). Desde el principio, Postlethwayt deja claro que “la principal intención” de su diccionario es levantar el imperio inglés cuya riqueza, según él, se basa en la agricultura y el comercio. Sin embargo, el problema en lo que se refiere al comercio es que “el estatista, el senador, el caballero privado, el comerciante o el fabricante” no tienen suficiente “conocimiento de los hechos” y que: “El comercio exterior y doméstico comprende una variedad infinita de temas, y el conocimiento comunicado al mundo por las personas hábiles y experimentadas está dispersado en una infinidad de volúmenes, de modo que no es fácil recurrir inmediatamente a lo que ocasionalmente se necesita…” [“Foreign and domestic trade admitting of so infinite variety of matter, and the knowledge communicated to the world, by those skilled and experienced therein, being scattered in an infinity of volumes, it is no easy matter to have immediate recourse to what may be occasionally requisite…”] (Postlethwayt 1749: 2) clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 117 Para el economista inglés, la solución a este grave problema para el desarrollo del comercio, y por lo tanto, del imperio británico –es decir, la falta de conocimientos– se encuentra en la lexicografía: “Por lo tanto, una materia de esta extensa naturaleza reducida a la forma de un diccionario, para su consulta alfabética, parece ser la respuesta más naturalmente adaptada a estos propósitos deseables, especialmente porque los compiladores no tienen ningún motivo para engañar.” [“A subject of this extensive nature therefore being reduced to the form of a Dictionary, for alphabetical reference, seems the most naturally adapted to answer these desirable purposes, and especially so, as the compilers can have no motive to deceive.”] (Postlethwayt 1749: 2) Basado en esta idea, el Diccionario Universal de Postlethwayt procura no solamente informar a sus usuarios sobre el comercio en todas sus dimensiones, sino que también les ofrece recomendaciones y hasta instrucciones de cómo proceder y actuar en diversas situaciones, p.ej. en varias áreas de producción y gestión del comercio. De esta manera, Postlethwayt se destaca entre los pioneros de la lexicografía económica que más adelante se desarrollaría convirtiéndose en una prestigiosa tarea practicada por hasta los más distinguidos economistas de cada época, cf. Besomi (2011). La intención de todo un conjunto de diccionarios sería la difusión del pensamiento económico y de las teorías más avanzadas de cada escuela, o cada autor por separado, como bien lo explica Ganilh (1826) en el prefacio de su Diccionario Analítico de Economía Política (Dictionnaire analytique d’économie politique), traducido y publicado en español en 1827: “Los diccionarios son los mejores medios para propagar las ciencias, acelerar su progreso y hacer que lleguen rápidamente al estado más alto que pueden alcanzar. El perfeccionamiento más grande del pensamiento humano está en su difusión.” [“Les dictionnaires sont les meilleurs moyens de propager les sciences, d’accélérer leurs progrès, et de les faire arrive rapidement au plus haut degré qu’elles puissent atteindre. Le plus grand perfectionnement de la pensée humaine est dans sa diffusion.”] (Ganilh 1826: xxvii) clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 118 Con esta visión y a lo largo de los últimos tres siglos, se han producido centenares de diccionarios económicos en las principales lenguas europeas, todos ellos destinados, no a describir las palabras, sino a propagar la ciencia y ofrecer fácil acceso a los conocimientos económicos para todos aquellos que no tienen tiempo o posibilidad de buscarlos en monografías, disertaciones, libros de texto etc. El resultado de este noble esfuerzo es que los mencionados diccionarios hoy en día constituyen una fuente irreemplazable para los investigadores y estudiosos interesados en la historia y desarrollo del pensamiento económico, p.ej. el pensamiento sobre las crisis y ciclos económicos, como queda plasmado en un impresionante libro sobre el tema publicado en 2011 y con contribuciones de un gran número de autores, cf. Besomi (2011). Estos autores estudian los diccionarios desde el punto de vista de su propia disciplina, o sea, no como lexicógrafos y mucho menos como lingüistas, sino que como investigadores y especialistas en la historia económica pero aun así, hasta ahora a ninguno de ellos se le ha ocurrido definir la lexicografía como “economía aplicada”, o algo similar, aunque con toda razón pueden sustentar que los diccionarios estudiados solo pudieron ser producidos por personas con profundos conocimientos de la teoría económica de cada época. No es difícil adivinar lo que dirían estos economistas si alguien tratara de convencerles de que tanto su objeto de estudio como su propio trabajo son resultados de la lingüística aplicada. 3. Fundamentos de la teoría lexicográfica En los párrafos anteriores, hemos visto que la lexicografía crea obras actualizadas y de calidad amparándose en los conocimientos de disciplinas como la economía y la lingüística. De hecho, a lo largo de los milenios los diccionarios y demás obras lexicográficas han sido publicados en barro, papiros, papel y diversas plataformas electrónicas cubriendo casi todas las áreas y esferas de pensamiento y actividad cultural del ser humano. En medio de esta preciosa diversificación y vocación interdisciplinaria debe haber algo que unifique a todas las obras mencionadas, porque si no fuera así, nada justificaría que las clasificáramos en diccionarios y otros tipos de obras lexicográficas. Este “algo” –es decir, los aspectos y elementos comunes en todas estas obras clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 119 multifacéticas– constituye la misma esencia de la lexicografía, lo que le hace diferente a cualquier otra disciplina, y está constituido por lo que queda si se hace una abstracción de todos contenidos y conocimientos específicos incorporados de diversas disciplinas según el tema de las respectivas obras. En resumidas cuentas, estos aspectos y elementos comunes que caracterizan a todas las obras lexicográficas y permiten su clasificación como tales son: • el diseño y producción de herramientas de uso • que pueden ser consultadas de forma rápida y fácil • para satisfacer necesidades puntuales de información • que tienen tipos específicos de usuarios • que se encuentran en tipos específicos de situaciones extra-lexicográficas. Estos cinco puntos merecen unos comentarios que se basan tanto en la teoría funcional de la lexicografía, cf. Bergenholtz & Tarp (2002, 2003), como el criterio de relevancia desarrollado dentro de la ciencia de la información y aplicado a la lexicografía, cf. Cosijn & Bothma (2005) y Bothma & Tarp (2012). En primer lugar es importante subrayar que los diccionarios y demás obras lexicográficas no son obras abstractas, sino artefactos o herramientas de uso, diseñadas, como cualquier otra herramienta, para satisfacer ciertas necesidades humanas detectadas en la sociedad. En segundo lugar cabe notar que las necesidades, aunque muy variadas, siempre son necesidades de información que luego puede emplearse para múltiples fines. En este sentido, la lexicografía comparte un objeto de estudio común con la ciencia de la información. Sin embargo, las necesidades lexicográficamente relevantes no son de información global, la que normalmente se obtiene de otras fuentes como libros de texto, monografías, disertaciones, artículos científicos etc., sino de información puntual –o sea, información sobre una parte de un todo donde parte y todo deben entenderse en una perspectiva linear y no como una oposición absoluta– por lo que los artefactos lexicográficos están, o deben estar, diseñados como herramientas de consulta rápida y fácil. En este respecto, también debe aclararse que los diccionarios y demás obras lexicográficas no contienen información, sino datos seleccionados y preparados por los clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 120 lexicógrafos y demás expertos que intervienen en su producción, y de los cuales el usuario puede extraer la información deseada mediante un complejo proceso mental que la lexicografía no estudia, cf. Wiegand (2000, 2002) y Tarp (2008a, 2009). En tercer lugar cabe destacar que las necesidades de información lexicográficamente relevantes están determinadas tanto por el tipo de usuario, es decir, sus características relevantes, como por el tipo de situación pre-lexicográfica en que se producen. Esta observación se debe al hecho de que dos personas con características diferentes no tienen las mismas necesidades en el mismo tipo de situación, y que una misma persona tampoco tiene las mismas necesidades en dos tipos distintos de situaciones. Un hispanohablante nativo y un aprendiz del español, por ejemplo, no tienen las mismas necesidades en relación con la producción de textos en español donde el último, por lo menos parcialmente, necesitaría acceso bilingüe de su propia lengua a los datos españoles. Por otro lado, un semi-experto en teoría económica tampoco tiene las mismas necesidades cuando quiere saber algo específico sobre la economía, escribir un texto en una lengua extranjera o traducirlo en su lengua materna. En la literatura lexicográfica a menudo se hace referencia a las necesidades del usuario cuando se habla de un diccionario específico; sin embargo, la mayoría de las veces la referencia se mantiene en un nivel general y solo unas (pocas) veces también se procede a definir o caracterizar ese usuario. Según la teoría funcional de la lexicografía que se está trazando aquí, esta caracterización del usuario constituye un primer y necesario paso para poder determinar las necesidades que pretende cubrir un diccionario específico. Sin embargo, este paso no es suficiente porque una persona –o tipo de persona– puede tener un sinfín de características de las cuales solo unas cuantas son lexicográficamente relevantes y aún menos de ellas relevantes en conexión con una situación específica. Por ejemplo, por un lado es lexicográficamente irrelevante que una persona escriba con la mano izquierda, y por otro lado pueden ser relevantes las destrezas en español de un usuario danés cuando tiene problemas relacionados con la producción de textos escritos en español, mientras que no lo son cuando esta misma persona no comprende algunas palabras anticuadas que aparecen en los cuentos de Hans Christian Andersen. clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 121 La conclusión que saca la teoría funcional de la discusión anterior es que el factor determinante para la caracterización de las necesidades lexicográficamente relevantes – tanto como las características relevantes del usuario en cada caso– es la situación extralexicográfica en que se producen estas necesidades, cf. Tarp (2008a). Hasta el momento se han detectado cuatro categorías fundamentales de situaciones lexicográficamente relevantes, cf. Fuertes-Olivera & Tarp (2008) y Tarp (1995, 2005, 2007, 2008b, 2008c): 1. Situaciones comunicativas donde puede presentarse la necesidad de resolver un problema de comunicación. Estas situaciones son las más estudiadas por la lexicografía y pueden subdividirse en producción y recepción de textos en la lengua materna, producción y recepción de textos en una lengua extranjera, traducción de la lengua materna a una lengua extranjera y viceversa, revisión de textos etc. 2. Situaciones cognitivas donde puede presentarse la necesidad de obtener conocimientos sobre algún tema o disciplina, p.ej. la economía, el comercio o la teoría lingüística. También pueden subdividirse en varias situaciones. 3. Situaciones operativas donde puede presentarse la necesidad de tener instrucciones para realizar una acción física, cultural o mental. 4. Situaciones interpretativas donde puede presentarse la necesidad de interpretar y comprender un signo, señal, símbolo, sonido etc. para determinar si algo es importante y si se debe actuar sobre esta base. En esta perspectiva, un proceso lexicográfico “normal” y exitoso desde el punto de vista del usuario se compone de las siguientes fases y subfases, cf. Bothma & Tarp (2012): 1. una fase extra-lexicográfica de pre-consulta donde un usuario con características específicas que se encuentra en una situación o contexto específico: a. se enfrenta a una necesidad de información, b. toma conciencia de la necesidad, c. y decide iniciar una consulta lexicográfica; 2. una fase intra-lexicográfica de consulta donde el usuario: a. selecciona el diccionario relevante, clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 122 b. accede los datos relevantes, c. comprueba que efectivamente ha encontrado los datos correctos, es decir, relevantes para la necesidad de información en cuestión, d. y extrae la información requerida de estos datos; 3. una fase extra-lexicográfica de post-consulta donde el usuario: a. utiliza la información extraída para resolver un problema comunicativo o cognitivo, almacenarla como conocimiento, realizar una acción física, cultural o mental, o interpretar un signo, señal, símbolo, sonido etc. Este enfoque de la teoría funcional indica que el punto de partido para determinar las necesidades del usuario y, por ende, los tipos de datos a incluir en un diccionario, y cómo presentarlos, debe ser la situación extra-lexicográfica en que ocurren estas necesidades combinada con las características relevantes del grupo usuario, y no los conocimientos, por brillantes que sean, de los autores del diccionario, sean ellos lexicógrafos, lingüistas, economistas o expertos procedentes de otras disciplinas. Los conocimientos de todos estos expertos, absolutamente necesarios para la compilación de diversos tipos de diccionarios de calidad, deben adaptarse a los requerimientos lexicográficos. Los compiladores, por lo tanto, deben únicamente incluir los datos o tipos de datos que sean relevantes para los usuarios en cada situación, o incluso en cada consulta, y presentarlos de forma tal que sea fácil y rápido para el usuario acceder a los mismos, identificarlos y sacar la información deseada. De esta manera se confirma un importante principio de metodología según el cual los problemas que se producen dentro de una disciplina –en este caso la lexicografía– no pueden resolverse dentro de otra disciplina, p.ej. la economía o la lingüística. Sin duda ninguna, estas disciplinas ajenas pueden aportar importantes elementos que ayuden a resolver los problemas de la lexicografía –un hecho acentuado por su gran vocación interdisciplinaria– pero estos elementos deben, antes de aplicarse, pasar por un filtro lexicográfico para evaluar cuáles de ellos pueden ser incorporados como tales, cuáles deben ser modificados y adaptados a los requerimientos de la lexicografía, y cuáles deben ser rechazados. clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 123 4. Un ejemplo: el tratamiento de la homonimia y polisemia Hace 30 años se publicó en español un conocido libro sobre la lexicografía con el desafiante subtítulo: De la lingüística teórica a la lexicografía práctica, cf. Haensch et al. (1982). Se trata nada más de una obra obligatoria para toda una generación de estudiosos interesados en la lexicografía española. La idea subyacente de aquella importante obra era que la lexicografía debía considerarse como un tipo de lingüística aplicada, es decir, una práctica cuyos problemas teóricos debían encontrar su solución dentro de la lingüística. Como se desprende de su título, el presente artículo retoma el camino de la lingüística a la lexicografía pero lo interpreta de forma bien diferente a la de los cuatro autores del citado libro, ya que se fundamenta en las reflexiones anteriores sobre el carácter independiente de la lexicografía con todo lo que conlleva para el filtraje de los resultados prácticos (e innovadores) de la lingüística y su posterior incorporación y presentación en los diccionarios y demás obras lexicográficas. A continuación, se discutirán, con citas y ejemplos extraídos de varios diccionarios, las trabas que pueden aparecer en este complejo camino, además de los necesarios “filtros” (transformaciones) que deben conocer y saber manejar los diseñadores de diccionarios de calidad, especialmente los de acceso por vía electrónica. Uno de los muchos temas tratados en el libro es el tratamiento de la homonimia y polisemia en los diccionarios. En el correspondiente capítulo, a cargo de Werner (1982), se hace una extensa y equilibrada exposición tanto de la teoría lingüística relativa a esos dos fenómenos como de los problemas prácticos relacionados con el “manejo de diccionarios semasiológicos monolingües y de diccionarios bilingües”, o sea, no de todo tipo de diccionario: “Las ideas del autor sobre homonimia y polisemia no sólo influyen en la estructura de la parte definitoria de los artículos del diccionario, sino también en la decisión de si las indicaciones sobre contenidos o equivalentes de traducción que pueden corresponder a un significante léxico se pueden dar en un solo artículo (con un solo lema) o si se han de repartir en varios artículos (con un lema propio, pero idéntico).” (Werner 1982: 297-298) En estas líneas Werner dice varias cosas interesantes: primero, que los problemas, o clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 124 posibles problemas, radican en “las ideas del autor”; y segundo, que estas ideas no sólo influyen en las definiciones, sino que también en la macroestructura (en diccionarios impresos). Con ello abre el camino para entender los problemas que pueden experimentar los usuarios al intentar acceder los artículos deseados: “Aun cuando el autor de un diccionario conozca bien la etimología de las unidades léxicas, ésta no tiene forzosamente importancia para el usuario del diccionario semasiológico o bilingüe. El tratamiento diferente de unidades léxicas, según el criterio etimológico, puede incluso estorbar y desconcertar al usuario…” (Werner 1992: 301-302) Werner, sin embargo, no está en ninguna misión fanática y admite que puede haber cabida para varios tipos de soluciones según el tipo de diccionario: “El que rechacemos aquí el criterio etimológico para la distinción de polisemia y homonimia […] no significa que este criterio sea totalmente inadecuado para la lematización en determinados diccionarios. Este criterio es perfectamente adecuado para diccionarios de orientación exclusiva o predominantemente diacrónica (especialmente el diccionario etimológico)…” (Werner 1992: 302) A pesar de esta necesaria flexibilidad, Werner expresa serias dudas de que tenga sentido mantener la distinción entre homonimia y polisemia en los diccionarios que él llama semasiológicos y bilingües: “Tanto desde el punto de vista teórico como desde el práctico cabe preguntarse si una distinción de polisemia y homonimia es verdaderamente necesaria. (…) Las ventajas que lleva consigo la renuncia a la distinción entre polisemia y homonimia son enormes para el diccionario semasiológico.” (Werner 1992: 309, 313) De esta manera, Werner llega a rechazar la relevancia de distinguir entre polisemia y homonimia en gran parte de los diccionarios proponiendo soluciones pragmáticas similares a las de varios otros lexicógrafos teóricos y prácticos. Establece un vínculo entre estas soluciones, por un lado, y los diferentes tipos de diccionarios y problemas de los usuarios, por otro lado, aunque no profundiza en las características de estos últimos. Al contrario, en vez de seguir explorando las verdaderas raíces de sus propias propuestas vuelve a colocar el problema dentro de la lingüística, en un supuesto abismo clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 125 entre su teoría y práctica: “Actualmente existe un abismo deplorable entre la teoría lingüística general, la filosofía del lenguaje y le semántica, por un lado, y el empirismo lingüístico y la metodología de la lingüística aplicada, por otro.” (Werner 1992: 328) 5. Treinta años en cámara lenta Desde entonces, a lo largo de las últimas tres décadas, la discusión se ha mantenido más o menos dentro de los marcos trazados por Werner. Aunque con varios matices, todavía hay muchos autores que buscan la solución a este problema lexicográfico en el marco de la teoría lingüística. Cifuentes Honrubia (1992: 265), por ejemplo, insiste en que “todo diccionario supone una teoría de la significación, y solamente solventado el problema teórico la práctica lexicográfica podrá ir avanzando en sus objetivos”. Clavería & Planas (2001: 281-306) creen que “todos diccionarios, tanto los que incluyen etimología como los que no, deberían tratar como homógrafos los casos que se remontan a primitivos distintos…” Perdiguero Villarreal (2001: 118) considera que “el lexicógrafo se mueve en un terreno inseguro que es necesario perfilar apoyándose en la semántica”. Rojas Gallardo va por el mismo camino pero añade que: “… no es posible dar "recetas" que sirvan de forma igualmente adecuada para todos los diccionarios. Las soluciones específicas adoptadas en cada repertorio dependen, entre otros factores, de su destinatario, su finalidad y el espacio disponible.” (Rojas Gallardo 2011: 198) Una vez más se toca a la puerta de una posible solución; y una vez más se retrocede ante lo desconocido y, sin explorar los “otros factores” que pudieran ser la clave, se busca la tranquilidad teórica en el ámbito más conocido y seguro de la lingüística. Aquí cabe recordar que en último lugar todo depende de la visión que cada uno tiene de los diccionarios y demás obras lexicográficas. Si estos se consideran herramientas de uso – como lo hace la teoría funcional– la solución debe encontrarse en la dialéctica entre las necesidades reales del potencial usuario y los datos lexicográficos suministrados por el clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 126 diccionario. Y aquellas no deben concebirse como necesidades abstractas, sino que en función de tanto la situación extra-lexicográfica en que se producen (factor determinante) como las características relevantes del usuario en cuestión. Una vez establecidas estas necesidades se puede proceder a determinar tanto los datos correspondientes como su accesibilidad. Veremos un ejemplo con el tratamiento del grafema llama, también discutido por Werner (1992) y extraído del Diccionario Estudio Salamanca Mayor: llama1 1 s.f. Masa gaseosa con forma de lengua que se eleva desde un cuerpo que arde y que desprende luz y calor: El hidrógeno arde con una llama azul (3:42). 2 s.f. Fuerza intensa de una pasión o de un sentimiento: La llama de la pasión la devoraba, no podía dormir. llama2 s.f. |Zoología| Mamífero rumiante de hasta un metro de altura, con pelo marrón claro y orejas largas y erguidas. Suele estar domesticado y muchos de sus productos se aprovechan. Se usa también como animal de carga: La llama habita en los Andes y produce una lana de gran calidad. ► La diferencia de género se expresa añadiendo macho o hembra: la llama macho / la llama hembra. Ejemplo 1: Dos artículos del Diccionario Estudio Salamanca Mayor El Diccionario Estudio Salamanca Mayor, como muchos otros diccionarios españoles, no es muy informativo en lo tocante a las necesidades lexicográficas del grupo usuario previsto. En el prefacio, con el título ¿Por qué se publica este diccionario?, se explica detalladamente su contenido en términos lingüísticos y también se define a sus usuarios, clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 127 o sean, alumnos de secundaria y bachillerato. Se habla en general del “desarrollo lingüístico de esa edad, en la que se debe afianzar el léxico básico y ampliar los registros de la lengua, en especial, el culto” y se manifiesta el deseo de mejorar “ese nivel de competencia con un vocabulario amplio y bien explicado” (pág. xix-xx). Todas estas son intenciones nobles pero el problema reside en que no define muy claro en qué situaciones los alumnos pueden experimentar necesidades y de qué tipo exacto son estas últimas. Si se hace una necesaria distinción entre destrezas lingüísticas y conocimientos lingüísticos, quedará claro que lo que se busca en primer lugar es desarrollar las destrezas lingüísticas de los alumnos, es decir, su competencia comunicativa, y no tanto sus conocimientos cultos que les permiten pronunciarse sabiamente sobre gramática, etimología y otras categorías lingüísticas aunque lo último también forma parte de su currículo. En tanto que los conocimientos lingüísticos –como cualquier otro tipo de conocimiento– pueden obtenerse directamente consultando y leyendo un artículo en un diccionario u otra fuente de información, las destrezas lingüísticas solo pueden desarrollarse mediadas por la comunicación, en cuyo caso el diccionario solo puede jugar un papel indirecto como agente de asistencia cuando se producen problemas en algún punto del proceso de comunicación. Entre las destrezas y los conocimientos, tanto dentro de la lingüística como dentro de otros ámbitos, existen una relación dialéctica de gran interés para la lexicografía. Las destrezas lingüísticas afianzan los conocimientos lingüísticos, si los hay, y pueden convertir estos en conocimientos sobre destrezas propias, en tanto que los conocimientos –si existen sin apoyarse en destrezas propias– pueden interiorizarse y convertirse en destrezas, pero solo mediados por la práctica que en este caso se traduce en comunicación. Como consecuencia, si se trata de desarrollar las destrezas lingüísticas, es decir, la competencia comunicativa de los usuarios, los diccionarios pueden prestar servicio en dos dimensiones durante el proceso de aprendizaje de una lengua: “indirectamente al facilitar conocimientos sobre su vocabulario y gramática en relación con un estudio intencional de la lengua en cuestión, y directamente al facilitar informaciones que pueden aprovecharse para resolver problemas específicos durante el mismo proceso de comunicación, es decir en relación con la recepción y producción de textos…” (Tarp 2006: 309) clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 128 Las necesidades que tienen los usuarios (alumnos) en las diferentes situaciones relacionadas con el aprendizaje de una lengua no son idénticas y tampoco lo son sus respectivos procesos de consulta. Cuando se trata de una situación comunicativa, donde pueden ocurrir problemas de recepción o producción de textos, se supone que los alumnos ya están metidos en una tarea (lectura o escritura), y como regla general, prefieren gastar el menos tiempo posible en la solución de sus problemas para poder continuar y terminar la tarea en cuestión. Si se trata de problemas relativos a la compresión de una palabra, p.ej. llama, lo que les interesa es la definición correspondiente, no las otras definiciones y muchos menos las demás informaciones que se pueden extraer de los artículos en ejemplo 1. Y lo mismo vale para la producción de textos donde pueden tener problemas relacionados con ortografía, género, morfología, colocaciones, propiedades sintácticas etc. En cambio, si se trata de una situación cognitiva donde buscan una información más amplia sobre el campo semántico de llama, su etimología etc., debe suponerse que dedicarán más tiempo a estudiar el diccionario en cada consulta. 6. Un enfoque lexicográfico Si volvemos al tema de la homonimia y la polisemia, podemos constatar que en la lingüística existen tres tipos de homonimia, cf. Tarp (2009b: 293): 1) homonimia etimológica basada en un análisis diacrónico de las palabras; 2) homonimia semántica basada en un análisis sincrónico de las palabras, y 3) homonimia gramatical basada en un análisis sintáctico de las palabras. Ahora bien, un usuario que tiene problemas de tipo comunicativo no necesita saber nada sobre homonimia para resolver su problema inmediato, y mucho menos necesita que su ruta de acceso a los datos requeridos se complique debido a un afán lingüístico de dividir el artículo en dos sobre la base de un criterio irrelevante de homonimia etimológica o semántica. En cambio, un usuario con necesidades cognitivas, es decir, uno que quiere saber algo específico sobre una palabra para enriquecer sus clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 129 conocimientos al respecto, sí que puede necesitar información sobre homonimia en algunos casos, pero tampoco precisa que el artículo se haya divido en dos, ya que perfectamente podría obtener la información requerida leyendo las definiciones en un artículo estructurado como sigue: llama s.f. 1. Masa gaseosa con forma de lengua que se eleva desde un cuerpo que arde y que desprende luz y calor: El hidrógeno arde con una llama azul (3:42). 2. Fuerza intensa de una pasión o de un sentimiento: La llama de la pasión la devoraba, no podía dormir. 3. |Zoología| Mamífero rumiante de hasta un metro de altura, con pelo marrón claro y orejas largas y erguidas. Suele estar domesticado y muchos de sus productos se aprovechan. Se usa también como animal de carga: La llama habita en los Andes y produce una lana de gran calidad. ► La diferencia de género se expresa añadiendo macho o hembra: la llama macho / la llama hembra. Ejemplo 2: Artículo hipotético basado en el Diccionario Estudio Salamanca Mayor En el prefacio del Diccionario Estudio Salamanca Mayor se toca brevemente el tema de la homonimia con el comentario de que “no hay correspondencia exacta entre la separación de artículos y el concepto tradicional de homonimia” (pág. xxi). Luego, y sin definir este “concepto tradicional”, explica que todas las palabras con la misma forma canónica (grafema) se han “lematizado en artículos diferentes” si pertenecen a distintas clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 130 categorías gramaticales, criterio que de hecho corresponde a la homonimia gramatical. La ventaja de tal estructura es: 1) que es fácil aplicarla para el lexicógrafo; 2) que los usuarios, una vez que conozcan el concepto de clase de palabra, sabrán que todos los datos relativos a una palabra específica perteneciente a una sola categoría gramatical pueden encontrarse en el mismo artículo; 3) que puede evitarse la mezcla desconcertante de paradigmas morfológicos que a veces se dan en el mismo artículo. Para resumir, si son las necesidades del usuario previsto las que determinan –o deben determinar– tanto los datos a incluir en diccionario como la forma de estructurarlos (como vía de acceso), también deben ser ellas las que determinan en qué grado las varias categorías lingüísticas, en este caso los tres tipos de homonimia, son relevantes para un diccionario específico. • Si se trata de un diccionario que pretende resolver problemas comunicativos, debe concluirse que tanto la homonimia etimológica como la semántica son irrelevantes para los datos (definiciones) y la forma en que se estructuran, en tanto que la homonimia gramatical es relevante como criterio de estructuración. • En cambio, cuando un diccionario se concibe para satisfacer necesidades cognitivas, los dos primeros tipos de homonimia pueden ser relevantes para las definiciones, y en menor grado, para la estructura, pero solo en caso de que se trate de ofrecer información sobre el origen o campo semántico de las palabras. Problemas prácticos como los mencionados no pueden resolverse dentro de la teoría lingüística, sino únicamente orientado por una teoría lexicográfica capaz de concebir un filtro que, basado en las necesidades reales del usuario, pueda determinar lo que puede ser incorporado de la lingüística como relevante, lo que debe ser modificado para llegar a ser relevante, y lo que debe ser rechazado como irrelevante. clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 131 7. Otro ejemplo: el tratamiento de colocaciones Otra discusión que embarca tanto la lingüística como la lexicografía es la definición del concepto de colocación. En la lingüística existen varias definiciones de lo que es una colocación, entre ellas la que la define como una combinación de dos palabras (núcleo y colocado), cf. Hausmann (1985), y la más amplia y flexible que acepta varias palabras con cierta distancia entre sí, cf. Sinclair (1990). El problema una vez más es que se pretende importar estos conceptos de colocación a los diccionarios sin hacerlos pasar por un filtro lexicográfico que, según las necesidades reales de los usuarios en cada situación, pueda determinar qué tipos de colocaciones son lexicográficamente relevantes y para qué funciones, cf. Bergenholtz (2008: 18). Veremos un ejemplo. Una importante condición previa para aprender una lengua extranjera es el dominio, no solo de las palabras, sino también de las colocaciones en que estas se combinan. De hecho, Hausmann (1984: 395) dijo que “el aprendizaje del vocabulario significa aprendizaje de las colocaciones” [Wortschatzlernen ist Kollokationslernen]. Para determinar en qué medida un diccionario para aprendices de una lengua extranjera –o cualquier otro diccionario– debe incluir colocaciones, y cómo lo debe hacer, hay que basarse en las diferentes funciones que puede tener un diccionario con estas características. En principio no hace falta incluir colocaciones en los diccionarios únicamente destinados a la recepción del español, pues si se parte de la definición de una colocación como una combinación transparente de palabras en la que cada una de ellas conserva su significado original (a diferencia de las expresiones idiomáticas), el usuario del diccionario puede cumplir el proceso de recepción consultando ambas partes de la colocación por separado aunque se puede argumentar que este es un proceso poco ahorrador de tiempo. Al contrario, en los diccionarios destinados a la producción de textos en español es un sine qua non que incorporen colocaciones ya que no se puede esperar que el estudiante pueda construirlas aun cuando conozca las palabras por separado. Es bien conocido que los diccionarios del español para extranjeros no han encontrado una solución satisfactoria a este problema. En el año 2006 se publicó un diccionario monolingüe del español que, por lo menos según la publicidad que lo acompañaba, dejaba la impresión de que por fin se había encontrado una solución al problema de las colocaciones para los estudiantes extranjeros del español. Se trata del Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo, a continuación llamado Práctico, que es un diccionario clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 132 combinatorio con unas 14.000 entradas y casi 400.000 combinaciones según la introducción, en la que también se puede leer que el diccionario no solo sirve para “todo aquel que disfrute con el idioma” y, muy especialmente para los “profesores, correctores, escritores, periodistas o traductores, entre otros”, todos ellos aparentemente con el español como lengua materna, sino que también para los estudiantes extranjeros del español: “PRÁCTICO será fundamental para los estudiantes de español, a quienes ayudará a construir mensajes de forma correcta y a evitar posibles errores cometidos por influencia de otras lenguas.” (Práctico: xxiii) Según esta cita, Práctico está principalmente destinado a prestar ayuda en situaciones en las que los estudiantes del español están produciendo textos en español. Veremos a continuación un artículo típico de este diccionario: gol s.m. CON ADJS. a favor Ganaron por dos goles a favor * en contra || de ventaja * de diferencia Con dos goles de diferencia a falta de media hora podemos dar el partido por perdido || justo * injusto || decisivo * de oro * espectacular * portentoso * fulminante * fulgurante * apoteósico Consiguió la victoria con un gol apoteósico al final del partido || en frío || tempranero * fortuito * de casualidad || parco,ca (en) un partido parco en goles || de penalti CON SUSTS. lluvia (de) || alfato (de) un jugador con un gran olfato de gol CON VBOS. buscar No buscan el gol, se limitan a defenderse * acariciar || meter * marcar * clavar * endosar ¿Cuántos goles os endosaron? * encajar * endilgar || apuntar(se) * conseguir * conquistar || clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 133 remontar || errar * fallar || validar * invalidar * anular Ejemplo 3: Artículo del Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo Como se ve en este artículo típico, el Práctico no ofrece definiciones ni del lema (gol) ni de las muchas palabras con que se puede combinar. Tal omisión significa que los estudiantes extranjeros, que por definición no se supone que conozcan el significado de todas estas palabras, deben consultar otros diccionarios para utilizar el Práctico y seleccionar exactamente la combinación que les sirve en un contexto concreto, lo que contribuye a reducir la utilidad del diccionario para el grupo de usuarios previstos. Además, el Práctico sólo suministra ejemplos ilustrativos para algunas de las combinaciones y, aparentemente, al azar, lo que también reduce la utilidad. Otro problema poco transparente, especialmente para los estudiantes extranjeros, es el uso del signo || para constituir “subgrupos combinatorios” de “las series de expresiones agrupadas por criterios semánticos”, pues el usuario extranjero que no conozca el significado de las varias palabras mucho menos entenderá su separación en varios “subgrupos”. Es más, aunque el director del proyecto2 , Ignacio Bosque, en su presentación escribe que “las combinaciones que proporcionan PRÁCTICO […] no son solo frecuentes, sino también naturales a los oídos de los hablantes nativos”, en el artículo gol arriba indicado se encuentra, entre otras combinaciones, endilgar un gol, combinación que ni es frecuente ni suena “natural” a los oídos de muchos españoles, por lo que es muy poco recomendable que se ofrezca en un diccionario que también está destinado a los usuarios extranjeros todavía en proceso de aprender el español, pues podría inducirlos a producir los textos extraños y hasta ridículos fuertemente criticados por Scerba (1940). Y no es el único ejemplo de este tipo que ha sido incorporado en el diccionario. En la medida que sea posible, la selección de colocaciones en un diccionario que pretende ayudar a los estudiantes extranjeros con problemas de producción de textos en 2 N. del E. Véase Monica Palmerini. 2007. La parola al contesto: Redes, a cura di Ignacio Bosque. Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación 32, 76-86, http://www.ucm.es/info/circulo/no32/palmerini.pdf (30.12.2013). clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 134 español debe realizarse según las características relevantes del grupo usuario previsto, en este caso principalmente su nivel de dominio del español. • Para los principiantes debe hacerse una selección de las colocaciones más comunes y frecuentes. • Para los estudiantes de nivel intermedio pueden añadirse más colocaciones con una frecuencia menor en el corpus. • Para los más avanzados pueden incluirse hasta colocaciones poco frecuentes al mismo tiempo que se pueden excluir las más frecuentes que se supone que ya dominan. En todo caso, para que un diccionario pueda asistir a los estudiantes extranjeros, en primer lugar a los principiantes y los de nivel intermedio, que tengan problemas relativos a la producción de textos, este diccionario debe, de una u otra forma, incorporar datos lexicográficos que les ayuden a identificar el significado de las colocaciones suministradas, pues nadie puede utilizar una colocación correctamente si no conoce su significado. Como se ve, el concepto de colocación que ha aplicado el Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo parece ser el de Hausmann (1985), o sea, una combinación de dos palabras. Ahora bien, con toda razón puede preguntarse si los usuarios en toda situación solo necesitan información sobre combinaciones de dos palabras para solucionar sus problemas, p.ej. relacionado a la producción o traducción de textos. En este sentido y desde el punto de vista de la teoría funcional, Bergenholtz & Tarp (1994) han propuesto otra definición de lo que puede considerarse una colocación en una perspectiva lexicográfica: “Una colocación es una aparición conjunta de por lo menos dos palabras gramaticales que constituyen una parte de un sintagma, un sintagma o varios sintagmas en una relación sintáctica.” ["Eine Kollokation ist das gemeinsame Auftreten von mindestens zwei grammatischen Wörtern, die Teil einer Phrase sind, eine Phrase darstellen oder mehrere Phrasen in einer syntaktischen Beziehung ausmachen."] (Bergenholtz & Tarp 1994: 407) clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 135 Esta definición, basada en el criterio de relevancia para cada tipo de usuario en cada tipo de situación, se ha aplicado en varios diccionarios producidos por el Centro de Lexicografía de Aarhus, entre ellos varios diccionarios monolingües y bilingües de contabilidad: actuary An actuary is a person who calculates risks in order to give advice to pension funds and insurance companies. actuario ▲ included in the actuary’s report incluido en el informe del actuario ▲ independent qualified actuaries actuarios habilitados independientes ▲ reflect the actuary’s overall assessment reflejar la valoración global del actuario Ejemplo 4: Artículo del Diccionario de Contabilidad Inglés-Español Este Diccionario de Contabilidad Inglés-Español –que tiene varias funciones comunicativas y cognitivas, entre ellas las de prestar ayuda a los traductores, profesionales y estudiantes de contabilidad que tengan problemas comunicativos relacionados con la recepción, producción o traducción de textos de contabilidad– ha optado por incluir los tipos de colocaciones que se consideran relevantes para el grupo usuario previsto en la mencionadas situaciones, y sin contar la cantidad de palabras de las que se componen estas colocaciones. Una vez más se puede concluir que no es la teoría lingüística, su concepto de colocación o la composición de un corpus los que determinan los tipos de datos a incluir en un clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 136 diccionario, sino que las necesidades de los usuarios como función de sus características relevantes y la situación extra-lexicográfica en la que aquellas se producen. La teoría lingüística, el concepto relevante de colocación y la composición del corpus pueden ser importantes para garantizar la calidad de los datos a incluir, pero para mantener esta calidad no deben buscarse soluciones prácticas a los problemas lexicográficos dentro de la teoría lingüística. 8. Desafíos teóricos y prácticos La discusión sobre el carácter y tipo de teoría para la lexicografía no es un asunto de interés puramente académico; es también práctico. Según Tarp (2008a: 10) existen dos clases diferentes de teoría, a saber: • la teoría contemplativa que se restringe a estudiar los diccionarios que ya existen. Un ejemplo de esta clase de teoría es la teoría general de lexicografía de Wiegand (1998); • la teoría transformativa que, además de estudiar lo que ya se ha hecho, también es capaz de orientar la concepción y producción de una nueva y mejor generación de diccionarios. La teoría funcional constituye un ejemplo de una teoría desarrollada para transformar la práctica lexicográfica. Los problemas y desafíos actuales de la lexicografía práctica están ampliamente relacionados con la introducción de las nuevas tecnologías de computación e información. Hoy en día, parece que Internet se ha afianzado como la plataforma electrónica dominante para los diccionarios pero el uso de las mencionadas tecnologías empezó ya en la década de los 1960, o sea, muchos años antes de la aparición de los primeros diccionarios online basados en el Internet, cf. de Schryver (2003: 144). En este sentido es algo paradójico que las nuevas tecnologías no solo traigan la promesa de resolver muchos de los problemas observados en la lexicografía moderna, sino que también contribuyan a aumentar estos problemas. Reflexionando sobre el futuro de los diccionarios para aprendices del inglés, Michael Rundell, director de los diccionarios para aprendices de Macmillan, comenta: clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 137 “El actual modelo empresarial no es sostenible. Los libros ya están hinchados casi hasta el punto de impracticabilidad, puesto que los editores añaden más rasgos en cada nueva edición. El aspirante más reciente, el OALD8, llega a casi 2,000 páginas […], más que el doble del tamaño del OALD3 (1976).” [“The current business model is not sustainable. Already, the books have become bloated almost to the point of impracticality, as publishers add more features with each new edition. The latest contender, OALD8, comes in at just under 2,000 pages [...], over twice the size of OALD3 (1976).”] (Rundell 2010: 170) Este desarrollo complejo y contradictorio de los diccionarios impresos para aprendices – y hasta cierto punto, de diccionarios impresos en general– se debe, entre otras cosas, a la introducción y uso de grandes corpus electrónicos que permiten a los lexicógrafos extraer, de forma mucho más rápida y fácil que antes, gran cantidad de datos relevantes para el grupo usuario en una u otra situación. Como se podría esperar, el reverso de la medalla es que estos datos han hinchado los diccionarios impresos “casi hasta el punto de impracticabilidad”. Aunque una salida de este callejón podría ser su conversión en diccionarios electrónicos conectados con una base de datos con gran capacidad de almacenaje, parece que tal paso no es tan simple. Por ejemplo, Wandalyn Nichols, editora de Cambridge Dictionaries, escribe que “todavía queda por aprovechar las verdaderas ventajas de los diccionarios en web, es decir, la anulación de las limitaciones de espacio del libro impreso y la actualización según demanda.” [“the true advantages of Web-based dictionaries – freedom from the space constraints of the printed book and on-demand updatability – have yet to be exploited.”] (Nichols 2010: 40) Uno de los problemas en este sentido es que no solo se trata de aprovechar las “verdaderas ventajas”, sino también de definirlas, pues sin tener una idea clara de qué consisten tampoco se pueden aprovechar al máximo. Cuando se pretende anular “las limitaciones de espacio del libro impreso”, conviene recordar que un diccionario impreso puede hincharse en dos dimensiones, verticalmente y horizontalmente: clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 138 • El hinchado vertical, o sea, la creciente cantidad de lemas, puede fácilmente resolverse en un diccionario electrónico conectado a una base de datos con suficiente capacidad de almacenaje. • El hinchado horizontal, o sea, la cantidad cada vez más grande de datos lexicográficos agregados a cada lema, constituye, sin embargo, un problema más serio cuya solución requiere un enfoque totalmente diferente. El hinchado horizontal está relacionado con el fenómeno que en la ciencia de la información se conoce como sobrecarga informativa, concepto popularizado por Toffler (1970) y que en la lexicografía se traduce en la presentación de mucho más datos que los necesitados por el usuario en cada consulta. Este fenómeno, cada vez más común en los diccionarios, resulta en artículos con gran cantidad de datos irrelevantes que, en el mejor de los casos, son superfluos para la solución del problema concreto del usuario y, en el peor de los casos, pueden dificultar y hasta obstaculizar el acceso a los datos relevantes y la extracción, a partir de estos datos, de la información requerida, cf. Tarp (2012b). El artículo table (mesa) en la versión online del Oxford English Dictionary, por ejemplo, contiene un total de unas 35,000 palabras que corresponderían a unas 90 páginas impresas. Tal cantidad de datos representa, por excelencia, una sobrecarga informativa para cualquier usuario que no sea el que está dispuesto a dedicar mucho tiempo y esfuerzo al estudio profundo de la palabra table; al contrario, si alguien con un problema comunicativo consultara este diccionario podría fácilmente olvidar el problema original antes de encontrar su solución en medio de tal cornucopia de datos. Ahora bien, lo que hace falta para enfrentar este desafío no es, en sí, la aplicación de técnicas que permitan la presentación de más o menos datos en la pantalla como lo hace, por ejemplo, Den Danske Ordbog. Lo que se necesita es una solución que ofrezca exactamente los tipos de datos (criterio cualitativo) o la cantidad de datos (criterio cuantitativo) que necesite el usuario.Y tal solución precisa de una teoría avanzada que permita determinar los tipos de necesidades del usuario como función de sus características lexicográficamente relevantes y la situación extra-lexicográfica en la que aquellas se producen. clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 139 9. Tipología de diccionarios online Hace unos cien años tuvo lugar otra gran transformación tecnológica muy similar a la que ahora está viviendo la lexicografía, en aquel entonces relacionada con el medio de transporte. Según una anécdota persistente, cuando Henry Ford introdujo su famoso Modelo T Ford, le preguntaron si antes de concebir este vehículo había consultado a la gente para saber lo que querían. Su respuesta lacónica fue: "Si hubiera preguntado a la gente, me habrían contestado que querían caballos más rápidos". Capitalista de pura cepa, Henry Ford fue también un ingeniero genial que supo romper con las convenciones y aprovechar las nuevas tecnologías para satisfacer las necesidades de la gente de una manera completamente nueva. Si seguimos su terminología y línea de pensamiento, podemos –de acuerdo con Tarp (2011)– clasificar los diccionarios online actuales y futuros en cuatro clases según el grado en que se han aprovechado estas tecnologías, a saber: 1) Réplicas al carbón 2) Caballos más rápidos 3) Modelos T Ford 4) Rolls Royce Las Réplicas al Carbón son meras copias fotografiadas o escaneadas de diccionarios impresos ya existentes y colocadas en una plataforma electrónica, p.ej. el Internet. Esas réplicas fueron más frecuentes hace 10-20 años, es decir, en el inicio de la "edad electrónica", pero aun hoy siguen publicándose muchos diccionarios con estas características tecnológicamente primitivas, además de diccionarios antiguos puestos a la disposición de los investigadores como objetos de estudio y no de consulta como fue su función original. Un ejemplo de esta clase de diccionarios fue la primera versión web del Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, que fue fotocopiado y colocado en el Internet, no artículo por artículo, sino página por página, a menudo con las páginas dobladas. Los Caballos Más Rápidos, en cambio, pueden ser tanto versiones electrónicas de clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 140 diccionarios anteriormente publicados en papel como diccionarios "nuevos". Su característica fundamental es que los artículos y datos que aparecen en la pantalla son estáticos y hechos en el molde de los diccionarios tradicionales, pues lo único que realmente ha cambiado es el acceso más rápido mediante técnicas más o menos avanzadas de búsqueda y enlace. En este sentido son básicamente Caballos Más Rápidos, es decir diccionarios convencionales de consulta más rápida que hoy en día constituyen la gran mayoría de los diccionarios en plataforma electrónica. La versión actual del Diccionario de la Lengua Española es un ejemplo emblemático de esta clase de diccionarios. Al contrario, los Modelos T Ford son diccionarios cuyos diseñadores han hecho extenso uso de las tecnologías ya existentes para crear un producto lexicográfico no solamente con acceso más rápido, sino que también con artículos y datos dinámicos en función de las necesidades que los tipos de usuarios previstos puedan tener en tipos específicos de situaciones extra-lexicográficas. Esta clase de diccionarios, que también pueden conectarse con fuentes externas, como Internet y diversos corpus, con el fin de reusar los datos ya existentes, constituye todavía una pequeña minoría de los actuales diccionarios online. Finalmente, los Rolls Royce representan una clase de herramientas lexicográficas que permitirán la consulta individualizada ofreciendo exactamente la cantidad y categorías de datos que necesite el usuario individual en cada consulta específica, ni más ni menos. Estas herramientas también podrán combinar acceso a datos seleccionados en una base de datos preparada con la búsqueda en Internet (o corpus) para importar datos relevantes que de este modo podrán ser recreados y re-presentadas en soluciones dinámicas diferentes a las del Modelo T Ford que conecta con páginas web preseleccionadas para reusar sus datos. Todavía no han visto la luz diccionarios de este clase muy avanzada pero hay algunos ensayos que apuntan en esa dirección, cf. Spohr (2011) y Verlinde (2011). Las dos últimas clases de herramientas lexicográficas mencionadas, los Modelo T Ford y los Rolls Royce, se basan en la idea de que hay que diferenciar entre, por un lado, la base de datos que contiene todos los datos del diccionario, y por otro, el diccionario como tal que es el que aparece en la pantalla mediante la interfaz. La base de datos debe incorporar la mayor cantidad de datos posible para poder clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 141 dar respuesta a todas las necesidades del grupo usuario previsto en las situaciones previstas y puede incluso alimentar varios diccionarios simultáneamente. A su vez, el diccionario, es decir los "artículos" que aparecen en la pantalla al consultarlo, debe recoger la menor cantidad de datos posible, es decir, únicamente los que se precisen para satisfacer las necesidades del usuario en cada tipo de situación (el Modelo Ford T) o en cada consulta específica (el Rolls Royce). 10. El tipo y lo individual El hecho de que las Réplicas al Carbón y los Caballos Más Rápidos sean diccionarios tradicionales de papel, o parecidos a estos, conduce a la inevitable conclusión de que los únicos verdaderos diccionarios online son los Modelos T Ford y los Rolls Royce. Ambos han dejado atrás los artículos estáticos heredados de la lexicografía impresa y ofrecen soluciones dinámicas diseñadas a satisfacer: • los tipos de necesidades que pueda tener un tipo de usuario en un tipo de situación o actividad (Modelo T Ford); • las necesidades individuales de un usuario individual en cada consulta (Rolls Royce). El desafío actual es pasar del Modelo T Ford al Rolls Royce, es decir, pasar del tipo a lo individual, de la satisfacción de tipos de necesidades a la de necesidades individuales. Tal paso reconciliaría, en definitiva, la lexicografía con el hecho de que ningún tipo de usuario jamás ha llevado a cabo un tipo de consulta lexicográfica para acceder un tipo de dato que le permita satisfacer el tipo de necesidad de información que ocurre en un tipo de situación extra-lexicográfica. Lo único que ha tenido lugar, y que tiene lugar cada día, es que un usuario individual con necesidades individuales de información que se producen en una situación individual decide iniciar una consulta lexicográfica individual para acceder los datos individuales que le permitan resolver sus necesidades individuales. Aunque cada usuario, situación, necesidad, dato y consulta pueden asignarse a tipos específicos, no son ellos mismos tipos sino fenómenos individuales y concretos. clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 142 Este hecho plantea unos problemas complejos a la teoría, pues ninguna teoría puede construirse directamente sobre los fenómenos concretos que pueden variar entre sí en muchos sentidos. Un ejemplo sobra para ilustrar la complejidad del problema. Si un diccionario hipotético contuviera 10,000 lemas, cada uno con diez datos agregados, y si les permitiera a los usuarios, mediante un proceso interactivo, definir tanto la cantidad como el orden de los datos a visualizar en la pantalla, Tarp (2012b) ha calculado que habría 4,037,913 posibles combinaciones en cada artículo y un total de 40,379,130,000 (aprox. 40 mil millones) en todo el diccionario. Ni que decir tiene que es imposible formular cualquier teoría, y mucho menos escribir instrucciones lexicográficas, a base de un conjunto tan gigantesco y asistemático de datos. El trabajo científico y teórico presupone una abstracción de algunos de las características menos importantes y la formación de conceptos, categorías y tipos que incluyan fenómenos con características comunes consideradas esenciales y relevantes para cada campo de investigación. Por lo tanto, a nivel de teoría es crucial continuar la tipologización de los fenómenos observados y seguir trabajando con tipos de usuarios, situaciones, necesidades, datos y consultas. Esta conclusión también es válida a nivel de diseño y producción de diccionarios, puesto que ningún lexicógrafo es capaz de tratar cada uno de un sinfín de necesidades individuales que un sinfín de usuarios individuales puedan tener en un sinfín de situaciones individuales. Esto es totalmente inconcebible y no puede ser la visión del futuro lexicográfico. Como la teoría es una precondición de una práctica científica, una tipologización basada en la teoría también es una precondición de la tipologización de diccionarios. Los lexicógrafos, por lo tanto, deben seguir trabajando con tipos de usuarios, situaciones, necesidades, datos etc. Lo que hace falta es la aplicación de las técnicas existentes (y futuras) que se han desarrollado en el marco de la ciencia de la información y que permitan el acceso individualizado a los datos preparados por los lexicógrafos y almacenados en una base de datos o accesibles en el Internet mediante enlaces, tanto como los datos recreados sobre la base de los datos que ya existen. clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 143 11. Algunos pasos hacia la individualización Antes de proceder a discutir los diversos pasos que se pueden tomar para acercarse a la satisfacción individualizada de las necesidades lexicográficas, conviene recordar que uno de los criterios fundamentales para que un diccionario online sea de alta calidad es su capacidad de facilitar acceso rápido y fácil a los datos relevantes para el usuario. El ideal del futuro, por lo tanto, no puede ser una aplicación acrítica de tecnologías y técnicas estrambóticas y extravagantes que requieran mucho tiempo y esfuerzo del usuario aumentando de esta forma sus problemas. Con estos comentarios, a continuación se discutirán algunas de las técnicas prometedoras, basado en las propuestas y observaciones de Theo J.D. Bothma (2011), director del Instituto de Ciencia de la Información de la Universidad de Pretoria. Perfilaje del usuario, descripción de la situación y filtraje de los datos. El primer paso hacia la individualización sería el filtraje y presentación de datos lexicográficos a base de un perfil del usuario y la situación en que se producen las necesidades. Este paso es común para el Modelo T Ford y el Rolls Royce, puesto que parte de una tipologización del usuario, la situación, la necesidad y los datos correspondientes. Bothma explica: “El perfilaje del usuario puede realizarse por el usuario mismo suministrando datos específicos al sistema, por el sistema rastreando el comportamiento del usuario y construyendo automáticamente un perfil del usuario, o como una combinación de ambos.” [“User profiling can be accomplished through the user supplying the system with specific data, by the system tracking user behaviour and thereby automatically constructing a profile of the user or a combination of the two.”] (Bothma 2011: 84) En el primer caso, se brinda al usuario la opción interactiva de crear un perfil individual con características relevantes además de indicar el tipo de actividad que está realizando cuando surge un problema o necesidad cuya solución pueda lograrse mediante una consulta lexicográfica, por ejemplo: • Estoy leyendo y hay una palabra que no entiendo • Estoy escribiendo y no sé cómo deletrear o usar una palabra clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 144 • Estoy estudiando el vocabulario y quiero saber todo sobre una palabra • Etc. A diferencia del perfil del usuario que puede crearse una vez para siempre y solo precisa ajustarse cuando cambian las características relevantes, la descripción de la situación o actividad específica debe hacerse cada vez que el usuario empieza una nueva actividad por lo que no se puede rastrear automáticamente. Cabe notar que no es preciso hacer estos pasos consumidores de tiempo por cada consulta, sino que solo al cambiar de actividad o características. Una vez hecho el perfil y descrita la situación o actividad, la herramienta lexicográfica selecciona, filtra y presenta automáticamente los datos específicos al usuario. Artículo patrón. Otra técnica posible es brindar a cada usuario individual la opción de diseñar su propio artículo patrón en lo que se refiere a los tipos de datos a incluir y su organización (estructura) en la pantalla. Con esta información, la herramienta lexicográfica filtrará y presentará automáticamente los datos disponibles en la pantalla. Presentación adaptiva. Como queda mencionado, una de las discusiones entre los investigadores de la lexicografía online va en torno de la cantidad de datos a presentar al usuario en cada consulta. Si la idea es facilitar acceso rápido y fácil, parece que la respuesta es que la cantidad máxima de datos son los que pueden visualizarse en la pantalla sin necesidad de desplazamiento hacia abajo. Sin embargo, como en muchos diccionarios y para muchas funciones no es posible lograr este ideal en cada artículo visualizado, podría recomendarse que se presente algún tipo de índice del artículo – como lo hace, p.ej., Wiktionary– que luego puede extenderse mediante hipertextos, permitiendo así que el usuario inmediatamente vea si el artículo le puede servir. Anotación. El Web 2.0 permite a los usuarios anotar sus propios datos y comentarios en los documentos ya existentes y sin modificar el original. Esta técnica podría, por ejemplo, usarse en las escuelas donde el maestro podría poner sus comentarios para responder a necesidades específicas que haya registrado entre los alumnos de una clase o grado específico. También podría aplicarse en una empresa donde el responsable del trabajo terminológico o de traducción podría recomendar a sus colegas el uso de ciertos términos o expresiones en los textos de su empresa. De tal forma, la herramienta lexicográfica se “individualiza” para satisfacer las necesidades de un grupo limitado de clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 145 usuarios. Reuso de datos mediante enlaces. Como indicado más arriba, un diccionario online puede ofrecer artículos que presentan los datos almacenados en la base de datos o de forma estática o de forma dinámica. Sin embargo, en ambos casos el diccionario contiene una cantidad limitada de datos que quizás no sean suficientes o suficientemente precisos pasa satisfacer las necesidades del usuario en una situación específica. Por eso, sería útil facilitar enlaces a datos que ya existen en fuentes externas, p.ej. páginas preseleccionadas en Internet. Recreación y re-presentación de datos. Si los datos que resultan de una búsqueda en fuentes externas, p.ej. el Internet, se incorporan automáticamente mediante técnicas avanzadas en el artículo original del diccionario en forma de los que se llama mashup en la ciencia de la información, tal incorporación será sin duda ninguna un caso de recreación y re-presentación de datos. Los datos en cuestión podrían ser colocaciones adicionales que ahora se agregan a un lema específico; podrían ser ejemplos ilustrativos de “cualquier palabra, patrón o rasgo lingüístico” tratados en el artículo original, cf. Rundell (2010: 174); y también podrían ser definiciones contextuales adicionales, etc. 12. Conclusiones La formulación y desarrollo ulterior de una teoría independiente de la lexicografía no es una negación de su gran vocación interdisciplinaria tradicional ni de los importantes resultados que se han logado en el marco de otras disciplinas independientes, como p.ej. la lingüística, sino que todo lo contrario. Como se ha visto en los capítulos anteriores, la lexicografía hace amplio uso de los resultados obtenidos por las demás disciplinas, muy particularmente la ciencia de la información que tiene muchos puntos e intereses comunes con la lexicografía. El afán teórica se debe ante del todo a la necesidad de mejorar la calidad de los diccionarios, y demás herramientas lexicográficas, y colocar la lexicografía a la altura de las demandas y necesidades de una sociedad donde el acceso rápido y fácil a información juego un papel cada vez más importante, especialmente clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 146 después de la llegada de Internet. Es preciso, de forma mucho más amplia que hasta ahora, hacer pleno uso de las nuevas tecnologías y técnicas de computación, información y comunicación. En este respecto, conviene subrayar que el criterio de calidad del trabajo lexicográfico no se agota en la producción de diccionarios con la inclusión de datos relevantes y accesibles. También abarca el mismo trabajo de los lexicógrafos y su productividad. En este sentido, el factor tiempo es otro criterio de calidad de gran importancia como bien lo explica Nielsen (2008). A pesar de este evidente hecho, todavía hay muchos proyectos lexicográficos que demoran años en terminarse o, demasiado a menudo, nunca terminan. Puede haber varias explicaciones de este fenómeno negativo, entre ellas que los proyectos, su planificación y conducción no se dejan orientar por una teoría adecuada. Comentando críticamente esta situación, Fuertes-Olivera (2013) también plantea otra posible explicación: “Internet permite la compilación de nuevos tipos de herramientas de información, p.ej. las llamadas bases de conocimiento terminológico que se multiplican en todo el mundo, especialmente porque les es fácil obtener dinero público aunque la mayoría de ellas no aportan mucho. Por ejemplo, aproximadamente el 90% de los proyectos de diccionarios terminológicos financiados en las convocatorias nacionales gestionadas por la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología siguen siendo “prototipos” después de varios años de financiación generosa y continua.” [“The Internet has allowed the compilation of new types of information tools, e.g. the so-called terminological knowledge bases. These proliferate around the world, especially because they obtain public money easily, although most of them do not deliver much. For instance, around 90% of the terminological dictionary projects funded by the Spanish R+D funding agency are still “prototypes” after several years of continuous and generous funding.”] (FuertesOlivera 2013, en prensa) Nunca es demás recordar que la obra lexicográfica más grande jamás compilado, por lo menos hasta la era de Wikipedia, es el Yongle Dadian, de nada menos que 11,095 tomos. Este gigantesco diccionario fue producido en China en solo 5 años y medio, desde el 19 clac 56/2013, 110-154 tarp: lexicografía 147 de julio de 1403, día en que el Gran Secretario del Emperador oficialmente tomó la iniciativa, hasta el 17 diciembre de 1408 cuando los 2,169 colaboradores entregaron el manuscrito –de un total de 40 metros cúbicos– completo y listo para su publicación. Los lexicógrafos del siglo 21 que trabajan con tecnologías mucho más avanzadas que sus colegas chinos hace 600 años deberían, no obstante, dejarse inspirar por tal gigantesca proeza. Es por lo menos lo que se hace en el Centro de Lexicografía de Aarhus. Basado en la teoría funcional de la lexicografía, durante los últimos 20 años un nutrido grupo de colaboradores de este Centro, en cooperación interdisciplinaria con expertos de varias disciplinas y países, han concebido y producido un gran número de diccionarios impresos y electrónicos, tanto monolingües como bilingües, la mayoría de ellos especializados. Si todos estos diccionarios se imprimieran, llenarían más de 60,000 páginas normales. Este esfuerzo, con tan pocas personas, solamente ha sido posible porque se ha apoyado en una teoría avanzada y estrechamente vinculada a la práctica, teoría que no solo busca la calidad de sus diccionarios, sino que también el ahorro de tiempo tanto para los usuarios que los consultan como para los lexicógrafos que los producen. Como explican Nielsen & Tarp (2009: ix) en un libro dedicado al director del Centro de Lexicografía, Henning Bergenholtz, éste nunca se cansa de decir que: “No hay nada más práctico que una buena teoría.” Bibliografía General Battaner, Paz 2008: El fenómeno de la polisemia en la lexicografía actual: otra perspectiva. Revista de Lexicografía 14, 7-25. Bejoint, Henri. 2010. The lexicography of English. Oxford: Oxford University Press. Bergenholtz, Henning 2008: Von Wortverbindungen, die sie Kollokationen nennen. 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