404 rafael alberti Mí ■AI* Hi a. . . en la mano de una nifia cabe. jCampanas! Una carta del cielo bajó un angel. HUÉSPED DE LAS NIEBLAS II LOS DOS ANGELES Angel de luz, ardiendo, joh, vcn!, y con tu espada incendia los abismos donde'yace mi subterraneo angel de las nieblas. jOh espadazo en las sombras! Chispas multiples, clavändose en mi cuerpo, en rnis alas sin plumas, en lo que nadie ve, vida. Me estäs quemando vivo. Vuela ya de mi, oscuro Luzbel de las canteras sin auroras, de los pozos sin agua, de las simas sin sueno, ya carbön del espiritu, sol, luna. Me duelen los cabellos y las ansias. jOh, quemame! jMas, mas, si, si, mas! iQuemame! iQuemalo, angel de luz, custodio mlo, tu que andabas llorando por las nubes, tu, sin mi, tu, por mi, angel frio de polvo, ya sin gloria, volcado en las tinieblas! 4. 408 rafael alberti sobre los angeles 409 tm. iQuémalo, angel de luz, quémame y huye! Cinco manos de ceniza, quemando la bruma, abtiendo cinco vías para el agua turbia, para el turbio viento. Te buscan vivo. Y no te encuentran. ' Te buscan muerto. No muerto, dormido. Y sí. Y sí, porque cinco manos cayeron sobre tu cuerpo cuando inmóvil resbalaba sobre los cinco navěgables ríos que dan almas corrientes, voz al sueňo. Y no viste. Era su luz la que cayó primero. Mírala, seca, en el suelo. Y no oíste. Era su voz la que alargada hirieron. Óyela muda, en el eco. v Y no oliste. Era su esencia ía que hendió el silencio. Huélela fría, en el viento. Y no gustaste. Era su nombre el que rodó deshecho. Gústalo en tu lengua, muerto. Y no tocaste. El desaparecido era su cuerpo. Tócalo en la nada, yelo. LOS ANGELES DE LA PRISA Espíritus de seis alas, seis espíritus pajizos, me empujaban. Seis ascuas. Acelerado aire era mi sueno por las aparecidas esperanzas de los rápidos giros de los cielos, de los veloces, espirales pueblos, rodadoras montaňas, raudos mares, riberas, ríos, yermos. Me empujaban. Enemiga era la tierra, porque huía. Eněmigo el cielo, porque no paraba. Y tú, mar, y tú, fuego, y tú, acelerado aire de mi sueňo. 410 rafael alberti sobre los angeles 411 Seis ascuas, oculto el nombre y las caras, empujándome de prisa. jParadme! Nada. jParadme todo, un momento! Nada. No querian que yo me parafa en nada. LOS ANGELES CRUELES Päjaros, ciegos los picos de aquel tiempo. Perforados, por un rojo alambre en celo, la voz y los albedrfos, largos, cortos, de sus suenos: la mar, los campos, las nubes, el ärbol, el arbolülo... Ciegos, muertos. : iVolad! —No podemos. ^Cömo quieres que volemos? Jatdines que eran el aire de aquel tiempo. Canas de la ira nocturna, espolazos de los torpes, turbios vientos, que quieren ser hojas, flor, que quieren... jjardines del Sur, deshechos! Del Sur, muertos. jAiread! —No podemos.