Tema 1 (Introducción). ¿Literatura española o literaturas españolas? Romanos, visigodos e hispanoárabes. ÍNDICE: Introducción Escritores hispanolatinos. Visigodos Literatura hispanoárabe. Jarchas, moaxajas y zéjeles Bibliografía Introducción Lo importante es que nos hagamos una imagen mental, un mapa cognitivo, de los periodos y obras más importantes de la llamada “literatura española”. No es fácil. Nos enfrentamos a numerosos problemas relacionados, en primer lugar, con el Canon literario, esto es, relacionados con la forma como la “literatura española” se ha estudiado y enseñado en las instituciones educativas durante mucho tiempo. Esos problemas tienen que ver con la terminología: “Literatura”, “España”, “Edad Media”, pero se trata de un problema de ideología: habría que discutir términos importantes como el de “ideología” antes siquiera de atreverse a enfrentarse a tantos textos. En el caso de la Edad Media, nos las vamos a ver con unas producciones discursivas elaboradas antes del período llamado “Renacimiento”, en las (diferentes) formaciones sociales peninsulares o del territorio que hoy se conoce como “España” (no entramos en la cuestión nacionalista y colonial). Dos hechos que no podemos olvidar: uno, que la mayoría de los temas y programas de la llamada “literatura española” son diseñados en los siglos XIX y XX, sobre todo a partir de la creación de disciplinas universitarias; dos, la relación entre las humanidades y la invención de la nación, el espíritu del pueblo y el espíritu humano. La complejidad de esta problemática es enorme y no la podemos abordar, pero había que mencionarla. En clase, en los seminarios, se puede discutir sobre ello. En conclusión y para abreviar, es mejor hablar de “literaturas españolas” (entendiendo “español”, simplemente, en sentido geográfico, ni siquiera lingüístico), para dar una idea de la diversidad y multiplicidad cultural, ideológica y lingüística de los discursos considerados como “literarios” producidos en la península ibérica hasta el siglo XIX. Escritores hispanolatinos La llamada “Edad de Plata” de la literatura clásica latina (s. I y II después de Cristo) está llena de oradores, maestros de retórica y poetas de origen hispano. La sofisticación retórica de esta literatura en latín es impresionante. Los autores más representativos serían: Lucio Anneo Séneca (c. 4 a.C.-65 d.C.), filósofo estoico, preceptor de Nerón; el poeta épico Lucano (39-65); Quintiliano (c. 35-c. 95), gran pedágogo cuya influencia prosiguió hasta los tiempos modernos; Marcial (40-104), autor de interesantes Epigramas*[1]; Prudencio (Aurelius Clemens Prudentius), poeta hispanolatino cristiano del s. IV, cuya obra Peristephanon describe el martirio de los primeros cristanos como triunfo del espíritu sobre la materia. Epigrama: Composición poética breve que expresa con ingenio un pensamiento satírico o gracioso en la que el último verso es de carácter punzante. Por ejemplo: el epigrama 25 y el 88 del libro II de los Epigramas de Marcial (compuestos de un dístico elegíaco [1 hexámetro + 1 pentámetro]): 25 Das numquam, semper promittis, Galla, roganti: si semper fallis, iam rogo, Galla, nega. (“Gala: al que te requiere nunca le das, aunque siempre prometes: si siempre mientes, te ruego que, por una vez, te niegues.”) 88 Nil recitas et uis, Mamerce, poeta uideri: quidquid uis esto, dummodo nil recites. (“Nada recitas y quieres, Mamerco, parecer poeta: sé todo lo que tú quieras pero, por favor, no recites nada.”) Período visigodo La figura cumbre del período visigodo lo fue San Isidoro de Sevilla (Isidorus Hispalensis, c. 560-636), un auténtico sabio, autor de tratados dogmáticos, libros de historia (como Historia de regibus Gothorum, Vandalorum et Suevorum), estudios filosóficos y del primer diccionario enciclopédico de la Antigüedad, conocido como Etimologías (título exacto: Etymologiarum libri viginti). En esta época Toledo y Zaragoza se convirtieron en importantes centros de poesía; es de destacar el nombre de Eugenio II (obispo de Toledo), hombre obsesionado por el miedo a la muerte, como se nota en el siguiente verso, de tono profundamente pesimista: “Eugeni, miselle, plora […] Vita transit, finis urget, ira pendet caelitus”. Los poemas de Eugenio o del rey Sisebuto fueron conocidos en toda la Europa cristiana. Eugeni, miselle… En castellano sería: “Llora, mísero Eugenio […] La vida pasa, el fin viene, la ira del cielo se cierne.” Literatura hispanoárabe. Autores, formas, temas. Tras la invasión musulmana (711) floreció en la Península Ibérica la literatura hispanoárabe (o hispanoandaluza) e hispanohebrea (o judeoespañola). El centro de la poesía árabe era la corte de Córdoba, capital del nuevo Califato, el de los omeyas; sin embargo, los poetas más interesantes vivieron en el agitado período que siguió tras su caída (1031), durante los reinos de taifas*. Mencionemos, aunque sea de paso, a Ibn Hazm (autor del Collar de la paloma, elegante disertación en prosa sobre el amor profano, con versos intercalados), Ibn Zaydún (mejor poeta neoclásico de la España arabizada) y a al-Mutamid, rey de Sevilla depuesto por los almorávides*, autor del sobrecogedor poema dirigido a las cadenas que le oprimían durante el tiempo de su cautiverio en Marruecos. La forma principal de la poesía árabe era la casida, especie de elegía cuyo principal tema solía ser el amor que se sentía por la amada ausente y los grandes sufrimientos que esto causaba. Dicha poesía expresaba una concepción ideal de lo bello y lo deseable y no la vida como conjunto; las sensuales imágenes y otros efectos estéticos dominaban en ella sobre los escasos elementos narrativos. Pero con el tiempo nacieron dos nuevos tipos de poemas: la moaxaja* y el zéjel*, ambos destinados al canto y no a la recitación. Se les relaciona con la figura de un poeta ciego de Cabra (cerca de Córdoba), llamado Mocádem (Muccáddam). La moaxaja, de forma más regular, desarrollaba temas tradicionales; el zéjel, escrito en árabe vulgar, tocaba temas ligeros y se inspiraba en cantos populares de origen anterior. Se ha conservado hasta hoy todo un diván* (149 poemas) de zéjeles atribuidos a Ibn Quzmân (s. XII), documento de carácter supuestamente autobiográfico en el que se habla de una vida alegre, con algunas expresiones del amor insatisfecho. Léxico: taifas (reinos de ~). Del ár. “tawa´if” = pequeños Estados. almorávides. Miembros de la tribu procedente del norte de África que, a mediados del s. XI, fundaron un gran imperio llegando a dominar toda la España árabe. moaxaja. Otras transcipciones de la palabra árabe son muwashaha, muwaššaha, muwesahas. zéjel. Del ár. zéyil = elevar la voz, cantar. diván. Nombre que se da a una colección de poesías orientales. 1. Las Jarchas, la lírica de tipo popular y tradicional. Poesía lírica: Jarchas, moaxajas y Zéjeles. Zéjeles En el caso del zéjel, su estructura es en esencia la misma que la de las moaxajas, sólo que mientras en la moaxaja el ritmo lo marca la jarcha, el zéjel carece de ella y es el estribillo o markaz quien establece el ritmo del poema; además el zéjel está escrito en gran parte en lengua popular, apartándose en gran medida de las directrices y métricas de árabe literario clásico (la qasida). Su estructura bipartita (estribillo-copla) data del siglo X entre los árabes andaluces -alcanzando su máximo esplendor en el siglo XII con Ben Quzman- mientras que en el resto de Europa el primer caso de virelai (composición poética que podía ir acompañada de música) es del siglo XI. (Este hecho, junto a la persistencia de su uso entre los árabes y en la Península, hasta los días de hoy -mientras que la lírica provenzal dejó de practicarse en el siglo XII-, hacen reafirmar el origen arábigo-andaluz de la lírica románica, aunque, sin duda, siempre hay que dejar una puerta abierta a posibles descubrimientos futuros, que desbancaran esta teoría, como el descubrimiento de las jarchas desbancó el origen en la lírica provenzal. Pero la cosa de los “orígenes” no está clara y es un tanto peliaguda.) La moaxaja y el zéjel tienen un cuerpo común y un verso que introduce un estribillo y sólo se diferencian en la forma interior de la rima. La moaxaja en su lengua y en su temática esta cercana a la poesía árabe clásica, con el añadido de la jarcha en mozárabe, en cambio el zéjel se escribe en árabe dialectal hispánico, con algunas palabras en árabe clásico, y es una casida (en árabe qasidah) popular, amorosa y desgarrada, siendo el vino y el juego de palabras los temas que suele cantar. Pero también es satírico, libertino y obsceno, así como lleva a sus poemas los sucesos históricos, sociales y políticos. Hablar de la moaxaja sin recordar a Muhammad ibn `Abd al-Malik ibn Quzman, es algo inconcebible. Este poeta nació y murió en Córdoba (c. 1078-1160), escribió un diván de zéjeles en árabe que rápidamente se extendieron, llegando hasta Oriente donde arraigó de tal forma que, aún en la actualidad, se siguen componiendo y cantando. Él dice: Mi zéjel excelente Se oye en Iraq. ¡Que cosa más genial!. Otros versos no valen Junto a esta gracia. Suele usar ibn Quzman el verso amoroso con diminutivo que le imprime una delicadeza muy especial: Ahora te amo a ti, estrellita. ¿Quién te ama y se muere por ti? Si me matan, sólo por ti será. Si mi corazón pudiera abandonarte, No compondría esta cancioncilla. Ambos se utilizaron en numerosas canciones de amigo galaicoportuguesas del s. XIII; entre ellas en las “Cantigas” de Alfonso X y en villancicos del s. XVI e incluso el Arcipreste de Hita en su libro: “Elogios de las dueñas chicas”, incluye un zéjel de ibn Quzman que enaltece a las mujeres, traducido al castellano. Las jarchas: lírica primitiva en romance Las obras más antiguas en lengua española son unas breves composiciones líricas de tema amoroso denominadas jarchas, del ár. járŷa o hárŷa = breve poema en mozárabe* (“mozárabe”, se aplica a los cristianos que vivían entre los moros y a lo relacionado con ellos – cultura, lengua). ¿Qué es una “jarcha”? Jarcha es el nombre que reciben los últimos versos de la moaxaja, composición estrófica creada en el siglo IX y escrita normalmente en árabe clásico. La jarcha, en cambio, puede aparecer en árabe vulgar, en hebreo o en una lengua mixta arábigo-románica, ya romance. Aunque dispuesta al final del poema, la jarcha se escribía antes y podía constituir su base compositiva. Muchas jarchas provienen de otros poemas, a manera de cita, o se repiten en poemas diferentes. Por su tema, las jarchas se anticipan a las canciones de amigo, tan frecuentes en la poesía galaico-portuguesa posterior. Véanse dos ejemplos, el primero es una jarcha hispanohebrea y el segundo una hispanoárabe: ¿Qué faré yo o qué será de mibi? Habibi, non te tolgas de mibi. (¿Qué haré yo o qué será de mí? Amigo, no te apartes de mí) Garid vos, ay yermanelas, ¿Com´ contenere meu mali? Sin el habib no vivreyu ed volarei demandari. (Decidme, hermanitas, ¿cómo contener mi mal? Sin mi amigo no viviré y volaré a buscarlo). Dicho de otra forma: las moaxajas, escritas en un lenguaje culto, solían finalizar con un verso (o una estrofa entera) redactada en árabe popular, en romance (romance mozárabe) o en una combinación de ambos. Esta parte del poema, llamada jarcha, es para nosotros el elemento más interesante, ya que estos pequeños poemitas del final de cada moaxaja –a veces compuestos antes que ella y procedentes de la tradición oral, aunque no está claro si los poetas árabes o hebreos las insertaban al final de sus composiciones– constituyen los primeros brotes de la poesía romance que conocemos. Su tema es, por lo general, el lamento de una muchacha enamorada que llora por la ausencia del amado y quiere unirse con él cuanto antes. Parece incluso (pero no está claro) que todo el desarrollo de una moaxaja tiene por finalidad explotar el contenido emocional de estos apasionados poemitas. La jarcha más antigua, de fines del X o principios del XI es esta: ¡Tant’ amare, tant’ amare; habib, tant’ amare! Enfermeron uellos gayados, ya duolen tan male. (“¡Tanto amar, tanto amar, / amado, tanto amar! / Enfermeron [mis] ojos llorosos, / duelen con mucho mal!”) Ejemplos de jarchas, en romance mozárabe y castellano moderno: Gar, ¿qué farayu? Di, ¿qué haré? ¿Cómo vivirayu? ¿Cómo viviré? Est al-habib espero, A este amado espero; por él morrayu. por él moriré. (Abraham ben Ezra, 1092-1167) Garid vos, yermaniellas, Decid vosotras, ay hermanillas ¿cóm’ contener é mieu mali? ¿cómo refrenaré mi pesar? Sin el habib non vivréyu, Sin el amado no viviré, ed volarei demandari. y volaré a buscarlo. (Yehuda ha-Leví, 1075-1140?) ¡Aman, ya habibi! ¡Merced, amigo mío! Al-washs me no farás. Sola no me dejarás. Bon, besa ma boquella: Hermoso, besa mi boquita; eo sé que no te irás. yo sé que no te irás. (Anónimo) Mio sidi Ibrahim, Señor mío Ibrahim, ya muemne dolchye, oh nombre dulce, vente mib vente a mí de noyte. de noche. In non, si non queris, Si no, si no quieres, iréme tib: iré yo a ti: garme a ob dime en dónde legarte. encontrarte. (Muhammad ben Ubada, segunda mitad del s. XI) Bibliografía Textos GARCÍA GÓMEZ Emilio (ed.). Poemas arabigoandaluces. Madrid: Espasa-Calpe, varias ediciones. Colección Austral. ISIDOR ZE SEVILLY. Etymologiae. Praha: Oikoymenh, 2000. SENECA, Lucius Annaeus. Slova tesaná do mramoru. Praha: Vyšehrad, 2000. Estudios BENEŠ Vlastislav a kol. Španělsko a Španělé. Praha: Grada, 2000 (pp. 15-18). CHALUPA Jiří. Španělsko. Praha: Libri, 2005. Stručná historie států (pp. 9-45). FENCLOVÁ Jitka, SOLÉ Lourdes, CARRASCO Justa. Literatura španělsky mluvících zemí. Autores y temas de la literatura española e hispanoamericana. Plzeň: Fraus, 1999 (pp. 11-12). HAERI Fadhlalla (Šajch). Základy islámu. Tradice, historie, vývoj, současnost. Olomouc: Votobia, 1997. KAUFMANN Hans. Maurové a Evropa: cesty arabské vědy a kultury. Praha: Panorama, 1982. MILIČKA Karel. “Latinská římská literatura”, en: Světová literatura I. Praha: Fortuna, 1998 (pp. 95-121). POLIŠENSKÝ Josef, BARTEČEK Ivo. Dějiny Iberského poloostrova (do přelomu 19. a 20. století). Olomouc: UP, 2002 (pp. 20-42). UBIETO ARTETA Antonio y otros. Dějiny Španělska (tít. original: Introducción a la Historia de España). Praha: Lidové noviny, 1995 (pp. 13-42, 61-92). ________________________________ [1] El asterisco (*) indica palabras o términos comentados más abajo.