Maqueta: RAG «No está permitida la reproducción total ? parcial de este libro, ni su tratamlento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, y~ sea electrónico, mecánico, por řotocopía, por registr? u otros métodos, sin el perrmso pre~\O y por escrito de los titulares del Copynght.» © Juan Carlos Rodríguez Para todos los países de habla hispana © Ediciones Akal, S. A., 1990 Los Berrocales del Jarama Apartado 400 - Torrejón de Ardoz Tels. 656 56 11 - 656 49 I I Fax: 656 49 95 Madrid - Espaňa ISBN: 84-7600-689-6 Depósito legal: M. 28.138-1990 Impreso en Anzos, S. A. Fuenlabrada - Madrid JUAN CARLOS RODRfGUEZ TEORfA E HISTORIA DELA PRODUCCIÓN IDEOLÓGICA LAS PRIMERAS LITERATURAS BURGUESAS (SIGLO XVI) iiiII ~ AKAL lntroducción -«tPor favor, podrÍa decirme qué camino debería seguir...? -Eso depende mucho de hasta dónde quieras llegar.» LEWIS CARROLL La Literatura no ha existido siempre. Los discursos a los que hoy aplicamos el nombre de «literarios» constituyen una realidad historica que sólo ha podido surgir a partir de una sene de condiciones -asimismo historicas-: muy estrictas:las condiciones derivadas del nivel ideologico caracteristico de las formaciones sociales «modernas» o «burguesas» en sentido genera!. Como la aiirmacion es abrupta la iustificaremos por par- tes. I En efecto: ia qué llamamos hoy «literatura»?Sencillamente: llamamos literatura a una sene de discursos caracterizados ante todo por: a) Ser obras de un autor, esto es, ser un objeto construido por un sujeto. La ideologia hoy hegemonica (hoy: quiero decir, a partir del siglo XVIII) considera por supuesto que no sólo los discursos literarios,sino también cualquier otro tipo de discursos (loscteoricos»en general; los «cientiticos»en sentido estricto,los «politicos»en su amplisima gama: como también las «obras artisticas»,etc.),son asimismo yante todo objetos construidos por un sujeto. Lo que dijerenciaria;pues, a los textos literarios de todos estos otros discursos paralelos sena precisamente el hecho de que en tales textos se expresaría mejor que en ninguna otra parte la propia verdad interior, la propia intimidad del «sujeto/autor de la obra». En consecuencia; el sujeto literario -y por 10 mismo «su» texto- no nos aparecería asi como un «sujeto»sin más, sino com o aquél en estricto que «hablas o se «expresa»en nombre siempre de su propia verdad interna (y más allá,por tan- 5 to en nombre de la verdad misma de todos los sujetos hu~anos. Elfo independientemente por supuesto tanto de que el autor utilice un género «confesional» o «biográiico». como de que se considere como transmisor de una verdad social. popular o nacional; etc.). b) Todas estas categorías son las que se han considerado esencialmente como las que justificarían la existencia de una literatura «eterna»: )O) la supuesta existencia permanente de que ese sujeto/autor de «su. propia obra, expresa.ndo en elfa su propia verdad autonoma e interior; y 2") a la inversa: la creencia en que paralelamente ha tenido también una existencia «eterna» ese tipo de discurso que se constituye como mera expresión de la voz interior de un «autor» y que es colectivamente considerado como válido sólo por existir como expresión de tal «voz». Este tipo de planteamientos «eternizantes» no revelan obviamente más que un profundo transiondo a-histórico. Lo que nosotros pretendemos, al contrario, es proponer la tesis de la radical historicidad de la literatura. II 1. Tomamos el término «historie» muy en serio, y en consecuencia no tratamos de poner parches. No se trata de anadir un contexto histórico (el tan socorrido «contexto») o sociológico a la obra literaria para explicarla desde «aiuera» {mientras otros explicarían lo propiamente literario de la obra, lo de dentro, su «en sin). Por razones que veremos enseguida pretendemos situarnos al margen de tales planteamientos duales (Zacreencia en que la obra tiene un dentro y un [uera, un interior y un exterior, 10 que justiiica a la vez la creencia en esa dualidad paralela de métodos: el método propiamente literario -el que bucea en el einterior»+ y el método externo o contextual). Entender la obra literaria desde su radical historicidad quiere decir, por el contrario, para nosotros, que tal historicidad constituye la base misma de la lógica productiva del texto: aquello sin 10 cual el texto no puede existir {no puede juncionar ni «en si» ni «[uera de si»). Retomando en este sentido nuestro planteamiento inicial: la posibilidad de la literatura {esto es: no sólo la aparición del concepto actual de lo que sea la literatura, sino a la par -y 10 que es mucho más importante- la existencia real de ese 6 tipo de discursos que llamamos literarios) sólo surge cuando surge la lógica del «sujeto». Y en estricto: tal logica {o sea: la imagen de un individua «libte», «autonomo», origen y iin de si mismo, poseyendo un «interior» =una mente, una razón, etc.- única [uente -y único responsable- de todas sus ideas, sus juicios, sus sensaciones, sus gustos, sus saberes y sus discursos, etc.) está directa -y únicamente- segregada desde la matri: ideologica burguesa. Elfo por una razon doble y muy sencilla: en primer lugar, como oposicián directa a la ideologia [eudal del «siervo» {o del servicio en sentido amplio); esto es: a partir de la logica del siervo jamás hubieran podido establecerse relaciones «mercantiles» o «capitalistasi en ningún sentido. Si el siervo sigue adherido sustancialmente a una tierra ya un serior resulta imposible inscribirlo en un [uncionamiento capitalista (aun en la jase manujactureral. La ideologia burguesa necesita, pues, convertir al siervo en proletario, esto es, en sujeto libre, poseedor al menos de su propia verdad interior (en este caso su [uert.a de trabajol, libremente, por tanto, dispuesto a venderla a cambio de un salario, etc. Pero en la constitución de la imagen del sujeto la lucha contra la ideología feudal del servilismo representa sólo un factor: el otro factor (Zaotra cara de la moneda) radica en la constitución misma de la matri: burguesa, que es la que exige que la articulación entre las diversas clases (dominantes y dominadas) se conciba siempre a partir de la imagen de que todos los individuos son sujetos libres, iguales entre si; poseedores de su propia verdad interior, etc. Sin esta imagen básica tal sistema no puede [uncionar. En una palabra: si la logica del sujeto sólo puede existir a partir de las condiciones objetivas inscritas en tal matri: ideologica; si el «sujeto», pues, es una invencion de esta «matrir», resultará pertectamente inútil tratar de encontrar tal logica en el interior, por ejemplo, de la ideologia «esclavista» o de la ideologia [eudal del «servilismo», etc. 2. Sólo que con una salvedad inmediata: que los criticos y los lectores (pero no sólo ellos: todo el ámbito social en general) presupongan siempre en el [ondo que el discurso literario no es otra cosa que esta peculiar expresión de la intimidad de un sujeto; que los propios «autores» 10 crean asi también {por eso existen como tales: como «propietarios privados» de «sus obras y como «creadores libres» de ellas: iel dogma de la libertad del escritori); e incluso que los propios discursos se produzcan y reprodutcan a partir de tal lógica de 7 base, etc.. todo esto configura una situación que, a pesar de su aparente evidencia, se presta; si~ embargo, a los mayores equívocos. Hay que tomarla con pznzas.. ' . Pues, en efecto: si no entender;LOsbien lo que esa lógica del sujeto significa, si la entendleramos, por ejemplo, como una realidad literaria existente en tanto que tal;no~ encontrariamos con el paradójico resultado de que, despues de tanto camino, no habriamos logrado otra cosa que sustituir el «en si» de la obra por el «en si» del sujeto. Con lo que de nuevo recaenamos en la «a-historicidad»,sólo que ahora de un modo mucho más sutil. . , Tomemos, para verlo, esa lógica del sujeto consld,erandola como una hipotética realidad en sí: ;,que ocumna? .Slmplemente podria deGÍrsenosesto: supongamos ~ue los discursos que hoy Ilamamos literariossólo pueden existir 1esde que existe el «sujeto»;que las figuras del «autor»,del «cntico» (q~e iuzga en primera instancia) y del «lector»(que jusga en la ultima) sólo pueden constituirse en tanto que se COnzlgu~ena su vez como sujetos libres yautónomos; que el prop'lOdiscur- 50 no se construye sino como expresión de una SUb]etIVldad..., supongamos todo esto, de acuerdo, pero entonces eso no puede significar otra cosa que el hec~o de que ~l aparecer una nueva «época» ha aparecido tambien un «e~pmtu nuevo» (que daria un nuevo contenido o un nuevo estilo a los dlscursos! corno nos dirian los «[enornenologos». o bien (como nos dlrian Zos((empiristas»)todo eIlo no puede significar otra cosa que eZ hecho de que se ha Ilegado aZ,momento en q,ue los hombres han reconocido al fin el caracter libre yautonomo de su propio ((yo»,de su propia «mente», y desde tal reconocimiento han generado sus nuevos discursos. . . Esto podria deGÍrsenos,en etecto, y eZriesgo de recibir tales aseveraciones resuZtacasi inevitabZe. Vamos, SI;Zembargo, a intentar evitarlo,en Zamedida que sea y de Zauruca manera posibZe:delimitando estrictamente Zoscampos ... {,Qué decimos? AZgo muy [ácil a pesar de tal nesgo de equívocos: decimos. s,que Zaliteratura.s.urgecuando surge la ZógicadeZsujeto, pero decimos también. y esto es lo decisivo, que tallógica del sujeto no es otra ~o~aqu~ ~na derivación -una «invención» de una matnz ideológica de- terminada. As' creemos, nos impedimos caer en la «a-historicidad» sutil a que aZudíamos: Zaque se presenta bajo Zafor:na de ehistoricismo»: de «evoZucionismo» más o menos discontinuo; Zaque admite cambios de «época», cambios de «esti!~», ciertos cambios de «forma» o de «contenidos». La que admite 8 que la «literaturamodema» es propia de la «época moderna», y la «literatura [eudal» es propia de «la época jeudal»; pero siempre dando por sentado: r) Que ambas son esencialmente -en su [ondo=lo mismo; que ambas son «literatura»,dado que una misma estructura productiva subyaceria en los dos casos: la misma relacion básica «sujeto/obra»;la obra expresando la verdad intima de su autor, etc. Con una única diierencia: el autor y la obra feudales estarian más condicionados por una serie de trabas exteriores, convenciones e imposiciones sociales, [alsas creencias e irracionalismos (todo ello siendo algo obligado en el marco de las cortes o los monasterios, de las reglas caballerescas o de las teoriraciones escolásticas), etc. Por el contrario, el autor y la obra «modernos» corresponderian ya a otro «espíritu de la época», a otro «estilo».a otro «contexto»: aquel en el que el «hombre» (y con él sus diversas expresiones: la literatura, la filosofía, la poluica) habria al fin logrado reencontrarse a si mismo, liberarse en gran medida de convenciones y prejuicios; habria descubierto su propio interior (libre, puro, autónomo: cfr. la corriente iniciada sobre todo por Kant y los ilustrados) o bien el «hombre» habria alcanzado ya un grado de madure; y solide: suficiente como para poder jurgar, actuar y expresarse únicamente a partir de su propia experiencia, sin necesitar nada más, etc. (cfr.las diversas tendencias «empiristas»).En una palabra: mayor dependencia del exterior, en la «literatura moderna»; pero en ambas la relación clave, la relación «sujeto/obra», permaneceria inalterable, una misma estructura productiva actuaria en ambos casos. Y: 2") Reconociéndose paralelamente que (tanto por 10 que hace a la literatura «jeudal» como a la «moderna») esas caracteristicas respectivas (en un caso la «exterioridad»y los condicionamientos sociales del sujeto; en el otro caso, aquella individualidad libre, autonoma; autoexpresiva, de que hablábamos) constituyen la verdad misma de esos textos «[eudales» o «modernos» en que se nos presentan. 3°) Consecuencias: - En el primer planteamiento se niega aparentemente que la literatura no haya tenido cambios, no haya evolucionado, etc.;pero sólo para atirmar que la literatura es un campo autónomo y homogéneo, que posee una unidad esencial desde sus origenes inmemoriales hasta hoy, y que tales cam- 9 bios o evoluciones son sólo variaciones accidentales en el interior de ese campo «eterno» de la literatura. _ En el segundo planteamiento la sutile:a es aún mayor: cuando el positivismo evolucionista construye la imagen de que «la subjetividad medieval candicionada es la verdad de la literatura [eudal», ode que la «individualidad plena modema es la verdad de la literatura individualista actual», no debemos interpretar a Ia ligera tales imágenes, considerándolas como meros remedios de la ti;pica proposición escolástica acerca de que si el opio duerme es porque posee virtudes dormitivas. La cuestión va mucho más allá: 10 que deberiamos preguntamos -como siempre- sena más bien: ;,qué se esconde bajo tales imágenes, qué lógica las sostiene? Entramos asi en el meollo de todas las cuestiones que nos interesa debatir. Pues, en electo: J. Como podemos fácilmente comprobar. lo que verdaderamente se concibe como «ahistorico» (en toda esta serie de planteamientos) es la nocion misma de «suieto» (el mismo sujeto, por ejemplo, en el mundo «medieval» y en el «moderno») o de «hombre» o como quiera llamársele. (Por supuesto no voy a rememorar la polémica =pro o antialthusseriana= sobre el «humanismo». tan ruidosa po cos anos atrás y tan aburrida a iuena de ser «ciega»: y ello -entre otras cosas- porque lo que tratamos aqui es precisamente de separar los elementos que aparecian fusionados en tal polémica, sustentándola y encegueciéndola a la vez. Esto es: delimitar por una parte la; digamos, realidad jisica de los individuos humanos y, por otra parte, la nocion de «hombre» en tanto que tal «nocion». Y es en este sentido último en el único, creo que es obvio, que utilizamos aqui esos términos de ehombre» o de «sujeto»). La nocion de sujeto (y toda la problemática ahi inscrita) es radicalmente historica. deciamos, porque se segrega directamente (y exclusivamente) desde la matri: misma del inconsciente ideológico burgués: el «siervo» no puede ser jamás «sujeto», etc. Pero por ello también los planteamientos teóricos derivados desde esa misma ideologia burguesa nunca podrán aceptar que su propio inconsciente de base sea una cuestión ideológica (o sea: historical. sin o que considerarán siempre que los elementos y la lógica propia de tal «inconscienie» constituyen la verdad misma de la realidad {isica humana, su propia transparencia: la idea de «Razon» (ysu lógica; o su inverso: «lo irracional») no se considerará asi nun- 10 ca. por ejemplo, como un invento ideologico derivado directamente de las burguesias clásicas, sino como un elemento «natural» incrustado (cfr. Diderot, Valery, Lukács ...) en la médula misma de lo humano (e igual podríamos decir por lo que respecta a la variante empirista de esta idea de Razon: la noción de «mente» o de «psicologia interna», etc.). Y asi también cualqui~r otra temática que pudiera reseriarse, en especial esa nocton de «sujeto» que legitima y sostiene a todas las demás en esta perspectiva (y, por tanto, aquella euya «historicidads tendrá que ser negada con mayor [uerza). Los métodos usados para lograr tal negación son los mismos que hemos detectado en lineas generales anteriormente respecto a la literatura, métodos todos que pueden resumirse en ese presupuesto: la nocián de hombre/sujeto es una realidad etema que puede haber ido evolucionando y adensándose, que puede vanar su «contenido» o sus «ideas», pero que poseerá siempre -Iatente o explicitamerue-: una propia lógica interna, una común estructura de base inalterable a lo largo de los siglos, etc. En la segunda parte de este libro, al analizar la serie de polémicas aún vigentes en tomo al «Renacimiento». hemos tratado de delimitar en detalle las caracteritaciones más tipica: que el «evolucionismo» tradicional nos ha legado a propOSIlOde toda la serie de problemas historiográficos que aqui planteamos; y lo mismo hemos pretendido al hablar de la «radical historicidad» de la poética animista del XVI o de la interpretación de estos textos poéticos animistas desde el punto de vista del «evolucionismo eternirante»: alli reencontrará el leetor en eoncreto 10 que aqui solo se sistemati:a en sus planteamientos generales. 2. Nuestra proposición básica queda asi delimitada en sus diversos aspectos: . a) Si desde nuestra perspectiva esa imagen nodal del suJeto no es «for all seasons», sino rigurosamente historica, en tanto que sólo puede [uncionar y existir en el interior de una matri: determinada, ello no significa; sin embargo, que tal zn;zagen constztuya una realidad efectiva y autosuiiciente en si mzsma: la oposición «siervo/sujeto», decimos, no supone en absoluto el paso desde el hombre encadenado al hombre en Sl mismo, sin trabas y sin determinaeiones. Muy al contrario: tal oposieión únicamente signiiica el paso desde unas relaciones sociales a otras (siervo es sólo un término que nos indica la espeeial -y necesaria= inscripcion de los individuos en las relaeiones de clase caracteristicas del feudalismo; su- 11 jeto es sólo un término que nos indica la especial -y similarmente necesaria- inscripción de los individuos en las relaciones de clase caracteristicas del capitalismo, tanto en su primera fase com o en las [ases posteriores, etc.). En una palabra: tales nociones no son efectivas realidades en Sl (recuérdense, por ejernplo, las afirmaciones de Jan Watt o de Lukács en este sentido: la modema «novela realista» habria aparecido desde el xvui porque paralelamente habria aparecido también un efectivo «espiritu realista»: el hombre convertido al fin en sujeto libre y pragmático y la novela «reileiando» tal realidad), sino que únicamente constituyen las privilegiadas categorías en las que se expresa y se objetiva el funcionamiento básico de la matri: ideológica feudal o burguesa, categorias en las que tales ideologias se condensan por antonomasia y se realitan. Y sena una tremenda equivocacion, un insalvable error en el al:a de nuestro punto de andlisis, identificar sin más el «funcionamiento interno» de una ideologia con las «nociones» más claras en que tal ideologia se exhibe, se hace visible. Cuando decimos que el «siervo» o el «sujeto» no existen realmente nunca, no queremos decir que no existan «sálo» en el nivel económico o en el politice (niveles ambos a los que una cierta tradicion marxista mecanicista -la inversión hegeliana- ha solido atribuir por antonomasia la esencia de la realidad, los ha considerado como los «únicamente reales» -sic-: la ideologia -el nivel ideológico objetivo de una formación social- es, sin embargo, una realidad tan plena, sabemos hoy, como cualquiera de los otros niveles sociales y el hecho de que el nivel econonimo sea siempre, por supuesto, el determinante, no quiere decir que los demás niveles no sean tan «reales» como él), sino que 10 que queremos decir es que siervo y sujeto no existen (como valores plenos y en sL)tampoco en el interior mismo de sus respectivos niveles ideológicos. b) Pues, en eiecto la configuracion del nivel ideológico en cualquier formación social es siempre doble: por un lado, está 10 que él dice que es; por otro lado, está 10 que él es realmente. Ode otro modo: por un lado están sus nociones visibles y por otro está su funcionamiento real. Veámoslo por partes: - Las nociones: Lo que un nivel ideologico «dice que es» 10 dice básicamente a través de esa serie privilegiada de «nociones», o de «ideas-eje» (solidas e intocables, porque suelen presentarse 12 como la verdad misma de la «naturalera humanas) al esti/o de las anotadas: 10 que la ideologia [eudal dice es que el hombre es esencialmente «siervo» de un «Seňor» (se escriba éste con, mayúscula o con minúscula), y tal noción-eje permanecera szempre latente e incontrovertible en el trasfondo de cualquier tipo de producción ideológica medieval. Del mismo modo: 10 que la matri; ideologica burguesa «dice» es que el «hombre» es esencialmente un «sujeto libre» (y tal noción estará igualmente siempre en el trasfondo de cualquier producción ideológica «moderna»], etc. Pero ambas perspectivas no se conforman con esto: al decir por ejemplo 10 que es el «hombre», están a la vez diciendo 10 que «SOni>ellas mismas: están diciendo que si el sujeto y el siervo son realidades básicas ellas mismas [que han segregado tales nociones) son por es;' y automáticamente, realidades igualmente básicas. En una palabra: cada matri; ideologica se enuncia a través de unas «nociones-eje», a las que otorga el carácter de elementos esenciales e inalterables de la realidad, para inmediatamente borrarse a Slmisma en tanto que tal (id est: en tanto que «ideologia»), amparándose y escondiéndose detrás de esas nociones a las que ya ha conseguido establecer com o la verdad misma de la vida. De ahi que los individuos inscritos en las relaciones [eudales (tanto los pertenecientes a las clases dominadas como los pertenecientes a las dominantes; esto es: tanto los verdaderos siervos como los meros «siervos de Dios») conciban tales relaciones, las vivan; como ejectivamente «serviles», se autoconciban ellos mismos (y no puedan hacerlo de otra maneral com o literalmente «siervos», etc. E igual podiamos decir por 10 que respecta a la imagen del «sujeto» dentro de las relaciones sociales burguesas: todos los individuos inscritos en tales relaciones (tanto los dominantes como los dominados) se creen auténticamente «sujetoss, se autoconciben (a la par que conciben su mundo) única y exclusivamente desde esta perspectiva, no pueden ir más allá, traspasar esos limites. -EI funcionamiento: Ahora bien: ~qué significan de hecho tales nociones, cómo se constituyen, desde dónde se elaboran? La respuesta es iácil porque la conocemos ya: tales nociones no son más que el resultado, la salida al exterior en forma de «signo» visible de una serie de necesidades intemas propias y exclusivas de una especiiica matri; ideologica; y no de otra. La necesidad; por ejemplo, que tienen las relaciones 13 sociales [eudales -en bloque- de que su nivel ideológico «convierta» a todos los individuos en siervos o la necesidad . que las relaciones sociales burguesas tienen -en bloque- de que «SU»nivel ideológico «convierta» a todos los individuos en sujetos libres, etc. En una palabra: a) El funcionamiento interno real, la verdadera lógica de base de un determinado nivel ideológico depende siempre -y exclusivamente- de los elementos que entren en juego en sú «matrir», y b) una matri: (ideologica) no es otra cosa que la reproduccion, en el nivel de Zaideologia. de la contradicción básica de clases que constituye cada tipo de relaciones sociales: la «contradiccion» entre «siervosseiiores» en eZ[eudalismo, Zacontradicción entre «burgueses/proletarios» en el capitalismo, etcétera. Siervo, pues, es sólo la noción ideológica a través de la cual se expresa; se legitima y se vive Zaespeciiica articulación de clases en el [eudalismo; sujeto es sólo la noción ideológica a través de ZacuaZ se expresa. se legitima y se vive Zaespeciiica articulacion de clases en Zassociedades capitalistas, etc. Nociones: esto es, meras segregaciones de Zainiraestructura ideologica de base. As( Zanovela realista ing lesa del XVI1I no aparece, [rente a Zaque opinan Watt o Lukács, porque antes hayan aparecido efectivamente el «espiritu realista» y sus «sujetos libres y pragmáticos» andando por las calles de Londres e inscritos en el lenguaje juridico de la época; del misma modo que la literatura del «Renacimiento» no aparece porque antes se haya descubierto efectivamente la «conciencia de la individualidad» y de la libertad de los hombres. El «sujeto pleno» del xvm inglés o Za«individualidad Iibre» del XVI italiano no son más que imágenes o nociones a través de Zas cuaZes se transparenta Za ideología burguesa correspondiente a cada una de esas fases. Por tanto, ese sujeto realista o esa individualidad plena no son realidades en s( no ya políticas o economicas, sino ni siquiera «eidéticas» o «espirituales», como se nos pretende decir. La única realidad de tales nociones sena asi la de traslucir una Zógica más de fando, la de la matn: ideológica burguesa que Zassustenta y que se exhibe en ellas. Yen consecuencia será esta matri: ideológica -sus necesidades y su funcionamiento interno- la que verdaderamente provocará (con las claras diferencias históricas que existen entre el XVI y el xvm) la aparición de ambos tipos de discursos, no la «individualidad libre» o el «sujeto pragmatista» considerados como realidades «espirituales» o «eidéticas» en Sl. En una palabra: el sujeto es una invención de la matri: ideológica burguesa, pero ésta: a) 10 traslada atodas las épo- 14 cas; b) trata de hacerlo pasar por una realidad tanto a nivel político o económico com o a nivel «eidetico» o «espiritual» (por emplear los términos que tal ideologia usa) al hablar, por ejemplo, del sujeto jurídico o del sujeto literario. c) Ello no impide, por supuesto, que los discursos juridicos o los literarios se estructuren; en el ámbito burgués, a partir de la temática del sujeto»; 10 único que nosotros queremos hacer ahi es mostrar que tal temática sólo existe en tanto que «histárica», es decir, en tanto que trasunto directo de la ideologia burguesa de base. 3. Consecuencias: a) Si la lógica interna de una matri: es la única verdadera determinación de todos los tipos de discursos que tal matri: segrega; incluidos los literarios, ha de ser esa «logica histórica» la que en última instancia deberemos tener esencialmente en cuenta a la hora de enfrentamos con cualquiera de «sus» producciones. Considerando a la par que la dijerencia entre los discursos literarios y los otros discursos paralelos (por ejemplo, los que -también hoy- llamamos eteoricos», etc.) sólo podrá precisarse desde el interior mismo del funcionamiento de cada matri: histórica. b) Y por tanto: nuestra proposición básica acerca de la radical historicidad de la literatura no puede rejerirse sólo a los «origenes» o la [echa de nacimiento de ésta; sino que se refiere ante todo, como ahora podemos comprender mejor, al hecho de que esos discursos literarios (o cualesquiera otros de cualquier otra [ormacion social, anterior o posterior) están siempre -y únicamente- segregados desde (y determinados por) las necesidades específicas de una matri: ideologica históricamente dada. Con 10 cual resultará asimismo imprescindible plantearnos el problema esbozudo del por qué de que dentro de una matri: nos aparezcan ciertos tipos de discursos -y no otros-, o por qué se da una especial «concepciorulegitimacion» social -y no otra- de tales discursos, por qué estos se elaboran desde una peculiar perspectiva -y no desde otra-, tratando de lograr una especiaZ autosignificación -y no otra-, todo ello en un determinado momento histórico y sólo en él. EI lector volverá a encontrarse con esta serie de preguntas en diversas ocasiones a 10 largo del libro: por ejemplo, a propósito del «porque» deZ estabZecimiento del soneto o del diálogo como tipos discursivos por excelencia del animismo 15 burgués; del porqué de la aparición de la dialéctica de la «lu:» y del «[uego» en San Iuan, en Herrera o en Donne; del porqué de la dialéctica del «agua» y el «movimiento» en Garcilaso, o asimismo a propósito de la aparición de la noción de «alma bella» dentro de esta misma poética y en oposición a la noción feudal de «sangre»; etc. III AI cambiar la problemática teórica cambia también el «objeto» que ésta analiza. Ni los procesos productivos del texto ni su significación globa!, ni su situación histórica, pueden ser nunca 10 mismo si se les enjoca desde el punto de vista del «evolucionismo eternizante» que si se les enfoca desde el punto de vista de su «objetividad histórica radical»; puede comprobarse enseguida: si para esta última problemática el texto no es nunca la segregación directa de un sujeto, si no es nunca un objeto unitario, expresador de la supuesta intimidad de «su» autor, etc; evidentemente, toda la enunciación textual en bloque -el discurso literario en si mismo, en una palabra- nos habrá de otrecer un sentido y una configuración perjectamente distintos a los que nos ofrecia desde la perspectiva «evolucionista». Precisar con el mayor rigor posible este cambio en la significación total del «objeto-literatura» al enfocarlo desde una problemática teórica distinta constituye el objetivo último de nuestro libro, y precisarlo a todos los niveles: tanto por 10 que respecta a la teoría literaria más «abstracta» -sic- como por 10 que respecta al estricto desarrollo de una tendencia literaria concreta (en este caso la que hemos denominado como «animismo burgués») o la lectura precisa y literal de los textos más caracteristicos de tal tendencia. Por ello hemos titulado un apartado muy específico de este libro com o «Presupuestos de lectura» de la poética animista. Aunque tales «presupuestos» los hayamos planteado en estricto a propósito de los poemas de Garcilaso, no cabe duda de que son aplicables a toda esta poética en genera!, ya que, al establecerlos, sólo hemos pretendido mostrar cómo una serie clave de prejuicios tradicionales (por ejemplo, la idea de la «transparencia del texto» o la de la «lectura directa o inocente») no son más que derivaciones literales de la perspectiva crítica del aludido «evolucionismo eternizante», etc. Planteadas asi las cosas, sólo nos quedaría finalmente por I 16 delimitar una última serie de cuestiones =última; pero no menos importante-; aproximadamente éstas: 1. iQué otras caracterizaciones concretas otorga el horizonte teórico actual a los discursos literarios? 2. iQué [uncion real cumplen los discursos literarios en el interior del nivel ideológico burgués o «modeme»? 3. i Qué sentido real puede poseer entonces toda esa amplísima gama de discursos =usualmente considerados como eliterarioss-: pertenecientes a los modos de producción nocapitalistas: los pertenecientes al «esclavismo» griego, por ejemplo, o los pertenecientes a la matri; feudal -éstos sobre todo, ya que los estamos utilizando continuamente para contraponerlos a los discursos existentes en las sociedades pos- dieciochescas? Evidentemenie, poder ojrecer una respuesta plenamente adecuada a cada una de estas preguntas resultaría fundamental a la hora de clarificar las posibles ambigúedades aún latentes en nuestros planteamientos. Pero tal explicitación plena resulta ahora imposible. Digamos sálo, pregunta a pregun- ta: 1. Respecto a la primera pregunta: Las caracterizaciones concretas que el horizonte teórico actual otorga a los discursos que él mismo llama literarios podrían resumirse diciendo que, a más de concebirlos como expresión pura de la intimidad del suieto, los concibe como caracterizados por ser Iingůísticos y sensibles. a) Lingůísticos: Parece mentira, pero es así. Cualquier tipo de discurso debería ser caracterizado básicamente como lingtiistico, desde los discursos matemáticos a los juridicos, y sin embargo sólo el «literario» suele ser marcado por antonomasia con tal seiial com o si se tratara de una cuestión sin vuelta de hoja. iPor qué? Puede aventurarse una explicación del hec ho: la misma idea central de que 10 literario es igual a la intimidad del sujeto se trasvasa directamente al plano lingúistico, resultando asi esa imagen de que 10 literario es igual a la intimidad pura del lenguaje, es decir, igual al lenguaje en tanto que usado en y por si mismo y no con otros fines «exteriores», etc. Véanse al respecto todas las teoriraciones acerca del «arte por el arte», las del Formalismo ruso y la Estilistica; y en generallas de la mayoría de los críticos «lingůisticos» a partir de Jakobson. Cierto que las corrientes empiris- 17 tas [neopositivistas, analiticas, etc.) introducen una variación en este panorama: en ellas se deja momentáneamente de lado este lingúisticismo casi exclusivo de la literatura, pero sólo en tanto que tales corrientes se mueven dentro de un «panlingůisticisrno» total: para ellas «todo» es lenguaje. Con 10 que, evidentemente. y aunque por caminos distintos, también aquí 10 literario se marcará exclusivamente a fin de cuentas con una senal lingúistica específica: será «literatura» en generaltodo lenguaje no veriiicable, libremente imaginativo y sensible, etc; o sea, ellenguaje más personal y subjetivo, el menos preocupado por la objetividad y la comunicacion; el más «intimo» en una plabra. b) Sensibles: De nuevo tenemos aquí un desdoblamiento de esa idea central acerca de la identidad entre literatura e intimidad del sujeto: pues 10 más intimo de éste radicará (según las bases de tal horizonie ideológico burgués) precisamente en aquellas regiones más oscuras, en las capas últimas y más espontáneas de 10 humano, las más alejadas del exterior y del control de la «mzon», etc; o sea, 10 que toda esta ideología clásica llama las capas sensibles del sujeto, el nivel de su sensibilidad; etc., bien se exprese ésta a borbotones (como querían los románticos). bien se exprese a través de su encuadramiento en unas [ormas asimismo sensibles (como han propuesto todos los fenomenólogos desde principios de siglo). En las corrientes criticas empiristas, y debido a que no necesitan diferenciar nunca bien entre «ideas» y «sensaciones» (éstas no siendo algo realmente distinto de aquéllas, sino sólo su germen primario), en estas corrientes, digo, ha sido posible la reivindicacion de una literatura donde el pensamien to del escritor también pareciera válido poéticamente (cfr. toda la crůica de Eliott, pero teniendo siempre en cuenta que inclu- 50 aquí la determinacion última del lenguaje poético está siempre otorgada a los niveles directos de la «sensacum» -sic- más que a un influio directo de la «racionalidad», etc. Como se ve, en suma, todas estas caracterizaciones que la ideologia teórica dominante otorga al discurso literario no son de hecho más que desdoblamientos de la relación primaria «suietointimidad» (incluida lapropia obsesion de la crítica por hallar el interior o la intimidad del texto), una relacion establecida ya desde Kant como definidora de 10 especitico y autónomamente propio de 10 literario (de todo 10 «estético»], aquello que 10 diferenciaria de los demás discursos, etc. (fa base, digamos en general, para tal diferenciaciónI 18 se sienta, ejectivamente; desde el momento en que se establecen tres procesos «mentales», tres «lenguaies» distintos, en el propio sujeto, cada uno con sus mecanismos específicos y autonomos, especificacion que se realita precisamente a 10 largo de las tres criticas kantianas: y a partir de ahí la línea va ininterrumpida desde Schiller a Croce; 10 mismo podríamos ver en la línea empirista a partir de Hume y hasta Richards, Eliot o el New Criticism). 2. Segunda pregunta: Aquí la cuestion ya es más peliaguda: (.qué función real cumplen los discursos literarios dentro del nivel ideologico «moderno»? En primer lugar habría que analirar el triple desarrollo de las [ases históricas de la ideologia burguesa (fa [ase manufacturera o mercantil; la [ase «clásica» y la [ase final actuali pues en cada una de ellas la [uncion del discurso literario y del escritor (en tanto que figuras sociales ambos) se matizará muy diversamente. Por citar sólo el caso más conocido y sintomático: la socialiracion o colectivizacion (capitalista} de las juerzas de producción masivamente impuesta en la últirna [ase (y dentro de ella cuestiones tales como la necesidad del «trabajo en cadena», la separacion cada vez mayor entre el trabajador y el objeto producido, la subsiguiente ideología econornicista, asimismo masiva; del trabajo «útil» -id est: el inscrito directamente en las relaciones de producción, tanto en la esfera productiva misma como en la esiera de la «circulacionw-, etc.], toda esta estructura unitaria acarrea necesariamente la imagen de la «marginacion social» del artista o el escritor (fa literatura o el arte considerados como actividades einútiles» y, por tanto, sólo propias para el reducido espacio del «ocio» o del «lujo intelectual o material» -sic-, «hobbies» o actividades de «iin de semana», minoritarias y alejadas de la «sensibilidad común», etc.). Es algo que los propios escritores asumen. a su modo desde la época romántica; llevándoles a cultivar precisamente esa marginacion real com o un bien propio, como un destino especial, un signo de su superioridad sobre el ámbito social (cultivar, pues, el aislamiento, la bohemia; el malditismo, acentuar el carácter hermético de su propio lenguaje literariol, pero marginación real a fin de cuentas en tanto que, evidentemente, el trabajo del escritor (fa relacion directa «sujeto/obieto» que él pretende establecer y su obra valorizada precisamente por ser obra «única y personal»} remite directamente a un estatus «artesanal» y «pre-industrial» del trabajo, algo, en fin, que tiene que chocar directamente con las nuevas normas economicistas establecidas. 19 Y sin embargo Zascosas son mas compZejas de Zoque taZ situación preceria indicar: resaZtar esa compZejidad de Za»: ción deZ hecho Ziterario en Zassociedades modemas es el merito básico de Zos últimos trabajos de R. y E. Balibar, P. Macherey, F Vemier, etc. Pues, en eiecto, podriamos decir que taZ marginación real está relacionada ante todo y casz exclusivamente con el horizonte ideológico economicista propiamente dicho {o sea, es algo que se desprende sin más de Za contrastación entre la imagen deZ «trabaio industriaZ colectivo» y la imagen del «trabaio artesanal personal», algo, en fin, similar a ZahabituaZ oposición romántica entre la «mano» y la «máquinasi etc. Pero eZ trabajo Ziterario no funciona sóZo en ese niveZ de Za ideoZogía economicista; o mejor, cuando funciona ahi Zohace -y básicamente- desde eZniveZ ideologico sin más, y es esta posición ideoZógica literaZ Zaque debemos plantearnos en primera instancia. En ejecto: Zos trabajos citados de E. y R. Balibar, Macherey, Vemier, etc; hacen hincapié sobre todo en ZareZación íntima existente entre eZaparato escoZar y eZhecho literario, entre la ensenanza de ZaZengua común (o sea; Zaestatal) y eZestablecimiento de la escueZa primaria (ccomún-pública»} en Zosestados burgueses a partir de ZaRevoZución Francesa (naturalmente, ZaescoZarizacion global en Francia es mucho más temprana y ejectiva que en Zos demás países europeos, y se necesitarian estudios particulares sobre cada caso «nacional», aZ modo, por ejemplo, de Zos iniciados por eZsardo Gramsci respecto a la originariamente tan fallida unificacion lingúistica italiana y su precaria reaZidad escoZar; estudios pues sobre Zasexasperantes desiguaZdades «regionales», Zaherida abierta de Zascapas populares que sólo «hablan» otra Zengua distinta de la estatal; o que sóZo «hablan» ésta de modo diaZectaZo «palurdo» -o sea: en un grado de «inierioridad» paraZeZo en gran medida al anterior-, las reivindicaciones generaZmente pequetio-burguesas e idealizantes de esta serie de contradicciones secundarias -vsiempre» refleios de la contradicción principaZ de clase, o inherentes a Zos«pactos» entre las eburguesias nacionales» estataZes o locales, y Zas situaciones anteriores provenientes deZ Antiguo Régimen: la fracturacion geográfica y política [eudal; Zadivisión entre los diversos poderes nobiliarios o eclesiásticos que ahora se intentan unificar bajo el estado burgués, o bien los residuos artesanales y gremiales, tlorecientes asimismo bajo eZAntiguo Régimen; yahora desplazados y con consciencia de desaparición, de muerte fijada; tanto lingúistica como económicamente-; los reales niveZes de explotacion, en fin; inscritos er; ese mecanismo uni- 20 tario «Iistado burgués central/lengua oticial y común/escueZa pública e igualmente común», etc.). Para Zosinvestigadores citados resultaria evidente eZ hecho de que esta relación intima entre Literatura y Escuela se especiticaria a partir de Zos siguientes niveZes (e interpretando quizá un tanto libremente sus presupuestos desde nuestra propia perspectiva): [rente a Za lengua cornún, ensenada en Za escuela pública, se estableceria luego eZlenguaje literario, ensenado sóZo a partir del bachiller superior y en la universidad; los módulos descriptivos y narrativos, toda la retórica en suma conformadora de la «escritura» en la primera etapa escoZar resultaria así algo únicamente eniocado hacia Zautilidad y practicidad inmediata, 10 que se considera que Zos asistentes a ZaescueZa común (y que no van a pasar de ahí: obreros y campesinos en esencia por tanto) necesitan para desarrollar posteriormente su peculiar tipo de actividades, asimismo consideradas como directamente prácticas e irreZevantes -en tanto que «manuales--, etc. Mientras que en Zasegunda etapa escoZar se enseiiaria ya un lenguaje capaz de admitir Za«[antasia» y la «libre interpretación subjetiva» (pues de nuevo parece que Zaclave de toda Zacuestión radicaria aquí: mientras que según Za norma economicista dominante todo lo considerado como no directamente útil,práctico o rentable, pasaria inmediatamente a ser considerado como injerior o al menos como marginaZ y prescindible, sin embargo, a Zavez, Zapropia ideoZogía dominante estabZece que Zosmiembros de Zascapas superiores -Zos más educados, Zos más «inteligentes», se supone- no sóZo pueden poseer una intimidad libremente interpretativa y no directamente útil o pragmática deZ mundo -y recibir Zaeducación adecuada para que parezca posibZe eso-, sino que. a Za vez, y precisamente por ello, taZes individuos educados e inteligentes serán de hecho Zosúnicamente considerados como «sujetos» verdaderos, en toda Zadimensión reaZ de Zapalabra; y por tanto Zosúnicos verdaderamente capacitados para «opinar» -y para «mandaro= y en suma para poder «elegirrecibir», tras su educación Zibre y subjetiva; una projesion directamente útil y pragmática: de ahi. por ejemplo, Zadualidad, tan visible en Estados Unidos o Inglaterra, entre la educación meramente «culturalista» y «literaria» -o sea: «inútil»= de sus éZites y eZdestino directamente empresariaZ y político de taZes élites una vez «licenciadas»}: En una paZabra: esta segunda etapa educativa implicaria Zaensenanra de unos módulos de escritura situados al otro Zado de la mera «descripcion» (o «narracion») practicista y literalmente objetual; unos módu los que nos trasladarian directamente a esos 21 aludidos ámbitos «supenores» de la sensibilidad o de la capacidad intelectual-sic- más arbitrarias y más subjetiva y libremente interpretativas del mundo de los hombres y de la realidad exterior: aparece asi; por ejemplo, en este momento la ensefianza de la poesía, en tanto que medio de expresión sumamente «imaginativo» y «libte», o el relato «de ficción» en el mismo sentido, etc. A través, pues, de la distinción entre lenguaje común y lenguaje literario {o mejor aún: entre subjetividad escolar meramente utilitaria y subjetivamente escolar plena y libre), lo único que se estableceria de hecho sena la base legitimadora de la diierenciacion entre «trabaio manual» por una parte y «trabaio intelectual» por otra, yen consecuencia, también a partir de aquí la solidificación de las di[erencias de clase a través de los mismos niveles «lingúisticos-escolares». Finalmente: ;,qué función básica =serialan Balibar y Macherey- cumplen así los discursos literarios estrictos en el interior del horizonte ideológico actual? Esta: producir nuevos discursos, literarios o no, sirviendo sus módulos como operadores e impulsores de nuevas «escrituras» o «lenguajes» sociales que a su vez reproducirian todas las especiiicas condiciones de dominio inscritas en los originarios discursos literarios y en su condición lingiiística de clase, etc. No cabe duda, por supuesto, de que todas estas proposiciones son sugestivas y parecen aproximarnos en gran parte a la realidad de la literatura, sobre todo por lo que concierne a las bases materiales en que la ideología literaria se concreta y se propaga en primera instancia {ese Aparato Escolar al que finalmente habria que anadir además toda la problemática inscrita en el Aparato Editorial propiamente dicho, en su amplísimo espectro: desde las imposiciones literales del mercado a la implantación, más sutil; de determinados «CÓdigos de legibilidad» masivos, como los que se derivan del modelo de los «best-seller» o de los premios literariosl, etc. Pero hay una objeción básica que hacer a esa fijación en la Escuela que estos autores muestran: nadie duda de la importancia discriminatoria de la escolarizacion por lo que se refiere a los niveles superiores (sobre todo -lo que apenas se nos dice en esos textos de R. Balibar o F. Vernier- por lo que hace al signiiicado que tal escolarizacion superior -id est: «universitaria» en última instancia- tiene en tanto que única correa válida de transmisión interclasista: sólo a quien sale de la universidad se le admite como miembro de las capas superiores por muy bajo que sea su origen de clase) e incluso no habria quizá inconveniente en admitir con ellos que la literatura (la capacidad para «escribir» y para «consumir» un 22 lenguaje tan soiisticado) es un símbolo casi perfecto de talsituación discriminatoria. Pero otro asunto muy distinto es pasar tranquilamente desde la apreciación del carácter «simbolico/discriminatorio» que la literatura tiene a la explicación radical y última de lo literario exclusivamente a partir de ahí: por ejemplo explicar «El Extranjero», de Camus, como hace R. Balibar, prácticamente a partir del hecho de que Marsault sea un estudiante universitario trustrado (y al que, por tanto, parecerian habérsele cerrado todas las «salidas sociales»: como al propio Camus en último extremo, a quien una tisis inesperada [rustro, com o es generalmente sabido, su carrera superior de profesor de iilosoiia). Se trasluce un cierto «experiencialismo vual» bastante ingenuo en tales presupuestos, pues lo importante, respecto del texto de Cam us, parece que no sena tanto el hecho aludido de que la frustración escolar cierre los caminos de ascenso a los pequerios burgueses (Marsau lt/Cam us); sino el hec ho de que a partir de qué inconsciente ideológico es asumida, vivida {yposteriormente «expresada» en una novela} tal experiencia [rustrante, por qué de ella salió «Iil Extranjero» en la Francia de postguerra y no salió, por ejemplo, un relato directamente «experiencialista» como los que encontramos en el mundo americano, de Salinger a Updike, de Mailer a Kerouack. En una palabra, la objeción básica a tales planteamientos no puede ser más que ésta: (quién educa a los educadores? O de otro modo, y más drásticamente aún: si la «escuela» es un Aparato Estatal no es ella la que «crea» la ideología, sino, en todo caso, y únicamente, la que la materialua y reproduce de la forma peculiar que hemos esbotado. As( por ejemplo, no sólo la necesidad de la lengua común es evidentemente «anterior» a la escuela, como lo es la diierenciación entre «trabaio manual» e «intelectual» -id est.: la division social del trabajo-, sino que también es anterior a la Escuela el reflejo literario de taZdivisión social, o sea, Zaposibilidad de pensar que haya alguien capa: de utilitar -y consumir- un lenguaje «superior» y libremente subjetivo, etc. De igual modo: la dialétctica inscrita en los textos literarios (la que los produce como tales, su Zógica interna) es la plasmación de un inconsciente ideológico que no «nace» en ZaEscuela, sin o directamente en el interior de Zas relaciones 50ciales mismas y desde ellas únicamente se segrega, etc. Quizá lo que ocurre en el [ondo es que en la tesis de Macherey, Balibar, etc., persiste un inconiundible tuio a «sociologismo institucionalista» al modo deZ Max Weber más típico (al suponer de hecho, como éste, que es Zainstitución materiaZla 23 que crea Za ideologia y no al revés- creer que es ZaIglesia protestante, por ejemplo, Zaque crea Zareligion protestante-, tesis con Zaque volveremos a encontramos con frecuencia a Za largo de este libro}. Y «sociologismo institucionalista» que, naturalmenie, acarrea consigo una paralela consideración (entre mecanicista y «naive») de la ideologia como mera excrecencia derivada del hecho material (por ejemplo: derivada de las prácticas redaccionales en ZaEscuela), concepción que desvirtúa evidentemente y en gran medida los ambiciosos propósitos de tales autores. Algo que igualmente podriamas ver en fin en la identificación plena que ellos establecen entre el proceso lingúistico y el proceso literario: identificación tan perfectamente obstaculizadora; como esbozábamos, que comenraria incluso por hacer imposible la apreciación de las dijerencias reales entre este proceso literario y los demás procesos lingúisticos asimismo «superiores» y «sojisticados» -tanto al menos como aquél: desde el discurso filosófico al matemático, etc.-. Sin que, por supuesto, baste para establecer esa diferenciación especiiica de 10 literario con aludir a la diierencia existente entre la «norma Iingůística cornún» y el écart (o sea; la excepción o desviación «creativa» y «personal» respecto de tal norma, su uso «superiors], pues en el mismo caso estarian; repito, todos los otros tipos de discursos «superiores». Y recordando finalmente que tal pretendida relación entre la Norma y el Ecart estaba ya periectamente establecida desde Spitzer y los demás teóricos de la Estilística Fenomenológica (curiosamente representando esta corriente la tradición «acaděmico-escolar» aún masivamente vigente en Francia com o la verdad misma; y siendo en tal ámbito «estilistico» donde la identificacián plena entre lengua y literatura alcanza precisamente sus niveles paroxisticos; tendencia «estilistica», en fin, que los investigadores citados parecen aceptar alegremente sin más, sólo que aňadiéndole a continuación una base «material» o «sociologica» posterior -la escuela, las prácticas redaccionales-, etc.: de ahi que Macherey y Balibar proclamen orgullosamente que al {in han conseguido desvelar el secreto originario, la fuente material; y no vaporosamente «espiritualista», de la literatura. ..). Más allá, en {in; de tales presupuestos sociologistas parece evidente que la cuestión de [uncionalidad y el sentido real que posee el discurso literario en nuestras sociedades habria que buscarlos más en el interior del propio nivel ideológico que en los aparatos que los materialiran y reproducen: habria que buscarlos, por ejemplo, en tomo a esa crucial diferenciación entre el funcionamiento y las nociones dentro de 24 una matri: ideológica especifica, pues todo parece pasar como si los discursos literarios se elaboraran literalmente como el desarrollo estricto del primer aspecto (el «[uncionamiento» de la lógica de la rnatriz) y los discursos «teoricos» como el desarrollo del segundo aspecto (las «nociones», etc.). Pero no vamos a insistir ahora en esto, que excede con mucho los limites de una «introduccion». Baste con precisar 10 ya indicado: la literatura no se «crea» en la Escuela, sino que es el producto peculiar de un inconsciente ideológico segregado desde una matri: histórica, propia de unas relaciones sociales dadas. Y sena quitá el hecho de que en las sociedades posdieciochescas tales relaciones sociales dependan tan directamente -a nivel ideológico- de la puesta en acción de la imagen del sujeto 10 único que realmente nos explicaria; com o venimos esbozando desde el principio, la situación histórica y la peculiar significación de esos discursos llamados literarios (concebidos y practicados precisamente como expresión de la «subietividad» más pura) dentro de tal matriz. 3. Tercera pregunta: iQué ocurre en los otros modos de producción donde tallógica del sujeto no existe? iQué junción y qué sentido real tienen ahi los discursos que se segregan desde el funcionamiento interno mismo de la matri: ideológica? Más bien pareceria que en tales formaciones históricas no existe el mismo tipo de división tajante entre discursos literarios y teóricos que se practica en las formaciones sociales capitalistas, o bien que al menos tal división estaria mucho más paliada o enjocada en otro sentido: ·cómo diierenciar tales niveles, por ejemplo, en la Biblia; en las prácticas litúrgicas medievales, en los códigos caballerescos y cortesanos, en el Corán incluso o en los textos védicos, en los relatos pitagóricos o en las llamadas escenificaciones etrágicas» (esto es: litúrgicas) acerca de las Euménides o acerca de los mitos sustentadores de la polis en general en la Grecia esclavista. ... IV Terminemos aqui. Son demasiadas cuestiones y demasiados problemas Zosque se nos amontonan en cada una de estas tres preguntas modales. Para tratar de responderlas más adecuadamente hemos concebido este libro: «Teoria e historia de Zaproducción ideologica». Titulo resbaladizo por excesivamente ambicioso en apariencia, pero que en absoluto pre- 25 tende ser globalmente abarcador de toda esa serie de problemas, sino que más bien ha sido elegido como índice del sentido concreto que pretende tener nuestro proyecto: no hay «historia» sin «teoria» y no hay «teoria» sin «historia», aunque clarificar tal afirmación no es algo que necesitemos realirar ahora. Baste con 10 expuesto: si la literatura no ha existido siempre, su análisis histórico resulta imprescindible; pero para darse cuenta de tal «no-existencia eterna» es preciso partir a la vez de una adecuada concepción teórica tanto de 10 que sean los procesos literarios o ideológicos y su,tu;zcionamiento como de 10 que sea el [uncionamiento historico en general, etc. O mejor: no creo que haya posibilidad de deli~ mitar esos dos momentos (teoria o historia), sino que habra que partir siempre de su [usion ejectiva pa~a lograr el =:sis concreto de cada situación. Hablar, en jin; de produccion ideológica, y no exclusivamente de la literaria, supone no sólo que tomamos ésta como ejemplificación del proceso ideológico global; sin o que a la vez continuamente nos estaremos refiriendo a los demás discursos paralelos segregados desde el mismo nivel ideológico. A través de tal sesgo se encontrarán también las argumentaciones en que me baso para considerar como «primeras literaturas burguesas» la serie de discursos segregados desde las temáticas animista y racionalista del siglo XVI, a más de un intento de clariiicacion; provisorio aún; de cómo parecen funcionar los procesos literarios en los momentos conjusos y contradictorios de una situación histórica de Transición como ésta entre Feudalismo y Capitalismo. Finalmente hemos otrecido, como sustento de tales análisis, una lectura muy cercana de los más significativos textos animistas de Garcilaso a Donne. Esperemos que sus resultados parezcan positivos. Esto no es un «metodo», sino un mero camino teórico. Por supuesto, hay muchos entoques posibles del hecho literario y cada uno puede elegir el que le parezca más válido. Todo dependerá; como dice Carroll; de hasta dónde se quiere llegar. 26 Posdata a la segunda edición Cuando puse punto iinal a este texto que ahora se reedita comprendi que algo decisivo habia comenzado en mi trabajo. El alea jacta era ya irreversible. Mi ruptura con todos los planteamientos anteriores también: literalmente los arrojé a la calle. Se ha recordado a veces ese hallazgo genial que para la sintaxis de la latinidad estricta significó el ablativo absoluto: una vez lanzados los dados ya no hay manera de volver atrás. Nuestra sintaxis necesita de muchisimos más rodeos para 10 que el maestro Althusser denominó una coupure: una ruptura, en este sentido, no puede ser meramente metódica, sin o el planteamiento de una problemática teórica gZobal. Los planteamientos teóricos elaborados a 10 largo de este libro los he podido ir matizando o aguzando en otra serie de trabajos, pero una problemática conceptual; si es válida, no vana esencialmente en su estructura de fondo. Por eso no he encontrado motivos reales para variar tales planteamientos. Tampoco se ha publicado nada que me haya obligado realmente a modificarlos. Y además me gusta su trescura original. Como nos enseno Holmes, en «El perro de Baskerville», a veces 10 que resulta verdaderamente signiticativo en 10 que ocurre es que no ocurra nada. El «silencio» del perro que debió haber ladrado es 10 que llama la atencion a Holmes. Con fortuna puedo decir que Za recepción que este libro ha tenido -y la perspectiva de demanda que sigue teniendo- implican un «buen silencio» doble: el de que apenas se haya podido decir nada serio «centra él» y el silencio, {ructitero, de unos planteamientos que durante anos han podido ser utilizados con una significacion al parecer positiva. Podria; eso si, haber aiiadido cuestiones bibliográficas de repertorios textuales de [echas más recientes, etc., pero eso no hubiera cambiado nada la sustancia dellibro. Ouizás hubiera incluso marcado su [rescor. Y desde luego la objetividad autónoma que ha alcanzado con los anos. Que un libro ha- 27 ble por su cuenta, no creo que sea excesivo decir que es 10 que verdaderamente uno pretende cuando se mueve en el terreno teórico. Pues este libro es eso sobre todo: un texto de teoría (historica) literaria. No un libro historicista ni de criticismo al uso. Entre otras cosas por la imposibilidad que ya Enzensberger describió hace anos respecto a si mismo como crítico auténtico: «nacido para criminal y designado como juez» ... A mi editor Ramón Akal y a todos los que me han soportado estos anos, se debe por supuesto el que este libro vuelva a la luz. Ya la presencia continua de Louis Althusser que sigue hablando a través de su silencio. Y el final: yo escribi este libro, y ha sido él realmente quien ha acabado por hacerme a mí. Ya ensenarme a olvidar el camino «que debería seguir». Aunque la elegia de Garcilaso esté ahora más ahi que nunca: «l,Qué se saca de aquesto? l,Alguna gloria? l,Algunos premios o gradecimientos? Sabrálo quien leyere nuestra historia. Veráse allí que como poIvo al viento así se deshará nuestra fatiga ...» Granada-Madrid 1989 28 Primera parte La relación Privado - Público y la situación ideológica en la transición entre feudalismo y capitalismo ln t roducción .'i I." EI historicismo evolucionista 2: La lectura directa o inocente 3: La transparencia del texto \59 166 174 Prirnera parte La relación Privado-Público y la situación ideológica en la transición entre feudalismo v capitalismo 29 I. La relación Privado-Público: el mérito, la adición, las academias 31 2. Las ideologias de la transición 59 I.-Animism.o v sust ancialismo .'i9 IT.-El dominio del organicismo en Es pana: Calderon v la dialéctica del sueno como «salvacion de las apariencias» 61 1Il.-EI ataque animista al sust ancialismo 66 IV.-La nocián de alrna 87 V.-Cuerpo platónico v cuer po escolástico 99 Segunda parte Para una teoría de la historia de la literatura: los problemas de la transición 113 I. Sustancialismo v animismo como matrices ideológicas . 115 2. La poética aoimista del xvI: SU historicidad \20 3. La ooción de traosición: tecnicismo y culturalismo 122 4. La polémica «renacentista» 130 5. Absolutismo v transición: La dialéctica privadopúblico . 146 Tercera parte Para una teoría (histórica ) de la literatura. La poética animista en el XVI: Presupuestos dc kelli fa v análisis de su desarrollo 149 l.-La «produccián» de la verdad desnuda 151 Il.-La producción animista en Garcilaso. Presupuestos para una lectura textual 158 O/._La lógica erática 184 3.k La dialéctica presenciajausencia 184 3.B. La dialéctica del agua 193 3.C «Matería» y «Metamorfosis» 201 3.C.l. La cuestión del «interior» de los signos en el animismo 204 3.C2. La cuestión del «Movimienro» en el animismo 208 I V.-La lágica de 10 público 228 V.-El animismo religioso: Frav Luis d e Leon 243 Aj Palabra y escritura 243 Bl Fray Luis 247 C) EI «rnundo verdadero» de Frav Luis v San Juan 252 O) Circe y las sirenas 266 E) Lo «natural» y el «uso» de las palabras 273 F) La voz del profeta 280 VI.-La etapa [inal del animismo poét ico en Espaiia: Fernando de Herr era 28S A) La dialéctica del fuego 285 B) EI conjuro 288 C) Animismo del fuego, animismo de la corrupción 292 O) Canción pública, dolar secretu 318 E) Las anotaciones 321 Cuarta parte La muerte del animisrno a través de las luchas políticas y religiosas: La prolongación de la poética anirnista en Inglaterra 34.~ I. Matriz animista y relaciones mercantiles 347 A) Planteamientos generales en torno a la pervivencia del animismo en la ideología política y en el pensamiento religioso 347 B) Planteamientos generales respecto a la ideología poJítica 351 2. Plantearnientos generales respecto al rna rco reIigioso e ideológico en términos globales 365 1.° La lectura interior, la lect ura el1 grupo 367 2: El dialoguismo 369 3. La evolución posterior del animismo: EI caso inglés 372 4. La perviviencia del ani mi srno literario en eJ caso inglés: el ejernplo de Donne y la lectura de Eliot 392